Galaxy Angel – La novelización

Por Fox McCloude

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Profecías caóticas (3-2)


– Almo, muestra la situación actual en el monitor. – ordenó Lester.

– Sí señor.

Al instante se proyectó el mapa de la zona donde ese encontraban. Estaban en el sistema Sphie, donde no había bases militares, y probablemente por eso el enemigo pensó que sería un buen lugar para tenderles una emboscada.

Sin embargo, algo no encajaba. Parecían sentirse muy envalentonados si querían atacar al Elsior con únicamente dos cazas. A menos que estuviesen a la altura de los Emblem Frames, eso parecía una idea suicida. Aunque había otras cosas que apremiaban en este momento.

– Parecen ser cazas de alta velocidad. – señaló Lester. – Deben sentirse muy confiados si decidieron emboscar al Elsior sólo con eso.

– Pero estos son diferentes. No son automatizados, ¿correcto? – agregó Takuto.

– En efecto. – dijo Coco. – Los sensores indican que hay un piloto a bordo de cada uno de ellos.

Aunque fueran sólo esos dos, enfrentarse a otros pilotos sería distinto a hacerlo contra las naves automatizadas que habían sido sus oponentes hasta ese momento. Un piloto humano no reaccionaría de la misma forma que una computadora, y su rendimiento podría ser mayor en proporción a su habilidad y experiencia.

– ¿Qué hacemos, Takuto? – preguntó Lester. – No tenemos mucho tiempo.

En circunstancias normales, quizás la totalidad de la Brigada Angel podría hacerse cargo de esto, pero ya que sólo tenían a Milfie y Ranpha disponibles, lo mejor sería repeler a estos atacantes y continuar con el plan original. Es decir, seguir hacia el punto designado para el Chrono Drive y escapar de ese sector.

– De acuerdo. El Lucky Star y el Kung-Fu Fighter se ocuparán de contener a los agresores. Utilizaremos el asteroide como cobertura mientras Milfie y Ranpha repelen a esos cazas y los mantienen lejos de nuestra retaguardia. – La pantalla iluminó la ruta establecida para el Elsior con una enorme flecha curva. – Una vez que estemos fuera de rango nos retiraremos de este sector. Eso es todo. Depende de ustedes, Milfie y Ranpha.

Con eso en mente, el comandante se puso de pie y levantó la mano para dar su orden.

– ¡Lucky Star, Kung-Fu Fighter, despeguen ahora!

– ¡SÍ SEÑOR! – respondieron Milfie y Ranpha al unísono.

...

Después de despegar, Milfie y Ranpha avanzaron con cautela. En pocos minutos entrarían a rango para enfrentarse a estos enemigos desconocidos. A pesar de los nervios, Milfie lograba mantenerse tranquila; después de todo, tenían a Takuto detrás de ellas para dirigirlas, y ella confiaba plenamente en él.

– El enemigo estará en rango muy pronto. – dijo Takuto por el canal abierto. – Esta vez será diferente a las naves automatizadas que hemos enfrentado. Tengan mucho cuidado, Milfie y Ranpha.

– ¿A quién crees que le hablas? – preguntó Ranpha muy confiada. – Sólo déjamelo a mí.

– Naves enemigas confirmadas. – dijo Milfie, preparándose para acelerar e ir al encuentro de sus adversarios. – Procedo a iniciar mi ataque ahora.

– Hmm... espera un momento, joven señorita.

– ¿Eh? ¿Qué, qué? Ranpha, ¿dijiste algo? – preguntó Milfie confundida.

– No fui yo. – dijo Ranpha molesta. – El enemigo está interfiriendo con nuestras comunicaciones.

En ese momento se activó otro monitor en la cabina del Lucky Star, y el dueño de la voz desconocida procedió a presentarse. Tenía una cabellera turquesa muy larga y ondulada, y rasgos muy finos que por un momento le habrían hecho pensar que era una mujer. Y por alguna razón, estaba sosteniendo una rosa en la mano mientras continuaba hablándole.

– No tienes por qué entrar en pánico. Estoy justo aquí, my honey. – dijo con un tono que parecía dárselas de casanova. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Milfie de arriba abajo.

– ¿M-my honey? – preguntó la pelirrosa, que se quedó tiesa.

– Parece que ha aparecido un sujeto raro. – comentó Takuto, ya que el canal con el puente continuaba abierto. Sin embargo, el sujeto de cara afeminada no pareció darle importancia y prosiguió:

– Ah, my honey, pensar en ti hace que mi corazón se prenda en llamas. ¿No puedes sentirlo, el ardor de mis sentimientos?

– ¡¿D-de qué estás hablando?! – preguntó Milfie. Este tipo, ¿había venido a pelear, a ligar o qué?

– Oh, ¿así que deseas conocerme, my honey? Oh sí, oh sí...

– No, no tengo ningún interés en conocerte. – replicó Milfie molesta, aunque por dentro todavía se sentía muy nerviosa por razones que no podía explicar. Este tipo le daba muy malas vibras.

– No digas cosas tan crueles, my honey. Cuando se trata de ti, sé todo lo que hay que saber. – continuó el sujeto. – Por lo tanto, tienes el derecho y el deber de conocerme. Ahora, no te contengas, my honey.

– Esto no tiene ningún sentido... – dijo Milfie, ya empezando a aburrirse. ¿Por qué no simplemente le disparaba y acababa con esto de una? Estaba tan perpleja que ni siquiera se atrevía a pulsar los gatillos de sus armas. Y en el puente probablemente estaban igual, ya que Takuto no le había dado ninguna orden.

– Mi nombre es Camus O. Laphroaig. Es un nombre hermoso, ¿no crees que es como un elegante viento que sopla por el espacio?

– Pero en el espacio el viento no sopla... – dijo Milfie. ¿Qué se creía este tipo? Parecía un completo narcisista.

...

