"Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi…"
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CAPÍTULO 6
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"Negociación"
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Dormí mucho. Me dio pena levantarme tan tarde, pero hacía ya varios meses que no conciliaba el sueño. Específicamente, desde que Nabiki me pidió apoyarla con el negocio. Mientras la señora Nodoka y el tonto de su hijo bajaron a cenar, traté de comunicarme con mi hermana, pero fue inútil, la llamada se cortaba después de tres tonos. Quería decirle a Nabiki que estaba bien y lo sucedido con Takeda, sin olvidar que tendría que decirle que lo del abogado debía esperar, porque justo me había quedado en ceros.
Cuando bajé para disculparme, la señora Nodoka estaba terminando de guardar los trastes de la cocina— ¡Akane, querida! Buenos días.
—Buenos días, señora Nodoka. Lamento haberme levantado tan tarde.
—Eso quiere decir que estabas muy cómoda y me alegro por ello. El desayuno se sirve a las ocho, pero considerando que es tu primer día con nosotros te guardé un poco.
—Gracias.
—Dejé tu plato dentro del microondas, puedes calentarlo y comer aquí en la cocina. Tengo que ordenar algunas sábanas en el piso de arriba, por lo que te dejaré un momento. Si necesitas algo, dime.
—Sí, señora Nodoka, gracias.
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Me quedé sola en la cocina devorando casi hasta el plato. Tenía hambre, puesto que solo había bebido una gaseosa y un té. La casa era acogedora, había algo que me hacía sentir muy tranquila. Tal vez, el hecho de que alguien se hiciera cargo de preparar la comida; una madre, como la que yo ya no tenía, y una familia, aunque fuera pequeña. En ese momento me invadió un sentimiento de añoranza que hizo que se me cristalizaran los ojos. No hacía mucho yo también había tenido una casa y una familia con la cual compartir el desayuno.
Sorbí la nariz y con los dedos me enjugué las lágrimas que amenazaban con salir. Tomé una servilleta y al levantar la vista, estuve a punto de pegar un grito. Ranma Saotome estaba justo frente a mí, de pie, del otro lado de la mesa.
—¿Estás llorando? —iba vestido con un pants negro y una camisa sin mangas del mismo color, llevaba una toalla en el hombro, su trenza se veía media suelta, y el sudor le corría levemente por las sienes. La luz que entraba por la puerta de la cocina hacía que sus ojos brillaran en un precioso color añil.
—No.
—¿Te pasa algo?
—No es nada, es que me entró algo en el ojo. —Mentí, tratando de cubrirme con la servilleta lo más posible.
—Déjame ver… —se acercó a mí de un solo paso, lo tenía tan cerca que comencé a sentirme nerviosa.
—¡Qué no es nada! —dije, girando la cabeza hacia el otro lado.
Él se hizo hacia atrás, sin dejar de mirarme— Entiendo.
—¿Qué?
—Extrañas a Takeda. Como te dije ayer, esa relación no iba a dejarte nada bueno. Sigue mi consejo, encuentra un empleo y otro lugar para vivir.
—¿Qué estás diciendo? ¡no es eso lo que me pasa! me entró algo en el ojo y… —sin darme cuenta, Saotome se había acercado a mí, había tomado mi rostro con una sola mano y ahora me miraba fijamente. Me quedé helada, una lágrima escapó desde el rabillo de mi ojo. Ninguno de los dos se movió por unos cuantos segundos. De pronto, Saotome me soltó, como si la mano le quemara.
—No se ve nada, ya debe haber salido.
No pude decirle ni una palabra. Me encogí en la silla, y me coloqué el cabello detrás de las orejas, me sentía demasiado nerviosa, el tipo era un atrevido.
—Necesito hablar contigo de algo. —Se recargó en uno de los muebles de la cocina, cruzado de brazos y mirando hacia una pared. Yo apenas lo miré de reojo.
—¿Qué pasa?
—Es sobre tu estancia aquí.
—Ayer te dije que no puedo irme, me he gastado todo lo que tenía…
—Eso lo sé. Anoche le dije a mi madre que te dejaría quedarte con la condición de que no traigas a nadie a esta casa.
Resoplé, el tipo era un idiota— Sigues pensando que soy una...
