Borrachera sentimental

Capítulo 10

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Parecía una tortura escuchar los pasos de Izuku, pues no podía concentrarse en lo que iba a decir. Ni siquiera sabía qué le diría.

Katsuki tenía la cabeza echa un desastre. Sus sentimientos se ensañaban con provocarle que la poca racionalidad que le quedaba explotara en ese mismo instante.

—Kacchan —La voz de Izuku lo había puesto en un aprieto, puesto que no estaba listo.—¿Podemos hablar? —Katsuki podía sentir el corazón a punto de estallar.—Realmente quiero hablar contigo —El tono de Izuku podría congelarlo en su sitio, dejarlo atontado y literalmente, apabullado de sí mismo.—¿Qué te dijo Shinsou? ¿Te habló de mis sentimientos? O… tal vez, ¿Nuestra historia? Eso no estaría bien. Quiero decir, las cosas del pasado. Quedarnos en lo que pudo ser y no, creo que eso es algo que no tienes que saber. No porque no te lo pueda contar, o porque no quiera que lo sepas, pero no quiero que pienses que las cosas entre nosotros serán iguales.

Katsuki, irritado, tomó asiento en el mismo sofá (donde estuvo en la conversación), marcando una obvia distancia.

Izuku lo observaba con temor en su mirada, su semblante reflejaba sus nervios y sus manos jugueteando llamaban demasiado la atención.

—¿A qué te refieres con eso? —Inquirió Katsuki, con voz pausada.—¿No quieres que sepa cómo andabas con ese idiota?

Izuku puso cara de sorprendido.

—¡No me refiero a eso! —Replicó Izuku, agitando las manos.—Te contaré todo si eso quieres. No te voy a ocultar nada. Seré transparente.

Katsuki enarcó una ceja. Izuku estaba parado, sin saber si debía moverse cerca o lejos de él. Parecía que estaba tentando con su distancia, lo que él apreciaba.

—Me gustas —Dijo Izuku, con sinceridad.—Le pedí a Shinsou que hablara contigo para explicarte que no te fui infiel, y que nunca lo seré.

Katsuki se sonrojó.

—Quiero decir —Se corrigió Izuku.—La relación que tuve con él, no es la misma que la que tendré contigo, pero aun así, quiero que no pienses que haremos las mismas cosas. Todo lo que vivamos juntos será distinto y estaré ahí para cuidarte y proteg…

—No necesito que me cuiden —Irrumpió Katsuki, ofendido.

Izuku, lo miró, como si hubiera dicho algo incorrecto, sacándole un resoplido a Katsuki.

—Lo que quiero es que me aceptes —Sentenció Izuku, tras haberse repuesto.—Y que me digas todo lo que no te gusta. Si ves un error, lo podemos solucionar. Juntos.

Katsuki chasqueó la lengua, moviendo la cabeza en negación. Molesto ante tal atrevimiento de parte de Izuku al seguir insistiendo en cuestión de sentimientos.

Le costaba creer que las cosas entre ellos pudieran solucionarse sólo con hablar. Pero viéndolo de esa forma, pensaba que confiar en Izuku era algo que ya hacía. Sin embargo, era algo distinto.

Estar en una relación suponía un compromiso, una especie de atracción sujeta a los sentimientos; una emoción que lo hiciera carecer de lógica.

Y las emociones hacían eso: perderse en Izuku, en sus ojos y en sus manos y él.

¿En qué momento puso como prioridad la lógica en lugar de sí mismo?

¿Por qué se reprimía?

¿Era miedo?

¿Inseguridad?

¿Egoísmo?

¿La tontería de verse frágil?

—Quiero que me digas todo —Añadió Izuku.—Tus sentimientos, lo que piensas, lo que te pasa. Siempre. Estaré para ti. Como tu novio, tu rival. Tu significas tanto para mi y aunque ser héroes parece ser un impedimento. Nunca renunciaremos a nuestro sueño. Sé que nos detendrá de vernos, o surgirá algo que nos haga ausentarnos, pero lo que ocurra en nuestra relación, estaré —Entonces, Izuku lo miró firme.—Porque ya no quiero estar más lejos de ti. Puedes dudar de otras cosas, pero no de mi amor por ti.

