—¿Qué ha pasado con Philippe? —pregunta Azirabelle una vez salen del comedor.

—Me lo comí —responde la serpiente, yendo hacia afuera.

—QUEEEEE?! —le mira, deteniéndose y quedándose sin habla. Croulieau le echa una mirada—. Pero, Philippe ¡Lo queremos mucho! —le sigue.

—Tú me viste cenar contigo. ¿Sabes lo que tarda una serpiente en digerir una presa del tamaño de un caballo? No podría moverme en semanas.

—Ehh… no tengo ni idea ¿eso es que no?

Bufa.

—Menos mal —respira aliviado.

Croulieau le mira de reojo y vacila un poco porque quizás se está pasando un poco con él y si sigue peleando seguro va a querer marcharse y llevarse a Muriel con él.

—Está en el establo —acaba por confirmar.

—Oh. Me he asustado un momento.

—Vas a tener que aprender sobre el sarcasmo en algún punto si esto sigue así.

—Eso no es sarcasmo, ¡es mentira! —protesta.

—¡Es obvio que no me lo comí! —protesta de vuelta poniendo los ojos en blanco.

—¡No tiene nada de obvio! —sigue.

—¡Es obvio porque no estoy ahí medio muerto digiriendo! —se señala a sí mismo para evidenciarlo.

—O sea, cada que comes… ¿qué es lo más grande que has comido? —pregunta con curiosidad, inclinando la cabeza.

Croulieau le mira de reojo, porque no está preparado para esa respuesta.

No. No lo está.

—Una vaca —sentencia sin detenerse.

—¿ENTERA? —levanta las cejas y vuelve a dejar de caminar.

—No, en bistec —le mira de reojo y sonríe un poquito sin querer.

—Ah… ugh. ¡Qué tonto! —protesta apretando los ojos, porque mira que es inocente a veces y sigue caminando a su lado.

—De verdad. Aprende sobre sarcasmo —insiste y aun se le escapa la sonrisa.

—Vale, vale. ¡Ugh! ¡Es que tooooodo lo que dices es así! —sigue protestando.

—Más o menos —la serpiente se encoge de hombros.

—¿Eso es sarcasmo? —pregunta un poco confundido, haciéndole reír—. ¿Y eso?

—¿Vas a preguntarme eso de todo lo que diga? —pregunta de vuelta.

—Casi. Hasta que aprenda —el rubio se encoge de hombros.

—Ugh. Insufrible —asegura, poniendo los ojos en blanco.

—¿Qué has dicho? —frunce el ceño.

—Uhm, a-ayer... —vacila, sin mirarle, pensando en cómo hacer esto.

—¿Ajá? —le mira de reojo.

—¿Siempre te enfadas así por todo? —protesta. Mierda.

—¿Enfadarme así por todo? Sí me enfado cuando me ofenden —protesta de vuelta.

—No dije nada que no fuera cierto — Ojos en blanco, mierda otra vez.

—Te escuche la primera vez —Azirabelle bufa.

—Bueno, solo quería que quedará claro.

—O sea ¿me estás recordando que aunque piensas las cosas por las que me enfade anoche?

—L-Lo que digo es que no voy a disculparme por decir la verdad —Aprieta los ojos otra vez porque esto está saliendo mal... MAL.

—Pues yo no estoy de acuerdo. No creo que sea yo tan terrible por leer en vez de salir y socializar, ¡no hay nada de malo en ello!

—Socializar también es divertido, eso es lo que te estaba diciendo —le mira de reojo.

—Depende de con quién.

—Pues sí, igual que depende de qué libro leas.

—Eh… Bueno, sí, eso sí.

—El caso es que... —empieza de nuevo la serpiente.

—¿Ajá?—Azirabelle le mira, cruzándose de brazos frente al caballo que relincha un poco.

—Ugh. Nada —aprieta los ojos.

—¿Me ibas a decir por qué estás TÚ tan enfadado ahora? —Azirabelle se acerca al caballo haciéndole pat pat porque Croulieau no deja de ser una serpiente y le da miedo.

—Yo no estoy enfadado —no le mira, ni a él ni al caballo.

—Menos mal, imagina que lo estuvieras.

Le fulmina y luego vuelve a hacer los ojos en blanco.

Azirabelle cambia el peso de pie sin estar seguro ahoooora de queeeeeé pasaaaaaa.

¡Que está intentando disculparse y no sabe cómo!

Azirabelle le mira haciendo los ojos en blanco y luego se acerca.

—No vamos a ir en el caballo. Ven —hace un gesto para que le siga yendo para otro lado del establo.

