Tirar
Días después, Otabek le pidió a Yuuri Katsuki que entablara conversación con Viktor. Altin sabía que era depositar una carga en hombros ajenos, pero su cabeza contaba tantos contratiempos pendientes que sucedían a su alrededor, que no halló mejor camino que Yuuri para que Viktor diera su brazo a torcer.
Y, en teoría, Yuuri sentía que se estaba llevando mejor con Viktor, así que creyó que podría hacerlo.
Quién hubiera pensado que dos temas importantes culminarían en aquella -en un inicio- tranquila conversación.
— Sé que estás pasándola mal — había empezado algo tímido el omega, como tanteando terreno.
Viktor a su lado lo miró, pero no dijo nada, solo asintió, un gesto que le indicaba que prosiguiera.
— Beka me dijo que... que Yakov podía ayudarte si tú se lo pedías, pero que no querías.
Ante cualquier suposición de Yuuri de la reacción ajena, Viktor jadeó una sonrisa.
— Otabek y su bocota — "para algunas cosas es inteligente, para otras no lo está siendo tanto" no lo dijo, pero lo pensó.
Viktor debía darle créditos al muchacho: utilizar a Yuuri para pedirle que aceptara la ayuda de su abuelo había sido bastante astuto por su parte.
—¿Por qué no le pides ayuda a Yakov si él mismo te lo ofrece?
Yuuri picó en la herida viendo a Viktor sin comprender.
El Nikiforov mantuvo su mirada pensativa hacia el mismo césped a sus pies y subió y bajó los hombros. A Yuuri no podía negarle respuestas a pesar de que al contrario sí sucedía.
— No es de su incumbencia, está muy viejo y no quiero que él cargue con los problemas de su tonto nieto y sus estúpidas decisiones.
— ... que esto pasara no fue tu decisión, Vity... Viktor — se corrigió, jugando con el corazón de Viktor que por unos segundos lo había mirado con ojos expectantes — no lo fue.
El hombre suspiró largo y pesado. Qué iluso de su parte.
Cambió de posición y se apoyó con ambas manos hacia atrás, como si pudiera tomar el sol a pesar de ese nublado clima. Por unos segundos tiró su cabeza hacia atrás y luego volvió a ver a Yuuri, los ojos de un extraño café carmesí.
— Quizá no lo deseé, pero sí lo decidí con todas las pequeñas decisiones que tomé durante todos estos años. Aceptar a más personas en el clan, plantar desconfianza, hacer enemistades.
— Hacer enemistades era inevitable.
— Pero sí era evitable cosechar mal el clan. Tú mismo me has echado varias veces la culpa y lo admito.
Directo y sutil. Yuuri tragó por unos segundos, ante eso, no tenía nada que argumentar a su defensa. Tosió algo incómodo, dispuesto a no descarrilarse del tema principal.
— Es por eso mismo, ahora tienes la oportunidad de recibir ayuda y no la estás aprovechando, ¿no es esa otra tonta decisión?
Viktor no contestó, tenía los ojos pegados al frente como si las casas en ese lugar fueran de lo más interesantes. Yuuri esperaba paciente, aparentemente, porque temía que su voz no hubiera sonado lo suficientemente convincente y segura. O eso hasta que el hombre aceptó.
— Bien. Lo haré.
Sentenció de pronto, sorprendiendo a Yuuri Katsuki a su lado que no había dejado de mirarle.
— ¿E-En serio?
— Sí — los ojos claros de Viktor lo miraron de reojo — si estás dispuesto a arreglar "esto".
La sonrisa que aparecía en los pálidos labios de Yuuri se borró en seco.
"Esto".
— ¿Qué cosa? — preguntó mecánico, la boca semi abierta, atento.
— No te hagas el tonto, Yuuri, sabes a lo que me refiero — Viktor volteó con seriedad.
Porque claro que Yuuri sabía a lo que Viktor se refería, había estado huyendo todos esos años de aquello mismo.
— No. No lo sé.
Aún así, mintió descaradamente.
Su rostro calmo y serio quiso hacerle la competencia a la del hombre que años antes había marcado su cuello. Pero la verdad, tenía un mal presentimiento, así que por dentro estaba dudando de que esa vez todo terminaría a su favor.
— Vamos a hablar de ti y de mí, de lo nuestro.
Ahí estaba.
El lobo se inclinó hacia Yuuri y el omega apretó los puños algo nervioso, sin querer demostrarlo, sin moverse un centímetro. Si mantenía la calma, podría ocultar sus feromonas delatoras de su repentina inseguridad, hasta la fecha había sido un auténtico actor haciéndolo.
No obstante, cuando los labios de Viktor volvieron a pronunciar palabras sintió un trocito de sus altas murallas a su alrededor caer.
— Si huyes, no te lo voy a perdonar jamás, Yuuri Katsuki.
Jamás.
Pestañeó y apretó los labios, su diestra se posó en el hombro de Viktor haciéndole saber que se alejara, cosa que el otro obedeció.
