Al llegar al atrio del Ministerio de Magia, el caos era palpable. Empleados del Ministerio gritaban y corrían en todas direcciones, tratando de escapar del caos. Presione más fuerte el pequeño cuerpo de mi Piscium, tratando de protegerlo. De repente, otro aullido desgarrador resonó por todo el atrio. Me detuve en seco, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba. Piscium, que hasta hace poco había recobrado la consciencia mientras subíamos por las escaleras de emergencia, soltó mi mano para protegerse sus oídos, su pequeño rostro se contorsionaba de dolor. Gire mi cabeza rápidamente, buscando la fuente del sonido, y lo vi, jamás olvidaría aquel rostro inhumano lleno de maldad: Fenrir Greyback lideraba un grupo de hombres que gritaban y de sus manos expulsaban un humo negro que absorbía a los magos que trataban de contenerlos.

"¡Maldita sea!" murmuró Arthur, apretando con fuerza su varita y manteniendo a George y Susan detrás de él. "Tenemos que encontrar una forma de salir de aquí."

Mire a mi alrededor en busca de ayuda, pero todo era un mar de confusión. Mis piernas temblaban bajo mi peso y mis brazos gritaban adoloridos al cargar a mi Piscium, quien seguía sollozando de dolor y miedo. Sentía que mis pulmones colapsarían en cualquier momento, a la distancia algo se estaba quemando y las cenizas en el aire dificultaba mi vista. Los tres niños no demoraron en toser y llorar.

En medio del caos, se destacó una figura alta y elegante: Lucius Malfoy. No fue difícil reconocerlo al dueño de un cabello tan brilloso. Lucius, que salió de una de las entradas de emergencia del atrio en ese momento, notó el desorden y la presencia de Greyback. Con una mueca de desagrado, sacó su varita y lanzó un poderoso hechizo, manteniendo a los hombres en seco. Un resplandor cegador iluminó el atrio, y en cuestión de segundos, el aullido cesó y algunos de los hombres de Greyback cayeron al suelo, inmóviles. Todos dejaron de moverse, la furia en el rostro de Greyback era tan notoria que su grito colérico no fue una sorpresa, pero si la aparición de otro grupo de hombres que tenían una apariencia mucho mas desagradable.

Lucius Malfoy, con su varita en alto, lanzo hechizos con una precisión letal cuando el caos se reanudo. "¡Lupin! ¡Por aquí!" gritó, creando un sendero temporalmente seguro con hechizos defensivos.

"¡Protego Máxima!" rugió Lucius al ver que no me movía, erigiendo un escudo que repelía a los siniestros hombres que se nos acercaban. Sus ojos se encontraron con los míos por un breve instante, y aunque había desconfianza en su mirada, también había desesperación y miedo.

Arthur lanzó un hechizo hacia un hombre que se había acercado demasiado, en sus ojos había un brillo maniaco de muerte y ansias de provocar sufrimiento. "¡Vamos, Remus, sigue a Malfoy!" me ordeno, sabiendo que no teníamos otra opción.

Con Piscium firmemente en mis brazos, seguí a Lucius, con pasos rápidos y decididos. Cada vez que un hombre se acercaba, Lucius y Arthur lo enfrentaban, lanzando hechizos que iluminaban el atrio con destellos de luz mágica. En algún momento en mi desesperación al bajar las escaleras extravié mi varita y no podía hacer uso de mi magia si quería mantener a mi niño entre mis dos brazos.

Finalmente, logramos llegar a una esquina más segura del atrio, donde algunos aurores y trabajadores heridos se estaban reagrupando. Lucius se volvió hacia mí, su rostro serio y estoico. "Tenemos que sacar a Piscium de aquí. Necesita médica inmediata", dijo, señalando una salida secundaria que algunos magos estaban usando para evacuar.

"Gracias, Malfoy", dije en voz baja, mientras Arthur lanzaba un último hechizo para mantener a raya a los hombres.

"Vamos, no hay tiempo que perder", respondió Lucius, guiándonos hacia la salida. Mientras él nos alejaba del caos, no pude dejar de sentir una mezcla de alivio y temor. El peligro había sido real, y aunque habíamos logrado salir, sabía que las cicatrices de este día quedarían grabadas en la memoria de tres niños para la eternidad.

Aun sosteniendo a mi Piscium, mire a Lucius con gratitud y una mezcla de recelo. Aunque había pasado tiempo desde nuestro último encuentro, y a pesar de mis sentimientos encontrados hacia los Malfoy, en ese momento estaba agradecido por la intervención de Lucius.

"¡Remus! ¡Piscium!" escuchamos la voz de Kingsley, llegó corriendo, empujando a la gente para abrirse paso hasta llegar a nosotros. Cuando vio que abraza a mi hijo inconsciente, su expresión se tornó de preocupación inmediata.

"Está... está inconsciente", dije, con la voz temblorosa, mirando a Kingsley con mis ojos llenos de lágrimas. "El ataque... lo asusto mucho."

Kingsley se movió rápidamente. "Vamos, llevémoslo a San Mungo", sugirió, extendiendo sus manos para tomar a mi Piscium.

Antes de que pudiera impedirlo, Lucius se acercó a nosotros. "Remus", dijo, su voz calmada pero autoritaria, "mi casa es más segura. Podemos llevarlo allí primero. Tengo pociones que podrían ayudar a estabilizarlo mejor a diferencia de San Mungo."

Vacile en contestar, era claro el verdadero motivo por el cual no quería que llevara a mi hijo a San Mungo, Kingsley lo miro con molestia, vi como intento avanzar e intentar quitar a mi Piscium de mis brazos. Mi instinto paterno reconoció que no tenía mejor opción ni tiempo que perder. "Está bien", murmure, girándome hacia Lucius, ignorando el sonido de confusión de Kingsley y Arthur.

Mientras salíamos junto a Lucius y dejando atrás a Arthur con su hijo y Kingsley, mis ojos se encontraron brevemente con los de Lucius. Aunque había una desconfianza latente, en ese momento, una silenciosa tregua se había formado entre nosotros. Por el bien de Piscium, estábamos dispuestos a dejar de lado nuestras diferencias, al menos por ahora.

Al salir del Ministerio y con la pequeña Susan aferrada a mi pantalón nos apresurábamos a tomarnos de la mano para dirigirnos hacia la Mansión Malfoy, no pude evitar dejar de pensar en la fragilidad de la situación. El mundo mágico estaba lleno de peligros, y aunque mi niño poseía un fuerte núcleo mágico, había momentos en que ni toda la magia del mundo podía protegerlo completamente. Aprete a mi Piscium con más fuerza contra mi pecho, mientras Lucius nos aparecía en la sala de estar de su mansión.

El contraste entre el lujo de la habitación y el caos del Ministerio de Magia era estremecedor. La sala estaba decorada con mármol pulido y arañas de cristal que lanzaban una luz dorada y suave. Retratos de antiguos Malfoy colgaban de las paredes, observándonos con ojos severos y elegantes.

Narcissa Malfoy, siempre alerta y elegante, apareció casi de inmediato al escuchar el sonido de nuestra llegada. Su expresión de preocupación se suavizó ligeramente al ver a Lucius, aunque sus ojos se posaron con ansiedad en mi Piscium, que yacía inconsciente en mis brazos, yo estaba claramente sin saber que hacer a continuación, con mis ojos abiertos y respiración entrecortada.

"Remus," susurró Narcissa, tomando a Piscium con cuidado, esta vez no me negué a que me lo quitaran de mis brazos. "Vamos, vamos a llevarlo a una habitación."

Asentí mecánicamente, mis ojos estaban llenos de lágrimas no derramadas. Susan, temblaba y abrazaba con fuerza mi pierna, miraba alrededor con ojos llenos de terror, incapaz de procesar el horror que acababan de experimentar. Hasta ahora no había escuchado ninguna palabra de su parte.

Lucius se acercó a su esposa, su voz era grave y firme. "Narcissa, hubo un ataque en el Ministerio. Un grupo de Greyback causó caos. Piscium se desmayó por el dolor cuando aullaron."

Narcissa, con la delicadeza de alguien acostumbrado a cuidar a alguien pequeño, llevó a mi Piscium a una habitación adyacente. La cama, tenía sábanas de satén blanco que apenas se hundieron cuando el cuerpo de mi niño fue puesto encima. Mientras Narcissa comenzaba a tratar a mi Piscium, aplicando un ungüento a una herida en la frente de mi niño, tome asiento al borde de la cama, sosteniendo la mano de mi hijo a la vez que mis lágrimas caían silenciosamente.

Susan, todavía temblando, se aferró a la sabana, buscando observar lo que Narcissa le hacía a mi niño. "¿Estará bien?" preguntó la niña con voz quebrada.

"Sí, cariño," respondí, tratando de sonar convincente. "Estará bien."

Desde la puerta Lucius Malfoy observaba la conmoción en la habitación con una mezcla de determinación y urgencia en sus ojos. Su rostro mostraba tanta seguridad y tranquilidad a diferencia del resto de nosotros. Salió de la habitación después de unos minutos, cerrando la puerta suavemente detrás de él, lo escuche dirigirse con pasos rápidos hacia otra puerta.

Poco después escuche los pasos de tres personas que se acercaban a la puerta, mi cuerpo se puso tenso al no tener una varita que usar, Narcissa tenia la suya sobre mi niño, buscando heridas o fracturas que pudo conseguir en el ataque.

"Remus," exclamó mi mamá, se detuvo unos segundos en la puerta antes de correr hacia mí. Me abrazó con fuerza, como si temiera que pudiera desaparecer de nuevo. "¿Estás bien? ¿Y Piscium?"

Aún en estado de shock, apenas podía responder. Mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas mientras señalaba hacia la cama. "Mi Piscium... Narcissa lo está curando."

Vi como Lyall se acercó a Lucius, sus ojos llenos de preocupación, pero también de gratitud. "Gracias, Lucius, por traerlos aquí. No sé cómo agradecértelo."

"No tienes que agradecerme," respondió Lucius con seriedad. "La seguridad de Piscium es lo más importante."

Quería sentir odio, furia o enojo por sus palabras, pero no pude sentir nada mas que alivio. No quería que mi hijo sea importante para los Malfoy. Mientras mis padres se acercaban a la cama donde Narcissa estaba cuidando a Piscium, Lucius los seguía con la mirada, asegurándose de que todos estuviéramos bajo su supervisión. Narcissa seguía inclinada sobre la cama, aplicando más ungüento a la herida en la frente de Piscium, ni siquiera ame había dado cuenta que lo tenía hasta que Narcissa lo curo. Recién pude notar que la habitación estaba decorada con gusto refinado pero acogedor, parecía un lugar seguro y confortable para que mi Piscium descansara.

Narcissa se volvió al escuchar la voz de su esposo, sonriendo suavemente a mis padres al notar su presencia. "Piscium está estable," dijo en tono tranquilizador. "Necesita descansar, pero estará bien."

Mi mamá dejó escapar un suspiro de alivio, sus ojos llenos de lágrimas mientras se acercaban a la cama y tomaba la mano de su nieto. "Gracias, Lady Malfoy," murmuró, su voz quebrada por la emoción.

En ese momento, la atmósfera en la habitación se llenó de un sentido de alivio y reconciliación. Las antiguas tensiones parecían disiparse, reemplazadas por un sentimiento de unidad y una comprensión más profunda entre todos. El ambiente se suavizó, y por primera vez, sentí una conexión genuina y sincera con Narcissa Malfoy.

Mientras mi padre conversaba en voz baja con Lucius, Narcissa se acercó y con una pequeña sonrisa, me observo. "Somos familia, Remus," dijo suavemente. "Nos cuidamos entre nosotros."

Mi mamá con los ojos llenos de lágrimas abrazaba a la pequeña Susan que dormía en sus brazos. "Tiene razón, Remus."

Narcissa, con la mirada tranquila y segura, se volvió acercar a la cama donde mi Piscium descansaba. Lo examinó por última vez con cuidado, asegurándose de que no hubiera más daños además del susto y el agotamiento. Al ver la inquietud en mis ojos, trato de transmitirme su calma.

"Piscium está estable", dijo Narcissa con voz suave y tranquilizadora. "Se desmayó del miedo y su magia está un poco intranquila. No hay daño grave, solo necesita descansar y estará bien pronto."

Con los brazos cruzados y los ojos fijos en mi niño suspire con alivio. Sin embargo, una sombra de tensión seguía marcando mi rostro. Estar en la mansión Malfoy, rodeado de la opulencia y la historia de una familia con la que había causado tanto daño a inocentes, me hacía sentir incomodo. Cada objeto, cada cuadro y cada detalle del lugar parecía recordarnos a todos quiénes eran ellos y lo que habían hecho en el pasado.

Mi mamá notando como empezaba a ponerme tenso, se acercó y me abrazo con ternura. "Piscium está a salvo, Remus. Todo está bien."

