Notas Iniciales: ¡Hola gentes! Me alegra que les haya gustado el primer capítulo. Aquí está el segundo. Espero que les guste. Me lo pueden hacer saber.
Sin nada más que aclarar los dejo con la lectura.
GUARDIAN —CAPÍTULO 2
La luz de la mañana se cuela por la ventana golpeándole la cara y trayéndolo de las profundidades de su sueño haciéndolo despertar. Trata de evitar la luz para poder seguir durmiendo, pero en ese momento cae en cuenta que, en su habitación, la luz no lo golpea en su rostro. Con pesadez abre los ojos tratando de ver a su alrededor dándose cuenta que no está en su habitación. Es el dormitorio de sus padres.
Se levanta aturdido e inmediatamente un dolor agudo llega a su cabeza. Coloca su mano en ella con tal de aliviarla un poco y como flechazo, llegan los recuerdos de la noche anterior: él caminando a paso apresurado a través de la oscura calle, cuando se encuentra con el degenerado que se lo lleva al callejón oscuro y empieza a manosearlo, él como alguien que vino de la nada y lo salvó de un desagradable suceso.
"¿Quién habrá sido?", se pregunta. Internamente agradece por ello, pero aun así le hubiera gustado agradecerle de todas formas.
Sale de la cama dándose cuenta que sigue con las mismas ropas de ayer. El dolor de cabeza no se le quita. Se dirige hacia su habitación para cambiarse de ropa. Mira la hora en el reloj en su mesita de noche y se da cuenta que es algo temprano para salir a trabajar. Luego de tomar un baño y ponerse ropa limpia, se dirige a la cocina para comer algo. Pero antes de llegar se detiene en seco.
Se queda paralizado ante lo que ve frente a él.
Un hombre con ropas blancas, tan blancas que quizá pensó que estaban muy limpias, estaba de espaldas a él. Su cabello negro caía hasta un poco arriba de la mitad de su espalda. Estaba cocinando y por el olor pudo notar que se trataba de algo delicioso pero suave para ser en la mañana. Al sentirse observado, el extraño voltea a ver y lo primero que nota Tanjirou es su mirada seria pero amable y tranquila en ese extraño.
—Buenos días. —Habla el desconocido y su voz es igual de suave y tranquila. —¿Pudiste dormir bien?
Tanjirou se queda en seco al escucharlo hablar, porque su voz suena tan tranquila que le dice que todo estará bien, como si al mismo tiempo quisiera consolarlo. No sabe si responder o no y sólo se le queda viendo. El desconocido al verle y adivinar sus pensamientos, sonríe suavemente y le dice: —Tranquilo. No voy a hacerte daño. Lamento haberme tomado libertades, pero tras lo de anoche, necesitas alimentarte bien.
"Lo de anoche…" Tanjirou abre más los ojos al darse cuenta que ese desconocido fue el que le salvó la noche anterior de las garras del abusador y lo primero que hace es hacer una reverencia, aunque por el movimiento brusco sintió un leve mareo por el dolor de su cabeza.
—¡Muchas gracias por haberme ayudado! ¡Me gustaría agradecerle de manera apropiada! —exclama Tanjirou levantándose y el desconocido apaga el fuego de la cocina y se acerca hacia él para acariciar su cabeza. Tanjirou, al tenerlo cerca, siente una inmensa tranquilidad y por primera vez en mucho tiempo, no siente ese vacío horrible que lo acompaña. Levanta su mirada y nota los ojos azules muy hermosos que tiene el desconocido.
—No hay nada que agradecer. Es mi trabajo hacerlo. —exclama e ignora la mirada interrogante de Tanjirou ante sus palabras. Sirve un plato con comida para Tanjirou y lo invita a la mesa. Luego él se sienta a la par de él pero Tanjirou nota que él no se ha servido ningún plato.
—Puede servirse usted también. Si gusta yo le traigo algo. —dice mientras se levanta para traer otro plato igual, pero la mano del desconocido se posa en su hombro y con suavidad lo empuja para sentarlo de nuevo.
—No te preocupes por mí. No lo necesito. —Y nota la expresión de extrañeza de Tanjirou.
Tanjirou empieza a comer bajo la mirada del desconocido y un silencio muy incómodo se sitúa entre ambos. Pero tras unos minutos, el chico pregunta: —¿Me podría decir su nombre, por favor? Me gustaría saber quién me salvó anoche y agradecerle apropiadamente.
—Me llamo Giyuu. Sólo Giyuu. —Responde Giyuu con una leve sonrisa.
—Es un nombre bonito. Pero no tiene apellido. —Dice Tanjirou extrañado.
—Lo tuve hace mucho tiempo, pero ya no importa. Ahora sólo soy Giyuu.
Tanjirou pensó que al igual que él, esta persona parece haberlo perdido todo hace un tiempo y no quiso preguntar al respecto. Pero otra duda llegó a su mente. —Cuando dijo que es su trabajo ayudarme… ¿a qué se refiere?