Pero lo que el mayor no supo fue que ese "jamás" quedó dando vueltas en la cabeza de Yuuri haciéndolo sentir como un real hipócrita, ¿quién era él para sentirse como una víctima indefensa cuando él mismo le había dicho cosas mucho más hirientes a Viktor? ¿por qué dolerse tanto con algo que... parecía lo justo? las preguntas hicieron acelerar a su corazón, porque si había algo que Yuuri Katsuki había reprimido por mucho tiempo, eso era su parte de la culpa en todo ese embrollo. La parte en la que nunca dijo el real problema de frente, la parte que huyó de todo como si el problema fuera una simple prenda de la cual podía desprenderse y dejarla deshacer con el paso de las estaciones, la parte en que había roído el corazón de Viktor con palabras hirientes y escondiendo de sus verdaderos pensamientos y sentimientos.
— Si quires que reciba ayuda de Yakov, entonces vamos a hablar.
Yuuri miró a otro lado, donde la salida de ese pasaje de casas daba escape a la playa. Quiso pararse de donde estaba sentado y huir, pero la voz de Viktor hacía eco en su cabeza.
"No te lo voy a perdonar jamás".
— Estás siendo muy infantil — empezó nervioso, le costó volver a mirar al hombre a su lado porque de pronto esos pedazos de ojos oceánicos parecían muy profundos, tuvo la sensación de ahogarse— e-es tu clan, no puedes sobreponer algo tan sinsentido como esto.
Su voz trémula, apretaba ambas manos entrelazadas en su regazo. Se sintió atrapado a pesar de que Viktor no estuviera ejerciendo ningún tipo de fuerza física que lo mantuviera sentado a su lado.
— ¿Por qué no puedo?
— Porque... porque eso es como... p-porque no y ya.
La sonrisa socarrona de Viktor lo hizo saber de lo tonto que aquello había sonado, mucho más sin sentido de lo que él decía.
— Sí — su voz sonó firme y autoritaria a pesar de no hacer esfuerzo en elevarla — Sí puedo hacerlo.
El omega tenía su ceño fruncido, pero no de una manera enfadada, sino como si estuviera buscando más palabras desesperadamente para contrarrestar al otro. En vano, por supuesto, por su mente pasaban cosas que no podía expresar con la boca a menos que quisiera dar cuenta del desastre que era.
¿Por qué Viktor estaba siendo tan insensato? pensó egoístamente, otra vez, echándole la culpa al otro ¿Qué tonterías estaba hablando? ¿Que acaso no le importaba su clan? ¿Creía que Yuuri siquiera sería capaz de conversar con él? Había huido en todos los sentidos de la palabra, por años... otros más no le harían daño... y era ahí donde se equivocaba porque en el fondo de su corazón Yuuri Katsuki sabía que ambos morían por su constante silencio, lentamente.
— Viktor, por favor...
Su voz baja fue el atisbo que le dio a Viktor que Yuuri se estaba viendo pillado. Fue el empujón suficiente que necesitó Viktor para lo siguiente:
— Todavía me quieres.
No había duda. Había dicho un hecho concreto y sólido.
El ceño de Yuuri se frunció aún más, se sintió pasado a llevar, como si Viktor hubiera hurgado sin su permiso en su corazón y de ahí sacara cuanto quisiera y cuanto Yuuri había escondido con toda su dedicación.
Sintió su pecho hincharse con indignación y con toda la molestia su voz tomó dureza dispuesta a volver a tapar sus sentimientos.
— Qué demonios estás diciendo. Deja de ser tan arrogante, estás siendo egoísta, es tu clan de lo que estamos hablando.
Por fin pareció que su trasero se dignaba a despegarse de donde estaba sentado, pero no a marcharse todavía. Viktor le siguió, se puso de pie frente a él, marcando la diferencia de estatura y mirándolo desde lo alto, con seriedad, pero con un brillo de burla en los ojos.
— Mi clan se está cayendo a pedazos, Yuuri. Dame razones para pedir ayuda. Dime por qué te fuiste y no digas que es porque no me quieres o por el clan; lo primero sé que es mentira y lo segundo ya lo asumí, pero sé que hay más que no me estás contando.
— ¡No es mentira! — exclamó mucho más molesto... molesto porque Viktor estaba sacando todas las conclusiones correctas.
— Cuando llegué hace un par de semanas y te abracé-...
— Fue el impulso, un error — le arrebató la frase antes de que siguiera hablando, pero al parecer aquello provocó ansia en el Nikiforov que se acercó más de la cuenta y lo acolarró contra una de las paredes de cemento.
— ¿Ah, sí? — Yuuri, además de atrapado por el cemento y el cuerpo de un alfa, se sintió inquieto, algo le decía que esta vez realmente Viktor no lo dejaría ir, que esta vez no sería igual a las otras veces — seguro que también fue un error el mostrarme el cuello desvergonzadamente cuando te abracé.
No se equivocó.
El Katsuki palideció y su fortaleza de orgullo se cayó a grandes pedazos.