Lyall, con una mirada de preocupación y alivio mezclados, se acercó a Narcissa y le agradeció con una inclinación de cabeza. "Gracias, Narcissa. No sé cómo podríamos haber manejado esto sin tu ayuda."

Narcissa, con una calidez inesperada en sus ojos, respondió: "Estamos todos en esto juntos, Lyall. No hay necesidad de agradecimientos. Piscium es parte de mi familia."

Mientras mis padres conversaban con los Malfoy tranquilamente, yo seguí sintiéndome presionado por estar en un lugar que nunca había imaginado que visitaría en estas circunstancias. El lujo de la mansión, con sus muebles de época y tapices detallados, me recordaba a Sirius y a los momentos que habíamos compartido en un pasado cuando visitaba la casa Black. La ausencia de su presencia era palpable, y cada rincón de esta casa parecía susurrar su nombre, recordándome lo que había perdido. Lo que una vez había tenido.

Finalmente, Lucius, con su porte serio y aburrido de siempre dio unos pasos para acercarse a mí. "Remus, si necesitas algo más, por favor, házmelo saber. Aquí estaremos para ayudarte."

Mi voz casi me traiciona al responder: "Gracias, Lucius. Fue un día tan... complicado. Tan lleno de emociones... recuerdos de… la guerra."

Lucius asintió, comprendiendo la profundidad de mis palabras. "Te entiendo, Remus. No eres el único que aun sufre de las repercusiones. Pero por suerte tenemos a nuestras familias, y haríamos todo lo que está en nuestro poder para protegerte a quienes amamos."

Siento como mi nivel de alivio sube al escuchar sus palabras. Miro a Susan, que se encontraba recostada a un lado de mi Piscium, ella lo observaba con curiosidad y preocupación. "Puedes dormir un poco, si quieres", le dije con voz suave. "Piscium no despertara por un largo rato."

Susan, con una inocencia propia de su edad, me sonrió tímidamente. "No tengo sueño, señor Lupin. Voy a quedarme a cuidar a Piscium."

No era cierto, sus parpados cada vez tardaban en volver abrirse, pero era muy amable de su parte quedarse despierta y acompañarme a vigilar a mi Piscium.

Narcissa aún seguía mirándome y eso era inquietante. "Remus, ¿por qué no te tomas un momento para descansar? Podemos cuidar de Piscium mientras tú te relajas un poco. Te prometo que está en buenas manos". Sugirió con voz calmada

"Gracias, Narcissa. Pero no será necesario. Lo que debemos de hacer ahora es informar a Madam Bones sobre el bienestar y paradero de Susan", dije con mi voz llena de determinación. "Ella debe saber que está a salvo y que no le sucedió daño alguno."

Lucius dio unos pasos hacia atrás, al llegar a la puerta asintió y miro a mi padre. "Lo haré de inmediato. No deseo tener más problemas con el Ministerio y menos con Amelia."

A medida que mis padres y la pareja Malfoy se retiraron de la habitación, Susan no tardo en quedarse dormida y yo me acerque hasta mi niño, coloque su pequeña cabeza en mis piernas y deje que mis lagrimas que había estado conteniendo se deslicen por mis mejillas. Entre sollozos, no pude evitar murmurar el nombre de Sirius, deseando más que nada tenerlo a mi lado en este momento, para sentir su calidez y su apoyo inquebrantable. Aunque en el último año de relación no me lo dio.

Piscium, aunque inconsciente, parecía estar envuelto en un sueño reparador, su pequeño cuerpo siguió descansando plácidamente bajo mi atenta mirada. La puerta estaba entreabierta y pude lograr escuchar la voz de Lucius.

"Oficina de Madam Bones", pronunció con claridad, y tomo algunos segundos para escuchar la voz de Amelia Bones, su rostro debió de aparecer entre las llamas verdes de la chimenea que vi al pasar por la sala.

"Malfoy," saludó Amelia, desde la distancia note que su voz estaba llena de preocupación y cansancio. "Shacklebolt me informo que te llevaste a mi sobrina Susan junto a Lupin y su hijo. He estado ayudando a poner orden en el atrio después del ataque y no pude contactarte ya que proteges tu red flu de la misma forma como lo hizo tu padre. Lamentablemente, no podré ir por Susan ahora, pero estaré ahí esta noche."

"Entendemos, Madam Bones. Nos aseguraremos de que este bien atendida hasta tu llegada." Respondió Lucius.

"Gracias, Malfoy. Llegaré tan pronto como pueda. Ah, e infórmale a Lupin que encontré su varita en el atrio. La llevaré conmigo."

Con eso, la comunicación se cortó y Lucius se dirigió a mis padres. "Amelia llegará por la noche. Nos pidió que cuidemos de Susan hasta entonces." Mis padres debían estar un poco alejados de él, para que Lucius tuviera que decirles sobre la llegada de Madam Bones.

La tarde pasó lentamente en la mansión Malfoy. Susan se desperté una hora después y se puso a jugar tímidamente con algunos juguetes que Narcissa había traído a la habitación, yo me mantuve cerca de mi Piscium, observando cada uno de sus movimientos. Aunque mi niño seguía inconsciente, su respiración era regular, lo que me daba un poco de consuelo.

Sin darme cuenta la noche en la mansión Malfoy llego. El ambiente, aunque lujoso y acogedor, estaba cargado de tensión y nerviosismo. Piscium estaba rodeado de mis brazos, acaricie repetidamente su cabello mientras seguía inconsciente. Susan, empezó a inquietarse por la espera y se acercó a Narcissa, quien nos observaba con calma.

"Señora Malfoy, ¿dónde está Draco?" Susan le pregunta con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Yo levante la vista, sorprendido por la familiaridad con la que Susan mencionaba a Draco. No pude evitar sentir una punzada de desconcierto. "¿Conoces a Draco, Susan?" pregunte, tratando de mantener mi voz serena.

La pequeña asintió, mirándome con ojos grandes y brillantes. "Sí, él y yo tenemos el mismo profesor de arte visual los sábados. También hay otros niños en la clase, pero no soy tan buena en escultura como Draco."

Narcissa nos sonrió con orgullo ante la mención de que su hijo sobresalía de los demás. "Draco está estudiando en su habitación ahora mismo. Es un niño muy aplicado."

No pude evitar ocultar mi sorpresa. "¿Tienen clases juntos? No tenía idea."

Susan asintió con entusiasmo. "Sí, el profesor es muy bueno. Nos enseña muchas cosas divertidas a diferencia del resto."

La información me tomo por sorpresa. Nunca había imaginado que la vida de Draco estaría entrelazada con la de Susan Bones. Narcissa noto mi expresión y me dedicó una sonrisa tranquilizadora.

"Es una suerte que los niños puedan aprender juntos y compartir esas experiencias," comentó Narcissa suavemente. "Especialmente en tiempos como estos."

Solo atine a sonreírle, aunque mi mente seguía procesando la nueva información. La conversación se desvió hacia otros temas triviales, pero yo no pude evitar sentirme un poco estúpido con la imagen que tenia de los Malfoy y la verdad era que no eran las mismas personas que conocí en el colegio. Mientras aguardábamos la llegada de Amelia, me puse a reflexionar sobre mis percepciones con los Malfoy. Siempre había pensado que despreciaban a los mestizos, las personas que no tenían el mismo nivel económico o que compartieran ideas o gustos diferentes, pero ver cómo Narcissa permitía que su hijo mantuviera una cercanía con Susan e hizo muchos esfuerzos para que nuestros hijos mantuvieran una cercanía, ambos eran mestizos y aunque Susan poseía una basta fortuna, mi niño no la tenía y eso me hizo replantear la forma en que veía a esta familia.

Tal vez, había cometido un error al separar a mi niño de Draco y Luna.

La tensión que sentía por estar en la mansión Malfoy era palpable, a pesar de la tranquilidad aparente que ofrecía sus anfitriones. Había dejado a mi niño dormir y vine al salón para acompañar a mis padres, la confusión y el terror del día todavía resonaban en mi mente, como ecos persistentes. Mis pensamientos se interrumpieron cuando la chimenea del salón parpadeó en un verde esmeralda, y Amelia Bones emergió de las llamas verdes, sacudiéndose el polvo de flu de su capa. Su expresión era seria, pero al ver a Susan, se suavizó inmediatamente. Susan corrió hacia su tía y la abrazó con fuerza.

"Susan," dijo Amelia, avanzando hacia su sobrina y abrazándola con fuerza. "Me alegra tanto que estés bien."

Susan respondió con un abrazo igual de fuerte. "Estoy bien, tía Amelia. La señora Malfoy nos cuidó muy bien."

Amelia se volvió hacia Narcissa, con una sonrisa de agradecimiento en el rostro. "Gracias por cuidar de mi sobrina. No sé cómo agradecerles lo suficiente."

Lucius asintió solemnemente. "Solo hice lo que cualquier persona haría en mi lugar."

Amelia lo miro por burla, pero solo lo mantuvo unos segundos antes de acercarse a mí y me extendió una varita. "Moody encontró esto en el atrio, Lupin. El auror Shacklebolt tuvo el deseo de ser quien te lo entregue, pero supuse que su presencia no sería agradable para ti."

Tome la varita, sintiendo el peso familiar en mi mano. "Gracias, Madam Bones. Pero... yo recuerdo haberla extraviado antes de subir las escaleras de emergencia. ¿Cómo...?"

Amelia frunció el ceño levemente. "Moody fue muy sincero al decir que lo encontró en el suelo del atrio. Dijo que estaba segura de que era la tuya. Quizás la dejaste caer en el caos."

Asentí lentamente, aunque mi incertidumbre permanecía. "Tal vez... es que todo fue tan confuso."

Mis padres que estaban sentados a mi alrededor, intercambiaron miradas preocupadas. Mamá puso una mano sobre mi hombro. "Lo importante es que ahora estás a salvo."

Amelia, tomo a Susan de la mano. "Debo regresar al Ministerio para terminar de poner orden. Gracias de nuevo por cuidar de Susan."

Lucius asintió. "Viaje con cuidado, Madam Bones. Mañana a primera hora estaré ahí."

Madam Bones entrecerró los ojos hacia Lucius, ambos se miraron con sospecha e indiferencia por largos minutos, fue Susan quien los hizo dejar de mirarse al sacudir la mano de su tía, tras la partida de Amelia y Susan, la mansión Malfoy volvió a una calma tensa.

Narcissa nos observó a todos, era evidente que sus padres la habían preparado en caso de tener visitantes desagradables en su hogar y aun así mostrarse como la anfitriona perfecta. "Esta noche descansaremos. Mañana, con la luz del día, todo parecerá un poco más manejable."

Lucius fue el primero en retirarse discretamente, dejándonos al resto con nuestros pensamientos, recordé las muchas veces que vi a Sirius hacer lo mismo en momentos tensos e incomodos. Mientras miraba a la puerta donde mi hijo dormía tranquilamente, me di cuenta de lo equivocado que había estado. Los Malfoy no eran simplemente la familia elitista y cerrada que había pensado o lo que Sirius y James nos decían. Había lealtad y amor en ellos y lo demostraban de una manera más discreta, y eso me daba una nueva perspectiva sobre lo que realmente significaba ser parte de una antigua familia mágica. De cierta forma, se parecía mucho a mi padre y lo que había sido su pasado con su familia. También, si omitía algunas cosas, Lucius y Narcissa eran muy similares a Sirius y eso no sabia si era bueno o malo.

Mientras me acurrucaba junto a Piscium en la cama de mi antigua habitación en casa de mis padres, agradecí silenciosamente por las pequeñas victorias del día, esperando con ansias un mañana más tranquilo.


20 de marzo 1984

En la apacible soledad de la casa de mis padres en las afueras de St. David's, un día especial se dibujó en el horizonte: el segundo cumpleaños de mi hijo, Piscium. La mañana empezó lentamente, con el sol filtrándose entre las cortinas y pintando de tonos dorados los muros de piedra que sostienen nuestro antiguo hogar. Desde la ventana de la cocina, puedo ver los prados verdes que se extienden hasta donde alcanza la vista, salpicados aquí y allá por árboles que se mecían suavemente con la brisa matutina.

La emoción palpita en el aire mientras mi niño, se prepara para un día lleno de risas y sorpresas. Habíamos empezado a visitar la casa de mis padres desde el ataque en el ministerio, mis padres nos habían abierto las puertas de su hogar con amor y anticipación. Piscium, con sus pequeños pasos llenos de energía, se aferra a mi mano mientras exploramos cada rincón familiar que él adora tanto y que según él había cambiado en las semanas que no habíamos estado.

"¡Abuelo, abuelo!", exclama Piscium con entusiasmo, corriendo hacia Lyall mientras extiende sus brazos hacia él. "¡Ven a jugar conmigo!"

"¡Claro que sí, Piscium!", responde mi padre con una sonrisa que ilumina su rostro, mientras levanta a mi hijo en el aire con risas juguetonas. "¡Hoy es tu día, pequeño! ¿Estás listo para todas las sorpresas que tenemos para ti?"

