Por la mañana, más o menos a una hora en la que para un niño no es ni demasiado temprano ni demasiado tarde, Wammy mandó llamar a los mellizos con su nuevo amigo Alexander. Pues, aunque menor que ellos, según a lo que había dicho Roger, más valía mantenerlo cerca de los recién llegados.
Las clases habían comenzado y de nuevo todos los niños de bloques mayores y menores asistieron a sus aulas.
Los tres chicos, BB, L y A, estaban frente al escritorio en donde el señor Quillsh Wammy descansaba.
—¡Listo! Aquí están como me lo pidió, señor Wammy.
—Muchas gracias, Alex. ¿Podrías volver ahora con los otros niños, por favor?
—¡¿Eh?! P-Pero…
—Según el calendario que tengo aquí… dice que hoy te toca literatura inglesa. Vamos, se te va a hacer tarde.
Alexander hizo un mohín infantil.
—Sí, señor… —Se giró y abrió la puerta, pero antes de irse se volvió rápidamente con una sonrisa hacia los mellizos y les dijo en un susurro—: Nos vemos más tarde para jugar.
Una vez teniendo a los pequeños frente a frente, el hombre los atendió cálidamente. No fue al grano, quería asegurarse de conocerlos primero. La verdad era que le sorprendía el parecido que tenían el uno con el otro, aunque Roger se encontraba siempre tan estresado y apresurado que no se había detenido a pensar en aquella semejanza.
—Buenos días, niños. ¿Cómo se encuentran el día de hoy? ¿Ya conocieron el lugar?
—Buenos días, señor Wammy. Me alegra ver que se encuentra con buena salud. La ventisca del otro día era bastante peligrosa —dijo L con calma.
—¿Tan importantes eran sus asuntos como para privarnos de una explicación? El señor Ruvie no nos ha dicho nada pero estoy empezando a preocuparme… —dijo BB.
—Gracias por tus deseos, Lawliet. Y pasando contigo, Beyond, lo siento… No había sido capaz de verlos hasta hoy para platicarles un poco sobre el orfanato. Tengo entendido que ya habías contemplado tu llegada aquí, hablaste antes con Roger, ¿cierto?
—Eso creo… Hay cosas que no recuerdo.
—¿Tú cómo te sientes, Lawliet?
—Es cómodo aquí, pero tampoco recuerdo mucho.
Watari dio un suspiro. Vio a los chicos por un instante para analizar sus rostros. En efecto, los ojos de ambos parecían muertos. Era como si estuviera visualizando un retrato post mortem al verlos ahí de pie frente a él.
—Niños… Permanecer temporalmente en este lugar puede traerles muchos beneficios.
—¿Beneficios?
—¿Qué clase de beneficios?
—Pues verán —siguió diciendo el hombre—, podrían encontrar una familia. Quisiera haberles explicado esto antes.
—¿Qué quiere decir, señor Wammy?
—En una semana llegarán personas dispuestas a adoptarlos. Van a ser capaces de tener padres, de conquistar nuevos horizontes. ¿Eso les gustaría?
—No siento necesidad de ello, señor —dijo L.
—Acabamos de llegar aquí y pensar en un desalojo me parece excesivo, señor. ¿Puede ser más específico? —opinó BB.
—Voy a ser directo con ustedes —habló el hombre dudando de su acciones. Por un instante estuvo vacilando sobre las palabras que usaría y la manera en cómo lo diría. Quizá no estaba mal aprovecharse de la inocencia infantil e inventar una pequeña mentira que quizá pudiera suavizar sus corazones desamparados, ¿no? Lo intentaría. —Ustedes dos juntos pueden comenzar una vida juntos como hermanos.
Los ojos de los niños se abrieron de par en par y sin darse cuenta ya estaban viéndose fijamente, escudriñando cada detalle de sus rostros. En ese momento algo dentro de ellos conectó de manera repentina, como si los problemas y confusiones de noches anteriores se hubieran por fin resuelto.
—¿Hermanos? —preguntó BB boquiabierto.