—Este es el caballo, ¿has dicho que iremos en caballo o que no? —le sigue igual.

—Que no.

—¿Y en qué vamos a ir si no? —inclina la cabeza

—Tengo una máquina de vapor.

—¿Como un tren? —inclina la cabeza.

—No, no va sobre raíles. Es como el motor del tren.

—Oh ¿Y cómo funciona?

—Es el motor con unas sillas y unas ruedas, como si fuera un vagón. Un carro, pero a motor.

—Ohh… ¿y le pones carbón como a las máquinas de vapor? Eso podría servir en el futuro.

—Sí. Ese es el problema, necesito carbón cada poco metros.

—Ya veo. Y un maquinista.

—Yo soy el maquinista.

—Para no tener brazos, ni piernas, en realidad te las apañas bastante bien.

—A todo se acostumbra uno.

—Eso veo. Así que… vapor. ¿Es peligroso?

—Naaaah —eso sí es mentira.

—Podría explotar…

—Pfff... nah —más mentiras.

—V-Vale… Vale.

Ahí se va un cobertizo de madera junto al establo.

—¿Y sí podremos ir y volver? —le mira de reojo, un poco inseguro.

—Podemos poner madera si vamos por el bosque —y por eso es que va a ir por un hacha.

—O sea, pero hay que parar, bajar, cortar madera, traerla y luego caminar tres metros y…

—Pues un poco más de tres metros, pero sí.

—Llegaremos fuertes y fornidos… — Azirabelle piensa que eso es un montón de trabajo la verdad.

—De eso te encargas tú, yo no puedo cortar leña con la cola.

—Yo no corto leña.

—¿Por?

—Es cansado.

—Está bien, vamos en el estúpido caballo —Bufa. Azirabelle le mira y aprieta los ojos.

—No, vamos en tu máquina. Quiero ver cómo va.

Facepalm. No quiere volver a decir que no te aguanta, pero es que no te aguanta.

Ñañaña.

Ahí va de nuevo a por la máquina debajo de unas lonas, destapándola. Esta aun a medio montarla porque la está más o menos construyendo él mismo.

—Ohh... —Azirabelle le sonríe un poco preocupadamente porque es muy muy rudimentaria y eso es justo lo que le preocupa. JUSTO. Vamos, que el pueblo no está tan lejos pero… hum. Los lobos están ahí y hay nieve.

Ahí va Croulieau a subirse al lugar del conductor. Azirabelle agradece que no se desarme cuando se sube el a su lado.

Echa un poco de carbón en su sitio y mueve como tres o cuatro palancas. Luego se pone unas gafas con una gomita y un sombrero negro.

Azirabelle le mira y sonríe un poco porque es bastante mono.

Croulieau tira de una bola, aprieta un resorte, gira una manivela, tira de una cadena y unas cuantas palancas más antes que maquina se ponga a temblar.

Azirabelle se sostiene de donde puede, un poco aterrorizado pero sin quejarse por una vez. Algo impresionado.

Luego la máquina empieza a moverse, lenta al principio, saltando y temblando muchísimo.

—¡Ah! ¡Ah! ¡Si camina! —Azirabelle se agarra más fuerte, soltando un gritito cuando se mueven.

—¡Claro que camina! —grita entre el ruidajal y se ríe de manera un poco desquiciada mientras lo guía hacia la entrada.

Azirabelle está entre sorprendido y aterrorizado con esto.

Y espérate que va a empezar a ir más rápido de lo que es cómodo. Que tal como es esta cosa no es más rápido que un caballo, pero por cómo se mueve... Da miedo.

¿Más rápido que tan rápido? Azirabelle se sostiene de ¿¡Dónde está el sitio desde donde suele detenerse en el Bentley en este aparato?!

¡Sorpresa! ¡No está!

¡Ugh!

Pero si hay una cosa en el motor que hace unos ruiditos acompasados como el beat de Under Pressure.

¡Eso no lo hace mejor!

Mon dieu… —susurra Azirabelle empezando a rezar.

A lo mejor para ti no, pero Croulieau mueve la cola con el ritmo, dando golpecitos. Van a estar así un cuarto de hora y luego se va a parar en seco casi tirándolos al suelo.

Gracias al cielo. Azirabelle siente que le tiembla hasta el cerebro, no sabe si de miedo o de temblorina del vehículo.

—¡Hora de la leña! —exclama Croulieau alegremente, porque la máquina está funcionando súper bien para como han ido los otros paseos de prueba que ha ido haciendo.