"¡Sí, abuelo!", grita Piscium con una alegría contagiosa, sus ojos brillando con anticipación. "¡Quiero que mis amigos ya lleguen y ver el pastel!"

Desde la cocina podíamos oler el aroma del Red Velvet Cake que Piscium ama y el café recién hecho que necesitaríamos todos los adultos para seguirles el ritmo a los más pequeños.

"Piscium, ¿quieres ir al jardín y jugar un poco?", le propongo a mi hijo, agachándome para estar a su altura y ver su rostro iluminarse con una sonrisa radiante. "Vamos a ver qué flores han florecido hoy."

"¡Sí, papi!", responde Piscium emocionado, agarrando mi mano con firmeza mientras corre hacia la puerta trasera que conduce al jardín. Sus risas llenan el aire mientras juega entre las flores y se detiene a observar mariposas que revolotean en el sol de la mañana. Una mezcla de emociones se agita en lo más profundo de mi corazón. Mientras observo a Piscium correr por el jardín con risas inocentes y ojos llenos de curiosidad, no puedo evitar notar cómo su parecido con Sirius se vuelve cada vez más evidente.

Sus cabellos castaño claro ondean con el viento de la misma manera juguetona que los de Sirius solían hacerlo cuando paseábamos por los jardines de Hogwarts o cuando lo acompañaba en sus descansos en los entrenamientos del equipo de Quidditch. Sus ojos, poseían el mismo brillo, la misma chispa traviesa y esa profundidad de sabiduría más allá de sus años que observe por 10 años y aun así no había suficiente tiempo.

"¡Papá, mira las flores!", exclama Piscium, rompiendo mis pensamientos mientras me muestra un puñado de pétalos coloridos que ha recogido con entusiasmo. "¡Son bonitas!"

"Son preciosas, mi amor", respondo con una sonrisa forzada que intenta ocultar la mezcla de alegría y nostalgia que me embarga.

El contraste entre la felicidad radiante de Piscium y el dolor sutil pero persistente de mi corazón es abrumador. Por un lado, mi hijo es una fuente constante de alegría y asombro, llenando mi vida con un amor que trasciende las palabras. Por otro lado, las similitudes que compartía con Sirius avivan recuerdos dolorosos que mi corazón se aferraba a mantener siempre presente.

"¿Papi, por qué estás triste?", pregunta mi niño con una mirada preocupada, rompiendo mis pensamientos una vez más mientras se acerca y me abraza con sus pequeños brazos. "¿Te sientes mal?"

"No, amor, no te preocupes", respondo con voz entrecortada, luchando por mantener mis emociones bajo control mientras devuelvo el abrazo con ternura. "Estoy bien. Estoy muy feliz de estar aquí contigo y con tus abuelos."

Lo aliento a seguir jugando, pero en los momentos de calma, cuando observo a mi niño interactuar con las pequeñas veces que se acercan con curiosidad, la imagen de Sirius se vuelve a deslizar sigilosa en mis pensamientos. Me pregunto cómo hubiéramos sido como familia si él nos hubiera elegido, veríamos crecer a nuestro Piscium, tal vez nos hubiéramos casado, Harry y Piscium hubieran sido compañeros de juego…

El prado se extendía como un manto verde vibrante, adornado con flores silvestres que salpicaban de colores vivos el paisaje. Vi a mi padre conjurar un par de mesas decoradas con manteles blancos y guirnaldas de colores se dispersaban alrededor, mientras mi niño corría y reía de la emoción.

Mis padres y yo habíamos trabajado arduamente para que todo estuviera perfecto. Antes de que mi niño despertara, habíamos colocado globos de colores rojo y plateados, ambos colores eran sus favoritos, alrededor de los árboles y la mesa más larga empezó a llenar de los pasteles que mi mamá hizo, frutas y golosinas que mi padre compro o recolecto de los árboles de mi mamá.

Susan, Arthur y George, habían llegado cuando mi padre termino de decorar nuestro jardín, ambos niños se integraron rápidamente a la celebración. George, con su cabello pelirrojo brillante siempre estaba dispuesto a hacer una travesura o una broma para mantener la diversión. Susan, por su parte, se mantenía más tranquila, pero no menos entusiasta. Quedo encantada con las mariposas que revoloteaban cerca y escuchaba con atención los sonidos de los animales que vivían en el prado, al igual que mi Piscium.

En un momento de la fiesta, vi como Piscium, Susan y George se apartaron del bullicio, buscando un lugar más tranquilo. Se sentaron en un rincón del prado, donde podían escuchar el canto de los pájaros y el murmullo del viento entre los árboles. Piscium, con un tono de misterio, les susurró algo a sus amigos.

"Quiero volver a ver a mi dragón," dijo con los ojos llenos de anhelo. Una parte de mi corazón sufrió de una fisura al oírlo.

Susan y George se miraron, intrigados. "¿Tu dragón?" preguntó George. "¿De qué hablas, Piscium?"

Piscium miró a su alrededor, asegurándose de que nadie más estuviera escuchando, les di la espalda y me aleje un poco para que no notaran que los podía escuchar. "No puedo decir su nombre. Mi papi se enojaría, a él no le gusta que siga pensando… eso."

La curiosidad de sus amigos creció aún más. "¿Pero es un dragón de verdad?" preguntó Susan, por el rabillo de mis ojos note sus ojos brillar de emoción.

Piscium asintió lentamente. "Sí, es real. Pero es un secreto. No le digan a nadie."

Mis padres se acercaron a mí, observando también a los niños. "Parece que se están divirtiendo mucho," comentó mi mamá con una sonrisa.

"Sí, es un día especial. Necesitaba darle esto, un momento de paz y alegría."

Lyall puso una mano en mi hombro. "Has hecho un gran trabajo, Remus. Piscium es muy afortunado de tenerte a su lado."

Eso era mentira, porque era Piscium quien construía mis mejores recuerdos y él era en gran parte protagonista de mis mejores momentos de alegría en medio de las adversidades. Mientras la tarde avanzaba, los niños siguieron jugando, corriendo y explorando el prado. George, siempre el bromista, inventó juegos y desafíos, mientras Susan y Piscium lo seguían, riendo y disfrutando del día.

Poco después, mientras disfrutábamos del último trozo de su pastel de cumpleaños, tres lechuzas llegaron volando, cada una con un paquete en sus garras. Aun estando en el aire reconocí de inmediato a dos de ellas como la lechuza de los Malfoy, otra le recordaba a la lechuza de Walburga Black, que siempre usaba para enviarle cartas a Sirius cuando estábamos en el colegio, y la tercera era completamente desconocida para mí.

El ambiente festivo se volvió tenso mientras mi padre y yo y procedíamos con cautela a revisar los regalos. Nos aseguramos de que no fueran peligrosos antes de dejarlos en manos de Piscium. Amelia recién había llegado para recoger a la pequeña Susan, los dos niños observaban a mi Piscium abrir sus regalos.

El primer paquete, proveniente de los Malfoy, contenía dos peluches que no sabía si eran peces o dragones marinos, uno tenía los ojos de color azul grisáceo, un color muy similar a los de mi niño, ambos evidentemente representaban a mi Piscium y Draco Malfoy. No pude evitar sonreír al verlos, agradecí en mi cabeza el gesto amable de los Malfoy con mi niño. El segundo paquete que abrió fue el de Walburga, revelando un peluche con forma de serpiente azul. Aunque el regalo era bonito, no pude evitar sentirme incómodo, sabiendo la intención detrás del gesto de Walburga.

Por suerte a mi niño no le llamo mucho la atención y se concentró en el tercer paquete. Al abrirlo, encontró un peluche en forma de lobo, con un collar brillante alrededor de su cuello. En ese momento, mi padre se puso visiblemente nervioso y yo sentí una punzada de preocupación al ver su reacción.

Piscium, ajeno a la tensión, sostuvo el lobo con deleite. "Mira, papi, ¡es un lobo!" exclamó con entusiasmo.

Yo trate de mantener la calma, sonriendo a mi niño. "Sí, mi amor, es un lobo muy bonito," le respondí, tratando de calmar cualquier sospecha que pudiera surgir.

Mis padres intercambiaron una mirada preocupada. Sin decir una palabra, Lyall se acerca a su nieto y le pide con voz suave, "Piscium, ¿puedes prestarme tu lobo por un momento?"

Mi niño, aun sosteniendo el peluche con ternura, se lo entregó a su abuelo sin dudar. Me inclino hacia adelante, intrigado, cuando Lyall examina el collar del lobo más de cerca. Noto algo en el collar, había un emblema en forma de dos lobos entrelazados y alrededor estaba escrito "Ego cor leonis et lunae animae".

Siento un escalofrío recorrer mi espalda cuando logro traducir la frase. "Tengo el corazón de un león y a la luna de alma, ¿qué significa eso?" le pregunto a mi padre.

Lyall frunce el ceño, su mirada fija en el emblema. "No estoy seguro, Remus."

Piscium, notando la tensión se me acerca y toma mi mano. "¿Está todo bien, papi?" sus brillantes ojos me miran esperando una respuesta.

Al ver sus hermosos ojos, mi preocupación desaparece. Es increíble la forma en que con solo una mirada suya me puede calmar. Me agacho para quedar a su altura y lo abrazo, deseando transmitirle mi amor. "Sí, todo está bien, amor. Solo estamos siendo precavidos."

Amelia, que nos había estado observando en silencio, se acerca con cautela. "¿Necesitan ayuda con algo?" pregunta, su voz llena de preocupación.

Arthur, a su lado, también mostraba signos de inquietud. "¿Hay algo que debamos saber?"

Lyall les niega con la cabeza. "No, está todo bajo control."

Finalmente, Amelia y Arthur se despiden, llevándose a Susan y George. "Si necesitas algo, Remus, no dudes en llamarme," dice Amelia antes de desaparecer con Susan, quien se despide con la mano de mi Piscium.

Me quedo en el prado cargando en brazos a mi somnoliento hijo, el estar rodeado de sus amigos casi todo el día lo había dejado sin energías, lo arrulle hasta que los últimos rayos del sol se desvanecieron. Perdí la noción del tiempo al estar observando el rostro tranquilo de mi niño, aun estando dormido me llamaba, mi corazón iba a explotar de amor y preocupación. Sabía que debía estar alerta, proteger a Piscium de cualquier peligro que pudiera acechar. Walburga aún no se daba por vencida de tener a mi hijo bajo su poder, el mundo mágico lo rechazaría si descubriera mi condición de hombre lobo.

A medida que la noche avanzaba, el prado se llenó de estrellas, y las luces que provenían de la casa de mis padres eran el único foco de luz que había por kilómetros. Cuando la temperatura empezó a bajar ingrese a la casa, mis padres ya habían limpiado y puesto en orden todo. En silencio me dirigí hacia las escaleras, la voz de mi mamá me detuvo de entrar a la habitación que hace unos meses fue la de mi niño y mía.

"Lyall, ¿por qué le enviaron ese regalo ahora?" la voz de mi mamá está llena de inquietud.

Por la abertura de la puerta veo a Lyall, sostener el peluche de lobo con cuidado, mira con intensidad el collar y luego a mi mamá. "No lo sé, cariño. Nunca había pensado que volvería a ver el emblema de… esa familia. La familia que me repudió… la que me juro jamás perdonarme. En 28 largos años, ellos no me buscaron ni me escucharon. Me eliminaron del árbol familiar, me repudiaron sin misericordia… No han querido conocer a mi hijo, pero si a mi nieto." Cada palabra era dicha con remordimiento, con dolor.

Mi mamá, quien había estado observando como mi padre estrujaba el peluche, se acerca y se lo quita de las manos, toma el rostro de mi padre y ambos chocan sus frentes. El rostro de ambos refleja la misma preocupación. "Mi vida… me odio por hacerte esta pregunta, pero ¿por qué crees que están tratando de acercarse a nuestro nieto?"

Lyall suspira profundamente, mirando a los ojos de su esposa con seriedad. "Tengo una sospecha, pero no me gusta nada. El haber enviado esto... significa que algo está ocurriendo, y tengo que averiguar qué es lo que quieren."

Sus palabras me inquietan. En el pasado había descubierto que mi abuelo había repudiado a mi padre por casarse con mi mamá, ni en mis peores pesadillas había imaginado que la familia Lupin intentara reestablecer contacto de una manera tan indirecta y misteriosa, menos con mi hijo. "Papá, ¿qué vas a hacer?" susurro tratando de ninguno de los dos me escuchen.

"Voy a investigar," decide mi padre. "Necesitamos entender por qué han enviado esto ahora y qué significa realmente. No quiero que corran peligro por algo que provenga de mi pasado."

Me di cuenta tarde de que mi Piscium había estado despiertos, ajeno a la gravedad de la conversación, me miro y con su pequeña mano señalo hacia el peluche de lobo que mi mamá aun sostenía. "¿El lobo es malo, papi?" me pregunta en voz baja con sus grandes y preocupados ojos azul grisáceo.