Desde el Kung-Fu Fighter, Ranpha ya se estaba cansando de toda esa tontería. Ese sujeto parecía estar tratando de ligar con Milfie, y la muy tonta todavía no se daba cuenta que seguramente era sólo un truco para ponerla a desvariar y que no se concentrara en el combate. Ya era hora de intervenir.

– ¡Milfie, no le hagas caso a ese sujeto! – la regañó. – ¡Los tipos como él sólo hay que derribarlos!

– ¡WHOAAA! ¡NO LO VOY A PERMITIR!

Y en ese momento irrumpió alguien más a la conversación, gritando tan fuerte que Ranpha sintió un retumbar en sus oídos. No había que ser un genio para deducir que se trataba del otro piloto enemigo, aunque no podía verse más diferente del narcisista afeminado. Este tipo se veía de constitución robusta, pelo castaño oscuro parado en punta y una cicatriz con forma de X en la frente.

– Geh, y aquí hay otro... – dijo Ranpha con asco. Parecía el típico gorilón que era puro músculos y sin una pizca de cerebro.

– ¡Mi nombre es Guinness Stout, y mi único deseo es luchar contra oponentes poderosos! – se presentó. Este tipo parecía no tener concepto alguno de regular el volumen de su propia voz. – ¡Ranpha Franboise! ¡Esta batalla determinará si eres digna de ser o no mi rival!

– ¡¿Eh?! ¡¿Y tú cómo diablos sabes mi nombre?! – preguntó Ranpha.

– Los nombres de los pilotos de los Emblem Frames generalmente no están accesibles al público... – dijo Milfie.

– No sólo tu nombre, my honey. – dijo el narcisista, que antes se había presentado como Camus. – Milfeulle Sakuraba, en la academia de pilotaje, ¿no solías quedarte dormida en clases?

Ranpha escuchó que Milfie soltaba un grito ahogado. Tal como dijo Milfie, los nombres de las miembros de la Brigada Angel eran alto secreto salvo para los altos mandos de la milicia, y por supuesto las familias de todas ellas. Pero para que este par de locos supieran de ese detalle tan específico sobre su tiempo en la academia... eso podría significar muy malas noticias. El sujeto llamado Camus continuó hablando:

– Sin importar cuántas veces te lo advirtieran, continuabas haciéndolo, hasta que tu instructor se enfadó contigo y finalmente...

– ¡N-no puede ser! – exclamó Milfie llevándose la mano a la boca. Aún por el monitor Ranpha podía ver que su cara comenzaba a ponerse más y más roja, especialmente con lo que vino a continuación.

– Cuando te quedaste dormida, tu instructor te dibujó en la cara con un marcador y hasta te tomó una foto. ¡Ah, querida Milfie, incluso con un mostacho te veías adorable!

– Ah, sí me acuerdo de algo de eso. – dijo Ranpha. Ella no lo vio porque ese día estuvo enferma, pero cuando volvió al día siguiente todos estaban hablando de eso. Por desgracia, el profesor se quedó con la foto y no dejó que nadie más la viera.

– ¡¿Cómo es que sabes sobre eso?! – exclamó Milfie, perdiendo cualquier asomo de control. – ¡Se suponía que nadie más vería esa foto! ¡Ni siquiera a mí me dejaron conservarla!

– ¡¿Y entonces cómo sabes que alguien no se la llevó?! – exclamó Ranpha. Por mucho que le gustaría reírse del infortunio de Milfie, este no era el lugar ni momento de hacerlo. Especialmente porque el narcisista parecía seguir teniendo más para decir.

– Jeje... My honey, estoy locamente enamorado de ti. Cuando dos personas se aman, no hay secretos entre ellas.

– ¡No estoy enamorada de ti! – exclamó Milfie indignada.

En este punto, Ranpha sintió ganas de vomitar. No lo negaba, ella era una romántica empedernida, y creía firmemente en lo que dijo el narcisista sobre que no debía haber secretos entre dos personas que se amaban. Pero había una gran diferencia entre contar tus secretos a tu pareja voluntariamente, e ir por allí como un acosador investigando a la persona objeto de tu afecto. Si es que se pudiese llamar afecto a esa aparente obsesión del sujeto para haberlas investigado a ellas.

– Además, conozco muchos más de tus más profundos secretos. Por ejemplo, un ensayo que escribiste cuando eras niña.

– ¡¿De dónde ibas a sacar eso?! – exclamó Ranpha, que en ese punto ya no pudo quedarse callada.

– ¡Wajajajajaja! – se rio el gorilón llamado Guinness tan fuerte que le volvió a perforar los oídos. – ¡Para nuestras habilidades investigativas, no hay nada imposible!

– ¡Sólo están abusando de esas habilidades para sus propios caprichos! – gritó Ranpha, apretando tanto sus palancas que empezaban a dolerle los dedos.

– ¡No recuerdo lo que escribí, pero igual detente! – exclamó Milfie, mitad exigiendo, mitad suplicando. El sujeto sin embargo no la escuchó, y procedió a leer en una voz afeminada que claramente buscaba imitar al tono de Milfie.

– «Cuando crezca, quiero ser una nave espacial, y llevar a muchas personas a toda clase de planetas. Planetas con zoológicos, planetas con museos, planetas con océanos, planetas con montañas...» – El sujeto se rio burlonamente. – Ujuju, qué ensayo más conmovedor. Estuviste ausente de cada viaje escolar y nunca pudiste ir a ninguno de esos lugares. ¿Quieres que siga leyendo este triste documento? «Pero el planeta que más deseo visitar es...»

– ¡Kyaaaaa, ya basta! – exclamó Milfie, que en ese momento ya se había soltado a llorar por la vergüenza, y no podía culparla. – ¡No digas ni una palabra más!

– ¡Wajajajaja! ¡Qué gran chica! – gritó el gorilón.

– Milfie... ¿eres... una idiota? – preguntó Ranpha una vez que asimiló la información, sin saber qué pensar. – ¿En serio creías que alguien podría convertirse en una nave espacial?

