SEPARADOS POR LA SANGRE
Promesa de Amor
"Una promesa puede romperse fácilmente, dicen que las palabras se las lleva el viento, pero cuando tu deseo es más fuerte, aquella promesa se renueva cada día superando la emoción que te embarga cuando te convences una y otra vez que eres capaz de cumplirla. Te amaré por siempre, es una frase común y utilizada por los románticos, pero solo unos pocos son capaces de conseguirla".
TREINTA Y NUEVE
El regreso a Nueva York había sido diferente, esta vez la actitud de Amelia le revelaba que algo sucedía en su interior, pero al mismo tiempo le parecía que si aclaraba el punto terminaría perdiendo.
-¿Te encuentras bien? – Preguntó el actor al llegar frente a la mansión Ardlay y esperar que los padres de su novia y su molesto cuñado se despidieran de él.
-Sí, solo estoy cansada. – Respondió Amelia con una sonrisa triste en su rostro. Terry la miró con ternura.
-¿Estás segura? – Preguntó una vez más el actor. Amelia asintió, sin embargo tenía algo atorado en su pecho.
-No… - Dijo de pronto, evitando que Terry se fuera hacia el carruaje que lo esperaba. – No estoy bien. – Dijo Amelia queriendo ser sincera. Terry la miraba expectante, sabía que algo no estaba del todo bien.
-Algo me dice que me voy a arrepentir de haber preguntado. – Dijo Terry con cierto fastidio en su voz, se sentía cansado y no tenía ganas de discutir, sabía que cuando discutía con Amelia siempre salía perdiendo y en esos momentos el cansancio era mucho mayor. Amelia lo miró indignada por su comentario.
-Tienes razón. – Dijo la joven. – No tiene caso que discutamos, buenas noches. – Le dijo de nuevo tomando la falda de su vestido para girar su cuerpo casi de inmediato y subir las escaleras de la mansión.
-¡Amelia por Dios! – Le dijo Terry dispuesto a discutir si con ello la haría sentir bien. Amelia se detuvo sin embargo no se atrevía a girar su cuerpo. - ¿Qué sucede? – Preguntó Terry una vez más con insistencia. Amelia lo miró con enojo y mirando al interior de la mansión comenzó a caminar hacia el jardín logrando que el joven la siguiera.
-¡No es posible que no te des cuenta! – Decía Amelia molesta con su novio, soltando la falda de su vestido para cruzar los brazos molesta.
-¿Has visto que soy adivino? – Preguntó Terry con la misma impaciencia de ella. Amelia lo miró con mayor molestia. – Ustedes las mujeres quieren que uno adivine el motivo de su enojo, pero ¡No es así, Amelia! – Decía Terry comenzando a impacientarse.
-¡No es posible que no te hayas dado cuenta que todo mundo preguntó cuándo sería nuestra boda! – Dijo Amelia molesta al recordar que no tenía una respuesta para aquella pregunta. Terry comprendió hasta ese momento su frustración y comprendió sus motivos, no era ningún tonto y sabía que tarde o temprano aquel ambiente de bodas e hijos la haría comenzar a extrañar un avance en su relación.
-¿Todo mundo? – Preguntó Terry, quien no se había dado cuenta de aquello que ella aseguraba. Amelia dudó por un momento.
-Bueno… no todo el mundo… - Dijo de nuevo la joven mientras Terry la veía esperando le respondiera algo en concreto. – Pero sí la mayoría de la gente. – Respondió más segura de sus palabras. Terry la observó detenidamente.
-¿Y qué es lo que te molesta? – Preguntó Terry acercándose a ella. – ¿El que te estén preguntando o el no tener una respuesta a su pregunta? - Volvió a preguntar si quitar si mirada de ella. Amelia lo miró con los ojos bien abiertos, y las lágrimas asomándose por sus hermosos ojos.
-Necesito saber qué sucederá con nuestra relación… - Dijo la joven suplicante. Terry la observó fijamente.
-Sabes que te amo… - Dijo Terry seguro de sus sentimientos, a pesar de todo lo que había sucedido en su vida, Amelia había logrado colarse profundamente en su corazón.
-Eso lo sé… - Decía la joven impaciente, aunque en su interior una duda crecía nuevamente. – Pero quiero saber si realmente quieres formar un futuro a mi lado. – Decía con insistencia, con súplica en su mirada.
-Amelia… - Dijo Terry con cierto hastío en su voz. – Sabes perfectamente que en estos momentos mi carrera va en ascenso. – Dijo recordándole una vez más que su carrera era lo más importante para él.
-¡Eso lo sé perfectamente! – Dijo Amelia acercándose ahora a él. – Pero también necesito saber que nuestra relación es importante para ti. – Decía sin dejar de mirarlo a los ojos.
