Draco y Hermione no se habían percatado del modo en el que ambos se miraban sin perder detalle, tampoco se había percatado de que sostenía a la chica por los hombros, hasta que el ruido del ascensor abriéndose los hizo salir del trance en que se encontraban, de inmediato la soltó.
-Es por aquí, sígueme- indicó él, dándole la espalda y encaminandose por el pasillo a mano derecha, la muchacha no dijo nada, siguió sobando su pecho mientras registraba con la mirada el lugar, no tenía nada peculiar pero se daba cuenta de que era un poco modesto a comparación con los lujos a los que sabía que Draco estaba acostumbrado, el chico usó la llave y dió otro estornudo, abrió la puerta, entró y encendió las luces- Siéntate, traeré lo que necesitas- informó quitándole el abrigo y colgándolo en un perchero que estaba junto a la puerta de entrada.
Ella entró lentamente y Draco cerró la puerta para posteriormente dirigirse a una habitación, Hermione tomó asiento y dió un vistazo, aquello definitivamente no se parecía en nada a los finos muebles y objetos de decoración caros que recordaba haber visto alguna vez en la mansión Malfoy, al parecer el muchacho hoy en día mantenía un estilo de vida más modesto; la serpiente salió y se acercó a la castaña con el estetoscopio, la joven se quedó en silencio, mientras, él la revisaba en cuclillas de frente a ella -Toma- dijo extendiéndole un vaso pequeño con medicamentos- No tengo lo necesario para suministrar intravenosa, su efecto será más lento pero, se te quitará el dolor, te traeré agua- se puso de pie en dirección a la cocina dando nuevamente un estornudo.
-Quizá deberías bañarte, ya pasaste varias horas con esa ropa mojada- mencionó mirando al rubio
-Ahora soy yo quien te pide que no le digas que hacer- inquirió inclinando la jarra para servir agua en el vaso, la chica rodó los ojos
-Como quieras- mencionó ella indiferente, él volvió y le dió el vaso con agua, se tomó el medicamento, la lluvia seguía incesante afuera repiqueteando en las ventanas del lugar, el Slytherin volvió a estornudar y ella le miró fulminante, él la miró y se puso de pie con rumbo al baño.
-Lo haré porque quiero- aclaró y la chica dió una sonrisa triunfante, tan pronto escuchó la regadera se puso de pie para indagar un poco sobre el chico, se acercó a una pared donde tenía una repisa con algunas fotografías enmarcadas, éstas se movían dejando ver a una familia Malfoy en su mejor momento, el Draco de la foto tendría algunos catorce años y sus padres mantenían el usual porte soberbio, mirar a esa familia y recordar lo que vivió en su casa le revolvió el estómago, pasó su vista de ellos a otros cuadros en los cuales estaban la cédula profesional del "Doctor Jason Smith" quien realizó su especialidad en medicina general en Francia hace cuatro años atrás.
-Jason Smith, si, claro- dijo con sarcasmo por lo bajo para si misma, volvió sus ojos a la siguiente fotografía; una linda joven de cabello oscuro y largo le sonreía, el rostro de la chica le resultaba familiar a Hermione, se acercó un poco más para analizarla detenidamente- ¿Astoria Greengrass?- susurró
-Sabía que estarías de entrometida- la voz molesta de Draco le hizo dar un sobresalto
-Yo solo estaba...- dió media vuelta y se alejó de la repisa
-Metiéndote donde no te llaman, como siempre- interrumpió la explicación de la chica, ahora vestía un pijama y una camiseta blanca- No porque estés aquí, quiere decir que puedes aprovechar para intentar averiguar sobre mi, Granger- se cruzó de brazos recargado en el umbral de la puerta del baño
-No te pedí que tuvieras atenciones conmigo- replicó de malas y el chico rió
-¿Atenciones?, ¿Quién eres, la reina muggle?, No te sientas importante, no lo eres, ya te dije que lo haría por cualquier paciente- cerró la puerta del baño
-Para empezar el nombre de la reina es Isabel y tú fuiste quien decidió traerme aquí- replicó la castaña
-En mala hora lo hice- él comenzó a sentir congestión en la nariz, le dió la espalda para ir a la cocina, la muchacha quiso responder pero al tomar aire sintió un pinchazo en el pecho que le hizo soltar un quejido llevándose ambas manos a la zona de la molestia, el chico al instante volvió y se acercó a ella -Siéntate, a eso me refería, deberías estar reposando y no haciendo y diciendo tonterías- la reclinó sobre el sofá, Hermione empezó a sentir un leve mareo.
