CORONAS Y ENGAÑOS

CAPÍTULO 7

SUEÑOS DE LIBERTAD

Queridos padres:

Mientras escribo estas líneas me encuentro en Marte hospedado en el Castillo Imperial, ya que el Emperador Takahashi Hino y su familia me invitaron a quedarme en su hogar durante el tiempo que esté en su planeta.

Estoy muy bien y espero que ustedes estén mucho mejor de lo que yo me encuentro.

Disfruten los mochis que les envío junto con esta carta.

Andrew

—¡Idiota!— Refunfuñó Arthur Hansford tras leer la carta de su hijo— ¡Y cree que con unos mochis me voy a contentar!— Se quejó Arthur mientras abría la caja que contenía aquel postre marciano.

—¡Relájate, cariño!— Susurró cariñosamente la señora Hansford— Tal vez se enamoró de otra joven, y si es así tiene derecho a ser feliz.

—¡Sobre mi cadáver se va a casar con una cazafortunas!— Horrorizado Arthur Hansford

—¿Y acaso no huí yo contigo dejando a mi prometido a días de la boda?— Lo cuestionó su mujer— Te elegí a ti a pesar de la furia de mi padre cuando en ese entonces eras sólo un comerciante y mi padre juraba que lo hacías por la dote.

Arthur Hansford miró con detenimiento a su mujer, quién a pesar de ya no ser una jovencita y haber vivido la tragedia de ver morir a dos de sus tres hijos seguía siendo bella y optimista.

—Y yo te elegí a pesar de que no te dio una dote— Le recordó— Y le demostré que te daría una vida con más lujos de los que llegaste a tener antes de escaparnos.

Arthur Hansford sonrió orgulloso al recordar cómo de ser un simple mercader que vendía hikarigara de Marte en ferias comerciales terminó fundando la institución financiera con más clientes de la Galaxia, además de amasar una fortuna que muchos nobles o incluso monarcas envidiaban.

—Y yo me habría quedado contigo aunque tuviera que ir a lavar tu ropa al río— Rió su mujer— Así que por favor deja de meterte en la vida del único hijo que nos queda.

Arthur sonrió al escuchar a su mujer. Sabía que era honesta, pues lo había escogido aún cuando todo apuntaba a que su vida sería con carencias.

—Pero no todas las mujeres son tú, mi querida Maeve— Respondió Arthur— Y el prometido al que dejaste tampoco es como que hubiera sido un príncipe, así que ahora mismo le escribiré a ese cabeza dura de Andrew.

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Querido hijo:

Seré breve.

Desconozco los motivos por los que de pronto decidiste que no te quieres casar con la princesa Wanda,aunque intuyo que algo tiene que ver otra mujer en tu decisión, pero no puedes enamorar a una mujer y hacerle promesas para después simplemente dejarla porque te alborotaste con otra.

¡Mucho menos a la princesa!

Bien, para que veas que te comprendo a pesar de lo duro que a veces puedo ser te he enviado un cofre con suficientes monedas de verdeoro para que durante un mes te des una gran despedida de soltero por toda la galaxia, eso sí, hazlo con discreción porque me he encargado de que la carta que le escribiste a la princesa Wanda no llegue a sus manos, y por el contrario, he tenido que esparcir el rumor de que estás muy enfermo y que has sido trasladado a un hospital de Mercurio para recuperarte.

Hijo, como hombre de leyes y jurista sabes que no hay manera de que vaya por ti y te traiga por la fuerza a Júpiter, mucho menos que te obligue a casarte, pero haber estudiado derecho Intergaláctico también te hace saber que no estoy obligado a seguir solventando tus gastos, así que te doy sólo un mes.

Después de eso tendrás que volver a Júpiter para formalizar tu compromiso ante la sociedad y empezar tu preparación como futuro príncipe consorte.

Arthur Hansford

Tú padre

Cuando Andrew terminó de leer la carta estaba verdaderamente molesto, aunque no por el hecho de que lo amenazara con retirarle el privilegio de disfrutar de la fortuna Hansford, sino porque siguiera empecinado en querer dirigir su vida.

—¿Qué sucede?—Pregunto Rei sacándolo de sus pensamientos.

Andrew le extendió la carta invitándola a leerla.

