Hola! Volví, estoy muy tarde para el nalu week 2024 pero quise hacerlo igualmente jiji
Espero que disfruten! Consideren que hace tiempo no escribía y estoy un poco oxidada.

Día 1: Regaloneo/ Pesadilla

Natsu era un hombre simple. Podría ser una persona algo impulsiva y desastrosa, pero consideraba que tenía una vida plena. Navegaba por la vida con optimismo y una pasión incomparable. Tenía todo lo que podría desear, una familia que lo amaba, grandes amigos y a su compañera de aventuras, Lucy. Había dejado de ser novios hace unos meses para ser prometidos en aquel viaje donde le pidió compartir el resto de su vida con él. Ella era su persona, la mujer de su vida, quien lo complementaba y a quien más amaba de todo el mundo. Natsu iría de ida y vuelta al infierno simplemente para evitar verla herida.

Respecto a su carrera, a pesar de nunca haber sido muy responsable académicamente había encontrado lo que quería hacer y actualmente era el jefe más joven del departamento de bomberos de Magnolia. No había sido fácil, involucraba mucho esfuerzo y entreno, pero todo había valido la pena al final, su comunidad le había dado mucho y estaba haciendo lo que le correspondía de vuelta. Lo único malo era la cantidad de preocupación que sufría su familia y sobre todo Lucy respecto al riesgo de su trabajo, pero entendían que su trabajo era parte importante de él.

Natsu agradecía al destino haber nacido en las circunstancias y ambiente en que lo hizo. Nacido y crecido en Magnolia, su familia lo había criado a él y a su hermana menor Wendy con amor, seguridad y disciplina. Su infancia había estado llena de aventuras, peleas y amistades que terminaron siendo para toda la vida. Pero hubo algo que marcó un antes y después en su vida y fue cuando tenía solo 7 años. Mientras que un pequeño pelirosado jugaba en el jardín de su hogar, un gran camión llegó a la casa del frente. Natsu observó curioso y atento como la nueva familia se mudaba y una pequeña niña de 6 años captó completamente su atención. Tenía un vestido rosa, un suave cabello dorado y realizaba caras muy graciosas al hablar con sus padres. Con solo esta vista Natsu quedo fichado, esa niña tenía que ser su amiga. Así que, sin perder ningún segundo, el niño avanzo con confianza y una gran sonrisa hacia los nuevos vecinos, pidiendo que jugaran juntos. Y así fue como inicio una amistad inseparable que duraría años y terminaría siendo el amor de su vida.

Actualmente un Natsu de 26 años se encontraba llegando a su casa después de un turno en la bomba, había dejado a cargo a Gray, su mejor amigo, para el turno de noche mientras él tenía su día de descanso. Si le preguntasen a cualquiera de los dos ninguno admitiría que el otro era su mejor amigo en voz alta, pero todo el mundo sabía que lo eran. Lucy aún no llegaba del trabajo, ser abogada era exigente, pero le proporcionaba una gratificación invaluable. Natsu creía que debía seguir en alguna reunión. Dejó sus cosas en su habitación y se puso una ropa más cómoda, un atuendo perfecto para irse a dormir luego de la cena. Decidió esperar a su chica con su cena favorita así que se puso a cocinar para que todo estuviese listo cuando llegará.

Una vez terminada la comida procedió a sentarse en el sillón y pasar un rato scrolleando en su celular, ver un poco que estaban haciendo su grupo de amigos y los planes que tenía para la semana. Este fin de semana le tocaba una cena con sus padres, se sentía un poco culpable ya que con su ascenso en el trabajo y el boom de trabajo que había tenido su prometida, no habían visto a sus padres desde hace unas semanas. Se recordó a si mismo que necesitaba empezar a organizar mejor su tiempo para no ignorarlos.

Mientras seguía en el celular, empezó a sentir los párpados pesados y su consciencia deslizándose, y en vez de batallar el sueño pensó que unos 5 minutos de sueño no estarían mal antes de cenar, por lo que terminó durmiéndose profundamente con el aparato aún en la mano.

