NOTA: Este capítulo lo publiqué ayer, pero la página de FF estaba desactivada. Para los que no estén al tanto, también pongo el fic en AO3 y Wattpad, con el mismo nombre de usuario :) Saludos!


Ella deslizó la tarjeta en la ranura y suspiró cuando la puerta de la habitación del hotel se abrió. Lo primero que hizo fue tirar el bolso sobre la cama, luego se desabrochó el blazer negro, que también tiró, terminando sobre el bolso. El calor de Florida la estaba sofocando.

Finalmente, pensó, agradecida de que el aire acondicionado había mantenido la habitación fresca. Ella se inclinó para abrir la pequeña nevera y agarrar una de las botellas de agua.

Se sentó en la cama, quitándose los tacones mientras revisaba distraídamente el celular, haciéndose una nota mental para ponerlo a cargar pronto. Leer el nombre de Constance casi la hizo olvidar el calor y la humedad asfixiante.

-Por un momento pensé que habías desaparecido con los vientos del huracán -fue el saludo de Constance al responder a su llamada.

Ella sonrió y se dejó caer hacia atrás, enfocándose en el techo.

-Eso no está muy cerca de mí, aunque no ha dejado de llover.

Se imaginó lo que podría estar pensando Constance durante su breve silencio.

-Como vuelvas enferma...

-¡Estoy en perfecto estado! -protestó y cerró los ojos, escuchando el sonido que hizo la mujer, que casi sonó a un gruñido desaprobador. No debió haberle dicho que el día anterior la había sorprendido un torrencial y llegó empapada al hotel-. ¿Cons? -preguntó en un susurro cuando Constance volvió a quedarse callada.

-Has estado allí cinco días, Ella. Sabes que... -Constance se detuvo y se aclaró la garganta-. ¿Tu vuelo sigue siendo a la misma hora?

Espera, pensó Ella, abriendo los ojos de repente cuando Constance le salió con esa pregunta de la nada. ¿Qué querías decir?

-¿Me escuchaste?

-Ajá -respondió automáticamente. Ah...-. Cinco días es mucho tiempo -repitió al recordar las palabras de Constance.

Constance volvió a aclararse la garganta.

-Sé que ha sido necesario. Me alegra que hayas podido cerrar el trato con los inversionistas y las obras de arte que adquiriste son perfectas.

-Sabía que te gustarían. -Ella había estado tan ocupada esa semana, pero había logrado cumplir con cada propósito de su visita a Florida. Incluso se reunió con el agente de bienes raíces a cargo de la propiedad de Elena en Florida. Había sido una semana productiva, pero estaba exhausta... y quería regresar a casa-. Me extrañas.

Constance volvió a hacer otro ruido con su garganta y la sonrisa de Ella se ensanchó.

-No puedes permanecer atada a mí cada segundo de tu vida.

Ella se rio. Eso era lo más cercano que iba a recibir a un "Sí".

-No me quejaría si así fuera.

Constance resopló ante su ocurrencia.

-Solo asegúrate de volver a mí segura.

"Volver a mí" repitió Ella en su cabeza, jugando distraídamente con el botón de su blusa.

-Siempre.

Esta vez, el ruido que Constance hizo fue de satisfacción.

-No vayas a usar el metro. Aldo te estará esperando en el aeropuerto.

-Pero llegaré muy tarde. Puedo usar un taxi.

-Aldo te estará esperando -repitió Constance, y se escuchó una voz de fondo-. Te estaré esperando. Adiós.

Ella suspiró y miró el celular, revisando los emails y las otras llamadas perdidas que tenía. Jessica respondió al segundo tono.

El mundo a veces era demasiado pequeño. Ella aún no se creía que Jessica estuviera en Florida o que estarían en el mismo vuelo de vuelta a Nueva York. Jessica había estado todo el mes en Florida, visitando a Emma, su novia. Y cuando Emma tuvo una emergencia de trabajo, Jessica se vio con una entrada extra para el juego de béisbol. Que Ella estuviera en el mismo estado y disponible creó la oportunidad perfecta para reconectar.

Ella se acercó a la mujer con el cabello rojo fuego y la tocó en el hombro.

-¡Ella! ¡Cuánto tiempo! ¡Estás rubia! -exclamó Jessica, abrazándola con fuerza.