-Sabes que sí… - Dijo Terry tomándola por los hombros al mismo tiempo que buscaba en sus ojos comprensión. – Esto que tenemos es importante para mí, nuestra relación es lo que me ayudó a seguir con mi vida y te aseguro que estar a tu lado es lo mejor que me ha pasado en años. – Decía el actor con verdadera seguridad.
-¿Entonces…? – Preguntó Amelia sin comprender el motivo por el cual Terry no daba el siguiente paso. Terry la miró cuestionando su pregunta. - ¿Qué te detiene para que fijemos la fecha de nuestra boda? – Preguntó la joven y Terry la soltó endureciendo su rostro.
-Sabes que no es conveniente por el momento contraer matrimonio… - Dijo Terry sin suavizar su mirada hacia ella.
-¡Nunca será conveniente para ti o para tus admiradoras! – Dijo Amelia comenzando a perder la paciencia una vez más. – Todos en mi familia han comenzado sus familias, incluso el tío Albert quien encontró a Beka después de que tú y yo iniciáramos una relación ya está comprometido. – Decía como si aquello fuese una competencia.
-Amelia, siempre he sido honesto contigo. – Dijo Terry seguro que así era. – Tú conoces todos mis defectos, todas mis debilidades, mis miedos y también conoces el compromiso que adquirí con mi trabajo. – Dijo apuñando sus manos en señal de frustración.
-Lo sé… - Dijo Amelia desviando su vista para comenzar a caminar hacia la entrada de la mansión, no tenía caso seguir discutiendo, Terry no estaba seguro de querer formar una familia con ella.
-Amelia… - Dijo Terry queriendo detenerla para continuar con su discusión, no quería que se retirara de esa manera. Amelia se detuvo por uno segundos y Terry la alcanzó abrazándola por la espalda con fuerza. – Por favor no te vayas así. – Le dijo escondiendo su rostro entre sus rizos. Amelia se quedó sin habla al sentir la voz de su novio sobre su oído, sin embargo ella no habló. – Te amo… sabes que es así… - Le decía sin soltarla. Amelia sentía una daga que atravesaba su garganta incapaz de hablar, lo único que pudo hacer fue asentir a sus palabras, dejándose girar por las manos de su novio quien la ponía frente a él para tomar sus labios de manera apasionada.
Amelia permitió que los labios de Terry se fundieran con los suyos, llenándose de sensaciones maravillosas que evocaban un millón de mariposas revoloteando dentro de su vientre, sin embargo aquel beso le sabía tan amargo, tan distinto. Terry sintió que en aquel beso no había la emoción de siempre e intentó corregirlo, pero la reacción de la joven fue la misma.
-¿Te veo mañana? – Preguntó Terry con desconfianza. Amelia asintió simplemente y se retiró lentamente, para después correr con fuerza por el sendero que la llevaba al interior de la mansión.
-¡Amelia! – Dijo Terry intentando detenerla una vez más, pero fue en vano, la joven se había retirado desesperada poniendo distancia de por medio entre ellos. - ¡Soy un imbécil! – Dijo Terry peinando sus cabellos hacia atrás en señal de desesperación.
Amelia llegó a su habitación envuelta en un mar de llanto, logrando que el ruido que hacía al azotar la puerta de su recámara anunciara a sus padres que había regresado.
-¿Qué habrá sucedido? – Pregunto Janice a su esposo, quien miró a su esposa fijamente para pedir con esa mirada que acudiera a averiguar lo sucedido con su hija. Janice obedeció aquella petición en silencio. - Amelia… ¿Puedo pasar? – Preguntó al momento que intentaba abrir la puerta de la habitación.
-Lo siento mamá… - Dijo Amelia al darse cuenta que su imprudencia había despertado a su madre. – No quise despertarte. – Dijo nuevamente intentando esconder su rostro.
-No lo hiciste… - Dijo la señora Cornwell segura que así había sido. - ¿Qué es lo que sucede? ¿Discutiste con Terry? – Preguntó la mayor con conocimiento, sabía que su hija estaba incómoda con la relación que llevaba con el actor, lo había notado al escuchar en repetidas ocasiones la pregunta "¿Ustedes para cuándo?". "Esperamos pronto su boda" y comentarios como ese que habían logrado que su pequeña Amelia se sintiera pronto frustrada al no tener una respuesta concreta.
-No entiendo mamá… - Dijo Amelia con frustración, abrazándose con fuerza a su madre. – Anthony se casó con Candy sin dudarlo un segundo… - Dijo poniendo como ejemplo al primo que tanto había admirado y amado y a su esposa. Janice suspiró con sabiduría.
-¿Esto es por Anthony y Candy, o por ti y Terry? – Preguntó su madre con tranquilidad, sabía que había algo que molestaba más allá a su hija. Amelia ocultó su mirada de su madre. – Amelia… - Insistió Janice al ver que su hija intentaba esquivar su pregunta. - ¿Aún sientes algo por Anthony? – Preguntó con cierto temor en su interior, ella sabía que Amelia había amado sinceramente a Anthony, pero también había tenido la esperanza de que ese amor imposible hubiera quedado definitivamente en el olvido al aceptar el amor de Terry.
