EPILOGO
••
꧁•𑁍TERRY POV𑁍•꧂
Me encuentro sentado en el estudio junto a Candy, admirando la serenidad en su rostro mientras examina los tesoros dentro de su joyero. Fue a guardar un nuevo recorte mio, pero invadida por la nostalgia, se ha quedado entretenida con los recuerdos que guarda ahi dentro. La observo y pienso que sus nueve meses de embarazo le dan un brillo especial, el cual apenas me permite concentrarme en el libro que se supone estoy leyendo: Romeo y Julieta. Candy me regaló la obra en uno de nuestros aniversarios, pensando que había perdido la que formaba parte de mi colección, pero la realidad es que no la había extraviado. La tenia escondida aparte de las demás, ya que no me nacía leerla o interpretarla. Después del accidente de Susanna, me pareció una obra imposible de retomar, pues solo me traía recuerdos amargos; sin embargo, cuando recibí en mis manos el regalo de Candy, aquella triste época no pasó por mi cabeza, sino el recuerdo que tenía de ella vestida de Julieta en el festival de Mayo. Desde entonces, sigo amando la obra.
Noto en los movimientos de Candy que comienza a guardar sus pertenencias de vuelta en el joyero. A pesar de que solo son las ocho de la noche, sé que ya ha de estar cansada.
Me levanto para dejar mi libro en el escritorio y acompañarla, y mientras me doy la vuelta, escucho un jadeo de Candy.
—¿Perdiste algo? —pregunto, girando la cabeza para echarle un vistazo, solo para sorprenderme al ver líquido derramándose en el suelo, una escena que lamentablemente ya había presenciado antes—. Creo que el bebé te ha estado pateando muy fuerte últimamente —digo, dejando ir un suspiro.
—Em... Terry, no es eso —responde mi esposa, poniendo a un lado todas sus pertenencias con movimientos rápidos y precisos—. Es que ya va a nacer.
Me quedo en blanco por unos segundos, sin encontrarle el sentido a sus palabras. ¿Ya va a nacer? Mi mente corre a mil por hora mientras trato de procesar la noticia, pero el quejido de dolor de Candy me devuelve a la realidad.
—¿Estas segura? —pregunto como un imbecil.
—¡Si! —me grita con una mezcla de dolor y frustracion por mi evidente estupidez—. No te quedes ahi parado, ayúdame a levantarme, por favor. —Me extiende sus manos.
Sin dudarlo, reacciono y lentamente la ayudo a levantarse, con el miedo de ser demasiado brusco en un momento tan delicado. Ella se pone de pie, y me sonríe con emoción a pesar del dolor.
—Todo estará bien, Terry, puede que sea mi primer parto, pero como enfermera he visto muchos. Todo esto es natural —me consuela cuando se supone que el que este consolando aquí soy yo— ¿Puedes traer la maleta?
—Claro... —asiento con la cabeza, retrocediendo algunos pasos sin quitarle la mirada de encima—. ¿Segura que te puedo dejar sola?
—¡Si, Terry! —asegura, solo para que un segundo despues se queje, y yo desista a alejarme—. Fue una contraccion, en serio estoy bien, Terry... Solo apúrate.
Una ve traigo la maleta, juntos nos apresuramos al auto y nos dirigimos al hospital más cercano, preparándonos para el emocionante y aterrador viaje que está por venir.
La tensión en el aire es palpable mientras conduzco hacia el hospital, con Candy apretando mi mano con fuerza en el asiento del pasajero. Su rostro está contorsionado por el dolor, y cada quejido que escapa de sus labios me perfora el corazón. Trato de mantener la calma por ella, pero mi mente está llena de preocupación. Esta vez, no hay nada que pueda hacer para aliviar su dolor, y esa sensación me llena de impotencia y me atormenta mientras avanzamos por las calles bajo la luz de la luna.
Candy se retuerce en el asiento, agarrándose el vientre con fuerza mientras las contracciones la sacuden una y otra vez. Su respiración entrecortada lucha por encontrar un ritmo constante, y su mirada busca desesperadamente la mía en busca de consuelo. Pero todo lo que puedo hacer es sostener su mano con firmeza, rogando en mi interior a alguna fuerza suprema que todo salga bien.
Al llegar al hospital, el personal médico se apresura a llevar a Candy a la sala de parto, separándola de mí en un abrir y cerrar de ojos.
Me quedo parado en el pasillo, con el corazón en un puño y la ansiedad creciendo con cada segundo que pasa. Las lágrimas amenazan con desbordarse mientras observo impotente cómo se llevan a mi esposa lejos de mí.