Para no haberla visto en persona por tanto tiempo, Jessica no había cambiado nada.

-¿Ocho meses? -Ella dio un paso atrás e hizo una mueca al ver el jersey-. ¿Tampa Bay Rays? ¿En serio, Jess? Me siento traicionada.

Jessica sonrió, encogiéndose de hombros.

-Tengo que apoyar al equipo de la novia, si no, ya sabes... habrá consecuencias.

Ella negó con la cabeza sin dejar de sonreír, notando que Jessica miraba su jersey del equipo de los New York Yankees.

-Vamos. Tenemos que ponernos al día con muchas cosas.

-Ufff.

Jessica se rio, entrando al estadio con Ella del brazo.

-¿Emma ya te convenció para mudarte? -preguntó, abanicándose con el abanico gigante que compró en la entrada del estadio.

-¡¿A Florida?! Emma me tiene loca, pero no tan loca. No llevamos media hora sentadas aquí y ya estás sudando. Odio el calor húmedo de este estado. Las cosas que se hacen por amor -dijo con un tono dramático.

Ella negó con la cabeza, divertida, cerrando el abanico al darse cuenta de que no estaba ayudando en absoluto. Se sentía como si estuviera en una sauna. La lluvia de esos días y el huracán que se avecinaba no habían ayudado con los niveles de humedad y calor insoportable. Se sorprendería si un torrencial no interrumpía el juego.

-Pasará el otoño conmigo en Nueva York y, si todo marcha bien con su trabajo, entonces se quedará. Si las cosas no marchan bien... pues de alguna forma lo haremos funcionar.

Ella desvió la mirada del juego de béisbol para mirarla directamente a los ojos.

-Suena serio.

-Muy serio. Tanto como para-espero que no llegue a esto-estar dispuesta a venirme a este infierno de estado. Hablando de cosas serias -dijo y pausó para tomar un sorbo de su vaso de soda que era más hielo que líquido-. Hace unas semanas leí, según Page Six, que volviste a los "Frígidos brazos de Constance Isles". No creo nada de lo que publican, pero vi las fotos del evento de Ciao que, por cierto, ese vestido: guau.

Ella le dio un ligero golpe con el codo en el costado, sin dejar de reír.

Ninguna de las dos estaba poniendo atención al juego. Solo apartaron la mirada de la otra cuando se escuchó un batazo y los fans del equipo de Tampa Bay Rays gritaron y animaron al jugador hasta que llegó a base.

-"La Reina de Hielo y su lacaya de vuelta en Ciao" -recitó Jessica y Ella gruñó-. Ya sé que no te gusta cuando la llaman de esas formas. Aunque esta vez pensé que te sentirías más ofendida de que te llamen de esa forma a ti.

-No me importa lo que digan de mí. Según Page Six, ya me he acostado con medio personal de Ciao y tengo un romance en secreto con Rafael. Solo la ayudé como asistente por esa semana. Me gustaría seguir haciéndolo -pensó en voz alta, apoyándose en el reposabrazos que las separaba, casi apoyándose inconscientemente en el hombro de Jessica.

-¿No sería muy complicado eso? Digo... -A pesar de que estaban a cientos de kilómetros de Nueva York, Jessica giró la cabeza hacia ella, acercándose para hablar en voz baja-. Teniendo una relación romántica y ser su asistente a la vez... ¿No habría un desbalance de poder?

Ella volvió a abrir el abanico y comenzó a agitarlo. La confusión en la mirada de Jessica era comprensible. Había sido una preocupación que Constance le había compartido también.

-Bueno... no creo. La semana que la ayudé actué más como su manager. Ya hacemos tantas cosas juntas que no se sintió como si fuera mi jefa. No se sintió muy diferente... ahora que lo pienso detenidamente. A veces ni siquiera tiene que decirme lo que quiere porque ya lo sé. Es increíble, ella lo es.

Hubo un bullicio entre los espectadores, pero las dos hicieron caso omiso, muy absortas en la conversación.

-Apuesto que conocerla tan bien te viene de maravilla en otras cosas también -dijo Jessica con un tono travieso.

Cuando el cerebro de Ella cayó en cuenta de la insinuación de aquel comentario, el agitar del abanico pausó, cubriendo casi por completo sus rostros, y luego soltó una carcajada.