—¡Si que esta enojado Hansford-sama!— Exclamó Rei unos momentos después tras leer la carta— ¿Aún no sabe que el Emerald High Society Club es tuyo?— Cuestionó Rei que estaba al tanto de que aquella elegante taberna joviana que había cobrado fama a lo largo de la galaxia pertenecía a Andrew.

—¡No!— Respondió Andrew— Le molestaría saber que soy dueño de un club donde se juegan juegos de azar— Dijo Andrew— En realidad no me molesta que deje de darme una asignación mensual porque con el club y unas inversiones que he hecho en Mercurio puedo vivir decentemente— Aclaró Andrew— Lo que me molesta es que quiera seguir controlando mi vida. Le enviaré una carta a la princesa Wanda una vez más para que no me esté esperando.

—¡Espera un poco!— Lo interrumpió Rei sonriente— ¡No le digas nada!

—¿Y para qué seguir sosteniendo la mentira?— Cuestionó Andrew— No me voy a casar con ella y nada me hará cambiar de opinión.

—Recuerda que no debe faltar mucho para que Jaedite llegue a Marte— Le recordó Rei— Si sabe que terminaste con la princesa Wanda sentirá que tiene dos princesas disponibles, y necesito que el idiota crea que soy su única opción— Dijo Rei— Al menos de aquí a que terminemos de dañar su reputación.

Andrew se quedó pensativo un momento, pero finalmente Rei logró convencerlo.

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Jaedite estuvo refunfuñando durante el viaje de doce horas desde Terra hasta Marte, pues su madre, que ya no gozaba de tantos beneficios por parte del Rey Geo como antaño, no había conseguido que le prestaran una de las naves de último modelo de la familia real con las que bien pudiera haber llegado en tres horas, por lo que había tenido que viajar en la nave familiar que aunque hace diez años era la última novedad entre los más ricos de la Galaxia, hoy era un modelo obsoleto que dejaba en evidencia que los Moon eran nobles empobrecido.

Cuando finalmente aterrizó en Marte y bajó de la nave, lo recibió su prometida ataviada en un bello kimono color morado con estampados de lirios de fuego y bellos ornamentos a juego en su cabello azabache, lo cual lo sorprendió, pues ella nunca iba a recibirlo al hangar.

—¡Mi amor!— Exclamó Rei en el idioma de Terra

—¡Rei querida!— Susurró él caminando a su encuentro para estrecharla entre sus brazos.

—¿Qué crees?— Cuestionó ella—¡Papá y el sumo sacerdote Shun han autorizado que nos casemos ya y que no tengamos que esperar dos años!

—¿Qué?— Cuestionó sorprendido Jaedite.

Casarse con una princesa heredera era algo que por supuesto deseaba, no por nada había estado cortejando a la princesa de Júpiter y a la princesa de Marte al mismo tiempo, sin embargo, nunca había creído que Rei accediera a casarse antes de dos años, pues eso implicaba no terminar su servicio como sacerdotisa del templo de Ares.

—¿Es en serio?— Preguntó entusiasmado, pues de casarse con Rei subiría de estatus social.

—¡Me costó una pelea con mi padre pero lo conseguí!—Aseguró la princesa— Así que prepárate porque papá quiere hablar con nosotros sobre los detalles de la boda.

Cuando subieron al carruaje que los esperaba, Rei se recargó en su hombro, y mientras los ojos de él se perdían en aquel paisaje árido e infértil, decidió que cuando el Emperador Takahashi muriera y él ascendiera al trono, todo cambiaría, pues pensaba abolir esa costumbre de que las mujeres marcianas eran iguales en derechos que los varones, les prohibiría seguir entrenando como mamarrachos y llevaría a la civilización a aquel planeta de "salvajes" que dormían en futones y comían sentados en el piso utilizando palillos de madera en vez de cubiertos de plata.

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—¡No!—Exclamó la princesa Wanda desesperada—¡No puedo pedirle un favor a la bastarda! ¿Cómo se te ocurre Hildrud?

—Pues es eso o arriesgarte a quedar embarazada— Le respondió Lady Hildrud en un susurro

—¿Y hacer que esa se entere de que me entregué a Jaedite?

—No tienes que decirle eso— Respondió Lady Hildrud en un susurro— He escuchado que la ruda y la mandrágora tienen muchos usos— Dijo Lady Hildrud —Dicen que antes de la unificación muchas Jovianas la usaban no sólo para evitar un embarazo, también para evitar cólicos que dan durante esos días de impureza, e incluso para abortar, aunque eso último es peligroso.