Lo acerco a mi rostro y le beso la frente con ternura. "No, mi amor. El lobo no es malo."

La voz suave pero firme de mi mamá impide que siga intentando calmar a mi pequeño. "Lyall, ten cuidado. Sabes de lo que ellos son capaces de hacerte."

Lyall se aleja de mi mamá con su expresión llena de determinación. "Lo haré. No te preocupes, estaré bien."

06 de marzo 1985 (día de Luna Llena)

No había imaginado que mi vida y la de mi niño iba a convertirse en una pesadilla un mes después del ataque en el Ministerio, aunque los días transcurrían con cierta normalidad, una sombra oscura había caído sobre nosotros. Piscium, que antes era un niño vivaz y alegre, comenzó a sufrir de dolores corporales intensos cada mes, no había sido consiente por meses de que el motivo por la cual la salud de mi Piscium empeoraba era por cada luna llena. Al principio, los episodios eran soportables y esporádicos, pero con el paso del tiempo, los dolores se volvieron más frecuentes y debilitantes, casi un año los episodios eran dos veces por semana, dejando a mi niño exhausto y a toda mi familia desesperada.

Con impotencia tuve que ver cómo mi hijo se volvía más retraído y cansado. No podía estar en las noches de luna llena acompañándolo, me odié a mismo por no cuidarlo, no poder protegerlo del sufrimiento. La manada se había dado cuenta del estado inestable que mi lobo tenía en la única noche que los iba a visitar y en silencio tuve que ver a Ulva y Otsana mirarme con pensar.

Mi preocupación se intensificaba cada vez más con cada episodio de dolor que Piscium sufría. Una noche antes de que la luna llena se completara y su tenue brillo atravesara las cortinas de la habitación, proyectando sombras inquietantes en las paredes. Mi Piscium yacía en su cama, su cuerpo retorciéndose de dolor, mientras lágrimas rodaban por sus mejillas. Permanecí a su lado todas las noches posibles, tratando de consolarlo, pero me sentía impotente. Las lágrimas corrían por mi rostro mientras sostenía la mano de mi niño.

"Papi... por favor, haz que pare," gemía mi pequeño Piscium, su voz quebrada por el sufrimiento. Sus pequeños puños apretaban las sábanas, y su respiración era irregular.

Trago el nudo que tengo en la garganta y acaricio el cabello de mi hijo, tratando de consolarlo. "Lo sé, mi amor. Lo siento tanto," murmuró, aunque en mi corazón sabía que esas palabras no eran suficientes. Cada grito de dolor de Piscium era como una puñalada para mí.

Mis padres estaban en la puerta de la habitación, observándonos con expresiones de preocupación y tristeza. Habíamos intentado todo lo que estaba a nuestro alcance para ayudar a mi niño, pero cada noche parecía ser peor que la anterior. Mi mamá se secó una lágrima con el dorso de la mano, mientras Lyall apretaba los puños, frustrado por no poder hacer más.

"Papi, por favor... ¡haz algo!" suplicó Piscium, su voz apenas un susurro entre gemidos. Sus manos pequeñas se aferraban a las sábanas, y su rostro estaba perlado de sudor.

Cierro los ojos, sintiendo la desesperación crecer. Me inclinó hacia mi hijo y besó su frente, tratando de transmitirle todo el amor y la fuerza que tenía. "Estoy aquí, mi amor. No te dejaré solo," aunque mi voz temblaba mis palabras pudieron tranquilizarlo unos segundos.

Mi padre había sido quien más busco encontrar una posible solución, consultando a sanadores y buscando información en viejos libros de medicina mágica que Armastus Shacklebolt tenía en su poder, pero nada parecía funcionar.

Los Shacklebolt también habían tratado de ayudar de todas las maneras posibles, pero cada vez que mi Piscium tenía uno de sus ataques, todos sentíamos ahogados de impotencia. Lyall había intensificado su investigación sobre la conexión de su familia con el emblema del lobo, pero hasta ahora, los resultados habían sido infructuosos, sus padres habían fallecido y la persona que nos envió aquel peluche se negaba a ver a mi padre. Al igual que Walburga Black, solo querían tener en sus garras a mi pequeño, deseaban moldearlo y controlarlo.

Lyall dio un paso adelante en la habitación, su rostro se había mantenido serio desde hace meses. "Necesitamos buscar más ayuda. Esto no puede seguir así. Debe haber algo que estamos pasando por alto."

Mis lágrimas caen sin cesar. "Hablare con Otsana mañana. No quiero que mi hijo se involucre con esa parte de mi vida, pero ya no puedo soportar verlo así," respondo con determinación.

Al día siguiente, con mis padres continuamos buscando respuestas desesperadamente en los libros que Armastus y su hijo nos traían de su hogar o de conocidos suyos. Kingsley seguía consultando a más sanadores, Ulva volvió a pasar una temporada en casa de mis padres y nos ayudó a investigar en viejos textos mágicos que estaban escritos en latín, idioma en el cual ella estaba especializada y Armastus siguió pidiendo consejos a amigos y conocidos.

Tres horas antes de que la luna estuviera en su máximo esplendor, comencé a pasear por la cocina, con la mente trabajando febrilmente. "No descansaré hasta que encuentre una manera de aliviar el sufrimiento de Piscium. Haremos todo lo que sea necesario."

Antes de partir hacia la manada de Otsana me senté al lado de la cama de mi hijo, acariciando suavemente su cabello, sintiendo una mezcla de desesperación y determinación. Piscium gimió en sueños, su pequeño cuerpo todavía afectado por los dolores que lo asolaban. Aprete los dientes, jurándome a mí mismo que encontraría una solución, sin importar cuán difícil fuera el camino.

"papi... duele..." murmuró Piscium, aún dormido.

Inclino la cabeza y beso suavemente su frente. "Lo sé, mi amor. Pero te prometo que encontraremos una manera. No estás solo," susurró, dejando que mis propias lágrimas cayeran.


Apenas recuerdo llegar al bosque con el corazón pesado, mi transformación fue igual de tranquila desde que me uní a la manada, pero a la mañana siguiente mi tranquilidad menguo con cada paso que daba. Por suerte encontré a Otsana con rapidez, mi rostro reflejaba la desesperación y la angustia que sentía. La mujer lobo me esperaba en el claro, con su mirada seria y compasiva, como si hubiera sabido que buscaba hablar con ella.

"Remus Lupin, me alegra que hayas venido," dijo Otsana con una voz calmada. "Ulva me conto lo que está pasando con tu hijo."

Apenas pude contener las lágrimas al recordar el dolor que pasaba mi niño. "Por favor, Otsana, necesito tu ayuda. Piscium está sufriendo mucho, y no sé qué más hacer."

Otsana asintió, invitándome a sentar junto a ella en una roca. "Los genes licántropos en su cuerpo están despertando, como te lo advertí en el pasado, pero no está sucediendo de la manera habitual. Está atrapado entre dos mundos, y eso le causa un dolor inmenso."

Siento un nudo en la garganta. "¿Qué puedo hacer para ayudarlo?"

Otsana me mira con seriedad. "Para salvar a tu hijo, deberías permitir que se convierta en un hombre lobo por completo. Si no lo haces, los genes licántropos consumirán sus genes humanos, y Piscium morirá del dolor."

Las palabras de Otsana caen como si de un crucio fuera lanzado. "No," digo con firmeza, mis lágrimas empiezan a caer. "No puedo hacerle eso a mi hijo. No quiero que sea como yo."

"Remus, es la única manera," insistió Otsana. "La próxima luna llena, Piscium deberá ser mordido. Esa transformación permitirá que sus genes licántropos se completen y detendrá el dolor."

"¡No!" grito, poniéndome de pie con furia. "¡Debe haber otra manera! ¡No puedo dejar que mi hijo pase por eso!"

Otsana también se levantó, manteniendo la calma, pero firme en su postura. "Remus Lupin, entiendo tu dolor y negatividad, pero no hay otra solución. Si no haces esto, tu Piscium sufrirá y eventualmente morirá."

"¡No entiendes!" vuelvo a gritar, mis lágrimas fluyen libremente. "¡No entiendes lo que significara para mi ver a mi niño sufrir así! ¡No puedo aceptar que esta sea la única opción! ¡No lo voy a condenar a ser como yo!"

"Estoy tratando de ayudarte," dijo Otsana con voz suave pero determinada. "Sé que es difícil, pero debes pensar en lo que es mejor para Piscium."

"¡Lo mejor para él no es convertirse en un monstruo!" termino por derrumbarme, lloro de impotencia. "No quiero que viva con esa maldición. No puedo soportar la idea de que mi hermoso bebé sufra de esa manera... Es mi bebé… Se suponía que…"

Otsana dio un paso hacia mí, intentando consolarme. "Remus, no será un monstruo. Será un niño que ha encontrado una manera de vivir sin dolor. La licantropía no es una maldición si se acepta y se maneja con sabiduría. Mi manada es prueba de ello."

"¡No! ¡No le hare eso! ¡Debe haber otra solución! Mi bebé merece… debe de haber otra opción."

"Si hubiera otra manera, te la diría," dijo Otsana con tristeza. "Pero esta es la única forma de salvarlo."

Pasan varios segundos para levantar la mirada y verla con desesperación, mis manos tiemblan a mis costados. "No puedo aceptar eso. No puedo permitir que mi hijo sufra así. ¡Debe haber otra manera! Mi historia no debe repartirse, mi bebé no pasara lo mismo que yo."

Otsana suspiró, como si no pudiera comprender mi dolor, como si nunca hubiera tenido un hijo. "Lo siento, Remus Lupin. Esta es la única manera."

Sin decirle nada más, me giro y me alejo, mis sollozos resonando en el claro. Mi corazón estaba destrozado, mi mente llena de confusión y dolor. Mientras me adentraba de nuevo en el bosque para desaparecerme, una sola pregunta resonaba en mi mente: ¿Cómo podría salvar a mi hermoso bebé sin condenarlo a una vida de sufrimiento?

Tras la intensa y desgarradora conversación con Otsana, me sentí más perdido que nunca. La desesperación y el miedo se habían arraigado profundamente en mi corazón. Regrese a la casa de mis padres en Saint David's, buscando consuelo y apoyo en el calor familiar.

Los meses pasaron lentamente, llenos de angustia y dolor. Armastus tomo la decisión de limitar mis visitas al Ministerio de Magia, permitiéndome dedicar por completo a cuidar de mi Piscium. Mis padres, Lyall y Hope, me ayudaban en todo lo que podían, ofreciendo su amor y apoyo incondicional. La casa de Saint David's se convirtió en un refugio, un lugar donde intentaba crear un ambiente de paz y seguridad para mi niño.

Pero cuando la noche caía y me sentaba a un lado de la cama de mi Piscium, observando como su pequeño rostro se contraía de dolor, no podía ignorar que aun utilizando gran parte de mi magia para aliviar su sufrimiento mi presencia no era de mucha ayuda, porque había un límite para que mi magia funcionara. Los hechizos y pociones solo ofrecían un alivio temporal, y cada vez que la luna llena se acercaba, el temor y la impotencia volvían a invadirme.

Mis padres también estaban preocupados. Lyall, en particular, se sentía culpable por mi condición y el haberle traspasado a mi hijo un error que en el pasado el provoco, Hope, por su parte, hacía todo lo posible para mantener la esperanza viva en mi corazón, pero incluso ella estaba luchando contra la desesperación. Ver a su hijo sufrir cada mes le provocaba sufrimiento, pero el ver a su nieto la estaba matando al igual que a mí.

Una noche, mientras estaba sentado junto a la cama de Piscium, hable en voz baja con mi padre en busca de apoyo.

"Papá, ¿crees que hice lo correcto al rechazar la propuesta de Otsana?" ya era común que mis ojos estén llenos de lágrimas no derramadas.

Lyall suspiró y toma mi mano. "Hijo, quisiera decirte que Piscium se recuperara, que encontraremos una solución, pero no quiero darte falsas esperanzas. Tampoco quiero condenarte a tomar la decisión incorrecta. Tú mejor que nadie sabe si hiciste lo correcto, porque has vivido casi toda tu vida con… el lobo y sabes lo que significa vivir con eso."

Sus palabras solo lograron que incertidumbre pese aún más en mi corazón. Sabía que el tiempo se agotaba y que debía encontrar una solución antes de que el dolor de mi niño se volviera insoportable.

Pasaron las semanas, y sin darme cuenta me convertí en una sombra. La sonrisa que solía iluminar el rostro de mi niño había desaparecido, reemplazada por una expresión de constante sufrimiento. Yo apenas comía o dormía, dedicando cada momento a buscar una solución que no involucrara convertir a mi niño en un hombre lobo.

Finalmente, una tarde, mientras estaba sentado en el jardín con mi Piscium, vi cómo él intentaba jugar con sus juguetes, pero el dolor le impedía disfrutar. Ya había perdido la cuenta de las veces que sentí que mi corazón se rompía. Sabía que debía tomar una decisión pronto, por el bien de mi niño.

