-La historia y los personajes no me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoría de Masashi Kishimoto más la narración y/o utilización de los hechos son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3 los eventos de este fic tienen lugar en medio de los acontecimientos del Capitulo 66 de Boruto: Next Generation y dentro de los futuros capítulos de mi otro fic "El Sentir De Un Uchiha". Les sugiero oír "Dusk Till Dawn" de Zayn & Sia para Sasuke y Sakura, "Say Yes To Heaven" de Lana Del Rey para Naruto y Hinata, "Tears Of An Angel" de RyanDan para Kakashi, así como "Training Season" de Dua Lipa y "Carry You" de Ruelle & Fleurie para el contexto del capitulo.


Guarida de Akatsuki, País de los Ríos

—Estás asustado, lo sé, pero sabes qué es lo correcto— aquella dulce y melodiosa voz acudió para serenar sus turbulentos pensamientos, como siempre.

Melancólico, reservado y adusto incluso con sus compañeros de Akatsuki que en ocasiones podía considerar como cercanos—Kisame, obviamente—, Itachi pasaba su tiempo solo cuando no estaba llevando a cabo las misiones de la organización, como en ese momento, sentado en solitario y meditando en la rocosa y rústica caverna, observando a la nada, tratando de alejar su mente de los peligrosos derroteros que conllevaba ser un Uchiha; la Maldición del Odio era algo muy real y en lo que era fácil caer, la emocionalidad inherente en ser un Uchiha era una maldición y más si ello estaba vinculado con malos recuerdos, lo que él tenía en abundancia. Como de costumbre, cuando estaba solo y a merced de sus pensamientos, Itachi sentía ira, ira hacia quienes lo había orillado a perpetrar la masacre de su clan, de su familia, ira por quienes lo había obligado a tomar la vida de la mujer que amaba, aun recordando lo desecho que se había sentido, aun pagando las consecuencias cada vez, pero también hacia la vida misma, al universo que lo había alejado de todo lo que una vez había amado. Volviendo la mirada hacia su diestra, siempre presente, aunque supiera que no era real, Itachi podía ver a Izumi sentada a su lado, en su mente seguía siendo la chica de trece años que le había robado el corazón, pero él podía imaginar el paso del tiempo, podía imaginar que no había muerto entonces y en su imaginación se veía tan hermosa, tanto que él no podía apartar sus ojos de ella, de su perfecto semblante decorado por el lunar en su mejilla derecha.

—Lo correcto nunca es fácil— admitió Itachi, sabiendo que debía comenzar a asumir riesgos cada vez mayores con un propósito; limpiar su nombre.

—Jamás lo ha sido, menos para ti— secundó Izumi apoyando el mentón en su mano derecha y teniendo aquella expresión perfectamente inocente.

—Siempre fue así, siempre supiste que decir— suspiró el azabache, sintiéndose infinitamente aliviado.

—Lo sé— asintió la pelicastaña, sin apartar sus ojos de él. —Gracias por llorarme todo este tiempo, has estado destrozado, partido en pedazos. Y tan guapo— apreció con la voz quebrada de emoción y lágrimas en los ojos. —Te veo cada día, lo sabes— aseguró, aun amándolo profundamente. —Tienes que hacer esto, por tu bien, por el bien de Sasuke y el futuro del clan. Aún hay un futuro para todos.

Incluso en ese contexto, aunque la añorara con cada parte de su ser, de su corazón y su alma, no había dejado de imaginarla a su lado desde la Masacre Uchiha; ella, que lo había perdonado antes que nadie por tener que hacerlo, ella que había sido la primera en morir, ella que había sido la única—además de sus padres—por quien se había permitido demostrar emoción, gritando de desesperación y sabiendo que su vida nunca volvería a ser la misma sin ella. Había sido parte de AMBU antes de la Masacre Uchiha, había hecho cosas por las que nunca se enorgullecería, tener que matar a miembros de su clan no le había sido mayor o menormente difícil, alguien con su carrera le perdía el valor a la vida…pero su madre, su padre, Izumi…eran vidas que jamás recuperaría y que lo perseguían hasta la actualidad, pero nadie lo sabía, no les había permitido ver al verdadero Itachi Uchiha, porque él mismo había creído que estaba muerto, hasta que Sasuke lo había perdonado. Ahora, el perdón de Sasuke para con él involucraba algo que él jamás había barruntado; el plan original era permanecer en las sombras, dando información al Tercer Hokage y dejando que un día Sasuke acabara con él, limpiando así el nombre de los Uchiha; ahora, Sasuke lo había perdonado e Itachi se decía que había una razón para cambiar los planes, quería volver a Konoha, ser un hermano mayor presente para Sasuke, compartir sus alegrías, pero para lograrlo habría de acabar con Akatsuki personalmente y solo entonces sería digno de volver a Konoha.

—Te amé con todo mi corazón, aún lo hago— aseguró Izumi, sintiendo su miedo y sus inseguridades, conociéndolo mejor que nadie. —Fue hermoso y doloroso, las mejores cosas lo son— esa era su forma de decirle que siguiera adelante, a pesar de su miedo. —Nada tiene que ser tan difícil como crees— tendría a Sasuke a su lado, no estaría solo.

—Lo será— negó Itachi, diciéndose que no merecía una segunda oportunidad ni nada.

—No, porque estaré contigo— contrarió Izumi dirigiéndole una mirada ligeramente severa. —No tienes que hacerlo solo, te lo prometo— ella jamás lo dejaría solo.

—No me dejes, por favor, porque entonces me derrumbaré por completo— rogó el azabache, cerrando los ojos un momento.

—Siempre estaré contigo, mi amor— aseguró la pelicastaña, alargando una de sus manos y estrechando la suya por encima de su regazo.

Su historia había comenzado siendo demasiado jóvenes; la había salvado durante el ataque del Nueve Colas a Konoha, ambos de una u otra forma habían interactuado a posteriori, él se había sentido confundido por depender de ella cuando nunca pensaba en socializar y antes de entender cómo y porqué él le había puesto nombre a su relación, yendo tras ella que naturalmente se había sentido ofendida por su falta de expresividad; ella había entendido cuando él no había hecho nada, siempre se habían pertenecido el uno al otro, habían hecho planes de un futuro juntos, uno que nunca se concretaría, pero ahí estaba él ahora, en el presente, tratando de seguir adelante aunque ella ya no estuviera a su lado, y era muy difícil. Como de costumbre, luego de pronunciar las palabras idóneas y que él tanto deseaba escuchar, ella desaparecía, le recordaba que estaba solo en aquella oscura caverna, tan grotesca como su propio pasado, mas aunque su tiempo juntos—en su mente—fuera breve, Itachi siempre lo valoraba como nada más en el mundo, diciendo que cada nuevo día era una cuenta regresiva, por más que ahora luchará con su enfermedad y para recuperarse; cada día era una lenta espera para volver a verla, pensar en ello lo hacía más fácil. Apretando sus manos por sobre su regazo, Itachi cerró los ojos, repitió en su mente las palabras de Izumi y se dijo; si, ella tenía razón, como siempre, había cosas, muchísimas cosas, por las que merecía la pena luchar, aunque fueran difíciles y dieran miedo, porque al final vendrían la pena.

Ya había tomado una decisión.