El pelirosa siempre había tenido facilidad para conciliar el sueño, pero sus marcados sentidos le permitían despertarse si había un estimulo fuera de lo común. De igual manera, siempre lograba dormir profundamente y tener un buen descanso, además que naturalmente era un madrugador. Natsu nunca había sido de tener pesadillas, al contrario, siempre tenía sueños agradables ya sea de comida deliciosa, de su gato Happy o de cierta abogada rubia. Pero hoy era la excepción.

Natsu estaba en un lugar extraño, miraba a su alrededor y todo estaba ligeramente oscuro, edificios destruidos y ruinas rodeaban el lugar en el que se encontraba. No sabía que estaba haciendo allí, pero presentía que estaba involucrado directamente con la situación que lo rodeaba. Era de noche, había pocas nubes, el cielo mayormente despejado y se encontraba con dos hombres. No podía visualizar sus caras con nitidez, solo que eran pelinegros y sentía que solo uno de ellos era su aliado, el otro le provocaba una sensación de disgusto desde el centro de su pecho. Tenía puesto un traje negro y dorado con su típica bufanda blanca que parecían escamas, prenda que su padre le había regalado a los 7 años cuando se encapricho con ella en una exhibición a la que fueron juntos. Su padre nunca había sido de ceder ante sus caprichos, pero la bufanda había sido la excepción, el viejo siempre comentaba que era como en ese momento sintió que la prenda calzaba perfectamente con Natsu y fue incapaz de decirle que no, además quería mimarlo alguna vez en su vida.

Su atención fue arrancada de todo cuando vio dos figuras enormes en el cielo. Eran dos criaturas gigantes que abarcaban gran parte del cielo y algo dentro de si le respondió lo que eran. Dragones. Dos gigantes dragones, uno completamente negro con marcas azules que lamían sus escalas en formas irregulares y un dragón con escalas de color rojo vivo, con una cicatriz prominente en su ojo y rostro. Su pecho estaba apretado, un montón de sentimientos lo inundaban: miedo, alivio, felicidad, desconcierto y asombro. Estas criaturas estaban peleando ferozmente y de alguna manera sabía que el dragón rojo era importante para él, necesitaba hablar con él y ayudarlo, tenían que vencer al dragón negro.

Su cuerpo echó a correr sin dudas, directamente hacia los dragones, tenía que ayudar, hablar con él. Observó como el dragón oscuro estaba dominando al otro, Natsu estaba gritando, gritaba y no entendía lo que el mismo vociferaba, solo sabía algo estaba gritando. El dragón rojo llamaba su nombre, Natsu, intentaba decirle algo pero no podía distinguir el mensaje, era como si estuviese bajo el agua.

Seguía corriendo hacia él, necesitaba ayudarlo, tenía que ir, él era..., él era…

Él era su padre, Igneel. El dragón que lo había criado.

A la par de esta realización, vio como Igneel atacaba ferozmente contra el dragón oscuro en una trayectoria directa y como este logró arrancarle el brazo. Pero eso no era todo lo que había sucedido, Natsu quedó frío, congelado, sus ojos apreciaban la escena en cámara lenta. Al mismo tiempo que el dragón rojo arrancó el brazo del otro dragón con sus fauces, el maldito dragón negro había pasado a través del cuerpo de Igneel, faltaba una gran parte de su torso y su sangre fluía en el aire. Igneel cayó, incapaz de seguir en el aire, el dragón estaba desplomado en el suelo y Natsu miraba desolado, no podía creer lo que había pasado.

Igneel gritaba con todas sus fuerzas y lagrimas en sus ojos, el dragón se despidió, Natsu solo pudo distinguir la frase me enseñaste a amar a los humanos.

El dragón había muerto. Algo dentro de sí se sentía como si fuera a explotar, algo se había roto.

Natsu. Natsu. Natsu. Natsu. Natsu.

