Disclaimer: Todo lo que puedan reconocer, lamentablemente no es mío (sería rica o pasarían cosas muy diferentes).


Capítulo 8


Para cumplir con el calendario de trabajo que lanzaría "su" nuevo juego a la primavera siguiente, Kotoko requería que su parte finalizara la última semana de agosto, y no sería un plazo exigente si no tuviera otras funciones en las que pensar. Trataba de que su energía se encontrara bien distribuida, pero era imposible centrar toda su atención y esfuerzos en todo lo que debía hacer, teniendo en cuenta que también quería disfrutar de su vida personal, con la recién nacida Yuki y el nervio del futuro nacimiento del bebé de sus otros dos mejores amigos.

No sabía en qué momento la verdadera realidad adulta había aparecido en su camino —sí lo sabía—, mas se sentía comprometida, excitada y ansiosa de lo que tenía enfrente. Estaba orgullosa con el rumbo de su vida, pese a que la parte romántica no despegara; no podía triunfar en tantos ámbitos.

En medio de aquello, una invitación a comer con los Irie se presentaba como un respiro, después de meses sin visitarlos a su hogar. Antes de trabajar acudía ocasionalmente, pero el cambio de horarios en su rutina había supuesto modificar otras costumbres, que chocaban con los compromisos constantes de los amigos de su padre, quienes habían subido más de categoría tras el impulso de Pandai.

Estaba feliz por ellos, aunque no porque hubiesen tenido que mudarse y Noriko-san dejado de involucrarse en la preparación de los alimentos —tenía bonitos recuerdos de esa casa y amaba la sazón de la matriarca.

Le encantaba pasar un rato con su segunda familia favorita (después de su padre y ella), inclusive si en principio de la universidad era incómodo, reciente su distanciamiento con el hijo. Se sentía aceptada y amada por los miembros de ella y las horas pasaban volando entre pláticas y juegos de mesa o películas que a veces los entretenían; Irie-kun casi nunca había participado con ellos en ese tipo de actividades, así que le tranquilizaba no estarle robando a los suyos —él siempre había preferido la solitud y estar callado en una habitación, y aparentemente a la fecha seguía haciéndolo.

En la residencia del doble del tamaño del antiguo hogar Irie se extrañó de ver que Noriko-san le recibía en la puerta, pues generalmente un empleado estaba allí para abrir —en caso de que ella olvidara la llave que tenía—. Recibió con júbilo el abrazo de la mujer, quien la llenó de alabanzas sobre su atractivo y reiteradas frases sobre extrañarla.

—Decidí meterme en la cocina para hacerte tu comida favorita y celebrar que tu mejor idea tendrá vida —dijo Noriko-san mientras Kotoko se cambiaba el calzado, provocando que ella aplaudiera feliz con la noticia. Eso sí era un sábado fabuloso.

—¡Disfrutaré hasta el último bocado! —exclamó alzando los brazos.

—Es una suerte que pretendiera eso, porque tuvimos un pequeño cambio de planes. —Noriko-san sonrió dubitativa. —Onii-chan está aquí.

—No hay problema —buscó encogerse de hombros para fingir tranquilidad, aunque realmente no estaba tan mal su relación con él y era tiempo de progresar—. Es mi jefe, nos vemos todos los días.

—¡Qué alivio! Vamos, vamos.

Kotoko se dio una palmadita en la espalda por levantar ese peso de la familia. Era cierto que el trabajo había disminuido su animadversión por él, pero eso no significaba que quería tener a su jefe un día de la semana más y menos comportarse como amigos —ya que mucha civilidad sería extremadamente incómoda.

Entró en el comedor, donde Shigeki-san se acercó para recibirla con un abrazo y preguntarle si quería alcohol o conformarse con una bebida sana al igual que él, siguiendo las recomendaciones de su cardiólogo para mantenerse en buen estado de salud. Si no se cuidaba con ejercicio y alimentación, el mejor amigo de su padre repetiría el susto menor al de años atrás —volviendo a casa por un papel olvidado, habían encontrado a Yuuki desmayado y bañado en vómito, y en el hospital donde lo había llevado la presión lo había mareado… su esposa había exigido se hiciera estudios y habían prevenido algo peor.

A la izquierda del cabezal, ocupando una de las ocho sillas de la mesa y dándole la espalda, se hallaba el hijo mayor, quien la miró de reojo al tiempo que su hermano se levantaba de su lado y acudía a ella.

—Apareció de último minuto —murmuró Yuuki a su oído derecho, colocando un brazo sobre su hombro para —como siempre— presumirle su crecimiento. La altura de él era superior a la suya y todavía quedaban años para que aumentara… su propia genética apestaba. —Feliz de verte aquí, imouto-chan.

Le sacó la lengua por su grosera manera de llamarle hermana menor, burlándose de su estatura. Se llevaban muy bien, pero los años podían pasar y encontraba maneras de continuar sus bromas.

—Puedo tomar alcohol en tu honor —repuso, presumiendo un privilegio de su adultez.