¿Había mostrado el cuello ante Viktor? ¿se había insinuado ante el alfa de esa manera?
No lo recordaba bien porque había sido lo más profundo, sincero e inconsciente de su omega interno lo que había actuado aquel día. Pero si Viktor lo decía así, tampoco dudaba de que hubiera sucedido.
Aquel hecho había desvestido por completo su mentira.
No le gustaba para nada admitirlo, pero habían veces (como esta, cuando sus murallas desaparecían de su alrededor) en las que no se lo podía negar: amaba a Viktor, lo quería y amaba con todo lo que quedaba de él.
Sin embargo, así como odiaba esa parte de sí que a veces no podía ocultarse cuando estaba en soledad, también odiaba ahora habérselo dado a conocer a Viktor.
No tenía cómo arreglar su error.
"Tonto Yuuri. Estúpido, estúpido".
Pero aún sosteniendo la última roca de su caída muralla de orgullo, insistió en su terquedad.
— N-No recuerdo si lo hice yo.
No sirvió de nada, claro.
Viktor no sonreía, pero el placer que despedía podía llegar hasta la nariz de Yuuri.
— Lo hiciste, ¿te refresco la memoria? — su tono era burlesco — al inicio pensé que yo había sido el que se había equivocado de posición, pero cuando tú insinuaste tu cuello así — tomó su rostro con delicadeza y lo ladeó, Yuuri se dejó sin dejar de mirarlo — mostrándome mi marca, casi a propósito cerca de mi boca, ¿sería yo realmente el equivocado? un omega sabe cuándo y con quién insinuarse.
Viktor dejó ir su rostro y a Yuuri le quemó la piel libre del tacto ajeno. No había palabras en su boca para soltar, demasiado pasmado y avergonzado de sí mismo como para poder seguir luchando. Ni siquiera parecía tener ganas de huir, de hecho, sentía un nudo en la garganta, de esos que se tiene cuando se está a punto de llorar, pero Yuuri Katsuki no iba a llorar (todavía).
— Yuuri, dime.
— Decir qué — su voz volvía a ser automática, como si sintiera la amenaza que era Viktor en esos momentos.
¿Decirle qué?
Viktor volvía a poner esa cara suplicante que muchas veces antes había puesto cuando tenían esa conversación y que siempre terminaba con discusiones y palabras hirientes. Sin embargo, esta vez Yuuri no se sintió con el poder de desviar el tema y dejarlo como cosa perdida, Viktor había bajado todas sus defensas.
Le dolía mucho, le dolía más porque sabía siempre a lo que Viktor quería referirse, cómo se sentía, qué pensaba. Todo aquello le hacía pensar que desde que Viktor los encontró, él se había estado aferrando -sin darse cuenta- nuevamente al alfa y por ello su vínculo... aquel vínculo que estaba roto... se estaba reavivando. Eso lo hacía temer.
— Dímelo — repitió.
Otra vez, ¿decirle qué?
¿Viktor quería que le dijera que él se odiaba por no poder darle hijos? ¿Que se sintió solo todo ese tiempo cuando él se encargaba del clan? ya no había necesidad de culpar la desconfianza del clan, eso Viktor ya había dicho que lo asumía. Aún así, Yuuri se sentía incapaz, lo primero para él era muy vergonzoso, humillante, y lo segundo muy egoísta; Viktor era un líder y no podía monopolizarlo.
— Yuuri, por favor, dímelo. Qué es lo que me estás ocultando.
La mirada de Viktor ante el silencio ajeno, su voluntad y su paciencia cayendo de a poco.
— Te lo pido por favor...
Un ruego sutil que escondía no muy bien su desesperación.
A Yuuri se le agitó la respiración, como si pudiera sentir el dolor ajeno en su propio pecho. Quizá y solo quizá... su lazo no estaba del todo roto.
La complementación de Viktor le hizo vacilar entre la vergüenza, el anhelo y la pena, una pizca de esa molestia.
Se sentía muy débil, una sensación ardiente en su garganta. Luchó contra su lado omega que le pedía, que le rogaba que por favor arreglara las cosas, que por favor no hiriera a Viktor una vez más, que le entregaba las palabras para confesar su más grande tristeza, su más grande vergüenza. Las palabras quemaban por salir de su boca.
Sus labios se separaron y boquearon varias veces, indecisos, luchando en vano callarse.
Pero el mal presentimiento de que algo no sería igual era cierto. Tan cierto como que cuando Viktor acarició tímidamente con los dedos su rostro, Yuuri y su omega (su ser completo) ya no puso soportarlo más.
— Porque habías cambiado, para bien o para mal, y yo estaba estancado... p-porque aunque tú seas mi problema, sé que yo soy también un problema, soy insuficiente para ti, entonces...
Una visualización general del problema.
Tan claro y tan confuso, pero ya estaba ahí.
No obstante se vio obstaculizado por otro factor que había estado evitando: las lágrimas.
"¿Quién soy yo para reclamarte, si el problema también soy yo?".
¡Gracias por leer!
