Naruto & Company son propiedad de Mr. Kishimoto.

Locaciones y personajes no pertenecientes al Narutovers son de mi invención.

Enjoy.

Capítulo 29: "Anhelos"

La fría humedad de la cueva caló profundo en los huesos del shinobi sentado solo en la oscuridad, incrementando su incomodidad, dificultando la concentración en la meditación.

En cierto punto perdió la noción del paso del tiempo. Pero no tenía ningún sitio al que tuviera que ir, por lo que no se molestó en salir. Solo se obligaba a interrumpir su tarea para atender sus necesidades, alimentarse y cuando el cansancio lo arrastraba al profundo sueño.

Un escalofrío lo recorrió, sintiendo que la temperatura en su entorno descendía varios grados.

-Maldición-, farfulló, apretando las rodillas con sus manos. Nuevamente su mente empezó a divagar en pensamientos y emociones que buscaba desesperadamente ignorar.

Esa sensación gélida iba más allá de lo físico. Lo sentía profundo en su ser. Como si alguien le hubiera arrebatado la incipiente calidez que reposó allí recientemente. La intranquilidad le aquejaba, punzando su alma que deseaba recuperar aquella tibieza.

Se preguntaba si sería capaz de reemplazarlo, o al menos distraerse lo suficiente para ser incapaz de notar esa ausencia.

El dolor se acrecentó un tanto en su interior. Todo se estaba derrumbando, se estaba engañando, esos cuestionamientos eran inútiles. ¿Acaso no guiaba esa desazón sus acciones actualmente?

Abandonó su posición de cuclillas. De pie, caminó como un animal salvaje enjaulado. Con un vaivén furioso.

Fue un estúpido.

No debió tomarlo. No debió ceder a ese imbécil arrebato de poseerlo por completo. Terminaría por comparar…la intensidad en su cuerpo, su deseo, las reacciones del otro. Cometió un error garrafal y eventualmente tendría que lidiar con las consecuencias de ello.

'-¿Es mucho pedírtelo?-'

Deteniendo su marcha, se pasó las manos por el rostro, tratando con todo su ser sofocar el atisbo de rebeldía que percibió en su interior.

No podía. No debía. Yamato-taicho aún sufría las consecuencias de lo que le hizo en el pasado.

Más allá de sus propios rencores su lealtad debía ser hacia la persona que estuvo a su lado siempre. Repetía esas palabras como un mantra, pero sentía su voluntad resquebrajándose bajo la imposición de su egoísmo. Pero no cedería.

Volvió a su posición inicial. Obligó a su mente a concentrarse.

No cedería.

Así tuviera que revolcarse con medio Konoha para sofocar cada insatisfacción que pudiera llegar a experimentar. De lo contrario, no podría verse al espejo. Aunque eso poco le importaba ya. Pero sería incapaz de ver a Yamato-taicho a los ojos.

-Hatake-sama-. Su secretario elevó un tanto el tono de voz para atraer su atención,- me informaron que un rollo con jutsus prohibidos ha desaparecido del archivo-.

El Sexto levantó la vista del documento que firmaba con aire distraído. Tendió la mano para que el otro pudiera alcanzarle el informe acerca de lo sucedido. Tras una rápida lectura, su ojo se detuvo en el detalle del contenido del rollo. Su ceño se profundizó un tanto al evocar el recuerdo de un relato distante en el tiempo, que podía o no, estar conectado a lo acontecido ahora.

Agitó levemente su cabeza, devolviendo el informe al secretario.

-En estos momentos tenemos cosas más apremiantes entre manos que un viejo papel extraviado…Seguramente volverá a aparecer-.

Ante las palabras del peligris, lo miró extrañado y no pudo evitar expresar su parecer:

-Esto es muy importante Hokage-sama. Es muy grave…-.

-Lo realmente importante-, interrumpió dando por vigésima vez una ojeada al reloj en la pared tras el secretario-. Iruka aún no ha respondido mi última nota-.

El subalterno procesó las palabras del superior. Teniendo en cuenta que era muy temprano en la mañana, el maestro debía estar por iniciar su jornada laboral.

-Seguramente tiene cosas muchísimo más importantes que hacer antes de…–. El hombre dejó de hablar cuando vio al Jounin levantarse de su asiento y observó el exterior soleado.

-Creo que debería ir a darle una rápida visita-.

-Oh, no Hokage-sama, hay demasiado trabajo…-.

Sin darle la oportunidad de explayarse, en un abrir y cerrar de ojos, se encontró solo en el despacho, sabiendo que quizás debería saltarse el almuerzo si quería regresar a tiempo a su casa.


Temari apoyó la taza de té sobre la mesa y observó a su visita, que permanecía de pie al lado de la entrada a la cocina, con las manos en los bolsillos, observando el exterior. Cualquiera diría que estaba aburrido, deseando estar en cualquier lado excepto allí. Pero ella lo conocía bien.

Estaba nervioso. Y sabía exactamente el por qué.

Una lenta sonrisa curvó sus labios mientras se ponía de pie, rodeando la mesa. Fue estirándose, sintiendo el leve jalón en los músculos del cuerpo. Se sentía bien, descansada y totalmente recuperada. Al abrir los ojos notó la rápida mirada que el ninja le dio a su cuerpo antes de volver a desviar los ojos hacia sus adoradas nubes.

La muchacha se apoyó en el borde de madera de la mesa que estaba frente a él, con los brazos a los costados, disfrutando el momento.

-Estoy en perfecto estado, Shikamaru-.

Sus palabras atrajeron su inmediata atención.

-Estuviste muy mal. Tu diagnóstico fue reservado durante semanas-.

-Sólo unos pocos días-. Desestimó la rubia, pero ciertamente si él se encontraba así, seguramente debió verse realmente mal cuando regresó de la última misión a la que fue asignado tras su rescate-. No me habrían dado el alta de no haberme recuperado-.