El cielo comenzó a oscurecerse, mañana seria luna llena y debía de abandonar a mi hijo una vez más.

Enero de 1988

Cada noche de luna llena, caminaba con paso decidido hacia el bosque, mi corazón era una vez más un nudo de ansiedad y tristeza. Otsana y su manada se habían convertido en un refugio sombrío, un lugar donde la desesperación se entrelazaba con la esperanza. Sin embargo, desde aquella desgarradora conversación, yo aun no le había dirigido ni una palabra a Otsana. Me limitaba a mirar al cielo, el mismo cielo que mi Piscium estaría mirando mientras se preguntaba dónde estaba yo y porque lo dejaba en la peor noche del mes.

Dos años habían pasado desde aquel día en que mi vida pareció detenerse. En cada visita, sentía que el peso de mi decisión se volvía más insoportable, mientras mi Piscium continuaba sufriendo. Sin embargo, no estaba dispuesto a ceder a la idea de convertir a mi hermoso bebé en un hombre lobo. Esa elección me llenaba de un miedo y una tristeza insondables.

Una mañana, mientras los primeros rayos del sol brillaban intensamente en el cielo, me preparaba para abandonar el bosque y regresar a casa. Piscium estaría agotado y adolorido, descansando en los brazos de mi mamá. Cuando me encontraba en los limites del territorio de la manada, un olor que ya casi había olvidado me aviso de la presencia de Tala, la única mujer lobo de la manada no le agradaba tener como alfa a Otsana, con pasos indecisos empezó acercarse, era evidente su expresión de preocupación en sus ojos azules.

"Remus," su voz es suave pero cargada de urgencia. "Debo hablar contigo antes de que te vayas."

Me apoyo en un árbol y la miro con mi corazón acelerado. Desconfiaba en la mujer, pero también me causaba intriga. No me había vuelto hablar desde la conversación que tuvimos en casa de Otsana. "¿Qué sucede?"

Tala se acerca aún más, lanzando una mirada furtiva hacia donde estaban las casas. "He estado observando tu comportamiento," comenzó Tala, su voz temblando ligeramente. "Y he estado escuchando cosas, sobre ti… y tu hijo." Mi corazón late desbocado de temor, nadie de la manada sabía sobre mi niño, solo Ulva y Otsana. "La razón por la que el lobo dentro de él se ha presentado tan pronto y tan fuerte no es solo porque es parte de él. Alguien más está tratando de forzar su transformación."

Siento como el suelo se desvanecía bajo mis pies. "¿Qué quieres decir?" preguntó, su voz apenas un susurro. "¿Por qué alguien haría eso?"

Tala niega con la cabeza, sus ojos moviéndose nerviosamente de un lado a otro para asegurarse de que nadie nos escuchara. "No sé quién, pero he sentido una presencia a tu alrededor, una magia extraña, oscura… contaminada. Es como si alguien estuviera manipulando tu entorno, tratando de llegar a tu magia y con quienes la compartes. Y creo que es la misma persona que busca recuperar su poder, el poder que Otsana le quitó al convertirse en la única alfa que puede contra ellos."

Una ola de náuseas empieza a crecer en mi interior. "Pero… ¿Por qué… mi niño?"

Tala toma una respiración profunda, sus ojos llenos de compasión. "No lo sé, Remus. Pero lo que sí sé es que tienes que detenerlo. De no hacerlo, perderás a tu… hijo para siempre."

"Gracias, Tala," mi voz tiembla. "Por… ser la única en decirme que sucede."

Tala me da un apretón suave en el hombro. "No necesitas agradecerme, Remus Lupin. Se lo que se siente que manipulen tu vida y que te arrebaten la vida de un hijo. Ahora, ve a casa y descansa. Tu hijo… te necesita."

Asiento sintiéndome afortunado de aun tener a mi bebé conmigo, por primera vez en casi un año me siento más ligero al momento de desaparecerme.

Al llegar a la casa de mis padres en Saint David's, siento una calma temporal al encontrar a mi Piscium dormir profundamente después de haber tenido una noche agotadora.

Febrero de 1988

Días después, tuve que volver al Ministerio, Moody necesitaba mi presencia para ayudar a sus aurores en un nuevo caso, mi mente seguía estando ensombrecida por la preocupación constante por el bienestar de mi Piscium. Camine por los pasillos con la mirada perdida, apenas notando a las personas que me rodeaban. La imagen de mi niño sufriendo la noche anterior estaba grabada en mi mente, consumiendo todos mis pensamientos.

Al llegar a mi oficina, fui sorprendido por la presencia de Kingsley. Parecía haber estado esperándome, pero apenas registre su presencia.

"Remus, te he estado buscando," dijo Kingsley, su voz firme pero preocupada.

Asentí con la cabeza distraídamente, mis ojos mirando a través de Kingsley en lugar de a él. "Hola, Kingsley," murmure, sin energía.

Kingsley frunció el ceño, notando mi estado. "Remus, necesito hablar contigo sobre Piscium."

Ese nombre, el nombre de mi hermoso niño, logró penetrar la bruma en mi mente. Parpadeó, enfocándome en Kingsley por primera vez. "¿Qué pasa con Piscium?" pregunto con voz cargada de desesperación.

Kingsley me guía hasta su cubículo, donde cierra la puerta para asegurarse de que tuviéramos privacidad. "He estado investigando en libros de magia arcaica y creo que he encontrado una posible solución para aliviar el sufrimiento de Piscium."

Siento como una chispa de esperanza crece dentro de mí, aunque era algo tenue. "¿De verdad? ¿Qué has encontrado?"

Kingsley me mira con seriedad. "He descubierto un ritual antiguo que podría estabilizar la magia de Piscium y aliviar su dolor. No es sencillo, necesitaríamos la ayuda magia antigua Black, se que el anillo que cuelga del cuello de tu hijo contiene magia de los anteriores herederos Black y es eso lo que en un principio impidió que los genes licántropos dominen los genes humanos de Piscium por un tiempo. Pero no logro eliminar por completo esos genes de su sistema, así que necesitaríamos otra familia igual de antigua que los Black, pero no sería magia de una familia oscura como la de los Black, además de que necesitaríamos un lugar con una fuerte conexión mágica."

Vuelvo asentir con lentitud, mi mente trabajaba para procesar la información. "Una familia mágica que tenga un historial de ser magos de luz… Hay pocas familias de ese tipo y el lugar mágico…"

Kingsley continua, su expresión se suaviza un poco. "Por suerte mi familia considero siempre mantenerse del lado de la luz, con respecto al lugar no seria tan complicado, muchas mansiones familiares son consideradas como centro de poder por sus habitantes." Sus ojos se desvían a mis manos, de nervios los había estado moviendo, pero me detengo al sentir su intensidad.

Todavía abrumado por mis pensamientos, muevo mi cabeza a un lado, puedo escuchar que alguien se acerca cojeando. "¿Qué es lo que tenemos que hacer ahora?"

Kingsley pone una mano en mi hombro, atrayendo mi atención de regreso. "Lo primero es que elijas a las personas adecuadas para el ritual. Sabes que mi hogar siempre esta disponible para ti y tu hijo."

Antes de que pudiera responder, Moody aparece en el cubículo de Kingsley, su expresión más severa de lo habitual. "Shacklebolt, Lupin, les dije que necesitaba su presencia con urgencia, dejen su coqueteo a un lado que vengan a la sala de reuniones de inmediato," ordenó, su tono brusco y sin margen para objeciones.

Kingsley y yo nos miramos, di un paso hacia atrás y su mano cayo de mi hombro, la incomodidad de mi rostro le provoco una mueca en su rostro, pero la urgencia en el rostro de Moody nos dio a entender que algo grave estaba sucediendo. Por mi poca estabilidad emocional deje el tema del "coqueteo", el cual era inexistente de mi parte y seguimos rápidamente por el laberinto de cubículos de los aurores hasta llegar a la sala de reuniones, donde ya estaban los demás.

La atmósfera en la sala era tensa. Los aurores, con sus rostros llenos de preocupación y determinación, se inclinaban sobre mapas y documentos. Moody se acercó a una gran mesa en el centro y comenzó a hablar, captando de inmediato la atención de todos.

"En las últimas semanas, hemos tenido varios ataques a campistas muggles," comenzó Moody, su voz resonando en la sala. "Sospechamos que la culpa es de bestias nocturnas, ya que estos ataques solo suceden en las noches, pero aún no tenemos una identificación precisa. El último ataque ocurrió hace dos días al oeste de Londres. Los avistamientos recientes que nos brindó el equipo del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas nos indican actividad en los condados de Greenwich, Walthamstow, Wood Green y el Barrio de Earling."

Moody señaló un mapa que mostraba los cuatro condados. "Todos cuentan con parques donde han sido encontrada los restos de las víctimas, pero todos estos condados están ubicados en direcciones diferentes de Londres. Considerando los avistamientos, es probable que la criatura esté avanzando hacia el oeste. El Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas nos pide mandar al oeste a un grupo a investigar y posiblemente neutralizar la amenaza, ya que sus empleados no están "capacitados" para tratar con los muggles y nosotros sí."

Kingsley levanta una mano, solicitando la palabra. "¿División de Bestias tienen alguna idea de qué tipo de bestia podría ser? ¿Podría estar relacionada con Greyback y su manada?"

Moody asintió con gravedad. "Es una posibilidad que no podemos descartar. Greyback ha estado desaparecido desde que uno de los suyos escapo de las celdas y él vino con los suyos, ocasionando graves daños materiales al atrio hace algunos años, y sabemos que él y su manada son capaces de estos ataques solo por diversión. Pero sin pruebas concluyentes, debemos estar preparados para cualquier cosa."

Con mi mente aún llena de preocupación por mi Piscium, intente concentrarme en la conversación. "¿Qué medidas de seguridad se tomarán para proteger a los aurores y a los muggles en el área?"

Moody me mira con un respeto que rara vez mostraba. "El equipo elegido será conformado por quienes ya tienen experiencia con el mundo no mágico. Los muggles serán evacuados de la zona antes de que entremos. La prioridad es minimizar el riesgo para todos los involucrados."

La reunión continuó con detalles tácticos y planes de acción. Kingsley era uno de los pocos que tomaban notas, preparándose mentalmente para la misión. Aunque mis ansias por ver el libro que Kingsley me había mencionado seguían latentes en mi mente, sabía que debía enfocarme en la tarea en cuestión.

Finalmente, la reunión terminó y Moody nos despidió. "Shacklebolt, asegúrense de que su grupo esté listo. Partirán en dos días."

Cuando salimos de la sala de reuniones, Kingsley puso una mano en mi hombro. "Vamos a la mansión Shacklebolt ahora. Necesitamos estudiar el libro de rituales. Puede que encontremos algo que ayude a Piscium."

Mientras nos dirigíamos hacia la mansión de Kingsley en Weybridge, mis pensamientos oscilaban entre la inminente misión y la posible solución para el sufrimiento de mi niño.


Entre los exuberantes campos de Surrey, donde los prados verdes se extendían hasta donde alcanzaba la vista y los setos de espino albar delineaban el límite, se alzaba la mansión en Weybridge. Sus paredes de piedra gris bañadas por el sol de la tarde irradiaban una calidez acogedora, mientras que las enredaderas trepadoras abrazaban delicadamente las ventanas altas y estrechas, con marcos de madera oscura, sus hojas bailando con la brisa perfumada de rosas y lila.

Los jardines que rodeaban la mansión eran un despliegue de colores y texturas: parterres geométricos de flores de temporada, setos recortados con precisión que guiaban hacia glorietas cubiertas de glicinas en plena floración. Un estanque tranquilo, habitado por nenúfares y peces dorados, reflejaba la imagen serena del cielo crepuscular y las sombras alargadas de cipreses centenarios.

Un camino de grava, flanqueado por hileras de cipreses y flores translucidas de un color ámbar, conducía a una puerta principal de roble macizo, adornada con herrajes de hierro forjado que contaban historias de tiempos remotos.

La entrada principal, flanqueada por columnas de mármol blanco, se abría a un hall de entrada lleno de opulencia discreta. Un candelabro de cristal colgaba del techo abovedado, iluminando los frescos en las paredes que narraban escenas mitológicas y cacerías aristocráticas. El suelo de mármol pulido resonaba con cada paso, mientras que una escalera de roble tallado invitaba a explorar los pisos superiores donde dormitorios amplios ofrecían vistas panorámicas de los jardines.

En el salón principal, un piano de cola negro reposaba junto a ventanas de vidrieras que dejaban entrar haces de luz dorada. Los muebles tapizados en seda y terciopelo, de época y exquisitamente restaurados, parecían esperar la llegada de sus dueños con una elegancia atemporal. Alfombras persas suavizaban el crujido de los pasos, mientras que chimeneas de mármol blanco brindaban calidez en las noches frescas de invierno.

Aunque aún estaba sumido en la preocupación por el bienestar de mi Piscium, no pude evitar admirar el lugar mientras seguían a Kingsley por un largo pasillo adornado con retratos de sus antepasados.

