¡TRADUCCIÓN!

- NOTAS DE LA AUTORA -

*Advertencias*

Maltrato físico e Intento de Abuso.

*Derechos de autor*

La historia pertenece a: PimpedOutGreenEars.

Phineas and Ferb pertenece a: Dan Povenmire y Jeff Swampy Marsh.


¡Apartamento Vacío!

Capítulo 8. No Hay Nadie Como Mi Querida Madre

Mientras Isabella caminaba hacia el segundo período, no pudo evitar recordar la conversación de la mañana con Phineas. Fue extraño, por primera vez en su vida era la primera vez que sentía una pequeña desconfianza hacia el pelirrojo. Su instinto le indicaba de que Phineas le está mintiendo.

Suspiró mientras entraba a la clase de Matemáticas y se dejó caer al lado de Adyson.

Isabella y Adyson eran mejores amigas desde hace años. Se conocían desde que eran pequeñas, y se habían mantenido cerca durante todo ese tiempo.

Claro que la morena tenía otros amigos que había mantenido desde la infancia, pero ninguna como la castaña.

Aunque las dos chicas eran opuestas, con Isabella siendo más dulce y educada, y Adyson siendo más del tipo: fiestera y rebelde.

—¿Qué pasa? —preguntó Adyson levantando una ceja.

—Nada, solo estoy pensando —respondió, intentando convencerse de que la conversación anterior con Phineas no era preocupante.

—¿Quieres hablar?

—No, no es nada —dijo con una sonrisa—. Pero quería hacerte saber de qué Phineas ya eligió algunas canciones para el baile.

—Ya era hora. Estaba pensando a creer que no llegaría ese día —respondió con una sonrisa.

—No— dice Isabella riendo—. Solo no hemos tenido la oportunidad de hablar de eso. Ambos hemos estado muy ocupados.

—Como siempre —dice poniendo los ojos en blanco, aunque sin dejar de sonreír.

—El trabajo de una mujer nunca termina —abre el cuaderno.

—Joder, ni me lo digas —respondió sacando su cuaderno.

Isabella sonrió. Si alguien podía hacerla sentir mejor, era Adyson.

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De camino a la sala de estudio, Ferb no pudo evitar sonreír. El día de hoy había estado más que maravilloso.

El fin de semana lo había puesto de buen humor. El viernes por la noche había tenido un par de tocadas y cogió con tres chicas. Incluso logró regresar a casa segundos antes que su padre lo hiciera, lo cual a este le hizo muy feliz.

El sábado por la mañana se la paso leyendo algunos de los libros que había estado guardando para un día tranquilo. Luego toda la tarde estuvo en la autopista de peaje. Había bebido, fumado y cogido como nunca. Se acostó con cinco personas diferentes, cuatro mujeres y un hombre. Ninguno valía la pena para una segunda oportunidad, pero tampoco se quejaba.

Le daba felicidad de que nuevas personas entraban y salían hacia la autopista los fines de semana. Claro, hubo rostros viejos pero, siempre había un buen número de gente nueva que venían todas las semanas, sólo para nunca regresar. Era de ayuda de que hubiera una universidad lo bastante grande y cerca de aquí. Cuando las fiestas universitarias no estaban presentes, el Turnpike era el lugar perfecto para divertirse.

Por último, había pasado la mayor parte del domingo durmiendo debido a la noche anterior. Desde hace mucho ya no tenía resacas; parecía haber acumulado inmunidad contra eso. Tal vez debería empezar a buscar un hígado en el mercado negro antes de que este decida fallar. Por supuesto, si los pulmones cedían primero al cáncer, es probable que la búsqueda del hígado quedara en segundo plano.

Una vez que se despertó el domingo, bajó las escaleras para leer y esperar a que regresara su padre, el cual al volver estaba muy feliz. Estaba listo para abrir la tienda al día siguiente y con una nueva lámpara. También mencionó una disputa con una mujer por una lámpara, pero él como el caballero que era se la cedió. El peliverde estaba seguro que la disputa no fue una real. Su padre solo necesitaba una manera de hablar sobre la mujer sin decir lo que realmente estaba pensando.

Al castaño debió gustarle la mujer, pero eso jamás los admitiría. Era una tontería pensar en una mujer que podría vivir en cualquier parte del país.

Aun así, Ferb se alegró de que su padre se hubiera divertido con aquella mujer. Continuó diciendo que compartieron un tiempo para comprar juntos mientras aún discutían sobre las lámparas.

Lawrence no había salido desde el divorcio con su esposa: Rhegan. Cuando Ferb tenía doce años. Una mujer que nunca reconoció como una madre.

