Cariño

—¿Alguna idea?

Otabek volteó un par de veces más el "mensaje" y Viktor notó su ceño levemente fruncido. Esto no iba a ningún lado con esos garabatos casi escritos en clave.

—Ninguna, sólo comprendo el "Yuri"... esa curva no sé lo que es o si realmente pertenece a la corteza, y esas líneas triangulares... — calló unos segundos y volteó otra vez el objeto en su mano — ni idea de qué mierda son.

No había mucho que hacer, así que tendrían que pasar (por idea de Viktor) a alguna zona del mercado para consultar por Celestino, y quién mejor que Yakov para correr información. Podrían preguntarle a Lilia también, pero tenían en cuenta la personalidad cerrada de la mujer que no andaría de soplona por su propia seguridad y la de su familia.

Cuando llegó la hora de irse, Otabek se despidió con un abrazo de Luka, quien aún temeroso debía resignarse a quedarse bajo el cuidado del Katsuki. Yuuri se comprometió a quedarse a cargo del pequeño y alentó a Beka a irse más en paz.

Sala y Michelle, como de costumbre, revolotearon alrededor de ambos hasta la salida.

Sorprendiendo de pronto a Viktor, Sala se le colgó en el cuello y dejó un beso en su mejilla. Michelle agachó la mirada y avergonzado lo abrazó también, dejando a Viktor aún más atónito.

—Nos vemos luego, papá.

Yuuri vio la escena desde la entrada igual de sorprendido que el Nikiforov, quien buscó su mira inconscientemente en un afán de saber si él los había obligado a hacer eso o algo por el estilo. Pero no fue así.

Al parecer los menores habían percibido el aura baja del que alguna vez fue (y volvía a serlo con su llegada) su figura paterna.

"Papá".

Para Viktor esa era una palabra demasiado fuerte y dolorosa que de alguna forma traía calma y nostalgia a su persona. Hacía años que los Crispino no lo llamaban así, hacía años que no se sentía parte de una familia, ¿Era posible a esas alturas recuperar la suya? tan dispareja como armada a trozos, pero igual o más amada que una cualquiera.

Los lobitos menores volvieron a revolotear alrededor de Beka deseándole suerte y finalmente volvieron al lado de su madre que se mantenía de la mano con Luka.

Otabek volteó sonriéndole por última vez antes de marcharse.

Habían decidido irse por el camino más largo para así evitar algún que otro encuentro no deseado con otro(s) alfa(s). De ese modo viajaron en silencio, no uno incómodo, más bien uno triste en el cual la pantera veía de reojo al otro y este se sumía en su mente de forma aletargada casi como si caminara por mera inconsciencia, como un sonámbulo. Se arrepintió por unos segundos de haberle gritado la otra noche, pero desechó esa culpa de inmediato. Viktor debía arreglar las cosas con Yuuri a como de lugar, ya no podían seguir fingiendo que nada pasó como ahora hacían.

Se demoraron tres días en llegar al punto de control más cercano. En efecto, Yakov se había trasladado a aquel lugar en busca de algún trueque entre alimentos o trato conveniente. A penas el Nikiforov lo divisó entre felinos y canes, sonrió por inercia; su abuelo siempre sería un hogar al cual terminaría volviendo como si de una obra del destino se tratara.

—¡Vitya! —exclamó el viejo y ante todo pronóstico, el chico lo abrazó.

Otabek observó en silencio, con una pequeña sonrisa casi imperceptible. Viktor podía ser alguien fuerte, pero también necesitaba a veces a ciertas personas para mantener la estabilidad. Tenía en cuenta que habían pasado más de cinco años sin verse.

Yakov intentó removerse incómodo, era un abuelo cariñoso pero no con demostraciones físicas. A pesar de todo, palmó la espalda de su nieto y entonces se despegó.

—Cuánto has crecido, ¿Te cortaste el cabello? — puso sus manos a sus costados asintiendo mientras examinaba a su nieto— mi hija y tu padre estarían muy orgullosos de ti — aseguró.

Viktor sintió un poco de culpa ante esas palabras, no creyéndoselas del todo. Sonrió y asintió lento para pasar desapercibido por Yakov. Además, desvió el tema de inmediato hacia otro lado para no seguir hablando de sus progenitores.

—Me alegra verte, viejo. Él es Otabek, Otabek él es Yakov. — apuntó ahora al alfa a su lado.

Tras algunos saludos corteses e intercambios de palabras usuales, Otabek y Viktor explicaron con mejor detalle la situación en la que estaban y por qué se encontraban ahí. Una vez hubieron terminado y aclarado que buscaban el paradero de un omega en compañía de Cialdini y Leroy, Yakov arrugó el gesto y negó con la cabeza.