Él no se movió, negándose a ceder. La voluntad férrea como pocas era una cualidad admirable, pero en estos momentos le era un estorbo terrible. Tendría que ser más directa, dejando a la vista lo que terminaba por encenderlo, no importaba la situación.

Llevó su mano izquierda a la abertura derecha de su vestido negro, dejando al descubierto sus piernas.

-Te he extrañado en…-.

Sus palabras se perdieron al verlo aproximarse, rindiéndose ante ella.

Las manos masculinas ascendieron por sus muslos, ubicando su cuerpo entre ellos. La boca tomó la suya, recibiéndolo deseosa. Un tembloroso y largo gemido brotó de su garganta cuando los dedos masculinos corrieron su prenda interior, deslizando sus dedos en su cálida humedad, acariciándola suavemente mas su voz transmitía sus pensamientos turbulentos.

-Creí que te perdía-. Él confesó entre besos que se tornaron desesperados.

Sin molestarse en soltar el obi, ella jaló la prenda del escote por debajo del cinturón rojo, lo suficiente para liberar sus pechos. Jadeó cuando Nara asió uno entre sus dientes, apretando de forma deliciosa, haciendo que abriera más las piernas. Sus dedos ingresaron en su interior, robándole de a poco su capacidad de pensar.

-Shikamaru…-

Ahogó un sollozo, pero nada tenía que ver con falta de deseo a lo que estaba sucediendo. También pensó que lo perdía. Que moriría rodeada de enemigos sin poder verlo por última vez, que nunca más podría caminar a su lado o reposar junto a él en las tardes cálidas, solo observado el cielo.

Nara le enjuagó las lágrimas que no sabía caían por sus mejillas. Ella tiró de sus pantalones, urgiéndolo. Rodeó su nuca, colgándose de él mientras la penetraba de una vez. Shikamaru asió sus nalgas, aumentando el ritmo, sacando gemidos de ella que buscó más besos. Acarició el interior de la boca de él, jadeando en su interior.

Era tan afortunada de haber sobrevivido, de tener otra oportunidad. Basta de visitas por temporada que sólo duraban días. Se decidió para sí misma. Hablaría con su hermano. Dejaría la comitiva de…

-Cásate conmigo, Temari-. Dijo agitado el shinobi, montándola sobre la mesa, levantando sus piernas por debajo de las rodillas, follándola con la prisa del ansia por obtener un 'si', devorando sus senos-. Quédate conmigo en Konoha-.

Aquello fue suficiente para llevarla a un violento clímax, tirando al piso los utensilios del desayuno cuando se asió al borde de la mesa, jadeando su nombre mientras se dejaba llevar por el orgasmo.

Afortunada, si. Amada también. Y feliz.


Yamato observó cómo el nivel de fastidio de Naruto iba en aumento al mirar sus dos clones frente a él. Del porta-armas sujeto a su muslo sacó dos kunais, los cuales lanzó al piso, clavándolos en la tierra frente a cada clon. Ellos los asieron y esperaron instrucciones del rubio.

Uzumaki se sentó en el piso, cruzando los brazos mientras decía:

-Peleen-.

El capitán reparó en las notas arrugadas que rodeaban al ojiceleste. Debía estar tratando de desarrollar algún tipo de técnica y por el pésimo humor, suponía que debía estar fallando.

Bien. Era mejor que entrenara para ser más fuerte antes que estuviera perdiendo el tiempo con el Uchiha. Aunque también encontraba frustrante que no quisiera salir a divertirse como antes. Pero no cejaría en ello. Estaba seguro de que lo conseguiría.

-Yamato-.

Se volvió un tanto para ver al Sexto en persona aproximarse a él.

-Hokage-sama, me honra con su presencia…-.

-Me han informado que no asististe a tus controles médicos-. Le cortó de lleno.

El capitán sonrió afablemente. Su interlocutor no se molestaba en ocultar su desagrado para con él. Después de todo, había arruinado los planes de su alumno favorito. No mentiría que le daba cierta satisfacción su parte en todo aquello. Sus ojos se volvieron al joven que ahora se colocaba entre sus clones y asía a uno de ellos del brazo, señalándole algo al otro.

Si, cierto grado de satisfacción. Pero aún faltaba para que ésta fuera completamente exuberante.

-Tenía otras prioridades-. Se limitó a explicar.

Su campo visual fue interrumpido cuando el peligris se puso frente a él, cruzado de brazos.

-Es obligatorio y lo sabes. Caso contrario retendré tu paga por tres meses-.

-Hokage-sama, me parece un poco arbitrario-.

-Ve hoy mismo, o el máximo problema de tu próxima misión más compleja será no confundirte de gato por el color de su pelaje-.

El capitán se puso de pie observando el ojo visible del Sexto.

-Quizás me convenga-, desafió-. De esa forma tendré más tiempo libre para jugar-.

-No deberías tentar a tu suerte-, le fastidió lo que quería implicar con sus palabras. -Me enteré del incidente en el bar-.

-No me tocará-. Yamato desestimó la advertencia. -El costo sería demasiado-. Sorteó al Hokage para acercarse al rubio. Se agachó a su lado, reposando una mano en el hombro izquierdo de Uzumaki, quién seguía atento a la lucha que sus clones llevaban a cabo. Éste se volvió un tanto para verlo. -Naruto,debo ir a la clínica para unos chequeos, espérame aquí, ¿Quieres?-

Los ojos claros del otro volaron hasta su abdomen tratando, quizás, ver a través de las capas de tela.

-¿Está todo bien? ¿Se siente mal capitán? No me molestaría acompañarlo-.