– ¡Es porque el profesor me dijo "No te preocupes si no es algo posible"! – lloriqueó la pelirrosa, cuyo rostro ya estaba tan rojo que resaltaba por encima de su pelo.

Aunque por fuera Ranpha se estaba burlando de Milfie, por dentro la rubia no pudo evitar sentir algo de pánico. Si encontraron ese ensayo de Milfie, del que ella no sabía absolutamente nada, ¿quién le decía que no habrían encontrado alguno de ella? Tembló de pensar si alguno habría visto sus poemas de amor que escribió en clase de literatura cuando iba en la secundaria...

Mayor razón para aniquilarlos y asegurarse de que nada de eso saliera a la luz, ni ahora ni nunca.

...

En el puente del Elsior, Takuto y Lester habían permanecido en silencio durante casi toda la confrontación verbal, limitándose a escuchar cómo Milfie y Ranpha intercambiaban palabras con los dos agresores. Que a pesar de su primera impresión y aunque habían estado dando información irrelevante, el hecho de que pudieran acceder a ella con tanto detalle era alarmante.

– Aparentemente las fuerzas de Eonia han ganado acceso a la base de datos de la milicia imperial. – dijo Lester.

– Eso explicaría cómo saben sobre nosotros. – dijo Takuto. – No podemos tomarlos a la ligera...

– Almo, ¿los demás Emblem Frames todavía no pueden despegar? – preguntó el subcomandante, a lo que la operadora negó con la cabeza.

– Aún no han terminado de remover los escombros del hangar.

– Diablos, no tenemos más opción que dejarles esto a Milfie y Ranpha. – dijo Takuto.

– ¡Aaaay, qué vergonzoso! – exclamó Milfie. – ¡No los voy a perdonar!

– Tu rostro manchado de rojo por la vergüenza también es hermoso, my honey. – dijo el sujeto llamado Camus.

– ¡Aquí vamos! – gritó el llamado Guinness. – ¡Te enseñaré mis ataques!

– ¡Esa es mi línea! – le espetó Ranpha. – ¡Te llenaré de más agujeros que una coladera!

Takuto no pudo más que cortar la tensión ordenándoles a ambas que iniciaran su ataque. Entre más pronto salieran de esto, más rápido podrían irse de aquí y olvidarse de todo este lío.

...

Decir que Ranpha estaba furiosa sería quedarse corto. En cuanto Takuto dio la orden de avanzar, activó sus propulsores a máxima potencia y aceleró para encontrarse con el sujeto llamado Guinness, decidiendo aceptar el reto que le extendió antes. En cuanto se pusiera a tiro, le lanzaría las Garras de Anclaje y le arrancaría con ellas las alas para enseñarle una lección.

Desafortunadamente, su ataque falló y el sujeto fue capaz de maniobrar esquivándole su ataque, y obligándola a virar hacia un lado cuando le lanzó una ronda de misiles. Algunos la persiguieron luego de fallar el impacto inicial, obligándola a dar la vuelta para despistarlos y que se estrellaran contra el asteroide. Ya que estaba fuera del alcance de sus Garras de Anclaje, ella decidió responderle con unos propios, pero el caza negro los repelió haciendo giros de tonel mientras creaba un escudo a su alrededor, saliendo totalmente indemne.

– Tch, esto será complicado. – dijo Ranpha mordiéndose el labio inferior antes de ir por la siguiente ronda de ataque. Tendría que acercarse más para usar el vulcan y con algo de suerte engancharlo con las garras de anclaje.

Al ponerse a rango los dos comenzaron a intercambiar disparos, al tiempo que evadían los del otro. Considerando que los Emblem Frames eran las naves más poderosas del imperio, decía mucho que el piloto de la otra fuese capaz de seguirle el paso con una caza que seguramente tenía estadísticas por debajo del Kung-Fu Fighter. Odiaba admitirlo, pero era un buen piloto a pesar de ser un gorilón ruidoso.

– ¡Waaaaa! ¡Ranpha, estoy bajo fuego! – exclamó Milfie por el canal de comunicaciones.

Ranpha miró hacia un lado, y vio cómo el Lucky Star intentaba escapar del otro caza, que la estaba bombardeando con disparos vulcan y misiles. La rubia apretó los dientes, indecisa de si acudir en su ayuda, o tratar de lidiar primero con su oponente. Finalmente decidió hacer lo primero: tal vez si intentaban eliminar a uno de ellos entre las dos sería más fácil.

– ¡Ya voy, Milfie! – exclamó Ranpha dándose la vuelta y acelerando.

– ¡No te me vas a escapar! ¡Yo soy tu oponente!

Apenas se dio la vuelta, el otro sujeto también empezó a dispararle por la espalda, haciéndola sacudirse sobre su asiento.

– ¡Serás...! ¡Eso lo vas a pagar! – gritó la rubia, volviendo a girarse antes de descargar una resma completa de misiles en venganza. Desafortunadamente, debido a que estaba demasiado cerca no fijó al objetivo y la mayoría salieron desviados sin dar en el blanco.

– ¡Ranpha, no puedo más! – exclamó Milfie.

– ¡Aguanta un poco, sólo déjame encargarme de este tipo primero! – replicó Ranpha.

Volvió a disparar las Garras de Anclaje, pero de nuevo el caza negro las eludió, por poco haciendo que se engancharan entre sí. Ranpha se dio cuenta que tenía que lanzarlas con más cuidado: ya en un ejercicio se le habían enredado los cables y tuvieron que remolcarla fuera de allí para poder desenredarlos manualmente.

– Será mejor intentarlo con una sola. – se dijo.

Sólo por seguridad, deshabilitó el control de la Garra de Anclaje derecha. La ventaja de hacer eso era que los cables magnéticos de ambas garras estaban conectados entre sí, y deshabilitar una de ellas significaba que la otra tenía más cuerda para estirarse, dándole un mayor alcance. Tenía una idea, y si todo salía bien, quizás pudiera deshacerse de los dos de un solo golpe.