—¡No estoy embarazada!— Exclamó Wanda horrorizada ante aquella idea.

—Pues han pasado tres días desde que le diste tu flor al duque Moon así que debes darte prisa si quieres evitar que suceda.

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Al final de aquel día, Lita terminó agotada, pues a petición de la Reina no solamente había preparado los platillos de cada comida, sino que además, había horneado una tarta de queso con mermelada de ambrosía y galletas de mantequilla, pues al parecer querían mandarle obsequios al convaleciente joven Andrew Hansford.

Tras terminar, Lita subió las escaleras para dirigirse a sus aposentos, pero entonces a medio camino se cruzó con Lady Hildrud, quién le sonrió con amabilidad, cosas que desconcertó a Lita, pues la joven dama de compañía de la princesa y sobrina de la Reina siempre la había visto con desprecio e incluso la había tratado mal.

—Lita, buenas noches

—Buenas noches, Lady Hildrud — Respondió Lita con la misma hipocresía.

—¿Podría hablar un momento con usted?

Lita se sorprendió ante la necesidad de Lady Hildrud de querer conversar, sin embargo, no podía ser grosera con una sobrina de la Reina consorte.

—Dígame, milady

Lady Hildrud tiró de su mano y se acercó a ella.

—He escuchado que usted tiene el don para convocar a las plantas y que sabe cómo usarlas.

Lita se sorprendió ante el comentario de Lady Hildrud. No entendía para qué recurrir a ella para hablar de eso cuando podía recurrir a cualquier otro curandero.

—La verdad es que no sé gran cosa— Mintió Lita, pues no quería compartir sus conocimientos con aquella doncella que había sido grosera con ella en el pasado— Y respecto a convocarlas, le recuerdo que tengo un brazalete que anula mis poderes

Si bien lo del brazalete era cierto. En realidad dicho objeto sólo anulaba sus poderes de ataque o defensa, no los que servían para convocar las plantas, sin embargo, aquello era algo que no compartía con nadie más que con Thorakar y Haruka.

—Con su permiso, Lady Hildrud

Lita continuó su camino, pero Lady Hildrud fue tras ella y tiró de su brazo una vez más.

—¿Sabe usar la ruda y la mandrágora?—Preguntó Lady Hildrud en un susurro.

—Sí— Respondió Lita con una sonrisa—Pero conseguirla es difícil porque los jardines donde se cultiva no son de fácil acceso— Le recordó Lita— Podría convocarlas si no tuviera ese brazalete anulador de poderes en mi tobillo—Dijo Lita— Pero como no es posible tendrá que buscar con alguien más. Eso sí, si obtiene las plantas tenga cuidado. Tomar la dosis equivocada puede llevar a una muerte segura por intoxicación.

Lita quiso reír al ver que Lady Hildrud se ponía blanca como papel, sin embargo, tuvo que contener sus ganas frente a ella, pero entonces, cuando estuvo en la soledad de sus aposentos encerrada con Thorakar soltó una carcajada al tener la ligera sospecha de que quién en realidad necesitaba de dichas plantas era la princesa, y Lita por supuesto que no la ayudaría.

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Luego de horas de llegar a Marte, Jaedite fue llamado por su futuro suegro a una reunión privada en la que sólo estuvo él, la emperatriz, y por supuesto, Rei. Lugar donde tuvieron una charla sobre su papel como futuro príncipe consorte.

—Finalmente se han salido con la suya—Dijo el Emperador— Y dado que la boda se celebrará en un mes necesito que se vayan dando prisa— Ordenó— Rei, en un par de días el mejor modista vendrá a tomarte las medidas para confeccionar tu ajuar, también necesito que te pongas de acuerdo con tu novio sobre los detalles de la celebración, y Jaedite, tan pronto como tengamos los costos de todo te haré llegar la información para que des el pago de honorarios al modista, los chef y cada persona que aporte con sus servicios para la realización de la boda.

Jaedite se puso blanco como papel cuando su suegro le insinuó lo de pagar los gastos de la boda, pues esperaba que la familia real los pagara.