-Descuida. Sí me siento algo adolorido esta mañana-. Llevó su mano hasta donde fue herido de antaño. -Pero estaré bien-. Agregó haciendo un gesto de dolor. -Quisiera que fuéramos a Kabukichou esta noche-.

La mirada del rubio se desviaron un tanto hacia donde estaba Hatake antes de responder:

-Por supuesto-.

-Bien, bien-. Repitió el capitán con una amplia sonrisa. Desde que regresó siempre contestaba con una negativa. Se volvió donde el Sexto y lo saludó asintiendo a modo de despedida.


Kakashi se aproximó al lado del otro, mirándolo desde su altura mientras continuaba sentado en el suelo. La celeste mirada le sostuvo la suya, en espera a que dijera lo que quisiera.

-¿Cuando fue la última vez que hablaste con Sasuke?-

Esta vez sí desvió los ojos donde sus clones.

-No tengo nada de qué hablar con él-.

El peligris chasqueó la lengua, observando el perfil del rubio.

-Creí que odiabas a las personas que se mentían a sí mismas-.

Una risa seca salió de la boca de Uzumaki.

-Si me odio, créame que tengo innumerables razones más poderosas que esa-.

-Están juntos, tienes que decirle lo que pasa con Yamato-.

-Está equivocado en eso, Hokage-sama-. El rubio se puso de pie, alzando sus notas arrugadas. Sus ojos fueron hacia el bosque lindante, en las cercanías a la muralla en los límites de la villa. Parecía esperar algo. -Dejo que me folle para vengarme de él. Por lo que a mi concierne es libre para que haga su vida con quien quiera y dedique su polla a tener descendientes-. Barajaba las notas, buscando un dato que desconocía. -Aconséjele mejor, Hokage-sama, seguro que terminará por hacer lo que le diga. No necesita ni casarse, con lo desesperadas que se ponen las mujeres porque siquiera las mire, si se lo propone, en menos de un año ya podrían estar naciendo una veintena de Uchihas-.

El ojo del ninja copia se volvió agudo al observar las fracciones de la mirada esquiva de Uzumaki.

-Ten cuidado con lo que propones. Porque apenas comience él a hacer eso que tan a la ligera dices, te vas a encontrar al borde del desquicio-.

-Sasuke me importa una mierda-. Se apartó de Kakashi. -Si me disculpa, estoy ocupado-. Se aproximó a sus clones, que jadeaban cada vez más agotados, descartando por completo su presencia.

El Sexto se giró, en busca de su amante aún pensativo en las palabras del rubio. De repente toda la inquietud que sintió por la presencia de Yamato escaló un tanto. Desconocía qué había sucedido entre sus alumnos tras el arribo del capitán, porque algo pasó pero desconocía qué. Las salidas nocturnas de Sasuke y Naruto estando constantemente en compañía de Yamato eran cosas que no auguraban nada bueno.

Tenía que hablar con Iruka. Necesitaba oír lo que él opinaba de sus impresiones. Pero también le urgía verlo. Los detalles de las próximas misiones lo mantuvieron ocupado durante varias noches seguidas, no pudiendo ir a casa con él.

La parte responsable de su mente le recordó que tenía una reunión en una hora. Eso no le daba mucho margen de acción para todo lo que le quería decir y hacer al maestro. Se encaminó rápidamente hacia la escuela. Bien podía dejar las conversaciones para otro momento y proceder a satisfacer otras cuestiones apremiantes.

Ahogó un gemido ante el recuerdo de esa lengua ingresando en su boca, de esa espalda cubierta de sudor ocupando todo su campo visual.

Si, era imperante encontrarlo antes que su secretario enviase a un equipo Anbu a escoltarle obligatoriamente a su oficina.


Sasuke esperó en la sala de estar del hospital a que atendieran al niño que trajo por una leve lesión en la muñeca debido a una mala caída en la práctica diaria durante las clases.

Agradecía que Umino-sensei le hubiera dado esas semanas para cubrir la licencia por enfermedad del maestro fijo. Después de la noche con Naruto, no tuvo cabeza para misiones más complejas. Pero, tras poco más de un mes, ya estaba más que dispuesto a ponerse de lleno en una misión.

Apoyó el hombro contra la pared, escuchando la suave voz de Ino mientras trataba a su alumno. De forma automática sacó el pequeño y arrugado papel del bolsillo de su chaqueta. En el mismo rezaba el primer día de la semana y luego una serie de cuadrados con una línea transversal marcados en cada uno. Si tenía que deducir de qué iba aquello, se arriesgaba a pensar que se trataba de un conteo del paso de los días a partir del inicial que estaba escrito en letras. En sí, no era nada importante para cualquiera que lo encontrase, pero para él sí lo era. Porque se le había caído a un clon de Naruto con el cual se cruzó el día anterior al salir de la escuela. El rubio lo ignoró, como lo hacían todos con los que se encontraba. Pero lo principal de ello, es que Naruto no se encontraba por ningún lado. Lo buscó, pero cada que se cruzaba con el Kitsune, resultaba ser un doble.

Lo sabía, no por su Sharingan, ya que la técnica de clones era indetectable. Sino porque los ojos de Naruto, el original, lo miraban diferente. Con una intensidad que le encendía las venas. Con un clon experimentaba la inmediata atracción, pero enseguida se apagaba al notar que no era Naruto en realidad. No existía diferencia alguna entre los chakras de todos, por lo que durante las noches que lo rastreaba en la aldea, apenas llegaba a un sitio, éste desaparecía y otros dos surgían en otro lado para dispersarse nuevamente.

A raíz de ésto, decidió seguir en una ocasión al bastardo de Yamato. ¿Qué es lo llamativo que convirtió aquella única vez en más de una docena?

Naruto nunca estaba con el capitán.