—De ti me consta solo lo que vi, y yo estoy tratando de proteger a mi madre.
—¿Protegerla de mí?
—Protegerla de habladurías y comentarios que pudieran afectarla. Obviamente no le dije lo que haces, eso la pondría muy mal.
—¿Ah sí? ¿no crees que lo que haces tú la pondría aún más mal?
El tipo me miró consternado, seguro no había pensado en eso— Ni se te ocurra abrir la boca…
—¿Por qué? ¿Crees que se decepcionará de ti cuando se entere que eres un vividor?
—Si te atreves a decirlo no saldrás de aquí viva.
Sonreí con tanta sorna que el tipo volvió a acercarse a mí de un salto. Se sentó junto a mí y comenzó a hablar en voz baja: —Te lo advierto…
—Creo que es momento de negociar, Saotome.
—¡No hay nada que negociar! puedo llamar a la policía y contarles lo que le hiciste a Takeda.
—Yo puedo gritar y en un segundo tu madre estará aquí para escuchar sobre el honorable empleo de su único hijo.
—¡Shhh! —chistó— ¡baja la voz! ella puede oírte.
Coloqué mis codos en la mesa, y apoyé mi cara entre mis manos entrelazadas— Mmmm…veamos. El trato puede ser que pagues mi siguiente mes de alojamiento.
—¡Estás loca! Lo que quiero es que te vayas.
—¡Me iré en cuanto pueda! Tengo que conseguir dinero para eso ¿lo olvidas? Tener dos meses en un lugar seguro me hará sentir mayor tranquilidad. No es tan fácil conseguir a otro prospecto.
—Espero que encuentres uno rápido y te largues de aquí —Saotome se veía muy enojado, a la vez, era como un niño pequeño haciendo berrinches— ¡no pienso pagarte un mes más!
—Entonces tendré que decirle a tu madre: ¡Señora Nod…!
—¡De acuerdo! lo haré, solo ¡cállate! Ahora ve a conseguirte a alguien.
—No va a ser tan fácil ¿cómo voy a explicarle a tu madre que tengo que salir de noche a comprar algo?
—Ese es tu problema.
—¡Pues tendrás que encargarte de distraerla!
—¿Y cómo voy a hacer eso?
—Yo qué sé. Si has logrado engañarla con lo de tu trabajo, algo se te puede ocurrir.
Vi a Saotome respirar agitadamente, sus manos hechas un puño, apretándolas con fuerza.
—Si crees que te saldrás con la tuya, te digo que no será así. Esto durará muy poco y tendrás que irte.
—Veremos quién ríe al último.
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La señora Nodoka entró de pronto a la cocina— ¡Ranma, hijo! ¿Qué tal tu entrenamiento? Veo que estás acompañando a nuestra huésped a desayunar ¡me alegra tanto que estén aquí juntos! ¿quieres que te prepare algo para acompañar a Akane?
—No, gracias. Tengo trabajo hoy —contestó el hombre, de mala gana.
—Sabe, señora Nodoka, es posible que me quede otro mes con ustedes.
La mujer se sorprendió— ¿De verdad? ¡oh, querida! nada me gustaría más que eso. Es una muy buena noticia, ¿verdad, Ranma?
El tipo resopló y salió de la cocina.
No sé cuándo, pero esos trucos de soborno de mi hermana Nabiki habían surgido en el momento que más lo necesitaba. Tampoco eran mi modo de comportarme, pero lo cierto es que no tendría otra salida.
Si bien, era cierto, Saotome tenía razón en que tenía que conseguir un empleo, esa treta que le había aplicado no me duraría más de un mes; así que comencé a pensar en la manera en la que podía conseguir dinero rápido.
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Esa misma noche, después de ayudar a recoger la mesa, le dije a la señora Nodoka que debía salir.
—Pero es ya tarde, puede ser peligroso —mencionó la mujer, con preocupación.
—Iré aquí cerca. Necesito comprar algunas cosas en la farmacia.
—Entiendo…que Ranma te acompañe, así me quedaré más tranquila.
Saotome nos aguardaba desde la habitación contigua, había estado escuchando. Pude ver su carta de hastío cuando su madre le hizo una seña para pedirle que me acompañara. Salimos los dos juntos y caminamos un par de metros.