Los vítores de la multitud llenaron el estadio, y las dos volvieron su atención al campo, pensando que el equipo había anotado otro home run. No les tomó más de unos segundos darse cuenta de que el alboroto de la multitud no era a causa del juego, sino de la Kiss Cam que las mostraba a ellas dos y a la pareja de ancianos sentados al lado. La multitud se volvió loca cuando la pareja de ancianos se besó. Jessica besó su vaso de soda, y Ella cerró su abanico y se lo pasó por la frente como si se enjugara así el sudor, y luego hizo un gesto con la mano, aireándose, señalando que tenía calor.

-Es la primera vez que salgo en una Kiss Cam -comentó Ella.

-¿Rivales en el campo, unidos en el amor? -leyó Jessica el texto en la Kiss Cam, percatándose de que las parejas que estaban poniendo en la Kiss Cam tenían los jerseys de los equipos opuestos.

-Esta la ganamos -comentó la anciana al lado de Jessica, que tenía el jersey del equipo de Tampa.

-¡Ey, que todavía no termina el juego! -protestó Ella, y el hombre con el jersey de los Yankees al lado de la anciana se inclinó para mirarla y mostrar su aprobación dando el pulgar hacia arriba.

-Si es que llega a terminar -dijo Jessica al notar que comenzaba a llover.

El partido terminó por la lluvia que no se detuvo. Y como el equipo de Tampa Bay Rays iba ganando, lo declararon ganador.

-No puedo creer esto -protestó Ella, soltando un suspiro derrotado cuando llegaron al aeropuerto y vieron que su vuelo había sido atrasado. Después de dos horas de espera, el vuelo fue cancelado a causa de las fuertes lluvias y el huracán.

-¿Qué harás? -preguntó Ella.

Jessica miró a Ella con una desesperación controlada.

-Esperar, supongo.

Ella entrecerró los ojos. ¿Esperar a qué? No tenían una fecha para el siguiente vuelo a Nueva York y la mayoría, si no todos los vuelos saliendo del aeropuerto habían sido cancelados por los siguientes dos días.

-No creo que pueda conducir de regreso a Emma. ¿Sería mala idea pasar por el ojo del huracán, verdad? -preguntó retóricamente-. Me quedaré en el aeropuerto.

-Jess, no puedes quedarte dos días en el aeropuerto.

-No tengo mucha opción.

-Quédate conmigo -propuso. Ella la había visto llamar a todos los hoteles cercanos, los cuales no tenían habitaciones disponibles porque como tantos vuelos habían sido cancelados ya no había vacancia. Ella había tenido boleto de primera clase y la aerolínea le dio la habitación por la inconveniencia de la cancelación. Por lo menos algo positivo había pasado.

-¿Estás segura?

-No dejaré que te quedes aquí. ¿Me prestas tu celular? El mío se descargó.

Las líneas de comunicación se encontraban en terrible condición. Tanto que no se pudieron comunicar con el servicio de taxi y tuvieron que salir en la lluvia para conseguir un taxi en las afueras de las terminales.


-Tía. ¡Tía!

Elena suspiró profundamente.

-Noah, no grites que Liam por fin se quedó dormido...

-¿Puedo usar tu computadora para chequear la puntuación del partido?

-Sí, pero solo eso que ya tienen que ir a dormir.

La computadora estaba en la esquina del salón, así que al menos estaría al tanto de que no se quedara conectado por mucho tiempo. Izzy no se había movido del sofá, leyendo una novela. Elena había comenzado a prepararse un té cuando escuchó que Noah llamaba a su hermana con urgencia. Elena no hizo mucho caso y siguió en la cocina, esperando a que hirviera el agua, pero entonces escuchó un grito ahogado de Izzy, quien se giró de repente con una expresión indignada y caminó hasta quedar enfrente de ella.

-¿Por qué Ma está besando a una mujer?

Elena se quedó boquiabierta ante la pregunta. Mierda.

-¿De qué estás hablando, Izzy?

-Ma se está besando con Jess -dijo Noah. Elena giró la cabeza hacia él, que ahora estaba de pie del otro lado del mesón, de brazos cruzados.

-¿Jess? ¿Jess la pelirroja? Eso no es posible. -Era consciente de que los mellizos sabían exactamente quién era Jess. Jessica había ayudado a Noah con el béisbol, así que no habría forma de que estuvieran confundiendo a esa Jess con otra.

