Disclaimer: Todo lo que puedan reconocer, lamentablemente no es mío (sería rica o pasarían cosas muy diferentes).


Capítulo 1


Kotoko ya no era tan ingenua como para caer rendida ante una voz varonil, un rostro atractivo y un discurso inteligente, pero el hombre que reunía las tres cualidades las poseía tan bien que nadie le cuestionaría el verse tentada unos cuantos segundos.

Y caería si dicho sujeto fuera otro.

Era irónico que se encontrara casi en las mismas circunstancias que ocho años antes, en su primer día como estudiante de preparatoria.

Claro está, en la actualidad se hallaba más preparada a la aparición de Irie-kun que en el pasado, siendo el hijo del dueño de la empresa donde ella comenzaba a trabajar ese día. Realmente no sabía que él daría la bienvenida a los nuevos empleados de ese año, porque no era el vicepresidente de Pandai, pero se imaginaba que no podría evitarlo constantemente, como había conseguido hacer la mayoría de las veces que sus familias se habían reunido después de dejar el antiguo hogar de los Irie. Él estaba empleado allí y tarde o temprano coincidirían.

Su discurso y maneras, como siempre, fueron impecables. Nadie discutiría la perfección que transmitía uno de los herederos del jefe, del modo en que debía ser, para seguridad de los trabajadores. Podía carecer puntos en el lado personal, aunque no era un tema de interés en ese momento, o para muchos.

Alegremente, Kotoko fue capaz de no empañarse de nostalgia o hacer rugir su corazón, el cual admitía el sitio de ese hombre como su primer amor (real, a diferencia del de su infancia, tan tierno que su rostro estaba olvidado); no se olvidaban cosas como esa, en principio por el aprendizaje que le había otorgado. Sin embargo, en el recorrido por la compañía, pasmada, casi se detuvo en seco hacer una conexión entre lo dicho por él y lo que ella ya sabía.

Él era Director del área creativa, la misma en la que Kotoko acababa de ingresar. Sería su jefe, ergo, coincidiría con ella diariamente, si mal le iba.

Quiso desfallecer al no contemplar esa posibilidad durante su no tan objetivo proceso de contratación, sin apenas preocuparse por el puesto que ocupaba Irie-kun, por temor a que revivieran las esperanzas de sus padres de que ambos mantuvieran una relación. Tenía que lidiar con la consecuencia, por su descuido al no aprender más de Pandai antes de entrar; si tiempo atrás Shigeki-san no le hubiese escuchado discutiendo ideas con Yuuki-kun y decidido que la quería en su equipo creativo al finalizar la universidad, ella no habría avanzado del primer filtro de entrevistas.

…Si las hubiera tenido habría sido consciente de quién sería su jefe.

Contuvo su enojo, con tal de no llamar la atención de la representante de Recursos Humanos o de sus nuevos compañeros, porque podría alimentar la creación de rumores, desde que había entrado como recomendada del mismo dueño y era una tonta por haber tenido pésimas notas al graduarse de la "carrera más fácil en su universidad" (el área de contratación estaba obligada legalmente a callar, los demás no). No necesitaba una repetición de las desagradables experiencias vividas en la preparatoria.

Sucedida una larga visita al edificio y un curso de inducción general, finalmente le dejaron en su departamento, donde para su mala fortuna se hallaba Irie-kun en la entrada, esperándola a ella y a su compañero Yamamoto-san, diseñador que se integraba también. Si era una rareza que el director estuviera ahí, no se dejó entrever.

Él le dirigió su sonrisa comercial a los que quedaban pendientes de llevar a sus oficinas y aguardó a que quedaran a solas para hablar. De no haber vivido con él, no sabría sobre su personalidad arisca; qué cansado debía ser aparentar tanto lo que no era, ella se moderaba de su verdadero ser, pero no era así de drástica.

—Aihara-san, Yamamoto-san, bienvenidos —saludó con pulida de cortesía, sonando serio y accesible a la vez—. Mi secretaria no ha podido asistir el día de hoy, así que personalmente me encargaré de presentarles a los otros miembros del equipo. Sin embargo, no es ocasión especial coincidir conmigo, siéntase libres de acudir a mí cuando lo necesiten.

A Kotoko le pareció que sus ojos permanecían en ella más de lo esperado, no bien ignoró sus alucinaciones mientras asentía a la par que su compañero. Se sintió agradecida de que no diera indicio de conocerse anteriormente, aunque había pasado tanto tiempo desde su convivencia "estrecha", que extraños era más preciso para su relación.

Mareada de tanta novedad en el día, trató de guardar los nombres de los integrantes de su nueva familia y las indicaciones del espacio de trabajo, pero no tuvo demasiado éxito, decidiendo que estaría más atenta en las horas posteriores, a fin de captar sus nombres e identificarles con los dibujos que hizo de ellos al sentarse en su cubículo. Los gafetes ayudaban, solo que no deseaba comenzar peor de lo que ya estaba con un jefe indeseado.