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—Puedo irme sola desde aquí, tu madre no está observando.
—¡Ja!, no tienes idea de lo que haces.
—¿Piensas acompañarme entonces a conseguir otro prospecto?
—¿Vas a darme una comisión?
—¡Oye!
—¿Por qué me recriminas? eres tú la que quiere seguir con ese jueguito.
—Necesito conseguir mucho dinero y pronto.
—De eso no me cabe duda y tú sabes lo que haces, pero debo regresar contigo a casa, si no, mi madre me matará.
—¿Y eso, por qué?
—Se toma muy en serio su papel de anfitriona; así que debes darte prisa. Ve al supermercado del sur, mientras yo iré a la farmacia.
—¿Para qué?
—Le dijiste a mi madre que irías a la farmacia ¿o piensas llegar sin nada?
El tipo era listo, pensaba en cada detalle. — De acuerdo, te veo en veinte minutos.
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Nunca había estado en el supermercado del sur. Era el más pequeño al que había ido, solo vendían comida gourmet empacada, abarrotes y vino. Se veía bastante exclusivo y había muy pocas personas.
En la zona de los vinos había un hombre delgado, algo pálido y ojeroso, su aspecto era lúgubre y al mismo tiempo, sereno; aunque se vestía muy bien y tenía un porte serio. Creí que sería un candidato fácil de convencer.
Me acerqué con cautela, fingiendo ver las botellas. En cuanto el hombre me miró discretamente, me animé a hablar— Hay tanta variedad, no estoy muy segura de cual llevar a casa.
El hombre volvió a mirarme, ahora de manera fija. No emitió ningún sonido, así que continué: — Usted parece conocer más de esto ¿qué es lo que lleva?
—En este lugar no venden más que vinos importados de las cosechas de los ochenta. —lo dijo en tono nervioso. Aun así, traté de suavizar un poco el ambiente, quizá no estaba acostumbrado a hablar con las mujeres.
—No tenía idea, le dije que no sabía mucho. Mi hermana me dijo que preparara una receta con vino, con su recomendación, sabría cual llevarme.
—¿Sabes cocinar? —preguntó el tipo, mirándome de arriba a abajo con sus extraños ojos hundidos, como si yo fuera un pedazo de carne. Caminó unos cuantos pasos; algo no andaba bien, algo despertó mi sentido de alerta.
—Estoy aprendiendo —mentí. Ahora mi voz sonaba temblorosa, de verdad me estaba dando miedo. El hombre se acercó a mí, casi pegando la botella en mi torso, lo que me hizo quedarme inmóvil del terror que me invadía.
—Lleva esta, y bebámosla juntos— se acercó demasiado a mí, estaba a punto de irse encima mío, su fría mano reseca y huesuda se enredó en mi brazo cual sanguijuela, me apretó con fuerza, mientras susurraba en voz baja— ¿cuánto cobras, bonita? tengo…
El miedo hizo que me congelara, no podía gritar, tampoco llorar, sentía la garganta cerrada; el tipo comenzaba a restregarse contra mi costado. No podía escapar, era mi fin, había tenido suerte en el pasado, pero esta vez, el degenerado iba a llevarme para aprovecharse de mí. Estaba pensando en mi triste destino, cuando sentí que un brazo me tomaba fuertemente por el otro brazo— ¡Cariño! ¿dónde estabas? — Ranma había llegado justo a tiempo. —Conseguí los tampones que querías en la farmacia.
Esta acción hizo que el tipo me soltara al instante; Ranma era mucho más alto y corpulento que él. Ranma me tomó por la cintura y yo me acurruqué tímidamente sobre su pecho. El hombre de la trenza le lanzó al degenerado una mirada llena de fuego y éste de inmediato se alejó como un rayo sin mirar atrás.
Pude volver a respirar, aunque de manera entrecortada.
—¿Te encuentras bien? ¿te hizo algo?
Solo negué con la cabeza, no me salía la voz, comencé a temblar.
Ranma me sujetó de un hombro y me llevó con prisa hacia la salida. Mi corazón todavía latía con fuerza del miedo que sentí, no recordaba que algo así me hubiera pasado.
—¡Ese hombre era un atrevido! pensé que iba a hacerme algo.
