Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.


Druella Malfoy observó a su hermano, que parecía pavonearse por el castillo como si fuese suyo, aquella actitud no le agradaba, nunca se había comportado de aquella manera estando con sus padres, así que suponía que la nueva libertad estaba mostrando un rostro de él, que, si ya existía en el pasado, lo había mantenido bastante bien oculto, aunque realmente su hermano, siempre había tenido opiniones contrarias a las de su padre, y todo lo que se profesaba en el reino del Oeste, desgraciadamente para él, siempre había tenido que hacer lo que el gran rey Draco dictaba, ahora, en un reino diferente y bastante alejado, estaba experimentando una libertad única, y eso preocupaba a Druella, James era bastante complicado, y si su hermano cometía un error, por pequeño que fuese, éste no dudaría ni un instante en ejecutarlo de la peor manera inimaginable.

La joven se sentó junto a su hermano y sujetó su mano, haciendo que el rubio la observara un poco consternado, ella jamás había sido amable con él, pero ahora que estaban lejos de casa, Scorpius era lo único que ella tenía, era su hermano, y como familia, tenían que ser leales el uno para el otro.

—Dime, Scorpius ¿te sientes cómodo aquí, en el reino? –Cuestionó en un tono suave.

—Sí –se encogió de hombros, quitando su mano, como si le molestara el contacto –dime ¿tú no? A pesar de que te vas a convertir en la reina de este lugar.

—Noto cierta actitud diferente, y me preocupa que el rey James…

—Ya lo escuchaste tú, hermanita, me ha invitado a…

—Sabemos que la razón es porque quiere ver si has venido con un plan diferente al que firmó con mi padre.

—Lo sé, ya lo hablé con él –se puso de pie –y le dije que no, que no me interesa ser el esposo de su hermana –fue hasta la mesa y sirvió vino en su copa –le pedí que me uniera a la guardia real –observó a Druella.

—Voy a casarme con él, seremos marido y mujer, tenemos que ser leales a esta nueva familia y…

—Vamos Druella, tú no eres leal más que a ti misma, quita esa máscara, padre me dijo lo mismo que a ti.

—Y si crees que voy a ser leal a nadie más que a mí, ¿por qué me dices lo que hablaste con él? Que pediste unirte a la guardia.

—Juré lealtad al rey James –avanzó hasta su hermana –y contrario de lo que eso significa para nuestro padre, para mí es muy importante, Druella, no me interesa lo que digas en tus cartas a padre, simplemente, encontré un regente que me agrada, y que realmente quiero gobernando esta miseria de reino en el que hemos vivido, y que me una a la guardia y jure lealtad, le está dando realmente ese reino, porque cuando el gran rey Draco Malfoy muera, quedará abandonado, y qué mejor que alguien capaz gobernándolo.

—Eso no me enfada, al final, tendremos a un Malfoy de sangre gobernándolo todo.

—¿Ves? –Sonrió el rubio –ahí está –la señaló –ahora si no te molesta, me iré, tengo una reunión a la cual asistir, el rey James podría malinterpretar si no voy –le sonrió de lado –espero que no te moleste, hermanita, que pase más tiempo yo con tu futuro esposo.

La princesa apretó la fina tela de su vestido, era cierto, y odió que su hermano se lo echara en cara, James parecía tener tiempo para todo el reino menos para ella, y aquello no sabía cómo tomarlo, incluso la hermana, había tenido la fortuna de pasar tiempo con su alteza, y no eran para nada cercanos.

Fue seguida de las acompañantes que su padre había enviado con ella, el lugar era un desastre, si bien el castillo era limpio y elegante, lo que se suponía que en un momento fueron jardines hermosos, ahora era un lugar marchito, con hierba crecida y maleza del tamaño de un soldado, sonrió, ya que no tenía nada que hacer, se pondría a comenzar a arreglar el desastroso jardín, en casa, era algo de lo que su madre se ocupaba, así que suponía que ahora era turno de ella de poner aquel castillo bonito, o al menos los alrededores del castillo, quería que ese lugar fuese algo bonito, para cuando sus hijos llegaran, tuvieran donde poder salir a jugar un poco, en lo que sus obligaciones como príncipes iniciaban.

