Notas Iniciales: ¡Hola gentes! Me tomé un pequeño descanso por estar en cierre de semestre, pero aquí está el capítulo cuatro. De antemano muchas gracias por todo.
Sin nada más que agregar, los dejo con la lectura.
GUARDIAN — CAPÍTULO 4
Los días pasan y una nueva rutina invade la vida de Tanjirou. Todos los días se despierta bajo la atenta mirada azul de su guardián. Luego se prepara para irse a trabajar mientras el ángel le ayuda con el desayuno. Luego platican un poco de cualquier cosa que se les ocurra y luego Tanjirou se despide de él en la puerta de su casa, como si olvidara que su guardián siempre está a la par suya. Luego hace sus labores en el supermercado y al terminar el turno se dirige a paso apresurado hacia su casa con tal de evitar una situación parecida a la del principio. Una cosa muy curiosa es que no se ha visto por ningún lado al sujeto, aunque él no le vio el rostro debido a la oscuridad como para reconocerlo. Pero lo extraño es que, desde aquella noche, no se ha escuchado ninguna noticia de alguien brutalmente golpeado en un callejón oscuro, a pesar de que al ser un pueblo pequeño y en donde los chismes y noticias vuelan demasiado rápido.
Sin embargo, nada se ha escuchado respecto al tema. Pero en parte agradece así sea. No soportaría las miradas de las demás personas juzgándolo y culpándolo por el asunto. Es mejor así.
En la noche, su guardián se adelanta para encender las luces y esperarlo en la entrada. Tanjirou se siente muy feliz al saber que hay alguien esperándolo en su casa. Luego de recibirlo, le ayuda a preparar la cena y servirle en la mesa. Tanjirou se sienta en la mesa y platica lo que sucede en su día en el supermercado. Giyuu lo escucha atentamente y sonríe al ver que ese brillo en sus ojos ha aparecido nuevamente, aunque es casi imperceptible.
Tanjirou disfruta su compañía con él, aunque se siente mal al no poder compartir la cena juntos y ver que Giyuu no se alimente. Desde que dedujo que su guardián había sido un humano anteriormente, la espinita de la curiosidad no lo ha dejado tranquilo, sin embargo, teme preguntarle ya que puede ser un tema delicado para él.
La compañía de su ángel guardián le ha hecho muy bien. Desde que sabe que hay alguien esperándolo en casa, ya no siente esa soledad agobiante que lo recibía antes. Ya no sentía el deseo de llorar por sus padres y hermanos en la oscuridad de la noche. Ya no gritaba a media noche los nombres de sus hermanos menores pidiéndoles que regresaran. No. Nada de eso. Desde que Giyuu está con él, lo único que siente es calidez en su pecho. Tampoco es como si hubiera olvidado a su familia. Una tarde, mientras él estaba descansando, Giyuu le preguntó si tenía un altar con una foto de sus padres e incienso y flores para poder recordarlos sin que fuera doloroso. Tanjirou le confesó que desde que vino del orfanato, no había tenido el valor de hacerlo. Giyuu le recomendó tomar una foto de cada uno de los miembros de su familia y ponerlas en un lugar visible para que pueda saludarlos por la mañana y en la noche. Pasaron toda la tarde escogiendo las fotos más bonitas para ponerlas. Fue muy doloroso porque Tanjirou no dejaba de llorar mientras nombraba a sus hermanos y pidiéndoles perdón por ser el único sobreviviente. Anteriormente no se había atrevido a tan siquiera mirar las fotos, pero ahora que Giyuu estaba a la par suya consolándolo pudo hacerlo. Cada rato sentía el brazo de su guardián por su espalda dándole suaves caricias consolándolo y cuando terminaron, se aferró a sus brazos y lloró por mucho más tiempo hasta quedarse dormido. Giyuu solamente lo abrazó consolándolo y cuando lo sintió dormido, le dio besos en su frente mientras le susurraba al oído que ya no estará solo nunca más.