—¡Serás tonta! ¿no ves que es un trabajo peligroso? Si no llego para ayudarte, quién sabe a dónde te habría llevado.
—Se veía muy serio.
—Era un pervertido, además, te equivocaste de presa.
—¿Cómo?
—El tipo era un chofer, su limosina estaba afuera.
—Bromeas…
—¡No! ¿lo observaste?
—N-no.
—Por eso no sirves para este trabajo. Por última vez te lo digo, considera cambiar de profesión.
Tragué duro, me había asustado más que con lo de Takeda, porque ni siquiera le había dicho casi nada y el hombre ya había intuido que yo me vendía. Kasumi tenía razón, era un trabajo muy peligroso. Ahora, solo me quedaba darle las gracias a Saotome: —Gracias, por ayudarme.
Saotome, entornó los ojos, y después, juraría que lo vi sonrojarse. Se giró hacia otro lado— Puedes conseguir algo mejor y más seguro.
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Caminábamos de manera pausada, de nuevo lo observé, cuando se tensaba echaba los hombros hacia atrás, como si pretendiera verse más imponente, era guapo, pero muy tímido.
—Podría ayudarte en tu negocio, tal vez necesites quien te organice los mensajes y llamadas.
—¿Ah? ¿quieres colarte en lo mío? lo tengo bien manejado.
—¿Estás seguro?
—Por supuesto, no se me va ningún detalle.
—Puedo ofrecerte un buen trato, aunque primero, tendremos que volver a la farmacia.
Saotome se detuvo en seco, pensó que le propondría algo sucio— ¿Un buen trato? ¿quieres tener algo conmigo acaso? Desde ahora te digo que no tienes oportunidad.
Rodé los ojos, el hombre tenía un ego demasiado grande— No sé qué te estás imaginando, pero no, no quiero tener algo contigo. Te equivocaste de marca, no son los tampones que yo uso.
Saotome se puso colorado y apresuró el paso, ambos fuimos de regreso a la farmacia para hacer el cambio y regresar a casa.
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Durante las semanas siguientes, Ranma no salió a trabajar salvo en esporádicas oportunidades. Decía que evitaría a toda costa que yo metiera a alguien en la casa, lo cual no iba a suceder, puesto que el negocio de patrocinadores de mi hermana ya estaba descartado.
Intenté buscar empleo en línea, pero las cosas no salían como esperaba. Logré vender algunas prendas que tenía de marca y con lo que gané, compré algunos artículos de temporada por internet y gané unos cuantos yenes más, pero me alcanzaba para muy poco.
Mi hermana Nabiki me llamó muy alterada una vez, estaba harta de no poder salir de su escondite y se enfadó más cuando le dije que había hablado con un abogado de los de oficio, no cobraría honorarios, pero me dijo que sería un caso muy difícil y tardaría un tiempo considerable. A menos que consiguiera un buen abogado, Nabiki no podría salir de su escondite.
Volví a desesperarme y una noche que la señora Nodoka había salido para jugar bingo con sus amigas, salí de la casa con rumbo a otro supermercado, donde había conocido a Ryoga.
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Para mi mala suerte, estaba vacío, y aunque pase media hora viendo los anaqueles, ningún hombre llegó. Decidí regresar a casa, caminaba por la acera cuando de pronto escuché pasos detrás de mí. No quise voltear y me apresuré, faltaban unos cuantos bloques para llegar, pero las calles parecían mucho más largas. Sentía que me pisaban los talones. Comencé a correr, y antes de que lograse tomar velocidad, sentí como una mano me sujetó por el brazo. Me detuve en seco y giré, asustada de que el tipo de la otra vez me hubiera encontrado— ¡Suéltame! —grité. Después me di cuenta que Ranma me miraba fijo, al tiempo que me soltaba. —¡Ah! eres tú.
—¿Quién creías que era?
Me crucé de brazos, tratando de calmarme— El tipo de la otra vez.
—¿De dónde vienes? —preguntó, serio. No hizo falta responderle,yo iba vestida con el mismo suéter y la falda corta que llevaba el día del incidente; puede que no lo recordara, pero bastó ver la cara que me hizo, aquella mueca y el evidente resoplido. —¿Mamá sabe que saliste? vas a tener que explicarle muchas cosas y tendrás que irte.
