Capítulo 9

Sasuke revisó el último informe depositado en su escritorio y terminó por soltar un suspiro. Lo marcó como "cerrado" y lo apartó. El recinto cercano a los Aburame se encontraba infestado de insectos y más de un vecino había presentado una queja formal. El Uchiha envió dos policías a informar a los Aburame, pero estos parecían no obedecer la orden.

Soltó un bufido, contrariado. Era consciente de que debería ir él mismo en persona a hablar, aunque desconocía que tanta influencia podía tener al respecto. Kiba no haría nada, era amigo íntimo de los Aburame y no se arriesgaría a contrariarlos. Pero Sasuke debía demostrar que su posición como sub líder de la policía no era de adorno, o de lo contrario seguiría siendo una paria para la aldea, debía volverse valioso para la aldea y no depender de la protección de Naruto, o del consejo.

Se puso en pie y llamó a su oficina a dos ninjas.

-Soku-san, Kotaru-san. Iré al barrio de los Aburame, servirán como mi escolta personal. –Ordenó, saliendo de la oficina.

Naruto abrió los ojos lentamente, completamente relajado. La noche anterior había sido maravillosa, había logrado hablar con Hinata y la conversación terminó dando sus frutos. Los problemas ya no estaban allí. Miró abajo, su mujer dormía plácidamente en su pecho, apenas tapada por la sabana que los cubría a ambos, el cabello alborotado cubría su rostro.

Usando el dedo índice, cuidadosamente retiró el cabello de su rostro. El contacto provocó un leve movimiento en su amada quien abrió los ojos con parsimonia, al ver el rostro de Naruto, sonrió.

-Amor… -Susurró cariñosamente Hinata, se restregó a su lado, pegándose más a él y buscando sus labios. Naruto correspondió de inmediato el beso y se abrazó a ella.

Hinata se sentó a horcajadas sobre él, sin despegar su cuerpo del suyo mientras lo miraba a los ojos, sonriendo. La noche anterior había sido maravillosa, no solo por el final, sino por la forma en que su novio se había abierto con ella.

-¿Tienes que irte…? –Susurró Hinata en voz baja, casi con pena. –Podemos quedarnos aquí todo el día.

-Me encantaría… -la rodeó con sus brazos, atrayéndola para besarla. –Pero tenemos trabajo que hacer, tengo que investigar Takigakure…

-¿Te llevarás a Sakura a esa misión? –Preguntó, incorporándose.

-No. –Respondió con rapidez Naruto. –No he vuelto a tener contacto con ella desde que volví a la aldea.

-Quiero que pague por lo que te ha hecho pasar tantos años… -murmuró, mirándolo con decisión. –Es una puta y merece pagar…

-Lo hará, amor. Tú no te preocupes por ello…

-Cuéntamelo otra vez. Cuéntame lo que pasó en Otogakure…

-Hinata-chan…

-Por favor… -Rogó. Naruto la observó, dudó y comenzó a hablar. Hinata se acomodó entre sus piernas, llevando una mano hacía el miembro erecto de su hombre y lo dirigió hacía su intimidad.

-Y entonces, mientras estábamos en el parque, noté como un ninja nos observaba con atención… ah… -Sintió la calidez estrechez de su amada envolver por completo su miembro, atrapándolo. Recorrió sus muslos con sus manos mientras Hinata posaba ambas manos sobre el pecho del hombre, comenzando a mover sus caderas suavemente.

-Es una puta… Siempre lo fue… Solo te quería para ella… -Dijo entre gemidos, sintiendo la dureza de Naruto en su interior.

-Y luego… al volver a hotel, Suiu estaba allí, lo hice esperar… Sakura comenzó a bailar para él, desnudarse y… Hinata-chan… -Gruñó, las uñas de su amada se clavaron en su pecho a medida que ella intensificaba los vaivenes de su cadera, pero su suplica no la detuvo. Tampoco quería que se detuviera. –Suiu confesó que era Virgen, y Sakura no tardó en tomar su virginidad.

-Eso es lo que hacen las putas como ella…. ¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! –Arqueó la espalda con fuerza al sentir el orgasmo recorrer todo su cuerpo con fuerza, atrapándola en oleadas de placer.

-Hinata-chan…- Gruñó roncamente Naruto, dejándose llevar así mismo por el placer que sentía en esos momentos, inundando el interior de Hinata con su semen. Esta cayó derrotada sobre su pecho, sonriendo.