-Me voy de aqui- mencionó colocándose una mano sobre la frente
-Si, claro, si tan solo pudieras salir por ti misma de éste sitio- se burló y tomó una medicina para el resfriado
- Con magia todo es posible- intentó ponerse de pie, el rubio casi se atragantó con el agua que estaba bebiendo
-No, de ninguna manera, no puedes hacer magia aquí- advirtió acercándose y apuntándole con un dedo amenazante
-¿Por qué no?- quiso saber ella, el chico de pronto pareció nervioso
-Porque... hay muchas personas en este lugar, alguien se podría dar cuenta- titubeó en sus palabras y la chica pudo notarlo
-¿Qué es lo que escondes?- le miró con los ojos entrecerrados y sonriendo ligeramente
-No escondo nada, tonta, además no estás en condiciones de hacerlo, ni eso ni nada- replicó de malas- ¿Sabes qué?, a fin de cuentas, haz lo que quieras, es tu salud y no la mía- estornudó y dió media vuelta para dirigirse a su habitación
-¡Oye, espera!- se incorporó la chica sentándose- Si me voy a quedar, ¿Dónde dormiré?- cuestionó
-Ahí, ¿Acaso no es suficiente para usted su majestad?- repuso sarcástico e hizo una exagerada reverencia, la muchacha solo rodó los ojos, el jóven sonrió burlón y retomó su camino -Apuesto a que esa tal Isabel no es tan delicada como tú y mira que a diferencia de ti, ella si podría darse esos aires de grandeza - siguió la burla mientras se iba.
Cayó la madrugada, el dolor de Hermione se había ido pero ahora tenía otra incoformidad, el rubio no se había molestado nisiquiera en darle una sábana y se estaba muriendo de frío, la lluvia ahora venía acompañada de relámpagos y granizo, la chica por más que buscaba cómo dormir para pasar menos frío, no lograba estar cómoda por lo cual se armó de valor para levantarse y hablarle al Slytherin para pedirle una manta, pensando que quizá obtendría una negativa se atrevió a acercarse a la puerta de la habitación, escuchó a través de ésta pero no oyó ningún ruido, abrió despacio y se asomó.
-¿Malfoy?- entró con cautela y se aproximó a la cama del chico, éste se encontraba bañado en sudor, temblando, con los ojos cerrados y murmurando algo que era inaudible para Hermione, ella sintió un vuelco en su estómago -¡Malfoy!, ¿Malfoy, éstas bien?- el jóven no respondía, seguía hablando por lo bajo para si mismo, la muchacha de inmediato encendió la lámpara y le quitó la sábana con la que estaba cobijado la cual también estaba empapada, se dirigió rápidamente a la cocina para traer un poco de agua en un recipiente y un trapo, tomó de su bolso un frasco con esencia natural de eucalipto que ella generalmente usaba como relajante y virtió un poco en el recipiente, empezó a ponerse nerviosa, no sabía qué hacer para ayudarlo, regresó e intentó levantarlo para sacarle la ropa, teniendo demasiadas dificultades para maniobrar con él, le sacó la camiseta, posteriormente le colocó el trapo húmedo en la frente.
-Perdónenme- dijo en medio de su delirio - Nunca quise que pasáramos por esto- mantenía los ojos cerrados
-¿Malfoy?- intentó hablarle la castaña, se acercó más a él para poder escuchar lo que decía con claridad
-Es mi culpa, todo fue mi culpa- seguía el jóven
-¿De qué hablas?- mantenía la mano sobre la frente del muchacho sujetando el trapo
-Mamá, lo siento- habló con la voz quebrada y sollozando, Granger lo miró asustada
-Tranquilo- intentó calmarlo nerviosamente
-Papá, no quería abandonarte, no quería- empezó a llorar con sus ojos cerrados derramando amargas lágrimas.
-Todo está bien- la muchacha habló con un hilo de voz, sentía un nudo en la garganta al ver la situación del rubio, temiendo no poder hacer nada por él, Draco tenía la respiración agitada, de pronto entre lágrimas abrió los ojos y miró fijamente a Hermione
-Astoria- le dijo casi en un susurro, la Gryffindor tenía demasiados nervios, no logró articular palabra, él acarició su mejilla -Siempre te voy a amar- se acercó y le dio a Hermione un tierno beso en los labios, ella no se movió, la había tomado por sorpresa el acto del chico, él volvió a recostarse y cerró de nueva cuenta sus ojos.
