"Ahhh, qué dicha..." murmuró Trixie. Descansar, eso era todo lo que anhelaba su cuerpo en ese momento.

Recostada en un prado verde, bajo un cielo azul salpicado de nubes blancas que flotaban perezosamente, escuchando su música favorita y envuelta en el cálido abrazo del mediodía. Trixie, con los ojos cerrados tras unas gafas de sol, se imaginaba encontrarse en un lugar así en ese momento.

Un día tranquilo y maravilloso, que incluso podría mejorar, ya que ella no estaba sola.

Su mejor amiga la acompañaba, Starlight estaba...

No.

Trixie abrió los ojos de golpe. Su sueño vivido aún no había terminado.

No estaba donde había imaginado. Remoto, lejano y nebuloso, la unicornio se encontraba sentada en medio de un pasillo cósmico lleno de puertas.

"¿Dónde?" La voz confundida de Trixie se perdió en el vacío del pasillo, con ecos que estallaban en distintos tonos y emociones.

Entonces, un dolor de cabeza le sobrevino y la memoria de Trixie se refrescó. Su confusión mental (causada por el cansancio, el estrés y las pociones rojas que había bebido) había disminuido considerablemente. Lúcida, podía recordar que este era el mismo lugar con el que había soñado la noche anterior. Aquella inquietante pesadilla.

"¿Acaso todo fue un sueño?" exclamó Trixie esperanzada. Había una gran posibilidad de que así fuera, nada de lo ocurrido esa mañana podía considerarse rutinario en su día a día. La barrera del castillo, las pociones corruptas, los fantasmas, la manticora, los pavo-halcones... había experimentado tantas cosas en las últimas horas, más de lo que había vivido en los últimos tres años.

Como una flor abriéndose al sol, el rostro de Trixie se deformó, llenándose de una sola emoción: alegría.

"¡Jajajajaja!" Trixie estalló en una risa que resonó en todo el pasillo. Golpeteaba el suelo con sus cascos y no tardó en caer de espaldas de la emoción. No necesitaba pensarlo más. ¡Todo había sido un sueño!

Las peleas, el dolor, la ira... nada había sucedido realmente.

Esto era solo un sueño.

Trixie continuó riendo y casi llorando en el suelo del pasillo por un largo rato, feliz de que ningunas de sus cuestionables acciones hubieran sido reales. Así continuó hasta que finalmente sus apasionados sentimientos poco a poco se calmaron.

Lentamente, volvió a ser consciente de sí misma y de su extraña situación...

Nuevamente preocupada, Trixie se incorporó de inmediato.

El pasillo cósmico en el que se encontraba seguía igual de desolado y sin cambios.

"Ejem... ¡Hola! ¿Hay alguien ahí?" preguntó Trixie, cuya voz se perdió en la infinitud.

No hubo respuesta, solo más ecos.

"Ok... ¡bien!, Trixie... esto es solo un sueño, solo mantén la calma y estarás a salvo."

Realmente no estaba segura de a dónde ir, ni a quién esperar. Recordaba vagamente a la misteriosa pony que la había guiado antes en aquel lugar, pero ahora no pensaba en ella. Quedarse quieta, esperando en la incertidumbre, no era una opción para Trixie.

Con desconfianza, comenzó a avanzar por el pasillo, la blanca luz de las puertas a sus lados iluminaba su camino.

"Oh, ya recuerdo... uhmmm, cada puerta lleva hacia un recuerdo mío, ¿verdad?" Curiosa, Trixie se asomó a una de las puertas...


"¿La Consejera Trixie está muerta?" habló Sandbar con voz temblorosa.

Un silencio aplastante envolvió el pasillo principal del Castillo de Twilight, donde se encontraban todos los miembros de los Young Six. Sus rostros reflejaban una mezcla de amargura e incredulidad.

"No puede ser así. La Consejera Trixie ser muy hábil, ¡haber escapado con algún truco!" intentó negar Yona.