– ¡Oye! ¡¿Dijiste que tu nombre era Guinness? ¡Si quieres un pedazo de mí, ven por él, cara rajada! – exclamó Ranpha.

– ¡Uwoooooooo! ¡Pagarás por ese insulto!

El tipo mordió el anzuelo, y se lanzó a perseguirla. Su intención era tratar de llevarlo hacia el sector donde Milfie estaba combatiendo, o más bien escapando del otro sujeto, ya que todo su enfrentamiento había consistido mayormente en ella huyendo de él mientras alternaba entre hacer sus coqueteos de acosador y dispararle. Ranpha no entendía: ¿quería seducirla o matarla? Que se decidiera de una vez, maldita sea.

– ¡No escaparás de mí! – gritó Guinness antes de lanzarle otra ronda de proyectiles, que ella inmediatamente evadió.

Tuvo que hacer algunos cálculos de trayectoria, ya que sólo tendría una oportunidad. Mint y Vanilla eran mucho mejor que ella en esto, pero pudo hacer un estimado lo suficientemente aproximado para lo que quería hacer. Ahora sólo tenía que ponerse en posición.

– ¡Aquí voy! ¡Garra de Anclaje, fuera! – gritó Ranpha, disparando la garra izquierda. El caza de Guinness lo evadió, y de inmediato procedió a reírse atronadoramente.

– ¡Jajajajaja! ¡No me atraparás con eso!

– ¡¿Y quién dijo que te apunté a ti?! – replicó Ranpha, apenas viendo por un segundo la mirada de sorpresa de su adversario.

Y efectivamente, la garra se había desviado hacia un lado, hacia la trayectoria justo cuando el caza del otro sujeto, Camus, iba pasando mientras perseguía a Milfie. Logró engancharse de una de sus alas, y sin perder tiempo Ranpha le mandó un choque electromagnético para inmovilizarlo. Esto le dio tiempo a Milfie para alejarse y ponerse en posición para disparar.

– ¡Gracias, Ranpha! ¡Ahora es mi turno, Híper Cañón, fuego!

Por lo menos en el tiempo que había pasado huyendo, Milfie había estado cargando energía de su cañón de partículas, y de inmediato disparó un rayo masivo. Evidentemente esto tomó desprevenido a Guinness, que apenas logró virar para evitar un ataque fatal, pero el rayo aun así logró hacerle mella rozándole los motores superiores. No fue un daño crítico, pero sin duda le causaría problemas.

Sin embargo, cuando se disponía a rematar al otro sujeto, este desacopló sus alas (por donde lo tenían sujeto), y se alejó de allí. De pronto abrieron otro canal de comunicaciones entre ellos.

– Hmm... parece ser que aún no es el momento. – dijo. – ¡Guinness, nos retiramos por el momento!

– ¡Entendido, Camus! – replicó el gorilón. Y de inmediato los dos dieron la vuelta y comenzaron a alejarse rápidamente del sector.

...

– Los cazas enemigos se están retirando. – informó Coco, para consternación de todos en el puente del Elsior. El canal continuaba abierto, y Takuto pudo ver que tanto Milfie como Ranpha estaban perplejas ante este giro de acontecimientos.

– ¡¿Creen que están huyendo?! – exclamó Ranpha. – ¡Todavía no he terminado con ustedes!

– Les... ¿les ganamos? – preguntó Milfie, algo insegura.

– Eso fue suficiente presentación por hoy, Milfie. – dijo el sujeto llamado Camus. – La próxima vez que nos veamos, te daré la tumba más hermosa. Disfruta de esperarlo hasta entonces. Por ahora, adieu.

– ¡Aaaahhh, mejor no vuelvas! – gritó Milfie.

– No estuvo mal, ¿eh, Ranpha? ¡Te acepto como mi eterna rival! – gritó Guinness. – ¡Me despido por ahora, mi poderosa amiga y rival! ¡Nos veremos de nuevo, jajajajajaja!

– ¡¿A quién llamas amiga?! – exclamó Ranphaindignada. – ¡No recuerdo haberte aceptado como amigo!

– Las naves enemigas han abandonado el sector de combate. – informó Almo.

– Entendido, en ese caso el Elsior también se retirará. – dijo Takuto. – Dense prisa y recojan a los Emblem Frames.

– Podrían ser un oponente muy duro. – comentó Lester con preocupación. – Pudimos repeler la emboscada, pero la próxima vez...

– Sí... – dijo Takuto, también preocupado, pero rápidamente decidió olvidarse de eso por el momento. Por ahora, tenía que ir a agradecerles a Ranpha y Milfie. – Lester, te quedas a cargo, iré al hangar. Debo ver a la Brigada Angel.

– Bien, me ocuparé de todo aquí hasta que el Chrono Drive se active. – respondió el subcomandante.

...

Habiendo ya repelido a la amenaza, al menos por el momento, Takuto se dirigió hacia el hangar, llegando justo cuando el Lucky Star y el Kung-Fu Fighter atracaban de vuelta. Por un lado, fueron buenas noticias que las demás no tuvieron que salir a combatir, pero por el otro, le preocupaba que esa batalla hubiese sido tan fácil. ¿Por qué se habían retirado tan de repente?

Milfie y Ranpha se bajaron de sus naves, y particularmente la segunda se veía muy molesta, por lo que el comandante se aproximó con mucha cautela para no provocarla. La pelirrosa por su parte parecía seguir tratando de esconder la cara entre las manos, aunque el rubor se filtraba hasta sus orejas por lo que Takuto podía ver. Las demás también se habían bajado de sus Emblem Frames ahora que sus servicios aparentemente no serían necesarios.

– Milfie, Ranpha, bienvenidas de vuelta. – les dijo. – Buen trabajo las dos.

– ¡Honestamente! – dijo Ranpha visiblemente irritada. – ¡¿Qué onda con ese sujeto?! ¡Estoy que ardo de la rabia!

– Ahhh, eso fue muy embarazoso... – lloriqueaba Milfie. – Todos, por favor olviden lo que escucharon sobre mí...

