Capítulo 7

Esme POV

Vi a Bella a los ojos y noté que brillaban con lágrimas no derramadas. Estábamos a solas en la cocina mientras los demás comenzaban a despedirse aún en el jardín trasero, ella me había buscado para hablar y yo no pude contenerme de decirle cómo me sentía en realidad.

Jamás le había contado a nadie sobre esto, supuse que era sólo un capítulo oscuro en mi vida que se quedaría en el pasado por siempre. Pero por alguna razón las palabras y los recuerdos siguieron fluyendo.

- En algún momento pasaba más tiempo con el hombre dueño del restaurante que con cualquier otra persona, me arreglaba para él… no sé… era como si fuera joven y libre otra vez, sin toda la carga emocional que en realidad llevaba. Y sobre Carlisle… a veces me sentía culpable, pero siempre encontraba una excusa, como su trabajo o el que en realidad no hubiera sucedido nada físico hasta ese momento con el otro. Nunca me di cuenta de lo obvia que fui, hasta que una noche estaba empacando para irme de fin de semana y Carlisle llegó antes de lo esperado…

FLASHBACK

Escuché la puerta abrirse y a mi esposo entrar. Por un momento me puse nerviosa y tuve que recomponerme para estar tranquila mientras le explicaba del viaje. Sería sólo un fin de semana e íbamos cuatro personas que trabajábamos en el proyecto del restaurant, la idea era ver locales para una nueva sucursal en otra ciudad.

- ¿Qué sucede? –me preguntó desde la puerta de la habitación y cuando lo miré lo encontré con su bata blanca y el semblante cansado, además de los ojos plagados de miedo.

- Lo siento, surgió de repente. Voy a salir el fin de semana, vamos a ir a ver una posible sucursal fuera de la ciudad. Espero no te moleste. –le ofrecí una pequeña sonrisa pero su expresión no cambió. Lo vi tragar en seco y se acercó quitándose la bata.

- ¿Es eso, Esme? –inquirió en voz baja.

- Claro que sí. Va el dueño, el gerente, el encargado de recursos humanos y yo.

- El dueño… -murmuró y se acercó aún más, yo sostenía una blusa entre las manos y de repente entré en pánico, lo vi en su mirada. Carlisle lo sabía todo.

- Es su restaurant… es… natural que vaya. –repliqué con la voz temblándome y me sentía la mujer más vil del planeta.

- Pero no es natural que vayas tú.

No se detuvo hasta llegar a mí y quitarme la prenda que sostenía, luego tomó mi rostro entre sus manos y me besó. Lo hizo despacio y profundo. Fue una caricia cargada de mil emociones. Quizás me estaba diciendo adiós.

Detrás de mis párpados cerrados comencé a llorar mientras lo abrazaba por la cintura. ¿Cómo pude ser tan estúpida? Yo lo amaba. Me sentí como si estuviera despertando de una larga pesadilla, estaba confundida y avergonzada. Estaba casada con el hombre más maravilloso del mundo y aún así… estuve a punto de…

- No lo hagas. –me susurró contra los labios y luego besó mi mandíbula hasta el oído. – Lo siento. Sé que no he sido un buen esposo últimamente. Pero no hagas esto. Te amo.

- Carlisle… no… -murmuré apenas sin estar muy segura de qué quería negar.

- No tienes que explicarme nada. Te he visto cambiar en las últimas semanas y sé que es un poco de mi culpa porque preferí esconderme en el trabajo, pero no quiero que esto termine aquí.

Me vio a los ojos con tal fuerza que no me costó trabajo entender lo que me estaba diciendo. Si yo me iba a ese viaje sería el final de nuestra relación, de nuestro matrimonio. Me estaba poniendo un ultimátum y lo entendí, en realidad… estaba agradecida porque de ser la situación al revés, quizás yo hubiera hecho mucho más que eso.

Entonces supe que no había elección qué hacer y lo besé de nuevo. Si Carlisle podía perdonarme por haber considerado estar con alguien más, yo haría todo lo que fuera por salvarnos.

- Te amo. –susurré contra sus labios y con lágrimas en el rostro, él me estrechó contra su cuerpo con más fuerza y supe que sería difícil, pero íbamos a estar bien.