-Tendremos una hermosa familia juntos… -Aseguró. Acarició el rostro de Naruto dulcemente, mirándolo. –Tengo que hablar con Shizune-Neechan. Para que me quite el sello anticonceptivo…

-Sobre eso… -Empezó Naruto, y soltó una pequeña risita. –Lo hice anoche, cuando te cargaba.

-¿¡cómo?! –abrió los ojos de golpe, mirándolo atónita.

-Pensé que… como habías aceptado, ¿Por qué esperar? –Acarició su espalda lentamente, bajando hasta su trasero donde se detuvo a jugar con él cariñosamente. –Estoy seguro de que serás una mamá increíble…

-Naruto-Kun…

Llegar al recinto de los Aburame no fue una tarea sencilla, uno de sus guardias personales se había ofrecido a transportarlo entre sus brazos pero Sasuke consideró aquel acto demasiado humillante como para aceptarlo por lo que debió recorrer la distancia a pie, seguido en las sombras por sus guardias. A medida que caminaba, notaba las miradas de los civiles clavadas en él, hacía no mucho tiempo atrás había ayudado a que gran parte del mundo ninja se viera afectada por la guerra. Tenía claro que entre los ninjas que habían muerto en la guerra muchos tenían familia dentro de Konoha. Más de un civil hubiera intentado asesinarlo ahora que sabía de su condición como ser incapaz de manipular el chakra. Pero nuevamente, la protección de Naruto sobre él mantenía a los más osados alejados de él.

Debía cambiar su imagen, pronto.

La entrada al recinto Aburame, un gigantesco portón de hierro oxidado y cubierto de pequeños insectos con el gran logo del clan sobre este, se encontraba firmemente cerrado. Sasuke debió parecerse frente a este y tocar el interfono, emitiendo un ligero pitido y tras unos segundos, el portón se abrió lentamente.

-Solo tú, no tus guardias. –Habló una voz mecánica y neutra desde el interfono.

-Está bien. –Dijo Sasuke, no al interfono, sino a sus guardias que habían emergido de pronto a sus lados. –No van a matarme.

Aunque en el fondo, no estaba seguro. Avanzó.

Le tomó cinco minutos llegar hasta la casa central de los Aburame, grande y cubierta de hierba que la camuflaba fácilmente entre el denso bosqueje a su alrededor. Un insecto se posó en su mano, el primer pensamiento que cruzó su mente fue matarlo, pero recapacitó y simplemente lo dejó ahí. Los insectos de los Aburame devoraban chakra y él no ya no tenía nada.

Aun así, le tomó varios minutos el ser recibido por el jefe del clan. Shibi llevaba el rostro cubierto, usual entre los miembros de su clan, no dejando ver nada tras aquel velo de férrea dureza. El Uchiha no se dejó amedrentar, se presentó formalmente y dejó que el hombre lo condujera hasta su oficina personal.

No le ofreció nada de beber, una simple oferta ceremonial entre iguales. Sasuke tomó nota.

-¿A que debo su… agradable visita? –Interrogó el Aburame, tomando asiento tras su escritorio. Indicó al Uchiha que hiciera lo mismo.

-Recientemente hemos recibido varias quejas sobre sus insectos, se extienden más allá del recinto del clan y llegan hasta las propiedades vecinas, donde se encuentran los huertos.

-Ah, sí. Esa queja otra vez. –Realizó un movimiento con la mano, quitándole importancia al asunto. –Los civiles suelen hacer ese tipo de quejas todos los años. Pero nuestros insectos tienen mente propia, no podemos simplemente mantenerlos controlados. Una vez pasé la época de cosecha dejaran de quejarse.

-Lo sé, es una queja que se ha repetido durante años, por ello el consejo de la aldea me dio la tarea de solucionar el problema. –Dijo Sasuke, manteniendo la mirada fija en el hombre. –Los ancianos consideran que es un problema que ha ido en aumento y que sería bueno solucionarlo. De la manera más pacifica posible, claro.

-¿"de la forma más pacifica posible"? Según los informes… -Sasuke sintió como el insecto en su mano caminaba sobre su piel. –Ya no tienes red de chakra.

-No necesito mi red de chakra. –Se forzó a sonreír. –Solo apelar a su buena voluntad. Nadie quiere que un asunto tan ínfimo escalé en algo mayor. Solo tiene que controlar a sus insectos e impedir que se acerquen a los huertos de la aldea.