—No se preocupe, señor, su esposa está en buenas manos —me asegura una enfermera, que al parecer se ha llenado de lastima por mi, e intenta subirme las esperanzas.
Con esas palabras resonando en mi mente, espero ansiosamente el momento en que pueda reunirme con ella y recibir la noticia de que nuestro hijo ha llegado sano y salvo al mundo.
꧁•CANDY POV•꧂
El dolor me consume mientras estoy acostada en la cama del hospital, esperando con ansias la llegada de nuestro bebé. Cada contracción es como un puñetazo en el estómago que luego se dispersa por todo mi cuerpo, pero a pesar de eso, lo que no me puedo quitar de la cabeza es la mirada de Terry al ver que me alejaba.
Lloro en silencio de angustia, deseando desesperadamente que él esté aquí conmigo para recibir a nuestro hijo juntos. Pero el protocolo del hospital lo prohíbe, y eso me destroza por dentro. Quiero que Terry sostenga mi mano y me de palabras de aliento durante el largo y desesperante proceso.
Una nueva contracción golpea mi cuerpo, esta vez más larga y más intensa que la anterior. Siento que el aire se escapa de mis pulmones y tengo que luchar para mantenerme tranquila. Es mucho mas fuerte de lo que pensaba, pues siempre he sido una mujer bastante tolerante al dolor, pero esto está mas allá de lo que puedo soportar. Estoy a punto de lanzar un quejido, cuando una enfermera entra a la habitación para supervisar mi progreso de dilatación.
Ella me tranquiliza, diciéndome que todavía falta un poco para que comience el parto, pero que todo parece estar bien. Su voz suave y reconfortante me calma un poco, pero aún así no puedo dejar de pensar en Terry.
Lo conozco tan bien, y sé que debe estar sufriendo sin poder estar aquí conmigo. Ha estado al pendiente de mí durante todo el embarazo, y el hecho de que no pueda estar presente en este momento tan importante debe estar destrozándolo por dentro.
Pero mientras espero a que llegue el momento de conocer a nuestro bebé, me aferro a la esperanza de que todo saldrá bien y que pronto tendremos a Terry con nosotros para celebrar este nuevo capítulo de nuestras vidas juntos.
—¿Que seras, pequeño angelito? —le hablo endulzando la voz—. Ouch... ¿Acaso ya quieres salir a saludar? Que impaciente eres, ya puedo notar que seras igual a tu papa. ¡Ah!
꧁•𑁍TERRY POV𑁍•꧂
La sala de espera del hospital se siente como una prisión, con el tiempo pasando lentamente mientras espero noticias de mi Pecosa. Miro el reloj una y otra vez, sintiendo el peso de cada minuto que pasa caer sobre mis hombros. Ya se cumplen tres horas desde que entró en la sala de parto, y la falta de noticias me está volviendo loco.
No puedo soportarlo más. Me derrumbo en una de las sillas, agarrándome la cabeza con las manos mientras las lágrimas de terror escapan de mis ojos. ¿Y si algo sale mal? ¿Y si algo le pasa a Candy o a nuestro hijo?
Sacudo la cabeza para alejar esas ideas negativas, pero la ansiedad sigue apoderándose de mí. Necesito hacer algo, necesito encontrar algo de consuelo en medio de esta angustia abrumadora.
Un lugar se me viene a la cabeza, lo cual es muy extraño, ya que ha pasado mucho tiempo desde que pongo pie en un lugar como ese. Una pequeña iglesia en el hospital. Me levanto de la silla y me dirijo hacia allí, sintiendo escalofríos al entrar. Me siento avergonzado de estar aquí, de buscar refugio en un lugar al que apenas he prestado atención... o respeto.
Me arrodillo frente a la estatua de la Virgen María, sintiendo una mezcla de vergüenza y desesperación. No estoy seguro de si debo mirarla a los ojos mientras rezo, pero siento que necesito hacerlo.
—Se que te he negado muchas veces, y te he culpado de varios de mis sufrimientos —comienzo, medientae susurros temblorosos. No me puedo controlar—, pero en estos momentos, siento que solo puedo hablar contigo. Realmente no estoy seguro de tu existencia, pero Candy cree en ti, y por ella vengo a ti... —Mis palabras se desvanecen mientras intento articular lo que quiero decir—. Aunque sea yo quien te lo pide, no permitas que algo malo le suceda. La amo más que nada en este mundo, y a nuestro hijo también, y solo quiero que no sufran más. Por favor.
Me quedo un tiempo mas rezando, sin ser consciente de los minutos que pasaban o de las demas personas que entraban y salian para rezar por sus propias preocupaciones, y cuando al fin consigo sentir alivio en mi corazón, me pongo de pie y salgo de la iglesia. Es entonces cuando un doctor se acerca a mí con una sonrisa en el rostro.
