Disclaimer: Los Anime/Mangas de Katekyo Hitman Reborn! y Sekirei no me pertenecen, solo juego con sus personajes para mi entretenimiento y el de mis lectores.
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Capítulo 4.
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Mitsukuni decidió guardar la información que había encontrado en un disco duro externo, y borrar cualquier rastro de su búsqueda en la red. No quería que nadie fuera de sus hermanos y Tsunami supiera lo que había descubierto. En ese momento su mente ya estaba trabajando en cuándo y cómo decírselo a sus hermanos y a su Ashikabi. Deseaba proteger a Tsunami, y no quería alarmarla ni preocuparla. Quería averiguar más sobre la familia Vongola, y ver si había alguna forma de mantener a su amada Ashikabi fuera de su influencia.
La mente del rubio estaba trabajando a mil por hora formulando plan tras plan, a fin de asegurar el bienestar de su familia y amigos, debido a que sospechaba que de una u otra forma, terminarían involucrados en todo este drama, porque en última instancia, Tsunami era la hermana menor del futuro jefe de la Vongola. A pesar de hallarse aparentemente inmerso en sus pensamientos, inmediatamente fue consciente de una presencia repentina en su habitación que lo sacó de sus cavilaciones. Levantó la vista para encontrarse con Hikaru, quien lo miraba con seriedad desde la puerta.
-Hermano -inclinó ligeramente la cabeza el Sekirei Tecnópata-. Pensé que solo yo me encontraba despierto a estas horas.
-No eres el único que está inquieto ante los recientes acontecimientos, Mitsukuni-kun -alegó el de ojos azul grisáceo-. Y bien, ¿qué has encontrado? -preguntó, cerrando la puerta detrás de él.
Éste hizo una leve mueca que levantó todas las alarmas en la cabeza del Sekirei de la Luz. -Claramente por tu expresión, puedo concluir que encontraste algo que no nos va a gustar.
El Sekirei Número 36 suspiró y asintió, compartiendo con su hermano los descubrimientos que había hecho hasta ahora. -El padre y los hermanos de Tsunami están profundamente involucrados en el inframundo criminal, puesto que son parte de la familia Vongola, una organización mafiosa. Sawada Ieyasu es el futuro décimo jefe de la familia Vongola, Sawada Iemitsu es el jefe del CEDEF, la cual es una rama independiente de la familia Vongola que se encarga de la investigación y la inteligencia y Sawada Ieharu es el subjefe del CEDEF.
Hikaru maldijo en voz baja, su semblante denotando preocupación. -Que terribles noticias. Estas, sin duda alguna significan futuros problemas y peligros por venir para todos nosotros, sobre todo cuando hablamos de tratar de mantener oculta la existencia de nuestra especie.
-Concuerdo. -Decir que Mitsukuni estaba disgustado era poco, no obstante, debía mantener la mente fría-. Hoy le contaré a Tsunami y a nuestros hermanos mis descubrimientos.
-Ya veo -dijo Hikaru-. Es lo mejor, dada la gravedad de la información, es bueno que lo sepan. Kami sabe lo que nos harían Karasuba-kun, Mutsu-kun y Homura-kun si ocultáramos esto.
-Lo sé -Mitsukuni sintió que le recorrió un leve escalofrío al imaginarse lo que esos tres les harían si él e Hikaru se guardaran toda esta información, en especial Karasuba, quien estaría más que dispuesto a infligir daño físico por ello.
Tras nada más que hacer por el momento, los dos rubios concluyeron su conversación y regresaron a la habitación de su castaña para dormir unas horas más, sin darse cuenta que su ausencia no había pasado desapercibida por los otros cuatro Sekirei.
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La mañana finalmente llegó unas horas más tarde. Los rayos dorados del sol se filtraban por las ventanas de la gran casa, despertando a sus habitantes animándolos para comenzar el día. Tsunami, quien solía ser la primera en despertar, se liberó cuidadosamente del lío de extremidades que la tenían sujeta en la cama. La joven castaña se preparó para el día y, ya lista bajó a hacer el desayuno.
Uno por uno, los chicos fueron bajando, y tomando asiento en la mesa del comedor, atraídos por el delicioso aroma del arroz al vapor, la sopa de miso, salmón a la parrilla, panqueques, tocino, huevos, pan tostado y salchichas.
La ambarina fue colocando los platos llenos de comida sonriendo al recibir ayuda de Homura, Hikaru y un jovial Kurayami. Comieron tranquilamente, disfrutando de cada bocado, mientras conversaban de cosas triviales. Discretamente, Mitsukuni e Hikaru intercambiaban miradas significativas desde el otro lado de la mesa. Les costaba trabajo ocultar lo tensos que se sentían, más aún al notar las inquisitivas miradas del resto de sus hermanos sobre ellos de vez en cuando. De igual forma, la intuición de la joven Sawada le decía que algo importante sucedía con sus Sekirei, pero se mantuvo callada, pues no quiso presionarlos, al fin y al cabo, ellos solitos se lo dirían cuando lo creyeran prudente.
