— NOTAS DE LA TRADUCTORA —

La historia pertenece a: PimpedOutGreenEars.

Phineas and Ferb pertenece a: Dan Povenmire y Jeff Swampy Marsh.


Apartamento vacío

Capítulo 40. Soborno en su máxima expresión

Miércoles, 19 de marzo.

—¿Llave inglesa? —preguntó Ferb mientras miraba debajo del capó.

Hoy marcó el tercer día consecutivo en que Ferb dejó que Phineas lo ayudara con el auto. Al principio no estaba seguro de que tan bien funcionaría. Si bien el pelirrojo era excelente a la hora de proponer ideas, todavía existía el problema de que en realidad no sabía manejar el cinturón de herramientas.

Había esperado que el otro lo frenara porque no sería capaz de seguir su ritmo, pero le demostró cuán equivocado podría estar.

Phineas se dio cuenta de las cosas con rapidez y, aunque hacía muchas preguntas, también aprendía observando. El más joven estaba feliz de solo ver trabajar a Ferb, aunque este último también lo dejó ayudar con ciertas cosas.

Ferb no tuvo ningún problema en dejar que Phineas aprendiera de forma práctica o explicar como funcionaban las piezas mientras las juntaba, aunque mantuvo las explicaciones breves. Sin embargo, el pelirrojo parecía entender lo que quería decir sin importar como decidiera decirlo.

Una vez más, Ferb se dio cuenta de que había cohesión cuando trabajaba con Phineas.

Trabajar con él era muy fácil. El tiempo pasaba más rápido. También le dio la oportunidad de conocer un lado que no veía de Phineas muy a menudo.

La pasión de Phineas era tan desbordante. Si bien nunca antes había trabajado con mecánica, era obvio que le encantaba hacerlo. Esa chispa se encendía con potencia cuando estaba cerca del auto y él siempre se quedaba la mayor parte del tiempo posible para trabajar en el.

Habían sido tres días buenos para Ferb.

—¿Este? —preguntó Phineas mientras le entregaba al peliverde una llave inglesa.

Era del tamaño correcto. Ferb no se sorprendió. Phineas estaba empezando a ser capaz de decir ese tipo de cosas con solo mirar.

Ferb asintió mientras comenzaba a colocar un cerrojo.

—Esto va más rápido de lo que pensaba. Casi nos hemos quedado sin piezas —señaló Phineas mientras observaba trabajar al otro.

Eso era cierto. Ferb había ordenado para que piezas tenía dinero, pero se fueron demasiado rápido. Si fuera honesto, tendría que admitir que tampoco creía que trabajaran tan bien juntos.

—Si, podría ser así por un tiempo —mencionó mientras terminaba de apretar el perno.

—¿Qué quieres decir? —preguntó mientras Ferb se inclinaba para mirarlo.

—Es decir, una vez que estas partes estén listas, podemos terminar por un tiempo —explicó.

—¿Por qué? —cuestiono sonando preocupado.

—El cantante principal de Turnpike se fue de la ciudad. Hasta que lo reemplacemos me quedaré sin trabajo, así que no habrá dinero para más repuestos —explico mientras se apoyaba contra el auto, señalando un descanso. Lo necesitaban después de llevar varias horas de trabajo.

—¿Por qué se fue de la ciudad? —preguntó mientras inclinaba junto a Ferb.

—Al parecer firmó con alguna banda —dijo aún sin poder creerlo.

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«Ferb no solía ir a Turnpike entre semana, pero por ocasiones Sid le pedía a la banda que viniera algún día entre semana, ¿Los motivos? Una mujer vino a visitarlo. Ferb solo obedecía.

Asumió que era uno de esos días.

Llegó a la autopista de peaje alrededor de las siete, cuando las cosas todavía estaban bastante lentas. Cuando entró, vio a Stine, Profeta y Sid reunidos en la barra. Para su sorpresa, no vio a una mujer con ellos. Lo que sí noto es que Stine parecía enojado. Bueno, más enojado que de costumbre.

Ferb camino hacia la barra para unirse a ellos, con su guitarra colgada a la espalda.

¿Qué está sucediendo? —pregunto una vez llegado a la barra.

¡Chuck es un maldito bastardo, eso es lo que está pasando! —grito Stine antes de mirar a Sid— Dame la maldita botella.

Solo si pagas por ello —dijo Sid antes de llenar un trago para Ferb y deslizarlo.

Ponlo en la puta cuenta de Chuck. De todos modos será rico y famoso —mencionó Stine antes de golpear su vaso vacío y salió furioso del bar.

Una vez que Stine se fue, Ferb tomó asiento y esperó a que Sid o Profeta explicaran lo que estaba sucediendo.

Chuck se fue a Los Ángeles para estar en una banda. Dijo que consiguió un contrato discográfico —mencionó Profeta antes de dar una calada a su cigarrillo.

Aún no logro creerlo. Es probable que consiguiera un trabajo en alguna otra parte —dijo a Ferb como si fuera una verdadera revelación.

De cualquier forma, al menos salió de aquí. Es algo bueno para él —dijo Profeta con los ojos pareciendo desenfocados. Ferb no estaba seguro si estaba pensando o estaba drogado.

No es algo bueno para ti —escupió Sid, en un tono burlón hacia Ferb—. Sin cantante no hay banda, lo que significa que no te pagaran.

Ferb asintió tomando al fin el trago que Sid le había preparado.