Natsu despertó de golpe, un sudor frío corría en su cuerpo, sus ojos dilatados, había tenido su primera pesadilla en años. Lucy su prometida lo miraba con ojos preocupados, lo había despertado luego de escucharlo murmurar en sueños con una cara de angustia y sudando profusamente.

Sin dudarlo el pelirrosado tomó entre sus brazos a la rubia y la abrazó fuertemente, necesitaba consuelo, sus sentimientos aún estaban a flor de piel.

- ¿Estás bien? ¿Sucede algo, Natsu? - preguntó Lucy con una voz suave y correspondiendo el abrazo de su prometido.

Se acomodaron juntos en el sillón, el pelirosado con su cabeza en el hueco del cuello de la rubia, la abrazaba fuertemente. Tomó un minuto completo antes de que Natsu tomará valor para responder, Lucy dándole todo el tiempo que necesitaba.

- Tuve una pesadilla. – respondió suavemente. No recordaba exactamente de que había sido, solo recordaba las sensaciones, todo lo que había sentido y sabía que había sido una pesadilla terrible. Se sentía muy triste, demasiado.

Lucy no respondió y solo se concentró en hacerle cariño en su espalda con manos cálidas. Sabía que cuando estuviese listo para hablar le comentaría más, ahora solo necesitaba su consuelo y su amor. Así que ambos se acomodaron el sillón, sin dejar de abrazarse, sintiendo la presencia del otro de forma cercana. La rubia comenzó a jugar con sus rizos y Natsu estaba fundido en su cuerpo, cabeza en el hueco de su cuello, aspirando el olor que tanto lo calmaba mientras que con una de sus manos hacia pequeños círculos en la cadera de la chica.

Después de unos minutos disfrutando el calor y cariño uno del otro, se escuchó el sonido del estómago de Lucy, era ya pasada la hora de la cena y no había comido nada. Natsu se negó a hablar de la pesadilla, no quería arruinar el ambiente, quería que su prometida comiera, no había hecho su comida favorita para dejarla sin comer y ya se sentía muchísimo mejor anímicamente.

Se levantó y le dio su mano a la rubia para que se levantara.

- Solo fue un mal sueño, no recuerdo nada, solo sé que me hizo sentir muy triste. Pero gracias a ti estoy mejor, gracias Luce. – le dio un suave beso en los labios.

- Lo que sea por ti, mi prometido. - le respondió la rubia después del beso.

Lucy para animarlo le planteó hacer una noche de películas después de comer. El plan sonaba increíble para el pelirosa, sobre todo cuando la rubia dijo que haría palomitas picantes.

De vuelta a un ambiente más normal para ellos, calentaron la comida que Natsu había preparado y se pusieron a hablar sobre su día, lo que habían hecho, a quién habían visto y el chisme más reciente que había llegado a sus oídos. La pesadilla quedo en segundo plano, casi olvidada, solo una experiencia desagradable detrás ya que después de todo no era más que eso, una pesadilla.

Un Natsu sonriente terminó de lavar los platos. La rubia siempre lo hacía sentir pleno, feliz y como el hombre más suertudo del mundo. Era un placer que haya decidido compartir su vida con él, era la mejor compañera de aventuras que había podido desear.

Mientras una Lucy igual de sonriente se ponía a preparar palomitas, Natsu salió un rato al balcón de su hogar. Necesitaba un momento para hacer una llamada, dentro de sí sentía necesario hacerlo.

Marcando un número de teléfono de memoria en su celular, escucho como marcaba, pasaron unos segundos donde aún no contestaban y el corazón del pelirosado hizo un vuelco, una pequeña ansiedad amenazaba con pensar en lo peor. Todo desapareció segundos después cuando finalmente contestaron.

Una sonrisa apareció en la cara de Natsu mientras escuchaba a la persona al otro lado de la línea. Era el saludo que había escuchado toda su vida, desde que tenía memoria.

- Papá. - saludó Natsu. - ¿Qué estas haciendo viejo?

Natsu sonrió mientras intercambiaban unos insultos amistosos entre padre e hijo, finalmente desde que despertó se sentía completo.