—Ugh, ¡ese asunto! —Azirabelle aprieta los ojos en lo que la serpiente le pasa el hacha—. Ehh… —la mira y es que ha cortado pocas veces leña en su vida.

—La parte metálica, abajo y la sujetas por el mango de madera. La afilada, contra un árbol, hasta que el árbol se parta —le explica burlón y luego le guiña un ojo.

—Sí, la teoría me la sé —ojos en blanco —. Pero tú estás deseando a Gabriel o a Miguel aquí, no a mí —se baja igual. Ahora verás el desastre que hace.

—La verdad, si tú hermana no estuviera empujándome contigo todo el tiempo...

—No te está empujando conmigo —protesta tomando unos palitos del suelo y dándoselos.

—¿Te parece que no? Ya podría haber venido ella, mis muebles van a decapitarme —toma las ramitas y las echa al fuego del motor más algunas que él mismo ha recogido.

—Esto sería más fácil si encontráramos un árbol caído del que hacer leña. Aunque la frase diga que eso es feo.

—Si solo usaras el hacha...

—Pues usarla puedo, pero… —suspira frente a un árbol.

—Anda, no te cortes, usa la rabia que me tenías ayer a mí contra el árbol —le sonríe.

—Yo no expreso la rabia así, que lo sepas —protesta Azirabelle, dándole con el hacha al árbol con fuerza, pero cero habilidad.

—Se supone que tienes que cortar el árbol, no clavar un clavo —se burla Croulieau.

—¡No estoy clavando un clavo! —le fulmina.

—Eso debe ser exclusivamente por la obvia falta de clavos —se acercar a tomar el árbol que está intentado cortar y a sujetárselo un poco del otro lado para ayudarle.

—Pues dame clavos y clavaré —ojos en blanco del rubio.

—No quiero que claves clavos, quiero que cortar el árbol.

—¡Eso intento! —protesta.

—Cualquiera diría. ¿Quién te corta la leña en tu casa? —le mira.

—El hijo de la vecina.

—Quizás debí venir con él —ojos en blanco de la serpiente.

—¡Desde luego!

—No es por tus habilidades cortando leña que estas viniendo tú, claramente.

—Pues ¡justamente! Yo vine aquí porque voy a mi casa.

—Tendría que haber dejado que te encerraran en Moloch.

—¿En dónde?

—En un baúl. O en el sótano, donde querían encerrarte y... —se detiene de decir matarle porque tampoco quiere que no quiera volver al castillo.

—¿Querían encerrarme?

—Uhm... Bueno, a veces son un poco drásticos —sonríe un poco, falsamente.

—¿¡Me querían encerrar?! ¿De verdad?! —levanta las cejas porque pensaba que era sarcasmo de nuevo.

—Pues... ellos también opinan que debería estar pasando tiempo a solas con tu hermana.

—Entre más fuercen esto, peor será —bufa.

—¡No me lo digas a mí! —se defiende—. No te creas que iba a ser muy indulgentes conmigo tampoco.

—Tenemos que volver —decide con eso, preocupado.

—Si no me han matado es porque seguramente sin mí no van a romper la maldición... —se detiene con eso—. ¿Qué? ¿Volver?

—¡Quizás la encierren a ella o la maltraten o amenacen!

—Claro que no, la necesitan para romper la maldición.

—Pero en su mente parecen poder necesitarla solo amarrada en la cama para que te acuestes con ella.

—No sirve de nada hacer eso si no estoy yo ahí. Además, ya lo intentamos una vez y salió mal, no cometerán el mismo error dos veces... —asegura y luego reza para sí mismo para que así sea.

—Ya lo intentaron una vez. Mon dieu!

—Además, creo que la tetera le ha tomado cariño. Lo cual es sumamente sorprendente porque esa mujer no tenía corazón ni estando con vida.

—¡Ah! Qué alivio, la psicópata le ha tomado cariño —protesta el rubio con sarcasmo.

—Pues aunque te pongas sarcástico ¡es algo digno de mención!

—¿Te lo parece? —le mira de reojo.

—Sí. No le va a pasar nada. Vamos —insiste con un gesto de la cola.

—¡Eso dices tú porque quieres romper la maldición y mi hermana no te importa! —mira, ha conseguido darle al árbol varias veces y ahora está medio… inclinado. Pobre arbolito joven.

—¡Claro que me importa! —le discute y tira del árbol con la cola desde más arriba de donde está cortando para hacer fuerza y que se rompa.

—¿Qué te importa de ella? —le mira con fiereza.

—Pues es bastante dulce y encantadora —asegura, porque sí le parece que lo es y le cae bien, no necesariamente quiere que la maten si la maldición no se rompe como ya ha pasado antes.