– Está bien, Milfie. – intentó consolarla Takuto. – Nadie se va a burlar de ti por algo tan trivial.

– ¡Ay, muchas gracias! – Milfie se le tiró encima y lo abrazó. Fue un gesto un poco brusco, pero no desagradable, aunque la pelirrosa pareció darse cuenta de su arrebato y rápidamente se soltó.

– Dejando eso de lado, esos cazas rivalizaban en movilidad a los Emblem Frames. – dijo Takuto cambiando a modo serio. – Parece que ha aparecido un enemigo muy problemático...

– Serán mucho más difíciles que la flota automatizada, de muchas formas. – comentó Mint.

– Más todavía, los pilotos parecían un par de acosadores. – agregó Forte. – Considerando ambas cosas, no podemos tomarlos a la ligera.

– Aww. La fortuna que Ranpha me leyó resultó ser correcta. – dijo Milfie, que parecía ya haberse calmado un poco. – Fue un encuentro muy desagradable.

Ese comentario le recordó a Takuto lo que sucedió antes de la batalla. Ahora que lo pensaba bien, ¿a esto se refería con que Milfie tendría un encuentro con alguien desagradable? Ciertamente, ese narcisista acosador parecía encajar muy bien con la descripción, especialmente luego de haber expuesto esos secretos tan vergonzosos.

– Bueno, se supone que tiene un índice de 99% de aciertos, ¿no, Ranpha-san? – preguntó Mint.

– Sí, sí, es correcto. – asintió la rubia. – Ese es el resultado de tu fortuna. ¿No estás aliviada, Milfie?

– ¡Claro que no! – Ahora era Milfie la que parecía molesta, y nadie podría culparla.

– Pero si realmente funciona... – En eso Ranpha de repente se cortó mientras hablaba, como si acabase de darse cuenta de algo, y miró en dirección hacia Takuto. – Eh, entonces... eso quiere decir que...

– ¿Eh? ¿Sucede algo, Ranpha?

– ¡¿Eh?! ¡N-no, no pasa nada! – exclamó la rubia sobresaltada cuando él le habló. Se había puesto casi igual de roja que Milfie hacía un minuto.

– Oh, ho... ¿ahora te preocupa tu propia fortuna? – preguntó Forte sonriendo con malicia. – Alguien cercano a ti del sexo opuesto se acerca. "¿Dónde podría estar mi príncipe soñado?" Es lo que estabas pensando, ¿verdad?

– ¡N-no se trata de eso! – exclamó Ranpha.

– Pero ese hombre llamado Guinness no era alguien que conozcas. – señaló Mint. – Es la primera vez que se ven, ¿no es cierto?

– ¡Claro, claro! ¡Ese sujeto no podría ser de ninguna manera!

– Entonces, ¿sí es alguien de esta nave después de todo? – preguntó Milfie, al parecer ya habiendo recuperado su disposición alegre usual. – ¿Quién crees que pueda ser, Ranpha?

– ¡T-todavía no tengo idea! – Ranpha empezó a dar pasos hacia atrás. – Como sea, necesito darme una ducha. ¡Nos vemos!

Y sin decir más echó a correr hacia la salida del hangar, dejando a Takuto y al resto de la Brigada Angel totalmente confundidos. Parecía estar muy apurada por alejarse luego de aquel encontronazo, pero de momento no había más nada que pudieran hacer. Takuto pensó que quizás luego debería hablar con ella.

– Bueno, en ese caso yo también me voy a mi cuarto. – dijo Milfie rompiendo el silencio. – ¡Hasta luego!

– Whoa, un momentito, Milfie. – la detuvo Forte. – Primero tienes que chequear el daño en el casco de tu nave.

– ¡¿Eehhh?! ¡No es justo! ¡A Ranpha la dejaste irse! – protestó Milfie.

– Ranpha-san terminó de hacerlo antes de marcharse. – señaló Mint con una gran sonrisa.

– Awww, pues me hubieran dicho antes para hacerlo.

– Ya, ya, no te quejes. – insistió Forte dándole un empujoncito. – Vamos, a trabajar.

Algo enfurruñada, Milfie se dirigió de vuelta al Lucky Star para revisarlo. Aunque no habían sido graves, a comparación del Kung-Fu Fighter, su nave sí había recibido algunos impactos visibles, así que seguramente tardaría un rato. Si por él fuera le gustaría ayudarla, pero ese era el trabajo de Creta y el resto del equipo de ingenieros, así que no había más que él pudiera hacer aquí en el hangar.

Sin embargo, cuando se disponía a irse tras Forte y Mint, Vanilla lo detuvo.

– ... Takuto-san... necesito decirte algo.

– ¿Qué sucede, Vanilla? – preguntó él.

– El hangar ya está reparado, pero hay algo que todavía me preocupa... – dijo ella.

– ¿Qué cosa?

– Considerando que el misil hizo un impacto directo, no recibimos mucho daño. – explicó Vanilla. – Tal vez haya una razón por la cual se hayan contenido en su ataque.

– Ahora que lo dices, el enemigo se retiró muy rápido. – admitió Takuto. – ¿Qué crees que intentaban hacer?

– No lo sé. – replicó la peliverde. – Por ahora, volveré a ayudar con las reparaciones.

Vanilla entonces se fue para unirse al equipo de ingenieros que seguían revisando al Lucky Star. Sin embargo, sus palabras le dejaron a Takuto más cosas en las que pensar. Efectivamente, había sido muy raro que esos dos pilotos hubieran aparecido para atacarlos, y tan rápido como lo hicieron terminaron retirándose. Y el misil parecía no haber hecho mucho más que sacudirlos un poco e impedirles desplegar a todos los Emblem Frames.

¿Acaso el enemigo tramaba algo? Quizás debería dar una ronda por la nave en busca de algo inusual, sólo por si las dudas.