Un día en el supermercado, mientras atendía a una clienta, esta le dice:
—¡Muchas gracias muchacho!
—¡Gracias a usted, señora! ¡Qué tenga un bonito día! —le responde Tanjirou mientras sonríe cálidamente.
—Vaya. ¡Qué hermosa sonrisa! ¿Quién diría que tendrías una luz hermosa? —dice la señora mientras que Tanjirou se sonroja ante tal cumplido. —Desde que llegaste al pueblo te veías tan apagado y sin vida. Me alegro que hayas mejorado.
Tanjirou no sabe qué responder, solo agradece. La señora se despide y se va del supermercado. Mientras tanto el dueño del lugar, aborda a Tanjirou y le dice:
—Chico. Has cambiado bastante.
—¿A-a qué se refiere? —pregunta Tanjirou empezando a ponerse nervioso.
—Lo que dijo esa señora es cierto. Cuando empezaste a trabajar aquí te veías tan apagado y solamente eras amable con la gente por compromiso. No me quejo de tu trabajo. —apresuró a decir el dueño al ver que Tanjirou empezaba a preocuparse. —Has hecho un buen trabajo y sabía que no debía exigirte mucho, no luego de todo lo que has pasado, pero me preocupaba ver esas ojeras tan grandes día con día y ver lo pálido que estabas. —y luego el dueño hace una pausa para acercarse más a Tanjirou y decirle. —Pero ahora estás muy diferente. Veo un brillo en tus ojos que sólo veía cuando eras pequeño y venías a comprar con tu hermana Nezuko, que en paz descanse.
Tanjirou solamente trató de traer ese recuerdo en su mente, pero no responde. El dueño prosigue: —Tiene que haber una razón para que, en estos días, la luz llegue a tu vida. Dime, ¿pasó algo? ¿conociste a alguien?
Tanjirou se queda mudo pensando en lo que va a decir. Obviamente no puede hablar con su dueño de Giyuu sabiendo que es un ángel. Van a pensar que se volvió loco. Por lo que simplemente dice lo primero que se le viene a la mente.
—Bueno… no hay nadie en particular. Ni nada por el estilo. Solamente que una noche reflexioné que no era bueno llorar por algo que ya pasó y que no se puede cambiar. —Dice suspirando mientras mira al suelo. Luego levanta la mirada y sonríe tristemente: —Creo que a ellos no les gustaría verme en ese estado. Por lo que decidí cambiar para ellos y vivir con el recuerdo que ellos me dejaron. —y una lágrima cae por su mejilla izquierda. El dueño no dice nada, pero se arrepiente de haberle preguntado. Así que le da una palma en su hombro y musita un leve "lo siento", pero Tanjirou le responde que está bien y que agradece su preocupación. Luego el día sigue con normalidad hasta que el turno finaliza.
En la noche, mientras cenaba con Giyuu, este le dice:
—Me gustó lo que dijiste. Hoy en la tarde en el supermercado.
Tanjirou deja de comer y mira a Giyuu con sorpresa. Giyuu se ríe suavemente y con su dedo golpea su frente mientras le dice: —Siempre lo olvidas. Recuerdo que todo el tiempo estoy a tu lado a pesar de que no puedas verme.
—Así que lo escuchaste todo. —dice Tanjirou bajando la mirada.
—Sí. Espero que de verdad te sientas así.
—Sí lo es. Desde que hicimos el altar para ellos. —dice mientras dirige su mirada hacia dicho altar. —Comprendí que no me estaba haciendo bien.
—No. Entiendo que es tu duelo y es completamente respetable el que lo vivas años con el dolor. Pero no te estaba haciendo bien llorar todas las noches y llevar una vida vacía. Eso no es vivir.
Se quedan en silencio por un largo rato y Tanjirou aleja el plato indicando que se le quitó el apetito.
