Mourning.

Las sombras se cernieron sobre ellos, pululando en figuras escalofriantes gracias a la tenue luz que brindaban las velas yaciendo sobre los pequeños pastelitos de limón. Andy le había pedido a la pequeña Leyley cerrar los ojos y pedir un deseo antes de soplar a las oscilantes lucecitas que formaban un círculo relleno en el suelo. Siempre fueron únicamente ellos tres y no era que se quejasen pero Andrew observó con tristeza a su inocente hermanita obedecer las indicaciones de su gemelo, quedando juntos en la oscuridad. La pequeña Ashley hubiese gritado aterrada por este hecho si hubiese sido una niña normal, si hubiera estado creciendo con la protección y cariño que brinda un padre o una madre amorosa. Andrew a veces se preguntaba si algo tan simple poseía el poder de trazar un buen futuro o por el contrario uno destructor, pues no recordaba cuándo fue su primera fantasía en donde se visualizaba a sí mismo clavándoles el filo de un cuchillo a sus padres mientras estos dormían.

— ¿Quieren saber mi deseo? —inquirió Leyley con una sonrisa traviesa cuando Andy fue a encender la luz de la habitación. Afuera estaba lloviendo con fuerza, así que el menor de los gemelos comenzó la cuenta progresiva para calcular cuándo el siguiente trueno interrumpiría la corriente de electricidad en el edificio.

—Se supone que no se dicen los deseos de cumpleaños en voz alta, o no se van a cumplir. —Andy estaba tratando cuidar una magia inexistente, como cada maldita vez.

—Pues no veo que mi deseo pasado haya funcionado a pesar de que no lo dije.

— ¿Qué pediste esa vez? —quiso saber Andrew. Leyley le sonrió.

—Pedí que mi profesora se muriera al día siguiente, y adivina quién sigue con vida hasta ahora. Por eso sé que esto de pedir deseos es estúpido también. ¿Por qué no hacerlo divertido contándoles qué es lo que quiero este año?

—Está bien… —Andy suspiró derrotado—. Dinos cuál fue tu deseo este año.

Los labios de la pequeña Ashley no tardaron en estirarse casi de oreja a oreja. Si en esos momentos se fundiera la luz y Andrew lanzara la leve iluminación de la lámpara (en sus manos) hacia su rostro, estaba convencido de que crearía un efecto especial para acentuar su malicia.

—Pedí que todos mis compañeros murieran en una balacera, como ocurrió en Texas.

— ¿Dónde viste eso?

—Papá estaba viendo las noticias ayer hasta muy tarde.

— ¿Por qué siempre pides que se muera alguien? Tal vez por eso es que ninguno de tus deseos se está cumpliendo —puntualizó Andy, así que el menor de los gemelos podía darle credibilidad porque eso era algo que él mismo había comprobado cuando le tocaba a él apagar las velas junto a su gemelo en un pastel de cumpleaños.

— ¿No dicen que el ángel de la muerte puede llevarse millones de almas al mismo tiempo?

—El ángel de la muerte no participa en los deseos de cumpleaños, niña estúpida.

—Que aburrido entonces, más razones para no pedir nada nunca más.

—A mí se me cumplió mi deseo —intervino Andrew de pronto, llamando la atención de sus dos acompañantes que lo miraron expectantes por escuchar el milagro—. Pedí que nacieras, Leyley.

— ¿De verdad? —Los ojos fucsias de la pequeña brillaron emocionados.

— ¿Lo hiciste? —preguntó Andy con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Andrew le sonrió maliciosamente.

— ¿Qué? ¿Tú no?

Los ojos de Leyley se dirigieron hacia su hermano favorito como una bala en espera de su respuesta afirmativa, algo contra lo que el mayor de los gemelos no pudo luchar, razón por la que se rindió confesar una verdad vergonzosa.