—Izuku…

Katsuki estaba rojo.

El cerebro averiado e inundado de insultos para contrarrestar el oleaje desbocado que le provocaba hundirse en su amor. O esa mierda que sentían por el otro. Esa mierda incontrolable que odiaba externar con cada pulso, cada mirada y toque que vivía.

—Por favor —Suplicó Izuku, las manos unidas. —Confía.

Katsuki entrecerró los párpados, con un tinte de fastidio.

Detestaba admitirlo, pero Izuku tenía razón en lo que decía: se pueden dudar de otras cosas, pero no del amor.

Katsuki dudaba de otras cosas en algunas ocasiones, pero si había algo de lo que no dudaba era en ser el héroe número uno y en su amor por Izuku.

—Cursi —Mofó Katsuki, moviendo la cabeza con una sonrisa ladina.

Izuku sonrió aliviado.

—Puedo serlo —Aseguró.

Luego Izuku caminó hacia él, dando pequeñas zancadas y un gesto de nerviosismo asentándose en su rostro.

—¿Kacchan? —Articuló, como un murmullo.

Katsuki se sintió crisparse en su sitio. Las manos, antes secas, comenzaban a sudarle enloquecidas y qué decir de su corazón.

—¿Puedo…

¿A dónde iban a llegar a con eso?

¿Qué quería hacer Izuku ahora?

¿Qué seguía?

Se apachurraba los labios, inyectado por la curiosidad.

—Besarte? —Terminó Izuku de decir, la cara muy roja y la voz un tanto temerosa; chocaba los dedos índices, debatiendo si verlo o mirar sus dedos con gran intriga.

¿Besar?

Katsuki estaba harto de las preguntas y de las dudas como para tolerar una interrogante como esa. Era ridículo caer en lo pendejo del miedo, puesto que ya fue preso de él (¿O es que aún lo era?). Se tragó su orgullo y asintió, tras pararse del sofá, escondiendo velozmente las sacudidas de su cuerpo.

Izuku apresuró el paso y poniendo ambas manos en sus mejillas, lo besó.

Sus labios presionaban los suyos, en una vorágine extraña, como si un agujero se abriera en su estómago y lo absorbiera por completo. Se engañaría si no confesara que las manos gruesas de Izuku no lo volvían preso de una agitación inminente y le incrementaban el calor del cuerpo.

Había algo en sus manos que le aseguraba que todo estaría bien, que sus dudas se quemarían al final y que si pasaba por un mal rato, Izuku se quedaría a su lado.

Entonces, Katsuki correspondió, al subir sus manos a sostener sus brazos, agarrando toda la chamarra que cubría a Izuku si era factible.

Los labios se Izuku se presionaron más, e intuyó que faltaba algo, o que Izuku estaba tratando de hacer más, por lo que entreabrió los labios y se derritió. Izuku comenzó a mover sus labios inquietos sobre los suyos, moviéndolo hacia atrás, con pasos apresurados. Oía su respiración errática, a la par de la suya.

—Kacchan —Pronunció, al momento, de chocar su espalda en la pared y colocar sus manos en sus hombros, ansiando dejarlo quieto en ese sitio.

—¡Oi! —Se quejó Katsuki, apenas pudiendo articular palabra.

—Concéntrate, Kacchan —Pidió Izuku.

Izuku lo pegó más y aferró su agarre en que se quedara donde lo dejaba.

—No me des órdenes.

Los labios de Izuku lo devoraron, al segundo en que sus manos descendieron bruscamente hacia su cintura y se ciñeron a agarrarla, abriendo tanto las manos como podía.

Katsuki no lograba pensar debidamente. Estaba perdido, azorado y —no negaría que— un poco asustado.

No había visto a Izuku así.

Tan, tan brusco, tan ¿Cómo explicarlo? ¿No cuerdo? No era él. Pero, a su vez, sí era Izuku, en toda la extensión de la palabra. Su voz, su calor, sus labios. Eran suyos. Así como Katsuki era de él.