Siempre, en todas las ocasiones, inclusive en la que lo amenazó en el bar, eran clones quienes estaban con él. ¿Sabía ésto el maldito sujeto? ¿Era intencional? ¿Había recluido a Naruto en algún sitio a propósito? Particularmente dudaba de esto último, pero ante la falta de respuestas a sus interminables interrogantes, surgía una sospecha que no hacía más que acrecentar su ansia por encontrarlo. Y era que el propio Naruto no deseaba estar junto al imbécil de Yamato y que enviaba los clones a modo de reemplazo.

Cambió su postura cuando por el pasillo vio acercarse a Umino, quien lo saludó animadamente pero que se notaba visiblemente agitado.

-Sasuke…buenos días-.

-Sensei ¿Se encuentra bien?-

-Si, si. Ningún problema…-. El pelinegro se sobresaltó un tanto cuando el otro se abalanzó sobre su brazo con los ojos iluminados por la urgencia. -Sasuke, por favor, si ves a Kakashi…digo, al Hokage, no le digas que te encontraste conmigo. He pedido la mañana libre en la escuela con la excusa de acompañar a tu alumno hasta su casa y llenar tus reportes-.

-¿Ha pasado algo?-

-He de resguardarme de Kakashi…del Hokage, al menos por unas horas-. Explicó con prisas. El sudor perlaba su frente mientras un furioso rubor cubría sus mejillas. -Es un hombre centrado y capaz-, dijo en susurros, acercándose un tanto más al Uchiha. -Pero ha adoptado una preocupante afición a los afrodisíacos…es decir, no me molesta…eh…que los use en mi-. Lo observó rascarse la cicatriz sobre el puente de la nariz. -Pero ha adquirido uno para usarlo en su persona, uno que ya usó antes…-. Tragó saliva audiblemente. -Ka…el Hokage es muy…fogoso normalmente. No me quiero imaginar…-.

Se alejó de Sasuke, farfullando hasta acercarse a la puerta donde Ino aún seguía con el niño. Antes de abrir la puerta llamó brevemente a la misma, la cual abrió un tanto cuando fue invitado a ingresar. Se volvió hacia el usuario del Sharingan, sonriendo nerviosamente. -Recuerda lo que te pedí, quedas relevado de esta tarea. Ve a buscar a Naruto y dale mis saludos, dile que me tiene abandonado y que me debe varias invitaciones a Ichiraku. Vuelve a la escuela luego del receso de almuerzo, ya me encontraré allí. Nos vemos-.

Sasuke se encontró solo nuevamente. Procedió a salir de la sala. Apenas cruzaba el vano cuando vio doblar por la esquina a cierto ninja que hizo reavivar sus instintos asesinos. Tomó aire suavemente para serenarse, continuó avanzando por el pasillo opuesto por el que se aproximaba el capitán.

-Sasuke…hijo, ayúdame a llegar a mi consulta. ¿Quieres? Hoy me desperté con terrible dolor en mi abdomen-. Estaba solo, apoyando un brazo en la pared, como si se le dificultara movilizarse. El sudor perlaba profusamente su frente. No parecía en las mejores condiciones. Iba a dejarlo que se las arreglara pero cuando hizo ademán de irse, el shinobi pareció tropezar, con una caída directa al piso. Impidió el impacto, asió su brazo derecho y lo colocó alrededor de su nuca. Vaya molestia pero lo que menos necesitaba era que se dañara peor, lo que sólo aumentaría su influencia en el Dobe.

-Vaya que eres alto-. Comentó como si nada. Lo observó de reojo, desestimando tener cualquier conversación. Regresó cargando parte de su peso hasta la recepción que estaba en la sala. -Capitán Yamato. Para mi control de reintegro-.

La secretaria lo saludó, y le avisó que Sakura lo recibiría en el cubículo ubicado al final de la sala, en el otro extremo de donde estaba Ino. Sasuke lo llevó hasta allí, esperando ser atendidos tras golpear la puerta. Una vez que ésta se abrió, la pelirosada se lo quedó mirando sorprendida.

-Sasuke…no esperaba…-. El Uchiha guió al otro hasta la camilla para que pudiera sentarse allí. Mientras, ella seguía interrogando al mayor: -Yamato-taicho ¿Se encuentra muy adolorido? ¿Hizo un sobre-esfuerzo? Sabe que tiene que ir con cuidado…-.

-Lo sé…gracias Sasuke, muy amable de tu parte-, lo observó fijamente mientras se sujetaba el abdomen. -Le dije a Naruto que tuviera cuidado pero ya sabes como es él-, le respondía a Haruno pero no quitaba los ojos del Uchiha. -Es muy arrebatado cuando quiere satisfacerse y yo no le puedo negar nada-.

Una risa incómoda siguió al silencio sepulcral que se prolongó demasiado.

-No debería decir esas cosas…-.

Sasuke ignoró la llamada de Sakura cuando volvió para irse antes de dar rienda suelta a la furia que sentía. Pero no dejó de escuchar lo que el capitán seguía diciendo:

-Él debe estar al tanto de cómo es ese muchacho tan vigoroso-.

Salió al pasillo, luego del edificio. Pero el eco de su risa lo persiguió por el resto de la mañana.


Sakura quitó sus manos de la cicatriz que el capitán tenía en el abdomen. Frunció el ceño, deteniendo el flujo de chakra a sus dedos. Observó a Hinata que estaba a su lado, observando con el Byakugan activado los flujos de energía que recorrían el interior del hombre.

-¿Y bien?- preguntó Haruno cuando, relajándose por fin, la otra dejó salir aire mientras cerraba los ojos y desactivaba su habilidad. Sonrió cálidamente y asió la planilla al costado del capitán, para completar brevemente con sus impresiones.

-Lo felicito, Yamato-taicho-. Le mostró el documento para que pueda leer. -La lesión no afecta ya para nada en su chakra. En ese aspecto es un shinobi en plena facultad-.