Después del desayuno, Mitsukuni e Hikaru reunieron a todos en la sala de estar. Tsunami, notando la seriedad en sus rostros, se preocupó de inmediato.
-¿Qué pasa, Mitsukuni-kun, Hikaru-kun? -cuestionó la castaña, posando su mirada sobre ambos rubios, al igual que sus otros Sekirei.
-Bien... Tsunami, anoche no pude dormir a causa de algunas cuestiones que tuve sobre tu padre, tus hermanos y la llamada empresa en la que trabajan, Vongola, así que no pude evitar ir a mi habitación y realizar mis propias investigaciones -dijo el Sekirei Tecnópata-. Y he encontrado algunas cosas muy alarmantes -le hizo saber el rubio.
Tsunami frunció el ceño y se acercó al ojivioleta. -¿Qué has encontrado, Mitsukuni-kun? -le preguntó preocupada, su intuición prácticamente gritándole que lo que éste le diría no le gustaría en lo más mínimo.
Mitsukuni inhaló profundamente antes de continuar. -Bueno, resulta que tu padre, Sawada Iemitsu, es el jefe de una organización llamada CEDEF, que es de una rama externa independiente de la Vongola. Tu hermano mayor, Sawada Yeyasu, es el heredero de la décima generación de Vongola, y tu otro hermano, Sawada Ieharu, es el sub-jefe de CEDEF. Vongola es una de las familias mafiosas más poderosas y antiguas del mundo, que controla varios negocios legales e ilegales, como el tráfico de armas, drogas, información y más...
Hubo un silencio pesado en la habitación mientras todos procesaban la impactante revelación.
Karasuba, imperturbable, cruzó los brazos con expresión contemplativa. -Esto explica algunas cosas... -murmuró. Sus instintos nunca se equivocaban, por supuesto que tuvo razón al percibir que el aura que irradeaban esos tres y el resto de la gente ahí presente a excepción de su encantadora suegra no era en absoluto la de simples civiles.
Mutsu entrelazó sus manos con seriedad sin dejar saber sus pensamientos, Homura se tensó visiblemente analizando las implicaciones, por otro lado, Kurayami se mordía el labio mirando preocupado a su hime y a sus cinco hermanos. El alegre Sekirei no se esperaba esa revelación y a jusgar por la cara que tenía en esos momentos su Tsunami-hime, ella tampoco.
-¡Qué! ¡La mafia! ¡¿Estás seguro?! -preguntó Tsunami, parándose de golpe tras salir de su estado de conmoción, con una expresión que era una mezcla entre sorpresa y miedo.
Oh, como odiaban ver miedo en el lindo rostro de su Ashikabi. Ninguno de los Sekirei presentes estaba feliz, sobre todo Mitsukuni, quien era el responsable, con sus revelaciones, de poner esa expresión en el rostro de la castaña.
-No, Tsunami -dijo Mitsukuni, negando con la cabeza-. No estoy bromeando. Tengo las pruebas aquí -dijo, mostrando su tableta, donde había varias fotos, videos y documentos que confirmaban lo que decía.
-E-esto es increíble -tartamudeó Tsunami, mirando la tableta con incredulidad-. ¿Cómo es posible que yo no supiera nada de esto?
-Supongo que les fue fácil, tomando en cuenta por lo que nos contaste, que tu padre y tus hermanos se la pasaban viajando al extranjero por su trabajo en el caso de tu padre, y por los disque estudios de tus hermanos -dijo Mitsukuni, encogiéndose de hombros-. Además pienso, dada su baja opinión sobre ti, que no te consideraban digna de saberlo.
-No lo dudo -asintió Tsunami con una mueca de amargura-. No saben cuanto me enoja que mi padre y mis hermanos crean que tienen derecho a decir algo sobre mi persona. Nunca me prestaron atención, ni fueron de verdadera ayuda cuando los necesitaba. Siempre me trataron como si fuese una tonta, y cuando se molestaban en hablar conmigo, lo hacían de una forma tan irritantemente condescendiente. Me hacían sentir realmente mal.
-Eso es porque no saben lo que vales, Tsunami-chan -intervino Homura-. Tú eres una persona fuerte, bondadosa y valiente. Eso quedó más que demostrado con tu participación en el Plan Sekirei.
-Gracias, Homura-kun -la ambarina le dedicó una dulce sonrisa y éste le dio un beso en la mejilla.
-¿Será que mamá sepa esto? ¿o estará en las sombras tal y como yo lo estuve? -cuestionó preocupada la joven Sawada.
-Posiblemente no tenga ni idea -dijo Mitsukuni, poniendo una mano en su hombro-. Pero no te preocupes. Nosotros estamos contigo. No te dejaremos sola y tampoco a Nana-san.
Hikaru y Kurayami intercambiaron una mirada llena de determinación. -Sí, estamos juntos en esto, Tsunami-hime -dijeron al unísono.