-¡Por supuesto que no! – Dijo Amelia de inmediato, sin embargo guardó silencio. – Bueno… siento algo… - Dijo segura que así era. – Pero no es ese amor que tuve un tiempo por él… - Dijo con timidez, aceptando que su amor por él no era el mismo amor de antaño. Janice respiró con alivio. – Mi amor por Anthony se transformó en el amor que tengo por Archie y Stear… - Aclaró para que su madre continuara tranquila.
-¿Entonces? – Preguntó animándola a que abriera su corazón con ella. Amelia suspiró profundamente.
-Tengo miedo de que Terry no quiera establecer una fecha para nuestra boda porque siga pensando en Candy… - Dijo por fin Amelia, externando sus pensamientos.
-¿Te ha dado algún indicio de que así es? – Preguntó Janice segura de que ella no había visto un comportamiento anormal en Terry para con la esposa de su sobrino.
-Él la amó demasiado… - Dijo Amelia en respuesta.
-Amó es una palabra en pasado. – Dijo Janice con travesura. Amelia suspiró frustrada.
-Lo sé mamá… pero tengo miedo que él siga enamorado de ella. – Dijo nuevamente con un leve puchero infantil, justo como lo hacía cuando era una niña. Janice sonrió por el dulce gesto de su hija.
-Me parece que Terry no es el tipo de hombre que le guste jugar con los sentimientos de las jóvenes. – Dijo mirando a su hija a los ojos. Amelia la miró con una chispa de esperanza.
-¿Entonces por qué no quiere casarse conmigo? – Preguntó de nuevo la joven.
-¿Él te ha dicho que no quiere? – Preguntó Janice una vez más. Amelia la miró con nerviosismo.
-Me ha dicho que no es el momento, por su carrera. – Dijo Amelia con tristeza. Janice sonrió por la impaciencia de su hija.
-¿Lo ves? – Dijo intentando calmar a la joven. Amelia la miró confundida. – El trabajo de un actor no es sencillo. - Dijo queriendo dar a su hija una opinión de lo que sucedía con Terry. – Él se debe a su público, está en una etapa en la que el éxito está de su lado, no es conveniente que la fama lo abandone ahora que se está consolidando lejos de la sombra de su madre… y eso no tiene nada que ver con el amor que siente por ti. – Dijo Janice mientras besaba la frente de su pequeña.
-¿Entonces crees que él me ama? – Preguntó Amelia mientras limpiaba sus lágrimas de sus ojos. Janice sonrió una vez más con ternura.
-Por supuesto que te ama. – Dijo para darle el ánimo que ella esperaba tuviera una vez más con respecto a su relación. – Y sé que pronto podrán poner fecha para celebrar su boda. – Decía abrazando con fuerza a su hija, quien en ese momento se sintió tonta por haber dudado del amor de Terry.
Terry por su lado había permanecido un rato afuera de la mansión, esperando a ver si su novia se arrepentía de su infantil comportamiento, porque él así lo veía, creía que Amelia estaba exagerando en su actitud, sin embargo conforme pasaban los minutos se convencía cada vez más que no regresaría.
El actor llegó a la mansión de su padre con el ánimo por los suelos, se sentía frustrado por haber discutido con Amelia, de todas las discusiones que habían tenido en el tiempo que tenían juntos aquella era la más fuerte de todas.
-¿Sucede algo hijo? – Preguntó Vincent al ver que Terry llegaba con el ánimo por los suelos.
-Lo siento padre… - Dijo Terry deshaciendo el nudo de su corbata. – No te vi. – Agregó con un suspiro frustrado. – Nada… solo que discutí con Amelia. – Dijo una vez más al tiempo que se dejaba caer frente al asiento que ocupaba Vincent mientras leía al esperarlo.
-¿Puedo saber el motivo? – Preguntó Vincent sin dejar de mirar a su hijo, estudiando su comportamiento, su reacción a la pregunta. Terry lo miró fijamente, por un segundo dudó en hablar con él, pero al mismo tiempo sentía una confianza que jamás había sentido con nadie, ni con su propia madre.
-Se siente insegura de mis sentimientos. – Dijo Terry simplemente. Vincent esperó que continuara. – Quiere que fije una fecha para nuestra boda cuanto antes. – Dijo una vez más mirando a su padre fijamente. Vincent le sostuvo la mirada y se acercó un poco a él.