"No, Yona. Yo mismo la vi caer entre los pavo-halcones y desaparecer en el pico de Fathungry. No hay forma de que alguien pudiera escapar de eso..." respondió Gallus abatido, sentado en el suelo. El remordimiento se sentía en sus palabras.

Ocellus y Smolder estaban sin palabras en ese momento, aún procesando lo que Gallus les había dicho.

"Esto no puede estar pasando", murmuró Silverstream.

A pesar de sus defectos y excentricidades, nadie hubiera deseado que la vida de Trixie Lulamoon terminara de esa forma.

El silencio continuó después de las palabras de la hipogrifo. La posible pérdida de su maestra suplente, consejera estudiantil y amiga pesaba fuertemente sobre todos ellos.

Entonces, en medio de ese sentimiento de desolación, uno de ellos alzó la mirada.

Sandbar, en su silla de ruedas, sin pedir ayuda a sus compañeros, avanzó hacia la puerta del castillo y con mucho cuidado la entreabrió para ver el exterior.

Afuera, a solo unos metros, una docena de fornidos pavo-halcones picoteaban ávidos las bellas flores que rodeaban el castillo, aplastando arreglos ornamentales y destrozando las pocas decoraciones que aún quedaban del Festival de las Dos Hermanas.

"¿Qué estás haciendo?" preguntó Gallus finalmente levantando la cabeza, los demás lo imitaron.

"Debo... no. ¡Debemos ir a recuperar a la Consejera Trixie!" exclamó Sandbar a sus compañeros. A pesar de su delicado estado, había una gran fuerza en su voz.

Miradas atónitas siguieron las palabras del poni.

"¿Es que no escuchaste lo que dije? ¡Se acabó! La consejera está..."

"Dentro del buche del pavo-halcón más peligroso de Equestria. ¡Sí! Lo entendí perfectamente, Gallus. ¡Por eso mismo debemos ir!"

"Es una locura..." respondió Gallus, sumamente serio.

"Odio decirlo, pero Gallus tiene razón. No podemos enfrentar a esos tipos solos", añadió Smolder. "Debemos esperar a que venga la princesa y la guardia real..."

"Tardarán demasiado en venir. Nosotros ya estamos aquí, podemos encargarnos de esto."

"Eso es muy valiente de tu parte, Sandbar, pero... ¿cómo se supone que nos hagamos cargo de una horda de pavo-halcones gigantes?" preguntó alarmada Silverstream.

"Yo también quisiera saberlo", añadió Gallus.

"Pues... siempre hay una forma... ¡Debe haberla!" respondió Sandbar entrecortado. No tenía una respuesta a eso, no lo había pensado tanto antes. Esperanzado, volvió su mirada a quien sí podría responder a eso.

Ocellus, quien se había mantenido en silencio todo ese tiempo, sintió el peso de la mirada de Sandbar de inmediato, no solo la de él, también la de sus otros compañeros. Una enorme presión surgió dentro de ella; sus compañeros necesitaban una respuesta de la única persona en la que podían confiar para determinar si era posible o no llevar a cabo esa peligrosa misión de rescate.

Su decisión determinaría el destino de Trixie.

Ocellus respiró hondo y luego exhaló. Tal como había aprendido de sus profesores, apartó sus emociones y fríamente comenzó a calcular las posibles soluciones para el grave problema en que se encontraban.

No tardó en encontrar la obvia respuesta. Estaba temerosa de decirlo, pero tenía que hacerlo.

"Hay una forma. Si usamos el poder de los Elementos de la Armonía que existe dentro de nosotros, podríamos abrirnos paso entre los pavo-halcones y rescatar a la consejera Trixie".

"¡Hooooo!" respondieron al unísono el resto de los Young Six, ninguno de ellos había pensado en esa posibilidad. Desde la coronación de Twilight, apenas habían usado un par de veces aquel poder.

El desánimo que había dominado el espíritu de los Young Six se esfumó, todos ahora se compartían palabras de ánimo y optimismo.