"Por aquí," dijo Kingsley, abriendo una puerta que daba a una biblioteca. Un santuario de conocimiento con estanterías de caoba, las paredes estaban forradas de estantes llenos de libros antiguos y pergaminos. El ambiente olía a cuero y papel viejo, con una serenidad que contrastaba con la tormenta de emociones en mi interior.

Kingsley se dirigió a un escritorio grande en el centro de la sala y sacó un libro grueso y polvoriento de una caja fuerte empotrada en la pared. "Este es el libro de rituales mágicos del que te hablé," explicó, colocando el libro con cuidado sobre el escritorio y abriéndolo con delicadeza. "Tiene siglos de antigüedad y contiene rituales que se han perdido con el tiempo."

Me acerque observando las páginas amarillentas y el texto escrito en una caligrafía antigua. "¿Crees que aquí está la solución para mi Piscium?" pregunte con mi voz apenas un susurro, cargada de esperanza y miedo.

Kingsley asintió. "He encontrado una sección que describe un ritual de estabilización mágica. No es específico para su condición, pero podría ayudar a calmar su magia y aliviar su dolor."

Miro a Kingsley procesando la información. "¿Qué necesitamos para realizarlo?"

Kingsley comenzó a enumerar los elementos necesarios, señalando las instrucciones en el libro. "Requiere varios ingredientes difíciles de conseguir y la presencia de un círculo de magos de luz, necesitas como mínimo a tres, mi padre y yo seriamos dos, solo nos faltaría uno. Además, el lugar donde se realice debe tener una conexión fuerte con la magia antigua, la cual será esta mansión, ¿Estás de acuerdo?"

Asentí con la cabeza con determinación. "Creo que ya sé a quién pedirle. Haré lo que sea necesario para ayudar a Piscium."

Kingsley me mira con comprensión y apoyo. "Sé que lo harás. Y no estás solo en esto, Remus. Todos haremos nuestra parte para asegurarnos de que Piscium esté bien."

Mientras estudiaba las instrucciones del ritual, sentí una chispa de esperanza. El camino por delante era incierto y lleno de desafíos, pero con la ayuda de Kingsley y el poder de la magia antigua, había una posibilidad de que mi niño pudiera ser salvado de su sufrimiento.


Esa misma tarde, decidí escribir una carta a Amelia Bones, pidiendo su ayuda para completar el círculo en el ritual de estabilización mágica. En la carta le estaría explicando la situación crítica de Piscium y la esperanza de que la magia ancestral de su familia pudiera ayudar.


Distinguida Madam Bones,

Espero que esta carta te encuentre bien. Me dirijo a ti con un asunto de extrema urgencia y con la esperanza de que puedas ayudarme a salvar a mi hijo, Piscium.

Desde el ataque en el Ministerio, Piscium ha estado sufriendo intensos dolores que se agravan durante la luna llena. Hemos intentado todo lo que está a nuestro alcance para aliviar su sufrimiento, pero nada ha funcionado. La situación ha llegado a un punto crítico, y temo por la vida de mi hijo.

Recientemente, Kingsley Shacklebolt ha encontrado un ritual de estabilización mágica que podría ser la solución que hemos estado buscando. Sin embargo, para que el ritual funcione, necesitamos el poder combinado de varias familias mágicas de gran linaje y luz. Conozco tu compromiso con la magia de luz y la fuerza de tu familia, y te pido encarecidamente que nos ayudes en este momento desesperado.

El ritual requiere que te conviertas en la madrina de Piscium, creando un vínculo que estabilice su magia y lo libere del dolor constante. Entiendo lo grande de esta petición, pero te aseguro que es nuestra única esperanza.

Nos reuniremos esta tarde en la mansión de los Shacklebolt en Weybridge. Mi padre, Lyall, y yo estaremos allí con Piscium. Espero con ansias tu respuesta y, con suerte, tu presencia. No puedo expresar con palabras cuánto significaría esto para nosotros.

Con gratitud y esperanza,

R. J. Lupin


Envió la carta con la lechuza más rápida que poseen los Shacklebolt y espero ansiosamente su respuesta. No pasó mucho tiempo antes de recibir una confirmación de Amelia, quien prometió reunirse con nosotros esa misma tarde en la mansión de Weybridge.

Con nerviosismo me quedo esperando en la sala de la mansión Shacklebolt junto a Kingsley. El lugar era imponente, con altos techos y decoraciones elegantes, pero mi mente estaba en otra parte. No podía dejar de pensar en mi Piscium y en el dolor que mi niño estaría sufriendo en este momento. Kingsley intento calmarme en repetidas ocasiones, pero mi tensión era tan palpable que se podía sentir en el aire.

De repente, escuchamos el sonido de la puerta principal abriéndose. Me levante de inmediato con el corazón acelerado. A través de la entrada, veo a mi padre, Lyall, entrar con Piscium en brazos. El pequeño cuerpo de mi niño parecía aún más frágil en comparación como lo vi hace unas horas.

Corro hacia ellos, la preocupación y el amor reflejados en mi rostro. "¡Papá! ¡Piscium!" exclame con voz temblorosa mientras me aferraba a mi niño. Piscium abrió los ojos con esfuerzo, sus labios formando una débil sonrisa al verme otra vez.

"Papi, ¿dónde estamos?" pregunta Piscium, su voz apenas es un susurro. Su mirada era confusa y llena de dolor.

"Estamos en la casa de los Shacklebolt, mi amor. Vamos a hacer todo lo posible para que te sientas mejor," acaricio suavemente su cabello de mi hijo. Mi voz intentaba ser tranquilizadora, pero mi preocupación era evidente, por suerte mi niño no lo notaria.

Piscium asiente lentamente, descansando su cabeza en mi hombro. "Me duele, papi," murmura, sus ojos están llenos de lágrimas no derramadas.

Lo que siguió a continuación fue la llegada de Armastus Shacklebolt, el padre de Kingsley. Su presencia era imponente, pero su mirada estaba llena de comprensión y compasión. "Remus, Lyall," saludó con una inclinación de cabeza. Papá lo ignora, así que Armastus se dirige hacia su hijo. "Kingsley, todo está listo para el ritual."

Mientras nos preparábamos para el ritual, Piscium se acurruca más en mis brazos, buscando consuelo en mi cercanía. Armastus y Kingsley se pusieron a un lado nuestro, preparando los elementos necesarios para el ritual de estabilización mágica.

Me aferro con desesperación a mi niño. "Todo va a estar bien, mi amor. No te dejare solo," susurró, tratando de infundirle fuerzas. Piscium cierra los ojos, su respiración es pesada, pero empieza a sonar aliviada con cada segundo que pasa.

Amelia llega poco después, acompañada por su sobrina Susan, quien se quedó jugando en el jardín bajo la atenta mirada de un elfo doméstico, su porte habitual de profesionalismo y calma se vio inmediatamente alterado al verme sostener a mi hijo en brazos. Era muy evidente el gran cambio que tiene mi pequeño Piscium desde la última vez que lo vio, ahora estaba pálido, con ojos cerrados y respiración débil. Su fragilidad era evidente, y cada espasmo de dolor que recorría su pequeño cuerpo arrancaba un trozo del corazón de cualquier espectador.

Amelia se detuvo en seco al entrar en la sala. Una expresión de profunda compasión y preocupación cruzó su rostro, normalmente imperturbable. Sus ojos, generalmente firmes y determinados, ahora brillaban con una mezcla de tristeza y resolución.

"Por Merlín…" susurró Amelia, dando un paso hacia adelante con la mano en el pecho. El contraste entre su usual compostura y su reacción ahora era impactante.

Lyall, aunque cansado y ansioso, le dirigió una mirada de agradecimiento y dolor. Piscium se estremeció ligeramente en mis brazos, emitiendo un gemido suave que resonó en el silencio de la sala.

Amelia se acercó rápidamente, sus pasos seguros, pero con una urgencia evidente. Se detiene frente a mí, su mirada recorriendo el rostro de mi niño, buscando cualquier signo de alivio.

"Lupin…" dijo, su voz temblando ligeramente, "no sabía que estaba tan mal. No puedo imaginar el dolor que está pasando."

Yo no puedo formar una palabra alguna, así que es mi padre quien le responde, su voz es baja y cargada de emoción cuando habla "Hemos intentado todo, Amelia. Cada día es una lucha para él, y nosotros estamos… estamos desesperados."

Amelia extendió una mano y acarició suavemente la frente de mi Piscium, su toque lleno de ternura. Mi niño apenas reaccionó, sus fuerzas demasiado menguadas para responder.

"Hare todo lo que esté posible en mis manos para ayudarlo," dijo Amelia con firmeza, levantando la vista para mirarme, era visiblemente lo mucho que estaba afectado. "Este ritual… debemos asegurarnos de que funcione. No puedo permitir que un niño tan dulce sufra de esta manera."

mis ojos se llenan de lágrimas mientras miraba a Amelia con una gratitud silenciosa. Kingsley, que observaba la escena desde el otro lado de la habitación, da un paso adelante, dispuesto a hacer su parte en el ritual.

Amelia toma la mano de Lyall y de Armastus, formando un círculo de apoyo alrededor de Piscium. La determinación en su mirada reflejaba la esperanza de todos en la sala. Con la ayuda de los Shacklebolt, de Amelia Bones, y la propia fuerza mágica de mi padre y la mía, sabíamos que haríamos de todo lo posible para salvar a mi Piscium.

El grupo se traslada a una sala ceremonial dentro de la mansión, donde Armastus junto a su hijo habían preparado los elementos necesarios para el ritual. Las paredes estaban adornadas con antiguos tapices y símbolos mágicos, y en el centro de la sala había un círculo de runas inscritas en el suelo.

Amelia y Kingsley se colocaron en puntos opuestos del círculo, mientras Armastus y Lyall se ubicaron en los otros dos extremos. Con Piscium en brazos me situó en el centro del círculo, rodeados por la magia protectora de tres linajes mágicos.

"Para este ritual, necesitamos unir nuestras fuerzas," explicó Kingsley, su voz resonando en la sala. "Mi padre junto al tuyo, Remus, crearon un hilo que permita que la magia de los Bones y la de mi familia se unan con la de tu hijo, convirtiéndonos en los padrinos de Piscium, creando un enlace mágico que estabilizará su magia."

Noto como Lyall mira a Armastus con una mezcla de desconfianza y resignación. Sabía que mi padre no quería que su nieto tuviera una conexión con los Shacklebolt, pero entendía la necesidad del momento. Permaneció en silencio, permitiendo que el ritual continuara.

Amelia y Kingsley comenzaron a recitar antiguas palabras en latín, invocando el poder de sus respectivas familias. La atmósfera en la sala se cargó de energía mágica, y las runas en el suelo comenzaron a brillar con una luz dorada. Piscium, que había estado gimoteando de dolor, se quedó quieto, su cuerpo relajándose a medida que la magia lo envolvía.

De repente, un resplandor de luz salió de Amelia y Kingsley, conectándose en el centro del círculo y rodeando a Piscium, al estar en mis brazos pude sentir gran parte de la calidez mágica que ambas familias desprendían. Era una magia poderosa y ancestral, una fusión de las mejores intenciones y habilidades de ambas familias. Piscium dejó de gimotear y su respiración se volvió más regular.

El ritual culminó con Amelia y Kingsley tocando a Piscium simultáneamente, sellando el enlace mágico. Una oleada de paz y alivio recorrió la sala. Sentí como si un peso enorme se levantara de mis hombros, al ver a mi padre pude ver que él sentía lo mismo. Mi hermoso bebé estaba finalmente libre del dolor constante.

"Está hecho," dijo Armastus con una sonrisa tranquila. "Piscium ya no sufrirá. La magia de nuestras familias lo protegerá."

Mi padre observó la escena con una mezcla de alivio y preocupación. Aunque era evidente que no estaba completamente cómodo con la nueva conexión entre su nieto y los Shacklebolt, no podía negar el resultado positivo. Con lágrimas de gratitud en mis ojos, abrace con fuerza a mi niño y luego a Amelia y los Shacklebolt.

"Gracias," susurre con demasiada emoción. "Gracias por salvar a mi hijo."

En grupo salimos de la sala ceremonial, encontrando a Susan recolectar flores en el jardín. Susan al notarnos corre hacia mí, me arrodillo para que pueda estar al alcance de mi niño, ambos se ponen a hablar antes de que Piscium se quede dormido, a una distancia prudencial veo a Armastus abrazar a su hijo con orgullo. Habían logrado lo que parecía imposible, y la vida de mi Piscium había cambiado para siempre.

Aunque la desconfianza de mi padre hacia los Shacklebolt no desapareció por completo, a un costado estaba conversando con Amelia, al parecer a Madam Bones le interesaba mucho mantenerse presente en la vida de mi hijo, no podía negarme, después de todo ahora ella era su madrina. Nunca había imaginado que eso iba a salvar la vida de mi hijo en un futuro.