—Sí que lo es —sonríe un poco para Croulieau.

La serpiente le sonríe de vuelta y se parte el árbol de golpe sin que se lo esperara.

—¿¡Estás... Bien?! —Azirabelle pega un gritito asustado.

—Ah, sí, sí —sale de entre las ramas—. Mira, oficialmente has cortado tu primer árbol.

—Por un momento pensé que no —sonríe.

—¿Quieres hacer los honores de echarlo al fuego?

—¿No hay ahora que hacerlo cuadritos?

—¿Con lo que te ha costado cortarlo? El fuego se encargará de eso.

—Oh, ¡Vale!

—Vamos.

Ahí van a cargar el árbol con dificultad porque ninguno parece un portento de fuerza pero al menos Azirabelle tiene brazos… Eso ayuda aunque Croulieau parece un poco enterrado en hojas de la copa.

Pues ahí va Azirabelle, tu prepárate para que mañana se QUEJE TODO EL DÍA.

Como si hoy no se estuviera quejando.

Hoy está siendo amable y considerado y casi no se ha quejado.

Claro, claro.

Pues eso dice él, aléguenle.

Unas cuaaaantas horas más de encantador viaje así más tarde...

Fundido en negro.

—UFF… UFFF! UUUUFFFFFFF!

Now fucking what? —protesta Croulieau parándose por vez como un millón y medio si le preguntas a él.

—¡Que me duelen los brazos!

—Ya sé que te duelen los brazos. Es porque estas agarrado de esas cosa que te he dicho que no agarres, porque antes no te he dejado agarrarte de la otra porque te dolían las piernas y luego la cabeza y luego estabas mareado y luego te mordiste la lengua y luego tenías que mear y luego tenías hambre y luego me plantee yo muy seriamente qué es lo que me impide estrangularte.

—Pues es que esto se mueve un montón, estoy intentando, ¿vale?

—Ya no queda mucho, para la suerte de todo el mundo.

—Hay que… necesitamos ver cómo hacemos para que no te vean, ni a ti ni a este cacharro.

Ojos en blanco de la serpiente.

—TODO el pueblo saldrá a vernos si llegamos así a casa —porque soy amigo de todos.

—Bien, hagamos un poco de ruido —sonríe Croulieau.

—Eh… ¿queremos eso? —Azirabelle le mira de reojo—. ¿Queremos que todo el pueblo te vea?

—Oh, ¿no? —vacila—. Mmm... Supongo que no.

—Podríamos rodear un poco y dejar esto en el bosque cito que hay hacia la colina —le señala.

—¿Para que alguien lo robe? ¡No! —protesta.

—¿Quién se va a robar ESTO? —ojos en blanco, se muerde la lengua para no decir "este cacharro infernal"

—¡Cualquiera! Es muy bonito y muy útil —sigue defendiéndose.

—Nadie lo sabrá.

—¿Y qué tal que lo encuentran o se moja de la lluvia o la nieve? —Croulieau acaricia una palanquita con la cola con mucho amor y cuidado.

—Aquí abajo no hay nieve, pero vale, podemos cubrirlo con una piel —Azirabelle suspira poniendo los ojos en blanco.

—¿Una piel? ¿De dónde vas a sacar una? —le mira de reojo.

—Pues tendría que ir por ella a casa.

—Te espero con él —decide.

—¿En serio? —le mira un poco incrédulo.

—Claro que sí, aun pienso que alguien vaya a robarlo. Además, ¿no ibas solo por ropa interior? —le hace un gesto con la cola para que vaya.

—No podemos volver hoy, vamos a tener que pasar la noche aquí —le recuerda la hora que es señalando el cielo y haciéndole bufar porque tiene razón, viajar de noche no es opción—. No va a pasarle nada, confía en mí.

—Como le pase algo tú vas a conseguirme uno nuevo —le amenaza, señalándole.

El suspiro.

—¿Qué te pasa ahoraaa?

—Nada, nada Da vuelta hacia allá.

—No digas nada nada después de suspirar de esa manera.

—Solo estoy suspirando porque qué tal que uno de los idiotas del pueblo que aman disparar y cazar, deciden usar esto de blanco.

—¿¡La máquina!? ¡No se va a quedar en el bosque!

—Es que son más que capaces. Ugh.

—Pues lo llevamos hasta la casa. Lo llevas tú.

—Tú te escondes debajo de la capa.

—Sí... sí.