Todos, menos un amargado y azulado grifo.

"¿Realmente quieres hacer esto?" preguntó gélido Gallus a Sandbar, interrumpiendo el ambiente.

"Sí, nosotros somos responsables de que esto pasara, debemos solucionarlo".

"¿Incluso cuando es ella la causante de que terminaras en este estado?" continuó Gallus sin apartar la mirada, apuntando con una de sus garras hacia la silla de ruedas en la que estaba Sandbar convaleciente.

"Sí," respondió aún más firme Sandbar.

Ambos amigos intercambiaron frías miradas por un tenso momento.

Hasta que por fin...

"Ahhhhhhhhhh," exhaló Gallus, ladeando la cabeza y haciéndose a un lado.

"¿Algún problema, Gallus?" preguntó Sandbar con una sonrisa. Para él y para el resto de sus compañeros, era obvio lo difícil que le resultaba a Gallus aceptar el buen corazón que tenía Sandbar. Un corazón tan noble que simplemente le resultaba insoportable al grifo.

Y tambien esto mismo, era el motivo por que le respetaba tanto.

De espaldas a sus amigos, Gallus murmuraba cosas inentendibles mientras agitaba su cola de un lado a otro. Entonces, sin previo aviso, se volteó.

"¿Qué están mirando tanto? ¡Vamos de una vez! ¡Enseñémosles a esas palomas que no se deben meter con los amigos de la primera promoción de la Escuela de la Amistad!" exclamó Gallus a los demás, inflando el pecho y extendiendo sus alas al máximo.

Con el ímpetu de todos en lo alto, los Young Six formaron una línea, tomados de sus cascos y garras, el grupo de amigos avanzó.

Las puertas del castillo se abrieron de par en par, afuera los pavo-halcones lanzaron graznidos amenazantes, adentro el vínculo de aquellos jóvenes amigos se materializó en una magia sin igual.

Los Young Six dieron el primer paso... y una luz arcoíris lo envolvió todo.


La luz de la puerta se apagó y la imagen de los Young Six se desvaneció. Sin fuerza en sus piernas, Trixie, incapaz de creer lo que acababa de presenciar, cayó sentada de golpe frente a la entrada.

"¿Estoy muerta...?" murmuró Trixie con una voz apenas audible y una expresión de incredulidad en su rostro.

Habían muchas cosas que habían asustado a Trixie en el transcurso de su vida: cocodrilos, arañas gigantes, facturas acumuladas, etc. Sin embargo, estos miedos solo habían causado un impacto moderado en ella. Una vez que Trixie terminaba de liberar sus apasionadas emociones, podía adaptarse rápidamente a la situación.

Pero el miedo que empezaba a surgir dentro de ella era algo totalmente nuevo.

Su propia muerte...

Una sensación metálica comenzó a inundar la boca de Trixie. A su vez, su estómago le apretó el pecho, haciendo que se encorvara y respirara cada vez con más dificultad.

"No, no, espera Trixie... Es un sueño ¡claro!" explotó en negación la unicornio, poniéndose de pie de inmediato. "¡Nada de eso ha pasado! No estás muerta Trixie, solo estás teniendo un sueño loco y muy realista. Tomaste mucha sidra anoche, ¿recuerdas? ¡Saldremos de esta como siempre!"

Así se habló a sí misma Trixie con alegría y entusiasmo. Tras un chasquido de cascos, comenzó a galopar por el pasillo.


Muy lejos en otro lugar, en un habitacion oscura, una vela se encendio.


Habían pasado varios minutos desde que comenzó a correr, y sin embargo, nada cambiaba.

Silencio... y más silencio... los ecos difusos del galope de Trixie resonaban en medio de la inmensidad del pasillo cósmico. Atrás dejaba un sin número de arcos de cristal, cada uno una puerta a algún momento de su vida pasada. Momentos especiales de dicha y felicidad.

Pero Trixie no quería saber más de ellos, había visto suficiente.