Fin del FLASHBACK

- Al día siguiente llamé al dueño del restaurant y terminé cualquier negocio que tuviéramos pendiente por teléfono. No volví a verlo jamás. Y fue la mejor decisión que pude tomar. -cuando acabé de explicarle vi sus facciones sorprendidas y contrariadas. Quizás no debí decirle todo aquello, pero ya estaba hecho. - Sé que no es justo que ponga el peso de lo que yo hice en tus hombros ahora, pero no puedo evitarlo. Yo me detuve a tiempo. Carlisle me detuvo… y pudo perdonarme por pensar todo lo que pensé en hacer. Pero… Edward y tú… no sé, Bella ¿y si hubiera sido al revés? ¿Qué harías tú con él?

La observé mientras ambas derramábamos lágrimas y me pareció escuchar algo en el pasillo, pero nadie entró. Al final sólo me acerqué y la abracé, quizás ya a ninguna nos quedaran palabras que decirnos en ese momento.

Fin Esme POV

Edward POV

- ¿Espiando a alguien?

La voz suave de mi padre me sobresaltó y lo miré sorprendido sin tener idea de qué hacer. Acababa de escuchar a mamá confesarle a Bella cómo es que casi se fue con otro hombre y de acuerdo a lo que entendí… papá lo sabía todo, pero de cualquier manera sentí como si tuviera un secreto que guardar.

- ¿Por qué no vamos afuera? No es bueno escuchar conversaciones ajenas. –me sonrió y me tomó del hombro para que fuera con él por una puerta lateral que daba al exterior, supuse que quería privacidad y sacar la basura podía ser un buen pretexto. – Ni Bella ni Esme estaban en el jardín, supongo que es a ellas a quienes escuchabas. –me miró de reojo y asentí. - ¿Qué fue lo que oíste?

- Yo… no sé… mamá le contó algo a Bella… -murmuré sin saber si ese era un tema que él deseara tocar o no. Yo en su lugar preferiría olvidarlo.

- ¿Sobre el dueño de aquel restaurant? –preguntó tranquilo y yo asentí apenas.

Seguimos en silencio hasta el gran bote de basura situado al frente y lo abrió para que yo pusiera la bolsa, después volvió a cerrarlo pero no nos movimos. No tenía idea de qué estaba esperando él y no pude intentar adivinarlo.

- Fueron momentos difíciles. –habló al fin con la vista puesta en el horizonte. – Yo lo supe desde el principio. Ella se portaba diferente, sonreía más, estaba distraída, se arreglaba diferente… era como si fuera una adolescente otra vez.

Me quedé un momento meditando sus palabras y al final me di cuenta de que eso nunca sucedió con Bella. La última semana antes del accidente estuvo de lo más extraña, pero nada que encajara con la descripción que papá me estaba dando.

- Al principio me negué a reconocerlo, luego sólo me asusté y me escondí en el trabajo… sé que fue un error. Pero esa noche cuando llegué y la vi empacando una maleta, supuse de inmediato que por fin se había decidido a dejarme y me aterré.

Suspiró e intenté imaginarme qué hubiera hecho yo si las cosas hubieran salido así. La verdad es que no tenía idea, estaba tan enojado y herido por la situación actual que eso me nublaba el juicio.

- Cuando me dijo que era sólo un viaje vi que sería decisivo, si ella se marchaba en ese momento, si yo la dejaba hacerlo, entonces en verdad la estaría dejando que tuviera algo con él. Fue difícil actuar en ese instante, porque sólo desee partirle la cara al imbécil que intentaba meterse con mi esposa y desde luego que con ella también me enojé…

- ¿Cómo pudiste perdonarla? –pregunté de repente en busca de un consejo que me salvara la vida.

- Por un lado fue el amor que siempre le he tenido. Eso por sí mismo fue muy poderoso. Por otro… ayudó el hecho de haberlo enfrentado a tiempo, antes del hecho y no después. Y… bueno, la verdad es que no fue fácil. Requirió mucho tiempo y comunicación, escuché cosas de cómo se sentía con él que hubiera preferido nunca saber, tuve que reconstruir mi ego y ella también puso mucho de su parte soportando mis subsecuentes ataques de celos, las preguntas de dónde había estado, las llamadas sólo para ver qué estaba haciendo…

- No sé… no tengo idea de qué hacer… -confesé lo que era muy obvio ¿podríamos Bella y yo pasar por lo mismo? ¿Habría posibilidad de sanarnos? Quizás su accidente fuera una señal para darnos una segunda oportunidad. Pero yo no creía poder dársela.

- No hay una respuesta correcta, Edward. –me dijo con una media sonrisa triste y viéndome a los ojos. – Puede que lo intenten y no funcione, que jamás recuperes la confianza en Bella, pero puede que sí. Puede que se separen y siempre te arrepientas de no haberlo intentado, o que encuentres a alguien más y vuelvas a enamorarte.