—Pues venga... Uff, esto vibraaaaaaaa

Croulieau le mira unos instantes con eso y luego se mete a esconderse. No sé cómo no se van a matar pero parece ser gracias al ángel de la guarda de Azirabelle.

La verdad, la serpiente se le mete dentro de la capa a él e intenta ver sacando la cabeza por debajo de sus brazos e insiste en apoyar la cabeza en su regazo como un perro que pide comida.

"He encontrado una serpiente y decidí hacerme su amigo, una serpiente que parece una boa del zoo." Azirabelle le hace pat pat en la cabeza, como si fuera un perrito. Mientras todo vibra y trata de no caerse y no chocar con nada.

Le va a salir la cola por el otro lado para mover el volante un poquiiiito. Aunque la verdad, se queda un poco perplejo con el pat pat porque esto dista un poco de cómo... todo el mundo actúa a su alrededor.

Me mira a mí, no hay nadie más. Y me ha rozado la pezuña sin temblar…

—Ayúdame, ayúdame. Ay, ay, ay… que me estrello… —va LENTO.

—Por favor. Te vas a estrellar pasado mañana, solo gira el volante —protesta por el drama.

—¡Pues yo lo giro!

Igual tira para girarlo del lado correcto y sí que hay algunos niños y curiosos viendo a ver qué pasa y suena así.

—Esto llama mucho la atención —protesta el rubio.

—De nada —sonríe la serpiente, medio escondido.

—No debería, ¡qué tal que te ven!

—¿A mí? Nadie se va a fijar en mí, estoy escondido.

—TODOS se fijaran en mí. Ugh. Vamos más rápido.

Ahí va la cola a abrir la puertecita adecuada del todo para ello.

—¿Qué haces?

—Correr.

—AHHHHH!

El problema es que él no sabe a dónde vais y Azirabelle solo está intentando no estrellarse más bien el rubio debería dirigir y él ocuparse de eso.

—Vale, vale… vamos más lento.

—Nah —la verdad, pone un poco de expresión de maníaco.

—Venga, que nos vamos a matar —suplica, apretando los ojos.

—Ya no podemos estar tan lejos.

—No, de hecho… —levanta la cara.

Entonces van a llegar con más o menos dificultades y unos cuantos niños se le van a acercar a Azirabelle a preguntarle por esta cosa sin caballo que hace tanto ruido.

—Ehm... Es una máquina, como de vapor, como… parecida a un tren pero sin vías —repite lo que le dijo Croulieau como explicación.

Todos corren alrededor intentando subirse y Croulieau aprieta los ojos porque es que le van a descubrir.

—No, no. No. ¡NO! ¡Paren! ¡Es peligrosa! —chilla y algunos sí se detienen, pero no todos—. Ugh, mala idea. Muy mala idea.

Croulieau va a intentar que la máquina haga algún ruido feo a una explosión rara, pero... no mucho porque ¡qué tal que explota de verdad!

—Chicos, chicos, ¡paren ya!

Va a salir Croulieau de debajo de la capa de Azirabelle a mostrarles los dientes como si fuera una cobra. Ojalá tuviera unos dientes grandes como de serpiente venenosa y unas aletas que se abrieran cuando se pone violento, pero solo con su tamaño da bastante miedo de per sé y eso es lo que consigue que los niños salgan corriendo.

—Ufff, como vengan ahora sus padres… —se lamenta Azirabelle.

—Seguro todos se van a creer que parte de la fauna autóctona de Francia son las boas negras de veinte metros.

—Claro, SEGURO…

Le mira, porque exacto. Sarcasmo de nuevo y ahora te está haciendo sarcasmo el también.

—Venga, entremos a casa y recemos para que no venga más gente.

—Te sigo.

Ahí le dice Azirabelle por donde, abriendo la puerta de casa y la serpiente le mira de reojo a los ojos de manera intensita, pasando dentro y luego viendo alrededor.

Get thee behind me foul fiend… after you —le dice en francés, pero es más icónico que el lector lo lea en inglés, se entiende mejor la referencia.

Quoi? —deja de mirar a la casa para mirarle a él.

—Ahh, nada. Nada. Bienvenido —le sonríe.

—No, algo has dicho ¿Cómo me has llamado? —entrecierra los ojos, sonriendo.

Foul fiend. Ehm, es igual —carraspea, sin mirarle, pasando a su lado, nerviosito.

—¿Qué significa? —inclina la cabeza.

—Ehm... —le mira, como atrapado—. ¿Demonio… asqueroso?

—Ay, venga ya. Mira quien habló, el angelito —ojos en blanco y se da la vuelta a mirar alrededor.

—Pues más que tú, seguro que sí.