Yuuki rio y recorrió el camino hacia la mesa con él, dirigiéndola al segundo asiento a la derecha del lugar principal, dejándola frente a él y a un costado de Noriko-san, que había ido a la cocina. El joven retiró su silla por ella y partió a su puesto al acomodarla.

—Irie-kun —saludó con una tentativa sonrisa pacífica, reconociendo al indeseable que tenía al otro lado de la mesa.

—Kotoko, no sabía de tu invitación.

O él no habría estado allí, pensó ella en sus adentros.

—Ahora que vives solo, te enteras tan poco de las cosas —intervino la voz de Noriko-san, reapareciendo con una bandeja de aperitivos. —Debería de enviarte la información por correo para que me hagas caso. No lees mis mensajes, tanta tecnología para nada.

Yuuki rio entre dientes por la reprimenda. Kotoko bajó la mirada y cogió un pedazo de tempura, para que al mascar la fritura no se viera el sonrojo a la mención del sitio donde había estado con él.

Mama, sé buena con Nao o no vendrá más que en fin de año y aniversarios.

—Es fácil ser bueno cuando lo ves todos los días, papa. Ni siquiera sé si llena su nevera o come adecuadamente.

Kotoko no se contuvo de reír como el adolescente, divertida porque, pese a sus esfuerzos, la matriarca no iba a cambiar nunca en algunos aspectos. Y debía ser normal para una madre preocuparse por sus polluelos cuando dejaban el nido.

¿Por qué lo habría hecho él, con una casa adaptada para tres o cuatro familias? No lo sabía, quizá quería independencia, aunque su progenitora ya no estuviese obsesionada con emparejarlo y exigirle nietos.

—Sigo tu lista de compra al pie de la letra, madre —reveló Irie-kun para agrado y sorpresa de la aludida, si bien Kotoko no opinó que su capacidad de recordar todo lo que leía le habría hecho no olvidarla y guiarse inconscientemente.

—Bien, tú que haces ejercicio debes seguir un régimen.

Kotoko apretó los labios y las piernas, preguntándose cómo había terminado escuchando una plática que aludía a un episodio íntimo. Ahora recordaba el atlético cuerpo de él bajo su ropa, apreciado en su apartamento de soltero, y por primera vez en semanas —en el sitio más impropio— su feminidad respondía.

Oh, perfectamente se había dado cuenta que hacía ejercicio, manteniendo la exigencia física de un ex jugador de tenis… si no seguía practicándolo.

Bebió agua, sintiendo el sonrojo en su rostro.

—Uy, sí, está un poco picante la salsa. —Inconscientemente Shigeki-san la ayudó, cogiendo su vaso.

Esperó que nadie recordara su tolerancia como hija de un cocinero.

—¿He perdido la práctica! —soltó Noriko-san cubriéndose los labios.

—Está bien, es rico —comentó Yuuki, bañando de nuevo su aperitivo. —Extrañaba esto.

Kotoko asintió, utilizando eso para cambiar de tema, y eventualmente así pasó la comida, yendo de un lado a otro, con pequeñas intervenciones de Irie-kun, por las que descubrió que ya no era irónico o parco como antes.

—La cigüeña anda suelta. Oizumi Sahoko está esperando un hijo también —informó Noriko-san en un momento, causando un pequeño congelamiento en la mesa.

Probablemente había sido culpa de Kotoko, que acababa de mencionar a los dos bebés de sus amigas. Mencionar a la nieta del socio, casualmente también ex novia del hijo, era algo normal, dado que coincidían más de una vez al año.

No podía olvidar que era también un tema delicado para ella.

Rio, golpeada más por una idea que el nervio.

—Podría estar en la misma clase que Yuki y el bebé de Kin-chan y Chris —sugirió entre risas—. El esposo de Satomi es rico y la familia de Chris lo es, y su padre es tan orgulloso que les hará criarle para dirigir un banco. ¿Hay escuelas para esas familias, no? Los mayores se pelearán por quién hizo el mejor dibujo de los tres.

Esa vez hasta Irie-kun —comedido— se unió a las carcajadas por una situación, a pesar de que ninguno de los presentes conocía a todos los implicados en el chiste. Si estaban forzándose, no lo sabía.

Ella, en parte, lo hizo entonces. Se preguntaba si Irie-kun todavía sentiría algo por su ex novia, cuya causa de rompimiento desconocía, y por primera vez en un tiempo tuvo una notoria punzada de celos hacia Sahoko-san… no solo porque había significado más para él, sino porque ella también quería tener un hijo.

Vaya, habría aceptado que su desliz con Irie-kun tuviera consecuencias, sin importar que no estuviera preparada y la uniera de por vida a él.