-Gracias a todos -les dijo la chica esbozando una llorosa sonrisa-. Por Kami, siento que el viajar aquí a Namimori fue un completo error. Miren en el lío en el que los he involucrado. -Si ella hubiese estado al tanto de lo que su padre y sus hermanos escondían de ella y su madre, nunca hubiese traído a sus Sekirei y mucho menos se los hubiese presentado a su familia, al menos no mientras no tuviera un plan bien trazado para mantener en secreto lo que ellos eran, ahora tenían que lidiar con este desastre.
Al verla así, los chicos se movieron para consolarla, pero Kurayami se les adelantó, sentándola en su regazo y abrazándola amorosamente, a la vez que pasaba suavemente una de sus manos por su suave cabello, acción que relajó a la ambarina, quien suspiró contenta, en tanto el chico le decía que no la culpaban de nada y que no debía preocuparse.
-Deberíamos mantener a Takami-san informada. Puede proporcionarnos recursos adicionales si hace falta -dijo Homura, volviendo a su asiento, al igual que los demás, lanzándole una mirada agradecida al Sekirei de la Oscuridad, quien asintió con una pequeña sonrisa-. Y también puede actuar tomando medidas si nos vemos en necesidad de usar nuestros poderes.
-Cierto. Y lo haré en este instante. -Tsunami sacó su teléfono y le envió un mensaje a la formidable mujer, donde la castaña le preguntaba si estaba disponible por la tarde para atender una videollamada, ya que tenían algo muy importante que contarle.
La mujer de lentes le respondió tras un par de minutos, diciendo que sí estaría libre y que a las 16:00 pm esperaba su llamada, a lo que Tsunami estuvo de acuerdo.
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Unos minutos antes de que dieran las 16:00 pm, Tsunami subió las escaleras hacia su habitación, seguida de cerca por todos sus Sekirei.
Al llegar a la puerta de su habitación, Tsunami la abrió con suavidad y todos entraron. La habitación estaba iluminada por la dorada luz del sol de la tarde, creando un ambiente acogedor y tranquilo. La ambarina se dirigió hacia su escritorio donde reposaba su ordenador portátil.
Mientras encendía el dispositivo y comenzaba a configurar la videollamada, cada Sekirei se acomodaba cerca de ella, ya sea sentados a la orilla de la cama como era el caso de Hikaru y Kurayami, en los sillones: (Mutsu, Homura y Mitsukuni) o de pie contra la pared a un lado de ella, (Karasuba).
Con el ordenador listo, Tsunami marcó el contacto de Sahashi Takami. El corazón de Tsunami latía más rápido de lo normal mientras esperaba que Takami respondiera.
Después de unos momentos, la pantalla brilló y la imagen de Takami apareció, su rostro tranquilo pero alerta.
-Tsunami-san, ¿cómo están todos por allá? -La voz de la mujer de cabello gris sonaba amable pero ligeramente tensa.
La aludida forzó una sonrisa. -Estamos bien, Takami-san. Gracias por tomarte el tiempo para hablar con nosotros.
-No hay problema, aunque debo decir que el mensaje que me enviaste fue... muy preocupante, por decir lo menos -dijo la mujer-. ¿Qué está sucediendo?
Tsunami inhaló profundamente antes de comenzar a explicar. -Es sobre mi familia, Takami-san. Descubrimos algo inquietante sobre mis hermanos y mi padre. Parece que están involucrados en actividades que... no son precisamente legales.
Takami escuchó en silencio mientras Tsunami y los chicos compartían los detalles de lo que Mitsukuni había encontrado. La expresión de la directora ejecutiva se volvió más seria a medida que la conversación avanzaba.
-Comprendo -dijo finalmente Takami, sus ojos grises fijos en cada uno de ellos a través de la pantalla-. Esta situación es delicada, Tsunami. La familia Vongola tiene influencias profundas y conexiones que van más allá de lo que la mayoría imagina.
Tsunami asintió con gravedad. -Eso es lo que más me preocupa. No sé qué hacer ahora. No quiero que mi madre o mis seres queridos estén en peligro.
Takami hizo una pausa, evaluando sus palabras cuidadosamente. -No están solos. MBI está listo para apoyarles en lo que necesiten. Tenemos recursos y personal capacitado que pueden brindarles protección adicional si la situación lo requiere.
Tsunami sonrió con gratitud. -Gracias, Takami-san. Estamos investigando más a fondo, pero cualquier ayuda adicional será bienvenida.
Takami asintió con seriedad. -Estaremos monitoreando la situación de cerca desde nuestra parte. Si necesitan algo más, no duden en contactarme inmediatamente.
-Lo haremos, gracias -le aseguró Tsunami.
Tras terminada la videollamada, todos sintieron que el alivio los embargaba. El respaldo de Takami y, por ende, de MBI les brindaba seguridad ante la tormenta en la que habían quedado atrapados.
La castaña cerró su portátil y se recostó en su silla de mejor ánimo. "Saldremos de esta", se dijo internamente. "Por el bien de su amada familia, saldrían todos de esta", juró con renovada resolución, el color de sus ojos cambiando a un magnífico naranja atardecer al posar su mirada en sus amados Sekirei.
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Fin del capítulo.
