Pasó un par de meses, Hermione cumplió su condena y salió de prisión, se estaba quedando en la madriguera, trabajaba de la mano de Neville y Harry para poder disminuir la sentencia de Draco, Ron por el contrario, no tenía el menor interés de colaborar para ayudar al rubio.
-Mañana iré a la prisión de Azkaban con el ministro y algunos auditores, un legeremante se encargará de leer la mente de Draco, ahora todo depende de él- la castaña sintió un escalofrío ante ésta idea
-Sólo espero que los argumentos que presentamos ante el ministerio también sirvan- expresó la Gryffindor
-Bueno, lo que sea que pase, debes estar tranquila, le puede afectar a los bebés- inquirió Harry tocando el viente de seis meses y medio de Hermione el cual se veía enorme
La mañana llegó, Hermione estaba muerta de nervios, no pudo soportar esperar en la madriguera por noticias se fue al ministerio con Harry, Ron y Neville, éste último emprendió su camino hasta Azkaban.
Al llegar, los guardias dirigieron a Draco a la oficina donde yacían Longbottom y los aurores, el muchacho también se encontraba de nervios era su última oportunidad para poder estar con su nueva familia
-Señor Malfoy, le voy a pedir, que se relaje y que nos muestre solamente lo que nos interesa saber, debe estar concentrado en lo que sucedió aquel día en que lo capturaron y el día en que se convirtió en un mortífago- Draco sentía su corazón acelerado, si no se concentraba podían llegar a ver cosas que realmente no quería que ellos supieran -¿Está listo?- cuestionó él legeremante, el muchacho respiró profundamente y asintió, el hombre lo apuntó con su varita
-¡Legeremens!- el rubio sintió un estremecimiento y llegó a su mente el recuerdo del señor oscuro tocando su antebrazo con la punta de su varita, la marca dibujándose poco a poco en él, le quemaba, era como si de nuevo lo estuviera viviendo, después recordó a su padre exigiéndole que no fallara en su misión ya que de eso dependía la vida de los tres.
-Confiamos en ti, Draco, espero que esta vez no me decepciones- mencionó Lucius
Se vió una luz encandecente y después se vió a sí mismo haciéndole el amor a Hermione, disfrutando su piel y besándola desenfrenadamente, Draco luchó por reconcentrar sus pensamientos, ese recuerdo era algo vergonzoso y no quería que el hombre lo viera, llevaba varios meses ahí, extrañaba sus momentos íntimos con Hermione.
De nuevo una luz, el rostro de Fáderick frente a él
-Quiero que seas testigo de cómo la hago llegar muy pronto...-
Veía como ese infeliz tocaba inapropiadamente a su castaña y por su cuerpo se esparcía un calor que lo recorría por todos lados, sintió una quemadura en sus muñecas y salio de concentración, regresando a la oficina
-Señor Malfoy, trate de calmarse, está provocando que las esposas mágicas se activen y supríman la magia que emana de usted, por eso siente las quemaduras- el Slytherin suspiró exasperado -Le pido también que se enfoque y que no desvíe su mente a sus pensamientos... lascivos- el rubio desvío la mirada algo sonrojado, de nuevo el hombre se impregnó en los pensamientos del jóven y observó lo restante del recuerdo.
Al terminar, Neville regresó al ministerio y Hermione intentó levantarse lo más rápido que pudo, pero no le fue posible, Harry se acercó y la ayudó
-¿Qué pasó?- quiso saber
-Deberá estar lo que resta de éste mes en Azkaban, después de eso, podrá salir- Hermione no supo si fue la emoción pero dió un grito y su corazón saltó de alegría, sintió una vibración dentro de su vientre
-No puedo creerlo- abrazó a Harry entre lágrimas
-No todo es tan bueno- informó Neville
-¿Qué pasa?- se preocupó ella
-Al parecer romperán la varita de Draco- ésta idea le pareció triste a la chica, pero sabía que no podía salir completamente indemne
Faltaban solo un día para que Draco saliera, la chica prefirió estar hospedada en casa de Harry y Ginny que permanecer en la madriguera, no quería incomodar a los Weasley con la presencia de Draco ahí, a la chica se le pasó por la mente hacerle una fiesta sorpresa de bienvenida, pero sabía que con eso sólo incomodaría tanto a su chico como a sus amigos, el rubio no era de recibir sorpresas, sino más bien, de darlas, Ginny y la señora Weasley estaban organizando la fiesta del primer cumpleaños del pequeño James.
