Salida
Otabek caminó aturdido hasta el pasillo y se sentó en una de las bancas observando prácticamente la nada pero pensando en todo, la verdad.
La voz de Mila hacía tanto eco en su cabeza que le llegaba a doler. Y la situación en sí lo había dejado descompuesto. No sabía cómo darle la cara a Yuri, tampoco sabía cómo mirar a Luka cuando su madre fue su primer amor y su padre la persona que más odiaba en el mundo.
Pero si lo pensaba dos veces, él, aquel día, solo había visto el cuerpo de Mila... jamás le dijeron nada del cachorro ni él consultó nada sobre él.
¿Eso significa que por su estúpido error e impulsividad había abandonado a Luka a la deriva? La culpa de haber dejado al niño expuesto a tantos peligros todos esos años lo invadió de pronto. Le había fallado a Mila cinco años sin pausas hasta que por mera casualidad lo encontró en el bosque. Era como si Luka lo hubiera estado siguiendo, pidiendo que lo encontraran, buscando protección en ese mundo tan cruel y frío.
Se paró del asiento e iba camino devuelta a la habitación cuando se vio inmovilizado frente a la puerta, temiendo girar el pomo, maldita sea ¿Cómo iba a mirar a Luka y a Yuri a la cara?
Notaba cada día cómo el Plisetsky se encariñaba de esa criatura. Como si fuera su propio hijo su lado omega le estaba dictando adoptar el lado maternal con él y se sentía culposo por ello ¿Acaso estaba siendo un inconveniente para Yuri? si le contara la verdad, ¿Cómo reaccionaría él?
Tragó en seco y giró el pomo.
Yuri volteó a mirarlo y el corazón le fue demasiado rápido. Dios, era tan precioso. Con Luka sentado en su regazo mientras lo alimentaba, el pensamiento de cómo sería si el rubio tuviese cachorros propios llegó a su mente. Seguramente serían igual de hermosos que él.
—¿Qué te dijo la enfermera? — preguntó receloso — Te ves pálido.
Negó con la cabeza y se sentó a su lado.
Luka lo miró con esos ojos azules llenos de vida y Otabek sintió un escalofrío que lo llevó cinco años atrás, con ese mismo tono pero pálido, muerto, en los ojos de su madre.
Se paró de golpe asustando al niño que se encogió por instinto y Yuri lo miró frunciendo el ceño, ya temiendo que algo andaba mal con el alfa. Hizo el ademán de pararse pero un dolor en la herida lo hizo quedarse en su lugar.
—¿Qué mierda te pasa? no lo asustes de esa forma.
—L-Lo siento yo no quería, yo en serio no quería... iré, ahm, vuelvo luego, ¿Si?
No esperó a que Yuri respondiera y salió rápido del cuarto dejando a ambos desconcertados.
Luka miró a Yuri tembloroso, buscando refugio en sus brazos, en su pequeño pecho de infante y su cabeza miedosa se preguntó si había hecho algo malo. Yuri lo abrazó despacio, acariciando su espalda con delicadeza, demasiado metido en su asombro mirando todavía la puerta que había quedado desierta.
...
Yuri Plisetsky obtuvo el alta una semana después. Ya podía moverse y caminar, un poco complicado porque tendía a hacer movimientos bruscos pero ya estaba acostumbrándose a ser más sutil con él mismo. Había conversado por fin con el Katsuki y este había conocido a Luka con el que al parecer conectó de inmediato. En su interior Otabek sabía que era por su constitución de omega.
Pero si había algo que a Yuri lo molestaba, era que Otabek a veces evitara su mirada. No era como si Otabek no lo notara, maldición, ¡Sabía que lo estaba mirando pero él no le daba la cara y eso lo frustraba! ¿Qué mierda había hecho ahora?
La última noche que pasarían en el hospital poco menos tuvo que rogarle que se quedara a su lado. Se sintió patético haciendo aquello y esperaba que aquel alfa idiota notara su esfuerzo al soltar esas vergonzosas palabras.
Otabek se sentó a su lado y Yuri en vez preguntar una vez más en la jodida semana qué mierda sucedía con él, decidió ir al grano con otra cuestión que en verdad le estaba mosqueando e incomodándolo.
—¿Ya no quieres estar conmigo?