—¡Ay, estoy tan emocionada!— Exclamó Rei— Por supuesto quiero vestir un shiromuku blanco como en las bodas marcianas, pero papá. ¿Crees que después de la ceremonia podría vestir un vestido como los que usan las mujeres en la corte de Júpiter o Terra? ¿Y una corona como las que usan las mujeres de otras casas reales?

—¡Pero por supuesto, mi pequeña fénix!— Exclamó su padre— Tú pide lo que quieras porque lo mereces todo, y además, el duque Moon te adora y no escatimará en gastos para complacerte.

—Bien, entonces quiero mi shiromuku blanco, pero confeccionado con seda venusiana— Dijo Rei— Y un vestido como los que usan las nobles de Júpiter o Terra, pero que tenga pedrería de diamantes y rubíes en el corset. Para el banquete obviamente me gustaría contratar al mejor chef de Marte porque quiero que nuestros sirvientes descansen ese día para disfrutar de la fiesta, pero también quiero un chef de Terra porque quiero que invitemos a las familias reales de los otros planetas interiores y a los Reyes de Neptuno y ya sabes que no a todo mundo le gusta la comida marciana— Agregó Rei—¡Pero oh! Ya sabes que el clima de Marte puede ser dañino para las personas de otros planetas, así que quiero que para cada invitado extranjero se confeccionen prendas interiores con tecnología marciana para que no se deshidraten. Y que los salones y aposentos tengan cristales que absorben el calor para que estén cómodos y …

—Bien, me siento muy honrado de que me haya concedido la mano de su adorable hija, emperador— Interrumpió Jaedite a su prometida— Pero querida Rei, en un mes es imposible hacer una boda de la magnitud que tú quieres. Yo pienso que deberíamos hacer una boda sencilla apegada a las tradiciones marcianas y que sólo invitemos a nuestras familias.

Jaedite se sintió intimidado cuando de pronto la mirada de desaprobación del emperador se posó sobre él.

—¿Boda sencilla?— Refunfuñó el emperador—¿Con quién crees que se está casando, duque Moon?

—Emperador, yo….

—¡No me interrumpas!—Exigió el regente de Marte— ¿Cómo te atreves a insinuar que mi pequeña fénix se va a casar en una boda sencilla?— Escandalizado su futuro suegro—¡Jamás! Mi única hija es la futura Emperatriz de Marte y va a tener una boda a su altura y a su antojo o no se casa.

Jaedite no pudo evitar que sus manos temblaran ante la furia de su futuro suegro, sin embargo, no podía admitir frente a él que su situación financiera no daba para una boda de tal magnitud.

—¡De acuerdo, tiene razón!—Titubeó Jaedite— Sin embargo un mes es poco tiempo para organizar la boda que mi amada se merece— Dijo—¿Qué le parece si al menos me da seis meses?

—¿Qué?— Cuestionó ofendida Rei—¡Por adelantar está boda peleé con mi padre y me revocaron mi título de sacerdotisa!— Exclamó Rei—¿Y tú me sales con que quieres esperar seis meses?

—¡Jamás lo imaginé de usted, joven duque!—Exclamó la emperatriz ofendida— Creí que amaba a mi pequeña pero ya veo que no.

El emperador golpeó fuertemente el piso con su katana, y clavó sus ojos dorados en los de Jaedite.

—¡Será en un mes o sino este compromiso quedará anulado!— Refunfuñó el emperador— ¡En una boda a la altura de mi pequeña fénix o nada!

Jaedite volteó a ver a Rei esperando que ella como siempre se revelara ante su padre y comenzara una discusión, pero para su sorpresa, en esta ocasión, la princesa estuvo de acuerdo con su padre.

—¡Ya escuchaste, Jaedite!

Jaedite se quedó en silencio unos segundos.

De tener la certeza de que el Rey de Júpiter lo aceptaría como yerno en ese momento habría roto con la princesa de Marte no sin antes decirle a la cara lo mucho que odiaba la cultura marciana; sin embargo, sabía que a esas alturas la princesa Wanda ya debía estar comprometida con Andrew Hansford, y en todo caso, de no existir Andrew, había muchos otros con los que el monarca de Júpiter preferiría casar a su heredera antes que con él, a quien miraba como poco valioso a pesar de ser un noble, pues en Júpiter era extranjero, y además el Rey Joviano sabía que los Moon no tenían una gran fortuna.