-Mis insectos también necesitan alimentarse.

-Así como el resto de la aldea. Si sus insectos terminan por afectar de manera negativa los huertos de la aldea podrían desencadenar en una hambruna general. Con la situación actual de la economía de la aldea eso no sería muy bueno. –Había llegado al punto que deseaba, ahora su sonrisa se tornó llena de confianza. –Si eso llegara a suceder tendríamos que iniciar un proceso legal al respecto, investigar que sus insectos no tuvieran nada que ver, que ustedes no tuvieron intención de dañar a la aldea… Un trabajo arduo y lento. No le quepa duda.

-No me queda duda, pero tengo claro que saldríamos airosos de una situación así. –Dejó Shibi, sin dejarse amedrentar por el Uchiha.

-Sin duda, pero…. Con el proyecto que buscan llevar a cabo el consejo de la aldea. Ese… tren. Solo aquellos clanes que tengan un historial impoluto pueden invertir en él. Por ejemplo, yo no puedo. Si tuviéramos que investigarlo, ese historial ya no estaría tan limpio y… -Dejó que las palabras flotaran en el aire.

Pronto, sin llegar a verlo, notó como toda la sala comenzaba a vibrar. Los insectos en las paredes caminaban de un lado a otro, alerta. Sasuke se obligó a controlarse. Shibi no mostró reacción alguna, no obstante, asintió.

-Tienes suerte con contar con la protección de Uzumaki-sama. –Advirtió el hombre, poniéndose en pie. –Mantendré controlado a los insectos, no se acercarán a los huertos. Pero tú, ten cuidado.

Sasuke lo imitó, poniéndose en pie y saliendo de la casa. El recorrido hasta la entrada del recinto Aburame se le hizo eterno, podía sentir como los insectos lo seguían de cerca, vigilándolo, manteniéndolo controlado. Atravesó el portal y este se cerró al instante a su espalda.

Sasuke miró su mano, un pequeño insecto aún se encontraba pagado al dorso de su palma derecha. Levantó la izquierda y lo aplastó de un severo golpe, terminando por limpiarse la sangre en su pantalón. En la sombra, sus dos guardias personales lo seguían de cerca.

Usando su capacidad para tele transportarse, Naruto apareció en la frontera del país del fuego, en una pequeña casa que por fuera daba la apariencia de estar completamente derruida y olvidada por el tiempo. No obstante, por dentro aún se encontraba complemente equipada y con los sellos de la familia Uzumaki en las paredes, volviéndola una prisión rudimentaria.

Al entrar en la pequeña casa, el clon del rubio giró la mirada hacía él.

-¿Cómo esta nuestra invitada? –Preguntó el original, cerrando la puerta tras de sí.

-Gritando y pataleando, pero sin su red de chakra es inofensiva. –Advirtió el clon desapareciendo en una explosión de humo.

Naruto inspiró hondo, entrando en la habitación donde se encontraba Sasame. El cuarto era pequeño, apenas con un colchón tirado en el suelo y una almohada. Al otro lado, una pequeña mesa donde se encontraba comida del día anterior. Había dos sillas, tomó una y se sentó. Con un movimiento de su mano le indicó a la mujer que tomara asiento en la otra pero esta se negó.

-Como quieras. –Empezó Naruto, cruzándose de brazos tranquilamente. –Espero que estos días encerrada te hayan servido para recapacitar tus acciones. Tratar de matarme… no, no, no. Eso está muy mal.

-Si hubiera sabido eras tú no lo hubiera intentado… -Comenzó la mujer, pero Naruto la cortó con un movimiento de su mano.

-¿Pero cuantos incautos has matado por no poder defenderse como lo hice yo? Demasiados.

-Todos se lo merecían. ¿O creías que los visitantes de ese bar son todos buenos ciudadanos del país del viento? Son renegados, asesinos, violadores. –Increpó la mujer. –Jugaron el juego y perdieron. Así es como funciona el mundo ninja.

-Y ahora, tú perdiste. –Apuntó él. -¿Qué debería hacer contigo?

-Puedes entregarme al Hokage, pagaré mis crímenes si eso es lo que el héroe del mundo desea. –Dijo, Adoptando una sonrisa amable ante Naruto, acercándose suavemente a su silla. –Seguro que la cárcel de Konoha es mucho mejor que aquel bar apestoso…

-Pero tus crímenes fueron en el país del viento. Debería entregarte a Orochimaru.