—¿En qué estás pensando? —Lo interrogó Izuku, al separarse, para inhalar oxígeno. Éste lo vio, con cierta extrañeza y—curiosamente— irritación. ¿Lo había molestado?.—Céntrate en mi, Kacchan.

Katsuki estremeció.

Izuku lo dijo con una voz grave, como si le urgía que se quedara donde le instaba. Lo atisbó, pasar el dorso de la mano por sus labios levemente abiertos, respirando por la boca y los ojos dirigidos exclusivamente a él. Contemplándolo atentamente.

—Izu.

Katsuki sentía la voz escurrida, la saliva salpicando sus labios, por las comisuras. El cuerpo ardiendo.

Izuku colocó esa misma mano en su mentón.

—Concéntrate en mí, Kacchan —Repitió Izuku, pausado y ansioso.—Sólo en mí.

Katsuki abrió mucho los ojos y, dispuesto a replicar, movió la boca con la intención de hacerlo, mas fue detenido por Izuku, quien se aproximó a besarlo, estrellando su cuerpo contra la pared.

Izuku sacudía las manos, buscando algo con su cuerpo. Katsuki no lograba unir las ideas, ya que el calor de su temperatura le impedía razonar lo que pasaba.

Lo único que sabía era que el tedio temporal se estaba erosionando, otorgando a que se diera esto.

En lo que Katsuki anhelaba tocar a Izuku, igual quería saber qué buscaba con tantas embestidas contra su cintura.

—Abre la boca, Kacchan —Pidió Izuku.

—¿Hah? —Murmuró Katsuki, la saliva escurrida de sus labios. —Izu.

—Abre —Izuku centró todos sus dedos en su cintura y movió la chamarra, luego su playera, para dar con sus caderas.—Por favor, Kacchan.

Una inyección de calor lo atizó, electrizando cada fibra de su interior.

¿En qué instante comenzó a sentirse bien?

Izuku frotó sus dedos trazando pequeños círculos, sus labios sin parar de moverse, aleteando su aliento contra su piel.

Katsuki no comprendía la intención de su petición, mas sin ponerlo en interrogante, lo hizo. Abrió su boca e Izuku mordió sus labios, ambos, uno primero, luego el otro, jaló el labio superior y lo humectó por completo.

Su cuerpo sintió una ola de descargas en cada esquina inhóspita de su interior. Katsuki emitió un quejido y no se separó. Mierda. No se separaría si podía sentirse bien. Apretó los ojos, sosegado de la presión de Izuku, de lo dominante que se movía Izuku.

—¿Se siente bien? —Inquirió Izuku, sin mediar sus labios, ni el breve palpitar que ejercían sus dedos en sus caderas, abajo arriba.

Katsuki bufó.

Izuku lo besó, presionando los labios y, tras separarse, sonrió.

—Permíteme hacer más.

Katsuki lo ojeó, nítidamente agitado.

—Soy tu novio —Declaró Izuku; bajando sus manos al final de su playera, jaloneando un poco de ella, y poniendo su rostro en la comisura de sus labios.—Puedo hacer más.

El cerebro le zumbaba, preso del más enorme embelesamiento. Con los párpados, entreabiertos, dio una respuesta positiva.

«Hacer más» Divagaba Katsuki. «Quiero saber qué es hacer más, Izuku»

Izuku respiró satisfecho.

De repente, sus labios besaron el trayecto de la línea de su mandíbula, pausado, entornando sus ojos a él, quien cerraba los párpados con las pupilas borbotando de placer.

Katsuki, a leguas, podía forzar el contacto visual.

Izuku coló sus manos por debajo de su playera, allí en su piel, en sus caderas, y trazó el camino en ese sitio. Una y otra y otra y otra vez. Era caliente y apasionado, despacio y sumamente excitante.

Su cerebro lograba con complicación, memorizar lo que ocurría. Todo era tan breve, y a su vez, tan cegado por la velocidad.