Dedicó el tiempo que le restaba de la jornada en leer los manuales e instructivos que venían en su equipo, como familiarizándose con este, y fue comprendiendo la enormidad de aceptar un puesto como creadora de contenido para la marca, aun cuando lo suyo se enfocara más a lo textual.

¡Era cien veces más que un club!

—¿Te harás fama de ser la última en irte?

Pegó un brinco al oír la voz de Irie-kun a un escaso metro de ella. Llevándose la mano al corazón en lo que se recuperaba del susto, lo escuchó nombrar a cada uno de los empleados que aparecían en sus dibujos.

Se apresuró en coger un bolígrafo para anotar lo que él estaba diciendo, sin detenerse a mirarlo o reprenderle por espantarla, ni en dar una respuesta a su pregunta casi condescendiente. Era su superior, pero no cometería el error antiguo de someterse a él en situaciones innecesarias.

Tan pronto terminó de anotar alzó la mirada para corroborar el reloj, teniendo la oportunidad de ver que él esbozaba una sonrisa ladina, suficiente para aumentar su irritación por su comentario. Para tranquilizarse, trató de mentirse afirmándose que había sido un elogio y lo miró diligentemente, alisando los pliegues de su saco gris al ponerse en pie.

—Pensaba retirarme, aunque si puedo ayudar en algo… —manifestó con calma, entrelazando las manos frente a su vientre, obviando cómo él entrecerraba los ojos y cambiaba el semblante socarrón.

Gracias a que el tiempo le había ayudado a ver sus interacciones con otros ojos, supo haber frustrado uno de sus intentos de divertirse a costa suya, como maquiavélicamente acostumbraba en su raro humor de genio.

Se anotó un punto mental, sintiendo una sana satisfacción por no someterse.

—No, todavía estás en proceso de aprendizaje. —Ella asintió. —¿Qué te ha parecido el día de hoy?

¿A qué jugaba con esa amabilidad? ¿Desde cuándo era tan sociable? ¿Y con ella?

Se preguntó si lo estaba juzgando duramente, con la mentalidad de un adolescente y no los adultos que eran en la actualidad, o si de nuevo estaba teniendo un efecto negativo en su persona, llevándola a actuar más tonta de lo común.

Cabía la posibilidad que hubiese crecido, como ella… Entonces recordó —otra vez— que era bueno en aparentar ser decente cuando quería algo. Por otro lado, él era su jefe, un Director, no iba a actuar con niñerías.

Quiso gruñir. Ya estaba confundiéndose después de pasar un día leyendo mucho, ni siquiera era dada a sobre analizar lo que ocurría. Podía imaginar tonterías y crearse universos en su cabeza, pero no mirar con lupa pequeños acontecimientos, hasta pasado un tiempo y con justificación para hacerlo (hasta orientación).

No, tenía que ser él. Debía saber que estaba confundiéndola.

Y tenía que ser buen actor, porque sus ojos lucían desconcertados… o ya había olvidado que ella tendía a perderse en sus pensamientos.

Se ancló a tierra de nuevo. ¿Cuál había sido su pregunta?

¡Ese día!

—Bien, he aprendido bastante y han sido buenos conmigo, creo que es un gran equipo.

—Es la razón de su éxito, esperamos puedas adaptarte a todos.

Estaba siendo humilde. Como no, en la historia había leído que desde su incorporación las ventas se habían incrementado considerablemente. Sin temor a dudas, el personal debía estar preguntándose cuándo asumiría la presidencia, o al menos la vice, para potenciar a la empresa en todos sus niveles.

Trabajar en esa área, no obstante, era buena arma.

—Lo haré. —Alzó su puño optimista y él sonrió de medio lado. —Eh, y si no soy necesaria, es hora de retirarme.

—Pasa buena noche.

Él se dio la vuelta, yendo a su oficina. Kotoko se apresuró a juntar sus cosas y huir, adelantándose a la remota posibilidad de que se le uniera en el ascensor o llevara su "simpatía" a ofrecerle un aventón a casa, si tenía coche.

Poco después, antes de acostarse, recordó las palabras de Irie-kun sobre su adaptación al grupo; se preguntó si se había incluido a sí mismo y si la respuesta seguiría siendo tan positiva.

Rápidamente se reprendió por darle mayor importancia, jurándose que no sería más que su jefe.


El asunto con Naoki era que poseía un objetivo diametralmente opuesto. Llevaba años cultivando la paciencia para aguardar por el momento indicado para tener a Kotoko, soportando su indiferencia hacia él, y estaba frente a la oportunidad idónea, que no iba a desperdiciar.

Planeaba no dejarla escapar esta vez. No cometería de nuevo el error estúpido de rechazarla por el miedo ante lo que ella le hacía sentir y la ingenuidad de creer que podría ser insignificante para su vida.

Y él estaba acostumbrado a ganar.


NA: ¡Ya acabéel fic!

Hasta mucho tiempo tardé para lo corta que es la historia, pero heme aquí de nuevo con un fic y M. ¡Yey!

Reitero, no es largo, y no toco cosas nimias como qué hacen en realidad en su trabajo, pero la idea es entretenida, ja,ja. No hay nada como tragarse las palabras.

Espero disfruten.

Besos, Karo.