-¡NO! –Sasame se quedó paralizada en el lugar. –A Orochimaru no… él…

-Él es el Kage de este país. –Naruto disfrutó en silencio del terror de su prisionera.

-Tú…Tú jamás me entregarías a él, las cosas que me haría son….

-Eso fue antes de que intentaras robarme y matarme. –apuntó calmadamente. -¿Qué pasó con el resto de tu clan?

-Ellos… todos murieron. Durante la guerra. Decidí quedarme y ayudar a Otogakure luego de la ruina que dejó Orochimaru pero cuando el volvió… No quería competencia para Otokage.

-¿Y eso es lo que quieres? ¿Volverte Otokage? –Preguntó Naruto, tomándola por sorpresa.

-¿Tu no tenías un sueño parecido? ¿Cómo vas con él?

-Me acercó. Contesta.

-Sí. Quería ser Otokage, ahora… ya no puedo. No con Orochimaru vivo. Y si decides entregarme a él me matará para que no lo consiga.

-Eso sería muy triste. –Asintió Naruto con calma. –Pero debes cumplir penitencia por tus crímenes.

-¡Envíame a Konoha! ¡Cumpliré condena, pero en Konoha, no aquí! –De pronto, Sasame acortó la distancia que separaba al rubio de ella y se dejó caer a sus pies. Mientras hablaba, un leve surco de lágrimas había ocupado lugar en su rostro, bajando lentamente por sus mejillas. –Él… No por favor.

-Hay otra opción. –Naruto no se dejó conmover por las lágrimas de la mujer, llevó una mano a la cabeza peli naranja de la mujer, obligándola a mirarlo a los ojos. –No te entregaré a Otogakure, ni a Konoha. Pero a cambio trabajaras para mí.

-¡Si, Si, Si, lo que sea pero por favor no me entregues a Orochimaru! –La mujer se restregó más contra el hombre, abrazándose a su pierna. -¡Lo que sea!

-Bien, primero: suéltame y ponte en pie. –Ella obedeció al instante, Naruto siguió sentado. Sasame se restregó el rostro con sus manos, limpiándose las lágrimas. –Segundo, Quiero que vayas a Takigakure y te infiltres en la aldea. Alguien con tus habilidades no tendrá ningún problema para hacerlo.

-Pero… mi red de chakra estoy…

-Yo solucionaré ese problema, en un momento. –Le cortó Naruto, por fin poniéndose en pie y acercándose a ella. Colocó ambas manos a los lados del cuello de la mujer. Sus manos brillaron durante un instante antes de volver a la normalidad. –Sellos de localización y secreto. Tu chakra volverá en un momento. –Advirtió Naruto con calma.

-¡Gracias! ¡Prometo no fallarte y…!

-Sasame, sé que no me traicionarás porque si lo haces te encontraré y te entregaré personalmente a Orochimaru. –La soltó, dando un paso atrás. – Pero, si me sirves bien y demuestras ser útil, quizás tus sueños de ser Otokage dejen de ser un sueño. Orochimaru es peligroso y quizás deba deponerlo un día de estos. ¿Está claro?

-¡Si, Naruto-sama!

-¡Akutami-San, la niebla es demasiado densa! –Advirtió uno de los marineros. Desde hacía semana que tratar de llegar a la aldea de la niebla estaba resultando una odisea, de no ser por los exorbitantes beneficios económicos que tenía el acercarse a la aldea y comerciar con ellos Akutami jamás se hubiera planteado atravesar aquella densa niebla. Pero tenía una familia y debían comer, sus marineros también tenían familia.

-Lo sé, Ryomen-san. Pon a uno de nuestros ninjas rastreadores en proa, que nos dirija a salvo hacía la aldea de la niebla. –Ordenó el hombre. Incluso desde su posición, en lo alto del barco, era incapaz de ver más allá de la proa del vehículo marítimo. –Ah, debí quedarme en casa hoy…

De pronto, la escasa luz que llegaba desde el cielo, oculta entre la densa niebla, desapareció por completo, dejando todo completamente a oscuras. Akutami sintió la opresión apoderarse de su cuerpo, presionando su corazón.

Un desgarrador grito de dolor, producido por su segundo al mando, Ryomen captó su atención. Luego, un sonoro golpe contra el suelo de madera.