– Atención a toda la tripulación. – sonó la voz de Almo por los altoparlantes. – La nave acaba de entrar en Chrono Drive. La hora estimada para llegar a nuestro destino es mañana a las 14:00 horas. Por ahora, todos pueden tomar descansos una vez que completen sus deberes rutinarios.

– Oh, eso son buenas noticias. – dijo Takuto. – El enemigo no podrá atacarnos mientras estemos en Chrono Drive. Ah, aunque eso significa que tendré que tomar el mando del puente y relevar a Lester, jejeje...

*¡CLICK!*

– ¿Hmm? – A Takuto le pareció escuchar un ruido cerca de allí. Sonó como el obturador de una cámara o algo así, así que caminó en la dirección por donde lo escuchó, por si era alguien que intentaba tomarle una foto a escondidas. – ¡Oiii! ¿Hay alguien por allí?

Miró a todas partes, pero no vio a nadie. ¿Habría sido su imaginación?

Sin más que hacer, Takuto abandonó el hangar y comenzó a andar por el corredor hacia los elevadores. Luego de unos minutos y al dar la vuelta en una esquina, se topó con alguien que venía en la dirección opuesta. Se trataba de Kuromie.

– ¿Oh, Takuto-san? ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó el cuidador, que parecía inusualmente sorprendido de verlo.

– ¿Por qué preguntas? ¿O es que no debería estar aquí?

– No, pero... es que acabábamos de cruzarnos cuando entraste en los vestidores. – respondió Kuromie.

Takuto ladeó la cabeza confundido. Como el cuarto del comandante tenía su propio baño, rara vez tenía que entrar a los vestidores. Si lo hiciera sería para espiar a las chicas... algo que él definitivamente no haría por tentador que fuera.

– Pero si acabo de venir del hangar. – dijo Takuto.

– ¿De qué hablas? Si acabo de verte hace un minuto.

– ¿No te habrás confundido? – insistió Takuto. El hangar estaba en el otro extremo del bloque D, así que no habría podido llegar a los vestidores en tan poco tiempo.

– Qué curioso. Estaba totalmente seguro que eras tú, Takuto-san. – insistió el cuidador. – Después de todo, era alguien con pelo azul, y el único que usa ese uniforme con la capa corta eres tú.

– ¿No estarás un poco cansado? – preguntó Takuto, intentando encontrar una explicación. – Quizás deberías relajarte un poco, como yo.

– No lo sé, aunque realmente no estaba poniendo mucha atención... – dijo Kuromie pensativo. – Pero aun así es muy extraño... ¿quizás sí estoy cansado?

– ¿Por qué no vas a la enfermería y te tomas una siesta? – sugirió Takuto. – Será un buen cambio de ritmo.

– Supongo que sí... Bueno, en ese caso aceptaré tu generosa oferta.

Y sin mediar más palabras, Kuromie se retiró por su lado, dirigiéndose hacia la enfermería. Quizás sólo estuviera imaginando cosas, pero una sensación de intranquilidad todavía continuaba picándole un poco a Takuto, y no podía sacudírsela de encima. Quizás debería ir a revisar los vestidores sólo para estar seguro.

...

Minutos después, el joven comandante se hallaba frente a la puerta de los vestidores. Abrió el lado de los hombres y miró dentro con mucha cautela, pero no parecía que nadie hubiese entrado allí en un buen rato, lo que sólo lo dejó aún más confundido.

¿A quién habría visto Kuromie? ¿Y por qué lo confundió con él? ¿Sería que realmente se estaba imaginando cosas o lo engañaron sus ojos?

– ¡Kyaaaaaaaaaaa!

En eso, sonó un grito chillón desde el otro lado. Takuto inmediatamente reconoció la voz de Ranpha, y sin pensarlo dos veces salió corriendo hacia allá.

– ¡¿Qué ocurre, Ranpha?! ¡¿Te encuentras bi... whoa?!

– ¡Kyaaaa! ¡No me mires!

Takuto se quedó paralizado, y con buena razón. Para empezar, en ese momento fue que se dio cuenta que había entrado en el vestidor de mujeres, donde no debería estar, y Ranpha estaba frente a él, tapándose como podía con una toalla tan roja como su propia cara.

– ¡¿Me estabas espiando?! – exclamó furiosa la rubia. – ¡Chalado, pervertido! ¡No puedo creerlo!

– ¡No, no, te equivocas! – Takuto empezó a agitar las manos frenéticamente, a la vez que intentaba retroceder hacia la puerta para no ponerse potencialmente al alcance de sus patadas. – Te escuché gritar y por eso vine a ver...

– Qué mentira tan obvia. – replicó ella. – ¡Me estabas espiando en la ducha, te vi!

– ¡E-eso es imposible! – exclamó Takuto. – ¡Todo esto no es más que un error!

– ¡El único error que cometí fue haber confiado en ti! – continuó gritando la rubia indignada. Había agarrado un cepillo con una mano mientras con la otra se sostenía la toalla para cubrirse. Takuto estaba dividido entre mirarla a los ojos para que se diera cuenta de que no mentía, y luchar por no mirar las partes de su cuerpo al descubierto.

– ¡Te lo juro, sólo es un malentendido! ¡Sólo escucha lo que digo, Ranpha!

– ¡Ya basta, ¿hasta cuándo me vas a mirar?! – dijo agitando el cepillo para golpearlo. – ¡Me voy a cambiar, ahora sal de aquí!

Sabiamente Takuto se salió de allí y cerró la puerta tras de sí. Eso le daría al menos unos minutos para calmarse y asimilar lo que acababa de suceder. Qué ironía que apenas hacía un rato había pensado (sólo en broma) en espiar a las chicas, y ahora de repente pasaba esto. ¿De verdad pensaba Ranpha que fue él quien la estaba espiando?

Y como si las cosas no pudieran empeorar, justo en ese instante llegaron por el corredor el resto de la Brigada Angel, a excepción de Vanilla.

– Hey, hey, ¿qué pasa aquí? – preguntó Forte.

– Takuto-san, ¿sucedió algo? – agregó Milfie.