—¡Ya entendí!— Exclamó Rei llevando su mano derecha al dedo anular de la izquierda con la evidente intención de quitarse el anillo de compromiso que Jaedite había ganado a un noble Venusianos en Emerald Hight Society Club.

—¡En un mes tendrás la boda de tus sueños, mi amada!—Exclamó tratando de mostrarse satisfecho, aunque por dentro estaba desesperado preguntandose como conseguiría el dinero para para los gastos

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Habían pasado ya diez días desde que Andrew Hansford había dejado plantada a la familia real por una supuesta y repentina enfermedad que era la causante de que ahora estuviera fuera de Jupiter, algo que todos creían, excepto Lita, que aunque no descartaba que quizá fuera cierto tenía sus dudas, pues casualmente se había dado después de que le entregara las pruebas que delataban la infidelidad de Wanda.

Durante esos diez días, la princesa Wanda se la había pasado encerrada en sus aposentos, y aunque Lita no la había visto, gracias a los chismorreos de Gertrud y Fiona se había enterado de que la princesa estaba hecha una manojo de nervios e inapetente; sin embargo, aquella mañana la princesa se había dignado a salir para compartir el desayuno con sus padres, y cuando Lita llegó al comedor acompañada de Gertrud para servir los alimentos, no le pasó desapercibido que aunque su medio hermana había puesto fin a su encierro, lo ocurrido le había afectado en demasía, pues lucía demacrada y más delgada.

—Hija, me da gusto que finalmente hayas salido de tu encierro— Se dirigió el Rey a su primogénita, mientras Lita servía los alimentos.

—Gracias, padre— Susurró la joven

—A mi también me alegra— Comentó la reina consorte— Andrew va a estar bien, y tú tienes que estar hermosa y radiante para cuando él vuelva a Júpiter.

—De hecho estaba pensando que si los médicos lo permiten puedo llevarte a Mercurio para que lo veas— Comentó el Rey

—¡Eso me alegraría!— Comentó Wanda en un susurro— ¿Cuándo sería?

—Su padre me dijo que quizá en tres semanas— Comentó el rey— Lo cual sería formidable porque después de terminar nuestra estadía en Marte podemos continuar el viaje rumbo a Mercurio.

—¿A Marte?— Cuestionó la princesa desconcertada mientras tomaba una copa de cristal con jugo de ambrosía— ¿Qué vamos a ir a hacer a ese planeta de salvajes?

—¡Oh, mi pequeña, no te has enterado de nada!— Exclamó el rey— Ayer por la tarde me llegó una invitación del mismísimo Emperador de Marte. Su hija se va a casar en poco más de veinte días y estamos invitados a la boda.

Para Lita no pasó desapercibido como a la princesa Wanda comenzó a temblarle la mano con que sostenía la copa de cristal, y aunque le hubiera gustado sonreír, tuvo que contener sus ganas.

—¿Con… con quien se va a casar?— Preguntó nerviosa la princesa

—¿Cómo qué con quién?— Respondió con otra pregunta el monarca— ¡Pues con el duque Jaedite Moon!— Exclamó— No es un buen partido pero…

La copa resbaló de la mano de la princesa Wanda, y el ruido del cristal rompiéndose al chocar contra el piso, seguido del sollozo que escapó de su garganta, hizo que la charla entre el monarca y su hija favorita se viera interrumpida.

—¡Wanda, hija! ¿Qué tienes?— Preguntó asustada la reina.

La princesa se puso de pie y salió corriendo del comedor seguida de la reina consorte, quien asustada al ver a su hija en aquel estado se olvidó del desayuno y de pedirle a Lita que catara la comida.

Por un momento, Lita se quedó de pie, esperando a que le dieran la orden de catar, sin embargo, al rey que le daba igual su existencia, aquello se le pasó por alto.

—Puedes retirarte, Lita.

—Entendido, majestad

Lita se dio media vuelta, y mientras se alejaba del comedor, una sonrisa triunfal se dibujó en su rostro.

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Tras largo rato de entrenamiento en la que ninguna obtuvo la victoria por encima de la otra, Lita y Haruka se dejaron caer en el pasto, y entonces, Lita abrió la canasta de mimbre para sacar la baklava de pistacho que había preparado desde el día anterior para compartirla con Haruka.

—¿Se puede saber por qué estás tan feliz?— Preguntó Haruka mientras miraba a Lita cortar el exquisito postre que le recordaba tanto a su planeta natal.