Sí. Quizá demasiado directo.
Otabek tuvo que hacer un esfuerzo para poder mirar a ese felino a la cara, parecía indignado y le sorprendió que en esa mísera frase no hubiera ninguna grosería. Suspiró pesado y contestó:
—Sé que he estado raro, discúlpame— le acarició la mejilla, sonriendo con comprensión. El omega simplemente se dejó acariciar — claro que quiero estar contigo, Yura.
—¿Por qué no me quieres contar qué pasó? — reclamó invitándolo a sentarse a su lado de forma inconsciente, cosa que hizo al instante Otabek.
Pero seguía callado y Yuri comenzaba a frustrarse porque no dijera nada. Los brazos del alfa lo rodearon despacio, sin querer dañarlo, Yuri lo abrazó devuelta acariciando con cariño la nuca del mayor, de a poco sintiéndose más y más preocupado.
—¿Recuerdas a Mila?
El corazón de Yuri dio un brinco, ¿Qué tenía que ver ella aquí?
—Sí.
—Mila estaba marcada por Jean y él la dejó con un cachorro. Cuando ella murió yo asumí que también el cachorro, pero la enfermera me dijo que había encontrado unos papeles antiguos; el cachorro nunca murió.
Tragó en seco, estaba angustiado y ni quería imaginarse la angustia de Otabek que se negaba a soltarlo. Había demasiada información en su cabeza que no lograba conectar al objetivo al que Otabek quería llegar.
—Puedes contarme lo que sea — lo animó cuando notó que se había callado, separándose de a poco, tomando el rostro del alfa entre sus manos, mirándolo a los ojos y admirando el tembloroso titubeo en sus ojos chocolate — Otabek, lo que sea...
—Luka es hijo de Mila.
Los finos labios de Yuri se separaron despacio, cayendo en la sorpresa y el peso de sus palabras.
Un revoltijo de sentimientos encontrados en su interior se disputaron para hacerlo sentir incómodo. Mila, el primer amor de Otabek era la madre del cachorro que ahora ellos cuidaban y que él sentía casi como suyo ¿Eso era justo? no lo sabía, pero lo que sí sabía era que (a pesar de estar muerta) le tenía unos celos y rencor sin razón terribles a esa mujer. Que Jean Jacques Leroy fuera el padre no mejoraba la situación en nada porque era quien lo había insultado y no conforme con eso había intentado matarlos. Y que finalmente su lado omega haya acogido a esa cría abandonada era... jodidamente confuso, porque sentía que lo quería.
—Le prometí a ella que lo iba a cuidar, que nada malo pasaría si nacía como omega. Yuri, le prometí algo que no pude cumplir.
Entonces cayó en cuenta de que si él estaba confundido con su propio shock, Otabek estaba hecho una maraña de culpa y peso. Se quitó los pensamientos negativos de encima, no era el momento de celos sin sentido o de pensar solo en él mismo, porque desde en el momento en que se confesó y admitió a ese alfa a su lado, aceptó también el hecho de que en su vida ya no era él solamente. Ahora también debía empezar a velar por alguien más.
—Oye, mírame, mírame — lo tomó por el rostro y finalmente lo obligó a mirarle a la cara, dejó un pequeño besito en la mejilla del alfa y continuó — no debes sentirte mal, no fue culpa tuya y no fue culpa de nadie, Luka está aquí ahora y está bien ¿No crees que eso es bueno? es como si todo se hubiera hecho para que se encontraran. Si no pudiste antes, entonces comienza ahora a hacer las cosas bien, no es muy tarde ¿Bien?
Tragó en seco, Otabek de apoco lograba calmar su atormentada mente con los besos del Plisetsky que sin pena alguna había comenzado a acariciar sus labios con los propios en un suave tacto, mordiendo despacio su labio inferior a la par delineaba la mandíbula del alfa con la punta de sus dedos. Sin darse cuenta, comenzó a ronronear mientras se separaba lento, dejando castos besitos en el cuello de Beka que con todo el autocontrol del mundo se comía las ganas de tirarse sobre ese delicado cuerpo de piel lozana y probarla de la forma en que su instinto le dictaba...
Vaya que ese chico tenía influencia sobre él. Sólo un par de palabras, un par de caricias y ya lo tenía ronroneando, con su mente tranquila y sumida en gozo de una pequeña pero significativa felicidad interna.