Razón por la que al día siguiente solo se encontraban Harry y Hermione esperando en el ministerio a que Neville llegara con Draco, al entrar el rubio a la oficina, la muchacha corrió a sus brazos, éste la estrechó y logró sentir el vientre de su novia, oler su cabello y no pidieron contener el llanto ante la dicha de volver a estar juntos, Draco se veía mucho más delgado, su rostro era pálido y había ojeras bajo sus ojos, Hermione en cambio estaba radiante, el embarazo le sentaba bien, claro que no siempre fue así; había perdido peso también, la comida que le daban en el ministerio no era buena y no era muy confortable dormir en aquella celda pero eso ya no importaba, otra vez estaban juntos y al fin iban a poder ser felices.
-Los extrañé tanto- la besó y después le besó el vientre en repetidas ocasiones, acariciándolo una y otra vez, volvió a besar a Hermione
-Mi amor, supe lo de tu padre, lo lamento mucho en verdad- expresó ella con su mirada entristecida
-Recibí tu carta, fuiste un gran apoyo para mi en ese momento, lo haz sido siempre y te agradezco- la besó
Debido al avanzado estado de gestación de Hermione, no podían hacer apariciones, por lo cual tuvieron que salir a las chimeneas del ministerio, la gente los miraba con indignación y de manera reprobatoria al verlos caminar tomados de la mano por el lugar, la chica se sentía incómoda ante las miradas juiciosas, Draco por el contrario parecía disfrutarlo, les estaban callando la boca a todos aquellos que los querían condenados a los dos.
Unos días transcurrieron, Harry y Draco se comenzaban a tolerar, después de todo, el Slytherin se sentía agradecido con él por cuidar a Hermione todos estos meses, aunado a que ahora estaban viviendo bajo el mismo techo.
Se llegó el día de la celebración del primer cumpleaños del niño, Draco no estaba muy convencido de asistir a la madriguera pero la leona le insistió y no pudo negarse, al llegar, el matrimonio Weasley trataba de actuar con normalidad, fueron amables con Draco pese a que no estaban del todo cómodos con su presencia, por supuesto, Ron fue la excepción, bajó la escalera y miró al rubio con desprecio.
-¡Vaya, Vaya!- dijo con ironía al acercarse - Por lo visto siempre te sales con la tuya, Malfoy, no solo pusiste en peligro la vida de mi familia y por culpa de tus "amistades"- hizo comillas con sus dedos- Perdimos a un miembro de nuestra familia, sino que además tienes el descaro de venir a compartir la mesa con nosotros, eres un bastardo infeliz- expresó con veneno en su voz
-¡Ya basta, Ron, no permitiré que te expreses así delante de tu madre, respétala- ordenó Arthur alzando un poco la voz
-Es la verdad, papá, ¿Vamos a fingir que estamos felices de tenerlo aquí a sabiendas de lo que hizo?, éste perro merece estar en el infierno al igual que sus padres- Draco apretó sus puños con fuerza debajo de la mesa intentando contener la calma
-¡Ya fue suficiente, Ron!, debes aceptar la decisión que Hermione tomó, ella ya eligió y no se irán, ustedes son los padrinos de nuestro hijo, así que si tienes un mínimo respeto y aprecio por James y por nosotros, te pido que dejes de expresarte de esa forma y te tranquilices, por favor- ésta vez fue Ginny quien intervino, el chico dió un vistazo a los presentes y los fulminó con la mirada, dio media vuelta y se fue del lugar.
Hermione se llevó una mano a la sien y su cuerpo temblaba, Draco le besó la otra mano, sujetándola y dió una leve sonrisa tratando de aparentar que todo estaba bien, cuando la realidad era que quería irse lo antes posible del lugar, no porque fuera un sitio al que no estaba acostumbrado visitar o lo sencillo de la fiesta sino que sentía que Ron tenía razón en algunas de las cosas que dijo y era muy incomodo para él permanecer ahí como si nada.
La fiesta terminó, con la ausencia de Ron, Draco y Hermione no se la habían pasado tan mal, cenaron y comieron pastel, el pequeño James se había ganado la simpatía de Draco, le parecía un bebé muy tierno y risueño, se podría decir que comenzaba a tomarle aprecio, tanto a él como a los padres del niño.
Draco y Harry se ofrecieron a limpiar mientras las mujeres salían un rato al jardín antes de que obscureciera por completo, Draco observaba por la ventana a Hermione sostener en sus brazos al bebé y sonrió.