– Me pareció escuchar un grito. – terció Mint.

– Eh, no, lo que pasó fue que...

Pero antes de que pudiera responder o explicarse, la puerta del vestidor se abrió, y una Ranpha totalmente vestida y enojada hizo acto de presencia. Su mirada naturalmente se fijó en él, y luego en sus compañeras.

– Ah, qué oportuno que están aquí. – dijo la rubia, que sin tardanza lo agarró a él por el cuello de su camisa. – ¡Este tipo andaba espiándome mientras me duchaba!

– ¡¿Eeehhh?! ¡¿Eso es verdad, Takuto-san?! – exclamó Milfie.

– Así que por eso está tan enojada. – Forte se cruzó de brazos y lo miró muy severamente. – ¿No deberías disculparte, Sr. Comandante?

– Les estoy diciendo que es un malentendido. – dijo Takuto, que apenas podía respirar bajo el agarre de Ranpha. – Les juro que yo jamás haría algo así.

Había aprendido esa lección a la mala en la academia después de todo. Una vez un par de amigos lo convencieron de colarse en el vestidor de mujeres para espiar, y terminaron siendo descubiertos. Sobra decir que la paliza que recibió de parte de las (justificablemente) enfurecidas féminas fue suficiente lección para entender que no valía la pena volver a hacer eso, y que las mujeres apreciaban mucho que su privacidad no fuese violada.

Forte le lanzó una mirada inquisitiva, como si intentara determinar si decía la verdad, al tiempo de que retiraba con cuidado la mano de Ranpha que lo estaba agarrando del uniforme. Él aprovechó de acomodarse las arrugas mientras trataba de no amilanarse bajo los ojos penetrantes de la pelirroja.

– Ranpha, ¿estás segura de que lo viste? – preguntó.

– Absolutamente. – dijo Ranpha. – No puedo equivocarme.

– Ahora que lo dices, vi a Takuto-san frente a la puerta de los vestidores hace unos minutos. – dijo Mint con una expresión extraña. El comandante empezó a sudar: eso no le iba a ayudar en nada.

– No tú también, Mint... por favor, les pido que me entiendan...

– No, sólo estoy diciendo la verdad. – insistió la peliazul. – Traté de llamarte, Takuto-san, pero te quedaste callado y te fuiste sin decir nada.

– ¡Soy inocente!

– ¡Ven acá! – exclamó Ranpha dándole otro tirón. – ¡Deja de estar poniendo excusas y confiesa de una vez!

Takuto tragó en seco. Había visto lo fuerte que era Ranpha y estaba seguro de que si lo golpeaba le iba a doler, y mucho. Pero él sabía que era inocente, y aunque disculparse podría aplacarla temporalmente, sería básicamente admitir que hizo algo que no había hecho. ¿Cómo podía lograr que lo escucharan?

– ¡Ahhh! – gritó de repente Milfie.

– ¿Qué pasa? ¿Ahora tú por qué gritas de repente? – espetó Ranpha.

– Por casualidad, ¿no será esto de lo que hablaba la fortuna de Ranpha? – exclamó Milfie sonriendo emocionada.

– Ah, sí, un acercamiento con alguien del sexo opuesto en un lugar inusual. – dijo Forte. – Ahora que lo pienso, esta situación encaja muy bien con eso.

– Y hay una precisión del 99% después de todo. – agregó Mint guiñando el ojo.

– ¡¿Eeeeh?! – El shock de Ranpha pareció ser tan grande que en ese momento ella lo soltó. De nuevo se estaba poniendo roja, y esta vez no de rabia sino de vergüenza. – ¡N-no hay forma de que pueda ser eso!

– Ahhh, ya entiendo. – Forte se rio con malicia y se acercó a Takuto, para darle un pequeño codazo en el costado. – Sr. Comandante, bien hecho. Así que para asegurarte que la fortuna se cumpliera, ¿decidiste hacerlo por la fuerza?

– ¡U-un momento! ¡Estás diciendo eso como si estuvieras convencida de que fui yo! – se defendió Takuto.

– ¡Cierto, cierto! – gritó Ranpha. – Esto no es una broma, en serio. ¡Esto es un problema!

– Eso dices, ¿pero de verdad es tan malo? – insistió Forte.

– 99% de precisión. – repitió Mint, volviendo a guiñar el ojo.

– ¿Qué? Así que era eso. – agregó Milfie. – ¿No te alegras, Ranpha? ¡Tu fortuna sí acertó después de todo!

– ¡Les digo que se equivocan! – gritó Ranpha. En este punto ya tenía la cara igual de roja que su vestido. – ¡Takuto, di algo y apóyame aquí!

– ¡Pero si te estoy diciendo que soy inocente! – volvió a defenderse él. Parecía que en vez de solucionar el malentendido sólo provocó otro potencialmente más serio.

– En ese caso, no voy a interferir con su momento. Me voy de vuelta al trabajo. – dijo Forte, dándose la vuelta y retirándose.

– Ah, eso me recuerda, estaba revisando el casco de la nave. – dijo Milfie, yéndose detrás de Forte.

– En ese caso, yo también debo irme. – concluyó Mint, haciendo una pequeña reverencia.

– ¡Hey, esperen un minuto! – Takuto intentó detenerlas, pero todas ya se habían marchado, dejándolo a su suerte con Ranpha. Luego de que desaparecieron en la esquina del corredor, miró a la rubia, que había retornado a su semblante enojado.

– ¿Todavía no te das por vencido? – le preguntó con indignación. – Me voy a quejar con el Subcomandante Coolduras para que se asegure de castigarte.

– No, por eso te estoy diciendo que...

– Hrmph, tus excusas no funcionarán conmigo. – dijo ella tajantemente.

Con todo, parecía que con la vergüenza que había pasado frente a las demás con lo de su fortuna, el coraje se le había bajado lo suficiente. Y a su vez, él había tenido tiempo de pensar con un poco más de claridad la situación. Si Ranpha estaba tan convencida, eso quería decir que alguien posiblemente se había hecho pasar por él, y quienquiera que fuese, era el que la había pillado en el vestidor. El comandante del Elsior tomó aplomo y respiró profundamente.