- No podría amar a nadie más. No así.

- Lo sé. Eso mismo he pensado siempre respecto a tu madre.

Me dio una palmada en el hombro y luego se retiró al interior de la casa, yo me quedé ahí frente a la puesta de sol con muchas más dudas que antes. Respiré profundo varias veces intentando despejarme y no lo logré. Al final fue mi teléfono lo que me interrumpió con una llamada de Tanya que siempre parecía ser la persona más oportuna del mundo, como si supiera cuándo me caería bien hablar con ella.

Fin Edward POV

Bella POV

Cuando regresamos después de la despedida de mis padres estaba agotada tanto física como mentalmente. Edward se encargó de acostar a los niños y yo aproveché para darme una ducha. Todo el tiempo pensé en lo que me dijo Esme, jamás me esperé que ella y Carlisle hubieran pasado por una cosa así... y seguía sin creer que a Edward y a mí nos hubiera sucedido lo mismo.

Quizás me detuve tanto pensando en eso porque había otra cosa peor… sabía que Edward tenía en sus manos el resultado de la prueba de paternidad y no lo había abierto. Una parte de mí deseaba que jamás lo hiciera y sólo decidiera olvidar el asunto… pero por otro lado, también quería saber.

A veces sentía que me estaba volviendo literalmente loca cazando un fantasma, un amante que no existía. Pues la idea de no tener un rastro físico de él me parecía tan imposible como su mera existencia. Pero hasta el momento no había encontrado nada ni remotamente sugerente de que estuviera ocultando algo.

Cuando terminé de ducharme me sequé el pelo con una toalla y el cuerpo de manera descuidada antes de vestirme. Sabía que antes salía del baño con la toalla e iba al vestidor por la ropa, después me cambiaba de manera libre, frente a Edward si es que él estaba ahí. Pero ahora me avergonzaba tanto la idea de hacerlo que simplemente pasaba en redondo y salía a la habitación ya con la pijama puesta.

Respiré profundo antes de abrir la puerta y al hacerlo vi a mi esposo sentado en el borde de la cama del lado que yo ocupaba, tenía los codos recargados en las rodillas y la mirada puesta sobre una hoja de papel, en el edredón a su lado vi un sobre abierto con el logo del hospital.

Al instante se me aceleró el corazón y se me fue la sangre hasta la punta de los pies. Lo había abierto, Edward ahora sabía si mi bebé había sido también suyo o no. Me acerqué con cuidado, caminando apenas y sintiendo algo de dolor en la pierna que estaba sanando. En realidad quería correr en la dirección opuesta, pero sabía que no tenía elección.

Cuando me detuve, apenas a un paso de distancia él no levantó la vista, sólo me pasó la hoja de papel y la tomé con manos temblorosas. Al principio no supe dónde buscar, sólo vi letras sin sentido. Me tomó un minuto entender el significado de las palabras.

Edward se puso de pie y me abrazó, yo dejé caer el resultado positivo y le rodee el cuello con las manos, él escondió el rostro en el hueco debajo de mi oreja y lo escuché suspirar, también sentí sus lágrimas sobre mi piel.

- Nuestro bebé… -murmuró apenas y comencé a llorar con él. Este era nuestro momento de duelo.

- Lo sé. Lo siento, Edward. Todo esto es mi culpa….

Nos quedamos en silencio un largo rato y el momento fue de lo más agridulce. La pena de nuestro hijo o hija, el alivio de que Edward buscara consuelo en mí, el dolor cuando él no negó que fuese mi culpa, la esperanza de que aún pudiéramos volver a ser como antes… todo eso estaba mezclado con mil emociones más en esos momentos.

- ¿Quieres dormir? –preguntó eventualmente en voz baja y se separó un poco para mirarme a los ojos cuando nos habíamos calmado.

- Necesito estar contigo. –le imploré y asintió para luego besarme la frente.

Nos metimos los dos en la cama y me envolvió en un abrazo. Su aroma perfecto me inundó así como el calor de su cuerpo y decidí abandonar cualquier pensamiento por esa noche. De momento tenía a Edward ahí conmigo y nada más importaba.

Esas horas dormí tan tranquila como no lo había hecho en mucho tiempo, nunca desde el accidente en realidad. No tuve sueños y al despertar aún entre los brazos de mi esposo una pequeña alegría me invadió. No era completa y estaba eclipsada por el duelo de nuestro bebé. Pero me sentí bien.