Torre Hokage, Aldea de la Hoja

La Misión a la Tierra del Té había sido un rotundo éxito esta vez; Aoi Rokusho había sido neutralizado por Sasuke, e Idate Morino había sido capaz de vencer en la carrera, dándole la victoria a la familia Wasabi; el Jefe Jirocho había enviado un mensaje muy halagador a la Quinta Hokage, celebrando el Desempeño de los Ninjas que ella había elegido para la misión, el Genin Naruto Uzumaki y los Chunin Sakura Haruno y Sasuke Uchiha, lo que hacía que la sonrisa en el rostro de Tsunade no hiciera sino crecer más, observando al Uchiha y la Haruno. Naruto había regresado a la aldea junto a Sasuke y Sakura, pero la diferencia era que el Uzumaki se había despedido de sus Compañeros de Equipo nada más cruzar la entrada de Konoha, alejándose sin decir nada y el matrimonio Uchiha sabía que había ido junto a Hinata, por lo que ellos lo justificaron en su informe ante la Quinta Hokage, reunidos por ello ahora en su oficina. Tsunade estaba satisfecha con el desempeño en la misión de su joven alumna y del Uchiha, había sido un riesgo dejarlos salir de Konoha luego del ataque de los Ninja del Sonido, pero era algo que debía hacerse para tantear las aguas, sobreproteger al Uchiha y la Haruno no serviría de nada; a veces era necesario correr riesgos, y para alegría suya, ambos jóvenes lo entendían. La Quinta Hokage esbozó una ligera sonrisa, dándose cuenta de que ni Sasuke ni Sakura habían hablado de la Espada del Dios Trueno, un arma que se esperaba recuperaran tras derrotar a Aio Rokusho…la Senju imaginaba que había ocurrido y prefería hacer la vista gorda.

—Es una pena que la espada se haya perdido en la misión, verdaderamente terrible— habló finalmente la Quinta Hokage, con sus manos cruzadas sobre su escritorio.

—Lo es, lady Hokage— asintió Sakura con una muy ligera sonrisa, siguiéndole la corriente.

—Cambiando de tema, Sasuke, quería discutir algo contigo— planteó la rubia, viendo asentir al Uchiha. —¿Qué tienen pensado tu hermano y tú?— preguntó directamente.

—¿Mi hermano y yo?— repitió Sasuke extrañado, no sabiendo bien que pensar.

—Como Hokage, tuve acceso a los documentos e informes que se redactaron sobre la Masacre Uchiha y tengo entendido que Itachi había actuado como un doble agente de Konoha dentro de Akatsuki, por orden del fallecido Tercer Hokage— inició la Senju, yendo directo al punto. —Pero, el Tercer Hokage está muerto, y yo soy es más informada que nunca de todas las irregularidades que se cometieron, cortesía de Sakura, así como de la inquebrantable lealtad de su hermano para con la aldea— Sasuke volvió la mirada hacia la pelirosa ante aquella mención, visiblemente sorprendido. —Por ello, si tu hermano quiere volver a Konoha, no dudes que se le concederá un perdón oficial, si es lo que quieres— era lo menos que podía hacer en señal de agradecimiento.

—Realmente lo quisiera— admitió el Uchiha, hablando sinceramente, —pero actualmente mi hermano está planeando desmantelar Akatsuki desde dentro, eso es algo que nos beneficiaría a todos— podía decirlo ahora, confiando en las palabras de la Hokage. —¿Por qué hace esto? Si no le molesta que pregunte— estaba muy sorprendido y confundido.

—Porque es lo correcto— contestó Tsunade con obviedad, mas notando la desconfianza del chico. —Desde los días de mi abuelo, el Primer Hokage, ha habido una creciente oscuridad dentro de la aldea, pero el fallecido Tercer Hokage permitió que esta se extendiera demasiado, y ya es momento de intentar arreglarlo, devolviendo su honor a los Uchiha— declaró de forma muy crítica, teniendo su propia opinión al respecto. —Sin embargo, si Itachi Uchiha quiere continuar siendo un espía por un tiempo más, lo consentiré. Pero, no deseo que haga peligrar su vida en demasía— aclaró, no gustándole poner en peligro a nadie. —¿Tienes alguna forma de contactarlo?— inquirió para mantener el mayor de los Uchiha al tanto de su decisión.

—Sí, lo informaré de todo cuanto antes— asintió Sasuke, aún muy sorprendido, mas tratando de mantenerse tan estoico como le fue posible.

Decirse sorprendido era un eufemismo para Sasuke; siempre había tenido un agradecimiento personal para con la Quinta Hokage, Tsunade había tomado a Sakura bajo su tutela, la había cuidado como una madre y apoyado en sus momentos más difícil, incluso en la actualidad, también, Tsunade había iniciado su defensa tras la Cuarta Gran Guerra Shinobi, cuando todos lo habían querido muerto por sus crímenes, ella no había dudado en respaldarlo y asegurar que no era un enemigo, sino que podía ser un poderoso aliado y a ella le debía Sasuke—además de a Naruto, Kakashi y por supuesto Sakura—, pero ahora recibir la declaración de que Itachi podría regresar a Konoha tras neutralizar a Sasuke, le era infinitamente valioso, no tenía palabras para agradecerlo. Esbozando una ligera sonrisa con su semblante entre distante, digno y seductor a la vez, Tsunade se levantó de su asiento, rodeó su escritorio y se situó exactamente frente a Sasuke, intercambiando una apenas perceptible mirada con Sakura, quien fue buena pretendiendo no saber nada al respecto—aunque en realidad no fingía, Tsunade no le había dicho todo—, la Senju veía a Sasuke Uchiha como lo que era, un chico de trece años que había tenido que pagar el mayor de los precios sin saber nada de lo que iba a ocurrir en su infancia—El presunto Golpe de Estado de los Uchiha—, siendo completamente inocente, como ella misma cuando su padre, su abuelo y su tío abuelo habían muerto, alargando sus manos y situándolas sobre los hombros del Uchiha, no deseando abrumarlo al abrazarlo como deseaba, imaginando que eso lo haría sentir muy incómodo.

—Como Hokage, quiero extenderte mis disculpas, Sasuke, por todo lo ocurrió con tu clan— declaró la Senju, sosteniendo la mirada al sorprendido chico. —Se tomó una decisión burocrática y política, ignorando las vidas que se sacrificaban en el proceso y ello no tiene perdón ni justificación alguna— ella no habría tolerado semejante decisión. —Por mi parte, te prometo que haré todo lo posible para corregir los errores que se cometieron, y aunque es demasiado pedir, espero que sigas siendo leal a Konoha a pesar de todo lo ocurrido— le debía al menos eso, viendo al chico a los ojos.

—Gracias, lady Hokage, de verdad— apreció Sasuke de forma casi mecánica, no sabiendo qué más decir o cómo actuar exactamente en esa situación.

—Ahora, vayan a descansar, nada de misiones peligrosas por un buen tiempo, ¿sí?— delegó la Senju, esbozando una cálida sonrisa y despidiendo a ambos jóvenes.

Sakura aún recordaba cuando, tras la Cuarta Gran Guerra Shinobi y llevando a cabo su propia investigación, había leído los documentos sobre la Masacre Uchiha, gracias a su privilegiada posición como alumna de la Quinta y el Sexto Hokage, ocasión en que su Maestra había buscado consolarla y explicarle el porqué de lo ocurrido, pese a que ella no hubiera compartido el por qué había ocurrido lo ocurrido: Cuando tuve acceso a toda la documentación de lo ocurrido, comprendí que la razón por la que se cometió la Masacre Uchiha no fue solo por el golpe de estado en ciernes, sino por las consecuencias que ello habría traído a ojos de nuestros aliados y enemigos; habría hecho que se cuestionara la integridad del linaje. La idea de que una aldea en particular deba tener el control de todo, es muy difícil de justificar, por lo que la genética de quienes la integran ha de tener el 100% de pureza. Ha habido bastantes problemas con los clanes menores para preocuparse; el salvajismo de los Inuzuka, la excentricidad de los Aburame...añade la inestabilidad emocional de los Uchiha y lo peligroso se vuelve insostenible. Pero, que ahora Sasuke recibiera una indemnización, también la sorprendía, prestando gran atención a las expresiones de su esposo al abandonar la oficina de la Quinta Hokage. Sakura no sabía si abrazarlo, consolarlo, decirle algo o lo que fuera, simplemente lo observó y agradeció el que Sasuke fuera capaz de caminar por el pasillo hasta que ambos se hallaran a solas, fuera de miradas indiscretas de los AMBU o Shinobi en su camino.