—Señor, lo estaba buscando —dice con una voz que trasmite tranquilidad—. Su esposa ya ha dado a luz, y lo espera.
꧁•CANDY POV•꧂
Me hubiese gustado acompañar a las enfermeras para limpiar a mi recien nacido, pero mis pocas energias me lo prohibieron. Mi pequeño angelito se encargo de drenar todas mis fuerzas, pero aun asi sonrio, pues todo valio la pena cuando tuve la oportunidad de sentir su pequeño cuerpo junto al mio, sano y salvo llorando a todo pulmón.
Ahora solo aguardo con la mirada colocada en la puerta, esperando ver a Terry cruzar por ella. Quiero ver su reaccion cuando le presenten a nuestra pequeña bendición, cual aun, lamentablemente, no tenia nombre. Pense que al mirar su tierno rostro el nombre llegaria a mi, pero no fue asi, nada me parece lo suficientemente bueno para un ser tan perfecto.
—¿Candy? —escucho a la vez que la puerta se abre, revelando al fin a Terry, quien se voltea a mirarme con una mezcla de felicidad y alivio en su mirada—. ¡Candy! —Apresura el paso hacia mi, deteniendose de pronto para examinarme de arriba a abajo.
—Mi amor, por fin estas aqui. —Sonrio entre lagrimas y extiendo mi mano para que la tome y se acerque a mi. Solo fueron un par de horas, pero su ausencia se sintio como una eternidad.
—¿Como te encuentras? —Acaricia mi mejilla.
—Feliz... Pero muy cansada —admito, tomandome unos segundos para cerrar los ojos.
—Lo hiciste muy bien, mi amor. —Besa mi frente húmeda y se queda unos segundos con sus labios pegados a mi. Parece estar muy aliviado de encontrarme bien. Se que para el tambien fue una espera larga.
—Nuestro hijo es hermoso, Terry, ya quiero que lo veas.
—¿Es un niño? —Su rostro se ilumina.
—Si, no han de tardar en traerlo.
꧁•𑁍TERRY POV𑁍•꧂
Candy recuesta su cabeza en mi hombro, como queriendo recargar las fuerzas. No dice nada mas, asi que supongo que debo dejarla descansar unos minutos a lo que las enfermeras entran con nuestro bebe, pero ante el silencio y la calma, me vuelvo conciente de mi propio agotamiento. Giro la cabeza en direccion al reloj que cuelga en la pared, y este marca las cinco de la mañana. Ahora es Julio 10, 1929.
—Buenos dias... —Escucho como una voz femenina y lejana saluda, pero por mas que lo intento, no logro abrir los ojos. Los parpados me pesan—. Señores, despierten —nos pide, pero fue ignorada por segunda vez. Es hasta que escuchamos un gran llanto explotar en la habitacion, que tanto como Candy y yo logramos saltar de un susto sobre la cama.
Ambos miramos al rededor como tratando de ubicarnos. Estabamos en la habitacion de un hospital. Vuelvo a mirar el reloj, y ahora marca las ocho de la mañana. Ni siquiera me di cuenta de cuando cerre los ojos.
—Lamento despertarlos asi. Vine hace unas horas, pero ambos parecian necesitar un descanso —rio la enfermera, sosteniendo a un bebe envuelto por una cobija azul—. El niño ya tiene hambre.
—Pasemelo, por favor. —Candy extiende sus brazos, recibiendo a la criatura hambrienta. Este inmediatamente se aferra al pecho de mi esposa y comienza a alimentarse.
No me doy cuenta que la enfermera se ha retirado hasta que escucho la puerta cerrarse, pues mi mirada esta muy ocupada observando a mi familia como para notarla. La escena que se desenvuelve frente a mi me conmueve. Mi esposa con un bebe en brazos, acompañado por su mirada llena del amor mas puro y su sonrisa dulce, resulta ser una vista hermosa.
De pronto, los ojos verdes de Candy se desvian para mirarme a mi, descubriendome ya mirándola.
—Acercate, amor —me susurra, incitandome a mirar al bebe por primera vez.
Me asomo con cuidado por encima del bebe, y no puedo evitar fijarme en las similitudes que comparte con ambos. Sobre su cabecita, tiene una pelusa castaña clara, que tambien parece ser ondulada, y sobre su nariz achatada, unas pequeñas pecas juguetonas, herencia que sin duda obtuvo de Candy.
—¿Verdad que esta precioso? —dice, despegandolo de ella para acercarmelo a mi—. ¿Quieres cargarlo?