El capitán observó la hoja sin sonreír. El silencio prolongado puso nerviosa a la Hyuuga cuya mirada nerviosa pasó del hombre a Sakura.

Haruno puso una sonrisa amable y agarró la planilla.

-Gracias Hinata. Ya redactaré mi parte del informe antes de entregarlo-. Puso una mano en su espalda, guiándola a la salida sin darle oportunidad a replicar nada antes de cerrar la puerta tras la chica Hyuuga.

Esperó un minuto entero antes de abrir un tanto y cerciorarse de que se había marchado. Apoyó la mano en el picaporte, presionando hasta dejar los dedos blancos.

-Su herida ha sanado hace mucho tiempo, Yamato-taicho-. Dijo una vez que fue capaz de ordenar sus pensamientos. No se volvió, pues temía lo que implicaba todo ello. -Y supongo que lo mismo con su chakra. ¿Me equivoco?-.

Al cabo de un momento contestó:

-No-.

Se giró bruscamente.

-¿Por qué lo hizo, Yamato-taicho? ¿Desde hace cuanto?-

Los ojos oscuros seguían fijos en el informe, ignorando un momento la voz de la kunoichi.

-Mi cuerpo contiene células del primer Hokage. Si bien a causa del poder del Kyuubi estuve a punto de morir, gracias a ellas demoré menos de un mes en recuperarme completamente-.

Estaba estupefacta. Todo ese tiempo, todo fue una mentira. Tantas horas en vigilia. Tantos meses realizando cuidados…

-Naruto-. El nombre escapó de sus labios en un susurro furioso. -Lo ha estado usando, aprovechándose de él…-

-Piensa bien en lo que vas a decir, Sakura-. La interrumpió con una expresión sombría. -Porque soy la razón por la que ahora Naruto ha dejado a Sasuke. Si la culpa de él desaparece, no buscará apartarlo más. ¿Quieres arruinarlo? ¿No te sería mejor tomar la ventaja que te estoy dando? Un poco de egoísmo no es malo-.

-No soy egoísta… Sólo quiero que Sasuke sea feliz-, aseveró con pasión, pero con tono débil y dubitativo. 'Conmigo' agregó su voz interior. Bajó la vista y con el tono de voz bajo, agregó: -Y que Naruto sea feliz-.

-¿Y qué si al final del día descubres que Naruto sólo sería feliz al lado de tu amado y voluble Sasuke? ¿Que si lo fuerzan a estar con otra persona o que se conforme con ella, sería miserable y haría miserable a quien esté a su lado?-.

-¿Es eso lo que piensa Taicho?-. De ser así, contradecía todo su accionar. A menos que no le importase Naruto.

-Lo que piense o crea de todo esto es lo menos relevante-. Se puso de pie, obligando a la muchacha a que levantara su semblante, oscurecida con su sombra. -Es Sasuke quien tiene una deuda de sangre conmigo. Y elijo la vida de Naruto como forma de pago. No dejaré que lo tenga, es mío. Su voluntad entera me pertenece y no renunciaré a ello. Tendrá que matarme primero-. Agarró la planilla de las manos de Haruno, haciéndola bailar con un vaivén ante los ojos claros de ella. -Piensa en esto Sakura, ¿Estás dispuesta a renunciar a él por Naruto? ¿Verdad que no? Seguramente hay un futuro para ustedes dos donde estén finalmente juntos si te esmeras realmente en ello. Sólo tenemos que ayudarnos mutuamente-.

Se dirigía a la puerta cuando la kunoichi inquirió:

-¿No le teme a Sasuke?-

-Es verdad cuando digo que si quiere matarme, que lo intente. Pero no lo hará-. Sonrió calculadoramente. -Porque Naruto lo odiará para siempre-.

Tras esto se fue, dejando sola a Sakura, con el informe incompleto entre manos.


Kakashi presionó la chincheta sobre la pizarra, descargando en ella su decepción. La blanda superficie cedió un tanto, quedando notablemente deforme. Tal acto le ganó una mirada reprobatoria de Ten-ten que lo ayudaba a acomodar los documentos pocos minutos antes de que llegaran los ninjas que participarán de la próxima misión. Su secretario se había ido a su casa, dejándolo que se las arreglara por su cuenta, evidentemente ofendido por haberlo dejado solo más temprano ese día.

Hatake ignoró la mirada y continuó con lo suyo. Estaba malhumorado, completamente frustrado y no podía escaquearse de esa reunión. No fue capaz de dar con Iruka, quien no contestó ninguno de sus mensajes. Se volvió hacia la mesada donde el paquetito que le envió fue devuelto sin abrir. 'Lo está haciendo a propósito'. El pensamiento lo irritó aún más, arrugando levemente los papeles que tenía entre sus manos.

El Uchiha ingresó a sus despacho en esos momentos y se aproximó para sacarle los documentos antes de que los arruinara completamente. Lo ignoró también, mientras una idea escapaba de sus labios.

-Quizás debería castigarlo-.

Su ojo se encontró con los de Sasuke, quien elevó un tanto la ceja, pero sin poner en palabras crítica alguna. El peligris esperó, pero no le dijo nada. Tomando la resolución, fue capaz de concentrar su mente en lo que tenía por delante.