—Sasuke, ¿Estás bien?— preguntó la Haruno, mortalmente nerviosa. —Lo siento, tenía que decírselo a lady Tsunade, sé que no lo habíamos discutido, pero…— no había podido evitar interferir por él, sentía que él merecía que se diera una instancia así.

—Está bien, Sakura— interrumpió el Uchiha, alargando una de sus manos y entrelazándola con la de su esposa. —Gracias— musitó genuinamente abrumado. —Creo que por primera vez en mucho tiempo realmente estoy bien, es un comienzo, pero estoy bien— aseguró, tanto para tranquilizarla como porque era verdad.

Ni por un momento de su vida, Sasuke había imaginado que alguien a cargo de la Aldea en que había nacido y que le había causado tanto sufrimiento se atrevería a extenderle una disculpa o una indemnización, no lo había hecho Kakashi pese a ser su figura paterna más presente—aunque sí que había quitado a Itachi del Libro Bingo, ni Naruto pese a ser su mejor amigo, su camino siempre había sido—en el pasado—cobrar venganza brusca y bélicamente, había tenido claro que el único camino era derramar la sangre que fuera necesaria para calmar su ira, odio, dolor, sufrimiento y resentimiento...Pero, escuchar la disculpa de la Quinta Hokage verdaderamente lo había desarmado, no había esperado nada de eso y casi le había parecido que se había convertido nuevamente en ese inocente niño de siete años que había pagado los errores de todo su clan por deseo de los altos mandos de Konoha. Una disculpa en ese punto de su vida, habiendo pasado por tanto, era un pobre sucedáneo, no eliminaba sus errores detonados por el secretismo de terceros, no limpiaba la conciencia de su hermano, ni traía de regreso a sus padres ni a su clan...pero, encontrando su mirada con la de su esposa y siendo atraído por ella en un cálido abrazo al que no puso protesta sino que se entregó, Sasuke se dijo que esto era lo mejor a lo que podía aspirar y lo aceptaba; Sakura era su presente, ella era más que suficiente, gracias a ella sentía que lo tenía todo otra vez, y ahora gracias a la Quinta Hokage, sentía que había recuperado gran parte de su paz mental…


Nada más cruzar la entrada de Konoha, Naruto utilizó sus poco habituales habilidades de sensor, ya que Hinata no había tenido conocimiento de su Misión a la Tierra del Té—pues no se había encontrado en Konoha al momento de que él recibiera esa asignación—, percibiendo de inmediato la inconfundible firma de chakra de su esposa, por lo que se despidió apresuradamente de Sasuke y Sakura, confiando en que estos informarían de todo lo ocurrido en la misión a la Abuela Tsunade y no teniendo mayor interés en ello. El Uzumaki se enfrascó en una veloz carrera por las calles de Konoha, no teniendo que saludar a todos en su camino como si hacía como Hokage en el presente...mas estaba en el pasado; sus pasos lo llevaron a su apartamento, lo que lo hizo sonreír ladinamente. Su antiguo apartamento era un punto de reunión habitual para ambos; no tenían muchos lugares públicos donde reunirse fuera de Ichiraku, ya que ser abiertamente íntimos traería problemas en ese punto debido a su edad, pero nadie podía interrumpirlos o criticarlos en su antiguo apartamento, de hecho, Hinata aprovechaba los momentos libres para prepararle el almuerzo como en su vida marital, ordenaba todo y lavaba su ropa sin que él pensara en pedírselo, y a veces aprovechaba su estancia ahí para tomar siesta o bañarse. Deteniéndose frente a la puerta de su apartamento tras subir las escaleras, Naruto ingresó velozmente, cerrando la puerta tras de sí, dándose cuenta del perfecto orden de todo, señal inequívoca de que Hinata había estado ahí, ¿Pero lo seguía estando?

Quitándose los zapatos nada más ingresar, Naruto tuvo sumo cuidado con el eco de sus pasos, no queriendo turbar la calma presente en su apartamento, sonriendo ante todo el perfecto orden; la mesa, los muebles contiguos, casi parecía un lugar completamente distinto, pero tras ingresar en la cocina, no pasó inadvertido para Naruto la ropa perfectamente doblada sobre su cama y que hizo aumentar su sonrisa, pues la reconoció de inmediato como la de Hinata; era una certeza, ella estaba ahí. Regresar de la misión de equipo a Kirigakure y no encontrar a Naruto había sido decepcionante para Hinata, pero no por primera vez la Hyuga se tragó su decepción e interior frustración, sabiendo aparentar ser lo que se esperaba de ella y agradeciendo el tiempo que se le dio libre a sus compañeros de Equipo, ella y su Sensei Kurenai, dirigiéndose de inmediato al apartamento de su esposo y encargándose de ordenarlo todo hasta quedar conforme, deseando tomar una larga y reparadora siesta...pero, una sonrisa angelical se adueñó del rostro de la peliazul, diciéndose que primero sería más ameno tomar un relajante baño. El baño del apartamento no era particularmente espacioso, pero sí contaba con una bañera perfecta para ella, incluso Naruto cabría con ella dentro, llenándola con agua tibia y metiéndose en esta con el agua hasta los hombros…sin embargo, al margen de lo que podía pensarse de ella, dulce e inocente, Hinata tenía una conducta extraña cada vez que estaba en la bañera luego de misiones agotadoras; se dormía dentro de la bañera.

La sonrisa de Naruto no podía ser mayor, congelándose brevemente en el umbral del año antes de avanzar hacia la bañera, inclinándose sobre la figura dormida de Hinata, con la cabeza apoyada en el costado de la bañera y que el Uzumaki acarició delicadamente, sosteniendo su mentón y situando su otra mano tras su nuca para jugar con su corto cabello azul, despertando a su angelical esposa en el proceso y que lo hizo sonreír con mayor razón. Ver la deslumbrante sonrisa de Naruto nada más despertar era un sueño para Hinata, su visión favorita en el mundo junto con las sonrisas de sus dos hijos…pero ver a Naruto de forma tan abrupta y tan tanto tiempo separados la tomó igualmente por sorpresa, haciendo que replegara sus piernas hacia sí bajo el agua, recibiendo un ligero arrulló de Naruto, que le sostuvo la mirada y no desvaneció su sonrisa, haciéndola sentir inmediatamente a salvo; la Hyuga se sentó sugerentemente sobre la bañera, irguiendo la espalda y acercando su rostro al de Naruto, que parecía completamente embelesado por ella. De forma igualmente sugerente, Hinata envolvió muy lentamente sus brazos alrededor del cuello de Naruto, que se arrodilló junto a la bañera, inclinando su rostro sobre el de ella, pero Hinata lo haló de la chaqueta para que se irguiera, bajando el cierre de esta en un juego al que el Uzumaki no dudo en decir que si, quitándose la chaqueta y procediendo a hacerlo también con su camiseta mientras su esposa lo soltaba, riendo por lo bajo y volviendo a hundirse en la bañera con el agua hasta los hombros.

En comparación con otras parejas, que eran temperamento, lujuria, pasión y desesperación, Hinata y Naruto podían parecer aburridos, eran demasiado tiernos y no particularmente apasionados, la propia Hinata tendía a ser vista—incluso por sus amigas más cercanas y hermana, aunque no por Sakura que jamás se involucraba en esas conversaciones—como una mojigata, pero en realidad el matrimonio Uzumaki tenía su propia forma de comunicarse y de hacer las cosas, comunicándose sin necesidad de palabras como en ese momento, sintiendo que estas sobraban por completo. Manteniendo su sonrisa, Naruto descartó su camiseta en el suelo y procedió a hacerlo también con sus pantalones, escuchando la risa de su hermosa esposa cuando se metió en la bañera, envolviendo sus brazos alrededor de ella y haciendo que el agua al interior de la bañera se desbordara por su causa, haciendo que las risas de ambos inundaran el espacio, aunque estás fueron prontamente acalladas, ya que Naruto no pudo soportar más la espera, reclamando los labios de su esposa, que envolvió sus brazos alrededor de su cuello y separó sus piernas para envolverlas alrededor de sus caderas. Normalmente, Naruto se contentaba con ver el angelical semblante de su esposa, sus perfectos ojos perla y mejillas sonrosadas, pero no después de tanto tiempo separados, envolviendo sus brazos alrededor de ella y acomodándose entre sus piernas, que ella envolvió a sus caderas, guiándose para penetrar en su interior, recibiendo un gemido que se ahogó en medio del beso, como los que siguieron mientras comenzaba a moverse…

Estaba completo estando junto a ella.