—Si… lo hice, aunque no especifiqué que debieras ser una niña…

— ¡Pero soy el deseo de mis dos hermanos! —celebró la pequeña Ashley poniéndose de pie de un salto, antes de echarse a correr por toda la recámara con los brazos extendidos hacia arriba mientras entonaba una canción de la pura felicidad—. ¡Nací para mis hermanos! ¡Nací para mis hermanos! ¿¡Escucharon eso!? ¡Mis hermanos querían que yo naciera! ¡Ellos sí me querían! ¡Chupen esa, idiotas! —le espetó a sus compañeros de escuela que visualizaba con los ojos de su mente—. ¡No necesito nada ni a nadie mientras tenga a mis hermanos!

— ¡Leyley, no saltes en la cama! Puedes caerte. —El mayor de los gemelos corrió para tratar de atraparla en caso de que su hermana pequeña perdiera el equilibrio o resbalara del colchón.

— ¡Salta conmigo, Andy!

— ¡No! ¡Baja de ahí!

Andrew se levantó del suelo y sin necesidad de que lo invitaran, subió a la cama de Andy para saltar junto a Leyley, quien de inmediato se animó a saltar tan alto como sus piernas y el peso del menor de los gemelos a su lado se lo permitía. Andy no tardó en sentir que se tensaban sus nervios al punto en que experimentó un ligero dolor de cabeza porque nuevamente fuera ignorada su autoridad, y que su gemelo una vez más se pusiera en su contra.

— ¡Vamos, Andy! Si no saltas con nosotros eres un marica.

— ¡Andrew! —renegó el mayor de los gemelos, cansado de que Andrew insistiera en enseñarle malas palabras a su dulce hermanita.

— ¿Qué es un marica? —cuestionó Leyley con curiosidad. Con la agitación sus pasadores para el cabello se habían recorrido y formado un desastre de rizos en su cabeza.

—Un tipo al que matan a pedradas por escapar con la cola entre las patas en una batalla, un cobarde, un completo desperdicio de oxígeno.

— ¿Eso significa que matarás a Andy a pedradas?

—"Mataremos", querrás decir.

—Yo no quiero matar a Andy.

— ¡Nadie me va a matar! ¡Y ya bájense de mi cama! ¡La van a arruinar!

— ¡Andy es un marica! —canturreó Andrew.

— ¡No soy marica! ¡Basta ya, mierda!

— ¡Mierda, mierda, mierda!

— ¡Leyley! ¡No repitas eso!

—Mira nada más, con que enseñándole malas palabras a nuestra hermana pequeña, Andy.

— ¡Yo no le enseño un carajo!

— ¡Carajo, carajo!

— ¡Leyley!

— ¡Andy! —exclamó la pequeña lanzándose a los brazos de quien apenas consiguió resistir a su peso para no caer hacia atrás.

Andrew bajó de la cama de un salto largo y se colocó a espaldas de su gemelo para tirar de sus hombros hacia abajo y así al final los tres cayeran al suelo con dureza. Al principio Andy se quejó por el dolor pero acompañó las risas de sus hermanos al poco rato. Los tres hermanos Graves habían continuado riendo a carcajadas, incluso cuando el rayo y el trueno del exterior provocaron el apagón que ya habían estado esperando. Quedándose ahí en la oscuridad sin pena ni gloria.

Una oscuridad tan semejante a la que Andrew percibía bajo la protección de sus párpados en la soledad de aquella celda, donde se dejaba ahogarse por esos recuerdos de su infancia a lado de sus hermanos. Se había acostumbrado a la soledad temporal pero no a estar días enteros sin sentir la presencia de sus únicos tesoros, pues a pesar del odio que había alimentado por celos y otras circunstancias de la vida diaria, incluso podría admitir que le hacía falta su gemelo tanto como necesitaba a Ashley cerca. Los extrañaba tanto. Estar sin ellos era peor que verlos disfrutar entre sí sin incluirlo y lo peor de todo es que no se arrepentía de haber tomado el lugar de su gemelo ya que estaba seguro que el imbécil habría encontrado una manera de suicidarse antes de siquiera ser arrestado, y eso habría devastado a su querida Ashley.