Los ventanales estaban cerrados al exterior. Dos perímetros de custodia rodeaban el edificio. El clan Aburame tenía desplegado sus insectos de vigilancia para evitar cualquier oyente no invitado. Dentro llegaron todos los shinobis que había citado: Sasuke, Ten-ten, Ino, Sai y Shino. Cada uno tenía delante suyo un carpeta con documentación clasificada, los cuales estudiaban al detalle. Estos papeles serían destruidos apenas terminaran de memorizar cada detalle que rezaba en esas páginas. Mientras tanto, dio inicio a la explicación:

-Durante décadas, el País de la Lluvia ha sido amedrentado por las actividades bélicas de las otras naciones. A raíz de ello, el Daimyō del País de la Lluvia buscó una salida política para renovar a su país. A través del matrimonio con la tercera hija del Señor Feudal de la Tierra del Fuego. La Señora Hana, tal es su nombre, está muy bien conectada por lazos de sangre y matrimonio con los Daimyō del País del Agua y del Viento. Debido a esto, el País de la Lluvia ha gozado recientemente de una muy merecida paz. Ahora bien, hay una familia que busca desestabilizar la paz-. Se volvió para señalar la fotografía que estaba fijada en el pizarrón. Un hombre de rasgos duros, mandíbula firme, ojos oscuros y penetrantes. Un cabellera muy corta de color negro. Que miraba estático un punto más allá de ellos.

-Este hombre es Takao Hajime, un noble menor con aspiraciones de aumentar su poder. Lo que busca es hacer un golpe de estado y colocarse en la cima de la pirámide. Pero para evitar que las demás naciones se entrometan en sus planes ha encontrado la forma de suministrar un extraño veneno a la Señora Hana, el cual la mantiene al borde de la muerte pero sin causarla por completo debido a la ínfima dosis de antídoto que semanalmente reciben en el castillo del Daimyō. Lo hace de esta forma para tener de rehén a la Señora mientras elucubra su golpe de estado, el cual suponemos llevará a cabo prontamente. Ya las revueltas empezaron a desestabilizar el poder del Señor Feudal, quien no puede recibir asistencia del exterior por las amenazas de Takao de cesar la entrega del antídoto si alguna nación extranjera ingresa en sus tierras. Se han enviado shinobis médicos de varias aldeas, los cuales no han sido capaces de descifrar el origen del veneno-.

-¿Qué hay de Sakura?- Inquirió Ino tras levantar la mano y que le fuera cedida la palabra. -Ella es muy buena para ello. Su capacidad fue crucial para salvar al familiar del Kazekage cuando se enfrentaron a Akatsuki-.

Kakashi asintió. Aquello había sido considerado.

-En estos momentos Haruno no se encuentra mentalmente preparada para una misión de ésta envergadura. Sus problemas personales podrían poner en riesgo esta misión-. Su ojo pasó de ella hasta Sasuke para volver a Ino-. Tu función será investigar el antídoto para poder replicarlo en una dosis que pueda curarla, pero tu tarea principal será la de mantenerla estable-.

'-La misión consiste en la obtención del antídoto, ya sea sintetizando nosotros o robarlo del enemigo. Y la segunda es la eliminación del objetivo: Takao Hajime. Según pueden leer en los informes, en su cuello cuenta con una llave que lleva a todos lados. Suponemos que sirve para abrir el contenedor con la cura del veneno-.'

'-Nuestros espías enviaron informes de que es un hombre muy volátil, que se deja llevar fácilmente por sus pasiones y necesidades físicas. En un primer documento enviado afirmaban que les atraía las rubias pero en el último informe recibido hace un par de semanas se detalló que tiene preferencia por las mujeres de cabello largo y castaño, de estilo clásico, es la razón por la que Ten-ten fue convocada a participar-.'

-Entiendo mi parte de la misión Hokage-sama, y estoy dispuesta a cumplir con el objetivo usando cualquier medio-. Declaró la kunoichi cuando el Sexto la observó esperando que expresara su conformidad o rechazo al plan.

-Bien. Irás como miembro de la familia de la Señora del Daimyō por matrimonio, con fines diplomáticos. Enviada por tu familia directa, la del Señor Feudal del País del Fuego. Esto te permitirá cierto margen de libertad y acción al movilizarte por los establecimientos en los que te ubiquen a ti y al equipo apenas arriben-.

'-Por lo pronto, Shikamaru no podrá ir con ustedes, pero los asesorará en caso de ser necesario. Uchiha Sasuke será el capitán de la misión. La misión es clasificada de acuerdo al rango de la misma. Otra cuestión es que Naruto participará pero está terminantemente prohibido hablar de ello o mencionarlo en los informes diarios-.'

Observó la expresión impasible del Uchiha. Tenía que hablar con él.

-Para mantener un canal de comunicación seguro, usaremos su técnica de clones para enviar o recibir mensajes. Ésta será una misión prolongada, con mucho margen de error. Tratamos de contemplar todos los posibles escenarios pero es imposible. Cuento con que tengan el máximo nivel de éxito, pero lo principal es que regresen todos. Gracias-.

Todos se retiraban cuando llamó a Sasuke. Esperó a que estuvieran solos, ya iluminados por la luz de la tarde. Kakashi se ubicó en su sillón. El Uchiha de pie ante su escritorio lleno de papeles.

-No he tenido tiempo para preguntarte. ¿Qué sucedió con Naruto tras el arribo de Yamato?-

El silencio se prolongó, hasta que le respondió:

-Me dejó. Ese mismo día-.

El peligris soltó el aire, como si le hubieran golpeado.

-¿Crees que lo hizo siguiendo su propia voluntad?-

Sasuke pensó antes de contestar, en las reacciones del Kitsune antes de que el capitán apareciera.

-No. Creo que él se lo pidió-.

Hatake se pasó la mano por el rostro. Suspiró largamente.

-No sé qué está tramando Yamato. Para esta misión solicité a Naruto su participación por las razones que expuse. Pero fue él quien me pidió que me asegurase que el capitán no se enterase de ello. No sé qué está pasando entre los dos-. Su ignorancia y capacidad de control sobre la situación no hacía más que aumentar su frustración.

-Me concentraré en la misión y en completarla exitosamente, Hokage-.