Lawrence y Rhegan siempre tuvieron problemas matrimoniales durante un buen tiempo. La pareja se había casado cuando ambos tenían veintidós años y apenas acababan la universidad, aunque para la mujer casarse no significaba necesariamente establecerse. Rhegan amaba a Lawrence, pero a ella también le encantaba pasar un buen momento con sus amigos y beber mucho, lo cual no molestaba al castaño. Eran jóvenes, y Lawrence disfrutaba de bailar y beber un poco. En realidad, le atraía demasiado la rebeldía de la escocesa.

Los problemas comenzaron cuando Rhegan quedó embarazada.

Dejó muy en claro que no quería quedarse con el bebé, pero Lawrence luchó contra ella y le dijo que si no lo hacía, la dejaría. Al final lo conservo. Pero nunca fue una buena madre, ni siquiera cuando Ferb estaba en el útero.

Ella tomaba ocasionalmente y nunca dejó de fumar. Fue un milagro de que el peliverde naciera saludable.

Una vez que él llegara al mundo, las cosas no mejoraron. Lawrence tuvo que trabajar mucho para mantener a su esposa e hijo recién nacido y no estaba en casa a menudo al igual que Rhegan.

Los abuelos de Ferb del lado del padre jugaron un papel importante en la crianza del mismo. Durante el primer año casi siempre estuvieron con él. En realidad, quien lo apodó Ferb fue el abuelo debido a una confusión. El nombre que debía tener era Ferguson pero fue confundido por Ferbuson. Y por eso le llamaban Ferb.

Los abuelos del peliverde sabían que Rhegan no estaba lista para ser madre, y estaban tratando de ayudarla lo mejor que podían. Sin embargo, después del primer año, comenzaron a ayudar cada vez menos, lo que permitió a la madre ha involucrarse más. Por no decir menos.

Con la lejanía de los abuelos, pudo pasar menos tiempo con su hijo. Podía ponerlo en la cuna e ir a hacer lo que quisiera.

Cuando él cumplió los dos años, tenia casi conocimiento de todo. Su padre se iría de viaje de negocios el viernes, y Rhegan se iría poco después, dejando a Ferb solo.

Aprendió a usar el baño, porque si no, habría fines de semana en los que tendría erupciones por no cambiarse el pañal. También aprendió a conseguir comida y, para ir un paso más allá, descubrió como usar el microondas.

La madre volvería a casa el domingo y limpiará cualquier desastre que Ferb hubiera hecho. Lo regañaría por haberlos hecho. Cuando su padre regresara, ella fingiría haber estado con su hijo todo el fin de semana.

A esa edad, era difícil darse cuenta que aquella situación estaba mal. Sabía que no era normal el que su madre le mintiera a su padre al respecto, pero él jamás dijo nada, hizo todo lo posible para aprender rápido. Quería hacer feliz a su madre porque nunca la vio de esa manera a su alrededor.

Las cosas siguieron así durante mucho tiempo. Cuando Ferb tenía cuatro años, Rhegan había comenzado a traer a hombres los fines de semana. Era hermosa y no tenía problemas en atraer la atención varonil.

La mayoría de las veces los hombres ignoraron a Ferb por completo, pero hubo incidentes donde no fue así. En algunas circunstancias, recibió demasiada atención de ellos.

La primera vez que sucedió, el hombre había esperado a que la madre de Ferb se durmiera. El entró en la habitación del pequeño donde este estaba leyendo. Aprendido como hacerlo a temprana edad.

El peliverde estaba confundido, el hombre se sentó a su lado y le preguntó si quería que le leyera el libro. Fue donde tuvo un mal presentimiento sobre el intruso. Él en cambio, respondió que sabía leer.

Sonrió para después mencionar que era un niño muy inteligente para su edad. No le respondió, el hombre lo estaba haciendo sentir incómodo. Le menciono que tenia por nombre Daniel y que le encantaría que Ferb le leyera.

Se sentía nervioso por la sonrisa que le dedicaba aquel extraño. Comenzó a leer, y fue entonces cuando el hombre puso al peliverde en su regazo y le dijo que así podía ver mejor las imágenes. La mano estaba posicionada muy arriba en la pierna de Ferb.

Incluso a la edad de cuatro años, el pequeño sabía que eso estaba mal. Actuó como si estuviera dando vuelta a la página antes de salir corriendo del regazo del hombre tan rápido como pudo, gritándole que era un asesino mientras se escondía en los gabinetes debajo del fregadero.

Debajo de el, todavía siguió gritando. El hombre abrió la puerta, tratando de calmar a Ferb, fue cuando la mujer entró al lugar enojada.