Días después fue evidente que el ritual obtuvo el efecto deseado, pero al mismo tiempo me di cuenta de que algo inquietante sucedía con mi pequeño hijo. Aunque mi niño ya no sufría, su magia parecía filtrarse de manera extraña. Preocupado, hablé con mi padre Lyall en su casa, cuando vine a visitarlos en Saint David's junto a Piscium.

La casa, rodeada de un frondoso jardín y un huerto bien cuidado, siempre había sido un refugio para toda mi familia. En esa tarde particular, el cielo de Gales estaba despejado y una suave brisa acariciaba los campos. Desde la ventana de la cocina, ambos podíamos ver a Piscium cuidando el huerto junto a mi mamá. Mi niño parecía feliz, pero algo en su comportamiento era alarmante.

"Padre, he notado algo raro en Piscium desde el ritual," mi voz era baja pero cargada de preocupación. "Parece que su magia se está filtrando, como si se desvaneciera poco a poco."

Lyall, que estaba sirviéndose una taza de té, se detuvo y miró por la ventana. Observó a su nieto con atención. Piscium estaba concentrado en regar las plantas, y cada vez que movía sus manos, pequeños destellos de magia parecían escapar de él. En los años anteriores cuando sufría de esos dolores lunares, la magia de mi niño estaba controlada, siempre había sido fuerte, pero él sabía controlarla, era como si su magia fuera fácil de dominar, pero ahora era todo lo contrario.

"Lo he notado también," respondió Lyall finalmente, su voz se escuchó grave. "Creo que el ritual estabilizó su dolor, pero algo no salió del todo bien. Su magia está inestable y, si sigue así, podría perderla para siempre."

Una punzada de desesperación me hace tambalear. "¿Hay algo que podamos hacer? Mi hijo no puede perder su magia, es parte de él, mi niño proviene de la más grande familia mágica, es imposible que la pierda."

Sirius jamás me lo perdonaría. Hace tanto había dejado de pensar en él que no pude sentir como mi té se derramaba de la taza y caía en el dorso de mi mano.

Lyall suspiró, quitándome la taza y poniéndola a un lado. "Es complicado. La magia es una parte intrínseca de quiénes somos. Sin ella, Piscium podría enfrentar muchos desafíos. Necesitamos encontrar una manera de reequilibrar su energía mágica."

Ambos nos quedamos en silencio, en el rostro de mi padre podía ver que estaba pensando en posibles soluciones, su rostro se puso rígido al igual que su cuerpo después de unos minutos.

"La transformación en animago le dará a Piscium el control que necesita sobre su magia, también canalizaría el poder del lobo que aun reside dentro suyo", dijo Lyall con determinación.

Dudo en que responder. El proceso mágico era muy complejo, además de que el desgaste mágico era demasiado fuerte para un niño tan pequeño como mi hijo, que, aun teniendo un núcleo mágico tan fuerte para su edad, no lo hacía apropiado. Aunque muchas veces fui testigo de ver como Sirius obtuvo beneficios mágicos siendo un animago, mejor control con su magia, dominaba mejor que nadie los hechizos, aunque eso tal vez se debía a la educación que tuvo de niño. Pero, aun así, era una estupidez…

"¿Un animago?", pregunto con voz temblorosa. "¿Estás seguro de que eso funcionará?"

Lyall asintió con determinación. "Es nuestra única esperanza, Remus hemos agotado todas nuestras posibilidades, Otsana te dijo que convirtieras a tu hijo y te negaste, tardamos años en lograr que Piscium dejara de tener esos dolores, pero ahora su magia huye de él. ¿Cuántos años vamos a esperar para que encontremos una solución? ¿Qué pasa si nunca lo encontramos? O qué tal si lo encontramos, pero ya es demasiado tarde. ¿Qué harás cuando llegue ese momento? Se que suena estúpido proponer la transformación en animago, pero también sabes que le dará a Piscium el control que necesita sobre su magia y el lobo, tú mejor que nadie lo sabes, después de todo tuviste un hijo con el mago que lo logro siendo menor de edad."

"Pero no tenía cinco años, mi hijo aun es muy pequeño para exponerlo a magia tan…"

"Entonces, quedémonos leyendo libros viejos hasta encontrar una solución." Replica mi padre, con voz mordaz. Mis ojos lo ven fijamente, buscando la confirmación de una sospecha que tuve desde hace días.

"Sabias sobre el ritual mucho antes de que Kingsley me lo diga." Afirmo, mi padre ni siquiera hace el intento de negarse.

"Solo tú no quieres ver lo que ese hombre y su padre traman, no quieres aceptar la verdad." Mi cuerpo se tensa, retroceso con lentitud para alejarme de mi padre y terminar la conversación. "Puedes correr todo lo que quieras, Remus. Pero eso no evita que ese hombre busca meterse en tu vida, en la de mi nieto y en tu cama."

"Ya basta," digo con firmeza, siento como la bilis sube por mi garganta ante esa posibilidad. "Hagamos esa transformación si estas tan seguro. Hare lo que sea necesario por Piscium, se lo prometí a él y a mí mismo."

Lyall, con su característica seriedad y mirada profunda, rompió el silencio con una pregunta que estaba seguro llevaba demasiado tiempo en sus pensamientos.

"Remus, ¿has pensado en la posibilidad de tener una pareja? Ya ha pasado tanto tiempo desde lo de Black y Piscium está por cumplir 6 años."

Con sorpresa lo veo antes de poder responderle con calma, pero con firmeza. "Padre, no estoy buscando una relación en este momento. Mi prioridad es Piscium y su bienestar."

Lyall asiente, pero es evidente que no le agrada mi respuesta. "Entiendo, pero también mereces ser feliz, hijo. No puedes dedicarte solo a cuidar de Piscium todo el tiempo. Tú también tienes que vivir, eres muy joven e inteligente."

aprieto ligeramente mis labios, no me agradaba a dónde va la conversación. "Lo sé, pero ahora mismo lo importante es asegurarme de que Piscium esté bien."

Lyall continúa insistiendo, sus ojos revelan que lo siguiente que dirá no será agradable. "Kingsley está muy cerca de ustedes últimamente. ¿No has considerado la posibilidad de darle una oportunidad?"

"No. Creo que la decisión de a con quien estar es solo mía, sabre a quien elegir cuando sea el momento adecuado, Lyall. Además, Kingsley y yo somos… amigos, pero eso es todo y él lo sabe perfectamente."

"No lo parece," murmura, sabe que mi audición es mejor, pero me sonríe como si no hubiera dicho nada. "Entiendo, Remus. Solo quiero que seas feliz, tu hijo no debe de monopolizar todo tu tiempo."

Todo mi cuerpo esta tenso, pero aun así le sonrió. "Gracias, padre. Aprecio mucho tu preocupación, pero a la próxima ahórrate tus comentarios. Nunca te involucraste en mis relaciones y no lo harás ahora."

"Eran tiempos diferentes," intenta defenderse, pero mi risa lo silencia.

"¿Tiempos diferentes? o solo te convenia que Sirius sea mi pareja. No pienses que no he olvidado aquel regalo que le fue enviado a mi hijo." Mi padre palidece, me acerco hasta chocar nuestros cuerpos. "La única razón por la cual no me llevo a mi hijo lejos de ti es porque tu presencia lo hace feliz y lo que más me importa es él. No te metas en mi vida, ni con quienes me acuesto y deja de usar a mi hijo en tus sucios tratos con tu familia."

"Siempre fuiste tan necio, no escuchas las demás opiniones. No puedes ver que solo estoy haciendo lo mejor para tu hijo."

"Del bienestar de mi hijo me encargo yo, que soy su papá. La única otra persona que tiene algo que decir sobre la vida de mi hijo es Sirius y yo no lo veo apoyándote. Deja a mi hijo en paz, de la misma forma que lo hiciste conmigo, cuando tenía su edad."

Mientras hablaba vi como mi mamá se acercaba a la casa con Piscium, ambos sonriendo y cargando una canasta llena de vegetales frescos. Piscium parecía tan alegre e inocente, completamente ajeno a las preocupaciones que nos atormentaban.

"¡Papi, mira lo que hemos cosechado!" exclama Piscium, mostrando la canasta con orgullo.

Trato de poner una sonrisa sincera en mi rostro, aunque mis ojos reflejaban inquietud. "Muy bien, mi amor. Has hecho un excelente trabajo."

Mi mamá como siempre tan perceptiva, nota la tensión entre su esposo e hijo. "Piscium, vamos a lavar las verduras," dice suavemente, colocando una mano en su hombro. "¿Me ayudaras a cocinar, mi pequeño?"

No pude escuchar la respuesta de mi hijo, abandoné la cocina con rapidez. Corrí por las escaleras hasta llegar al baño de mi antigua habitación y vomité tanto que mi cabeza giro repetidas veces. Ni siquiera me había dado cuenta en qué momento empecé a llorar, intenté en vano silenciar mis sollozos con mi mano, pero mi cuerpo empezó a temblar con fuerza.

No puedes amar a Sirius Black. No puedes dejar que él siga en tu corazón. Sirius Black jamás te amo.

Es lo que la voz en mi cabeza repitió una y otra vez.


Una tarde de abril

Lyall y yo observábamos a Piscium, intentar mantener la hoja de mandrágora en su boca mientras preparaba una de las pociones esenciales. Con una mirada ansiosa, vigilaba cada movimiento de mi niño.

"Recuerda, Piscium", le decía Lyall con voz firme pero talentosa, "no debes escupir la hoja. Mantén la concentración".

Piscium admitió con seriedad, pero a los pocos minutos, su expresión cambió y, antes de que pudieran reaccionar, escupió la hoja de mandrágora. No pude evitar soltar un suspiro de frustración, me acerco a mi hijo tratando de mantener la calma.

"Está bien, mi amor", dije, aunque mi voz mostraba signos de cansancio. "Lo intentaremos de nuevo mañana."


Una mañana de mayo

El sol brillaba a través de las ventanas de la casa, pero dentro, el ambiente era tenso. Lyall estaba mezclando una poción mientras Piscium se esforzaba por no masticar la hoja de mandrágora. Siempre me mantenía cerca de mi niño cuando no tenía que ir al trabajo, sostenía un libro de transformaciones, buscando cualquier consejo adicional que pudiera ayudar.

"Abuelo, ¿qué pasa si no funciona esta vez?" preguntó Piscium, con voz temblorosa.

Lyall se detuvo y lo miró con ojos comprensivos. "No pienses en eso ahora. Solo concéntrate en lo que debes hacer."

De repente, Piscium hizo una mueca de disgusto y, supe que sin querer había masticado la hoja de mandrágora. Cierro los ojos y dejó escapar una exclamación de desánimo.

"¡No puede ser! Otra vez..." murmure, sintiendo cómo la desesperación se apoderaba de mí.


Una noche de junio

La casa estaba en silencio, salvo por el murmullo de Lyall mientras revisaba las notas sobre la preparación de las pociones. Piscium estaba sentado en la mesa de la cocina, tratando de no masticar la hoja de mandrágora, pero su estómago gruñía de hambre, lo que hacía la tarea aún más difícil.

"¿Y si nunca lo llevo, papi?" dijo Piscium con un hilo de voz.

Me siento a su lado y le acarició el cabello. "Lo harás, mi amor. Solo necesitamos más tiempo y paciencia".

Lyall se acercó con la poción recién preparada. "Aquí vamos de nuevo, Piscium. Sé que puedes hacerlo."

Pero, una vez más, antes de que pudieran terminar de tomar la poción, Piscium tragó la hoja por accidente. Lyall golpeó la mesa con frustración.

"Esto es imposible", murmura mi niño entre dientes.


El día del 25 de julio 1988

Llegó el 25 de julio, un día marcado por una tormenta eléctrica. Todos sabíamos que esta sería la última oportunidad de Piscium para intentar la transformación en animago antes de tener que esperar años para volver a intentarlo. El ambiente estaba cargado de expectación y nerviosismo mientras mi padre volvía a verificar la poción y nos asegurábamos de tener todo listo para el intento final.

Piscium, con determinación en los ojos, había logrado mantener la hoja de mandrágora todo un mes y siguió al pie de la letra las instrucciones de su abuelo. La tormenta eléctrica rugía afuera, creando un ambiente de urgencia dentro de la casa.

Piscium, con una determinación renovada, nos miró a mi padre y a mí terminar de colocar las runas en el suelo. La tensión era palpable.

"Recuerda, Piscium," dijo Lyall con voz firme. "Esta es nuestra última oportunidad por un tiempo. Debes concentrarte."

Me acerco para darle un beso en la frente a mi niño. "Tú puedes, mi amor."

La tensión en el aire era palpable, y cada trueno que resonaba parecía marcar el paso del tiempo que se agotaba.

Finalmente, Piscium cierra los ojos, concentrándose profundamente. La transformación fue lenta al principio, pero luego, ante los ojos asombrados de todos, el cuerpo de Piscium comenzó a cambiar. En cuestión de segundos, donde había estado mi hijo, ahora había un cachorro de husky siberiano, con un pelaje castaño claro y unos ojos brillantes llenos de vida y curiosidad.