Lo que la Quinta Hokage había hecho por él, disculparse, dar una oportunidad genuina a Itachi a volver a Konoha si es que ese era su deseo…todo era demasiado en la mente de Sasuke, quien se recostó sobre la cama tras salir de la ducha y cambiarse de ropa, no tenía idea de cómo es que había podido escribir un mensaje Itachi se lo había enviado apenas había llegado a su apartamento, mientras Sakura estaba en la ducha; no ansiaba otra cosa que el regreso de su hermano, odiaba tener que ceñirse a las reglas de su tiempo, y apenas podía soportarlo, pero ahora que sabía que Itachi podría volver y que su nombre sería limpiado, podía estar tranquilo. Sakura interrumpió la aparente calma, sentándose sobre la cama y estirándose, vestía una de las camisetas de su esposo, que debido a su contextura le quedaba holgada y ligeramente larga, pero cubría mucho más de lo que haría la bata de baño, alargando sus manos a su cabello y que revolvió, ya no sintiéndolo húmedo como antes, sintiéndose de hecho revitalizada; no había nada mejor después de una agotadora misión que un baño caliente y poder relajarse inocentemente sin pensar en nada, aunque no necesitaba ser telépata ni nada parecido para saber que la mente de Sasuke estaba llena de ideas, estar casada con él por más de una década le permitía anticiparse ante el menor de sus gestos incluso cuando él no se daba cuenta; la forma en que tensaba los músculos indicaba incomodidad, su ceño fruncido duda, y la forma en que fruncía sus labios era señal de inquietud, una inquietud que solo ella podía calmar.

—Sakura— nombró el Uchiha, interrumpiendo su línea de pensamientos.

—¿Si?— inquirió la Haruno, volviendo la mirada hacia él por sobre su hombro.

—Me gustaría detener el tiempo para poder quedarnos así, tranquilos— admitió el azabache, lamentando no poder gozar de esa tranquilidad todo el tiempo.

Hacer las cosas por su cuenta, nunca pedir ayuda, ni aun cuando sintiera que le necesitaba, esa era la naturaleza de Sasuke y en el fondo no se arrepentía de ser de esa forma, es más, estaba orgulloso; su padre nunca había sido particularmente afectuoso, no le había dado abrazos hasta donde recordaba ni le había dado grandes señales de que estuviera orgulloso de él salvo en contadas ocasiones—siendo la más significativa poco antes de la Masacre Uchiha—, y Sasuke no lo iba a negar, había odiado a su padre en un punto, pero crucificar a los padres era un error humano, esperaba que Sarada lo hubiera odiado alguna vez aun sin darse cuenta, porque así ella podía ver sus errores como él había visto los de su padre, para no cometerlos; su padre, de una u otra forma, le había enseñado que debía hacer y que no debía hacer. Por ello amaba con fervor lo diferente que era Sakura tan dulce, tan afectuosa, tierna, maternal, cercana, humana, ella podía dar todo el afecto que él tenía, pero no sabía cómo demostrar, con ella se sentía completo, sabía que estaba en el lugar correcto y sentía que lo tenía todo, ¿El resto de bobos de su generación podían decir lo mismo de sus esposas o al casarse habían estado únicamente guiados por la atracción física? Él no, si, Sakura era hermosa como un sueño y se enamoraba más y más cada vez que la veía, sabía que era la mujer más hermosa de Konoha, pero eso no lo era todo para él; si lo eran esa sonrisa cálida, esa inocencia aún persistente en sus ojos y su capacidad de amarlo sin importar que.

—Sasuke…— susurró la Haruno, adelantándose a sus turbulentos pensamientos.

—Perdón, Sakura— inició el Uchiha, mas sintiendo que las palabras no bastaban. —Por todo el tiempo que paso lejos, sabes que, si de mí dependiera, siempre permanecería contigo— alejarse por su deber era una obligación, no una decisión. —Eres lo que más me hace feliz— lo único que lo hacía feliz, junto a su maravillosa hija.

—Lo sé, Sasuke, está bien— disculpó la pelirosa, alargando una de sus manos y acariciando el rostro de su esposo. —Sé que lo que haces es importante— como Kunoichi y Shinobi, ella sabía que el deber estaba por encima de los sentimientos.

—No— contrarió el azabache sin dudarlo. —Mi trabajo es importante, pero nada es más importante que tú. Nada es más importante que tú, Sakura— declaró, viéndola a los ojos en todo momento. —Lo eres todo para mí— aseguró, percibiendo la sonrisa crecer en los labios de su esposa. —Te amo— no se lo decía a menudo para no ser repetitivo, pero cuando lo hacía era de todo corazón.

—Te amo, corderito— correspondió Sakura, haciéndolo entornar los ojos ante ese apodo que le había dado. —Eres como un dios para mí; perfecto, guapo, dulce, compasivo y lleno de bondad— elogió cada día más y más enamorada de él.

—Muchos no pensarían igual— difirió Sasuke, arqueando una ceja mientras la observaba.

—No me importa la opinión del resto— contrarió ella, sin inmutarse. —Tienes que creerme, soy tu esposa— obvio con una coqueta sonrisa.

—Sí, lo eres— asintió él alargando una de sus manos y alzándola para acariciar el contorno de su rostro. —Y yo soy tuyo— comparó sosteniéndole la mirada, orgulloso de ello.

Al margen de lo que la mayoría podía pensar, ella no se había enamorado de Sasuke por su gran atractivo físico—aunque este era ineludible, un regalo como él mismo—; había tenido solo cinco años cuando lo había visto por primera vez y se había embelesado por su decisión, determinación, inteligencia, audacia y fortaleza, lo que la había guiado a alcanzar, a intentar emularlo, y aunque ambos eran muy diferentes superficialmente, en lo más profundo tenían más en común de lo que podía pensarse y eso era lo que los mantenía unidos a día de hoy, no frivolidades sin sentido ni pasiones mundanas, que evidentemente eran lo que compartían sus demás amigos y contemporáneos. Su matrimonio nunca había sido sencillo, en contraste con las uniones de sus demás amigos y contemporáneos; Shikamaru y Temari, Hinata y Naruto, Ino y Sai, pero si ambos hubieran estado dispuestos a vivir algo meramente fácil, jamás habrían sentido atracción el uno por el otro ni habrían luchado por su relación como lo habían hecho; volviendo a recostarse lentamente sobre la cama, frente a su esposo y viéndolo a los ojos, Sakura esbozó una ligera sonrisa, alargando su mano derecha para estrecharla con la suya, deseando hacer hasta lo imposible por él y liberarlo de tantas amarguras, preocupaciones y turbaciones, mas nada de ello era posible y todo lo que ella podía hacer era ser su esposa leal, incondicional y siempre constante. Cerrando la distancia con su esposo, Sakura lo beso en la mejilla derecha, luego en la izquierda y luego en los labios…


Como Jonin y uno de los mejores entre los mejores de Konoha, Kakashi casi siempre estaba ocupado, podía contar con ambas manos el número de días que podía pasar en su hogar y descansando, disfrutando en leer sus novelas favoritas y quizás meditando en solitario, sin que nada ni nadie interrumpiera la profundidad de sus pensamientos, pero en el fondo y luego de cada misión se sentía mortificado, se decía a sí mismo que debería poder dedicar más tiempo a quienes le eran preciados; Rin y Obito. Cuando estaba en Konoha, Kakashi acostumbra a visitar sin falta las tumbas—o en el caso de Obito, memorial—diariamente, pero debido a su última misión en Amegakure, ocupado como todos los Jonin en mantener el entramado de alianzas diplomáticas para asegurar a su Aldea ahora que tenían a un nuevo Hokage, Kakashi no había podido dedicar tiempo a sus amigos; esa tarde, al regresar, el Hatake ya había visitado por largas horas el memorial en que estaba el nombre de Obito, y ahora que el sol se estaba ocultando en el horizonte, visitaba la tumba de Rin. Cuando Rin le había declarado lo que sentía por él, teniendo apenas doce años, Kakashi no había podido aceptar sus sentimientos, había sabido que Obito la amaba…pero, cuando la había perdido a ella un año después, Kakashi se había lamentado y aún se lamentaba de no haberle dicho que compartía sus sentimientos; ella había sido la única a la que había entregado su corazón, aunque ella nunca hubiera podido saberlo estando viva, mas él casi podía sentirla a su lado incluso en la muerte.