Giyuu sólo se queda en silencio. Baja la mirada y luego la levanta para mirarlo a los ojos y le dice: —Te lo diré más tarde. De lo que sí puedes estar seguro es que no voy a hacerte daño. Sólo te pido que me permitas estar a tu lado por un tiempo.
Tanjirou, al escucharlo siente una calma infinita y por su tono de voz, le dice que está bien confiar en él. Ya lo salvó anoche de un agresor, así que no cree que Giyuu pueda hacerle daño.
Mira la hora en el reloj y se levanta para dejar su plato en el fregadero y lavarlo. Luego busca su mochila en la habitación y al no encontrarla, sale a la sala para ver que Giyuu la tenía en su mano. Se despiden y Tanjirou sale hacia su trabajo. No sin antes despedirse de Giyuu con la mano. Lo que Tanjirou no alcanzó a ver es que Giyuu se desapareció en la puerta de la casa.
Llega la noche y esta vez Tanjirou toma los lugares más iluminados para caminar. A paso apresurado llega a su casa. Durante todo el día no pudo dejar de pensar en Giyuu y en cómo le había ayudado. Pidió algunos bocadillos deliciosos para poder compartir con él en agradecimiento. Le pidió estar un tiempo en su casa, pero no le dijo cuánto. Pero eso no importa. Realmente le gustaría estar cerca de él.
Y por primera vez en mucho tiempo, se emociona por llegar a su casa y sentir que hay alguien esperándolo.
Cuando llega a su casa, ve que está iluminada por dentro y cuando entra saluda fuertemente, como lo hacía cuando era un niño y llegaba de la escuela. Al entrar a la sala, ve que Giyuu está sentado en el sillón esperándolo. Y ese calor bonito llenó su pecho.
—¡Buenas noches Giyuu-san! ¡Estoy en casa!
—Bienvenido. —Dice Giyuu mientras sonríe levemente y Tanjirou se regocija internamente ya que de igual forma, por primera vez en mucho tiempo, alguien lo saluda. Sonríe abiertamente y recordando, saca de su mochila una bolsa con bocadillos.
—Traje algo de la tienda. Le serviré. Ya regreso. —y al cabo de unos minutos, llega con una bandeja con tazas de té y dulces artesanales servidos en pequeños platos. Sirve las dos tazas de té y le sirve una a Giyuu. Pero Giyuu sólo lo mira y sonriendo tristemente, lo aleja de sí. Tanjirou lo mira extrañado pero antes de que pregunte, Giyuu le dice:
—Agradezco todo esto. Pero no lo necesito. Yo no puedo comer ni beber. Nada.
Tanjirou se queda mirándolo extrañado y Giyuu siente que es momento de decirle todo.
—Bueno, necesito que te sientes y te pongas cómodo porque lo que te voy a decir quizá suene un poco extraño para ti. Cuando dije que es mi trabajo cuidarte y protegerte, es porque en verdad lo es. Yo soy tu guardián.
—¿Mi… guardián? —Pregunta Tanjirou desconcertado.
—Sí. Tu ángel guardián.
Ángel.
Al escucharla, Tanjirou se queda estupefacto y dice lo primero que se le viene a la mente.
—No, no es cierto. Los ángeles no existen. —responde con una suave risa
Giyuu no dice nada, pero unas alas de blanco resplandeciente aparecen atrás de su espalda y se estiran a tan forma que puede cubrir a una persona con ellas. Alas que reflejan la luz en ellas.
Tanjirou se queda boquiabierto ante tan bella visión. Y con curiosidad, acerca una de sus manos para intentar tocar la punta de una de ellas y nota que son muy suaves como una manta de terciopelo fresca.
—Vaya… —Es todo lo que el chico logra decir.
—Lamento no habértelo dicho en la mañana, pero necesitaba que te repusieras de lo de anoche.
—Pero… ¿desde cuándo he tenido ángel guardián? —se pregunta Tanjirou dudoso. —¿Cómo sé que no es una mentira y que me engaña?
—El que me creas o no va a depender de ti. Nosotros no interferimos con la fe de las personas. Sólo estamos para protegerlas. —responde Giyuu con seriedad mirándolo fijamente. Luego se sienta en el sillón a la par de Tanjirou a una distancia considerable para no hacerlo sentir incómodo.
Luego de un largo silencio incómodo, Tanjirou dice: —Me es muy raro el hecho de que usted esté aquí y no poder atenderle como se debe.
Giyuu sólo ríe suavemente y dice: —Para la próxima mejor me sentaré en el sillón. Pero no te preocupes por mí.
—Tengo una pregunta. —dice Tanjirou con una duda que le entró desde que vio las alas blancas. —¿No se supone que los ángeles sean invisibles?