—¡A qué no sabes!— Exclamó Lita mientras le servía un trozo en un plato— Hoy después de diez días bajó la estúpida de la princesa a desayunar— Contó Lita ahora sirviendo un trozo para ella.

—¿Y te alegra?

—Se disponían a comer cuando mi detestable progenitor les hizo saber a ella y a mi madrastra que recibió una invitación del Emperador de Marte para que en veinte días acudan a la boda de su hija con el duque Jaedite Moon— Agregó Lita con sorna— Rompió en llanto y se fue corriendo como una loca.

—¿Y crees que vayan a ir a la boda?

—No creo que Wanda la loca lo soporte

—¡Sería terrible que se quede sin ninguno de los dos!— Exclamó Haruka fingiendo pesar.

—¡Eso es lo de menos!— Exclamó Lita— ¿Imaginate que haya quedado embarazada?— Soltó fingiendo escandalizarse mientras se llevaba una mano a la boca.

—¿Te ha vuelto a buscar Lady Hildrud para pedirte ayuda?

—¡Antier fue la tercera vez pero no pienso ayudarle!— Soltó Lita

Haruka iba a comentar algo, pero entonces, uno de sus sirvientes llegó al lugar donde ambas jóvenes se encontraban.

—Señorita Haruka, disculpe que la interrumpa pero le ha llegado una carta con carácter de urgente.

—¿Es de mi hermano Samir?— Preguntó sorprendida mientras extendía su mano para tomar el sobre.

—Me temo que no porque ha llegado desde Urano— Respondió el hombre

—Muchas gracias, Math, puedes retirarte— Respondió Haruka

De inmediato, Haruka abrió aquel sobre y comenzó a leer en silencio, sin embargo, por la expresión de su rostro que pasó de estar relajada a mostrar preocupación, Lita intuyó que algo no andaba bien.

—¿Ocurre algo?— Preguntó Lita

Haruka levantó la vista, y cuando Lita se encontró con su mirada, se percató de que su amiga estaba asustada.

—Es una carta de mi hermana Hadiya— Comentó Haruka

Si bien Lita no conocía a Hadiya en persona, sabía que de entre todas las hermanas de Haruka, Hadiya era su favorita.

—¿Está bien Hadiya?

—Mi padre ha muerto— Comentó Haruka mientras le extendía la carta a Lita para que la leyera.

Lita, que en dos años había aprendido algo del idioma Urani, tomó aquella carta, y entonces comenzó a leer.

Querida Habiba:

¿Cómo has estado? Yo espero que muy bien y que cuando esta carta llegue a tus manos estés tranquila y preparada para lo que tengo que decirte.

Nuestro padre, después de luchar por meses con su enfermedad ha muerto, y nuestro hermano Ibrahim siguiendo la ley Urani ha matado a nuestros siete hermanos varones (excepto a Samir que no vive en Urano), a nuestros cinco sobrinos y a cuatro concubinas embarazadas para proclamarse como nuevo Sultán.

Dado que nuestro padre ha muerto y no estás casada ahora es nuestro hermano Ibrahim el hombre al que le debes cuentas, y escuché rumores de que quiere pedir al gobierno de Júpiter que seas devuelta a Urano para entregarte en matrimonio al visir Mohamed que no ha desistido de hacerte su esposa.

Hermana, sabes que por las relaciones comerciales entre Júpiter y Urano el gobierno Joviano no dudará en devolverte tan pronto como Ibrahim lo solicite, así que te pongo sobre aviso para que de ser posible huyas a otro planeta del sistema solar interior. De ser posible a Venus para que estés con nuestro hermano Samir.

¡Te amo, hermana!

Por favor, tan pronto como te sea posible escríbeme y dile al cabezota de Samir que no me olvide.

Cuando Lita terminó de leer la carta, levantó la vista, y entonces se encontró con la mirada de su amiga. No hubo necesidad de que se dijeran nada. Lita sabía perfectamente que Haruka no quería volver a Urano, que le encantaba su vida en Júpiter tal como era en la actualidad.

En cuanto a Lita, ella sintió su corazón romperse ante la inminente separación de la que se había convertido en su mejor amiga, lo mas cercano al hermano o hermana mayor que le habría gustado tener, y la idea de saber que posiblemente dentro de poco se distanciarían hizo que de nuevo se sintiera huérfana y sola.

