Sesshomaru y Rin
Aquel nuevo sentimiento
El atardecer la encontró recolectando las últimas hierbas que la anciana Kaede le había pedido. Suspiró, pasando el dorso de su mano por su frente al mismo tiempo en que posaba sus ojos en el cielo sintiendo aquella melancolía que su ausencia había generado.
Ya pasó un mes desde la última vez que nos vimos, ¿realmente no piensa regresar?
Pensó, mientras la secuencia de lo sucedido se presentaba nuevamente.
Inicio del flashback.
- ¡Inuyasha, abajo! - gritó y el híbrido se estrelló contra el suelo. - ¿Estas bien, Rin?
- ¡Oid, Kagome! ¡Ya me disculpé! - respondió.
- ¡Casi la golpeas!
- No se preocupe, señorita Kagome. - sonrió, poniéndose de pie. - El señor Inuyasha venía distraído.
- ¡¿Lo ves?! - se puso de pie. - ¡Ni siquiera está enojada!
- ¡Ese no es el punto! ¡Tienes que ser mas cuidadoso cuando llevas tantas cosas!
- De verdad, no se preocupen por mi. - rio levemente.
- Y, al parecer, tanto escándalo llamó la atención del idiota de Sesshomaru. - miró en dirección al bosque. - Oye Rin... ¿he? ¿Ya no está? - posó los ojos en su esposa, notando que aún lo miraba con molestia. - ¿Qué?
- Eres un tonto. - volteó y comenzó a caminar en dirección de la aldea.
- Pero... Oye tú no estás molesta por esto, ¿Qué te sucede? - la siguió, sin embargo, ella no volteaba ante sus palabras. - ¡Kagome, no me ignores! - gruñó. - ¡¿Qué demonios hice?!
La joven ignoró completamente la discusión que se desencadenaba a sus espaldas y se adentró en el vasto lugar.
- Señor Sesshomaru. - murmuró, deteniéndose a unos metros del demonio.
Él volteó y sus miradas se cruzaron mientras ella sonreía ampliamente, sin embargo, notó algo extraño.
- ¿Y el señor Jaken? - miró a su alrededor. - ¿Acaso no vino con usted?
- Rin.
- ¡No! - tapó su boca con ambas manos. - No me diga que algo le sucedió...
- Jaken está bien.
- Ufff. - suspiró. - Qué alivio. Entonces, ¿Por qué no vino con usted?
- Vine a despedirme, Rin.
- ¿Qué? - su respiración se detuvo ante aquellas palabras. - ¿Despedirse?
Él volteó en la dirección en la que el sol se pondría en las próximas horas.
- Ya es momento de que sigas con tu vida.
- ¿Seguir con mi vida? ¿A que se refiere?
- Adiós, Rin. - comenzó a caminar.
- ¡No! ¡Espere! - extendió su mano, sin embargo no logró moverse, casi como si sus pies estuviesen clavados al césped.
Sesshomaru no volteó, sólo se limitó a avanzar con la calma que lo caracterizaba.
Fin del flashback.
- Señor Sesshomaru. - se puso de pie sosteniendo la cesta mientras sus ojos se perdían en el cielo nuevamente. - ¿Por qué se fue sin decir más?
- ¡Rin!
Volteó ante la voz que la llamaba y sonrió cuando sus ojos castaños se posaron en los de ella.
- Kohaku, ¿Qué haces aquí?
- La anciana Kaede me envió a buscarte. - sonrió el joven. - Estaba preocupada porque no regresabas.
- Lo siento, me quedé pensando en algunas cosas.
- No te preocupes, ven, yo te acompañaré.
- Gracias. - sonrió, acercándose a su lado.
Mientras tanto, en una zona alejada de la aldea, el demonio se encontraba sobre un acantilado contemplando el atardecer como cada tarde.
- Señor Sesshomaru. - Jaken tiró suavemente de su hakama, sin embargo no obtuvo respuestas.
Vaya, el amo Sesshomaru está más callado de lo normal, me pregunto, ¿Qué habrá sucedido la tarde en la que fue a ver a Rin?
Pensó, mirándolo fijamente.
- ¿Qué es lo que quieres, Jaken? - preguntó, sin posar su mirada en el pequeño demonio.
- Estem... bueno... yo... yo quería preguntarle... ¿Cuándo iremos a ver a Rin?
- No regresaremos a esa aldea. - pronunció, volteando y comenzando a caminar.