Hizo lo correcto, él nunca fue el favorito de Ashley de todas formas, ella siempre priorizó la seguridad de Andy. Andrew estaba convencido que en todo este tiempo su puesto siguió siendo el mismo de siempre. Una segunda opción a la que no se extrañaría transcurrido un tiempo. Le dolía pensarlo pero no era de los que evadían la verdad, prefería conocerla por más cruda que fuera porque las mentiras acarameladas contenían un sabor a putrefacción a la larga.

Sintiendo que perdía vitalidad, dejó pasar el tiempo hasta el día del juicio, por el que no se molestó siquiera sentirse nervioso. Por eso cuando lo escoltaron afuera, la sorpresa fue inmensa al ser testigo de cómo sus guardias eran asesinados a balazos antes de llegar al vehículo en el que sería trasladado al tribunal. No pudo creerlo cuando vio a sus hermanos salir de un escondite improvisado y correr hasta él tras registrar el cadáver de sus escoltas para robarles las llaves de las esposas en sus muñecas. Hubo respuesta de otro oficial que fue atraído por el escándalo, más pronto los tres se apresuraron al coche aparcado delante suyo para abordarlo y conducir lejos de comisaría. Andrew todavía no podía creerlo, sus hermanos estaban ahí. Mientras Andy conducía profiriendo groserías, Ashley se aseguraba de que le quedaran balas en esa pistola que había sacado aparentemente de la nada.

— ¿A dónde vamos? —repasó Andy con evidente agitación.

—Al barrio donde hicimos nuestro juramento, debemos poder llegar antes de que nos aborden los refuerzos que seguro ese tipo solicitó, todo porque no le atiné a la cabeza.

—Joder, bien, dejaremos esta camioneta en el parque del Entierro. Y vamos en dirección opuesta a la más obvia para ocultarnos, más allá del parque Decadencia, lo tengo.

Escuchando sus planes no reaccionó o comentó nada al respecto, sólo el beso que le dio Ashley en la boca al siguiente instante sacó a Andrew de su estupefacción, luchando por asimilar lo que estaba ocurriendo, pero la sonrisa de su mayor obsesión le hizo por fin comprender el riesgo al que se estaban enfrentando por él. No podría estar más agradecido por verlos de nuevo, poder saborear esos carnosos labios que lo habían mantenido despierto desde el primer momento que los probó.

—Te extrañamos —le susurró ella aturdida por los sentimientos de amor y adrenalina sofocando su encantador cuerpo—. No hay vuelta atrás, esto es un callejón sin salida. Te salvamos de prisión para morir bajo nuestros propios términos. ¿Aceptas morir con nosotros?

Andrew atrajo a Ashley de nuevo a sus labios para besarla con toda la pasión que se acumuló en su soledad y tristeza, sabiendo bien que su propio egoísmo prefería acabar con todo juntos que dejar ir libres a sus hermanos, pues la idea de no estar presente para contaminar sus mentes también lo enloquecía. Y que se aparecieran en su realidad dispuestos a llevarlo a cabo por voluntad propia, embriagó su sistema entero con dopamina.

—Morir los tres será un honor.

Abandonaron el auto robado en la zona mencionada y corrieron a pie entre pasajes semi-silvestres para poder camuflarse y llegar hasta el que fuese su destino. En el camino se pusieron al día con sus vidas a pesar de que realmente no había transcurrido demasiado tiempo en el que estuvieron separados, aunque procuraron mantenerse alertas a todo sonido parecido a una sirena de policía. Cuando llegaron al edificio donde habían hecho su juramento, Andrew se sorprendió de ver todo lo suficiente limpio para que pudieran acomodarse, encontrando también que sus hermanos habían preparado una mesa con todas sus bebidas, frituras y golosinas favoritas, las cuales parecieran destinadas a una celebración privada. Sin embargo, lo que verdaderamente llamó su atención fueron una serie de objetos que podrían estar relacionados a métodos suicidas.