Cada recuerdo que exploraba solo aumentaba su frustración. Cada risa de sus versiones pasadas hacía crecer su amargura. A pesar de su implacable búsqueda, seguía sin encontrar una salida, y mucho menos un guía que pudiera sacarla de allí.

Así, Trixie seguía galopando por el pasillo con una ira que ya asomaba por su boca.

"¿Creen que es divertido?" se detuvo de golpe Trixie, frustrada. "¡Sé que hay alguien ahí! Este tipo de trucos no me impresionan. Si lo que pretenden es darme una lección de vida mostrándome cosas de mi pasado, pues están haciendo un muy mal trabajo. Se los digo por experiencia propia, Trixie también he dado lecciones."

Los intensos gritos de Trixie se perdieron en medio de un silencio aún más intenso.

"Haaaaaaaaaaaa" enfurecida aún más por no recibir respuesta alguna, Trixie dio largos relinchos para luego continuar con su exasperante búsqueda.


Muy lejos en otro lugar, en un habitacion oscura, dos velas mas se encendieron.


Horas habían pasado desde que Trixie comenzara su búsqueda.

La sudorosa unicornio, con un paso lento y agotado, continuaba por el gran pasillo. Exhalaba y lanzaba miradas nerviosas a su alrededor. Era frustrante. Nada en aquel lugar había cambiado, sin importar cuánto corriera o qué tan lejos llegara, todo permanecía igual.

Cada arco de cristal, cada puerta que aparecía frente a ella, tenía el mismo aspecto que el anterior.

Era como si estuviera atrapada en un bucle infinito sin salida.

"Esto es un sueño, ¿verdad?... Pero entonces, ¿por qué este lugar..." murmuró asustada Trixie, deteniendo su andar.

No quería aceptarlo. ¡Era inadmisible! Pero la posibilidad se hacía más real a cada momento.

Tal vez ella realmente había muerto...

Cuando Trixie era una potra, su padre solía contarle que los ponis buenos, cuando morían, sus espíritus viajaban a un lugar mágico de dicha y descanso donde se reencontraban con sus amigos que también hubieran sido buenos en vida. Este lugar era 'Las Praderas Felices', que en palabras del padre de Trixie, se encontraba en el cielo más allá del cielo sobre el cielo.

En cambio, aquellos que hubieran obrado mal en vida terminarían en un lugar oscuro y lamentable, donde pasarían la eternidad solos consigo mismos. Este lugar no era otro que 'Las Minas Grises'. Un sitio, que como su nombre sugería, tendría un aspecto similar al de una mina de carbón. No obstante, Trixie ya mayor, en sus constantes viajes, había escuchado historias que contaban que este lugar podría variar para cada poni...

Un nudo se hizo en la garganta de Trixie.

"No, no...Ugh" murmuró entrecortada Trixie. Un dolor intenso comenzó a mermar su ya muy agotado corazón. Entonces, como una presa que hubiera sido llenada al límite, rompió en llanto con un quejido. Ya no podía seguir engañándose más a sí misma.

No estaba en un sueño. Esta era la realidad.

Y este lugar era sin duda el purgatorio donde pasaría el resto de la eternidad. Reviviendo aquellos momentos felices de los que tanto se enorgulleció y que ahora serían las cadenas que arrastraría en su tormento.

En medio de su incontrolable llanto, Trixie recordó de golpe todo lo que hizo esa mañana. El desenfreno, su miedo, las pociones rojas, su posterior locura...

"¡No es culpa mía que las cosas terminaran así! ¡Lo hice por mi mejor amiga! ¡Starlight habría hecho lo mismo por mí!" gritó al vacío intentando justificarse.

Pero nadie le respondió.

Rendida, Trixie agachó la cabeza y continuó llorando con los dientes apretados. Pues ella sabía que no era verdad.


Muy lejos en otro lugar, en un habitacion oscura, muchas mas velas se encendieron...


Había pasado mucho tiempo... realmente mucho tiempo...