El Sexto enfocó su ojo en el pelinegro, quien no le transmitió sus pensamientos o sentimientos. Desconocía si tenía pensado hacer algo, pero no dudaba de su profesionalismo, ni en el de Naruto.

-Cuento con ustedes-. Dijo con una leve sonrisa, dejando que el shinobi se retirara. -Recuerda nada más pasar por Kabukichou esta noche. Encontrarás una pareja de lo más interesante-.

Se quedó en su asiento, tratando de serenar su interior. Lo cual era inútil, ya lo sabía.

Descubrió su Sharingan antes de lanzarse al exterior por los ventanales. Necesitaba a Iruka. Sólo sus caricias y atenciones lo calmarían completamente.


El maestro experimentaba en esos momentos una tranquilidad agradable mientras caminaba por un sendero que se ubicaba en un bosquecillo lindero a su barrio de residencia. No era un trayecto muy largo. En menos de cinco minutos llegaría a su casa, ya preparado mentalmente para atender a Kakashi como él quisiera. Le había rehuido todo el día pero sabía que comprendería que necesitaba un descanso.

Sumido en sus cavilaciones no estaba preparado para la embestida que recibió en su cuerpo del lado izquierdo, llevándolo entre los profundos y altos matorrales, sólo quedando evidencia de su trayecto los exámenes que quedaron desperdigados por el camino de tierra.

-Kakashi…-.

-Silencio, encanto-. La voz seria y nada juguetona hizo que cerrara la boca. En horcajadas sobre él, lo observaba con el Sharingan visible. -Me evadiste todas estas horas amor, y a conciencia-. Hurgó entre sus ropas hasta sacar un frasquito con un líquido rojo. Un escalofrío de excitación se apoderó de Iruka, pues conocía el efecto de ese líquido. Tan pronto lo destapara, éste se volatilizaría y ambos lo respirarían. El efecto no demoraría en tomar control de sus cuerpos y voluntades. Intentó acudir al raciocinio del actual Hokage de la aldea.

-Mañana tenemos que…-.

-Shh…-. Se bajó la oscura tela que cubría la parte inferior de su rostro, dejando un rápido beso en sus labios. -He enviado a mis ninjas a una misión muy peligrosa a la que parten mañana a primera hora. Puedo tomarme un descanso. Y he pedido para ti una licencia por un par de días en la escuela, deberías felicitarme, hice todo el papeleo yo solito. Nadie nos echará de menos-.

-¿Y bajo qué concepto tengo mi licencia? Si se puede saber-. No pensaba felicitarlo por hacer semejante cosa. No quitaba la vista del vial. Parte de sí ya ni siquiera deseaba hacer desistir a Kakashi. Pero al menos podía aparentar cierta resistencia.

-Tienes una misión crucial y te dedicarás a ello plenamente-.

-¿Y cuál es?- Para su sorpresa y horror, el peligris no esperó a que llegaran a casa. Allí en medio de los matorrales apretó en su puño la pequeña botella hasta que ésta se hizo añicos por su fuerza. Estaba loco. Ni siquiera se molestó en abrir la tapita, sólo lo destrozó. La sublimación del polvillo hizo un sonido efervescente y una nube clara los rodeó. Umino aspiró sin poder evitarlo y de inmediato forcejeó hasta verse liberado, iniciando la carrera hasta su casa. De lo contrario, haría un horroroso espectáculo de sí mismo si no llegaba a tiempo.

Saltó por los tejados, trepó presurosamente. Abrió con dificultad la puerta de su casa, apoyándose en la pared de la entrada al living mientras sentía la temperatura de su cuerpo ascender varios grados en pocos segundos y nada tenía que ver con la agitación tras la frenética carrera.

La puerta de entrada de su hogar se abrió y cerró en un segundo y fue agarrado por la cintura desde la espalda. El firme sostén le permitió distinguir la hinchada excitación de Kakashi. Jadeó, tratando de soltarse.

-Satisfacerme, amor mio. Esa es tu misión. Absoluta y completamente-.


Apenas Sasuke ingresó al recinto, aún con la densa penumbra, fue capaz de reconocer los rubios cabellos entre las hileras de asientos dobles separados por mesadas que se dividían en cubículos ubicados uno al lado del otro.

Ignoró a la anfitriona, quien con un rubor le ofrecía sus servicios, a los cuales no se molestó en prestar oído. Atravesó un pasillo que daba acceso a un área lindera donde se encontraba lo que Kakashi llamó 'pareja interesante'. Los observaba fijamente mientras continuaba su camino hacia el fondo del local, donde enormes y pesadas cortinas separaban otra sección donde había más privacidad para quienes buscaban otro tipo de servicio.

No podía ver sus fracciones bien, pero fue capaz de notar cuando se percató de su presencia. Se mantuvieron la mirada fija el uno en el otro, cuando el rubio rompió el contacto para hablar con su acompañante, disculpándose para levantarse de la mesa.

Sasuke atravesó aquella sección y la penumbra que lo rodeaba se hizo más intensa. Una tenue luz roja iluminaba exiguamente los pasillos desde la parte inferior de las paredes. Un breve halo de luz inundó desde su espalda para volver a apagarse.

Lo sintió acercarse a su lado, rozando brevemente el dorso de su mano con los dedos antes de seguir de largo. Siguió sus pasos, hasta ingresar por la puerta que el otro atravesó.

El rubio avanzó hasta un amplio sillón, encendiendo un cigarrillo que sostuvo entre sus labios, sentándose en el cómodo mueble negro, estirando los brazos y flexionando sobre el mullido material la pierna izquierda, dejando la otra estirada sobre la mesilla frente a él.

Sasuke miró los ojos claros entre el vaho del humo. Supo que no era él.