—Lamento no haber venido antes, Rin, estuve muy ocupado— se disculpó el Hatake al arrodillarse ante su tumba. —No es excusa— jamás ninguna excusa valdría con ella.

Últimamente tienes poco tiempo para otros— la voz de la Nohara era dulce y melodiosa en sus oídos. —Me alegra que tus alumnos te mantengan tan ocupado— era enternecedor ver el vínculo que había adquirido con sus jóvenes alumnos.

—Son buenos chicos, más de lo que creí que serían— admitió el peligris, profundamente orgulloso de los tres chicos a quienes veía como hijos.

Te están ayudando a sanar, puedo verlo— apreció la pelicastaña, igualmente orgullosa, —y no sabes lo feliz que me hace— saberlo a él feliz, la hacía inmensamente feliz a ella.

—Ojalá estuvieras aquí— suspiró Kakashi, cerrando los ojos un momento y deseando que ella estuviera real y genuinamente a su lado en lugar de como una fantasía.

Aquí estoy, siempre— aseguró Rin, alargando su mano y situándola sobre el hombro del peligris, que suspiró por casi poder sentirla ahí a su lado, aunque no fuera posible.

Podría haber hecho muchas cosas de manera diferente después de haberlos perdido a ambos, a Obito y Rin; podría haber trabado nuevas amistades o profundizado en aquellas que había tenido hasta antes de perder al Uchiha y que no había valorado, y lo había hecho; Gai y él eran como hermanos, un vínculo muy diferente del que había tenido con Obito, pero al que no podía darse, no cuando Gai estaba ahí para él lo quisiera o no; también se había vuelto cercano a Asuma y siempre tenía humor para bromear de lo cercano que era Kurenai, asegurando que esos dos no engañaban a nadie, estaba claro que eran más que amigos. Pero, este intento de llevar una vida "normal" no se aplicaba hecho de intentar buscar un vínculo emocional más romántico, en su mente Rin había sido la única para él y eso en nada cambiaría, era una promesa que él se había hecho, acariciando con sus dedos los grabados de la lápida con el nombre Rin; con sus sentidos alerta como siempre, aunque estuviera también muy cansado y todo cuanto deseara fuera dormir, Kakashi sintió el eco de pasos aproximarse, irguiéndose de su lugar y volviendo la mirada por sobre su hombro. Luego de una relajante siesta tras el baño, Sasuke y Sakura habían decidido aprovechar el tiempo libre, acudiendo a visitar las lápidas de la familia Uchiha, acudiendo de antemano a la floristería Yamanaka y encontrando ahora—que ya habían terminado su visita—a su Sensei en el cementerio, no habiendo tenido idea de su regreso a Konoha al momento del propio regreso un par de horas atrás.

—Kakashi Sensei— celebró Sakura en voz alta. —No creímos encontrarlo aquí— la Quinta Hokage no les había comentado nada de su regreso.

—No sabíamos que habías regresado— secundó Sasuke, más informal pero igualmente sorprendido.

—Sí, hace menos de una hora— asintió Kakashi sonriendo bajo su máscara. —¿Qué están haciendo aquí, chicos?— inquirió, no esperando encontrarlos ahí.

—Visitábamos a mi familia— contestó el Uchiha, encogiéndose de hombros sin mayor expresividad.

—¿Una amiga especial, Sensei?— inquirió la Haruno, dando un paso más cerca de la lápida

—La más especial— asintió el peligris, no teniendo porqué mentir ni guardar secretos.

—¿Podemos?— solicitó la pelirosa, jugueteando con las flores que permanecían en sus brazos. —Trajimos flores de más— obvió, no queriendo desperdiciarlas.

—Gracias— apreció Kakashi con sorpresa, mas sonriendo de igual modo bajo su máscara.

Manteniendo su sonrisa, Sakura acercó sus pasos hacia la lápida con el nombre de Rin Nohara, arrodillándose ante esta y precediendo a acomodar las flores en el recipiente disponible, no necesitando volverse hacia Sasuke para que esta le tendiera la botella de agua que habían traído y verter su restante contenido en las flores para que estás durasen lo más posible; agradeciendo la atención de sus alumnos, Kakashi se había lamentado de no haber tenido tiempo para comprar flores para ese momento, en su lugar solo se había volcado a dedicarles lo poco que poseía en ese momento. Con las manos en los bolsillos de su pantalón, Sasuke se situó de pie junto a su Sensei y observando la espalda de Sakura, no observando al peligris por el rabillo del ojo o quedaría en evidencia por su preocupación; pensaba en lo mismo que Sakura, ambos habían aprendido durante la Cuarta Gran Guerra Shinobi quien había sido Rin Nohara y como los sentimientos de Obito, manipulados por Madara, habían dado origen a todo el debacle que ocurriría, ya era un poco tarde para cambiarlo aunque lo intentaran, pero Kakashi merecía enterarse de la verdad, mas ¿Cómo decírselo?, ¿Qué explicación darían para revelarle tan información? Todo necesitaba ser mucho más calculado, eso era algo con lo que Sakura—quien se irguió tras acomodar las flores, sacudiéndose la falda del vestido—y él estaban completamente de acuerdo, por lo que no podían dejar nada al azar, todo debía medido, estudiado y luego ejecutado con igual cuidado, no había otra opción.

—Tengo una idea chicos, ya que están aquí y no Naruto, que me dejaría en bancarrota— inició Kakashi, obteniendo la completa atención de sus dos alumnos. —¿Les parece si los invito a cenar?— sugirió, no queriendo comer solo en esa oportunidad.

—Claro, no tenemos nada más interesante que hacer— aceptó Sasuke por su parte, encogiéndose de hombros con la despreocupación que lo caracterizaba.

—Pero mejor déjennos invitarlo— reformuló Sakura, dando un paso más cerca de su Sensei. —Somos Chunin ahora— obvió, pudiendo presumir de ello.

—Por supuesto— asintió el Hatake genuinamente divertido, sonriendo bajo su máscara.

No había esperado que nada de eso pasará al aceptar a Naruto, Sasuke y Sakura como Genin bajo su tutela, simplemente había decidido evaluarlos y luego descartados sin más, hacerlos volver a la academia…pero nada de eso había sucedido, eran en bruto, pero diamantes genuinos y que él no podía ignorar. Los había visto madurar bajo su tutela y aunque todos tenían ideas individuales así como su propia forma de hacer las cosas—que rara vez modificaban por él, mas si por el propósito de la misión a realizar—, en el plazo de días Kakashi había aprendido a ver la hilaridad en esos chicos, su seriedad, integridad, fuerza, capacidad y humanismo, y estos en poco tiempo más habían adquirido un lugar en su corazón, le habían dado la oportunidad de sanar sus viejas heridas de guerra, que seguían ahí, pero ahora no eran tan dolorosas, mortalmente supurantes ni letales como antes. Actuando con una caballerosidad que el Hatake no había visto hasta ese momento, y que lo hizo arquear una ceja, Kakashi vio a Sasuke alargar su brazo derecho al aire e indicar a Sakura que abriera el camino, a lo que está sonrió disimuladamente, avanzando un paso por delante del Uchiha y de su Sensei; el tiempo, ser testigo de una que otra conversación de ambos jóvenes le había hecho entender que sí, ambos tenían una relación, pero no se había dado cuenta de cuánto había progresado esa relación desde que se habían mudado juntos tras el ataque de los Ninja del Sonidos enviados por Orochimaru, pero ahora se daban cuenta de gran cambio.