-Dime la verdad Terry… - Dijo Vincent un tanto incómodo con lo que quería preguntar, sabía que era un terreno delicado para el menor de sus hijos. - ¿Cuál es el motivo que te impide proponerle matrimonio a Amelia? – Preguntó sin dejar que el joven actor desviara su mirada. - ¿Sientes algo aún por Candy? – Preguntó directamente. Terry abrió los ojos con sorpresa, jamás se imaginó que su padre se atreviera a cuestionar sus sentimientos ahora que Candy se había convertido en su cuñada. – La verdad… - Dijo una vez más Vincent, presionando a Terry a no andar con rodeos en su respuesta.
-Siempre tendré un sentimiento especial por Candy. – Confesó el actor a su padre, quien en el fondo sintió remordimiento en su interior al escucharlo hablar de su nuera. – Digo… ella fue importante en mi vida. – Dijo Terry intentando explicar bien sus sentimientos y evitar que se mal interpretara lo que había salido de su boca. – Pero el saber que ella no correspondía a mis sentimientos me obligó a verla de otra manera, y Amelia ayudó en el proceso. – Dijo una vez más seguro de que su amor por Amelia si bien no era con la misma intensidad con la que había amado a Candy, si era un sentimiento genuino de amor, un amor más maduro y pensante, un amor que estaba a la expectativa de lo que pudiera suceder en el futuro.
-¿Entonces por qué no casarte con ella? – Preguntó Vincent insistente. – Amelia es una chica hermosa, inteligente, valiosa y corres el riesgo de que alguien más se enamore de ella y de que ella se canse de tu miedo al compromiso. – Dijo una vez más el capitán. Terry suspiró profundamente, sabía que era algo que podía pasar, sobre todo lo último.
-Jamás me vi como un hombre de familia… - Confesó Terry a su padre, quien lo miró con una sonrisa tierna.
-¿Ni siquiera con…? - Preguntó sin concretar la pregunta. Terry sonrió de lado, Amelia le había hecho la misma pregunta tiempo atrás.
-No… - Respondió sincero. – Ni siquiera con ella… - Dijo sin mencionar a la pecosa. – El amor para mí siempre fue libre hasta que Candy llegó a mi vida, sabía que ella no era una joven para divertirme, sin embargo idealicé nuestra relación creyendo que estaríamos juntos hasta tener la edad suficiente y tal vez un día sentar cabeza. – Dijo pensando por primera vez en tener una vida junto a alguien.
-¿Entonces tienes miedo que Amelia también se vaya de tu lado? – Preguntó Vincent sin comprender del todo los sentimientos de su hijo.
-No es eso papá. – Respondió Terry con frustración. – Lo que sucede es que aún no me siento preparado para el matrimonio. – Dijo nuevamente el joven actor. Vincent se soltó riendo de pronto y Terry lo miró confundido.
-¡Jamás estarás preparado para el matrimonio! – Dijo Vincent seguro que así era. – Tampoco te sentirás preparado para ser padre, ni mucho menos para mantener a una familia… - Decía sin dejar de sonreír. Terry lo miraba sin comprender el motivo de su risa. – Hijo, en la vida no puedes vivir esperando a estar preparado para algo porque muchas veces no sucede, sobre todo a nosotros los hombres. – Dijo una vez más. – Las mujeres nacen preparadas para el matrimonio, para cuidar a los hijos, para cuidar al marido, sin embargo también sienten miedo de ello, sienten miedo de fallar como compañeras, como madres… sin embargo afrontan esos miedos con valentía, se esfuerzan por ser fuertes y demostrar su fuerza. – Decía con tranquilidad. – Yo mismo no me sentía preparado para casarme con Rosemary, mucho menos cuando conocí a sus padres y a la tía abuela. – Dijo recordando lo insignificante que se sentía para ella y su familia. – Me sentí completamente un tonto cuando me enteré que sería padre de Anthony, me preguntaba una y otra vez ¿Cómo cuidaría de un ser tan perfecto y tan pequeño, si yo mismo no sabía cuidarme? Pero el mismo amor que tenía por ella y por nuestro hijo me fue dando el valor necesario para enfrentar poco a poco mis miedos. – Terry miraba a Vincent asombrado, ya que jamás había creído que aquel capitán que imponía respeto y seguridad ante todos alguna vez habría sentido miedo. – Con tu madre me pasó algo similar, tuve miedo de no corresponder a esa confianza que ella me daba abiertamente, tuve miedo de no ser el padre que tú necesitabas en esos momentos tan oscuros de tu vida, temía no ser suficiente para ti después de haber tenido a Richard como padre. – Vincent lo miraba con admiración y Terry sonreía con un cariño muy especial que venía naciendo poco a poco en su interior y que se aumentaba con el paso del tiempo. – Lo que te quiero decir… es que si esperas sentirte preparado para formar una familia con Amelia, el tiempo puede sorprenderte y cuando te des cuenta tal vez sea demasiado tarde y ella se aleje de tu lado. – Dijo de nuevo mayor, en ese preciso momento el corazón de Terry sintió un vuelco en su estómago, el pensar en perderla después de tanto que le había costado reconocer que la amaba lo hacía sentirse desesperado.