Vagando cabizbajo en el pasillo cósmico, la figura fantasmal de una poni avanzaba silenciosa.

Nadie que la hubiera conocido podría reconocerla en ese momento, ya no había rastro de la grande y poderosa unicornio que había sido en el pasado.

Una melena despeinada se balanceaba a sus lados, sus orejas estaban caídas como hojas marchitas, su mirada estaba quieta como un lago dentro de una caverna olvidada, no había ninguna luz de vida en sus ojos, tampoco en su rostro que ya no era capaz de mostrar emoción alguna.

Su pelaje apenas tenía mechones que revelaban el magnético azul que había ostentado. Sin embargo, ahora solo mostraban el grisáceo color del océano en invierno. El resto de su cuerpo, ahora solo piel y débiles músculos, crepitaban en su andar.

Trixie había envejecido...

Durante aquella eternidad transcurrida, desde que Trixie aceptara su fin, ella había avanzado sin volver atrás por el corredor.

Tantas puertas había explorado... tantos recuerdos que habían vuelto a vivir, tantos momentos de reflexión que había tenido...

Una y otra vez, Trixie había recorrido su vida...

¿Qué había aprendido?

"Creo que por fin estamos cerca del gran final..." dijo la envejecida Trixie, observando la inusual oscuridad que envolvía el extremo del pasillo frente a ella. Ahí, por alguna razón desconocida, todas las luces cósmicas habían desaparecido y ahora solo era un hoyo lleno de tinieblas.

"Ya lo creo. Prácticamente no ha habido ninguna puerta en los últimos mil metros..." respondió una joven Starlight detrás. "Era de esperarse que nada dura para siempre... ni siquiera el purgatorio".

"Uhmmm", gruñó la vieja Trixie con paso lento.

Con el propio impulso de su juventud, Starlight comenzó a adelantarse, aproximándose mucho a la profunda oscuridad...

"Tal vez sean solo unos cien metros más..." murmuró la joven Starlight antes de volverse hacia atrás. "¡Hey! ¡Solo quedan unos cien metros! ¡Ya falta muy poco!"

Pero nadie le respondió. Trixie se había detenido.

Preocupada, Starlight regresó de vuelta con su amiga. "¿Qué ocurre?"

La vieja Trixie no respondió de inmediato; lentamente levantó su cabeza.

"Estoy cansada..." murmuró aletargada.

"¡Vamos, vamos! ¡Solo son unos cien metros! Podrás descansar todo lo que quieras después de eso".

"Uhmm..." gruñó de nuevo Trixie.

"No te pongas así ahora. ¡Ánimo! ¡Vamos! Pon esas patas en movimiento". Starlight no perdió el tiempo y empezó a empujar a Trixie para que se pusiera de pie.

Sin embargo, Trixie se mantuvo rígida como una roca.

Tras ser forcejeada por su amiga durante un largo rato, finalmente Trixie habló.

"Tengo miedo..."

Starlight, que había estado empujándola, se detuvo de golpe y se volvió de inmediato hacia Trixie.

"¿Miedo? ¿Ahora?" replicó seria.

"Sí."

"¿Por qué? A estas alturas ya no tenemos nada más que perder. Ni casa, ni amigos, ni futuro. ¿De qué podría tener miedo la gran y poderosa Trixie?"

Trixie tardó un momento en responder. Había agachado la cabeza, pero entonces la levantó.

"Tengo miedo de perderte a ti", respondió Trixie. Ahora era Starlight quien se quedaba sin palabras.

"Eso..." murmuró Starlight, sorprendida.

"Esta oscuridad poco a poco está tragándose toda la luz alrededor. Pero no solo la luz de las estrellas se ha ido. También las puertas. Si las puertas son mis recuerdos... entonces tal vez cuando lleguemos más allá, tú también desaparezcas..." murmuró decaída Trixie, mirando a su amiga.

O mejor dicho... el recuerdo de su amiga.

