CAPÍTULO I

―Señor Ardlay, su abogado está aquí, coloque sus manos hacia atrás, le pondremos las esposas. Voltéese y síganos.

Albert, a medida que caminaba, recordaba lo que había sucedido antes de llegar a ese punto de su vida, donde todos lo juzgaban de forma negativa.

"¿Cómo llegué a esta situación?"

―Hola amigo, ¡al fin te recibiste como psiquiatra antes que yo!

―Logré hacerlo antes del tiempo estipulado. A mis veinticinco años de edad, ya culminé mi carrera.

En ese momento, ella bajó las escaleras con ese hermoso traje de colegiala, para ese instante solo tenía diecisiete años de edad, una mujer muy linda para ser joven. Me guiñó el ojo como siempre y yo le sonreí, definitivamente era una mezcla de picardía con inocencia, una combinación excitante. Nos saludó y se retiró. Continué conversando con mi estimado amigo Tom, a él le podía contar todo, éramos como hermanos, jamás nos criticábamos, incluso podíamos confiarnos nuestros sueños más pervertidos.

―Siempre he querido cumplir una fantasía con alguna de mis pacientes.

―A todos nos pasa, ha de ser por eso que la mayoría de las mujeres evitan tener a un ginecólogo varón, se imaginan que queremos ir más allá de una simple revisión uterina; explorar con nuestro propio instrumento.

―De seguro que sí, ¿sabes, qué quiero yo?, hipnotizar a alguna de mis pacientes.

―¿Con qué intención?

―Controlarlas, que hagan lo que les ordene.

―¿Qué? Lavar, planchar.

―Ja, ja, ja, muy chistoso. Ya sabes. Imagínate tenerla allí, a mi merced.

―Ahora que te escucho, me parece una idea muy interesante, de esa forma nos evitaríamos tener que cortejarlas y complacerlas, ya me da flojera; sin compromisos, ni formalidades y quedamos satisfechos.

―Ya sonó mi alarma, debo irme, cerraré el negocio para la inmobiliaria que me servirá de consultorio.

Nos despedimos fraternalmente.

Me subí en mi auto Mercedes Benz, al dar la vuelta en la esquina me encontré con Candy, esperaba el transporte del colegio.

―Hola, princesa, te doy el aventón. ¿Para dónde vas?

―Para el colegio Santa Inés, voy a clases, pero aún queda tiempo, voy con treinta minutos de antelación.

―Genial, cómo estás de cambiada. Ya no eres esa niña de ocho años que conocí hace nueve años. Te has convertido en toda una dama, debes de tener muchos pretendientes detrás de ti.

Sonrojada y agachando la mirada, respondió:

—Bueno, ni tanto. Tengo un amigo que me gusta…

―¿Por qué te callas?

―Me da algo de vergüenza, disculpa. Creo haber escuchado que abrirías tu consultorio psiquiátrico, ¿cierto?

―Así es. Si tienes algún trauma que desees liberar, tus consultas serán gratuitas.

―¿Cuándo lo aperturas?

―En un par de semanas será la inauguración, estás cordialmente invitada. Seremos unos cuantos, no más de diez personas.

―Gracias por la invitación, estaré allí.

―Hermosa princesa, hemos llegado. No te bajes sin darme mi beso.

―Claro, nos vemos. ―Nos dimos un sutil beso, muy cercano a la comisura labial.

Qué niña tan linda, sí que te pusiste bonita, ya hasta se me despierta el deseo contigo de tenerte en mi… Ash, creo que eso nada más quedará en un sueño placentero que tendré contigo esta noche.

Día de la inauguración

―Me es grato tenerlos aquí, en este día tan especial para mí, Susanna, por favor acércame la agenda donde estarán registrados nuestros pacientes.

―Tenga, Dr. Ardlay.

―Deja, amigo, yo abro la champaña ―dijo Tom, quien roció la agenda con el líquido.

Todos aplaudieron.

―Ahora, disfrutemos de los bocadillos y bebidas que tenemos para ustedes.

Candy vestía como siempre su traje de colegiala. La falda de cuadros rojos la tenía cinco centímetros más arriba de las rodillas; además de medias y camisa manga larga de color blanco y un suéter negro con mocasines a juego.

―Me alegra que hayas asistido, tu presencia para mí es importante.

―La otra vez te quise comentar algo con respecto a mi amigo, me gustaría platicártelo; pero bajo la condición de paciente-médico ¿Podrías hacerme parte de tu agenda?

―¡Por supuesto! Pero para ti las consultas son gratuitas, te atendería de último, yo te aviso la hora.

Pasaron los días y Candy acudió a la consulta.

Susanna estaba organizando sus objetos personales para marcharse, faltaba poco para la hora de salida.

―Candy, ¿qué haces a estas horas acá?

―Tengo consulta.

―Qué raro, no te tengo anotada, ha de ser por…

―Señor Goldman, lo espero en la próxima consulta, no falte.

―Gracias, hijo. ―El hombre, tembloroso como una gelatina, se despidió amenamente del joven médico. Los ojos de Albert se posaron en Candy.

―¡Princesa, qué bueno verte!

―Dr. Ardlay, la señorita dice tener cita hoy con usted.

―Está bien, Susanna, te puedes retirar.

Su secretaria agarró su cartera y se fue.

―Entra, Candy.

―Albert, me da un poco de vergüenza tener que hablar de esto contigo.

―No me veas como el muchacho que te conoce desde niña, háblame como le hablarías a una persona extraña, con naturalidad. Recuerda, no estoy para juzgarte.

―Gracias, siempre tan comprensivo. ―Desvió la mirada―. Me da un poco de vergüenza.

Él le sonreía con amabilidad.

―He tenido sueños inapropiados para una señorita como yo, que he sido educada bajo un estricto régimen católico...

―Continúa, no te quedes en silencio.

―Pues, tengo un amigo, se llama Arturo.

―¿Arturo?

―Sí, Arturo, mi amigo de infancia. Se ha convertido en un hombre agraciado y… yo tengo ciertos deseos reprobables hacia él, se manifiestan en mis sueños. ―Se colocó de lado, al moverse, la falda se le subió un poco, permitiéndole al joven psiquiatra observar con claridad el color de su panty. Trató de desviar la mirada, pero ella se inclinó un poco para quitarse el suéter―. ¿Le molesta si me quito mi suéter? Es que tengo calor ―él asintió con la mirada; no obstante, le notó la ausencia de sostén―. Me siento más cómoda, prosigo. ―Comenzó a jugar con uno de sus mechones―. Dr. Ardlay, en mis sueños tengo unas escenas de amor atrevidas, juro que nunca he visto películas de esas que nos prohíben ¿Por qué sé que despiertan los sentidos hormonales?

―Es normal para una chica de tu edad. Continúa.

Hola, queridas lectoras. Esta historia la pueden leer completa en Amazon, formato impreso tapa blanda.

Muchas gracias por estar ahí. Si quieren conocer más de mi trabajo, pueden escribir a mi WhatsApp +584269149370. Gracias Dios nos bendiga