Reprimió un suspiro, regañando a su cabeza tonta, influida por esa reunión familiar, y aprovechando el chiste decidió cancelar la cita con el amigo de Ryo la semana siguiente. Lo mejor sería salir con alguien de su categoría, para no coincidir con cierta rica cuyo poder había convencido al esposo de adoptar su apellido.

ooOOoo

Mientras Shigeki-san seguía lamentándose la pérdida de sus propiedades, reiterándose no volver a jugar Monopoly con su hijo mayor —porque sabía aprovechar hasta la suerte para ganarle—, Kotoko aceptó acompañar a Yuuki en un paseo con Chibi y seguir forjando una clase de amistad con el perro.

Quería descansar un rato de Irie-kun. La tarde había sido amena, pero tenerlo tan cerca, mirándola subrepticiamente uno que otro momento, la había hecho temblar por dentro. Había una cosa en sus ojos violáceos, irreconocible, que necesitaba apartar, así como lo hacía con el sorprendente contenido que arremolinaba tensión en su bajo vientre.

No creía que siguiera sintiendo deseo por ella, ni sus jeans y camiseta con frase de café lo ameritaban, de modo que estaba anonadada e inquieta… porque tampoco era ajena a la emoción.

¿La conversación en la mesa habría presionado una tecla en sus cabezas?

Había tratado de hacer memoria, desempeñándose horriblemente en el juego, sobre sus encuentros en ese par de meses, sin hallar algo importante que indicara el deseo de ahora. Estaba bien que fuese un maestro en enmascarar sus emociones, o un robot que solía no tenerlas, pero un detalle así no podría haberle pasado desapercibido.

¿O lo habría confundido?

—No…

El lamento de Yuuki la distrajo de sus pensamientos.

—¿Qué pasa? —preguntó preocupada, al verlo rascarse ansioso su pómulo.

—Acabamos de cruzarnos con la chica que me mira demasiado en la secundaria, y que lo hacía en la primaria. Sagawa Konomi, clase F. Es cansado e incómodo, quisiera decirle, mas no sé cómo. Estoy feliz de pensar que el próximo año podremos estar en escuelas diferentes; de lo que sé de ella, no creo que pase el examen de la preparatoria.

—No la vi. —Espió sobre su hombro. —Ya no hay nadie.

Fugazmente se cuestionó qué tanto sabría de la chica, pero reculó al reflexionar lo que debía haber sido para Irie-kun tenerla a ella detrás, sin corresponder sus sentimientos y presionado por su madre (disimuladamente por los padres, también).

Si la atención no bienvenida de Kin-chan le daba escalofríos, era hipócrita al esperar lo mejor de la suya, solo por utilizar otros medios —no tan discretos—. Irie-kun debía tener una impresión mala y no había que culparlo por rechazarla.

Debía perdonarlo. No la manera, pues ambos hermanos eran peor en las emociones que ella. Tal vez Irie-kun solo había querido dar por término su persecución, respondiendo a sus "amenazas" y ella había leído más en ese beso.

Quizá la había deseado genuinamente esa noche de primavera, por un tema masculino… Podría seguir haciéndolo… y ella había ocupado el papel de él en el remake de su rechazo universitario.

—Yuuki, algún día puedes llamarme para que me encargue de Sagawa-chan.

En el futuro tendría que disculparse por la manera en que había afrontado su relación sexual con Irie-kun.

Respecto a su deseo, tendría que pensarlo más tarde.


Naoki lamentaba que su afán de huir hubiera arrebatado el escenario familiar de ese sábado. La comida entre ellos podría haber sido una ocurrencia habitual, con Kotoko incluso casada con él, si no hubiese tomado una decisión que lo "librara" de las emociones intimidantes y desconocidas que ella causaba.

Habría sido protagonista de algunos de los momentos compartidos por ella, y él habría dado un paseo con Kotoko, no su hermano menor. Estaría aprovechando la intimidad para robarle un beso o escuchar sobre lo que le gustaría en su próximo cumpleaños y que él fingiría indiferencia, para luego hacer algo cercano (a la idea) que celebrara su fecha importante.

Podría estar calmando su deseo entre sus brazos y no tratando de contenerse enfrente de sus familiares, después de imaginarla embarazada de su propio hijo.

O simplemente su mera presencia inesperada no habría puesto expresiones de preocupación en su familia.

—Onii-chan. —Parpadeó con el llamado de su madre y dejó de observar a la ventana. —Si quieres algo con ella, tendrás que hacerlo sin mi apoyo. Seré feliz si están juntos de buena manera, pero eres tú quien debe ganarse su afecto. Antes no dije nada, debía llegar el momento. —Él abrió la boca, asombrado. —No me decepciones descuidando su corazón y el tuyo.

Ella se giró de nuevo a su padre, sin aguardar respuesta.

A su madre las cosas no le eran desapercibidas.


NA: Si Kotoko supiera que él la quería preñada.

Por causas de fuerza mayor la actualización se retrasó un poquito, pero aquí está. ¿Cómo ven el asunto con esta gente? Andan de lujuriosos en casa de los padres ja,ja. Me hizo pensar en esos fics donde los protagonistas estuvieran deseándose y dándose pequeños toques debajo de la mesa, aguardando la hora de estar solos XD.

Besos, Karo.