El extraño se levantó y salió de la casa, ignorando las preguntas que Rhegan le lanzó.

Una vez que se fue, la madre miró debajo del fregadero y vio a Ferb llorando. Le pidió que saliera, al hacerlo ella le preguntó sobre lo sucedido y él solo le mencionó que el hombre le había tocado.

En respuesta; lo abofeteó y le agarró el rostro para acercarlo. Le advirtió de que nunca debía volver a decirlo, en especial, contárselo a su padre.

Nunca lo hizo, pero fue ahí donde comenzó a odiar a su madre.

Nunca abusaron de él, pero hubo dos casos después de ese. Culpó a su madre por dejarlos entrar a la casa, por no protegerlo. Comenzó a rogarle a su padre que no se fuera los fines de semana.

Lawrence nunca descubrió el motivo del ruego. Hasta el día de hoy pensó que era porque ella lo estaba descuidando. No fue por eso que hizo que Ferb la odiara, pero tampoco eso lo hizo feliz.

La gota que derramó el vaso fue cuando Lawrence empezó a encontrar pistas de que su esposa estaba siendo negligente, cuando abofeteó a Ferb enfrente de él. Ella no quería que lo viera, pero el peliverde si. Pero la razón de que todo se viniera abajo —más de lo que ya estaba—, fue cuando al abofetearlo Ferb no se inmuto, como si fuera normal. Como si sucediera a menudo.

Al día siguiente, Lawrence solicitó el divorcio.

Trato de hablar con el peliverde al respecto, pero no dijo palabra alguna. No tenía la necesidad de decirle a su padre que había sido engañado, o que de alguna manera lo había puesto en peligro todo ese tiempo.

Cuando finalizó el divorcio, no hubo problemas. Ni siquiera hubo batalla por la custodia. Rhegan no tenía interés en luchar por Ferb cuando en primer lugar solo lo soporto por Lawrence.

Desde entonces, el castaño no había tenido una relación real. Muy raro a la vez tenía una o dos citas.

El chico sabía de que cierta forma era culpa suya de que su padre no tuviera citas. Era difícil encontrar a alguien de su edad que tuviera hijos o estuviera dispuesto a tener un hijastro como Ferb.

Amigable no era la palabra indicada para describirlo. Lawrence nunca ocultó que tenía un hijo y, por lo general, si iba a salir con alguien, terminaban por conocer a Ferb.

Las mujeres con hijos se llevaban la impresión de que Lawrence era un mal padre. Cómo en la forma de vestir hasta la manera de hablar de Ferb, que daba indicios de ser un alborotador. Por supuesto que tenían razón. Tenían miedo de que el chico influyera gravemente en sus hijos y por ello terminaron las cosas con Lawrence.

La mujeres sin hijos era un asunto diferente. El solo tener un hijo como Ferb, se les quitaba ganas de tener hijos. Porque era un chico grosero que hacía y venía a su antojo.

Tal actitud había mejorado con los años, pero desde los catorce años del peliverde Lawrence no había salido con nadie. Como si hubiera renunciado a tener una pareja.

Una parte de Lawrence creía que merecía estar solo por no darse cuenta de lo que su esposa le hacía a su hijo. Nunca podría perdonarse por no haberse dado cuenta. Por eso no se quejaba de ello.

Aun así, la mujer de la convención había hecho feliz al castaño, y dicha felicidad le fue contagiada al peliverde. Ferb nunca quiso castigar a su padre; solo no sabía como detener su mala actitud.

De cualquier manera, el fin de semana fue relajante, el domingo se dio por finalizado con Lawrence instalando una nueva lámpara y con los dos hombres sentados en el sofá para ver el canal de historia juntos.

Fue un fin de semana fantástico.

El día actual, tampoco había sido malo.

Durante Historia, Phineas e Isabella casi no le dijeron la palabra. Ambos parecían estar en silencio permitiendo que Ferb se relajara. Phineas no le había dicho ni una palabra en Inglés, y había corregido a la maestra en algunos errores gramaticales, lo que lo llevó a la oficina del director y sin asistencia en Francés. Entre el director y él tuvieron una discusión encantadora sobre la importancia de la gramática.

Ferb tenía suerte de que algunos días pueden ser magníficos para él.


NOTAS DE LA AUTORA —

Una vez más, me siento honrada de estar con ustedes con una nueva traducción de este bello fic.

Quiero aclarar que ya me estoy poniendo las pilas para poder actualizar seguido —eso incluye a la historia de "Después de todo, cumplimos nuestra promesa"—, así que ya me van ver más seguido por aquí.

Sin más que decir, besos y abrazos.

¡LolitaMick14 fuera, paz!