-Yo no quiero perderla padre. – Dijo Terry seguro de que no quería que Amelia se fuera de su lado.
-Entonces plantéate la opción de que puede suceder si no te decides pronto a pedirle matrimonio. – Dijo una vez más el mayor. Terry asintió de manera más tranquila, haber hablado con Vincent y enterarse por él mismo que su temor era de lo más normal lo tranquilizaba profundamente.
-Mañana hablaré seriamente con ella. – Dijo Terry seguro de que tenía qué aclarar las cosas con la joven Cornwell.
-Haz lo que sienta tú corazón hijo. – Dijo Vincent palmeando su hombro, sabía bien que ahí estaba la respuesta a todos sus temores, así como él un día había encontrado la respuesta a lo que su corazón se preguntaba el día que se decidió a hablar con la joven heredera de un poderoso clan, siendo él tan solo un simple marino.
El tiempo pasó rápido y un año ya había pasado, el compromiso de Albert y Beka estaba a punto de llegar a su fin frente al altar, y una nerviosa novia se miraba al espejo mientras las madrinas la miraban impacientes.
-Ya es hora de bajar Beka. – Le dijo Patty a su prima, quien le insistía que ya debía bajar para irse a la iglesia.
-Es verdad Beka, Albert debe de estar muy impaciente esperándote. – Decía Candy, quien había sido elegida por el patriarca para ser la madrina de su futura esposa.
-¡Es verdad! – Decía Beka con sorpresa, como si de pronto hubiera captado que Albert ya se había retirado hacia la catedral donde concretarían sus votos de amor.
-Vamos, Anthony debe estar esperando abajo. – Dijo Candy ayudando a Patty a tomar el extenso velo que llevaba la joven adornando su cabeza.
-¿Están listas? – Preguntó Anthony al ver que por fin salía la novia junto a su adorable esposa y su prima.
-Listas amor. – Respondió Candy con una sonrisa radiante al ver a su flamante esposo esperando puntual para llevar a la novia hasta la iglesia.
-Gracias por tener paciencia, Anthony. – Dijo Beka agradecida con el que de ahora en adelante sería su sobrino político.
-No hay que agradecer, pero hay que darnos prisa. – Dijo Anthony impaciente por llegar a tiempo a la iglesia.
Candy corrió para tomar la mano de su esposo, mientras la novia bajaba hasta llegar al vehículo que ya la esperaba en la puerta de la mansión para iniciar el recorrido. El camino fue largo para la futuro esposa, mientras Anthony y Candy intercambiaban miradas llenas de emoción.
-¿Cómo te sientes? – Preguntó Anthony con discreción. Candy sonrió enamorada.
-Estamos bien, no te preocupes. – Respondió Candy con la misma discreción. Anthony sonrió igual de enamorado y un tanto preocupado por el bienestar de su esposa, quien horas antes había estado devolviendo en el retrete de su habitación. "Deben de ser los nervios" decía Candy por la emoción de la boda de su mejor amigo. "Tal vez" había respondido Anthony, quien no se sentía seguro de que ella estuviera indispuesta.
Cuando llegaron a la iglesia y ayudaron a Beka a arreglar su vestido, Anthony estaba al pendiente de Candy en todo momento, quien insistía en ser la madrina perfecta para la mujer que su amigo había elegido como esposa y madre de sus hijos.
-¿Estás bien? – Preguntó Anthony al ver que Candy se ponía un tanto pálida, ni siquiera el maquillaje que cubría delicadamente su rostro había podido ocultar el mareo que sintió repentinamente.
-Sí… - Respondió por inercia, intentando que Anthony no se preocupara una vez más.
-Suficiente. – Dijo Anthony impidiendo que Candy volviera a agacharse para acomodar el velo de Beka. – Creo que debes tomar un descanso. – Dijo tomándola de la cintura para detener su cuerpo. Candy se sintió agradecida por tener de apoyo el cuerpo de su marido e intentó sonreír con tranquilidad.
-Pero estoy bien. – Dijo Candy intentando que Anthony confiara en lo que decía.
-Vamos. – Le dijo Anthony llevándola al interior de la iglesia. Candy lo miró a los ojos y comprendió que su esposo no cedería esta vez. La rubia asintió y se dejó guiar hasta la iglesia, agradeciendo que él la sostuviera porque cuanto más caminaba más lejos se le hacía el destino.
-¿Estás bien Candy? – Preguntó Patty al ver que Anthony se llevaba a su amiga.
-Estoy bien. – Dijo Candy como siempre ocultando a los demás su sentir. Anthony negó a Patty y con la mirada se disculpó por llevársela de ahí. Patty comprendió y asintió para que Anthony se diera cuenta que no había ningún problema.
-¿Qué sucede con Candy? – Preguntó Beka al ver que Anthony se llevaba a su madrina.