Hermione le miró atónita, se había quedado helada, le quitó el trapo de la frente y lo volvió a humedecer para empezar a esparcirlo por el pecho y los brazos del rubio, le acomodó las almohadas y le cambio con dificultad las sábanas, luego de un buen rato, el chico se encontraba más tranquilo, ya no estaba agitado ni temblando pero la fiebre seguía, ella miró el reloj, pasaban de las cuatro de la madrugada, el sueño la estaba venciendo tomó una silla y se reclinó cerrando un momento los ojos, de vez en cuando volvía a remojar el trapo para repetir el proceso por el cuerpo del muchacho, de pronto sintió que Malfoy sujetó su mano.
-Quédate conmigo- le pidió con los ojos aún cerrados
-Yo...- pozó su otra mano sobre la del chico
-Por favor- insistió y se dio media vuelta sobre la cama aún sosteniendo la mano de ella
-Me quedaré- aceptó y se reclinó sobre la cama junto a él, a los pocos minutos Draco se quedó profundamente dormido y la chica seguía mirándolo nerviosa y confundida, al cabo de un rato ella también se dejó rendir al sueño.
La muchacha se encontraba en el colegio, más específicamente en la torre de astronomía, lo esperaba, ansiaba que llegara, de pronto escuchó unos pasos subiendo por las escaleras a su encuentro y entonces, lo vió, Draco Malfoy yacía frente a ella y se acercó para sujetar la mano de la castaña.
-Siempre te voy a amar- le dijo mirándola a los ojos - Quédate conmigo- le pidió
-Me quedaré- respondió ella, el rubio acarició su mejilla y le dió un tierno beso en los labios, se separó un poco de ella y volvió a mirarla fijamente sonriendo
-Granger... Granger- decía observándola y sonriendo- Granger, despierta- la muchacha le miró confusa
De pronto sintió que algo la había golpeado, abrió los ojos y tenía una almohada sobre su cara, la quitó y la luz del sol resplandeciente la desconcertó, no había huella de la tormenta de unas horas antes.
-¿Me puedes decir que mierda haces en mi habitación y peor aún dentro de mi cama?- preguntó el rubio de pie junto a la cama
-Ah... yo... tu, estabas- ella estaba perpleja y algo adormecida
-Debo ir a trabajar, levántate- habló de malas, al parecer se encontraba mejor
-Intentaba ayudarte- le miró fulminante mientras se sentaba en la cama
-Yo no necesito ayuda de nadie- afirmó buscando ropa en su armario
-No parecía ser así anoche- habló con hostilidad poniéndose los zapatos
-¿De qué diablos estás hablando?- quiso saber notándose molesto
-¡Ah!, ¿Ahora no lo recuerdas?- cuestionó sarcástica
-¿Recordar qué?, ya salte de aquí- le exigió y siguió rebuscando
-De todo lo que decías anoche mientras estabas delirando por la fiebre que tenías, hablabas de tus padres y de Astoria- se puso de pie, el rubio dejó de hacer lo que hacia y volvió su mirada sorprendida a ella perdiendo el color del rostro.
-¿Qué fué lo que te dije?- habló nervioso
-Nada en concreto solo escuché que los mencionaste- mintió al ver la cara de él
-Me da igual, quiero que te largues ya, estoy ocupado- le dio la espalda volviendo a lo suyo
-Eres un malagradecido- reprochó ella cruzando los brazos
-Si, tanto que te dí asilo aquí mientras estabas enferma y se estaba cayendo el cielo, ¡Ah, si!, sin mencionar que también te atendí- le miró de soslayo con fastidio
-Yo hice lo mismo por ti- mencionó enojada
-Entonces estamos a mano, ¿Te largas ya?- extendió la mano y abrió la puerta invitándola a salir
-Imbécil- dijo casi en un susurro y salió del departamento lo más rápido posible, no entendía cómo podía ser tan mezquino y desagradecido, al mismo tiempo pensaba en lo ocurrido la noche anterior, lo que mencionó a sus padres y se cuestionaba la razón por la que se disculpaba con ellos, al mismo tiempo no dejaba de pensar en el beso que le había dado creyendo que era Astoria Greengrass; sin darse cuenta ya se encontraba frente a su auto y notó que había dejado las llaves pagadas y las puertas abiertas, subió en él y emprendió su camino.
Al llegar a casa, Hermione también tenia que prepararse para trabajar, al acercarse para abrir la puerta, una lechuza reposaba sobre la cornisa de la ventana, se acercó para quitárle la carta de la pata, notó su nombre escrito en ella con la letra de Harry.
Draco salió de bañarse y se cambió, al pasar por su maletín a la sala notó que el bolso de Hermione yacía sobre una silla.
-¡Ah, mierda!- exclamó enfadado al saber que de nuevo tendría que verla, reflexionó un momento y se cuestionó a si mismo si ésta idea le parecía realmente desagradable.