Eso lo hizo sonreír; hacían una bella pareja.


Un Mes Después

A nadie lo preparaban para las despedidas, ni aun cuando la que debía ocurrir fuera una anunciada o así es como Hinata llevaba viendo la inminente separación con su esposo, diciendo que el tiempo pasaría volando antes de que se diera cuenta, pero luego sintiéndolo como un puñal en el centro del pecho y que le decía una y otra vez que estaría inconsolable tan pronto como él partiera…Hinata se negó a dejar que eso empañara aquel momento, manteniendo la sonrisa en su rostro y revisando los cajones y gavetas, seleccionando ropa y todo lo que pudiera creer que Naruto necesitaría durante su viaje lejos con el Maestro Jiraiya. Ella sabía que era una tontería, probablemente al final ni siquiera la mitad de lo que había elegido fuera a resultarle útil a su esposo, estaría dos años y medio lejos, mucho de lo que llevaría se desgastaría, agotaría y destruiría por completo por causa del paso del tiempo, el uso y los entrenamientos, así como los cambios de su propio cuerpo, pues cuando volvieran a verse, en dos años, ya no tendrían físicamente trece años sino dieciséis. Terminando de arrojar a la basura la comida en las gavetas y que no duraría hasta su regreso, Naruto se dirigió luego a su habitación, esbozando una sonrisa al ver a Hinata metiendo cuidadosamente las cosas en su mochila, que pese a su pequeño tamaño parecía albergar mucho por el cuidado con que ella guardaba cada cosa en su sitio…Kami, la extrañaría desesperadamente, no tenía idea de cómo rayos sobreviviría si ella durante los próximos años.

—No necesitabas hacer esto, Hinata— aseguró el Uzumaki a su esposa, abrazándola por la espalda.

—Tenía que, de otro modo me habría sentido inútil— corrigió la Hyuga, siempre al pendiente de él. —Tendré una excusa para pensar en ti cada vez que visite este lugar— consideró con un suspiro. —Quizás remodele un poco las cosas— sería un consuelo.

—Haz lo que tú quieras— consintió Naruto, mientras ella se volvía lentamente hacia él. —Todo lo que quiero hacer es perderme en ti una vez que regrese, así sentiré como si jamás me hubiera ido— admiró, sosteniendo las manos de ella entre las suyas.

—Una parte de ti no lo hará— correspondió Hinata, intentando asirse a aquella idea.

Ojalá fuera tan fácil; ella ya tenía planes de como remodelar aquel apartamento para que quizás pudieran compartirlo y vivir juntos cuando Naruto regresara, como siempre debería haber sido; papel tapiz, cortinas, colores, muebles…mentalmente Hinata soltó un suspiro, ¿A quién quería engañar? Todos esos planes eran solo eso, ideas que poca o ninguna relevancia tendrían para ella cuando Naruto se fuera, no la sorprendería en nada el caer en la desesperación por ello y de hecho sería lo más lógico, ¿Qué mujer no lo haría? Interrumpiendo sus pensamientos, Naruto haló de sus manos entrelazadas con las suyas, atrayéndola en un abrazo afectuoso y cálido. Por primera vez en tantos años, Naruto se sentía como un cobarde y no tenía vergüenza en absoluto por admitirlo; su esposa era lo más importante en su vida, tenía a Himawari y Boruto en el presente, y los adoraba de verdad, con cada parte de su alma…pero nada ni nadie podía aspirar a ser más que un ápice del amor que él sentía por su esposa, casi como si no hubiera más que gotas de ese preciado elixir que había derrochado con ella antes que con nadie, porque nadie había estado más incondicional y amorosamente a su lado que ella, por eso ella siempre sería lo más importante para él. Diciéndose que aún había una forma de aprovechar el escaso tiempo de que disponían antes de que se fuera, Naruto lentamente rompió el abrazo, encontrando su mirada con la de su esposa y acunando su rostro entre sus manos, observando sus hermosos ojos gris perla relucientes como estrellas.

—¿Me acompañarías por un plato de ramen a Ichiraku?— invitó Naruto, rompiendo finalmente con el silencio.

—¿Una última comida antes de aburrirte con el Maestro Jiraiya?— bromeó Hinata sin poder evitarlo, no viendo la invitación de otra forma.

—Eso y para recordarte más— puntualizó el rubio con una distraída sonrisa. —Pero yo pagaré esta vez— aclaró, sin estar dispuesto a ceder ni un ápice.

—Así no puedo negarme— asintió la peliazul, igualmente con una sonrisa.

No tenía fuerzas, deseos ni ánimos de llevarle la contraria a Naruto esta vez, probablemente y si él se lo pidiera cometería la peor de las locuras, en realidad de una u otra forma ella siempre había cedido ante lo que sea que él le propusiera o sugiriera—él era el temerario, arrojado y valiente en su matrimonio, ella prefería ir con la corriente e imponiéndose solo en el ámbito hogareño que sentía era su lugar—, y en el fondo también deseaba hacer lo que sea que Naruto quisiera si eso prolongaba su tiempo juntos; alzando sus manos para entrelazarlas con las de Naruto y que acunaban su rostro, Hinata sonrió a su invitación, señalando la mochila—cargada con todas sus pertenencias para el viaje—sobre la cama y que este no tardó en tomar, sin soltar su mano, ambos dirigiéndose hacia la puerta. No quería irse, si de él dependiera, buscaría una manera de prosperar y continuar avanzando ahí, en Konoha, junto a sus amigos, junto a sus compañeros de Equipo, junto a Hinata…pero no podía elegir, hasta ahora Akatsuki afortunadamente no había atacado—le debía eso a Itachi—, pero sí que lo harían en el futuro y era mejor que estuviera preparado, que volviera a entrenar y fuera capaz de enfrentarse a cualquier enemigo que se presentará; acomodando su mochila sobre su hombro, Naruto cerró la puerta con llave al salir, tendiéndole estás a Hinata, entrelazando sus manos y sabiendo que su antiguo hogar estaría en las mejores manos, y ansioso por ver qué cambios encontraría a su regreso, diciendo que todo valdría la pena…


Naruto se había despedido de todos sus conocidos en el camino a Ichiraku Ramen; de Shikamaru, Ino, Choji, Kiba y Shino que como siempre parecían recelosos o reservados para con él por todo el tiempo que pasaba junto a Hinata, igual que hizo Neji quien le dirigió una mirada severamente únicamente, Tenten había sido muchísimo más amable, igual que Rock Lee quien le deseo lo mejor como siempre, con su característico entusiasmo contagioso. Incluso al llegar a Ichiraku Ramen, donde de antemano el viejo Teuchi y su hija Ayame le desearon lo mejor como siempre, Naruto se encontró con buenos deseos de parte de su antiguo Sensei y primera figura paterna—descontando al ahora fallecido Tercer Hokage—; Iruka Sensei, que echó por tierra sus planes de invitar una última comida a Hinata antes de partir, pues él, pues el Umino costeó la comida de ambos, queriendo tener un último gesto para con su alumno favorito antes de que se fuera por Kami sabía cuánto tiempo. Aquello no era lo que Naruto tenía en mente, pero era mejor; Iruka Sensei había sido y aún era la figura paterna más importante en su vida, y poder compartir una última comida tanto con él como con la mujer de su vida era la despedida más perfecta que Naruto hubiera podido imaginar, incluso si no se le había ocurrido en ningún momento; habiendo pasado por el apartamento del Uzumaki y no encontrándolo, el Sannin acudió a Ichiraku Ramen, imaginando que se encontraba ahí y confirmándolo nada más cruzar el umbral y encontrar la feliz escena.

—Hora de irnos, Naruto— llamo Jiraiya, anunciándose. —¿Listo?— consultó para estar seguro.