El plan es realizar audiciones para un nuevo cantante, pero eso podría llevar un tiempo —le dijo Profeta en voz baja a Ferb, sus ojos parecían enfocarse de nuevo—. Será mejor que te vayas de aquí.

Ferb no se sorprendió antes las palabras de Profeta. En opinión del hombre mayor, consideraba a Turnpike un basurero. Siempre encontraba momentos para recordarle a Ferb que no debería de estar aquí. Era una de las pocas personas que aún creía que el chico era muy joven para estar ahí. Y sin falta alguna, también le mencionaba que estaba desperdiciando su vida.

Ferb tendía a ignorar a Profeta.

Mierda, apuesto a que perder a su guitarrista es lo único que podría hacer a Stine más feliz —dijo Sid con una risa áspera.

Que se joda Stine. Hay mejores lugares en donde estar —dijo Profeta antes de levantarse y salir del bar.

Hablando de un gato amargado. Stine y él, ambos —se burló Sid una vez que Profeta estuvo fuera de la distancia de audición—. En unas semanas encontraras a alguien más. Hasta entonces, siempre habrá tráfico de drogas.

Parece que es posible que Profeta ya haya conseguido algunas —tiró Ferb en su lugar en vez de decir nada en relación con la venta de drogas. El peliverde sabía que Sid vendía y pagaba a personas para que hicieran el negocio por él, pero el chico jamás estuvo interesado.

Si, es probable. Algunas de esas cosas son difíciles de superar una vez que empiezas —Sid estuvo de acuerdo antes de alejarse para servirle un trago a una mujer.

Ferb lo aprovechó como una oportunidad para encontrar su próxima conquista…»

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—Eso apesta —dijo Phineas con simpatía—, ¿Eras amigo de él?

—No —respondió con facilidad mientras sacaba un cigarrillo de su bolsillo. Sería el último hasta que comenzara a ganar dinero de nuevo.

Phineas asintió con compresión.

—No entiendo porque no te haces cargo —sugirió mientras veía al otro dar una calada.

Ferb se encogió de hombros.

—Falta de presencia en el escenario, supongo —respondió después de unos segundos.

—Creo que podrías hacerlo —dijo con una ligera sonrisa.

En respuesta, de nuevo se encogió de hombros, pero de alguna manera sintió que Phineas entendió el mensaje de que en realidad no le importaba hablar de eso.

Phineas imitó su gesto como si diera entender que dejaría el tema pasar, pero antes de pudiera hacerlo, su rostro se iluminó como si acabara de recordar algo.

—Hablando de bandas, las Fireside Girls tocaran el viernes, ¿lo sabías?

—Es difícil no saber que están haciendo las Fireside Girls —declaró poniendo los ojos en blanco.

Phineas reprimió una risa antes de hablar.

—Bueno; Baljeet, Buford y yo actuaremos como roadies para ellas el viernes. Se suponía que Django nos ayudaría, pero tuvo que cancelar en el último minuto. Así que nos falta un chico y me preguntaba ¿si nos podrias ayudar? —preguntó en tono cantarín.

Ferb casi se rió.

—Paso. En realidad no quiero ser el asistente de una fiesta de cumpleaños de preadolescente —explico, mientras le daba a Phineas una mirada que contenía un ¿Por qué? a su pregunta.

—Son unos dulces dieciséis. Y solo quiero señalar que fui honesto contigo acerca de lo que quería y que te lo pregunte directamente —dijo Phineas como si eso debería hacer alguna diferencia para Ferb.

—¿Y? —preguntó con una ceja levantada.

—¿Qué hará falta para que vengas? —pregunto, inseguro acerca de la siguiente respuesta del otro.

—¿Estamos negociando ahora?

—¿Por qué no? Sabes que te quiero allí, ¿Cuánto se necesita para eso? —pregunto mirando directo a Ferb a los ojos.

Ferb negó con la cabeza. Una parte de él no podía creer que Phineas estuviera tratando de comprarlo. Por supuesto, el pelirrojo siempre halló la forma de obtener lo que quería.

Que interesante.

—¿Por qué me quieres allí? —pregunto antes de lanzar humo al aire.

—... Me ayudas a distraerme de las cosas —respondió en voz baja.

—¿Cómo? —cuestiono, aunque ya tenía una idea.

—Lo descubrirás si vienes.

Durante unos segundos los dos chicos se limitaron a mirarse. Hasta que al fin Ferb habló.

—Quiero cigarrillos, un par de billetes y una respuesta más directa —respondió.

Phineas buscó en su bolsillo y sacó su billetera.

—Tengo cuarenta dólares —ofreció a Ferb, ansioso por escuchar su veredicto final.

—Bien, eso se hará cargo de los cigarrillos —dijo antes de tomar el dinero el cual el pelirrojo no pareció preocupado por dárselo.

—Te daré una respuesta sencilla a cualquier pregunta que quieras hacerme después —mencionó, mostrando un poco de nerviosismo por eso.

—Está bien —estuvo de acuerdo Ferb, haciendo que Phineas sonriera—, pero hemos terminado por hoy.

—Phineas asintió comprendiendo, sabiendo que no debía protestar.

—Está bien, entonces te veré en la escuela mañana —se despidió antes de ir a recoger su mochila y alejarse hacia su casa.

Ferb no le corresponde y continuó fumando como si hubiera estado solo todo el tiempo.