– Ranpha... por favor escúchame. – dijo mientras le ponía las manos en los hombros.

– ¿Q-qué quieres? – Eso pareció tomarla desprevenida, pero él mantuvo la mirada fija en la de ella. Debía ponerse firme, después de todo él era su comandante, su oficial superior. Tal vez ahora fuese una oportunidad perfecta de ganarse su confianza.

– Te aseguro que no fui yo. – le dijo con la voz llena de convicción, sin temblar ni un poco. – Voy a atrapar al verdadero culpable y demostraré mi inocencia.

– ¿El verdadero culpable? – dijo ella, escéptica. – Eso suena demasiado conveniente. Seguro intentarás hacer trampa.

– Te digo la verdad. – insistió él. – Créeme.

– Hm... hrm. – Ranpha hizo un gesto de desdén, pero él pudo percibir que su expresión, aunque seguía enojada, se había suavizado un poco. – Si crees que puedes, adelante, inténtalo.

– Lo haré. – dijo él soltándola. – Como sea, tengo que revisar por toda la nave. Si me disculpas...

– ¿Ah? ¡O-oye, espera! ¡¿A dónde crees que vas?!

Takuto ignoró las protestas de Ranpha, y simplemente empezó a andar por el corredor. Quienquiera que hubiera sido el mirón, tendría que responder ante él, por haberlo metido en este predicamento. Pero era la única forma de demostrarle a Ranpha que era inocente, así que no podía perder ni un instante.

Esta historia continuará...


Notas del autor:

Y continuamos con el capítulo de Ranpha. El segmento de batalla fue bastante breve, ya que de hecho en el juego esos dos salen huyendo casi apenas reciben algún daño de Milfie y Ranpha. Aunque debo admitir que me reí bastante con los diálogos previos a la batalla, particularmente cuando Camus reveló ese secreto tan embarazoso sobre Milfie. Hasta Ranpha pensó que era idiota, si bien que ella también tiene algunos propios que no quiere que salgan a la luz. Bueno, supongo que no hay mucho qué hacer de momento excepto agregar perfiles de los dos sujetos que acabamos de enfrentar.


PERFILES DE LOS PERSONAJES:

Nombre: Camus O. Laphroaig

Género: Masculino

Edad: Desconocida (aparenta rondar sus 20)

Estatura: Desconocida

Color de cabello: Azul claro

Color de ojos: Azul claro

Afiliación: Hell Hounds, "Legítimo" Imperio de Transbaal

Seiyuu: Akira Ishida (voz japonesa de Gaara en Naruto, Athrun Zala en Mobile Suit Gundam SEED y sus secuelas, Kaworu Nagisa en Neon Genesis Evangelion y Rebuild of Evangelion, entre muchos otros)

Resumen: Camus es el líder de los Hell Hounds, un equipo de pilotos mercenarios contratados por Eonia para perseguir al Elsior. Camus es el más excéntrico de ellos, siempre hablando con un tono melodramático, obsesionado con la "belleza" y parece tener una fijación por cortejar a Milfeulle Sakuraba, revelando secretos embarazosos sobre ella durante su primera confrontación, aunque los rechazos de esta última le llevan a alternar entre cortejarla y amenazarla de muerte. A pesar de estas pecularidades, parece tener un sentido de saber lo que hace, al ser el líder de su escuadrón.


Nombre: Guinness Stout

Género: Masculino

Edad: Desconocida (aparenta rondar sus 20)

Estatura: Desconocida

Color de cabello: Castaño

Color de ojos: Café oscuro

Afiliación: Hell Hounds, "Legítimo" Imperio de Transbaal

Seiyuu: Nobuyuki Hiyama (voz japonesa de Hiei en YuYu Hakusho, Batsu Ichimonji en Rival Schools, Gai Shishioh en GaoGaiGar, entre muchos otros)

Resumen: Guinness es un hombre muy simple que busca enemigos fuertes contra los que probar sus habilidades. A juzgar por su lealtad hacia Camus y el hecho de que siempre parece estar dispuesto a escucharlo, queda implícito que ambos llevan tiempo de ser amigos y compañeros, quizás incluso desde antes de formar a los Hell Hounds. Es el miembro más vocal del grupo, literalmente, ya que siempre habla gritando a los cuatro vientos todo lo que dice. Su actitud fogosa y confrontacional sin dudas está a la altura de la igualmente fogosa pero mucho más consciente de sí misma Ranpha Franboise, a quien ve como una "gran rival", mientras que ella sólo lo ve como un tipo molesto y escandaloso.


Y bueno, para terminar el capítulo, creo que es normal que en toda comedia romántica o serie de este tipo haya algún momento de "pervertido accidental" donde el protagonista se encuentra con alguna de las chicas del harem en una situación vergonzosa o comprometedora, y en este caso le tocó con Ranpha, que es una tsundere (quizás el peor arquetipo para toparte en ese tipo de situaciones). Ahora va a tener que probar su inocencia al tiempo que lidia con ella siguiéndolo por toda la nave, y la única forma de hacerlo es descubrir quién fue el mirón. ¿Lo conseguirá? Y al hacerlo, ¿logrará ganarse la confianza de Ranpha en el proceso? Estas y más interrogantes serán respondidas en los próximos capítulos.

Creo que eso es todo. Gracias por los reviews a TheNewDabs y BRANDON369 en el capítulo anterior, y también a Goddess Artemiss que está siguiendo la historia tanto aquí como en Wattpad. Por cierto, la versión de Wattpad ya está a punto de llegar a su final (sólo restan dos capítulos para terminarla), por lo que me estoy planteando acelerar la publicación tal vez a tres caps por semana, ¿ustedes qué opinan? En fin, nos veremos en el próximo. ¡Brigada Angel, despeguen!