—Aún no sé qué hacer con mi vida. —dice finalmente. —No he querido pensar en ello, pero es algo que debo hacer. Porque hasta la fecha lo único que me he dedicado es a cuidar esta casa y trabajar con tal de no pasar mucho tiempo solo porque esos pensamientos llegaban a mi mente una y otra vez.
Giyuu lo escucha atentamente ya que él vio esos pensamientos.
—Pero más allá de eso, no sé qué hacer. No sé si deba estudiar. No sé si deba vender esta propiedad e ir a la ciudad. No sé si deba formar una familia. No lo sé.
Giyuu lo toma de su mano y la aprieta entre las suyas. y luego le dice como consuelo: —No te preocupes por eso. Eres muy joven. Apenas tienes 19 años. Hay muchos años por delante. Hay tiempo para pensarlo. No te sientas presionado por lo que dice la gente. De todos modos, las personas siempre van a hablar. Y se sienten con el derecho de decirte qué hacer cuando esa decisión es completamente tuya. No te sientas agobiado por eso.
Se quedan en silencio nuevamente pero nuevamente la espinita de la curiosidad empieza a incomodar a Tanjirou y le pregunta.
—Giyuu-san… ¿Cómo eras antes?
Esa pregunta desconcierta a Giyuu y le pregunta: —No entiendo, ¿Cómo era yo antes?
—Cuando eras humano…
Giyuu abre los ojos y Tanjirou se siente mal por lo imprudente que ha sido. El ángel baja la mirada y cierra los ojos y se queda pensando un buen rato. Culpable, Tanjirou se apresura a aclararle:
—¡Ah! No es necesario que me respondas. Solamente me causó curiosidad.
—¿Cómo sabes que yo fui humano?
—Fue cuando dijiste que con sólo mirar la comida podías recordar su sabor.
—Ah. Eso.
—Sí… pero no tienes que responderme si no quieres. Lamento si te hice sentir mal.
Giyuu solamente sonríe y tras dar un largo suspiro, le responde:
—No recuerdo mucho. Mis recuerdos son vagos ya que fue hace mucho tiempo. Solo recuerdo que era alguien solitario y que mi familia no se preocupaba por mí. Creo recordar que ni siquiera me cuidaban o me daban de comer. Recuerdo que venía de una familia acomodada, pero a mí me dejaban de lado.
Tanjirou, al escucharlo, no puede evitar imaginar a un niño de cabello negro y ojos azules sentado en un rincón de una casa grande mirando a una familia ser unida, pero dejándolo de lado a él. Sintió llorar al imaginarlo con el estómago vacío. Ahora tiene sentido cuando le recalca sobre comer bien.
—No recuerdo si me maltrataban o no. Sólo recuerdo que no me daban de comer y no permitían que fuera a la escuela. Lo que sí recuerdo es que, hasta el momento de mi muerte, siempre me pregunté qué es lo que había hecho mal para merecer una vida tan horrible. Empeoraba a medida que crecía. Solo me mandaban al campo a trabajar mientras que mis hermanos les daba lo mejor. Era el menor de ellos y contrario a lo que sucede en las familias donde el menor es consentido, en mi caso no fue así. Como repito. Nunca supe qué es lo que había hecho para merecer tal vida.
Giyuu al mencionar lo último, niega con la cabeza mientras sonríe levemente y tiene la mirada hacia abajo. Tanjirou no menciona nada. Sólo escucha.
—No recuerdo cómo fue. Creo que fue cuando mi madre falleció y mi padre se casó nuevamente con una mujer más joven. Fue bien recibida en la casa. Y un año después, ella tuvo un hijo o hija, no recuerdo muy bien. Pero sí recuerdo que le dieron todo lo que a mí se me fue negado. Yo tenía 18 años y solo pasaba trabajando en la tierra o en el ganado sin alimentarme bien. Los celos me cegaron. E intenté acabar con la fuente de ellos que era ese bebé.