—¿Sí? ¿Qué tienes tú de ángel? —pregunta mirando alrededor y tomando un adornito con la cola para verlo de por ahí encima.

—Pues… —es que hasta a él le cuesta—. Soy bastante piadoso.

—¿Ruegas por nosotros, pecadores? —le mira de reojo, dejando lo que ha tomado en su sitio.

Oui. A veces —a veces pone su libro dentro de una biblia y se va a leer a la iglesia donde está fresco, para que nadie le moleste.

—Uy, esos son los peores. Eso decía mi madre —se vuelve a mirar alrededor, con curiosidad.

—Venga ya, ¿peores por qué? —frunce un poco el ceño.

—Fingen ser buenecitos y luego... —se encoge de hombros.

—Tsk, que va! —protesta, sonriendo un poco.

—Y luego te hablan de tus genitales como si hablaran del clima —sigue la frase yendo a por otra cosa, que no es una foto porque aún no las inventaban. Ugh. Debe ser un florerito o algo. Una estampilla de la virgen.

—¡ESO es culpa del reloj! —lo acusa.

—El reloj ni siquiera estaba presente —se defiende yendo a ver los dibujos y patrones de Muriel que hay por todas partes.

—El reloj me había hablado de cómo ibas a violar a mi hermanita.

—Por lo menos ya lo consideramos algo del pasado.

—Pues… ugh, ¿¡me estás queriendo decir que no debería?!

—No, no —levanta la cola en señal de inocencia—. Solo me pregunto si ella te dijo algo sobre mí.

—En realidad, no. Anoche… —hace una pausa y piensa que no dijo NADA—. No dijo mucho, no.

—¿Solo hablaste tú?

—Un poco, sí.

—Ya imagino. Quejas y más quejas —ojos en blanco.

—¡No! ¡Le estaba explicando todo!

Hace gestos con la cola mientras mueve la cabeza infantilmente haciendo blablablá.

—¡De verdad! Ugh, eres imposible.

—"Croulieau es un foul foul demonio asqueroso y tenemos que perseguirle con antorchas y estacas hasta decapitarle en la guillotina" —le imita con voz chillona tomando un libro de por ahí.

—Eso no necesariamente me parece que sea adecuado. Preferiría yo que lo que pasara con Croulieau es que dejara de ser una serpiente y se convirtiera de nuevo en él. Seguro el foul fiend que era antes y entonces podríamos concluir si debe o no ser decapitado.

—¿Te parece que si tuviera dos brazos y dos piernas sería menos imposible?

—Hum, bueno, es que se tiene que ser de un modo imposible muy preciso para que te corten la cabeza.

—Ya veo. Sí, supongo que mi cabeza no cabe en el agujero de la guillotina.

—Por ahora, no.

—Un tremendo inconveniente ya imagino —suspira.

—En realidad, alguna ventaja tendría que tener el ser una gran serpiente. Al menos no te pueden arrancar la cabeza de esa forma. Y menos mal que aquí le gusta a la gente hacer esto con un aparato especial y no con una simple hacha o espada, así que tienes suerte.

—Supongo que en el fondo siempre quedaran las hachas y las espadas.

—Pero aquí no gustan demasiado.

—Menos gustan las serpientes gigantes.

—Ah, eso es una cuestión… a nadie suelen gustarle en general.

—Ya, ya —le mira de reojo—. Este sitio es... uhm.

—¿Es que?

—Acogedor —que en el argot de los agente inmobiliarios, significa pequeño, pero pequeño de narices.

—¿Acogedor?

—¿No? La verdad esperaba algo más grande.

—No somos nobles y somos bastante nuevos en este pueblo. Es una casa como cualquier otra... pero es bonita y en efecto, acogedora — Azirabelle suspira.

—La verdad, esperaba una estantería con un libro de esos que tiras así y abren un pasaje secreto o algo.

El parpadeo triple con el que le mira Azirabelle es bastante evidente. Ehm... faltan doscientos años para las crónicas de Narnia pero estamos seguros de que los disfrutarías. Aunque es un libro bastante religioso como para tus gustos.

—Ah. Eso nos gustaría a todos.

—Debo admitir que es el lugar perfecto para el cliché de "solo había una cama" —comenta mirando al techo y a las lámparas.

—¡No hay solo una cama! ¡Cada quien tiene su habitación! —exclama, un poco indignado.

—No hace falta que grites, solo digo que si eso es lo que quieres, vas a tener que buscar una mejor excusa.

—Si es lo que yo... quooooi?

—Supongo que podría haber chinches en una cama o algo así, en caso de requerirlo —se encoge de hombros.