Escuché risas en el pasillo y supe que no nos quedaba mucho tiempo antes de que los niños llamaran a la puerta, quizás fuera cuestión de segundos o un par de minutos, pero iba a disfrutarlo. Me acerqué más al cuerpo de Edward, mi espalda hacia su pecho, y respiré de cerca el aroma de la piel de su brazo que utilizaba como almohada.

Quizás él me sintió moverme, pues despertó, lo supe porque afianzó su abrazo a mi alrededor e inhaló profundamente, segundos después sentí un beso suave en mi cabello y sonreí. Eso era lo que Edward hacía cada mañana cuando despertábamos. Eso fue lo que hizo durante años. Quise girarme y besarlo en los labios pero no lo hice. Temía a su rechazo como a nada más.

- Buenos días. –susurró con voz ronca.

- Buenos días. –le contesté esperando que me diera una pauta pero no lo hizo.

Nos quedamos estáticos un poco más hasta que me decidí a recargarme más en él, si es que la distancia inexistente entre nuestros cuerpos lo permitía… y así fue. Con ese movimiento pude sentir su erección contra mí y no supe cómo reaccionar. Últimamente era como si todo fuera nuevo y siempre tuviera miedo.

- Lo siento. –se disculpó e intentó moverse, pero no se lo permití.

Alargué mi brazo libre hacia atrás para tomar un poco de tela de su camiseta en la mano y sostenerlo contra mí, al mismo tiempo le besé los bíceps.

- Está bien… -murmuré apenas contra su piel.

Me moví un poco para que sintiera la fricción de mi cuerpo contra el suyo y él gimió muy bajo. Mi orgullo femenino se alegró sintiendo como que despertaba de un coma profundo.

- Bella. –susurró hundiendo su rostro por completo en mi cabello y empezó a mover las caderas, yo me sincronicé a su ritmo anhelando que los niños no nos interrumpieran y Edward me tomara ahí mismo.

No era la decisión más inteligente del mundo, pues nuestros hijos estaban al otro lado de la puerta. Eso sin contar el hecho de que yo no me estaba cuidando y no debía embarazarme otra vez en ese momento. Y bueno… no estaba ni siquiera segura de si mi esposo aún me deseaba o sólo buscaba algo rápido para liberar su tensión.

- ¿Quieres hacerlo? –inquirió en mi oído mientras su mano libre serpenteaba por mi estómago. No tuve que pensar mi respuesta.

- Te necesito.

Cuando pronuncié las palabras él encontró uno de mis pezones y lo acarició por encima de la tela, yo tuve que contenerme para no hacer mucho ruido y delatarnos. Volví a rogar porque los niños no escucharan nada. Muy pronto él quitó su mano y recorrió el camino de regreso a mi vientre y un poco más abajo, ahí se adentró sin reparo en mi ropa interior y de manera automática separé las piernas, enganchando una hacia atrás en las de él.

Su movimiento fue constante, pero tímido. Quizás si no lo conociera tan bien no hubiera sabido decirlo, pero su temor estaba ahí. Cuando por fin alcanzó el centro de mi cuerpo lo escuché gemir de nuevo muy bajo en mi oído y el ritmo de sus caderas aumentó.

- Estás mojada. –susurró con vehemencia, como si fuera algo maravilloso. Eso no lo entendí ¿cómo podría no estarlo?

- Edward, bésame… -le rogué y de inmediato, y para mi gran desconsuelo, su mano desapareció de donde la tenía.

Al principio no entendí, pero muy pronto supe que estaba sólo cambiando de posición. Me acostó con la espalda contra el colchón y él se irguió. Se sacó la playera y luego los bóxers, ahí pude ver su erección y apenas pude resistir el acercarme y probarlo, pero alargué una mano para acariciarlo.

Edward me sonrió, pero no fue como siempre, algo faltaba… como si sus ojos fueran distintos, como si no sintiera lo mismo por mí. Me asusté y estuve a punto de pedirle que parara sólo para disculparme una vez más por lo que nos hice… pero lo necesitaba demasiado para interrumpir nuestro momento.

Sin mucho cuidado agarró los bordes de la enorme camiseta que yo llevaba puesta y me la quitó, hizo lo mismo con los shorts y mi ropa interior. En cuestión de nada me tuvo desnuda ante sí y se relamió los labios, siempre hacía eso y como cada vez también, me sonrojé.

- Eres hermosa. –me dijo mientras se posicionaba entre mis piernas y me besaba en los labios.

Por un momento pensé que se adentraría de inmediato, pero no lo hizo, sólo se quedó a la distancia justa para dejarme sentirlo apenas y comenzó a moverse. Yo intenté concentrarme en no hacer ruido y enterré mis uñas en su espalda, él gruñó y llevó sus besos hacia mi oído y sus dedos diestros hacia mis pezones.