-¿Ryomen-san, estas bien? –Alcanzó a farfullar, antes de que la katana lo decapitara por completo.

-Barco neutralizado. –Advirtió el ninja. Un anbu que ocultaba su rostro tras una máscara de conejo. Se comunicaba a través de un interfono con el resto de su grupo quienes a su vez estaban neutralizando los barcos cercanos. Una acción que llevaba repitiéndose por semana. –Es hora de volver a…

-¡Elemento agua: múltiples lanzas! –Desde lo alto, la Mizukage surgió realizando una serie de rápidos sellos de manos y luego apuntando con ambas palmas al anbu. Las lanzas hechas de agua pura, solidificándose fueron arrojadas contra el hombre que no alcanzó a moverse a tiempo, siendo atravesadas por estas en un instante. La Mizukage aterrizó sobre el barco. A su lado izquierdo, Chōjūrō ya con su espada desenvainada listo para el combate. A su derecha, Ao con el byakugan activo-¿Estos ninjas… son nuestros?

-¡se lo dije, Mizukage-sama! Tenemos traidores entre nuestras filas. –Señaló Ao, recorrió la superficie del barco con la mirada. –Esta niebla no es natural, alguien la está creando. Por allí hay más barcos.

-¡Vamos! –Ordenó la Mizukage, no obstante antes de que pudiera saltar, el barco se llenó de ninjas anbus, todos cubiertos con sus respectivas mascaras e impidiendo que los tres ninjas pudieran escapar. Ao y Chōjūrō se colocaron en posición de pelea de inmediato, uno a cada lado de su líder, protegiéndola de los posibles ataques por parte de los anbus.

-Mizukage-sama. Hay más de cien anbus aquí… eso es casi la mitad de nuestras fuerzas. –Señaló Chōjūrō, preocupado. Comenzó a imbuir su espada de chakra. –Nosotros abriremos una brecha, usted escape y vuelva a la aldea.

-Rápido, Mizukage-sama. Escape. –Señaló Ao, preparándose para entrar en combate.

-¡¿Cómo se atreven?! ¡¿Acaso no saben contra quien están peleando?! ¡Soy su líder! -Mei dio un paso al frente. Ella había peleado en la gran guerra ninja, se había enfrentado cara a cara contra Madara, se necesitarían más que un grupo de anbus para derrotarla. Los anbus pronto empuñaron sus armas, preparándose para el ataque.

-¡Mizukage-sama cuidad…. Ahj….! –Antes de que pudiera reaccionar, Chōjūrō se puso a las espaldas de la mujer, recibiendo el ataque de Ao de lleno que atravesó su garganta de manera recta y mortal, pero que realmente iba apuntada al cuello de la mujer.

-¡¿Ao, que estás haciendo?! –Chilló Mei, llena de sorpresa, se giró y atacó al hombre empuñando su kunai imbuido en chakra pero en vano pues Ao ya no estaba ahí, ahora se encontraba junto a los anbus. -¿Tu…?

-La aldea necesita un liderazgo fuerte. Y tú no lo eres. La niebla sangrienta volverá a alzarse. –Sentenció el hombre y así, los anbus se lanzaron a la carga contra Mei. Ao aprovechó el momento para inundar aquella densa niebla con su propia técnica, creada especialmente para esa ocasión. Niebla venenosa.

-¡Me las pagaras, Ao. Maldito hijo de perra! –La Mizukage comenzó a escupir pequeñas y solidas balas de agua que impactaban en los anbus, bajándolos uno a uno al tiempo que retrocedía y esquivaba los distintos jutsu que estaban lanzando contra ella. Pero pronto comenzó a sentir mareo. Sintió su presencia en su espalda y luego la hoja atravesándole de un lado a otro. -¡Ahhhhhh!

-¡arte de espada de la niebla sangrienta: mutilación de hueso! –Alcanzó a susurrar Chōjūrō en el suelo, aferrándose con fuerza a su katana. Pronto, miles de agujas salieron disparadas en todas direcciones, obligando a Ao a separarse de la Mizukage y hacer que los anbus tomaran distancia. –Huya, Mizukage-sama. Huya. Yo los detendré… No vuelva a la aldea… no confié en nadie…

-¡Has amenazado a los Aburame! –Le increpó Kiba, entrando de golpe en la oficina de Sasuke. Entró rápido, cerrando la puerta tras de sí y acercándose peligrosamente al Uchiha. Sasuke pudo notar como se le marcaban las venas del cuello. – Tu, Uchiha de mierda, no te metas con los Aburame o te matare. ¡Me da igual si te protege Naruto o el consejo, te matare!