- ¡¿Kah?! - su mandíbula se abrió ampliamente mientras no dejaba de observar la figura del yokai. - ¡Pero, amo bonito! - corrió a su lado. - ¿Acaso va a abandonarla?
- Ya no es necesario que la proteja.
- Pe... pero, ¿por qué dice eso?
No respondió con palabras, sin embargo, la respuesta se reprodujo en su mente.
Inicio del flashback.
Se dirigía al lugar del que provenía el aroma de Rin, luego de haber pasado casi dos semanas sin visitarla. Se detuvo a unos metros, observándola en un campo de flores en donde ella estaba sentada, de espaldas a él, observándolas.
Su dulce aroma era algo que cautivaba su fría alma, cobijándola con una calidez que desaparecía en el mismo momento en que se alejaba de la aldea. No podía ver su rostro, pero la imaginaba sonriendo.
Estaba a punto de acercarse cuando notó la presencia de otra persona que se acercaba, por lo que se mantuvo en las sombras.
Rin miró al costado al escuchar las pisadas y sonrió de inmediato, poniéndose de pie y corriendo en su dirección, abrazando al joven.
- ¡Kohaku!
- Hola Rin. - correspondió su abrazo, sonriendo de la misma manera. - ¿Cómo has estado?
- Muy bien. - se apartó y tomó su mano, guiándolo al lugar en el que ella estaba sentada y él se sentó a su lado. - ¿Qué hay de ti? Hace mucho que no venías a la aldea.
- He estado con mucho trabajo. - cortó una pequeña flor y se la entregó. Ella la recibió gustosa mientras continuaban con su plática.
Y en ese momento el demonio comprendió. Rin ya no era la jovencita que él había decidido proteger, por el contrario, se había convertido en una hermosa mujer y... pronto debería casarse. Sin embargo, aquel extraño sentimiento, uno que nunca había sentido y que no llegaba a comprender bien, aún seguía presente. Había oído de esas emociones, inclusive había visto a su hermano comportarse de maneras extrañas gracias a ellas, pero, ¿Cómo era posible que el gran Sesshomaru también las sintiera? ¿Acaso se había vuelto débil?
- ¿Celos? - murmuró. - Hm, eso sólo afecta a los humanos y los seres débiles como el bastardo de Inuyasha. - murmuró, volteando y alejándose del lugar.
Fin del flashback.
Desde aquella tarde la imagen de ambos jóvenes, mirándose, sonriendo y platicando, no había abandonado su mente, provocándole una inevitable molestia de a momentos. Y fue aquello lo que lo llevó a tomar la decisión de alejarse definitivamente, después de todo, tarde o temprano Rin tendría un esposo que se encargaría de velar por ella.
- ¿De verdad ya no volveremos por ella?
- No me molestes, Jaken.
Continuó su camino, decidido a seguir con su objetivo de vida, aquel que jamás debió abandonar.
1 año después.
- Muchas gracias por acompañarme, Rin. - sonrió. - ¿No fue demasiado para ti?
- Bueno, la herida de la señora Azumi no se veía tan mal. - le devolvió la sonrisa.
- A veces se ven peor de lo que en realidad son. - no obtuvo respuesta por parte de la castaña, ya que sus ojos se posaron en el piso y notó un leve destello de tristeza en ellos. - ¿Estas bien?
- ¿He? - sus ojos se volvieron a encontrar con los de ella.
- ¿Qué sucede? Sabes que puedes confiar en mi.
- Si, lo sé, señorita Kagome, es sólo que... no he hablado con este asunto con... nadie.
- Bueno, yo puedo escucharte si lo deseas.
- Yo... estaba pensando en el señor Sesshomaru.
- ¿En Sesshomaru? - se sorprendió.
- Si... ya va a hacer un año que no se nada de él y...
Es verdad, pronto se cumplirá un año de la última vez que, alguno de nosotros, logró verlo.
Pensó, sonriendo.
- Rin... ¿acaso estabas enamorada de él?
- ¿Qué? - se sonrojó. - ¿Enamorada? - desvió su mirada. - Yo... ¿Cómo podría saberlo?
- Bueno, hay muchas maneras de notarlo. Si sientes nervios al verlo o, por el contrario, te sientes inmensamente feliz a su lado, si tu corazón se llena de una calidez difícil de explicar, si deseas estar con él sin importar lo difícil que pueda ser o las cosas que deban enfrentar y... bueno, muchas cosas más en realidad.
- Entonces... - pronunció titubeando. - Tal vez... si lo esté.
