Autor: Leah

Pareja: NaruHina

Advertencias: Ninguna

Sugerencia: Escuchar "Love Story - Taylor Swift"


Love Story

Romeo, save me, they're trying to tell me how to feel

This love is difficult, but it's real

Don't be afraid, we'll make it out of this mess

It's a love story, baby, just say yes

Las luces cegaron su rango de visión, casi que haciendo que el enorme salón se viera más grande de lo que era, o quizá era porque simplemente ella por si misma estaba demasiado nerviosa como para medir algo al respecto.

Avergonzada incluso por su propia timidez, permitió que su primo la sujetara con confianza, recargando de forma elegante y educada su palma sobre su brazo.

Los diferentes rostros cubiertos por máscaras dificultaban el saber quien era quien, a pesar de que podía al menos reconocer a los miembros de su propia familia entre la multitud, los ojos blancos eran un rasgo demasiado obvio para hacerlo pasar desapercibido.

Ella, aunque quería no pasaba desapercibida.

El largo vestido de tonos morados la hacían destacar simplemente por el color de la pieza: no existía tela más costosa actualmente en su mundo, traída desde el extranjero, con un proceso de fabricación tan difícil como exquisito.

Pero su padre no quería escatimar en gastos, no cuando era su primera presentación oficial ante la sociedad como heredera de su familia, no cuando la fiesta de los Uchiha era una de las más importantes de toda la temporada.

Odiaba ser el centro de atención, pero la habían entrenado para esto, así pues, aguantándose las ganas de solo dar media vuelta y huir, pasó saliva por su garganta, afirmó sus pies y se obligó así misma a seguir mirando frente suyo, con decisión, con una valentía que en parte quizá la misma máscara le estaba proporcionando.

Y entonces lo vio.

El cabello rubio destacaba entre el mar oscuro que lo rodeaba, la piel bronceada contrastaba incluso a la luz de las linternas, la ropa con pequeños puntitos brillantes, los suaves toques de tonos rojizos, naranjas, el negro…

Su mundo se congeló cuando notó que aquel par de ojos azules le miraban de vuelta, de un tono que le recordó al mar, al cielo, a la brisa veraniega las pocas veces que había ido a la playa cuando su madre aún vivía, aquellos recuerdos hermosos que atesoraba en lo profundo de su corazón.

Más no tendría oportunidad de aproximarse al muchacho de cabellos rubios.

Su padre la había abordado apenas llegó al salón, presentándole a personas que se obligó a recordar, la mayoría adultos que realmente solo estaban interesados en verla meramente como una jovencita que bien podría darles algún vínculo futuro con los Hyuga.

Hubiese odiado la situación si no fuera por sus tres únicas amigas: aún con las máscaras reconocer a Sakura, Tenten e Ino era obvio, fácil. La primera destacando por su vestido a juego con el de quien era su prometido, precisamente la causa de aquel baile, la segunda, como futura pareja de su primo, le era reconocible porque eligieron sus vestidos juntas.

E Ino simplemente había sido tan efusiva a la distancia que era imposible confundir su cabellera rubia aún si se encontraba demasiado lejos para aproximarse rápidamente.

Sus ojos blancos irremediablemente buscaron otra cabellera rubia, una más corta, masculina, una que rápidamente detecto en otro extremo del salón, platicando con quien reconoció rápidamente como Sasuke.

¿Se conocían? Sakura nunca le había contado sobre aquel muchacho rubio.

.

-Buenas noches, signorina, ¿Me concedería esta pieza? -

Por un segundo pensó en rechazar a la persona que la había abordado cuando planeaba huir a tomar algo de aire: había bailado suficiente, se había obligado a lidiar con la situación lo suficiente como para satisfacer a su padre (Bueno, quizá no estaría satisfecho, pero podía justificarse en que había danzado algo).

Más cuando giró el rostro para negarse de la manera más cortes posible, los ojos azules que le miraban con atención rompieron cualquier conexión entre su cabeza y sus labios.

Era él, con toda su altura, con sus bonitos ojos y su cabello de sol.