Durante todo ese tiempo de soledad, Trixie había revivido cada momento que había pasado con Starlight, apreciándolo y reviviéndolo en su mente. En algún momento de su largo viaje, aquellos recuerdos se acumularon de tal forma que terminaron dando lugar a esa Starlight imaginaria.

Aun así, a pesar de su vejez, Trixie había conservado su perspicacia. Aun recordaba que la Starlight frente a ella no era real.

Sin embargo... no quería perderla, imaginaria o no, no quería dejar ir a esta Starlight.

La vieja Trixie bajó la cabeza. No quería mostrar su dolor. Aunque sabía que su rostro se mantendría rígido, prefería no arriesgarse.

Entonces, algo suave tocó su cara y le levantó la cabeza.

Ahí, delante suyo, una radiante Starlight la abrazó y le habló afectuosamente.

"No tengas miedo, Trixie. Ya hemos estado mucho tiempo juntas. Es hora de dejarme ir."

"No quiero."

"Pero debes hacerlo... recuerda por qué estamos haciendo esto. Aun hay una posibilidad", afirmó la imaginaria Starlight.

Esto era algo que Trixie había descubierto mucho tiempo atrás. Aunque las puertas le mostraban los recuerdos vividos de su pasado, muchos de esos recuerdos repetidos se mostraban alterados y en varios casos mostraban cosas que no habían sucedido realmente. Sumado al hecho inexplicable de que aún estaba envejeciendo a pesar de estar en un supuesto lugar fuera de tiempo.

Si no podía sentir el hambre o el sueño. Entonces... ¿Por qué envejecía?

Todo esto le hizo dudar a Trixie si realmente estaba en un purgatorio o en un lugar totalmente distinto. Porque si era así entonces...

Ella podría salir de allí.

"Pero... si realmente no hay nada más adelante. Si esa oscuridad es el olvido mismo de todo..." dijo temblorosa Trixie.

"Tal vez. Pero quedarte aquí no te hará ningún bien. Nos prometimos encontrar la salida... y estamos muy cerca de lograrlo."

"Yo..."

"Confía, Trixie... sé valiente."

"Pero..."

"Sé valiente."

Con estas últimas palabras, Starlight se apartó de su amiga. Y tras exhalar un par de veces, la vieja Trixie se puso de pie. Su ánimo parecía brillar nuevamente en sus ojos, temblorosa no por su miedo sino por su vejez. Trixie decidida comenzó a avanzar por el pasillo cósmico rumbo a su desconocido final.


Muy lejos en otro lugar, en un habitación oscura, la luz de las velas ardia, los preparativos estaban terminados.


Las tinieblas envolvían a la anciana Trixie. A su lado, Starlight la acompañaba, levantando en alto su cuerno para iluminar el camino.

Pero... conforme más avanzaban por el tenebroso pasillo, las tinieblas a su alrededor se volvían cada vez más invasivas, como si la luz misma ya no fuera capaz de atravesarlas.

Poco a poco, la luz del cuerno de Starlight comenzó a menguar. Trixie, que estaba a su lado, podía ver y sentir que estaba con ella, pero aquella sensación de calidez, de compañía, también empezó a disminuir.

Continuaron avanzando, no se dijeron palabras, presentía que si alguna de ellas hablaba, probablemente todo se detendría.

De repente, con la luz apenas visible, Trixie empezó a sentir cómo la oscuridad comenzaba a presionarla a sus lados.

"Starlight..." murmuró Trixie.

"Estoy aquí..." se escuchó a su lado, pero era una voz baja, imposible para la corta distancia que las separaba.

"¡Starlight!" ahora habló con más fuerza Trixie.

"Estoy aquí..." se escuchó aún más lejos la voz de Starlight. La figura de su amiga... era una silueta apenas visible a su lado. Incluso la luz de su cuerno... era como una estrella roja a punto de desaparecer.

"¡STARLIGHT!" gritó Trixie, deteniéndose y mirando a su alrededor, esforzándose en ver a su amiga.