—Kacchan…

Izuku plantó sus labios en su cuello, en un sitio medio. Comenzó a besarlo, succionando y usando su lengua, ardiendo y salivando contra su piel.

Katsuki miró, perdido, el techo. O dónde carajos era. Sus manos agarraban con fragilidad sus brazos, abandonando la lógica y los segundos. Y las chingaderas que hicieron que acabaran en esto.

La cabeza de Izuku enroscada en su cuello, sus manos ascendiendo su playera y chamarra, al mismo tiempo que, recorría cada parte que revelaba de su torso.

—Izuku…

«Más» Exigía. «Haz más, Izuku. Más»

Movió más el cuello, dejándose expuesto a éste.

Todo estalló cuando Izuku prefirió morder su cuello y, Katsuki, Katsuki jadeó duro y desesperado. Apretó los ojos y la vergüenza desapareció, los pesares previos, las divagaciones, los miedos, el qué hacer y cómo sentirse.

Izuku bajó más y mordió el índice de su cuello, perforando sus dientes en su piel nívea. Katsuki jaló su cabeza hacia arriba, y succionó el aire con ganas, con ansias, con urgencia.

—Abre tus piernas, Kacchan —Indicó Izuku, teniendo —literalmente— su playera por encima de su pecho. —Por favor —Katsuki, entreabriendo la boca, los irises ardiendo y el cuerpo estremecido. —Kacchan.

Izuku emitió un jadeo desesperado, para luego interponer su pierna derecha entre las suyas, alejándolas. Así, apegando más sus cuerpos, fusionados.

Se vio respirando por la boca, agitándose con tanto placer, invadiendo con agresividad su cuerpo. Lo cerca de Izuku lo sobrecogía demasiado, lo consumía y despedazaba cada una de sus partes que lo formaban.

Sentía que sería arrasado por Izuku.

Separado.

Pieza por pieza.

—Izu —Su voz brotaba atorada. —Izuku. ¡Mierda!

Izuku quitó su chamarra y después la suya, sin alejar sus labios de su cuello. La acción fue tan breve que no vislumbró en qué instante lo ejecutó tan perfectamente.

—Kacchan —Susurró Izuku, con ternura.

Katsuki apretó los labios, asustado consigo, con su actitud, lo que acontecía con su cuerpo.

—Kacchan —Volvió a besar su cuello, tras alzar la playera a su cabeza y apegar su pecho contra el suyo. —Kacchan.

No se sentía mal. Era todo bien. Izuku lo tenía entre su cuerpo y la pared, con el carente espacio que los alejaba.

De repente, la razón le arribó como un latigazo en la nuca, producido por el miedo de su voz, de esas malditas notas alzadas que no eran él. Desconocía quién era en esos instantes y le asustaba verse expuesto.

Empujó a Izuku, falto de fuerza.

Izuku tenía la mano metida en su playera y se quedó aferrada a ella. Sus ojos lo veían cargados de asombro, su boca entreabierta, su respiración acelerada.

Katsuki, con trabajos, podía pensar lo que sentía. Se sentía demasiado bien y era nuevo. Pero, por algún motivo, no quería que esto se diera así, de un acto instintivo.

—¡Mierda! —Masculló Katsuki, estremecido.—Deku.

—Kacchan, ¿Qué ocurre? ¿Por qué me detienes?

Había confusión en el tono de Izuku, cegado por el sonrojo de su cara.

—¿Es que no te gus-

—Mierda, cállate.

«Me encantó. Se sintió demasiado bien»

Inhaló fuerte y exhaló cavilando lo que le diría. Tenía que ponerle pausa a esto, hasta calmarse.

Eran suficientes sentimientos.

—Es tarde —Mencionó Katsuki, plasmando su mirada hacia sus zapatos.—Quédate en el sofá. Carajo. No digas nada.

«Mañana hablaremos»

Katsuki se metió, sin pausarse a explicarle más ni de decir nada, a su habitación.

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NOTAS: Ya falta un pedazo para terminar.

Izuku se puso de intenso.

Espero que les guste el capítulo.