- ¿De verdad? - su sonrisa se amplió.
- Yo... hace algún tiempo que... bueno...
Inicio del flashback.
- ¡Vamos, señor Jaken, o se quedará atrás! - gritó mientras corría en la dirección que el pequeño yokai le había indicado.
- ¡Te aprovechas porque ya no eres una chamaca!
La risa de la joven resonó en el medio del lugar sin dejar de correr. El bosque desapareció detrás de si y aquel acantilado apareció frente a sus ojos, el mismo en el que siempre se encontraban. El yokai volteó ante su presencia y su respiración se detuvo.
El dorado de sus ojos se destacaba notablemente, acompañando de manera embelesante aquellos anaranjados colores que pintaban el cielo. Su cabello se bamboleaba sutilmente ante la suave brisa y una casi imperceptible sonrisa se formaba en sus labios. Si, él estaba sonriendo y lo hacía por ella.
Fin del flashback.
- En ese momento... algo cambió para mi. - murmuró, sin apartar sus ojos del suelo. - Desde esa tarde... no pude volver a ver al señor Sesshomaru de la misma manera.
- Quizás fue en ese instante en el que comenzaste a experimentar otro tipo de sentimientos. - sonrió con ternura. - No te preocupes, yo también estaba confundida al momento en el que supe que estaba enamorada de Inuyasha.
- ¿De verdad?
- Si, Rin. - tomó su mano. - Tienes que estar tranquila, es normal no saber reaccionar ante estas cosas.
- De igual forma ya no importa. - aquel brillo de tristeza no desaparecía. - Porque él ya no volverá.
- ¿Conoces la leyenda del hilo rojo?
- ¿La que? - la miró confundida.
Podría jurar que estaba segura de que la conocía.
- Existe una leyenda que dice que aquellos que están destinados a estar juntos, estan unidos por un hilo rojo, uno que no puede verse. - tomó su dedo anular. - El hilo puede tensarse, estirarse, pero jamás romperse. - murmuró. - Si tú y Sesshomaru están unidos por el hilo rojo, estoy segura de que volverán a encontrarse, para pasar el resto de sus días juntos.
La castaña sonrió ante aquellas palabras.
...
El híbrido se encontraba descansando sobre el árbol sagrado, con sus ojos cerrados y las manos entrelazadas en su nuca, sin embargo, su mirada se abrió al percibir aquel aroma que, hacía bastante tiempo no percibía.
Sesshomaru.
Pensó, sentándose y entrecerrando sus ojos tratando de localizar su ubicación. Miró hacía abajo y lo vio. Estaba parado frente al gran árbol, observándolo con detenimiento.
- Keh, y yo que pensé que me había librado de ti para siempre. - se quejó, colocando sus manos en su haori. - Si vienes a ver a Rin, ella está con Kagome.
Su hermano no respondió, por el contrario, sólo se limitó a observar aquella corteza que aún mantenía la marca que el sello había dejado.
- No me digas que aún no superas el deseo por tener a Colmillo de acero, ¿acaso no tenías una nueva espada? - nuevamente no obtuvo respuesta. - ¡¿Quieres pelear?!
Se puso de pie con la intención de desenvainar a Tessaiga, sin embargo, el látigo venenoso de Sesshomaru quebró la rama antes de que él pudiese tomar la empuñadura. El híbrido cayó en el medio de unos arbustos.
- ¡¿Oye qué te pasa, idiota?! - salió de las plantas.
- ¿En que momento lo supiste? - preguntó con la seriedad que lo caracterizaba.
- ¿Qué? - murmuró, sorprendiéndose. - ¿De que estás hablando?
- ¿Cuándo supiste que estabas enamorado de esa humana?
- ¡Uhg! - se sonrojó. - ¡¿Por qué debería decirte eso a ti?!
El yokai entrecerró sus ojos mientras las secuencias de las veces que había visto al híbrido junto a Kagome pasaban en su mente, notando ciertos patrones en él y comprendiendo un poco más lo que a él le sucedía.
Sesshomaru, ¿tienes algo que proteger?
Aquellos recuerdos fueron reemplazados por las palabras que su padre le había pronunciado aquella lejana tarde y, cada vez que las recordaba, le era inevitable no pensar en Rin.
¿A eso se refería cuando las pronunció? ¿Al amor?
- Oye... - su mirada se encontró con las de su hermano. - ¿Qué te sucede? No me digas que...
Antes de que pudiese finalizar, el demonio comenzó a caminar, adentrándose aún más en el bosque.