—Sí, Sabio Pervertido— asintió el Uzumaki, sabiendo que no podía postergar más su partida. —Adiós, Iruka Sensei y gracias por el ramen— se despidió con una sonrisa, levantándose de su lugar.

—Es lo menos que puedo hacer, así el próximo Hokage me mantendrá en el futuro— bromeó el Umino, mas confiando en que el Uzumaki si cumpliría su sueño un día.

—Eso ni lo dude— confirmó el rubio con arrogancia y sabiendo bien que lo lograría.

Siempre estaría en su corazón, y lo conmovía profundamente, aquellas personas que de una u otra forma siempre habían tenido fe en él y que cumpliría su sueño de convertirse en Hokage, como era el caso de Iruka Sensei y de quien se despidió con una mirada, no necesitando de nada extremadamente emocional, sabiendo por experiencia que el Umino ya de por si era propenso a las lágrimas y que no necesitaba ayuda para llorar. Levantándose de su lugar, siguiendo los pasos de su esposo, Hinata se despidió del señor Teuchi, Ayame e Iruka Sensei, saludando con la mirada al Sannin y a quien acompañó, dando espacio sin embargo a Naruto para otra despedida más y que lo aguardaba a un par de pasos del Ichiraku Ramen, por lo que la Hyuga y el Sabio Sapo continuaron con sus pasos hacia la entrada de Konoha para aguardar, Hinata para despedirse y el Maestro Jiraiya para esperar a su ahora alumno. Siguiendo al Sabio Pervertido, Naruto se detuvo sorprendido fuera de Ichiraku Ramen, casi pasando inadvertida la forma en que su hermosa esposa y el Sabio Pervertido pasaban junto a él, adelantándose en tanto él esbozaba una sonrisa por tan grata sorpresa; fuera y aguardando por él estaba Kakashi Sensei, Sasuke y Sakura—quien tenía las manos cruzadas tras la espalda—, toda una grata sorpresa ya que el rubio no se le había pasado ni por un momento por la cabeza que estos fueran a despedirlo, imaginando que estaban demasiado ocupados, pero le agradaba y conmovía enormemente que tuvieran algo de tiempo para él como amigo.

—Amigos, Kakashi Sensei— sonrió Naruto, genuinamente sorprendido y feliz.

—Teníamos que desearte un buen viaje— justificó el Hatake, sonriendo bajo su máscara.

—Por fin viviremos como personas normales sin ti— bromeó Sakura, haciendo que su Sensei de pie tras ella riera al oírla.

—Quisieran— suspiro el Uzumaki, casi entornando los ojos, —¿Desde cuándo Sasuke es normal?— cuestionó con obviedad.

—No te extrañaré, perdedor— declaró el Uchiha con una sonrisa ladina, casi sin emoción.

—Igualmente, imbécil— correspondió el rubio sosteniéndole la mirada, desafiante.

—Ya, silencio, banda de subnormales— acalló la pelirosa intercalando su mirada entre ambos, habiendo oído insultos suficientes. —Te prepare un regalo, Naruto, mío y de Karin— en ese momento reveló las manos que mantenía tras su espalda, sosteniendo un pequeño botiquín. —Dijo algo de ayudar a un pariente en dificultades— repitió el entregarle el regalo y que el rubio recibió sorprendido, abrumado de hecho.

—¿Qué le dijiste de mí?— preguntó Naruto, inevitablemente preocupado por ello.

—Que donaste tu cerebro a causas benéficas y que buscas la cura del hambre— resumió Sakura con ligero aire pensativo. —Créeme, no quieres decirle la verdad— agregó ante la mirada del rubio, que pretendió cuestionarla en ese momento.

—Okey— asintió el Uzumaki, no teniendo otra opción. —Lo cuidare y usare muy bien, lo prometo— aseguró, descolgando su mochila para guardar el botiquín dentro.

Sabía que no le había hecho las cosas precisamente fácil a nadie; Kakashi Sensei no sabía nada de su viaje en el tiempo, para él sus tres alumnos eran inocentes chicos de trece años—dentro de todo—y era mejor que todo siguiera así, imaginaba que Hinata vivía su propia tortura mental igual que él cada vez que estaban separados, pero habían aprendido a adaptarse, pero...Sasuke y Sakura no habían querido viajar al pasado, se lo habían dejado claro desde el principio y el ahora entendía bien porque, ambos no habían tenido un pasado precisamente amable el uno con el otro ni viceversa, pero ya estaban donde estaban y ambos asombrosamente habían aprendido a sacar lo mejor de la experiencia, lo que lo dejaba más tranquilo, sonriéndoles a ambos. No iba a darle un abrazo a Sasuke, eso no iba con él en lo absoluto, aunque sí que abrazó a Kakashi Sensei quien le revolvió el cabello en respuesta y también abrazó a Sakura, disfrutando de la sensación y amándola como a una hermana, transmitiéndole en silencio que esperaba que se encontrara bien en su ausencia y que tratará de mantener en orden a Sasuke, lo que casi hizo reír a la Haruno por la habilidad que tenían de leerse el pensamiento luego de pasar tantos años juntos. Rompiendo el abrazo, Naruto intercambio una discreta sonrisa con Sakura, que señaló con la mirada a Hinata con el Sabio Pervertido a lo lejos, prometiendo protegerla en su ausencia, lo que él agradeció, pasando luego su mirada por Sasuke quien asintió en silencio, y por Kakashi Sensei que lo observó.

Aunque temporal, la despedida nunca había sido tan difícil.


—¿No quieres ir o qué?, ¡Ya vámonos!— apremió Jiraiya, señalando un reloj invisible.

—¡Ya voy!— contestó Naruto, entornando los ojos por vigésima séptima vez ese día.

Dejar Konoha estaba resultando ser mucho más difícil de lo que Naruto recordaba, y acababa de despedirse de sus amigos, compañeros de Equipo y Sensei, porque esta vez todo era diferente; en el pasado, el Equipo 7 había estado completamente roto al momento de su partida, Sasuke había desertado de la aldea, Sakura tenía el corazón destrozado y él apenas podía verla a la cara por no poder traer al Uchiha de regreso a la aldea, y Kakashi Sensei había hecho lo que había podido para ayudar, pero esto no había sido suficiente para nadie, y había sido apenas el inicio de sus problemas. Aguardando por su esposo para despedirse, apretándose nerviosamente las manos una y otra vez, no queriendo ni pudiendo imaginar volver a pasar tanto tiempo lejos de él—y en el pasado no habían tenido una relación hasta después de la Cuarta Gran Guerra Shinobi—, Hinata se encontraba de pie junto al Maestro Jiraiya, aguardando a que Naruto terminase de despedirse de sus amigos y compañeros de equipo, no pudiendo evitar hacer comparación con su propia realidad, diciéndose que ella incluso en el presente se sentiría muy perdida sin la ayuda, apoyo y amistad de Kiba y Shino, a quienes siempre había visto cómo dos hermanos mayores sobreprotectores y que seguían siéndolo. De pie junto a la inocente y angelical princesa Hyuga, Jiraiya observó a Naruto, quien era técnicamente su ahijado como le habían dicho Minato y Kushina antes de que este naciera…pero, Jiraiya a veces sentía no poder con la responsabilidad, el joven Uzumaki era todo un personaje.

—Aunque no tengo del todo claro que le ves, pequeña, admiro tu paciencia— confesó Jiraiya, analizando al Uzumaki y volviendo su mirada hacia la bella Hyuga.

—Sí, no parece una gran proeza— aceptó Hinata, sabiendo que pocos veían lo mismo que ella en Naruto, —pero brilla con luz propia y seguirá haciéndolo siempre— esa luz solo se acrecentaría cuando fuera Hokage y antes de eso todos comenzarían a verlo muy pronto.

—Te creo, pequeña— asintió el peliblanco, confiando en su criterio. —Mantente a salvo hasta que regresemos— pidió, dirigiéndole una cálida sonrisa como siempre.