-Ya veremos si sonríe igual cuando los bebés no la dejen dormir en la madrugada- expresó Harry y ambos rieron, Draco se quedó un momento pensativo
-¿Cómo es... el ser padre?- preguntó aún pensando
-Bueno, no es nada fácil, hay muchas responsabilidades que asumir, ya no se duerme igual, debes cuidar más tus ingresos, muchas cosas cambian pero, ser padre, es lo mejor que a un hombre le puede suceder en la vida- siguió en lo suyo. Eso dejó preocupado a Draco, ¿Cómo haría para mantener a Hermione y a dos bebés si seguramente ya estaba desempleado luego de varios meses de haber abandonado su trabajo?
Afuera, Ginny y Hermione charlaban tranquilamente
-¿Te imaginabas embarazada algún día?- cuestionó la pelirroja sonriendo
-No, definitivamente no y mucho menos que Draco Malfoy sería el padre de mis hijos- ambas rieron, ella miró la puesta de sol un momento -Ginny, yo, lamento la reacción de Ron, sé que era importante para ti y para Harry que él también estuviera presente- le miró
-No tienes porqué sentirte mal, nadie lo corrió, él se fue porque quiso, ya se le pasará el enojo y regresará a disculparse, no tienes de qué preocuparte, tendrá que aceptar algún día que decidiste amar a otra persona- le dió una sonrisa
-Draco y yo tenemos pensado ir mañana al mundo muggle, a recoger nuestros finiquitos en los trabajos-
-¿Finiquitos?- frunció el ceño
-Nuestra última paga por el tiempo trabajado- Weasley levantó sus cejas
-Quizá Harry pueda ayudarte a conseguir algo en el ministerio-
-Si, bueno, dudo que con mis antecedentes eso sea posible-
-¿Qué Draco no es médico?- la castaña asintió -Debería ver si consigue algo en San Mungo- sugirió
-Ya veremos eso más adelante, por ahora debemos decidir en qué mundo nos quedaremos y buscar un lugar para vivir-
-Sabes bien que pueden quedarse con nosotros el tiempo que necesiten, ya se aproxima la fecha del parto- la muchacha sintió un escalofrío al recordar eso
A la mañana siguiente, volvieron al mundo muggle y se dirigieron al departamento para ver qué podían rescatar, sus pertenencias ya no estaban, las habían embargado para cobrar los meses que se debían de renta y el lugar estaba siendo alquilado por otras personas, se fueron al hospital y cobraron lo último que el muchacho trabajó, pasaron al juzgado y ya habían ascendido a la compañera de Hermione al puesto que ocupaba la castaña, todo en el mundo muggle marchaba de lo más normal, nadie imaginaba el infierno que ellos habían vivido hace siete meses.
-Quizá con el dinero de ambos podamos comprar algunas cosas que nos puedan servir, seguiremos viviendo con Harry y Ginny hasta que encuentres algo más, mientras entre los dos podemos ocuparnos de los bebés- le sonrió y él asintió
-En banca rota pero juntos y felices- ambos rieron y se besaron, Draco la abrazó y a lo lejos pudo divisar a un tipo que le resultaba familiar a espaldas de Hermione, el hombre sacó un arma y les apuntó, Draco inmediatamente se giró con Hermione en los brazos y la bala le dió a él en la espalda, las personas comenzaron a correr y el hombre extraño igual, la castaña no entendía lo que había pasado, el Slytherin la soltó y cayó de rodillas, la muchacha de inmediato lo sujetó evitando que el resto de su cuerpo tocara el suelo, lo abrazó a ella y se inclinó de rodillas.
-¡Draco!, ¡Draco, No!, ¡Ayuda!, ¡Ayúdenme, por favor, alguien haga algo!- suplicaba llorando y gritando desesperada, intentó levantar al muchacho del suelo pero fue inútil, sintió algo extraño entre sus piernas, había un líquido emanando de ella, se le había roto la fuente, Draco la miraba y respiraba con dificultad -Te voy a ayudar, mi amor, debo llevarte al hospital, no te dejaré morir, tenemos que criar a nuestros bebés, amarlos y verlos crecer, vamos a envejecer juntos, mi amor, no te vayas, no me dejes, ¡Por favor, auxilio!- gritaba llorando completamente alterada
-Mírame- le pidió él con voz débil y forzada -Te amo y lo amaré siempre a los tres- Hermione lloraba amargamente -Estaremos juntos- una lágrima salió de su ojo hacia su oído -Pero será en otra vida- dió un suspiró de lo que al parecer era su último aliento de vida y cerró sus ojos
-¡No!, ¡Mírame!, ¡Mírame, no me dejes, No!, ¡Draco!- gritaba abierta y desperadamente llorando, abrazando el cuerpo de quien fuera el amor de su existir.