- Dile a Rin que la estaré esperando en el mismo lugar de siempre.
- ¡¿Me viste cara de mensajero?! - la figura del yokai desapareció. - Maldito Sesshomaru. - gruñó.
Comenzó a correr en dirección de la aldea, siguiendo el rastro de ambas jóvenes hasta que llegó a la casa de la anciana Kaede.
- Rin. - pronunció, ingresando sin más.
- Inuyasha, ¿podrías saludar primero?
- Si, como sea anciana, Sesshomaru te esta esperando.
- ¡¿Qué?! - las hierbas que sostenía la jovencita cayeron al suelo. - ¿De... de verdad? - sus manos comenzaron a temblar mientras su mente se volvía un completo desastre.
- Si, me dijo que te dijera que estará en el mismo lugar en el que ustedes se reunían, o eso supongo.
- ¡Muchas gracias, señor Inuyasha! - se puso de pie y salió despedida de la cabaña.
Corrió lo más rápido que sus pies le permitieron, con su vista fija en su destino. Segundos después, la imponente figura del demonio apareció ante sus ojos.
- Se... señor Sesshomaru. - murmuró. Él volteó y los ojos de ellas se llenaron de lágrimas de inmediato. - ¡Señor Sesshomaru! - sin pensarlo, lo rodeó con sus brazos al mismo tiempo en que aquella agua salada rodaba por sus mejillas. - ¿Por qué me dejó?
- Rin. - respondió, correspondiendo aquella acción y envolviéndola en sus brazos, acción que la sorprendió gratamente. - ¿Cómo has estado?
- ¡Lo he extrañado mucho!
¿Extrañarme?
- ¿Por qué se marchó? - se alejó unos centímetros, mirándolo fijamente.
- Lo siento. - acarició su mejilla. - Yo he venido porque tengo algo que decirte.
- ¿Algo que decirme? - su corazón comenzó a golpear fuerte su pecho con una fuerte preocupación, una que aumentó cuando él se apartó y regresó su vista al acantilado.
- ¿Has pensado en casarte?
- ¿He? - sus labios se separaron ligeramente.
- ¿Te has enamorado de alguien en este tiempo?
Parpadeó un par de veces, tratando de comprender si realmente aquellas preguntas habían sido pronunciadas por el hombre que tenía al frente, el mismo que jamás mostraba ningún tipo de emociones.
- ¿Enamorarme? Bueno... - se sonrojó, pensando en si confesarse o no, después de todo, aquella situación la había tomado por sorpresa.
- Cuando te conocí... - interrumpió. - Pensé que mi misión era ser tu protector. - sus ojos se mantenían fijos en el horizonte. - Debía mantenerte a salvo de cualquier peligro, a cualquier precio, pero... en el último tiempo, algo cambió.
¿Algo cambió?
- Me marché porque no comprendía el porqué de lo que sentía, pero ahora ya lo sé. - volteó, mirándola fijamente. - Rin, ¿tú que sientes?
¿Qué siento?
Llevó sus manos a su pecho, recordando las palabras que Kagome le había pronunciado esa misma tarde.
Si tú y Sesshomaru están unidos por el hilo rojo, estoy segura de que volverán a encontrarse, para pasar el resto de sus días juntos.
- Yo... yo lo amo, señor Sesshomaru. - notó como los ojos del yokai se abrían ligeramente en señal de sorpresa. - Hace... hace un tiempo que comencé a tener estos sentimientos por usted y...
No logró terminar la frase, ya que las frías palmas del peliplata la tomaron de ambas mejillas, uniendo sus labios con los suyos mientras cerraba sus ojos, dejándose llevar por todas aquellas emociones que inundaron su pecho.
Aquel beso, cargado de dulzura y anhelo, se encargó de despejar las dudas que habían estado carcomiento su mente durante el último año, sin embargo, aún le quedaba algo más que decir.
Se apartaron y, unieron sus manos, sin apartar sus ojos de los del otro.
- Rin, quiero que seas mi esposa. - su voz, sin titubeos, se sentía como una caricia al alma.
Una pequeña risa abandonó sus labios mientras se lanzaba nuevamente a sus brazos y él la elevaba, colocando su frente pegada a la suya.
- Si, amo Sesshomaru, seré su esposa.
Se fundieron en un profundo abrazo, uno en el que sus almas y sus corazones se sentían completos y aquel hilo rojo, imperceptible para los dos, brillaba bajo la luz del sol del mediodía.