—Lo haré, cuídese mucho— correspondió la peliazul con igual cariño, apreciando el momento en que el que Sannin le dio espacio cuando el Uzumaki se acercó a ella. —Naruto…— suspiró afligida por su partida, no sabiendo bien qué decir.

—Sé que comenzamos a despedirnos desde que regresé de la misión a la Tierra del Té, pero...— la voz del rubio se quebró a causa de la emoción, sosteniendo las manos de su esposa entre las suyas. —Prométeme que estarás a salvo, que, si surge lo que sea, buscaras a Sasuke y Sakura, al menos hasta que yo regrese— pidió, recibiendo un certero asentimiento de ella. —Sé que eres fuerte y capaz, pero…— no quería que estuviera sola.

—Te lo prometo— aseguró Hinata, estrechando sus manos entre las suyas y siendo fuerte por ambos. —Y tú prométeme que no irás detrás de los problemas, que pensarás y te contendrás de ser preciso— pidió, sabiendo que eso ya era demasiado.

—Hinata, no puedo...— titubeó Naruto, temiendo romper su palabra y decepcionarla. —Está bien, te lo prometo, palabra de Hokage— aseguró viéndola a los ojos, siendo la única. —Te amo, Hinata— pegó su frente a la suya, deseando un beso, pero no podía tenerlo.

—Te amo, Naruto— correspondió ella, esforzándose para que no se quebrase su voz.

Deseaba un beso de su esposa en ese momento, el de despedida y era perfectamente lógico…pero no podía tenerlo, a ojos de cualquiera que circulara por la calle y los viese—no sus amigos y compañeros de Equipo, no Kakashi Sensei, Iruka Sensei o el Sabio Pervertido, ellos eran de confianza—eran solo dos chicos de trece años, nadie sabía de la profundidad de su relación ni nada y serían muy críticos si él se atreviera a reclamar un beso, todo lo que Naruto podía reclamar en ese momento fue un beso en la mejilla y que se inclinó para tomar, encontrando su mirada con la de su esposa y finalmente alejándose de ella para darse la vuelta y alcanzar al Sabio Pervertido, de pie en el umbral exacto entre Konoha y el exterior. Emocionalidad, fragilidad, dependencia o lo que fuera, Hinata no supo explicar que se adueñó de ella, pero sintió como algo profundamente doloroso se adueñaba de ella en el momento en que Naruto se alejó de ella y le dio la espalda, percibiendo todo sucediendo muy lentamente frente a sus ojos, ella nunca había tenido que afrontar separaciones grandes con su esposo, al final él siempre estaba en Konoha y cerca aunque en ocasiones sintiera lo contrario—debido a lo obsesivo que se había vuelto Naruto con su trabajo a lo largo de los años, a veces no viéndolo en días enteros—, pero era algo a lo que podía asirse...saber que Naruto estaría lejos por más de dos años le oprimió el corazón, dándose cuenta en ese momento de lo realmente sola que iba a encontrarse sin él, llevándola a sentir una desesperación única en su vida:

—¡Naruto!— gritó Hinata, no pudiendo soportarlo más.

No podía pedirle a Naruto que no se fuera, no era tan egoísta y se trataba de su propia seguridad por causa de la presencia de los Akatsuki, que comenzaría a ser cada vez más constante con el paso del tiempo; al escuchar la voz de su esposa, Naruto se detuvo tras apenas un par de pasos de ella y a un par de pasos del Sabio Pervertido, volviéndose hacia Hinata, quien corrió velozmente hacia él, envolviéndolo en un abrazo cálido a la par que desesperado, transmitiéndole de esa forma todo lo que sentía que no bastaría en palabras. Rompiendo el abrazo, pero sin soltar por ello a su esposo, Hinata lo vio a los ojos, con su rostro muy cerca del suyo e irguiéndose de puntillas, enviando la opinión o crítica del resto del mundo al diablo, presionando sus labios con los de Naruto en ese último beso que necesitaba tanto como él, que no dudó en corresponderle, envolviendo sus brazos alrededor de ella; diciendo que era una locura, que Hinata tendría que pagar los platos rotos por ese beso por muy sencillo que fuera, Naruto luchó por separarse, pero no pudo hacerlo, profundizando el beso y disfrutando lo más posible de este hasta sentir que perdía el aliento, solo entonces separándose y pegando su frente a la de su esposa. La Hyuga y el Uzumaki encontraron sus miradas una última vez antes de separarse, el rubio finalmente retomando su camino y la peliazul observándolo con el corazón oprimido, mas agradeciendo enormemente que Sakura se situara a su lado y la abrazara ligeramente. Todo cambiaría a partir de entonces...


PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 La próxima semana iniciare un nuevo fic, "Cuento de Hadas", y luego continuaré con la actualización de "El Clan Uchiha", y luego iniciare "Cuento de Hadas" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga y lectora DULCECITO311 (dedicándole cada una de mis historias como siempre, disculpándome por tardar en actualizar), a mi hermosa Ali-chan1996 (adorando sus hermosos comentarios y dedicándole esta y todas mis demás historias por su amabilidad), a Guest (a quien dedico este fic de todo corazón por ser quien aprobó la historia en primer lugar) a abrilfrijo03gma (agradeciendo su aprobación y dedicándole esta historia), IxSpaceCadetxl (dedicándole esta historia como siempre y esperando que cada nueva actualización sea de su agrado), mei24 (agradeciendo que la historia sea de su agrado y dedicándole esta historia), a manu (prometiendo realizar fics o capítulos así más adelante, no tengas duda), a lari5 (disculpándome por tardar tanto en actualizar), a Nina Lee (agradeciendo su apoyo, y esperando que este nuevo capitulo sea de su agrado), a carlos29 (agradeciendo su amabilidad y dedicándole este capitulo), thaliacdr324 (esperando que la actualización sea de su agrado), Rouss (dedicándole este capitulo por su amabilidad), a Lucy.H2 (agradeciendo que el Sasuke que representó sea de su entero agrado), a Marcela2761 (esperando haber cumplido con sus expectativas y aceptando cualquier idea que tenga a bien aportar), a Arantxa Gallegos (agradeciendo contar con su aprobación), y a Ermac18 (esperando poder cumplir con sus expectativas y dedicándole esta historia por lo mismo), a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Despedida & Nuevo Arco: El capitulo inicia con Sasuke y Sakura regresando a Konoha y dando un reporte a la Quinta Hokage, quien de hecho extiende lo que podría compararse con "Disculpas Reales" por la Masacre Uchiha, perpetrada por los altos mandos de Konoha, extendiendo además un perdón a Itachi. Paralelamente, tenemos un visto de la mente de Itachi, sus sentimientos, como ve lo que lo rodea y la aceptación de su plan de acción de desmantelar Akatsuki, lograr el perdón y volver a Konoha con su hermano. También tenemos destellos de la vida de nuestras parejas; Naruto reencontrándose con Hinata y aprovechando cada momento de su regreso, y Sasuke y Sakura siendo enteramente devotos el uno del otro. También una interacción del matrimonio Uchiha con Kakashi, no teniendo idea de como decirle que su gran amigo Obito—a quien él recuerda con afecto, igual que a Rin y profundizo en ello—es el enemigo a la sombra y por quien deben comenzar a preparar sus fuerzas. La mitad secundaria del capitulo y que es igualmente importante discurre con las escenas que nos guían hacia la inevitable despedida de Naruto, que tal y como ocurrió en la trama original, debe irse a entrenar con el Maestro Jiraiya así como para mantenerse alejado de Akatsuki. La despedida es doblemente significativa, no solo por lo conmovedora que fue a escena, por lo que trate de desarrollar lo más posible los sentimientos de Naruto y Hinata, sino también porque representa el nuevo arco. A partir del próximo capitulo, habrá un salto temporal de dos años en la trama, por lo que Sasuke y Sakura tendrán 15 años, y aunque aún no regresara Naruto, ambos tendrán mucho que atravesar juntos, por lo que comiencen a prepararse.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3