Pero nadie respondió.

Toda luz había desaparecido. Ya no veía nada. Solo había silencio... y oscuridad.

No había susurros. No había sensaciones... ya no había nada más.

En aquel momento, en medio del inexorable vacío, Trixie con amargura comenzó a llorar. Había ocurrido tal como había temido. Los últimos brillos de los recuerdos de su amiga se habían ido... de los secos ojos de Trixie cayeron sus últimas lágrimas, aquellas que había guardado todo ese tiempo para ese amargo final.

La vieja Trixie ya no sabía qué más hacer. No había forma de regresar. La luz del otro extremo del pasillo había desaparecido hacía bastante. Las paredes cósmicas ya no existían.

Ella estaba perdida en medio de una nada incommensurable.

"¿Qué hago ahora?" habló Trixie, cuya voz resonó en su interior hueco, como si ella misma solo fuera una boca en ese momento y todo el resto de su cuerpo ya no existiera.

Entonces, un recuerdo llegó a ella... no había ya imagen o luz en él. Solo otra voz... una voz lejana, una que pensó nunca más volvería a oír.

"Se valiente..."

"Se valiente..."

Resonaron estas palabras en su interior como una marea que empujaba contra las rocas.

Trixie se armó de valor y continuó avanzando. Con las fuerzas que le quedaban, galopó con intensidad hacia la nada.

Galopó y galopó, sumida en tinieblas.

Entonces...

"Pufffffff" Trixie chocó de improviso.

Fue sorpresivo. Trixie tardó bastante en recuperarse, pero entendió la situación con rapidez. Delante de ella... dentro de aquellas tinieblas, había un muro.

El final del pasillo cósmico.

La vieja Trixie levantó el casco y tocó el muro invisible delante de ella.

"Jaja, jaja, ¡ajajajaja!" una risa loca y cascada estalló en medio de la oscuridad. Incongruente con la situación, Trixie reía.

Las tinieblas se agitaban inquietas alrededor de Trixie.

"Ahhhh Starlight... tenías razón siempre... este no es el final" declaró entre risas la vieja Trixie.

Podía sentirlo. Había estado tanto tiempo dentro del pasillo cósmico que en muchos arrebatos de locura había intentado destruirlo con su magia. No obstante, los muros de aquel lugar eran imposibles de romper. Sin importar cuánta magia usara, nada de lo que hizo pudo dañarlos. Así pasó mucho tiempo tocándolos y estudiándolos con cuidado sin encontrar solución alguna.

Pero ahora, toda esa experiencia acumulada le indicaba una sola cosa a la vieja Trixie.

Que aquel muro de tinieblas no era infranqueable.

Este lugar no era el final...

"Uuuuuuuhhhhhhhh" la vieja Trixie comenzó a canalizar toda la magia acumulada dentro de su ser. Años de abstinencia mágica habían hecho que su poder se incrementara considerablemente. El brillo y poder eran tan intensos que incluso la oscuridad que intentaba contenerla empezaba a flaquear. La luz brilló de su cuerno y sus ojos se encendieron como lámparas. Todo su poder hizo que su cuerpo se elevara y se encendiera como una auténtica estrella.

Entonces, el cuerno de Trixie descargó una única chispa de magia pura contra el muro de tinieblas. Fue diminuta y casi ridícula. Pero de una potencia tan grande y poderosa que el muro entero tembló desde sus cimientos. Incluso la oscuridad que buscaba envolverla se replegó acobardada por un instante.

No obstante, tras el ataque, como olas que intentaban aplastarla, las tinieblas furiosas volvieron a envolver a Trixie para ahogarla de una vez por todas.

Pero el daño se había hecho.

Una grieta había surgido y de ella una corriente empujó hacia su interior, jalando todo lo cercano dentro.

El cuerpo de la vieja Trixie fue arrastrado por esta corriente.

El muro de tinieblas volvió a cerrarse y la eternidad continuó su sueño.