En cuestión de nada yo le estaba rogando. Escuché mi voz susurrante y llena de anhelo pedirle que lo hiciera y él no se demoró mucho. Quizás todo ese tiempo en abstinencia lo tenía agotado. O tal vez aún me deseaba… a pesar de todo.

Lo sentí abrirse paso entre mi cuerpo y coree su ritmo. Nuestras respiraciones se mezclaron y me sentí bien, pero un poco vacía aún… algo no estaba completo, quizás ninguno de los dos. Sin embargo, alcancé un clímax maravilloso y él también, vaciándose dentro de mí.

Cuando terminó sentí sus brazos temblar al sostener su peso y lo incité para que se recargara en mi pecho. Él solía hacer eso, quedarse quieto escuchando el ritmo de mi corazón para recuperar el aliento. Pero esta vez no lo hizo, sus músculos se tensaron y me vio a los ojos… como si buscara una excusa para moverse y ya.

Despegué los labios para decirle algo, pero no pude, los niños llamaron a la puerta en ese instante y Edward se puso de pie como si algo lo hubiera mordido. Recolectó su ropa y se vistió de camino al baño, luego de un minuto ahí, se marchó sin darme una segunda mirada.

Al instante se me llenaron los ojos de lágrimas y me cubrí el rostro con una almohada. No podría ni comenzar a describir lo humillada que me sentía en aquellos momentos. Como si Edward me hubiera usado. Como si sólo me hubiera tomado para saciarse a sí mismo… nada de hacer el amor. Sólo sexo. Mi cuerpo no fue nada más que un objeto para complacerse.

Y así como poco antes pensé que había esperanza para nosotros me di cuenta de que en realidad sólo estábamos postergando lo inevitable. Pero también supe que no era lo suficientemente fuerte para dar el siguiente paso… yo me quedaría ahí a su lado hasta que él quisiera lo contrario, sin importar qué.

Fin Bella POV

Edward POV

Cerré la puerta tras de mí sintiéndome la peor basura del planeta después de lo que pasó con Bella y cómo me fui nada más así.

- ¡Papi! –gritó Anthony y me extendió los brazos, yo lo cargué sin dudarlo y sonreí.

- ¿Dónde está mamá? –preguntó Nessie algo recelosa, quizás temiendo que de nuevo Bella hubiera desaparecido.

- Está dormida, amor. Hay que dejarla descansar ¿quieren desayunar?

- Quiero omelet. –anunció Tony mientras caminaba con él en brazos hacia la escalera con Nessie en frente.

- Omelet será entonces ¿Nessie, tú también quieres lo mismo?

- No, quiero pan tostado con miel. –me sonrió deslumbrante y con aires de princesa. Eso se lo había enseñado Alice.

- Me parece perfecto, señorita.

Los dejé en la sala mirando televisión y fui a la cocina para prepararles el desayuno. Mientras tanto estuve pensando en lo que acababa de pasar. Cómo me dejé llevar, tener a Bella tan cerca hizo que mi cuerpo adquiriera mente propia y el que ella estuviera tan deseosa como yo… no ayudó en nada. Pero el sexo no cambiaba las cosas, aún estábamos en una situación que cada vez me parecía más imposible de sortear.

Eventualmente la comida estuvo lista y Bella bajó, se había duchado y tenía los ojos rojos, me sentí culpable por eso, sabía que lo era. Saludó a los niños y los abrazó, después fue a la cocina de seguro para servirse café.

Escuché su teléfono sonar y ella respondió, al principio no pude escuchar nada, pero cuando ella salió con una taza entre las manos vi una sonrisa pequeña en su rostro que se ensanchó de inmediato cuando quien quiera que estuviera del otro lado la hizo reír.

En ese momento recordé todo lo que me dijo mi padre el día anterior, sobre los ataques de celos que tuvo después de enterarse del asunto entre mi madre y el dueño del restaurant, una vez más no entendí cómo pudo recuperarse de aquello.

Al cabo de unos minutos, en los que intenté bloquear lo que Bella estuviera hablando ella colgó y aún sonriendo un poco me informó que Alice estaba planeando ir con Jasper a un museo para niños y deseaba solicitar a los nuestros para que les permitieran la entrada. Ahí me sentí estúpido una vez más.

- Quieren llevarlos el viernes por la mañana, se supone que hay clases, pero no creo que pase nada si faltan. Rose también les va a prestar a su bebé. -continuó contándome el plan.