Quizás estaba planeando todo con mucha precipitación, James no le había dicho absolutamente nada de nada, bueno, no le dirigía ni la palabra, el hecho de que quisiera organizar algo en su honor, sin duda la sorprendía, puesto que no le había dicho él, sino Edward Lupin, pero que les hubiese dicho que organizaran algo para ella, sin duda le alegraba, ya sabía que él no era alguien romántico, sino más bien alejado de todos y todos, pero con el tiempo, esperaba lograr que se enamorara de ella, o que le quisiera un poco al menos.

Hizo que una de sus damas de compañía fuera a hablarle algunos de los sirvientes y comenzó a dar órdenes de lo que quería hacer en con el jardín, los hombres asentían, pero su cara decía que no estaban muy seguros de hacer lo que ella les decía.

—Creo que sabes que seré la futura reina de este lugar ¿no es así? –Sonrió –así que lo mejor es que juntes a más sirvientes y comiencen a hacer lo que les ordeno, o iré directamente con el rey James y diré que no quieren seguir mis órdenes, después de todo, él fue quien me pidió que me sintiera como en casa y que solo pidiera lo que quisiera y se me concedería, así que vamos, háblale a los demás criados y que comiencen con lo que te he ordenado.

—En seguida –asintió, hizo una reverencia y se alejó asustado.

Druella sonrió, había suficientes hombres como para hacer que aquello luciera un poco presentable para el baile de presentación, una sensación de emoción llenó su cuerpo, no podía esperar por el día en que desposara a James, todo lo que aquello implicaría, se sonrojó un poco y sonrió aún más, aun había sirvientes que no le obedecían, porque temían más a James que otra cosa, pero cuando fuese coronada como la reina consorte, sin duda todos aquellos que una vez le ignoraron, recibirían su merecido azote.

—Esto lucirá espectacular una vez que terminen de hacer lo que yo les diga –murmuró en voz alta y las damas de compañía sonrieron encantadas ante sus palabras.

Los sirvientes organizaron un pequeño lugar para que ella pudiese sentarse a tomar el té, mientras observaba con superioridad como los criados iban de un lado a otro, quitando la maleza y sacándola de la vista de Druella, que les gritaba cada que alguno se tropezaba a causa de las prisas y la hierba casi le caía cerca.

—No puedo creer que criados inservibles como ustedes estén bajo el mando del rey James, debería darles vergüenza –bufó furiosa.

—Lo lamento mi señora –habló una joven.

—Princesa Druella –informó ofendida –soy la hija del rey Draco, y la próxima reina de este reino, así que dirígete a mí, con un poco de respeto, maldita criada igualada –la abofeteó.

La joven se cubrió la mejilla que había quedado roja ya que le había golpeado bastante fuerte, tanto que la palma le quedó ardiendo, así que se quejó de nuevo a causa de esa incomodidad, iba a arremeter contra ella ahora usando su abanico, pero alguien se aclaró la garganta detrás de ella.

Su cara de malhumor cambió de inmediato cuando se topó con la hermana del rey, le sonrió encantada y fue hasta ella, para saludarla alegremente, pero la joven la esquivó y fue hasta la criada.

—¿Estás bien? –Cuestionó –disculpa, es una pregunta tonta, ya que te han golpeado, pero no ha sido más ¿cierto?

—No, mi señora –se inclinó ante ella.

—¿Alguien me puede decir que está ocurriendo aquí? –Preguntó.

—Di órdenes para que descombraran el lugar, me ocuparé de hacer esto un hermoso jardín y…

—¿Y tienes el permiso del rey James para hacer cualquiera de estos cambios? –La cuestionó.

—No, no los necesito –le sonrió –soy su futura…

—Lo sé, sé que pronto será la reina de este reino, pero, por el momento no lo es –informó seria –y es de mala educación, llegar a un lugar que no es tu hogar, y tomar las decisiones en ese sitio –observó a los criados –dejen todo esto, informaré al rey y si es su disposición, haré que les digan que la labor continua, vayan a descansar un poco, y después a las actividades que tenían antes de que los ocuparan en esto.

—Sí, alteza –dijeron los criados.

Druella observó de mala manera a los sirvientes que se iban sin siquiera preguntarle si podían hacerlo o disculparse con ella, bueno, Lily Luna, ya había sido presentada ante la corte como la hermana del rey, y, por lo tanto, toda la servidumbre sabía quién era ella y las facultades que el mismo James le había dado delante de los mozos encargados de repartir ocupaciones.