—Pensaron en todo —comentó alzando un bisturí de disección finamente afilado.

—No sabíamos qué método preferías, así que Andy sugirió que reuniéramos los más posibles. ¿Ves? Incluso compramos una cuerda de buena calidad con nuestros ahorros —dijo Ashley alegremente—. Lo que significa que no se romperá cuando nuestro cuerpo cuelgue.

—Adivinaré, las pastillas son de Andy. —El aludido las tomó de la mesa antes de que su gemelo las rozara con los dedos siquiera.

—Bueno… si debo elegir cómo irme al infierno, me gustaría que fuera con el menor dolor posible.

—No eres nada creativo —se burló de él, a lo que Andy rodó los ojos.

—Muchas veces es mejor ser práctico.

—Así que nos daremos el festín de nuestras vidas y luego a descansar eternamente —repasó con una sonrisa abundante en ironía.

— ¿Tienes un mejor plan? —Ashley inquirió con interés, dejando la cuerda sobre la mesa junto al resto de objetos clave—. Es una opción quedarnos aquí el tiempo que tarde la policía en encontrarnos, ya que sólo las ratas y los insectos usan este lugar.

—Arriesgado pero no imposible, dependerá de la habilidad policiaca supongo. ¿Nuestros padres saben lo que iban hacer?

—Antes de planear todo, tuvimos una reunión familiar. Papá no recuerda siquiera nuestro nombre, así que él no importa, no aportó nada a la charla, pero mamá dijo que lo mejor para toda la familia era no intervenir y continuar nuestras vidas como si nada una vez terminara tu juicio, incluso pensó que sería conveniente si ninguno de nosotros se presentaba —explicó Andy con tono rencoroso.

— ¿Ni siquiera consideró apelar? —bufó Andrew—. Oh, bien, ya sabía que le estorbaba. Como nunca le ofrecí ningún beneficio, o al menos obediencia, yo era una mancha en su vida.

—Igual que yo… —murmuró Ashley entristecida y furiosa a la vez.

— ¿Estás seguro de querer hacer esto, Andy? Tú aún podrías servir a la sociedad.

— ¿Qué cosa sobre "no quiero pertenecer a ellos" no entendiste, hermano? Además, acabo de participar en tu fuga, no me queda una vida normal después de esto. No es como si lo quisiera de todos modos. ¿En serio crees que te dejaré tener a Leyley sólo para ti en el otro mundo?

—Tenía que intentarlo. —Andrew se alzó de hombros—. Igual no entiendo tu descontento, eres el favorito de Ley. Desde niños he querido tu puesto. Yo no sería una gran pérdida.

—Ahí te equivocas. —Andy se mostró emberrinchado, lo que confundió bastante al menor de los gemelos, que inevitablemente miró en dirección a Ashley y notó cómo ella jugaba con sus rizos.

—Sí, emm… Andy ya no es mi favorito.

— ¿…Qué?

—Estos días tuvimos mucho tiempo para conversar a solas y… yo para pensar. Subiste de puesto, Andrew, y no me preguntes cuándo pasó eso, no tengo ni idea.

—Oh… ¿Uh? Wow, yo… ¿en serio? Mierda. —Andrew se sonrojó y actúo tímido, lo que aumentó la irritación de Andy.

— ¡Agh! ¡No estés tan feliz! Tienes suerte de que sea nuestra última vez juntos, porque de ser otra situación habría tomado cualquier arma de estas y te hubiese atacado.

—Bueno, ahora sabes lo que se siente —se burló Andrew.

— ¡Sin pelear! Tenemos una fiesta privada pendiente, ¿recuerdan? ¡Vamos a celebrar que todo acaba de irse a la mierda! —intervino Ashley destapando la primera bolsa de frituras y comenzando a comerla.