Muda como estaba solo fue capaz de estirar la mano para permitir que él la sujetara, la sonrisa más brillante que había visto en alguien alguna vez en su vida fue lo que obtuvo para cuando la jalaba suavemente en su dirección.

Aturdida, tropezó, y por un segundo se sintió estúpidamente tonta a pesar de que el baile era uno de los artes que mejor se le había dado.

- Attenzione, signorina -

El tono preocupado en su voz mientras la otra mano la sujetaba solo hizo que se sonrojara un poco más, incluso omitiendo el hecho de que, hasta cierto punto, él estaba tomándose más atribuciones de las socialmente correctas.

Por el rabillo del ojo le pareció incluso ver la desaprobación en el rostro de su padre a pesar de la máscara que traía, si se enfocaba más, podía apostar que incluso lo notaría en su primo.

Pero ignoró eso, omitió todo eso, mientras se dejaba guiar por él y su linda sonrisa, le permitió moverla, girar juntos, casi como dos piezas de un rompecabezas que se encontraba, su cabello azulado bailó al ritmo de los suaves movimientos que él hacía con su cuerpo, guiándola, acompañándola.

- ¿Cuál es su nombre? -

Preguntó en un tono respetuoso.

-H-Hinata-

Devolvió, y entonces el sonrió de nuevo, más amplio, más llamativo. -Hinata- su propio nombre nunca había sonado tan bonito en la boca de alguien.

Sintió perfectamente como el corazón le latía rápidamente a medida que seguían bailando, en que él la miraba, en que sus ojos se conectaban y el mundo perdía el sentido alrededor. ¿Esto era de lo que hablaba Sakura cuando se refería a como se sentía con Sasuke? ¿A estas cosas hacía alusión Tenten? Ella e Ino eran las únicas que no habían experimentado genuinamente el amor, y por un segundo, se preguntó si efectivamente lo que sentía ahora lo era.

Porque si no era esto, entonces no tenía la menor idea de qué lo sería, nunca se había sentido así, tan bien, como si bailara sobre una nube.

Segura, cálida, acompañada.

Y entonces la música paró y el hechizo se rompió.

La realidad llegó a su mente para cuando él se inclinaba y besaba el dorso de su mano, agradeciendo por el baile y retirándose, de tal manera en que más pronto que tarde alguien más la abordó, y aturdida, no fue capaz de ir detrás de él.

Fue doloroso notar que ni si quiera sabía su nombre.

.

Más ese no sería el único baile en que se encontrarían.

Con el tiempo sería más frecuente, diferentes bailes, diferentes situaciones, las mismas dos personas.

Verlo sin su máscara hizo que el golpe a su corazón fuera más fuerte, la ilusión más intensa, y el acuerdo tácito de siempre bailar juntos se volvió un constante en su vida a pesar de todo.

No sería hasta después que sabría el nombre de él.

Naruto

La ilusión siempre estaba ahí, él con sus sonrisas alegres, con una actitud que se le contagiaba, orbitándola, animándola en los diferentes bailes en los que la obligaban a asistir.

Era la única razón por la cual había aceptado ir a todos los eventos de la temporada a pesar de que mentalmente la abrumaban más de lo que era prudente: a pesar de su familia, de su linaje, nunca había sido demasiado dada a lo ostentoso de su linaje.

Sus amigas lo notaron, alegres, incluso Sakura se ofreció a generar encuentros entre ambos.

El problema…

El problema era que no estaba muy segura de si fuera recíproco.

Porque si lo era… ¿Por qué Naruto no se proponía? ¿por qué no llegaba con una propuesta a su hogar como pedían las costumbres? Él la acompañaba en los eventos, la saludaba, platicaban, pero jamás pasaba de eso, nunca había llegado a su hogar con una petición (a pesar de que muchas habían llegado desde que su padre dejó en claro su intención de hacerla contraer nupcias)

Era doloroso, desesperante, era agobiante el mero hecho de sentir lo que sentía y ver como en realidad todo podía bien su propia ilusión.

