Serie: Naruto
Pareja: MinaKushi
Autor: xXKushinaXx/Miika
Intentando
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Realmente aquella mañana no había ningún plan, era un día normal, era simplemente un momento donde al fin tenían algo de libertad.
Bueno, lo más próximo que pudiera tener a libertad, al menos.
Era difícil ser Jinchuriki al final del día, pero con el hecho de que Minato había demostrado su habilidad cada maldito día de su vida, la misma aldea parecía estar más tranquila con permitirle pasar tiempo a su lado como alguien capaz de controlar al biju en su interior, le daba algo de libertad, valga la redundancia.
Un poquito, no era mucho, al menos podía estar con su novio más tranquila, y siempre tenía a su propia tropa de amistades.
Amistades con las que precisamente ahora se encontraban en aquel balneario, muy próximos a la aldea, cerca de un rio y algunas termas, en una misión tan simple que estaba segura de que no había sido ninguna misión realmente: si podía apostar, esto había sido pura cosa del sensei pervertido de su Mina-chan.
Pero no iba a quejarse, no cuando habían disfrutado de una tarde relajante entre amigos, hablando de tonterías todos juntos, con ella molestando a los tontos de Fugaku e Hiashi, con Hana y Mikoto divertidas simplemente de la distracción.
El día había sido tan llevadero, que para cuando se dio cuenta, había caído como saco muerto en la habitación donde debían quedarse ellas tres, tirada sobre una de las enormes camas, con el sol de la tarde aún en el alto: los demás habían salido a sus propias cosas.
No fue si no mucho después que abrió sus ojos, cuando un movimiento a su lateral le alertó.
La visión de Minato tirado a su lado jugueteando con su cabello era tan común en su vida que solo sonrió, alegre.
-Mina-chaan'ttebane-
Canturreó, girando todo el cuerpo para abrazarlo sin más.
-Perdón por despertarte-
Mencionó, bajito, para cuando ya se había acoplado a su figura, acariciando su cabeza con el mimo que solo una persona que te adora con la devoción que él lo hacía podía lograrlo.
Entonces lo miró.
Y él le devolvió la mirada.
Para cuando las cosas volvieron a tener sentido sobre su cabeza estaba recostada en aquella enorme cama con sus bocas unidas.
Los besos no eran torpes porque ya se habían acostumbrado, sin duda, pero cuando sintió la mano de él colarse bajo la tela de su blusa, respingó suavemente por pura timidez natural.
Porque normalmente ella era quien insistía, nunca al revés, Minato la respetaba demasiado para con eso; Pero quien sabe, quizá las hormonas al fin le ganaban al raciocinio, porque definitivamente la mano que torpe y tímida le subía por el abdomen definitivamente no parecía tener alguna intención inocente de quedarse en su cadera.
Era raro, muy raro.
Seguían sin tener la menor idea de qué hacían.
Pero a diferencia de antes, esta vez, cuando su rostro pasó al color granate, Minato no se alejó, si no que bajo con pequeños besos por su mejilla y cuello, lento, casi que tímido, pero firme.
Miró al techo unos momentos, dejándose llevar por la sensación, por la novedad, tratando de superar esa pared de vergüenza que antes los había detenido tantas veces.
Si alguien le hubiera dicho cuando es que realmente ocurriría, en realidad, no se lo hubiera creído.
Tanta planeación, tanta idea de algún cumpleaños…
Un jadeo se le escapó antes de pensarlo mucho, cuando un beso se aproximó demasiado a la unión de sus senos.
¿Fue por el bikini que las otras dos le obligaron a usar en las termas, ¿verdad?
Imaginarlo excitado por ella le mandó un cosquilleo por toda la espalda.
-Kushina si tú n…-
Ah, ahí estaba.
-No te atrevas a detenerte ahora Minato Namikaze-
Lo amenazó, con una valentía que no sabía de donde demonios salió considerando su historial, pero considerando la risa que él tiró, definitivamente estaba bien con ella.
Por supuesto, no sabían lo que hacían, más instinto que nada, pero al menos esta vez la ropa empezó a irse de forma más rápida, sin tanto tiempo para arrepentirse, para avergonzarse: para cuando se encontraba en ropa interior, se esforzó por no cubrirse así misma, para cuando lo vio a él solo en boxers…
Bien, definitivamente Minato era agradable de mirar, estaba segura de que muchas otras hubieran aprovechado esto demasiado antes.
Bha, agradable se quedaba corto.
Se mordió los labios y lo dejó terminar de quitarle la ropa, y por esos segundos, cuando ya el mundo dejaba de darle tanta vergüenza, cuando vio sus ojos azules y notó aquel brillo en ellos, se sintió como la criatura más hermosa que pudo haber existido.
Aquel pensamiento le hizo abrir las piernas con más soltura que tantas otras veces, dejando que la quisiera como quería hacerlo: sus manos y su lengua le recorrieron, lento, muy lento, tratando de aprender que le gustaba (y dejando que ella igual aprendiera qué lo hacía)
Un gritillo tímido se le esfumó cuando su lengua llegó a ese punto sensible entre sus piernas.
No estuvo mucho tiempo ahí, quizá porque ni él estaba tan seguro de qué hacía, pero lo que hizo definitivamente fue suficiente como para que estuviera tan húmeda y lista para lo que se venía.
La tensión en el estómago fue natural, porque Mikoto y Hana le habían advertido que se venía.
Suerte para ella que Minato siempre la había puesto por encima de todo, porque fue cuidadoso, bastante.
Un empujón, un gritillo de dolor, se quedó quieto.
Y entonces todo quedó de lado para cuando lo abrazó con fuerza y lo dejó moverse.
Pero definitivamente su sonido favorito era el jadeo en su oído, la manera en que gruñía suave entre más la embestía, como si se esforzaba por no ser tan brusco la primera vez y le costaba, le costaba mucho contenerse.
Aquello la envalentonó lo suficiente como para empujarlo y cambiar la posición.
Costó un poco acomodarse de nuevo, pero nada que la práctica no ayudara con el tiempo, porque definitivamente sentarse sobre él, verlo todo aturdido y sacado de su elemento como pocas veces, se volvió algo en su lista mental de mejores recuerdos.
Sonrió, traviesa, y se movió, sin saber qué hacía, pero sabiendo que era bueno.
Porque definitivamente Minato no se quejó.
Al contrario, ajustó las manos en su cintura, y la dejó hacerle lo que quisiera hasta que estuviera contenta.
Cuando sintió la tensión bajo suyo, señal clara de que él no iba a aguantar más, se movió más rápido y con más ganas hasta que todo eso salió, y aunque en otras circunstancias se hubiera avergonzado, se sintió suficiente poderosa con la sensación de satisfacción en el rostro de él.
Porque solo ella tenía el lujo de ver esto.
Más Minato de nuevo le recordó lo mucho que siempre la tenía presente primero.
Porque sin salir de su interior, sus dedos veloces se movieron sobre su pequeño botón, suficiente rápido como para ayudarla a cargar su propio orgasmo encima suyo.
Eso tampoco le molesto a ella para nada.
Cayó, rendida como pocas veces sobre su abdomen.
Y se relajó cuando acarició su cabello, suave, muy suave, sacándole una sonrisa.
Vale, quizá simplemente lo mejor siempre era cuando surgía espontáneamente.
Simplemente ahora deberían practicar más.
¡Ha pasado mucho tiempo y esta historia merecía ya su final! Así que, aunque corto porque he cambiado incluso mi escritura un poco más con el tiempo, espero les guste.