Y como si fueran niños otra vez, se dedicaron a juguetear entre sí y aclarar algunos puntos sobre su situación, no quisieron pensar en que aquello terminaría, así que se permitieron fantasear en circunstancias más favorables en las que podrían regresar a la casa de sus padres y así poderse desquitar con ellos por tantos años de maltrato psicológico y emocional. Luego, impulsados por la lujuria, se permitieron compartir fantasías y recrearlas de formas bastante breves, intentando acelerar las experiencias que estaban destinadas a una larga vida.

Fue bueno, fue refrescante pero también angustiante de sólo recordar que no habría manera de detener el tiempo para quedarse un poco más.

El barrio estaba en silencio, las horas pasaban hasta que los hermanos Graves acabaron acurrucados en una cama abandonada en la planta alta, con Ashley en medio de sus hermanos mayores quienes la mimaban predeterminadamente; Andy jugando con su cabello suelto mientras mantenía los ojos cerrados y Andrew dándole suaves mordidas a lo largo de su piel desnuda que se sacudía instintivamente por las sensaciones.

— ¿Quieren ir a preparar la voluntad final? —inquirió Ashley distraída con las formas en la suciedad del techo. Habían decidido llamar así a los métodos de suicidio que descansaban en una manta en el piso de aquella habitación.

—No creo estar listo aún pero vamos —dijo Andy con tono arrastrado.

—Sí —Andrew suspiró—, no quiero que la policía nos sorprenda y acabemos haciendo el tonto.

—Antes de eso, ¿harían algo más por mí?

— ¿En serio vas hacer una de tus extravagantes peticiones ahora, Leyley?

— ¿Qué deseas, amada? —Andrew besó el cuello de quien se estremeció por la acción, antes de levantarse abruptamente del lecho y darse la vuelta para mirar a sus intrigados hermanos.

—Bésense.

— ¿¡Perdona!? —Andy rápidamente se alteró y aunque Andrew se tensó no sobreactúo su desconcierto—. ¿Por qué querrías que hiciéramos eso?

—No sé, tengo curiosidad. Hasta ahora no he hecho más que celarlos con desvergonzadas o los imbéciles de sus amigos, por eso necesito saber si sentiría lo mismo si fuera entre ustedes.

—Escucha, Leyley. Sé que les gusta burlarse de mí llamándome marica porque soy débil pero… no estoy a favor de poner a prueba su segundo significado. Me enorgullezco de saber bien cuál es mi sexualidad y sé que no me provocaría placer besar a otro hombre, agrégale que tiene mi cara, maldita sea.

—Esta vez estoy de acuerdo con Andy —espetó Andrew.

—No necesitan darse un beso bien, sólo quiero ver que junten sus labios, es todo. Soy incestuosa por haberme cogido a mis hermanos pero debo saber si me merezco ese título si al verlo termino excitándome. Quiero decir, ¿no podría simplemente haberme enamorado de ustedes? No puedo ser una incestuosa completa, si eso tiene algún sentido.

—No entiendo… —Andy entró en conflicto pero Andrew tomó una decisión y gruñó por ello.

—Hagámoslo, Andy.

— ¿¡Ah!?

—Es sólo tocar nuestros labios y alejarnos, ¿no?

—Necesito que se queden así al menos unos segundos.

—Ashley…

— ¿Por favor? Necesito saberlo antes de morir

Incomodos los gemelos se miraron y desviaron la mirada un par de veces, evidentemente asqueados. Lo peor es que no podían sólo negarse ya que era la última petición que les haría su hermana pequeña en vida, por lo que no era una opción rechazarla. Ambos sabían que ya habían caído lo suficiente bajo por ella, ¿qué importaba un nivel más? Andrew tomó a Andy de la barbilla y se inclinó hacia él para que sus bocas se rozaran sin hacer ningún otro movimiento en consecuencia o siquiera cerrar los ojos, sólo miraron hacia Ashley que parecía curiosa por la escena, nada más. Por fin los gemelos rompieron todo contacto.