No sería hasta tiempo después que lo entendería, la noche en que su padre, harto de verla pulular con el joven rubio, la abordó y la dijo la verdad.

Ella podía casarse con quien quisiera… menos con el último Uzumaki.

No lo entendería, no hasta después, una noche en que se lo preguntó a él, por su apellido, incluso curiosa por no entender la razón de que no lo hubiera visto mucho antes considerando lo buen amigo que parecía ser del joven Sasuke.

Él con una sonrisa suave, casi como si quisiera aligerar el ambiente, le explicó como si fuera una niña la verdad: Los Uzumaki habían intentado conquistar estas tierras.

De una u otra manera su propia familia había caído en desgracia en su afán de expansión, exterminados, perseguidos y despreciados… los expulsaron, los mandaron muy lejos con los Senjus, y no sería hasta muchos años después que a él le permitirían volver.

Habían limado asperezas con los Uchiha, con los Yamanaka, con tantas otras familias importantes… pero los Hyugas, los Hyugas eran otra historia.

El padre de Hinata jamás perdonaría que ellos hubieran sido la causa de la muerte de su hermano.

Esa última revelación hizo que lo mirara con horror sin si quiera evitarlo, y la mirada dolida de los ojos azules pasó a ser entendimiento, resignación, para cuando se despidió, prometiéndole que no volvería a molestarla o incomodarla, que no estaba obligada a ser su amiga, porque al final del día nadie la culparía.

Este era uno de esos casos donde los pecados de los padres caían en los hijos.

.

No volvió a verlo, no hasta mucho después.

Pasarían quizá dos primaveras para cuando de nuevo se encontrarían en un baile.

Más esta vez ella no estaba sola, no cuando hace un tiempo atrás su padre había aceptado los acercamientos de un joven de renombre, de un chico de cabellos blancos y ojos enigmáticos.

Toneri se había ganado a su familia considerablemente rápido, inteligente, intentó abordarla por ese lado para así tener el favor del patriarca antes de demostrar abiertamente su deseo de desposarla cuando tuviera la mayoría de edad.

Hiashi no se había negado, y aunque dentro de la humanidad del hombre había aceptado que su hija alargara el cortejo a su mero gusto, no negó su deseo porque las nupcias fueran pronto, era mal visto que pasara demasiado tiempo solera.

Pero ella no quería a Toneri.

Se odiaba, un poco, porque sabía que traicionaba a su familia, a su apellido, cada que buscaba el cabello rubio entre la gente, cada que visitaba a Sakura y esperaba ansiosa que él apareciera junto a Sasuke de un momento a otro.

Pero él nunca lo hacía, fiel a su palabra, cumpliendo su promesa, no volvió a molestarla, no la obligó a ser amigos, no la forjó a aceptarlo.

Mantuvo una dolorosa distancia que simplemente hacía que su alma ardiera en dolor, que sus sueños estuvieran repletos de luz brillante y el azul del mar, que sus pensamientos irremediablemente viajaran siempre hacia las veces en que hablaron, en que platicaron, en que rieron juntos o bailaron.

Verlo de nuevo en aquel evento solo hizo que todo se sintiera más intenso.

Deseaba tanto correr a él, abrazarlo, rogarle que simplemente se la llevara lejos, lejos donde sus familias no importaran, porque ella sabía que él no tenía la culpa de nada.

¿Era tan egoísta de su parte el desear irse con él?

Aquella pregunta estuvo en su cabeza todo el tiempo en que lo miró en medio del salón, porque más de una vez le pareció ver su mirada azulada puesta sobre su persona, atento, expectante, tan lejos y tan cerca al mismo tiempo.

Su atención ni si quiera estaba en su prometido que inútilmente intentaba cada día ganársela, llenándola de regalos, de atención, de todo lo que una jovencita de su edad podría desear realmente de alguien.

Pero no podía pensar en eso, solo podía pensar en porqué simplemente no lo detuvo la primera vez que le prometió alejarse, porque no simplemente le dijo que todo estaba bien, que podían estar juntos.

.