—¡No hay chinches en ningún sitio! —protesta.

—Lo que digo es que no me parecería raro que aparecieran misteriosamente de repente. Aunque sí sería incomodo, no te lo tomes a mal —sigue, sonriendo de ladito.

—Pues incómodo, seguro. Usas tú el 90% de la cama.

—¿Tú qué sabes?

—Pues ¡solo por tu tamaño debes hacerlo!

—Seguro eres tú el que lo hace si te preocupa tanto —ojos en blanco.

—Ehh... no sé. Nunca he dormido con nadie que se quejara —eso es altamente probable, sí.

—Parecías quejarte bastante esta mañana —la serpiente le mira de reojito

—¿Yo? Se supone que quien se tendría que haber quejado era Muriel.

—La verdad, a mí me parece que tu cama estaba incomoda pero no ha bajado a desayunar para comentarlo.

—¡Mi cama era insoportable! —protesta.

—Empiezo a ver un patrón —se burla.

—Ugh, basta ya —aprieta los ojos—. Tengo que ir a alimentar a las gallinas, a pedirle a la vecina que por favor las cuide y a poner la ropa de Muriel y la mía en un equipaje.

—Y a conseguir algo para cenar —añade la serpiente.

—Ah, eso sí. EN la cocina hay comida —la señala.

—Y espero que no esperes que cocine yo.

—¿Cocinar? —parpadeo—. ¿Quieres algo, ehm, elaborado?

—¿Qué es lo que sueles comer?

—A veces voy a la taberna, la vecina me trae un plato o Muriel prepara de comer.

—No parece que ninguna de esas tres opciones sea viable.

—No, yo puedo hacer crepes —se rasca un poco la cabeza pensando en algo fácil.

—Está bien —asiente.

—Pero tienes que ayudarme.

—¿Echarte una mano? —Badun tss

—La cola, por más mal que se oiga —sonríe.

—No prometo nada, pero soy bastante hábil con ella —le sonríe de vuelta.

—Eso ya lo he visto, a momentos se le olvida a uno que eres una serpiente —admite asintiendo.

La levanta y le tienta tocarle la cara, apartarle el pelo o algo, pero se detiene y la aparta. Azirabelle mira su cola de reojo un instante, así que la serpiente carraspea porque no esperaba que lo notara.

—Tengo que irme. Voy a... No creo tardar mucho. Estás en tu casa —vacila un poco pero finalmente le da la espalda.

—Merci —le mira de manera un poco intensita otra vez y suspira.

Azirabelle vacila un segundo antes de irse a la puerta. Hala. Ahora ya le ha entregado su casa al monstruooo

El monstruo que, la verdad, quisiera poner música y estar tomando un vinito.

Vinito sí que hay. No creo que tengas que buscar mucho.

A lo mejor si se sirve un poco y va a ir por la casa a ver si encuentra algo interesante.

Eso depende de lo que definas como algo interesante.

Sin fotos, ni videos, ni música, ni porno. La vida en el barroco era muy aburrida. De verdad, va a tener que malditasea leer un puto libro.

Lo sentimos pero, a menos que Azirabelle repentinamente dibuje (cosa que no veo pasando) sí.

Está bien, quizás le robe un diario.

Eso es bastante mala idea. Déjalo, porque… es un brujo que te va a maldecir.

Tampoco creo que el diario cuente nada interesante, si no hace nada en todo el día. "Querido diario, hoy he terminado de leerme la enciclopedia entera, estoy aprendiendo mucho pero la verdad es que sigo pensando que falla en la trama y hay demasiado personajes."

¡Oye!

Ay, claro que no es un brujo, para eso debería tener algún talento.

Tiene muchos, solo es que tú aún no los conoces.

Ojalá alguno sea cocinar.

Ojalá cocine algo que sea tóxico para las serpientes.

Ojalá, así ya no tendríamos que aguantarle más rato quejándose de todo.

IÑñaña.

Entonces ¿nada? ¿Nada de nada? ¿Solo reseñas de novelas raras y quejas sobre Gabriel y sus secuaces en este estúpido diario?

Ehh... Puede que sí haya algún pasaje un poco raro sobre algún escritor.

¿Qué hay de sus escritos? Puro fanfiction de las tragedias de Shakespeare en el que nos intenta convencer de que su protagonista (claramente un self-insert) que es más bueno que el pan y todo el mundo le quiere, le aprecia y admira por su bondad e inteligencia, va a entrar en un slowburn de miles y miles de páginas en las que su enamorado (un personaje no exactamente muy definido) está en toloache desde el minuto cero pero él disfruta solo negándose a caer en sus redes porque no es una persona fácil a pesar de los incansables intentos de, permitidnos la ridiculez: cortejarle.