Tanjirou abre los ojos ante el horror de haberse imaginado a Giyuu haciéndole daño a alguien. Giyuu levanta la mirada y se apresura al decir lo siguiente: —¡No te preocupes! ¡No hice nada malo! —Tanjirou se tranquiliza, pero no dice nada. —Me descubrieron antes de hacerlo.
—Eso no mejora nada. —Dice Tanjirou preocupado.
—Bueno… ya no hay nada más que hacer. Como sea. Me descubrieron y yo les reclamé la falta de afecto y cuidados que le daban a ese bebé ya que yo era el menor. Ellos no supieron decirme la causa de su odio hacia mi. Pero estaban decididos a matarme por atentar contra un niño. Así que salí corriendo de la casa y supe esconderme hasta que cayó la noche. Cuando me sentí seguro, salí del escondite y bajo la luz de la luna llegué a un puente con un alto acantilado con un río poco profundo debajo. Me senté en él y todo lo que había guardado durante años salió en forma de llanto y gritos. Grité que no debí haber nacido ya que sólo causo desagrado hacia mí. Pedí perdón a ese bebé ya que no tenía culpa de mi vida. Y deseé con todas mis fuerzas ser amado por mi familia o haber tenido una familia decente. Así que me lancé al vacío.
Tanjirou se llevó las manos al rostro por el horror de imaginarse todo lo que Giyuu le cuenta. Una lágrima cae por sus mejillas. Su guardián ni siquiera tuvo un entierro digno. Solamente fue olvidado.
—No sentí nada. Cuando desperté ya estaba separado de mi cuerpo. Quise llorar, pero no pude. Ya no sentía nada. Lo último que vi de mi cuerpo fue mi mano derecha. No quise ver el resto. No quería llevarme ese recuerdo. Luego de quedarme mirando hacia la nada por un largo rato, alguien tocó mi hombro. Era mi ángel guardián. Me tomó de la mano y sin decirme nada me guio hacia una luz que apareció de repente. Entramos y ante ella estaba el ser encargado de las almas cuando mueren. Pedí ver a mi madre, pero se me negó ya que, al ser suicidio, no podía ver a mis familiares. Tenía dos opciones: o limpiar mi alma para la próxima reencarnación o ser ángel guardián. Elegí ser ángel guardián luego de un largo proceso porque si elegía nacer de nuevo, viviría de la misma forma que la anterior ya que no dejé que el destino decidiera por mí al haberme suicidado. No quise vivir ese infierno nuevamente.
Se quedan en silencio por un largo rato. Giyuu mira a su protegido llorar en silencio por lo que acaba de escuchar. Se levanta de la silla y lo abraza de su cabeza, pero Tanjirou se levanta y lo abraza fuertemente. En silencio se dirigen hacia la habitación y Giyuu espera a que Tanjirou se prepare para dormir. Una vez en la cama, Tanjirou abraza de nuevo a Giyuu como si quisiera consolarlo a él por todo lo que ha pasado. Pero Giyuu se separa de él y le mira fijamente para luego decirle:
—Es por esto que no quiero que atentes contra tu vida. No quiero que te hagas daño ni que tengas esos pensamientos horribles. Quiero que vivas tu vida de tal forma como lo deseas. Eres mi segundo protegido y quiero que estés bien. Mientras pueda, haré todo lo posible por protegerte y nadie te hará daño. Sólo prométeme que no te harás daño.
—Lo prometo. Y… ¿qué le pasó a tu primer protegido?
—Era un bebé... No duró mucho… Murió de una enfermedad.
—Lo lamento…
—Está bien. Nació de nuevo y está bajo la protección de otro ángel. Ya es un niño grande. Me alegro por él.
Tanjirou sonríe al igual que Giyuu y siente los ojos caer rendidos ante el sueño. No siente cuando queda dormido y que Giyuu le susurra:
—Por favor. Vive. El suicidio no es una salida. Sólo empeora las cosas. No soportaría la idea de que pierdas la vida y menos con tus propias manos.
CONTINUARÁ…