- Los van a superar en número. -afirmé sonriendo un poco, como si todo estuviera bien.

- Lo sé. Pero ellos no pueden dimensionarlo. Probablemente les sirva de escarmiento antes de que se llenen de niños. -Bella se rio de nuevo y la acompañé, pero fue muy breve, ambos teníamos aún muy presente a ese pequeño bebé que nunca conoceríamos.

- Está bien si los llevan. -afirmé con un poco más de serenidad y de repente los niños se hicieron notar de nuevo, emocionados por la idea de salir con Alice, quien siempre los mimaba demasiado.

Fin Edward POV

Bella POV

Entré al consultorio de Liam el lunes a media mañana. Era sólo una cita de seguimiento, probablemente la última según me había anticipado Carlisle. Según me dijo, aunque él no era neurólogo, no pensaba que fuera necesario continuar acudiendo, mis facultades mentales continuarían intactas y probablemente la memoria se quedaría perdida por siempre.

- Bella. ¿Cómo estás? -me saludó el médico con una gran sonrisa, como si fuéramos viejos amigos en lugar de casi desconocidos. Se puso de pie y se acercó para darme la mano y dejar un beso en mi mejilla, después me indicó que me sentara.

- Estoy bien, gracias. -le sonreí un poco, suponiendo que no sería apropiado devolverle la pregunta.

- No pareces estar muy convencida. -aclaró yendo a sentarse en su silla, del otro lado del escritorio y odié ser tan transparente.

- Físicamente estoy bien. -le aclaré- No tengo dolores de cabeza, náuseas, ni nada raro. Mi memoria tampoco ha cambiado. Carlisle dijo que probablemente las cosas se queden así. -me encogí de hombros tratando de restarle importancia al asunto.

- ¿Y emocionalmente cómo estás? ¿Cómo te estás incorporando a tu vida normal?

- Un día a la vez. -le sonreí un poco, tratando de poner las ideas en orden. – Creo que voy a volver a trabajar pronto, el semestre está próximo a terminar y quisiera retomarlo, aunque tenga que volver a conocer a todos mis alumnos.

- Eso puede ser un buen ejercicio. -aprobó con una media sonrisa traviesa. Por lo menos era capaz de ver el humor en toda mi situación. - ¿Y cómo van las cosas en tu casa? ¿Cómo se ha adaptado tu esposo?

- Bien. -respondí sin pesarlo nada pues me tomó por sorpresa. Desde luego que él podía intuir que mi matrimonio no iba bien, todo gracias a la prueba de paternidad, pero jamás imaginé que le importara. – Él siempre está atento a que yo repose y haga lo necesario para cuidarme.

- No es exactamente lo que te estaba preguntando. -me aclaró sonriendo e implicando muchas cosas con la mirada. – Bella, los accidentes con lesiones cerebrales cambian la vida de las personas y tener a un compañero incondicional a tu lado es indispensable para recuperarte. Pero eso implica todo, no sólo cuidar reposo o terapias físicas.

Me habló con tal convicción que no supe qué decir. Obviamente mi situación con Edward era tan complicada que nunca se me hubiera ocurrido pedirle más apoyo del que estuviera dispuesto a dar, en realidad, trataba de pedirle lo menos posible, de casi ser invisible ante sus ojos que ya no me miraban como antes. Pero todo era mi culpa.

- Él hace lo mejor que puede. -musité apenas, sin más convicción de defenderlo, porque no deseaba tener que explicar todo lo que yo hice y no recordaba.

- Bella, lo que te dijo Carlisle sobre la parte física de tus lesiones es cierta. Tuviste mucha suerte, eres básicamente un milagro. -se detuvo un momento para sonreír y vi un brillo especial en sus ojos- Pero ahora falta la parte emocional y psicológica. En este punto es recomendable que acudas a terapia con un profesional calificado, a todos mis pacientes les ha ayudado mucho. Y a sus familias, también.

Me miró de nuevo como si pudiera leer todos los desastres de mi vida y me extendió una tarjeta de presentación. Ahí vi los datos de un terapeuta y lo escuché decir que era una buena opción pero yo podría buscar otras si así lo deseaba.

- Gracias. -le susurré sonriendo un poco, no tenía idea de si la terapia sería buena idea o no, pero tampoco deseaba discutirlo con él.

- Entonces, creo que aquí finaliza nuestra relación médico-paciente. -afirmó sonriendo y estiró la mano para que yo la estrechara del otro lado del escritorio. Así lo hice sonriendo también por haber superado una prueba más. Después se levantó y lo seguí hasta la puerta del consultorio, donde se despidió de nuevo con un beso en la mejilla antes de hablar. – La próxima vez que te llame entonces, será como amigos. -prometió ensanchando más su sonrisa y asentí por mera inercia, sin reparar más en sus palabras mientras empezaba ya a avanzar por el largo pasillo del hospital.