—Lamento esto –se disculpó Druella.

—Debería –bufó –ser la futura reina, no le da el derecho de maltratar a la gente.

—LHR—

Los guardias abrieron la puerta para ella sin decir absolutamente nada, aquello le hizo sentirse un poco extraña, aun así, les sonrió, sabía que ellos no podían regresar el gesto, pero la mirada amigable que le regalaban decía más que sus palabras, ella les agradaba, al menos eso le hacía sentirse bien.

James estaba sentado a su escritorio, revisando un puñado de pergaminos, no levantó la vista hasta ella, pero era obvio que, a pesar de estar ocupado, y distraído en sus deberes, notó su presencia, levantó la pluma, para indicarle que esperara a que se desocupara y así lo hizo, le dio la espalda, para observar el lugar, las cortinas estaban poco abiertas, suponía que la luz le ayudaría mejor a leer aquello, pero no, prefería desgastar su vista usando velas para alumbrar el lugar.

—Ahora, ¿Qué quieres? –Cuestionó él.

Lily saltó cuando la voz de su hermano sonó a escaso espacio de su oído, se giró rápidamente hasta él, con el corazón agitado, tragó saliva y sus ojos bajaron hasta los labios que formaban una sonrisa cruel.

—Vine a informarle antes de que alguno de los criados lo haga –informó suspirando –detuve el avance que su prometida estaba ordenando en los jardines –bajó la mirada.

—Avance ¿de qué avance hablas?

—Ordenó a los sirvientes quitar la maleza del lugar, dijo que se haría cargo de hacer que lucieran presentables.

—Mmm –comentó restándole importancia –es la futura reina, no hace nada más que mirar al horizonte, no está mal que se ponga a hacer algo además de bordar.

—Lo lamento –informó –sé que será su esposa, pero la forma en la que trató a los sirvientes…

—Ah –puso los ojos en blanco –vendrás con tonterías, quizás a la que debería castigar es a ti, por hacerles pensar que, aunque hagan algo malo, se les dará un premio.

—Yo no estoy diciendo que les dé premios, pero no que los golpeen por un pequeño error.

—Eres demasiado pueblerina como para entender la vida en la corte.

—Sí, quizás lo sea –comentó ofendida –pero rico o no, no les da derecho a tratar así a las personas, si tan perfectos se creen que son, deberían ustedes intentar hacer el trabajo de ellos…

—Puedo hacer mil veces mejor ese trabajo –la observó serio –a diferencia de otros, soy bastante capaz de hacer muchas cosas –gruñó –pero se les da techo, comida y plata, para que hagan lo que los nobles les ordenan, y si no les gusta, que vayan más allá de la ciudadela y vean de qué pueden vivir.

—Como sea –cortó la discusión –les he dicho que no sigan, a menos que tú lo órdenes.

—Diggory –habló un poco más alto, la puerta se abrió y uno de los guardias entró.

—Sí, alteza.

—Quiero que les digas a todos, que sea lo que sea que Druella Malfoy quiera, se le dé a la brevedad posible, si quiere que se incendien los establos con caballos y servidumbre dentro, se hará sin chistar.

—Sí, majestad –hizo una reverencia y salió.

—No puedo creer que haga esto –gruñó.

—Dime que es lo que te molesta en sí, ¿Qué ella dé ordenes?

—Claro que no.

—Que vaya a ser la reina de los cinco reinos entonces –soltó despreocupado.

—Hace unos días, estaba reacio a gastar dinero en ella, y ahora cumplirá cada uno de sus caprichos como si nada –negó –no lo comprendo.

—No tienes por qué comprenderme, soy el rey, se hace lo que yo digo, y ya.

—Si eso fuese cierto, no habría un consejo –bufó.

James sonrió, no comprendía del todo la razón por la cual aquello le molestaba tanto a su pequeña hermanita, siempre había escuchado que intentaba ser amable con Druella, mintiéndole sobre que no se habían casi visto, al menos eso era lo que Pansy había dicho y Edward Lupin lo había confirmado.