—Vete cuanto antes— Fue lo único que salió de sus labios

—Vámonos juntas— Propuso Haruka

Lita esbozó una sonrisa, sin embargo, pronto su vista se nubló a causa de las lágrimas al imaginar que dentro de poco no volvería a ver nunca más a Haruka, pues con el ascenso del hermano de Haruka al trono, posiblemente esta por seguridad no volvería a pisar Jupiter. En tanto que Lita, debido al brazalete de retención, veía imposible poder escapar algún día.

—¡No puedo!— Exclamó Lita limpiándose rápidamente las lágrimas— Pero puedes escribirme— Dijo tratando de ser optimista— Mándale las cartas a la sirvienta Gertrud. Ella no dudará en darmelas.

—¿Y si nos robamos las llaves del brazalete de retención?— Propuso Haruka

—Ni siquiera sé donde están— Respondió Lita

—Verte a ti es como ver a mi hermana Hadiya— Dijo Haruka— De no ser porque ella tuvo la suerte de que la casaran con un hombre que ella ama y que la ama no la habría dejado en Urano, así que nos vamos juntas.

Thorakar, que estaba revoloteando junto a las jóvenes emitió un graznido al tiempo que se golpeaba el pecho con sus aletas.

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Lita detestaba a Lady Hildrud tanto como a la princesa Wanda, por lo que desde aquella noche en que la había llamado solicitando su ayuda para conseguir ruda y mandrágora había evitado encontrarse con ella, cosa que no había servido de mucho, pues en dos ocasiones más la joven había insistido con desesperación; sin embargo, aquel día, tras terminar su entrenamiento con Haruka y volver al castillo, Lita, al ver que Lady Hildrud se encontraba en el jardín con la princesa Wanda se acercó a ellas dispuesta a jugarse el todo por obtener su libertad.

—Princesa, Lady Hildrud, buenas tardes— Saludó haciendo una reverencia

—¡Lita, buenas tardes!— Exclamó Lady Hildrud con amabilidad

— ¿Quieres tomar el té con nosotras, hermana?— Ofreció la princesa

Lita tuvo que contener las ganas de reírse ante aquella invitación y al ser llamada "hermana" por la princesa, pues sabía que si la estaban tratando de manera amable era por sus ansías de que las ayudara a conseguir las plantas prohibidas.

—Les agradezco mucho— Respondió Lita hipócritamente— En realidad y si no es mucha molestia me gustaría hablar con usted, Lady Hildrud— Continuó.

—¡Por supuesto!— Exclamo Lady Hildrud

Lita, al ver que Lady Hildrud no se paraba se quedó en silencio.

—Si es sobre las plantas puede hablar frente a Wanda, ella lo sabe todo.

Lita fingió sorprenderse ante aquella respuesta.

—¡No me lo esperaba!

—¡Tranquila, hermana!— Exclamó la princesa— No diré nada. Me consta el tormento de Hildrud cada que le llega el periodo, así que sé que las quiere usar para algo muy justo.

Lita por supuesto sabía que aquello era mentira, pues Lady Hildrud solía pasar largas temporadas en el castillo, y en los largos meses que se quedaba, jamás Lita había notado que mes con mes estuviera postrada en cama, sin embargo decidió seguirle la corriente.

—Entiendo, princesa, aunque no me corresponder hacer juicios, y menos a alguien tan honorable como Lady Hildrud— Dijo Lita— La ruda y la mandrágora tienen muy buenas propiedades, y combinadas son muy efectivas para aliviar los cólicos, los dolores durante el parto, e incluso también para actos tan vergonzosos como evitar un embarazo o provocarse abortos— Continuó Lita— Pero dependiendo del objetivo de la mujer dependerá la dosis que hay que ingerir. Hay mujeres que la consiguen pero por no saber no consumen la dosis adecuada y quedan embarazadas o no logran abortar cuando ese es el objetivo o se mueren.

Lady Hildrud y la princesa la miraron asustadad ante aquel comentario

—¿Tú sabes cómo usarla para cada cosa?— Preguntó tan esperanzada como sorprendida Lady Hildrud

—Soy hija de Lilly Greenwood— Dijo Lita con orgullo— Así que ¿Que se podía esperar?