— ¿Satisfecha?

— ¿Sentiste algo? —A Andy le interesaba ese detalle.

—…Fue extraño de ver pero no me provocaron celos ni otra cosa. Supongo que me fue, ¿indiferente? Quizás sea porque son lo único que quiero y me importa. Si hubiese sido cualquier otra persona que estuviera con ustedes, de inmediato habría saltado para separarlos.

—Quizás necesites un espectáculo pero como no somos así, tendrás que conformarte —concluyó Andrew y Andy no podía estar más de acuerdo con su gemelo.

Después se reunieron alrededor de las últimas voluntades para seleccionar su método favorito. Andy ya había comenzado a beberse las pastillas mientras que Ashley buscaba el ángulo adecuado para rasgarse la arteria del brazo y Andrew llenaba la pistola de balas. Estaban los tres recargados en el muro a un costado de la cama, alejados de la puerta. Ashley chilló cuando se animó cortar de un movimiento rápido y profundo la carne, antes de recargarse en el hombro de Andy y sin detener la hemorragia; el mayor de los gemelos ya comenzaba a sentirse adormilado. Andrew probó el primer disparo hacia la pared alejada de ellos, perforándola sin remedio, sin duda tal detonación no tardaría en llamar la atención de alguien.

— ¿Creen que nos entierren juntos? —quiso saber Ashley.

—Eso quisiera —admitió Andy tomándola de la mano y entrelazando sus dedos sin importarle mancharse de sangre.

—Da igual si nos entierran en tumbas separadas, nos habremos largado de este mundo juntos —obvió Andrew también entrelazando sus dedos con los de Ashley antes de reír de manera burlona—. Quién sabe, a esa vieja bruja podría darle por ahorrarse algunos dólares y solicitar que metan nuestros cuerpos en el mismo ataúd. La creo capaz.

—Ojalá… —Ashley se sentía mareada y la visión se le oscurecía.

—Pudrirnos juntos… —Los párpados de Andy se cerraron con pesadez—…muy romántico.

Los ojos turquesas de Andrew admiraron las expresiones moribundas de sus hermanos, sintiendo un nudo ciego en la garganta y un abismo inmenso en el estómago tanto como le quemaban los ojos por el llanto. Supo que debía prepararse cuanto antes para seguirlos, así que colocó el cañón sobre su cabeza para que ésta perforara su cerebro y –con un poco de suerte– atravesara a sus hermanos también. No sabía cómo serían retratados en la sección de periódico más explícito de la ciudad o si siquiera serían encontrados, pero si en algo poseía una certeza es que había valido la pena respirar el mismo aire que ellos. Pensó en todo lo que pudieron ser si hubiesen sido más prudentes pero esperaba que –si existía la reencarnación– pudieran reunirse de nuevo.

—Soy tan jodidamente afortunado de tenerlos a mi lado… —Y jaló el gatillo.

La cabeza de Andrew se posó sobre el cabello desordenado de Ashley, quien había quedado atrapada entre la cabeza de Andy y los hombros de Andrew, formando una pintura tan conmovedora como aterradora por la pigmentación azulada de su piel a causa de la pérdida de sangre. Los cadáveres de los tres hermanos Graves permanecieron en la misma posición mientras los rayos del sol caían, dejando tonalidades anaranjadas sobre los muros de la construcción abandonada, hasta que se llegó la oscuridad y entonces las sirenas de las patrullas invadieron el silencioso ambiente.

Fin.


Notas Finales: Ay... estoy sintiendo eso que se siente cuando terminas un proyecto. Falta un epilogo pero en este no participarán nuestros tres protagonistas directamente, así que... me estoy despidiendo de ellos ahora. Desde el principio planee que esto fuera una tragedia (romántica) así que espero haber roto corazones, jeje. Gracias por acompañarme hasta aquí.