Giyuu se queda en silencio por un par de minutos mientras piensa en una respuesta. Tanjirou interpreta esto como algo que el ángel no quiere responder y agacha la mirada mientras dice: —Perdón. No tiene que responder si no le gusta. —y terminando de comer, levanta los platos y los lava, para luego ordenar el lugar. Luego se sienta a la par de él y tras un suspiro, Giyuu finalmente dice:
—He estado contigo desde el momento en que tu corazón empezó a palpitar. Me asignaron a que fuera tu ángel guardián y debo de estar contigo hasta el día en que mueras.
Tanjirou lo escucha atentamente tratándose de imaginar a Giyuu estando a la par suya sin poder verlo. Giyuu siguió: —Aunque no lo parezca, los ángeles los cuidamos de forma sutil. Como cuando sientes que un lugar es peligroso, les susurramos a las mentes que se vayan a otro lado, o hacemos que personas que quieran hacerles daño, se desvíen de ustedes. Pero tenemos una regla: no debemos dejar que nos vean. Sólo pueden vernos el día en que ustedes mueren.
Tanjrou abre los ojos asombrado. Giyuu, su ángel, rompió su regla de no dejarse ver con tal de salvarlo de ese acosador.
—… ¿Por qué…?
—Simplemente no pude soportar cómo ese tipo te iba a hacer daño. No sé cómo pasó, porque cuando nos dicen que no nos debemos mostrar ante nuestros protegidos, es porque literalmente no podemos. No es una habilidad nuestra el mostrarnos visibles. Al ser una regla muy importante, por defecto no podemos hacerlo. Aun así, no sé cómo pasó el poder hacerme visible y tangible para poder salvarte.
Giyuu cuando dice esto, baja la mirada al suelo y luego la levanta para mirar a Tanjirou. Omitirá ese detalle de sus razones por las cuales no soportó el que ese sujeto lo tocara de una forma asquerosa.
Tanjirou se queda mirándolo fijamente, sintiendo un profundo agradecimiento hacia su ángel. Ha estado con él desde siempre y le hubiera gustado saberlo cuando se sintió solo en el mundo por tantos años.
Y es en ese instante en que su mente se hace otra pregunta.
—Giyuu… ¿usted me salvó en el accidente?
Giyuu se le queda viendo y sólo asiente con la cabeza. Pero ve como el rostro de su protegido cambia e intenta acercarse a él. Lo rodea con sus brazos, pero Tanjirou se separa para preguntarle:
—¿Por qué no salvó a los otros? ¿a mis hermanos y mis padres? Todos murieron en ese horrible accidente y desde entonces he quedado solo en el mundo.
Giyuu mide con cuidado sus palabras y responde —Mi única responsabilidad eres tú. Nadie más. No puedo cuidar a nadie más que no seas tú.
Tanjirou lo mira con los ojos llorosos y le pregunta nuevamente: —¿Ellos también tenían ángeles guardianes?
—Sí. Todo ser humano tiene uno.
—Pero… ¿por qué ellos no los protegieron? Si cada uno tenía su ángel, por qué no fueron salvados de la muerte.
Giyuu se queda en silencio mirando las lágrimas que empezaban a correr sus mejillas y limpia una de ellas con el pulgar, y luego responde: —Cuando la muerte llega, no podemos evitarla. Podemos salvar a nuestros protegidos, sí. Pero cuando la muerte se hace presente no podemos hacer nada. Cuando una persona tiene un accidente o una enfermedad y ya la muerte decidió su destino. Unas cadenas nos rodean y no podemos hacer nada. Creo que los guardianes de tu familia iban a protegerlos de ese accidente, pero ya la muerte había decidido.
Tanjirou al escuchar estas palabras, su llanto se hace más fuerte y llora desconsoladamente. Giyuu sintiéndose culpable por haberle dicho la verdad, trata de consolarlo, pero Tanjirou, al sentir su toque, se levanta y a paso rápido se va a su habitación y se encierra con la esperanza de no ver más a Giyuu. No puede aceptar la idea de que sus padres hayan tenido su destino marcado mientras que él pudo sobrevivir. No acepta la idea en cómo los ángeles trabajan con sus protegidos. Se le hace muy cruel que solamente cuiden a una persona cuando hay más a quienes proteger. Se le hace muy cruel que alguien decida el destino de las personas.
Con el llanto se queda dormido y no sintió cuando, en todo el tiempo, Giyuu le acariciaba la cabeza con tal de consolarlo. Se arrepiente de haberle dicho la verdad, pero habiéndose revelado ante él, merecía conocerla.
Se recuesta a la par de él estándo invisible y lo gira para que quede boca arriba. Estando así, Giyuu le besa su frente suavemente haciendo que Tanjirou sienta una brisa agradable.
CONTINUARÁ.
Notas Finales: Espero que les haya gustado. Las actualizaciones son cada domingo.