Pues él es BUENO como las crepes, pero en realidad… ugh. Quisiera decir que no pero sí parece ser eso lo que hay.

Qué triste es todo esto... ¿algo de ropa que pueda probarse? ¿Uno de esos ridículos lacitos?

Eso sí que hay.

Mira por donde, vamos a jugar a Barbie Safari-en-la-jungla un rato. Y a ponernos frente a un espejo y a tener un emotional breakdown porque no es por nada que rompimos todos los del castillo. Este no lo rompe, pero sí tira una muñequita en forma de angelito cuyos trozos procede a esconder debajo de la cama culpablemente.

¡Croulieauuuuu!

¡Ha sido un accidente!

No puede ser que tú tengas ahora el más oscuro secreto de esa habitación.

Pues... esto podría ser más triste y patético, pero no se nos ocurre cómo.

—He vueltoooooo —canturrea Azirabelle habiendo vuelto, abriendo la puerta.

Es que no hay ni un dildo de madera o... ugh! Vale, sale de ahí corriendo.

—E-Estoy aquí.

Corriendo es muchísimo decir para lo que haces, Croulieau… pero se entiende.

En el sentido de arrastrarse deprisa. Sonriendo y fingiendo que todo está bien, no estaba revisando el cuarto a nadie.

—Ah, ¿qué hacías? —pregunta Azirabelle sonriendo un poco.

—Nada. Poner chinches en las camas —bromea ooootra vez—. Solo en una de ellas, por eso. Parece un básico indispensable

Azirabelle se ríe un poquito y Crowley sonríe con eso, acabando de bajar.

—Bueno, ya estoy. ¿Has encontrado algo de comer? ¿Te has servido un poco de vino? —pregunta el rubio.

—Vino, sí. Comida, no —le muestra su copa, dejándola por ahí.

—Ah, lo de la comida. Hum… vale —se quita el saco y se dobla las mangas, cosa que parece ser una señal de sensualidad.

¡Pues lo es! No sabemos por qué no os lo parece. Mientras el otro idiota solo puede arrastrarse por ahí como imbécil. Ni ropa puede ponerse. Como no se saque los dos penes de donde quiera que los tenga guardados...

—Bueno, vamos a ver... Lavarse las manos y la cola —se acerca al fregadero abriendo el agua y ahí se va tras él la serpiente, metiendo la cola entre sus manos para que se la lave también. Azirabelle lo hace y le mira de reojo—. ¿Alguna vez has cocinado algo?

—Una vez puse una barra de chocolate sobre una rebanada de pan. Fue un éxito —responde sonriendo.

—Uy, todo un chef. Realmente me impresionó —replica sarcástico, pero sonriendo un poco.

—Pues mejóralo, anda —protesta por el sarcasmo.

—¿Qué quieres que mejore? Tu… ¿Habilidad? Vale. Ve mezclando el huevo, en lo que salgo por leche.

—¿Mezclarlos? ¿Con que? —le mira de reojo.

—Con… sigo mismos. Abre, tres huevos y mezcla clara con yema.

—Vale, vale.

—No tardo —ahí se va por la leche con un cuenco.

Croulieau busca los huevos y algún recipiente donde ponerlos y... sabe que hay una parte blanca y una amarilla, así que toma unos cuantos huevos blanco y otros marrones y los pone en un plato hondo todos juntos sin romperlos. Mezclándolos entre ellos. A lo mejor cuando los eche al agua hirviendo es que se vuelven blanditos y viscositos o algo así.

Croulieau… No me jodas. Ahí vuelve Azirabelle con el cuenco de leche... Que aún no pasteurizan así que no sé cómo no se mueren de bordetella.

¡Pues él qué va a saber!

—¿Ya están? —pregunta Azirabelle sin mirarlos aún.

—Seh

—Vale, hay que agregarle ahora la leche y la... —parpadeo, parpadeo

La serpiente sonríe, tan orgulloso de sus huevos mezclados

—Es esa... ¿Los huevos con todo y cáscara?

—¿Qué cáscara? Mira, estos son los blancos y estos los marrones —se los señala con la cabeza.

—¿Cómo que qué cáscara? Que… que… ¿¡qué?! —parpadea súper descolocado.

—Las claras y las yemas. No sabía cuántos echar, así que espero que haya suficientes.

—Las claras y las yemas no son así.

—Bueno, claro, están crudos. Ahora se cocinaran.