—Estás enfadada, porque te comprometí con Edward, ¿cierto? ¿Tanto te desagrada el hombre? –Se burló.

—No estoy enfadada.

—Ah, entonces te agrada de sobremanera que fuese Edward y no el hermano de Druella, tu futuro marido, ¿no es cierto? –negó.

—El señor Lupin me agrada, pero no de esa manera como usted insinúa.

—Bueno, aquí, como en el campo, no dista mucho de los matrimonios por conveniencia –se encogió de hombros –pudo ser peor –sonrió.

—Sé que me usará como moneda de cambio a su beneficio –admitió –ya me lo dijo, ya sea casándome con alguien o mandándome a la horca si mejor le conviene.

—Oh, Lupin tenía razón, aprendes muy rápido, me pregunto ¿qué clase de método usa para que todo se te quede guardado en la cabeza?

Lily alejó su cuerpo cuando James se acercó a ella, con los ojos entrecerrados, suponía que su cara no lucía muy inteligente, después de todo tanto tiempo viviendo en la villa, sabía que lucía más como los sirvientes que como una noble, quizás por eso se empeñaba tanto en defender a los sirvientes, se identificaba más con ellos que con toda la nobleza junta.

—Todo lo que él dice no es tan complicado de entender, quizás tenga habilidad para enseñar –comentó Lily.

—Supongo, así que ¿era todo lo que querías? –La observó.

—Sí, majestad, era todo.

—Bien, ahora márchate, tengo cosas que hacer, más que lidiar con problemas de mujeres.

—Lamento la interrupción.

—Ya estoy acostumbrado a que me quiten el tiempo con estupideces –se dirigió a su escritorio, donde ocupó su lugar de nuevo.

Cuando Lily salió, James suspiró irritado, le incomodaba la presencia de su hermana, bastante, pero es que provocaba muchas cosas en él y eso le desagradaba, había escuchado de nobles casándose entre hermanos, o procreando entre ellos y la sola idea le generaba repulsión, sin embargo, cada que ella estaba cerca, lo que menos pasaba por su cabeza era el hecho de que eran hermanos.

—Diggory –llamó.

El soldado entró de nuevo, ni siquiera lo miró a la cara, como ya era costumbre entre todos los sirvientes, solo lo observaban cuando creían que él no lo notaba, y quizás lo prefería así, contrario de Lily, él creía que era mejor el temor que podía provocar, claro, la lealtad, pero sabía que esa no era virtud de cualquier persona.

—Quiero que le digas a los sirvientes, que cada cosa que ordene Druella Malfoy, tiene que ser autorizada primero por mí, y en todo caso que tenga ocupaciones más importantes, será la princesa Lily, quien tendrá que aprobarlo –informó –destina un par de sirvientes para Druella, y cada que ordene, tendrá que informarlo antes de que alguien acate sus órdenes, ¿queda claro?

—Sí, su majestad.

—Y trae a Lysander aquí –ordenó.

El soldado entró a la oficina unos minutos después, había estado apoyando un poco con la organización de la boda de su hermano Lorcan, así que no le diría nada, con ese castigo tenía más que suficiente.

—Dime lo que opinas sobre Scorpius Malfoy.

—Bueno, majestad –se encogió de hombros –sinceramente, después de su comportamiento en la reunión –negó.

—Creo que no estaba acostumbrado a eso –aceptó –pero, lo que pregunto es ¿consideras a Scorpius Malfoy digno de confianza?

—Qué tipo de confianza, majestad.

—A ser tu hermano juramentado, tu mano derecha en batalla, que no vaya a traicionarte ni a ti, ni a nadie de este reino.

—Es muy pronto para saberlo, majestad, pero no le ha dicho a la princesa Druella nada sobre lo ocurrido en la reunión.

—Sí, pero que no le dijera que fue a mis cámaras a fornicar con una multitud de personas, no significa que no vaya a cortarnos la garganta mientras dormimos a mitad del bosque, en un viaje.

—En eso tiene razón –admitió –pero a los enemigos, es preferible tenerlos cerca, puedo con él, si nos traiciona, majestad.

—Por el momento, será el guardia personal de Lily –comentó.

—¿Cree que eso sea conveniente? –Interrogó.

—No confió en él, y Lily es… innecesaria, de cualquier forma, si algo le pasa, no será nada.