-Solamente les reporté las innumerables quejas que estamos recibiendo sobre ellos. –Sasuke entrelazó los dedos sobre el escritorio, sin dejarse inmutar por los gritos del Inuzuka. –Un hecho del cual los consejeros están muy preocupados. Simplemente les recomendé que mantuvieran controlado a sus insectos o podría desencadenar en una hambruna en la aldea. Eso sería malo para todos, ¿verdad?

-No actúes como si intentaras cuidar a la aldea. –Se pegó más a Sasuke, gruñéndole en la cara. –No eres más que un terrorista. Que Naruto te haya perdonado la vida no significa que el resto de la aldea haya olvidado tus actos.

-Y por ello, estoy tratando de enmendar mis errores. –Sonrió amistoso. –No querría que los Aburame fueran condenados al ostracismo como yo por un error fácilmente solucionable.

-De los Aburame me encargo yo. ¡Te llegó a ver cerca de su recinto y yo mismo te mataré!

Kiba salió bruscamente de la habitación dando un portazo. Sasuke dejó que pasaran varios minutos, luego hizo entrar a Kotaru. El hombre entró rápidamente, realizando una reverencia ceremonial al sub líder de la policía.

-Uchiha-sama. He seguido investigando como me lo ordenó. Por el momento no he presenciado más "eventos" desafortunados como el de Mitarashi-san. –Informó el hombre. –Aunque tanto Anko-san, como Yugao Uzuki, Hana Inuzuka, Shino Aburame y Sai-san han estado reportándose casi diariamente en el hogar de Uzumaki-sama.

-¿Diariamente? –Se interesó Sasuke, inclinándose levemente hacía delante. –Has… ¿has podido escuchar sus conversaciones?

-No, señor. La casa posee fuertes sellos inhibidores de sonidos y chakra. Una vez entran en la propiedad es como si desaparecieran. Ni rastros de ellos.

-Interesante… -Mencionó pensativo. ¿Por qué Naruto se estaba reuniendo con ellos diariamente? ¿Qué podía estar planeando el rubio sin que nadie lo supiera? Desde el final de la guerra, el patrón de movimientos de Naruto se había vuelto errático y a veces hasta incomprensible para él. Si se lo hubieran dicho meses atrás, jamás hubiera creído que Naruto podía ser capaz de meterle los cuernos a su novia y mucho menos en plena calle. Pero ahora…

-¿Quiere que trate de infiltrarme en la propiedad? Podría…

-No. Naruto es un excelente ninja sensor. Te vería venir a distancia. –Aseguró él, luego suavizo su mirada y sacudió la cabeza, restándole importancia al asunto. –Además, sin duda debe ser algo inofensivo, estamos hablando del héroe de la aldea.

-Claro, señor. –Kotaru rápidamente asintió y continuó con su informe. –Un informe reciente coloca a los jefes del clan Nara-Yamanaka-Akimichi a la cabeza de una empresa comercial que busca traer víveres y carnes desde el país de los osos.

-Eso no es criminal. –Terció Sasuke, con calma.

-Lo es si han estado usando los jutsu del clan Yamanaka para conseguir dichos bienes. Que es la queja de los comerciantes civiles. De ser el caso, sería una competencia desleal para los civiles.

-Gracias por la información, puedes retirarte.

El hombre obedeció deprisa, dejando a Sasuke a solas con sus pensamientos. Tenía mucha información en sus manos, debía transformarla en algo útil para él, para su nueva posición.

El Tsuchikage observaba impasible a los pocos ninjas supervivientes de la aldea oculta de la nieve. Él, junto con un grupo reducido de ninjas elites entre los que se encontraba su nieta, no les había costado nada infiltrarse rápidamente en la aldea y acabar con las pocas fuerzas de guerra que la pequeña aldea poseía.

Una acción horrible pero necesaria, se dijo a si mismo Onoki mientras veía el cadáver del antiguo líder de la aldea a sus pies. La aldea oculta de la nieve se había caracterizado por su amplia capacidad tecnológica, incluso más avanzada que el de las cinco grandes naciones. Pero siempre habían carecido de ninjas competentes para la defensa, situación que solo empeoró tras el deshielo de su territorio.