— Se han metido en serios problemas, jamás debieron dejar al descubierto a ese niño... hace poco corrió el rumor de que los Leroy y Cialdini se habían unido y migraban a las zonas del este, pero tan solo ayer llegaron otros chicos que decían ser del clan Leroy buscando algo para beber porque seguían a un omega que había huido.

Otabek frunció el ceño y su pecho dio un salto "logró escapar" pensó con alivio. Pero si bien algo cuadraba con las palabras de Yakov, había un factor que seguía en blanco y ponía nervioso al alfa: ¿Qué demonios significaba el mensaje de Yuri? tan solo eso lo frustraba de tal modo que hasta insultó mentalmente la decadente aptitud artística del rubio.

—¿Dónde están? los perros de Jean, digo.

—Ya no se encuentran acá, se fueron por la noche. Era obvio que no durarían mucho tiempo acá, conociendo el mal genio y despiadados que suelen ser los Leroy podrían haberles hecho cualquier cosa si los descubrían flojeando — entrecerró los ojos y pareció pensar algo unos segundos — dijeron que el omega tenía un olor peculiar, no sé si sea de ayuda o esté equivocado pero por la mañana llegaron unos vendedores de pieles que decían haber olido un aroma dulce que no pudieron reconocer bien, hacia el sur.

— ...hacia el sur — musitó Otabek. Las manos dentro de los bolsillos de su abrigo rozaron la corteza áspera del mensaje de Yuri — sur... — volvió a repetir.

Algo hizo *click en su cabeza y lo sacó de su bolsillo. Viktor lo miró curioso y al parecer también notó que algo había encajado para Otabek.

—¿Esa línea... puede significar "Sur"? — preguntó el Nikiforov apuntando la sigla y Otabek asintió, ahora apuntando los trazos a un lado. — y eso... no sé sinceramente qué puede ser.

—Es como una casa— y en un segundo abrió los ojos de súbito, cayendo al fin en lo que era - ... Yuri vivía al sur.

Se miraron. Ya sabían a dónde debían ir.

.

.

.

Yuri se entretenía jugando con sus dedos enredados, mientras parecía feliz de la paz momentánea en la que se encontraban. Otabek lo miraba con ternura destilando en esas orbes chocolate, la sonrisa avergonzada que a ratos le dedicaba el menor cuando subía sus preciosos ojos para verlo lo hacían perder la cordura.

Se había preguntado más de una vez qué demonios había hecho para poder sobrevivir solo ahí afuera antes de conocerse, cómo se había alimentado porque cuando llegó rápidamente lo encontraron bajo peso, cómo se habría cuidado los días de celo en completa soledad y aguantando tanto dolor con ese pequeño cuerpo al cual él no quería profesarle nada más que amor y cuidado.

Cuando bajaba a la ciudad hacía los encargos de las farmacéuticas. Dejaba algunas medicinas en algunos hogares y me pagaban algo de dinero, con eso aprovechaba de comprar comida le había respondido.

¿No que el Escuadrón debe darte una cuota cada mes para comer?

El rubio negó con la cabeza y explicó:

Eso se debería hacer, pero como somos muy pocos omegas y no solemos aparecer en las ciudades los cadetes se quedan con nuestra cuota y lo reparten entre sus familias. Yo era el único residente cercano que estaba registrado, así que los imbéciles nunca me tomaron en cuenta subió y bajó los hombros.

Otabek lo encontró injusto, pero rápidamente recordó que algo parecido sucedía entre alfas y cadetes cuando hacían motines o robaban en torres de vigilancia los suministros para poder comer. Era como un círculo vicioso donde el ajeno no importaba; una lucha constante entre especies para poder tener pan en la mesa.

Ellos no son tan santos tampocoagregó el rubiola Ciudad Eta es grande, por lo que era normal sospechar de los cadetes que tenían grandes residencias con esposas vestidas de pieles e hijos con largos abrigos de cuero... pero es como si la gente normal viviera en un mundo aparte y no tomara en cuenta esos detalles. Yo sí los noté, o bueno, los olí.

¿Quieres decir que...?

Los betas son los que están detrás de todo el tráfico de pielesvolvió a asentir el rubiolas pieles pueden pasar de mano en mano entre alfas pero siempre terminarán en las de un beta. El que termina vendiendo una piel a uno de ellos es el que más sale ganando, al fin y al cabo, tiene años de comida ganada.

Altin se quedó en silencio, sopesando lo que Yuri acababa de decir. En verdad no lo podía creer aunque si el menor lo decía así, todo cobraba sentido: ¿por qué sacarse la piel entre especies, ambas expulsadas de la civilización? la dicha de que un alfa posea la bonita piel de un omega o de un omega poseyendo la de un alfa de pronto no sonaba tan justificativa para el tráfico de pieles. Y el capricho humano con las pieles animales sonaba la perfecta razón para la problemática, más si éstas acechaban amenazante por completo su entorno; una por carnívora/canibalista y otra justamente por atraerlos donde sea que se muevan ¿Por qué demonios no lo había pensado antes? todo sonaba perfectamente coherente.