Su idea me toma por sorpresa, aunque sabia que en algun momento tambien tenia que sostenerlo, no pense que tendria que hacerlo tan pronto. Miro al bebe, y rapidamente respondo negando con la cabeza.
—Esta muy pequeño, podria lastimarlo.
—No lo haras, yo te enseño. —Hace el segundo intento por que el niño quede en mis brazos, pero yo me aparto como reaccion impulsiva.
—No quiero.
Candy se me queda en silencio, pero en su mirada puedo leer la definicion pura de la desilucion. Quiero pedirle que me deje de mirar asi, que sonria igual que hace unos segundos, pero las palabras se quedan atascadas en mi garganta, pues ella me interrumpe antes de que pueda emitir sonido alguno.
—Terry, estas rechazando a tu hijo...
Creo que me acaban de atravezar un cuchillo por el corazón.
Rechazarlo definitivamente es lo menos que deseo, pues vivi en carne propia lo que eso se sentia, pero a la vez, no puedo evitarlo. En brazos de Candy esta mucho mejor, o al menos, eso es lo que mi cabeza me esta gritando.
Un sonido extraño capta la atencion de ambos. El bebe acaba de gimotear, anunciando algun tipo de descontento, y luego de hacerlo un par de veces, comienza a llorar como desconsolado.
—Te quiere conocer —insiste mi esposa, y a pesar de mis miedos, ya no puedo seguir negandome.
Dubitativo, me acerco y alzo los brazos como ella me lo indica, esperando recibir el ligero peso de nuestro hijo, y a este punto, muchas dudas comienzan a correr por mi cabeza a mil por hora.
Es tan pequeño y frágil. ¿Qué pasa si le hago daño sin querer? ¿Y si me equivoco? ¿Y si no soy lo suficientemente bueno? No puedo dejar de pensar en todas las formas en que podría fallar. Todo en él es tan perfecto y delicado, y yo me siento completamente incapaz de protegerlo y cuidarlo como se merece. El peso de mis preocupaciones se hace cada vez mas grande sobre mis hombros, ¿cómo puedo estar seguro de que no voy a cometer errores que lo marquen para siempre? No puedo fallar. ¡No puedo...!
—Justo asi —Candy interrumpe mi monologo, dejando mi mente en blanco.
꧁•CANDY POV•꧂
Terry baja la cabeza para poder echarle un vistazo al bebe en sus brazos. Creo que, a juzgar por su ojos agrandados, no se habia percatado de que lo estaba cargando. De seguro en esos escasos segundos tuvo una batalla interna, en donde se dejaba llevar por todos sus miedos, pero de pronto toda preocupacion ha abandonado su cabeza. Su cuerpo ya no esta tenso, y su mirada se ha suavizado.
—Y... ¿Qué hago ahora? —me pregunta, buscando una respuesta en mi rostro enternecido.
—Solo mantenlo cerca de ti, y sosten bien su cabeza. ¿Ves? Se siente seguro contigo —señalo cuando el bebé tranquliza su llanto hasta haberlo terminado. Ahora permanece en silencio con sus ojitos cerrados, acurrucado junto a su padre.
Terry sonríe con alivio a causa de mis palabras, y voltea la cabeza de ida y vuelta, como queriendo verme a mi y al bebé a la vez, pero al final, se concentra en mi y permanece en silencio.
—¿Por que me miras tanto? —rio, comenzando a sentir cómo mis mejillas se calientan. Para ocultarme un poco de aquella mirada profunda, me recuesto de su hombro, y dejo que su calor me envuelva también.
—A veces me pregunto si verdaderamente eres real...
Mi corazón da un salto, pues sus palabras acompañadas por un tono entristecido me asustan.
—¿Por qué te preguntas eso?
—Durante toda mi vida me sentí solo, rechazado... Sin embargo, desde que estamos juntos, he sido muy feliz. Me aterra pensar que algún día pueda despertar y darme cuenta de que todo ha sido un sueño... Que solo hayas sido un producto de mi imaginación.
Al saber la razon de sus palabras, suavizo mis facciones preocupadas, y me encargo de darle mi mas radiante sonrisa. En algún momento yo también llegue a pensar que toda mi alegría podía ser tan solo un sueño, uno del que no quería despertar nunca, pero luego comprendí que ningún sueño puede ser tan hermoso como lo que hemos vivido juntos.
Pongo mi mano sobre su pierna, la acaricio para confortarlo, y sin que él lo espere, le doy un fuerte pellizco, de esos que retuercen la piel.
—¡Ouch! Pecosa, ¿porqué hiciste eso?