Pero Onoki no estaba allí por sus ninjas, sino por la tecnología de la misma. Tecnología necesaria para ampliar los beneficios de la reciente mina que había encontrado en Iwagakure.

-Encontré al jefe de laboratorios. –Informó Kurotsuchi a su abuelo. –sellaremos todo lo importante en pergaminos y los llevaremos a Iwagakure cuanto antes. Sus investigaciones nos serán de mucha ayuda. Habríamos tardado años en alcanzar este nivel de desarrollo…

- Esperemos que beneficie a la aldea. –Sentenció el anciano, miró alrededor dejando que su mirada se posará en el resto de la aldea. –Mátenlos a todos. No puede quedar ninguno con vida.

-¡Pero Abuelo…! Ya tenemos lo que necesitamos, no hace falta…

-¡Si el resto de las aldeas se entera que matamos y robamos información se vendrán contra nosotros! –Le cortó con enojo el hombre. –Por más doloroso que sea, no podemos dejar testigos.

-Sí, Tsuchikage-sama. –Kurotsuchi dudó durante un instante, pero realizó una reverencia e informó al resto de ninjas de Iwagakure de la orden de su abuelo.

Hinata se acercó más a él, pegando sus pechos desnudos al cuerpo de Naruto quien la rodeó con uno de sus brazos, abrazándola. Ambos respiraban agitados luego de entregarse completamente a la pasión durante casi toda la noche. Desde que se habían reconciliado Naruto podía notar como el sexo se había vuelto más intenso y pasional, con Hinata dejando atrás su faceta tímida para entregarse completamente a él. Y Naruto no podía tener suficiente de ello. Jamás lo tendría.

-Te amo, Naruto-kun. –Susurró Hinata, acariciando el abdomen de su amado.

-Y yo a ti, Hina-chan… -Naruto se inclinó, besando sus labios al tiempo que su mano recorrió suavemente la espalda de la mejor.

-…Ya quieres más… -Susurró, dibujando una sonrisa en su rostro. Los dedos de s amado bajaban lentamente hacía su trasero. Hinata se acomodó mejor sobre Naruto, quedando sobre este y rozando su intimidad en el nuevamente erecto miembro de él.

-Nunca podré tener suficiente de ti… -Naruto atrapó los muslos de su amada entre sus manos, aprisionándola contra él, irguiéndose levemente para tratar de besarla pero Hinata se lo impidió, llevando ambas manos a sus pechos y obligándolo a recostarse en la cama.

-Ni yo de ti. –Deslizó una mano para tomar el miembro de su esposo y dirigirlo hacía su entrada. Dejó escapar un suave gemido en cuanto estuvo completamente en su interior. No obstante, dejó pasar los segundos sin moverse. –Cuéntamelo… quiero escucharlo otra vez… lo que pasó en Otogakure…

-Hina-chan… -Empezó a quejarse Naruto, una de las manos de Hinata, ascendió lentamente desde su pecho hasta el cuello del rubio, luego hacía su boca y lo obligó a abrirla.

-Cuéntame… - Un susurró a medio camino entre una súplica y una orden. Con delicadeza, comenzó a mover sus caderas, dejando que el miembro en su interior comenzará a acariciar las paredes de su intimidad.

-La lleve a la plaza del pueblo, donde sabría que habría gente mirando y la tomé allí mismo, haciendo que se desnudara para mí…

-Seguro lo hizo encantada…esa puta… -Alcanzó a decir entre dulces gemidos, tomando intensidad con cada palabra que salía de la boca de Naruto.

-Cuando la estaba tomando por detrás apareció el fisgón, y ella no se molestó para nada, empezó a jugar con sus pechos delante de él, dándole todo un espectáculo…

-Le encanta ser una puta… -las palmas de sus manos se aferraron con fuerza al pecho de Naruto, clavándose en él y envalentonando el vaivén de sus caderas, echando la cabeza hacía atrás y entregándose al placer.

-Y cuando cayó de rodillas al suelo, el mirón acabó en su cara…

-¡si, si, si! Se lo mereceeeeee –Chilló con fuerza, dejando que el clímax recorriera todo su cuerpo, cayendo agotada sobre su amado. Respirando agitadamente. –esa puta se lo merece...