Cuando salí de ahí me encontré con tiempo libre y nada qué hacer. Ya había solicitado a la universidad poder reincorporarme a las clases, pero mi reunión con el jefe del departamento no sería hasta dentro de dos días, así que no sería buena idea tratar de adelantarme. Jacob y mis padres habían regresado a sus casas, Alice se encontraba trabajando y yo realmente me sentía perdida. Luego de un par de minutos me di cuenta de que no tenía nada más que hacer que volver a casa y revisar mis pertenencias una vez más.

Después del corto viaje en taxi crucé el umbral de mi hogar, que ya no se sentía tanto así, y fui a la habitación que compartía con Edward, aún tenía tiempo antes de ir por los niños a la escuela. Caminé por ahí haciendo el recuento de todos los cajones que antes había vaciado hasta el fondo sin encontrar nada importante. Pasé al vestidor e hice lo mismo. Ya no quedaban pertenencias mías por revisar, así que decidí husmear un poco en las de mi esposo.

Él tenía mucha más ropa de la que usaba, todo gracias a Alice y su manía de vestir a toda su familia desde que recibió su primer cheque. No me atreví a ver los cajones que él usaba con frecuencia, pero tenía por lo menos tres donde almacenaba las prendas que no le gustaban. Abrí el primero y me topé con una variedad de camisas en colores escandalosos o con diseños demasiado llamativos para él, sonreí un poco sólo de acordarme las muecas que hacía cuando estábamos a solas y las sepultaba ahí.

Pasé a la segunda gaveta y vi un montón de accesorios para hombre, cinturones imitando pieles de animales, corbatas a juego con las camisas que odiaba, gemelos extravagantes para sus reuniones formales… y al fondo, debajo de todo eso, estaban unos pales arrugados. De inmediato una corriente eléctrica desagradable me golpeó, no sabía qué eran, pero una punzada en el pecho me hizo desear no tocarlos. Sin embargo no pude resistirme y los tomé con manos temblorosas.

Eran documentos, tenían toda la apariencia de cosas oficiales, la textura del papel era gruesa y evidentemente alguien los había hecho bolas y alisado después otra vez. Empecé a leerlos y con sólo unas palabras no pude sostenerme más en pie ni mantener unidos los bordes de mi pecho que empezaban a desgarrarse.

Eran papeles de divorcio. De Edward y míos. Ambos habíamos firmado.

Busqué de inmediato la fecha y noté que era el mismo día de mi accidente. ¿Entonces esa fue la pelea? ¿Un divorcio? ¿Cómo era posible nadie me lo hubiera dicho? ¿Cómo es que reaccioné la primera vez ante esa noticia?

Con los papeles de divorcio en las manos y sin poder creer lo que estaba viendo, tuve que hacer un esfuerzo descomunal para reunir las energías suficientes para ponerme de pie y regresar a la cama para tomar mi teléfono, jamás podría esperar todo el día para recibir respuestas. Por eso llamé a Edward, él respondió de inmediato.

- Bella. ¿Qué sucede? -dijo sonando frío pero alarmado, yo no tuve voz por unos segundos. - ¿Estás bien? ¿Los niños están bien? -me presionó por una respuesta y suspiré.

- Los encontré. -murmuré apenas.

- ¿Qué encontraste?

- Los papeles, Edward. -dije su nombre apenas y me quemó la garganta, hasta ese momento fui consciente de que estaba llorando.

- De acuerdo. Quédate en casa, voy para allá.

Me habló indiferente y terminó la llamada antes de que pudiera decirle nada más, ahora tendría que esperar antes de acabar de entender qué era eso que tenía en las manos y no sabía cómo sobrevivir ese tiempo.

Escuché los ruidos de la calle aún sentada en la cama, identifiqué un perro ladrando y un auto que pasó quizás demasiado rápido, pero no me moví ni un centímetro hasta el Edward estuvo frente a mí.

- ¿Qué estabas buscando? -me cuestionó de pie recargado en la pared lejos de mí.

- No sé. Algo. Lo que fuera. -expliqué acobardada por su presencia.

- Iba a decírtelo, sólo no sabía cómo. -se encogió de hombros y cruzó los brazos, sus ojos eran dos barreras impenetrables, indescifrables.

- ¿Por qué te divorciaste de mí? -cuestioné sabiendo que era una pregunta estúpida.