—¿No te molesta echarme una mano?
Yuri lo miró en seco, deteniendo lo besos que ahora subían por su mandíbula. La mirada en pánico del rubio y su esencia mezclada con miedo alertaron a Otabek que sintió el calor subírsele a la cara.
—¡No, Yuri no! Y-yo no me refería a eso, me refiero a Luka, ayudarme con Luka — maldición, lo había malinterpretado.
Yuri se encogió de hombros, sintiendo la cara caliente. "Qué vergüenza" pensó mezclado con maldiciones por su estupidez y pensar que Otabek pudiera pedirle algo... así. Sin quererlo había comenzado a temblar, se había asustado demasiado porque no se sentía preparado.
—N-no me molesta, para nada — dijo con un hilo de voz. De pronto notó una mueca temblorosa en la cara de Otabek que de apoco se transformó en una sonrisa y seguido una preciosa carcajada... una carcajada que se reía de él. Le golpeó el brazo más avergonzado que nunca. — d-deja de reírte, imbécil malnacido...
—Lo siento, no te enojes — decía intentando controlar esa sonrisa avergonzada y burlesca en su rostro.
Volvió a abrazar al tomate que ahora Yuri se había convertido, entre protesta y protesta para que lo soltara.
—Eres el mejor Yuri, no sabes cuánto te quiero.
Y fue solo con eso que el chico suspiró. No había bajado para nada la embarazosa situación, pero su corazón se sintió abrazado por esas palabras.
Dejó finalmente su orgullo y lo abrazó de vuelta, hundiéndose en su cuello, aspirando con gusto el olor de Otabek que podía hacerle temblar el mundo entero.
...
Cuando la mañana siguiente se les presentó a todos, sería mentira decir que estaban ansiosos de dejar el hospital, porque cualquier mierda dentro de esa ciudad era mucho más "vida" de lo que a las afueras les esperaba aún teniendo a Viktor de su lado.
Esa mañana Yuuri Katsuki despertó con un mal sabor en la boca, amargo, asqueroso, sabor a mal presentimiento.
Se vistió sin ayuda y encima se puso una chaqueta que uno de los enfermeros le había facilitado para no morir ahí afuera.
Aunque la primavera ya comenzaba a mostrar sus colores y la nieve empezaba a volverse agua, los vientos fríos del inicio de esa estación se volvían fieros a veces, como si el invierno quisiera quedarse para siempre y arrastrara sus garras por los aires deseando impregnarse en la piel de las personas y animales.
Es suficiente invierno. Descansa en paz hasta la próxima temporada. Quita tu manto blanco del pasto, desvístelos, déjalos despertar, mostrarse, respirar, vivir.
La salida del establecimiento le deprimió de sobremanera. Otabek iba al lado de Yuri, vigilando cada paso que el rubio daba con cautela y sonriéndole a ratos a Luka que volteaba a verlo un poco temeroso desde que le dijeron que tendrían que salir de ese lugar. Su enfermera se despidió con mucha tristeza de él, al parecer le había cogido cariño.
Otabek estaba confiado de que Viktor estaría alerta a cuando ellos salieran de la ciudad. Habían tardado cerca de dos semanas ahí dentro y tenía en cuenta lo impaciente que Viktor podía ser a veces... pero su confusión llegó cuando al salir no estaba allí y en su lugar, unos metros más allá un tigre los esperaba paciente.
De tan solo verlo el Plisetsky recordó a Chris vanamente aquella noche y se refugió tras Otabek, prendándose a su brazo.
—Viktor me mandó a buscarlos — dijo cuando dejó su forma híbrida.
Un chico de cabello castaño claro, ojos azul claro. A Yuuri le pareció familiar y también a Otabek, pero ambos no confiaban en su aura.
—No. Viktor no hizo eso.
Sentenció de inmediato la pantera, conocía lo bastante a Viktor como para saber que eso era una mentira. Además, en el supuesto caso de que ese tipo fuera uno de los hombres de Viktor, en su jodida vida jamás lo había visto y ni siquiera lo reconocía por su esencia.
Se miraron por unos segundos y el chico desconocido sonrió.
Entonces Otabek lo confirmó. Viktor no lo había enviado.
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