La cabeza le empezó a dar vueltas a Elena. Por un momento pensó que Izzy había visto a su hermana besándose con Constance... pero ¿Jess?

-¿De qué están hablando? -preguntó, aturdida.

Noah movió el brazo, señalando en dirección a la computadora. Elena volvió a suspirar y caminó hacia la esquina. Cuando vio la imagen, juró que el corazón se le detuvo, y se dejó caer en la silla, acercándose al monitor.

Esto no puede ser cierto... ¿Ella?

Noah tenía abierta una página donde anunciaban el ganador del partido, pero también había imágenes: algunas de jugadores, del campo, los fans, y la Kiss Cam.

-Esto... -tragó en seco, sin apartar los ojos de las dos imágenes. Era Ella, eso no se podría negar. Como tampoco se podía negar que la mujer a su lado era Jessica. En una imagen Ella cubría sus rostros con un abanico y era obvio que se estaban besando por lo cerca que estaban sus cabezas. En la otra imagen Jessica besaba el vaso que sostenía en una mano y Ella miraba directamente hacia la cámara, sosteniendo un abanico cerrado en una mano mientras que con la otra se abanicaba- ...no puede ser.

Ella se moría por Constance. Aparte de sus hijos, el mundo de su hermana comenzaba y terminaba con Constance. De eso Elena estaba completamente segura. Conocía a su hermana: Ella odiaba a las personas infieles, sabía lo que se sentía. Fue la causa principal de su divorcio. No... Ella no sería capaz de semejante traición. No se lo haría a nadie. No se lo haría a Constance.

-No entiendo -comentó Izzy a su lado, sacando a Elena de sus pensamientos-. ¿Por qué tiene que hacer eso? ¡¿Por qué tiene que arruinarlo?! -gritó, con los ojos llorosos.

-¿Arruinarlo? -repitió Elena, aún más confusa.

Izzy golpeó el suelo con el pie y se fue corriendo a su habitación.

-¿Noah? -preguntó Elena al notar que el muchacho no se había movido ni un centímetro.

Noah no se dignó a contestarle, pero estaba visiblemente molesto. A diferencia de su hermana, él no gritó, pero su rostro estaba enrojecido por la ira. Nunca lo había visto así de molesto.

Maldita sea. ¿Y ahora qué hago? -pensó, girándose en la silla, siguiendo con la mirada al niño que se retiró a su habitación, siguiendo los pasos de su hermana.

No habían pasado dos horas cuando Elena recibió una llamada de parte de Sarah, exigiéndole saber qué carajos pasaba por la cabeza de su hermana y por qué no contestaba su teléfono. Elena había intentado llamar a Ella también, pero iba directo al buzón de voz.

-¿Cómo te enteraste? Yo apenas lo vi hace poco.

-Por Alva. ¿Sabes que esas imágenes ahora están en la página de Page Six y mencionaron a Constance? Algo ridículo sobre que los brazos de Constance eran tan frígidos que Ella decidió irse a Florida con una pelirroja. Me siento estúpida con tan solo repetir esa estupidez. ¿Qué diablos está pensando Ella? ¿Cómo le puede hacer eso a Constance?

Elena se cubrió medio rostro con la mano. Estaba tan aturdida como Sarah y con el poco sueño que ha tenido en las últimas semanas, no tenía una neurona funcional para intentar hacer sentido de lo que había visto.

-Estoy segura de que es un malentendido. ¿De verdad crees que traicionaría a Constance? Estamos hablando de Ella, Sarah.

-Como si fuera la Virgen María. ¿Acaso no vimos las mismas fotos?

-Lo cierto es que no se ve si se están besando o no.

-¿En serio? -Sarah casi gritó, exasperada.

Elena se apretó el puente de la nariz.

-Yo sé que mi hermana no sería capaz de algo así, Sarah.

-Espero que Constance piense lo mismo.

-¿Acaso ya sabe?

-Ni quiero saber.

Elena miró el celular, confirmando que Sarah había colgado.

Mierda.


Constance sonrió al escuchar el timbre de la puerta y se apresuró a abrirla. Su expresión cambió drásticamente al encontrarse con su chófer en vez de la mujer que había extrañado cada día desde que se despidió una semana atrás en el mismo lugar donde ahora se encontraba de pie.