-Desde la mañana se sintió indispuesta. – Respondió Patty terminando de acomodar el velo con ayuda de las jóvenes encargadas de su arreglo.
-¿Por qué no me lo había dicho? – Preguntó Beka ahora preocupada por Candy.
-Candy es incapaz de aceptar que se siente mal si con ello preocupa a los demás. – Dijo Patty sonriendo a su prima para darle ánimo de que todo estaría bien. Beka sonrió nerviosa, su rostro se tiñó de rojo al ver frente a ella el recorrido que al final mostraba la figura del elegante novio.
-¿Qué sucede? – Preguntó Stear, quien se unía a su esposa después de que veía a Anthony llevarse a Candy al interior de la iglesia.
-Candy se sintió un poco indispuesta. – Respondió Patty, intentando que su marido no se preocupara de más por la rubia.
-¿De verdad? – Preguntó mirando hacia el lugar donde habían desaparecido los rubios.
-Ella estará bien, no te preocupes. – Dijo Patty con tranquilidad, todo parecía indicar que la joven sabía perfectamente lo que padecía la rubia. – Vamos. – Lo animó a entrar a la iglesia para no perderse el inicio de la ceremonia.
Annie y Archie observaban desde el frente de la iglesia que Candy y Anthony entraban a la sacristía, y al igual que ellos Amelia y Terry se habían dado cuenta de todo, la impaciencia se apoderaba de todos al ver que ninguno de ellos salía del lugar para el inicio de la celebración.
-¿Crees que será algo grave? – Preguntó Stear a Patty.
-¿Grave? ¿Qué sucede? – Preguntó Archie al escuchar la pregunta de su hermano a su esposa.
-Nada… - Decía Patty intentando que todo transcurriera normal.
-Es Candy… - Respondió Stear a su hermano. Patty rodó los ojos, pensando que los hombres eran unos exagerados.
-¿Qué sucede con Candy? – Preguntó Terry al mismo tiempo que se acercaba junto a Amelia al grupo de los Cornwell.
-¡Nada! – Dijo Patty para poner todo en orden. – Anthony está con ella, no es nada del otro mundo. – Dijo de nuevo la castaña, provocando que todos guardaran silencio repentinamente. Stear asintió a su esposa y caminó junto con ella hasta el lugar donde le correspondía estar. – Annie, tú y Archie tomen el lugar de Candy y Anthony. – Dijo Patty nuevamente. Annie y Archie no se atrevieron a contradecir o siquiera a preguntar el motivo por el cual tenían que suplir a los rubios.
Albert miraba sorprendido el cambio de padrinos, mientras buscaba con su mirada a Candy y a Anthony, Archie subía los hombros indicándole que no tenía ni idea de qué había pasado.
Beka llegó hasta él y los ojos de Albert dejaron de buscar a su sobrino y su amiga para perderse en los ojos azules de su aún novia. La tomó de las manos y sonrió tontamente al sentir que una corriente eléctrica atravesaba su corazón.
-¿Qué sucedió con Candy y Anthony? – Preguntó Albert intentando ser discreto.
-Candy está un poco indispuesta. – Respondió Beka con una sonrisa.
-¿Está bien? – Preguntó Albert un tanto preocupado por la rubia.
-Está bien. – Dijo Patricia, reprochando hasta cierto punto que nadie pusiera atención de tan importante evento a punto de realizarse. – Anthony está con ella. – Dijo la joven de anteojos mirando a Albert para tranquilizarlo. Albert sonrió y volvió a poner su atención en Beka, quien tomó sus manos con cariño para comenzar a escuchar la eucaristía en su honor.
-¿Estás mejor? – Preguntó Anthony a su esposa. Candy sonrió traviesa al ver que su príncipe estaba sumamente preocupado por ella.
-Estoy bien amor. – Le dijo Candy abrazándolo por el cuello, intentando calmar ese alboroto que sentía su corazón.
-Candy… yo no puedo siquiera ni pensar en que algo malo pudiera sucederte… - Le dijo mirándola conmovido fijamente a sus lindos ojos. Candy se sintió enternecida por las palabras de su esposo, sabía bien que él sufriría mucho si ella tuviera algo de qué preocuparse.
-No es nada grave. – Dijo Candy casi completamente segura de que así era.
-¿Entonces sí tienes algo? – Preguntó Anthony tomándola de la cintura, como queriendo evitar que ella siguiera dando esas evasivas los últimos días para ocultar su estado de salud.
-Tengo algo… - Dijo Candy con travesura, mirando en los ojos de Anthony una súplica que le pedía le dijera lo que estaba pasando con su salud. – Bueno… creo que tengo algo… - Agregó la rubia jugueteando con la flor que llevaba Anthony adornando la solapa de su traje.
-Candy por favor… - Le dijo impaciente, quería de una vez por todas saber qué era lo que tenía o que por le menos le dijera qué era lo que creía que tenía.