-¿Dónde está Naruto?-. Le sorprendía que este clon no fuera esquivo como los demás. La sonrisa de éste se ensanchó y sucedió algo que el Uchiha notó de inmediato.

La indiferencia que siempre percibía en ellos desapareció. Recorrió el cuerpo del pelinegro de pies a cabeza, deteniéndose un tanto en su torso, en su cuello. En su boca. Y esa mirada celeste se encendió.

-Que seamos su copia implica que sentimos lo mismo que él. Que deseamos lo mismo que él. Pero estás prohibido-. Explicó dando una calada al cigarrillo. La mirada del pelinegro se agudizó, esperando una respuesta a su pregunta: -Naruto no está en la aldea desde hace un tiempo-.

Sasuke se percató de la comodidad del clon en aquella habitación, la tenue iluminación no fue impedimento para notar los elementos personales desperdigados por doquier. Varios tazones de ramen instantáneo en un estante. Sus ojos se volvieron al rostro que era una réplica del ser que dominaba por completo su existencia. Aunque no lo quisiera.

-Así es,- dijo el clon. -Aquí es donde pasa su tiempo cuando no está con la Obaachan o contigo-. Tras una calada profunda, apoyó la cabeza en el respaldo para liberar lentamente el humo. -Su vida sexual… Su primera vez. Estaba tan nervioso pero decidido a sacarte de cuajo. Aunque irónicamente, el primero fue alguien que se parecía mucho a ti. Después hombres y mujeres salían de aquí todos los días, noches…-.

-Basta-.

-¿Acaso no quieres saber?- Inquirió con una sonrisa que simulaba ser divertida. -¿Quién fue? ¿Cuál fue la última antes de que llegaras? ¿De si se acostó con alguien más antes de que cediera ante tus avances?-

-De interesarme, se lo preguntaré a él-.

-No tendrías los huevos, Teme. Lo sé-. Terminó por apagar la colilla en el cenicero de la mesada. -¿Para qué lo buscas entonces? Te dejó. como ambos bien sabemos-.

Uchiha sacó del bolsillo de su pantalón el pequeño papel y lo dejó frente al clon.

-Ahh… Pero supongo que ya tienes una noción más clara de lo que significa este conteo, ¿O me equivoco?-

-No-. Después que le dijera que él no se encontraba en la aldea, sus suposiciones estaban más afirmadas.

El rubio se puso de pie, sacudiendo de sus prendas un inexistente polvo.

-He de regresar con Taicho-. Pasó por su lado sin dedicarle una mirada más. Abrió la puerta, diciendo a su espalda: -Siento mi temperamento brusco, pero soy el que más ha estado con Yamato-taicho y su humor algo…retorcido se me ha pegado-.


Un mes atrás. Después de abandonar la residencia Uchiha.

Naruto saltó por los edificios, buscando alejarse de todo. Su visión se nublaba, entorpeciendo la huida. Se limpió furioso las lágrimas. Todo su cuerpo se conectaba con su alma en pedazos, gimiendo de dolor. Cubrió su boca, ahogando los sollozos que peleaban por salir.

Yamato-taicho lo esperaba en Ichiraku, se lo dijo era para 'confirmar' que había realizado lo que le pidió.

Subió arriba de todo, en lo alto de la Roca Hokage, en la explanada superior, desde donde podía verse toda la aldea.

-Taju kage bunshin no jutsu-.

Quince clones de sí mismo se materializaron al instante frente a él.

-Necesito que se dispersen y se mantengan ocultos. Asignen turnos para estar con… Yamato-taicho, hagan todo lo que les pida, pero no dejen que los toque provocativamente y tampoco ceder a peticiones similares. Tengan cuidado de no desaparecer delante de él. No quiero que sepa que no estoy a su lado-. No podía verlo. No deseaba verlo. Era demasiado lo que le solicitó y estaba acabando con él. -Entrenen para soportar el máximo daño posible sin desaparecer. Lleven un conteo de los días que llevan existiendo. Ignoren a Sasuke. Él sabrá que no soy yo-. Recordó esa vez que con una mirada supo que quienes tenía delante de él eran dos clones. El dolor gimió en su interior, haciendo que las lágrimas fluyeran sin parar. -Igualmente…no se acercará a ustedes, pero quiero que lo eviten por completo, aún si tienen que desaparecer, pero no delante de Yamato-taicho…no delante de él-.

Dos de los clones acudieron a sostenerlo cuando se desplomaba. No eran sus fuerzas físicas las que le abandonaron, sino de su interior. Se abrazó a uno de ellos, dejando correr su amargo llanto. Creía que si veía su piel, habría lesiones que su dolor infligía desde dentro.

Quería regresar a su lado, golpearlo hasta cansarse y reposar entre sus brazos para no apartarse jamás. Pero no podía y la sola idea fogoneó su sufrimiento.

Otros de sus clones se aproximaron a la pareja y los abrazaron. Poco a poco los demás imitaron, sintiendo en su interior el mismo padecimiento que el original.

-Sasuke-, susurró entre llantos ahogados por las ropas del clon.

Tenía que ser fuerte. Reponerse y ponerse de pie, sonreír desapasionadamente y continuar adelante. Ser el Naruto sobreviviente, que superó como mejor fue capaz otras heridas mortales. Tenía que dejar de llorar tan patéticamente, recibiendo consuelo de sí mismo.

Abrazó más fuerte a su jutsu. Ojalá su dolor se hubiera dividido por todos ellos. Entonces sería soportable…Quizás.

Mañana. Cuando saliera el sol sería nuevamente fuerte, digno y desapegado de él. No lloraría, ni sentiría sufrimiento. Su dolor habría desaparecido. Volvería a ser el Naruto de siempre.

Pero no ahora, no en una hora. Mañana.

Y continuó derramando las lágrimas que nacían de su corazón desolado.


Continuará…

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