-¿Aldo? ¿Dónde está Ella?

-El vuelo de Ella fue cancelado.

Constance arrugó el ceño. Ella no la había llamado ni escrito para notificarle.

-Por lo que pude averiguar, todos los vuelos saliendo de Tampa fueron cancelados por los siguientes dos días por el huracán.

-Gracias, Aldo -musitó y cerró la puerta, quedándose apoyada en ella por varios segundos, pensando.

No fue muy complicado llamar a la aerolínea, aunque le tomó varios intentos para que la llamada conectara. Pudo conseguir la información del hotel de Ella y, después de varios intentos más, conectó con la habitación.

-¿Ella?

-No, habla Jess.

-¿Jess?

-Ella está bañándose, pero puedo tomar un mensaje. ¿Con quién hablo?

Constance colgó de golpe. ¿Jess? Casi suelta el celular cuando vibró en sus manos. Era un mensaje de Rafael que decía: "Chequea la web de Page Six. ¿Es cierto?"

¿Qué es cierto? Se preguntó, visitando la página que había jurado nunca visitar.

Constance se encontraba en el suelo cuando abrió los ojos. La cabeza le punzaba de dolor y cuando se tocó la frente sintió algo tibio. Pestañeó lentamente al ver la sangre en sus dedos y luego su respiración se volvió a agitar cuando recordó lo que había visto. No era la primera vez que se desmayaba de aquella forma, pero sí la primera que terminaba herida. Se tranquilizó cuando llegó al baño y vio que la herida era pequeña, aunque no dejaba de sangrar. Tendría que ir a urgencias para que la evaluaran.

Aldo no pudo disimular su preocupación cuando vio a Constance salir de la casa, tambaleándose un poco, sosteniendo un paño ensangrentado a su frente.

No pienses. No pienses. Constance se repetía como un mantra, intentando mantener los ojos abiertos camino a urgencias. Si tan solo pudieran sedarla y terminar con su sufrimiento. No... no pienses.

-Tu CT estuvo perfecto, Constance. No hay señales de conmoción cerebral, así que en media hora deberías de estar camino a casa. Solo asegúrate de no mojar la tira de cierre -dijo el Dr. Miller y Constance solo asintió-. ¿La llevarás a casa? -se dirigió al hombre que no se había movido del lado de Constance.

Constance miró de reojo a Aldo que ya estaba asintiendo.

-Perfecto.

Cuando el Dr. Miller se retiró, Constance volvió a suspirar. No pienses.

-¿Quieres que me quede contigo esta noche?

Constance lo miró sorprendida, y se quejó del dolor al arrugar la frente. No se había arrepentido de permitir que Aldo permaneciera a su lado mientras el doctor explicaba que los resultados de las pruebas de sangre estaban bien y que lo más probable era que su desmayo fuera causado por una sorpresa extrema, miedo, dolor o estrés emocional. Constance se negó a comentar o especificar. ¿Qué se puede decir cuando sintió todo? Cuando en ese instante hacía lo posible por no pensar en todo lo que no fuera E... ni siquiera podía pensar en su nombre. Se sentía entumecida y sentía todo a la vez. Nada tenía sentido. Lo único que tenía claro es que siempre que su mente intentaba pensar en lo que había visto, se sentía como si estuviera al borde de un precipicio a punto de brincar.

-No.

Aldo no se vio muy seguro.

El celular de Constance vibró y Aldo se apresuró a ponerse de pie y entregárselo. El número era desconocido.

-Isles.

-Const-

Constance colgó al instante que reconoció la voz de Ella. Aldo no hizo ningún comentario cuando el aparato terminó al otro lado de la habitación.

-¿Quieres que llame al doctor? -preguntó, intentando mantener la calma al ver que la respiración de su jefa comenzaba a agitarse y sus ojos se llenaban de lágrimas.

Constance negó bruscamente con la cabeza y, sin darse cuenta, extendió un brazo hacia él. Aldo tomó su mano y volvió a sentarse a su lado sin decir una palabra más


Nota: No podía faltar el -trope- de malentendido y 'traición'. Gracias por leer y saludos 3 Y mil gracias a los que toman el tiempo para comentar.