Dos noches después lo volvería a ver.

La sorpresa fue grande, porque nadie la preparó para que él la abordara aquel día en que Sakura la había invitado a quedarse con ella.

¿Quizá debió esperarlo cuando supo que solo serían ellas dos y no las cuatro como siempre? ¿Tal vez debió intuir que su amiga realmente no se quedaría quieta considerando que siempre había demostrado su favor a sus sentimientos?

Él estaba ahí frente a ella, esperándola en aquella fuente, en medio de los rosales que adornaban el hogar de los Uchiha.

No había salido esperando encontrarlo, había salido meramente a caminar después de que Sakura le pidiera el ir a tomar aire.

Lo extraño fue cuando la chica de cabello rosa se le perdió de vista.

¿todo había sido planeado?

Por un segundo creyó que sí, considerando que Naruto no demostró sorpresa alguna al verla.

Un sonrojo suave cubrió su cara al verlo con aquel pantalón y camisa, menos arreglado, pero igual de atractivo que siempre le había parecido.

-Hinata-

La forma en que la llamó siguió sonando tan bien como siempre, a pesar de que como pocas veces en su vida, él se veía mortalmente serio, al punto en que por un segundo no supo si alejarse cuando dio algunos pasos rápidos en su dirección.

-Y-yo… Uuhmh-

Sonaba nervioso, a estas alturas bien podía intuir sus gestos: la mano en su cabello siempre era la señal más obvia, la manera en que sus ojos azules parecían querer mirar alrededor, incluso normalmente soltaba una adorable muletilla que no sabía de donde había salido.

Estaba nervioso, él estaba totalmente nervioso, al punto en que suspiro, y señaló después detrás, invitándola a sentarse en la fuente detrás suyo.

Decidió darse la oportunidad y obedeció, caminando con pasos lentos.

Para cuando se sentó…

Él se arrodilló frente suyo.

-Te amo-

La palabra sonó como un eco tras su cráneo, sorprendida, completamente sacada de balance.

-No puedo simplemente negarlo más, no puedo negármelo-

Continuó él, como si hubiera requerido todo el valor del mundo para simplemente decir de una vez eso que guardaba su corazón. -No me importa si tu padre me exige alejarme, si el pasado de nuestras familias se impone… Te amo- añadió, repitiendo esa palabra que jamás había sonado tan dulce (a pesar de que, de hecho, Toneri la había dicho una vez).

-Por favor, Hinata- añadió, casi como esperando una reacción, pero estaba demasiado aturdida para salir del estupor. -Necesito saber si… si tú también, si sientes lo mismo, yo… ha sido tan doloroso'ttebayo- admitió, con tal seriedad y nerviosismo mezclado que incluso su muletilla de siempre se escapó.

Entonces pestañeó, estiró las manos en su dirección, sujetando su rostro, delineando su mejilla ante su cara sorprendida.

Y antes de darse cuenta las lágrimas escapan de sus ojos.

La preocupación en el rostro de él fue obvia, más no pudo evitar sonreír con esperanza cuando ella simplemente asintió muchas veces, perdida, murmurando un "si" que le sonó a la gloria cuando ella se arrojó a sus brazos de un solo movimiento.

-Perdóname por no decirlo antes-

Susurró él bajito, estrechándola entre sus brazos.

-Ti amo-

Repitió, sintiendo bien como ella temblaba entre sus brazos.

.

El hecho de que la heredera de la familia Hyuga y el último Uzumaki habían huido juntos, fue la comidilla de la sociedad por un periodo muy largo, hasta que los años ayudaron a que simplemente no fuera más que una dulce historia de amor.

Nadie se explicaba como lo habían hecho, nadie incluso entendía como es que lograron pasar bajo la visión de Lord Hiashi… Bueno, algunos no necesitaban explicación.

Porque había personas, ciertas personas, que sabían que ambos vivían bien y felices lejos, muy lejos, con su amor, con la familia que formaron, dejando atrás sus nombres y sus linajes, solo viviendo su unión. Porque ellos se amaban, y eso es todo lo que sabían.