-Lo que sucede señor Brower… - Le decía Candy sin dejar de jugar con la solapa de su traje. – Es que creo… por lo menos es parecido… - Decía la rubia con lentitud, una lentitud que Anthony no estaba tan dispuesto a esperar ya que se sentía demasiado desesperado porque llevaba días viéndola descompensarse, dormir de más, y algunas veces perder el apetito.
-Candy por favor… - Decía Anthony para apresurar su diagnóstico. Candy sonrió con una sonrisa radiante, maravillosa, una sonrisa que Anthony admiró maravillado a pesar de no saber lo que ella le diría. – Pecosa… - Le dijo con súplica besando su frente con ternura.
-Creo que estoy esperando un hijo… - Dijo Candy por fin, sorprendiendo a Anthony de todo el sufrimiento que estaba experimentando. Anthony abrió los ojos con sorpresa y alegría al mismo tiempo, pero también no podía evitar pensar en los acontecimientos que habían vivido después del nacimiento de los gemelos, quienes al día de hoy tenían dos años.
-¿Un hijo? – Preguntó Anthony entre emocionado y nervioso, entre alegre y ansioso tan solo de pensar en lo que podría traer este nuevo embarazo. - ¿Estás segura pecosa? – Preguntó Anthony llevando a Candy de nuevo a sentar.
-No estoy muy segura… - Dijo Candy con nerviosismo, porque ni ella misma que era enfermera había podido confirmar sus sospechas, sin embargo estaba más segura que insegura de ello. – Pero tengo los mismos síntomas que tuve cuando estaba embarazada de Alexander y Andrew. – Decía enumerando los síntomas que había tenido en el pasado. – Bueno, casi todos… - Dijo rascando su nuca mientras un hermoso color rojizo embellecía su rostro. – Ahora siento mucho cansancio, pero creo que es normal porque los gemelos no me dejan descansar ni un poco. – Dijo con esa alegría que la caracterizaba. Anthony se acercó a ella y la besó tiernamente, su beso era lento, tierno, dulce, un beso que buscaba confirmar que él estaba para ella a pesar del miedo que sentía en su pecho.
-Te amo princesa, te amo… - Le decía Anthony sin olvidar el lugar en el que estaban, besando su boca con delicadeza, con ternura. – Tenemos que ir con el médico para que te revise y nos confirme si tus sospechas son ciertas. – Decía como intentando llevarla hacia afuera de la iglesia directo al hospital.
-Tranquilo Anthony, es la boda de Albert ¿Lo recuerdas? – Preguntó Candy con una risita traviesa, víctima de la ternura que su esposo le transmitía al ver que se preocupaba por ella.
-¡La boda! – Decía Anthony, por un segundo inquieto sin saber qué hacer. – Albert comprenderá… - Dijo provocando la risa de Candy, quien pronto tapó su boca por el eco que se escuchó en aquel sagrado recinto.
-¡Anthony! – Dijo Candy bajando significativamente el volumen de su voz. – Nosotros estamos bien. – Dijo Candy con travesura. Aquellas palabras encogieron el corazón de Anthony, Candy había utilizado el plural para referirse a ella y al fruto de su amor que cargaba dentro de ella, igual que minutos antes y que él no había captado. – Ven vamos, este día es en honor a Albert y Beka. – decía tomando la mano de su esposo para llevarlo hasta el interior de la iglesia y poner así atención a los votos matrimoniales que estaban por ser jurados ante el altar.
Archie y Annie habían tomado el lugar de los rubios, y estos no se habían molestado, al contrario estaban agradecidos de que Patty se hubiera encargado de organizar todo a favor de los novios. De hecho Patty era la única que sabía de las sospechas de Candy, es por ello que estaba segura de que la rubia estaría perfectamente bien.
-¿Candy te encuentras bien? – Preguntó Stear al ver a la rubia. Candy asintió con una sonrisa.
-¿Todo bien Candy? – Preguntó ahora Archie, quien también demostraba su preocupación por su prima. Candy volvió a asentir apenada por haber preocupado a todos.
-¿Está bien hermano? – Preguntó Terry a Anthony, demostrando que él también se había enterado de todo.
-Por el momento sí. – Dijo Anthony seguro que los malestares de su esposa continuarían de confirmarse que estaba embarazada.
-¿Qué pasó? – Preguntó Albert cuando la pareja de rubios se habían acercado a él para felicitarlo.
-Candy tuvo un pequeño malestar tío. – Respondió Anthony para evitar que su tío se preocupara.
-¿Estás seguro que está todo bien? – Preguntó Albert seguro de que Anthony se preocuparía más por la salud de su esposa que la propia Candy.
-Estoy bien Albert. – Dijo Candy con una gran sonrisa. – No te preocupes, mañana iremos al médico. – Dijo Candy segura que se atendería para que estuvieran todos más tranquilos.