- No Bella, no fueron así las cosas. Tú me entregaste esos papeles ya firmados. Velos bien. Ahí dice claramente quién los solicitó.

La ira en su tono me tomó por sorpresa, pero no pude creerle, entonces hice lo que me dijo y leí cuidadosamente las palabras entre lágrimas. Me tomó un par de intentos, pero al final lo encontré. Él me estaba diciendo la verdad.

- No pude… -susurré casi sin aliento, sin poder creerlo.

- Pudiste. Lo hiciste. -afirmó empezando a caminar por toda la habitación y sentí como si al fin estuviera soltando todas las emociones que contuvo desde el primer momento en que me vio después del accidente. – Llegué a casa esa noche, me habías prometido que me ibas a explicar por qué estabas tan rara. Los niños se quedaron con mis padres y tú ya tenías la maleta echa. -me reprochó con el odio más profundo que vi jamás. – Me dijiste que todo se había acabado y que firmara los papeles, tú te ibas el fin de semana para darme tiempo de empacar mis cosas y marcharme. -sonrió amargo y guardó silencio como esperando para que yo dijera algo, pero no pude. – Cuando me negué a dejarte ir fue que me contaste de tu amante y te fuiste. Ya no te detuve. -negó con la cabeza y me penetró con su mirada.

- Edward, no es cierto, yo no pude… -murmuré apenas, él se rio con infinita amargura y negó con la cabeza una vez más. – No puedo explicarlo, pero sé que no pude hacer eso.

- Es tu firma, lo sabes. -señaló lo obvio- Yo también pensé que eso jamás pasaría. Toda esa semana que estuviste tan rara yo me moría de la preocupación, pensé que estabas enferma, que te encontraron algo muy malo, te esperé, fui paciente para que pudieras explicarme mientras me moría de miedo… -se detuvo a sí mismo cuando se le llenaron los ojos de lágrimas y quise levantarme para abrazarlo, pero no me atreví. – Pero sólo estabas preparando los papeles de divorcio. ¡Y lo peor de todo es que ni siquiera puedo pedirte una maldita explicación porque no la sabes!

Al final estaba gritando, enfurecido. Yo me quedé paralizada mientras lo observaba dar pasos largos y echarme miradas con ira y asco. Para ese momento yo quería vomitar, dejar de respirar, haber muerto en ese accidente… y entendí su odio, por supuesto que me lo merecía todo.

- Desearía por lo menos poder buscarlo. -continuó hablando después de unos momentos. – Encontrarlo y ver cómo es mejor que yo. Que dijeras qué te hizo falta conmigo, en qué te falle, si fui un mal padre, un mal compañero, un mal amante. ¡Algo, aunque sea! Tienes que saber algo. No puedes dejarme sólo así, no es justo. Hemos estado toda la vida juntos, por todos esos años lo menos que me merezco es una explicación de verdad.

De repente disminuyó su andar y fue para arrodillarse frente a mí. Cerró los ojos derramando lágrimas y escondió su rostro en mi regazo, yo por mero instinto le acaricié el cabello tratando de reconfortarlo pero sin esperanza alguna. Yo no recordaba nada, sólo lo feliz que éramos, la última fiesta de cumpleaños de Nessie, el camino de regreso a casa con los niños dormidos esa noche, el baño que tomamos juntos… nada estaba mal, yo lo amaba y él a mí ¿cómo pude ser un monstruo?

- Lo siento, Edward, lo siento. Tú no te merecías nada de eso. No te lo mereces. No me fallaste en nada. Nunca. -murmuré sin censurarme porque ya no tenía caso. – Siempre te he amado, nunca desee a otro hombre, jamás. Siempre has sido tú. No entiendo qué paso. Yo era muy feliz contigo, con nuestra vida. -sentí de repente cómo me rodeó por la cintura con fuerza un segundo antes de soltarme y sentarse en el suelo, se veía cansado, exhausto en realidad.

- No sé qué fue lo que pasó, Bella, pero ya nada puede ser como antes.

- ¿Tú no puedes perdonarme?

- No puedo, Bella. He estado tratando, en verdad lo he intentado con todas mis fuerzas, pero no soy capaz.

Al final se le quebró un poco la voz y se encogió de hombros, rendido. Estaba vacío y yo también. Justo en ese instante entendí que todo se había acabado.

Fin Bella POV

Continuará...

Holi! Un gusto leernos de nuevo. Espero les haya gustado este capítulo. Si tienen un minuto amo leer sus comments.

Nos leemos la próxima semana.