Muy lejos, en otro lugar...

Trixie abrió los ojos, todo estaba oscuro. Un frío suelo la aplastaba desde abajo, y una extraña sensación de caricia recorría su pelaje.

Quieta, tendida en el suelo, tardó en identificar esa sensación...

Era el viento.

Con dificultad, Trixie se agitó y abrió sus ojos, buscando orientarse. Sus sentidos atrofiados comenzaron a ser bombardeados por todo tipo de sensaciones.

"¿Qué...?" Se incorporó por completo y pudo ver el resto de su propio cuerpo bajo una pálida luz.

Era ella de nuevo. Joven y llena de vitalidad.

Atónita, balbuceó unas palabras ininteligibles. Sus emociones empezaron a arder nuevamente en ella, pero no tuvieron tiempo para liberarse. El mundo a su alrededor captó más su atención.

Se encontraba en un lugar alto, similar a un gran pórtico con escalinatas. Habia velas que ardían débiles a sus lados. ¿Un santuario, quizás? No había ninguna otra luz cerca de ella que le diera más pistas.

Pero más allá de ella, desde aquella altura, el horizonte le reveló más.

Borroso al principio, tardó en reconocer lo que veía. Estaba oscuro. Sí, pero era la clara oscuridad de la noche bajo la luz de la luna. ¡La luna! Una hermosa luna cuya luz había echado tanto de menos.

El corazón de Trixie brincó de emoción al contemplar esa luz. Ese brillo calmaba su agitado espíritu.

Pero ahí acababa su alivio.

Bajo la luz de esa bella luna, un mundo oscuro tomaba forma.

Inmensas sombras de pirámides se levantaban a su alrededor, como gigantescos dientes negros que brotaban del suelo. Una muy cercana y muchas otras distantes que no pudo contar. Había un aura de malicia que rodeaba aquellas pirámides, como si bajo ellas un mal desconocido aguardara.

No solo había pirámides. De la más cercana, partían largos caminos de fuego rumbo a las otras.

Y la luz de esos ardientes caminos revelaba las dunas de un árido desierto.

"Heee...?" confundida, Trixie no tenía idea de dónde estaba.

Una sensación estremeció todo su cuerpo, como si el suelo temblara.

Trixie se tambaleó, su cuerpo le fallaba... sentía que se desvanecía.

"ahh, ahh, ahh..." Trixie comenzó a exhalar agitada.

De repente, una luz surcó el cielo, una chispa brillante cortó el firmamento por un instante. Trixie levantó la cabeza y, maravillada, observó el paso de una estrella fugaz.

Era hermoso. Lo más hermoso que hubiera visto en tanto tiempo.

Aquella luz trajo de vuelta los recuerdos de su pasado, de sus amigos... de Starlight.

En medio del espectáculo, Trixie bajó la mirada. Las profundas sombras de las pirámides habían temblado por un momento. Trixie las observó y le pareció gracioso. No tenía forma de explicarlo, pero sentía que aquella benevolente luz las había asustado.

"¿Les asusta un poco de 'Starlight'?" rió animada Trixie.

Entonces un nuevo temblor estremeció su cuerpo. Esta vez no pudo mantenerse en pie y cayó al suelo.

Por alguna razón, sus fuerzas la abandonaban.

"¿Qué pasa...?" Nuevamente, el mundo volvía a oscurecerse a su alrededor.

Un cansancio irresistible comenzó a dominarla. Sus ojos empezaban a cerrarse...

Entonces, una nueva luz atravesó el cielo. Era más brillante que la anterior.

"Otra estrella fugaz... jajajaja, ¡qué suerte! ¡Qué hermoso final!" murmuró Trixie en medio de su desvanecimiento. "¿Debería pedir un deseo?"

Trixie empezaba a desaparecer, pero ya tenía un deseo en mente.

Con su último aliento, lo pronunció y desapareció.

La brillante luz de la gran estrella fugaz cruzó el cielo llevando aquella última voluntad.