Para nadie era un secreto que la difunta madre de Lita era de las pocas curanderas que habían tenido conocimiento sobre cómo utilizar la ruda y la mandrágora de forma correcta, y que no había dudado en ayudar a mujeres que siendo víctimas del extinto derecho de pernada buscaban evitar un embarazo, o incluso abortar.

— Si la conseguimos yo les puedo decir como usarla de manera correcta para cada cosa— Añadió Lita— El problema va a ser conseguirla porque son plantas que se cultivan en jardínes con alta vigilancia, y pedirle ayuda a alguien más es exponerse.

—¿Conoces a alguien que sepa convocar plantas?— Preguntó Lady Hildrud

—¡Yo!— Exclamó Lita— Pero tengo un brazalete en mi tobillo como esos que usan los delincuentes— Dijo Lita— Si al menos pudiera quitármelo por un momento podría ayudarte.

—¡Lo conseguiré!— Exclamó la princesa

—¿Qué cosa?— Preguntó Lita fingiendo inocencia

—¡La llave del brazalete!— Respondio rápidamente la princesa Wanda

—Dudo que el Rey se la de

—¡Lo haré!— Exclamó la princesa

—En caso de que sea para evitar un embarazo o interrumpirlo cuando ya hay uno es importante darse prisa— Dijo Lita

Lita notó como Wanda palidecía ante aquel comentario, y el miedo en su mirada no le pasó desapercibido.

—No estoy diciendo que sea su caso ni le estoy preguntando, sólo le estoy informando— Dijo Lita

—¡A más tardar en tres días tendré la llave!— Soltó la princesa— ¿Qué vas a pedir a cambio de ayudarnos, hermana?

Lita esbozó una sonrisa ante esa última pregunta. Evidentemente no podía responder con un "nada", pues no sería creíble que quisiera hacerles un favor cuando muchas veces la habían humillado; sin embargo, debía cuidar que no fueran evidentes sus intenciones de huir de Júpiter.

—Me gustaría que convenza a mi padre y a la reina de que me devuelvan mis aretes en forma de rosa— Dijo Lita— Son lo único que tenía como recuerdo de mi madre— Explicó Lita— Y también me gustaría que tan pronto como les consiga las plantas me vuelvan a poner el brazalete porque en caso de que se den cuenta de que alguien consiguió quitarmelo me castigarían.

—¡Los tendrás!— Exclamó la princesa— ¡Dame tres días a lo mucho y te traeré tus aretes!

—Bien, me avisa cuando tenga mis pendientes y la llave del brazalete— Dijo Lita— Ahora, con su permiso me retiro.

Al darse media vuelta, Lita sonrió triunfal, y con la canasta de mimbre que sostenía en uno de sus brazos, se adentró en el bosque que rodeaba al castillo, y entonces, cuando se supo a solas destapó la canasta para que Thorakar saliera de esta.

—¡Pronto seré libre, Thorakar!— Exclamó Lita— Ve pensando si te vas a ir conmigo o te quedas en Júpiter porque a más tardar en tres días me largo de aquí.

¡Hola!

Pues bien, aquí les traigo un capítulo más de esta historia, la cual por cierto me tardé más de una semana en actualizar porque se atravesaron las vacaciones de semana santa y pascua y en esos días no escribí absolutamente nada y por supuesto tampoco edité los avances de lo que llevaba.

¿Ustedes tuvieron vacaciones? Yo espero que sí, y espero que las hayan disfrutado tanto como yo.

Mi querida amiga Maga del mal, me alegra mucho verte por aquí leyendo este nuevo fanfic. Tómate tu tiempo, que de todas formas los fanfics no se van de aquí.

Hospitaller Knigh, amiga querida, gracias por siempre estar ahí leyendo mis fanfics. Y no te preocupes por demorar en leer, como le decía a otra de mis amigas "Los fanfics no se van a ir. Ahí se van a quedar", así que tómate tu tiempo. Ahora, respecto a tu comentario, te aclaro una duda por aquí por si acaso alguien también la tiene. La "Hikarigara" no es una droga que exista en el mundo real. Yo me la inventé para el fanfic.

Lectores anónimos: Gracias a ustedes también por leer. Y ya saben, si hay algo que quieran comentar, bienvenidos serán sus comentarios.

En fin, espero pasen bonito fin de semana.

¡Saludos!

Edythe