—¿Te dolió?
—¡Claro!
—Pues entonces soy real —concluyo, comenzando a reír ante su rostro totalmente ofendido.
—Señora Granchester, es usted una esposa demasiado traviesa.
—Pues acostumbrate a mi, porque se me hace que este pequeño de aquí será igual o más travieso.
—Estoy bien con eso —asegura y se inclina hacia mi para besar mis labios. Yo suspiro, deseando congelar el tiempo, para que este momento tan precioso sea eterno.
—Aun no tiene nombre... —Recuerdo en voz alta, expresando mi desilusión—. ¿Y si le ponemos William?
—Todos los viejos se llaman William.
—Albert se llama William.
—Ahi queda mi punto.
Me echo una carcajada sonora, porque a pesar de que siempre estamos bromeando con la edad de Bert, esta vez no lo vi venir.
—Esta bien, William no. ¿Simon?
—No, Simon es nombre de niños buenos, y me está que nuestro hijo va a ser un rebelde.
—Tienes razón...
Ambos bajamos la mirada para echarle otro vistazo al bebe, como buscando algún nombre en su rostro.
—Pongámosle Alexander —dice Terry al fin, lleno de convicción.
—¿Alexander? —repito el nombre, solo para descubrir lo lindo que se siente llamarlo de ese modo.
De pronto, como respondiendo, el bebe abrió los ojos, asombrándonos a mi y a Terry, no solo por el hecho de que había reaccionado al nombre, sino por el color de su iris. Sus ojos eran el reflejo de los de Terry.
—¿Alexander? ¿Es ese tu nombre? —me dirijo al pequeño como si pudiera responderme, y vuelve a sorprendernos con una risa.
—Creo que le gusta.
—A mí también. Ven, Alex —lo devuelvo a mis brazos y le hago mimos que prolongan su melodiosa risa. Es demasiado tierno para mi alma. Deseo desde lo más profundo de mi ser que siempre ría así, incluso ante las situaciones difíciles—. Te amo, mi pequeño... —Beso su frente y aspiro su dulce aroma—. Y nada más para que no te pongas celoso, también te amo a ti.
Terry me mira con esa chispa de humor que tanto adoro en sus ojos.
—Está bien, créeme que Alexander será el único hombre que no me provocará celos.
Lo miro con una mezcla de sorpresa y diversión, dudo que sus palabras sean ciertas. Ya lo veo en algún tiempo peleando con Alex por mi atención, porque tampoco dudo que Alex sea igual de celoso que su papá.
Pretendo regañarlo, pero antes de que pueda decir una palabra, Terry se inclina y me besa en los labios, suave y dulcemente, consintiéndome como dándome gracias por hacer posible este momento para ambos.
Cuando Terry se aparta, me abraza con fuerza, atrayéndome junto a él y a nuestro hijo. Siento en mi espalda el latido de su corazón, fuerte y constante, y me invade una profunda sensación de paz.
—Quedémonos así un rato —susurra Terry, su voz baja y reconfortante.
—Podemos estar así por el tiempo que quieras. —Recuesto mi cabeza en su pecho, y él apoya su quijada en mi cabeza.
El mundo exterior parece distante y sin importancia en este momento. Solo existimos nosotros, envueltos en nuestro pequeño universo de amor y seguridad. Hace unos años nos prometimos un futuro juntos, en un hogar cálido lleno de risas, abrazos y besos. Una familia. Ahora se siente más real que nunca, y el tiempo parece detenerse.
Mientras permanecemos abrazados, sé que no hay nada que no podamos enfrentar, ni siquiera el tiempo o la distancia. Mientras sigamos viviendo y cuidando de este sentimiento que tenemos hacia el otro, estaremos unidos. Hoy nuestro vínculo se ha hecho mas fuerte, ya que un precioso niño de ojos azules y nariz pecosa ha llegado para formar parte de nuestras vidas.
Siento que no puedo pedir más, me siento completa al lado de ellos, mis dos amores. No puedo imaginar estár más feliz, pero con nuestros planes a futuro, sé que pronto llegarán más bendiciones a nuestras vidas, una familia más grande...
꧁•FIN•꧂
¡Hola queridas lectoras! Lamentablemente aquí queda el final de este fic, pero no el final de su historia...
Estoy planificando otros fanfics, pero claramente, tomaran tiempo. Puede que haga más continuaciones y capítulos extras como varias me han pedido. Así que solo me queda darles las gracias por apoyarme y ser pacientes con las actualizaciones. ¡Las aprecio muchisimo! Espero que hayan disfrutado de este fic.
Nos leemos pronto...