—Fue con las del vecindario a jugar bingo.
—¿Y saliste a probar suerte de nuevo? Mira que si te pasa algo yo no te voy a defender.
—No lo entiendes.
—¿Qué no entiendo? ¿qué te gusta esa vida? mejor empaca tus cosas y lárgate de mi casa.
—¡Necesito dinero!
—Gánalo honradamente.
—¡Necesito dinero rápido! ¡No es para mí,es para mi hermana!
—Pues que se lo gane tu hermana.
—Eso no es posible, es que ella… —se lo conté, lo del asunto de mi hermana con el director. Si no lo hacía, Saotome me correría de su casa.
Nos sentamos en unas jardineras que estaban cerca de un parque. Me escuchó sin decir nada, sentí que el peso que tenía encima se desvanecía un poco. —Tu hermana se metió en tremendo lío, no la tiene fácil. ¿No intentaste contactar a tu otra hermana?
—Se lo propuse a Nabiki, pero no quiso que lo hiciera. Dijo que sería como darle la razón de que su plan no funcionaba.
—No tienes alternativa. ¿Por qué no dejas que ella lo solucione?
—Es mi hermana, y ella hizo mucho por mí. Solo nos tenemos la una a la otra, Kasumi nos abandonó. Estoy muy desesperada, no sé qué más hacer, por eso salí al supermercado otra vez.
Saotome me miró, tenía los brazos cruzados— Quizá…no es que pueda hacer mucho, pero si te sirve; hace tiempo me contrató una abogada, lo hace cada que va a cerrar un trato, le da más seguridad el que yo esté. Puedo hablar con ella y pedirle que te aconseje.
—¿De verdad harías eso por mí? —Hacía tiempo que no veía la luz al final del camino y ahora de nuevo la estaba viendo.
—Es solo una especie de servicio social, no es infalible que ella vaya a llevar tu caso, pero por lo menos podrá aconsejarte mejor que aquel abogado de oficio que viste.
—¡Muchas gracias, Saotome!— di un saltito en mi lugar, estaba tan emocionada.
—Ranma. Puedes llamarme por mi nombre.
—Gracias, Ranma. —Le sonreí. Él también lo hizo, me miró por varios segundos. Ambos nos dimos cuenta que esos segundos habían sido demasiado largos, porque de inmediato desviamos la mirada a otro lado.
—Hay que ir a casa, antes de que mamá vuelva.
—Tienes razón.
—Y otra cosa más.
—Claro.
—Debes conseguir un trabajo, el que sea. No me amenazarás con decirle a mi madre lo de mi trabajo, por lo que no pagaré otro mes de tu estancia en mi casa.
Me estaba ayudando con lo de mi hermana, tendría que aceptar esa propuesta.
—De acuerdo, desde mañana me enfocaré en ello.
Llegamos a casa y justo por el lado contrario, venía la señora Nodoka: —Ranma, Akane ¿qué hacen fuera de casa?
Se hizo un profundo silencio, por fortuna, Ranma habló por ambos dando una excusa perfecta.
—Llegué del trabajo y Akane dijo que no podía dormir, la acompañé a caminar.
—Oh, bien. Entremos, que ya es tarde.
—Sí, mamá.
—Sí.
Esa noche, después de pensar en la oportunidad que tendría, gracias a Ranma, dormí de corrido hasta el día siguiente.
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¡HOLA! Gracias a mi querida beta Sailordancer7 por su apoyo para la realización de este fic. A mis Locas por el Dios griego que me animan a seguir escribiendo, infinitas gracias.
Gracias de verdad a todos los que se han dado el tiempo para leer el fic. Creo que en estos días fanfiction ha tenido problemas para leerse desde el navegador, espero que se solucione pronto, ya que es la única plataforma donde publico. Alguna vez abrí cuenta en wattpad pero era muy complicado dar seguimiento y se cerraba cada tanto.
Espero que la historia esté siendo de su agrado. Agradezco a todos los que se animan a dejarme un review o a pasar para saludar. Gracias por sus bellas palabras, me motivan como no tienen idea.
Los leo muy pronto.
Susy Chantilly.