Toda mi estabilidad se derrumba al igual que mi cuerpo. Las lágrimas empezaron a brotar sin cesar de mis ojos, y caigo de rodillas, cubriéndome la boca con las manos. El recuerdo de Sirius viene de inmediato, el amor de mi vida, el padre de mi hijo, cuya forma animaga era también un perro. La conexión me golpea con fuerza, y el cúmulo de emociones me hace sollozar abiertamente.

Piscium, al volver a su forma humana, lo primero que ve es a mi llorando en el suelo. Con el rostro lleno de preocupación, se acerca, todavía un poco inestable después de la transformación. "Papi, ¿por qué lloras?" me pregunta con su voz temblando de incertidumbre.

Estiro mis brazos para atraer su pequeño cuerpo contra el mío. "No te preocupes, mi amor. Son lágrimas de felicidad. Estoy tan orgulloso de ti."

Aun sin verlo a la cara sé que está frunciendo el ceño, confundido pero aliviado por mi abrazo. "¿Es porque me convertí en un perro?"

Asiento muchas veces, empiezo acariciar su cabello para calmar mi llanto. "Sí, en parte. Pero también porque me recuerdas a alguien muy especial para mí. A ... un viejo amigo. Él también podía convertirse en un perro grande y negro."

Piscium aleja su cabeza de mi pecho para verme a la cara, sus ojos intentan comprender la importancia de lo que decía. "¿Como yo, pero no era pequeño?"

"Sí, algo así," sonrió a través de las lágrimas. "Tu color y tamaño es diferente, pero igual de especial. Y eso me hace muy feliz."

Lyall, que había estado observando con una sonrisa orgullosa, se acerca y colocó sus manos en el hombro de cada uno. "Lo has hecho increíblemente bien, Piscium. Tu papá y yo estamos muy orgullosos de ti."

Piscium nos sonríe tímidamente, sintiendo el calor y el amor de su familia. La tensión y la ansiedad de los meses anteriores se disiparon en ese momento, reemplazadas por una profunda sensación de logro y amor. No solté a mi hijo de mis brazos mientras lo subía a la cama, cuando se quedó dormido agradecí internamente por haber encontrado una solución para su dolor y por la oportunidad de ver cómo mi hijo florecía en su propia magia.

Mientras el trueno resonaba en el cielo, marcando el final de la tormenta, me mantengo despierto, sosteniendo a Piscium, sintiendo que, finalmente, todo iba a estar bien.

Fue la primera vez que lance mi Patronum después de seis años.

Fue una noche más que llore por no tener a Sirius.

También fue la primera vez que mi corazón dejo de tener presente a Sirius Black.

El 25 de julio de 1988, fue la noche en la cual empecé a soltar a Sirius Black.

31 de julio 1988

Un mes después de la primera transformación exitosa de Piscium, recibí mi primera llamada urgente del Ministerio. Era una convocatoria para una reunión importante con la División de Bestias del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Sabía que no podía faltar, pero también sabía que necesitaba encontrar a alguien de confianza para cuidar a Piscium mientras asistía a la reunión, desde que había descubierto que podía cambiar a su forma animaga con facilidad se había vuelto complicado cuidarlo de no lastimarse al saltar, correr o cuando por accidente tiraba las cosas sobre su cuerpo.

Esa mañana, después de preparar el desayuno para Piscium y asegurarme de que mi hijo estuviera tranquilo, llame a Kingsley por flu "Hola, Kingsley. Necesito un gran favor," comencé, tratando de mantener la calma en mi voz. "Mis padres están ocupados y me han convocado a una reunión importante en el Ministerio. ¿Podrías cuidar de Piscium por unas horas?"

Kingsley, siempre dispuesto a ayudar, respondió con un tono firme y seguro. "Claro, Remus. Estaré encantado de cuidar de él. Sabes que puedes contar conmigo."

Le agradecí e ignore como sus ojos brillaron emocionados al verme desarreglado, no era una persona que me importara el físico, pero jamás me había dejado ver desaliñado, aunque era porque la energía de Piscium era tanta que no me daba tiempo para cambiarme la ropa de dormir, sin distraerme tome a mi hijo en brazos y nos lanzamos por flu hacia el Ministerio, dejando a Piscium en las capaces manos de Kingsley. La reunión era en una sala grande y oscura, llena de brujas y magos de la División de Bestias, todos hablando en tonos graves sobre los últimos ataques y avistamientos de criaturas peligrosas.

Las discusiones eran tensas, y la atmósfera estaba cargada de preocupación y urgencia.

Sabía que yo había sido llamado para proporcionar mi "experiencia y conocimientos sobre licántropos", Armastus mintió al decir que mi pasión era descubrir los secretos de los licántropos de manera segura. A medida que avanzaba la reunión, se presentó un informe detallado sobre los recientes ataques a campistas muggles, todos apuntando a un mismo grupo de atacantes: un grupo de licántropos liderados por Fenrir Greyback.

Uno de los jefes de las Sub-División de Bestias, un hombre de mirada severa y voz grave, tomó la palabra. "Hemos recibido informes preocupantes de que Greyback no solo está atacando a muggles, sino que también está reclutando a la fuerza a miembros de otras manadas. Está creando un ejército y busca víctimas 'potenciales' para aumentar sus filas."

Fruncí el ceño, mi rostro reflejaba la gravedad de la situación. "Esto es más serio de lo que pensábamos. Greyback no es solo un problema de seguridad para los muggles, sino también una amenaza para la estabilidad de la comunidad mágica y las manadas de licántropos en toda la región."

La imagen de Otsana y su manada vino a mi mente y preste más atención a cada palabra. Sabía que esto podía afectar directamente a Piscium, especialmente si Greyback estaba reclutando a la fuerza a miembros de otras manadas. La mención de "víctimas potenciales" resonó en mi mente, aumentando mi inquietud.

El jefe de la Sub-División continuó, "Necesitamos desplegar más aurores en las áreas afectadas y establecer contacto con las manadas locales para advertirles y proteger a sus miembros. No podemos permitir que Greyback siga aumentando su poder. En este momento un grupo de aurores está haciendo reconocimiento de campo y buscando evidencia en los posibles lugares que serán atacados por estas bestias."

Mas de uno hizo una mueca de disgusto o desagrado ante el termino, el jefe se había olvidado o no le importaba que miembros de Registro de Hombres lobo y de Servicio de Apoyo a Hombres lobo se encontraban presentes.

Mi padre se aclaró la garganta para llamar la atención, todos los presentes lo miramos. "Haré todo lo posible para contactar a las manadas que conozco y advertirles sobre la situación. Pero también necesitamos tener un plan para enfrentarlo directamente. Greyback no se detendrá hasta que consiga lo que quiere."

Después de la reunión, me dedique a escribir los informes necesarios y enviarlos a Moody. La tarea me llevó casi toda mi jornada laboral, y cuando finalmente termine, me dirigió con prisa al cubículo de Kingsley. Notando de inmediato la tensión en el aire. Kingsley estaba sentado, con una expresión grave, mientras Piscium, por otro lado, parecía lleno de energía y sonrisas.

"¿Todo bien?" pregunte, tratando de sonreír a mi niño. Internamente le rezaba a Hécate para que Piscium me haya escuchado y no se hubiera transformado delante de Kingsley, aun no le contaba sobre la nueva "habilidad" de mi hijo.

Kingsley me sonríe forzadamente. "Nada de qué preocuparse. Piscium ha tenido un buen día."

"¡Papi! ¡Papi!" Piscium con sus hermosos ojos brillantes corrió hacia mi dirección, abrazándome con fuerza y quitándome la respiración por el impacto. "Hoy fui a un parque y ¡Conocí a un niño con unos ojos muy bonitos y jugamos a ser magos en el parque! Fue increíble, papi, era como si el lugar cobrara vida. ¡Teníamos varitas y todo!"

Me pongo de rodillas para que mi niño dejara de saltar para llegar a mis brazos, que por alguna razón los quería sacudir efusivamente. "¿De verdad? Cuéntame más, mi amor."

Piscium empezó a hablar emocionadamente sobre su día. "Primero estuve aquí con Kingsley, pero vinieron unos hombres y dijeron cosas raras, así que Kingsley me dijo que no te dijera que saldríamos, entonces nos aparecimos en un lugar super grande y verde. Escuche a unos patos, quería verlos, pero él," se giro y señalo con la mano a Kingsley que se ponía cada vez más pálido, me mordí el labio para contener mi furia." Dijo que no podía ir a verlos, todo estaba tan aburrido así que me puse a explorar, encontré un parque y una puerta mágica de colores, las luces empezaron a brillar y…"

Mi niño se queda callado mirándome con sus enormes ojos como si esperara una respuesta de mi parte, apenas podía pensar en algo que no fuera en asesinar a Kingsley Shacklebolt. Había sacado del Ministerio a mi hijo, lo llevo a una misión y para colmo, lo pierde.

"¿Y… que más, mi amor?" pregunto, acomodo los rizos de mi hijo, debía de haber corrido mucho para tener el cabello tan alborotado.

"Al salir de la puerta, vi a un niño. Fue increíble, papi. El niño se llama Harry y dijo que quiere ser mi amigo. ¿Me dejas ser su amigo, papi?" mi hermoso niño abre aun mas sus ojos, me hace un puchero con sus labios y yo pierdo sin ninguna posibilidad de negarme.

Le sonrió, aunque mi preocupación y furia no desaparecía de mi mente. "Si, mi amor. Puedes ser su amigo. Me alegra que hayas tenido un buen día."

Kingsley se aclara la garganta, atrayendo mi atención. "Remus, necesito hablar contigo un momento."

Procuro de enviarle toda mi furia con una mirada, había contenido tanto estrés por muchos años, era el día perfecto para desarme de eso y de el idiota que me mira implorante.

Imbécil. Solo soy débil ante los ojos de mi hijo.

Vuelvo a centrar mi atención en mi hijo. "Piscium, ¿por qué no te sientas un momento mientras hablo con Kingsley? No tardaré."

Mientras Piscium se sentaba en una silla cercana, Kingsley y yo nos alejamos un poco. Kingsley bajo su voz para que mi hijo no nos escuchara, no servía de nada. La audición de Piscium era casi tan buena como la mía. "Remus, algo pasó hoy. Hubo algunos avistamientos sospechosos cerca de Cassiobury Park, está ubicado aproximadamente 17 kilómetros en línea recta de Colne Valley Regional Park, el último lugar donde sucedieron los ataques. Ambos parques están ubicados en el noroeste de Londres, pero en direcciones opuestas con respecto a la ciudad de Londres. Estuvo vigilado de cerca y me asegure de que fuera seguro antes de aparecerme con Piscium, me pidieron ir con urgencia y sabía que me odiarías si dejaba a tu hijo a cuidado de otro."

En vez de aplacar mi furia, solo la enciende más. "¿Estás diciendo que preferiste llevar a mi Piscium a un lugar que este marcado como en "peligro de ataque"?"

Kingsley niega con la cabeza como idiota. "No necesariamente, tome todas las precauciones necesarias."

Es un completo idiota.

Mire a mi hijo, Piscium se había quedado dormido en la silla. "Gracias por ser tan considerado con mi hijo, Kingsley. Estaré más atento a nunca dejarlo a tu cuidado. Eres el más grande idiota que he conocido, le salvaste la vida en el pasado y ahora te pido que te desaparezcas de ella."

Con cada palabra lo empujaba con mi dedo, sus ojos estaban tan abiertos de pavor que me causo mas furia. Sin esperar a una respuesta tome a mi hijo en brazos con cuidado, Kingsley intento detenerme a irme, pero le di una patada en su parte baja y salí de su cubículo, algunos compañeros suyos asomaron la cabeza por sus quejidos, pero los que de seguro estuvieron consigo en la "misión" solo me lanzaron una mirada de comprensión.

Esa noche, al llegar a nuestro departamento, no pude dejar de pensar en las palabras de mi niño. Sus ojos no dejaron de observarme mientras lo preparaba para la cama, su pequeño rostro lleno de inocencia y alegría. La idea de que alguien pudiera querer hacerle daño era insoportable.

"Papi, ¿estás bien?" preguntó Piscium, notando la preocupación en mi rostro.

Siempre que escuchaba su voz me provocaba una sonrisa sincera, me acerco para darle un beso en la frente. "Sí, mi amor. Sólo estaba pensando en lo afortunado que soy de tenerte. Ahora, a dormir. Mañana será un nuevo día lleno de aventuras."

Piscium me sonríe y se acurruca en su cama. "Buenas noches, papi. Te quiero."

"Yo te amo, mi Piscium. Buenas noches."

Apago la luz y salgo de la habitación, decidida a mantener alejado al imbécil de mi hijo a toda costa. Me toma casi toda la noche cambiar las protecciones de nuestro hogar.