-Sé que Anthony te llevará aunque le digas que te sientes mejor. – Dijo Albert aceptando el abrazo de felicidades que ofrecía Candy. Candy rió divertida al escuchar a Albert, sabía bien que su esposo era a veces demasiado sobreprotector con ella.
El baile comenzó elegante por todo lo alto, la tía abuela sonreía feliz por estar por fin casando a su sobrino, aquel que la sucedería en los movimientos del consorcio, aquel que llevaría por completo las riendas de la familia en compañía de la que a partir de ese momento sería la matriarca de la familia Ardlay.
Después de la boda, y después de que Albert hubiera salido de luna de miel junto a Beka, la familia Ardlay estaba impaciente por saber el motivo por el cual Candy estaba una vez más indispuesta, únicamente Patty estaba tranquila, sabía bien que los síntomas de la rubia eran normales, ella misma los había padecido al principio de su embarazo, su pequeño Ángel había nacido unos meses atrás y era la alegría y el orgullo de su padre, sobre todo de su abuelo quien se sentía como pavorreal al ver la continuación del legado Cornwell en el pequeño de cabellos tan negros como los de su padre. El pequeño Adrian Cornwell era el vivo retrato de su padre, era como si Stear hubiera vuelto a nacer y eso llenaba de alegría el corazón de Ian, ya que siempre había dicho que Anastasia era el vivo retrato de Janice, su esposa.
-¿Y bien? – Preguntó Elroy poniéndose de pie, apoyada en el viejo báculo que jamás abandonaba, al ver llegar a Anthony junto a Candy. Vincent se ponía de pie al mismo tiempo que la dama de hierro, esperando la respuesta a aquello que impacientaba a toda la familia.
Candy se detuvo junto a Anthony, observando frente a ellos la mirada de angustia de toda la familia, solo Patricia sabía que Candy estaba posiblemente esperando un hijo, sin embargo no había querido quitar la exclusividad a su amiga y su esposo.
-Vamos a ser padres una vez más. – Dijo Anthony con esa alegría que lo embargaba, pero al mismo tiempo esa inquietud en su corazón que no lo dejaba estar cien por ciento feliz.
-¡Lo sabía! – Dijo Patricia con emoción, mientras los demás miembros de la familia estaban ansiosos por felicitarlos. - ¡Felicidades Candy! – Dijo Patty abrazando a su amiga, después se unió a ella Annie, quien estaba igual de feliz que su amiga.
-¿Qué te preocupa? – Preguntó Terry al ver que Anthony a pesar del brillo de felicidad que irradiaba en sus ojos detrás de ese mismo brillo había un poco de inquietud. Anthony lo miró comprendiendo que lo había descubierto.
-Después de que nacieron los gemelos, Candy estuvo muy grave. – Reveló Anthony mientras todos los demás felicitaban a la rubia y la llenaban de mimos y cuidados. Terry miró a Anthony preocupado esperando que le revelara lo que había sucedido. – Cuando ella se enteró que yo estaba en Lakewood, huyó de la cabaña, lo que provocó un desgarre en su interior que se agravó con el nacimiento de los pequeños. – Agregó mirando cómo la rubia sonreía feliz por la noticia que acababan de confirmar los médicos.
-Ella estará bien Anthony. – Dijo Terry intentando dar ánimo a su hermano, al mismo tiempo que recordaba que Anthony la llevaba en brazos cuando significaba algún esfuerzo por parte de la rubia, hasta ese momento comprendió las palabras que había escuchado aquella noche y que Candy se había empeñado en mantener con discreción. – Candy es fuerte, mira que la vi trepar muchas veces los árboles del colegio e incluso caer de una altura considerable sin ningún daño significativo. – Dijo el actor intentando imprimir humor en su comentario. Anthony sonrió de lado y miró a su esposa, quien lo miró de regreso, atraída por la hermosa mirada que él le dirigía.
-Sé que ella es fuerte. – Dijo Anthony seguro de que así era.
-Tendrás que ser fuerte por ella. – Dijo Terry, comprendiendo que Anthony no se sentía demasiado fuerte para volver a sufrir lo mismo. – Ánimo, todo estará bien. – Dijo Terry palmeando el hombro de Anthony. – Sé qué harás todo lo posible por mantenerla a salvo. – Agregó el actor con una sonrisa. Anthony sonrió agradecido por sus palabras, sabía que efectivamente él haría todo lo posible por mantener segura a su esposa, a su futuro hijo y a sus dos gemelos.
-Te lo prometo. – Le dijo Anthony a Candy con una sonrisa en sus labios, respondiendo esa promesa que le había pedido al salir del hospital, una promesa que ella había pedido al confirmar que volverían a ser padres.
-¿Me prometes que estarás tranquilo? – Había preguntado la rubia, sin embargo él no había respondido hasta ese momento. Candy sonrió agradecida por la respuesta que él le había dicho con un movimiento de labios.
Continuará…