¿Nunca te hicieron daño?preguntó preocupado, y Yuri sintió un deje de felicidad por tener esa atención del alfa.

Nonegó— no sabían mi híbrido, eso no es un requisito obligatorio para poder entrar... aunque una vez uno me intentó tocar pero lo golpeé, me dieron una advertencia y una orden de alejamiento de la ciudad por siete semanas.

Otabek rió despacio. Viniendo de Yuri, se lo esperaba.

Ese es mi Yuraacarició la mejilla colorada del omega mientras éste mismo seguía jugando apenado con sus dedos entrelazados.

Otabek... dudó un poco, pero prosiguió porque era algo que lo había estado molestando desde hace... algunos meses ¿para ti un omega violado vale menos? quiero que seas sincero... por favor suplicó en un murmullo lo último.

Los labios de Otabek se separaron un poco, dejando ver su asombro ante esa pregunta venida prácticamente de la nada. Yuri estaba con su típico ceño fruncido, pero notó el vacile en su mirada y lo supo: eso era importante para él.

Su respuesta era importante para ese omega pequeño que con ansiedad aguardaba las palabras de su boca.

No dudó no por un segundo su respuesta.

Por supuesto que no Yurapero notó la insistencia del menor en su mirada¿por qué debería valer menos? si el omega fue tocado sin su consentimiento el que vale menos es el animal que se atrevió a tocar a tan preciosa criatura.

Yuri bajó el rostro, había dejado de jugar con sus manos para acariciar con su dedo el dorso de la mano del chico. Parecía un niño confundido y complicado consigo mismo.

A veces... cuando me tocas, me siento poca cosa en comparación a tiadmitió un poco triste, soltando al fin aquello que lo atormentabay cuando pasas a llevar mi cuello o mi cintura recuerdo las uñas de ellos rompiéndome la piel... el aliento morboso en mis oídos, sus manos abriéndose paso en mis piernasel rubio arrugó la nariz, cerrando los ojos y crispándose casi como si recordara vívidamente lo sucedido aquella noche y me siento sucio.

Otabek frunció el ceño. Así que ese era el tormento de Yuri.

Se dio cuenta que el omega no era el único con la piel de gallina, el vello de su nuca también se había erizado de tan solo imaginar al menor siendo tocado por otro malnacido, ultrajando su piel e hiriéndolo de mil y un formas.

Sintió que el chico frente suyo se rompería al mínimo tacto pero que de forma paradójica sacaría las garras para defenderse como el animal herido que era. Apretó al agarre de su mano con ello, si tenía algo más que soltar o que admitir, que lo hiciera. Quería saber sus miedos, sus traumas, lo que sentía a cada momento, su perspectiva de las cosas y sobretodo, quería hacerle saber que él jamás le haría algo en contra de su voluntad. Si él decía "no", era un no, y respetaría eso ante todo.

Y-Yo no quiero alejarme de ti, pero a veces siento que lo hago cuando mi cuerpo no te deja tocarme y me frustra no poder entregarme a ti como me gustaría. Por eso no me alejes cuando sientas que te rechazo, no lo estoy haciendo, es solo... solo como mi cuerpo reacciona-...

El mayor no aguantó los titubeos de Yuri y lo abrazó con delicadeza, casi con la que siempre utiliza en él pero esta vez queriendo hacerle entender que estaba bien, que ya podía dejar de hablar, que suspirara y descansar en él porque no le haría nada a su cuerpo, no lo dañaría y es más, se encargaría de curar cada una de sus heridas.

No me iré a ningún lado, puedes estar seguro de esolos brazos de Yuri rodearon su cuello y el menor descansó con los ojos cerrados en su cuello, disfrutando del aroma del alfa que lograba calmarlo sé que es difícil manejar esto para ti y lo tendré en cuenta cada vez que reacciones mal. Pero también ten en cuenta que no te estoy presionando a nada, yo puedo esperar hasta que tú te sientas listo incluso si jamás lo estás; no me alejaré por una tonta razón como esa, Yura.

Aquellas palabras fueron como bálsamo para las inquietudes de Yuri. Buscó los labios del mayor y los unió despacio, con la delicadeza usual con la que solían tratarse siempre.

Su pómulo fue delineado con cariño y paciencia por los dedos de Otabek y con ello tiró a la basura cualquier prejuicio que tuvo con anterioridad de que todos los alfas eran bestias despiadadas con sed de sexo y carne.

Otabek no era así. Y con ello, entonces supo que se dejaba en buenas manos.


¡Gracias por leer!