Era cierto. El pobre niño estaba tan aterrado de sí mismo y del mundo que no se había dedicado jamás a la simple idea de soñar, de tener una familia. Si bien la vida era injusta y despiadada, lo era aún más cuando se tenía en mente que tus progenitores no te habían deseado. Fue por un instante, pero la simple idea de seguir desquitándose con todo el mundo por la falta de aquella cercanía y amor solo hizo que su corazón saltara de esperanza. Era una locura, pero podía ser cierto… Después de todo, poco o nada recordaba.
Por su parte, L se encontraba tan confundido pero entusiasmado como el otro chico. No era una coincidencia que se parecieran tanto, ninguno pudiera recordar del todo los días anteriores antes del orfanato, y que además se hubieran encontrado el mismo día, ¿cierto? Si ese era el caso, el pequeño L se había comenzado a preguntar el porqué de que su madre jamás le hubiera platicado sobre su hermano.
—Así es. Los detalles sobre sus familias los desconozco, pero me esforcé por poder reunirlos de nuevo. —Añadiendo más sazón a su mentira, el señor Quillsh Wammy dijo—: Deseo que esta vez nada ni nadie los separe. Entiendo que deben estar confundidos, deben haberse sentido muy solos luego de que las circunstancias los pusieran en caminos diferentes. Pero aquí están y espero que se lleven muy bien de ahora en adelante.
Los niños estaban sin palabras. Fue entonces que el hombre siguió hablando para ponerlos al corriente.
—Ya mencionado esto, espero que se porten adecuadamente y que se esfuercen mucho con sus estudios y deberes. Dentro de siete días llegarán algunas parejas que estarán dispuestos a aceptarlos dentro de sus familias y me encantaría que se dieran cuenta de que en Wammy's House la educación y atención recibidas son excelentes. No se preocupen, no tendrán que fingir nada… Dentro de poco comprobarán que lo que digo es cierto. —Sonrió.
Tanto L como BB se sintieron confundidos, por supuesto, pero también ganaron una chispa en sus corazones. ¿Eran hermanos?, ¿en serio? No tenían ni un solo recuerdo juntos, solo había desamparo y desconcierto.
No estaban seguros de qué hacer, pero el comportamiento de ambos cambió repentinamente. No es como si fueran desconocidos en un orfanato lleno de desconocidos, ¿cierto? Eran hermanos.
Antes de ir con Roger para que los encaminara a sus clases, BB creyó que era mejor comenzar a presentarse otra vez, así que se quedaron hablando en el pasillo cerca de una de las ventanas.
—Eh… Hola otra vez. Yo… estoy contento de poder estar contigo —dijo sinceramente—. Verás, no puedo recordar mucho sobre mí, así que perdón por eso.
—No te preocupes. Supongo que estamos en la misma situación.
—Te… ¿Te molesta si te llamo "hermano"?
—El señor Wammy dijo que lo somos, así que no veo inconveniente.
BB sonrió con dulzura, una expresión que, pese a su corta edad, se veía cínica en él. L parpadeó un par de veces para después decir con despiste:
—¿Quieres preguntarme algo?
—¿Eh?
—Tienes esa expresión desde hace unos minutos… Creo que quieres hacerme una pregunta.
—Bueno… —comenzó a decir BB—. Puede sonar algo bobo, pero nunca supe cuándo nací y debido a ello nunca pude celebrar esa fecha importante ni siquiera yo solo. Tú y yo somos iguales, así que pensé que, si puedes recordarlo, entonces puedes ayudarme a resolver mi duda… ¿Te acuerdas de tu cumpleaños?
Lawliet lo pensó. ¿Qué rayos estaba pasando? ¿Su cumpleaños? Sí, estaba seguro de que había celebrado su cumpleaños antes, pero, ¿cuándo había sido? No podía recordar muy bien. Cerró los ojos e intentó hacer memoria de esos días… El aroma dulce de las fresas sobre la tarta de crema, el canto de su madre dedicado con amor, el olor de la madera quemándose en la chimenea, el frío que calaba hasta los huesos y los bastones de caramelo.
«¿Bastones de caramelo?», pensó. Entre más fuerte cerraba sus ojos podía ver mejor hacia esos días pasados… Recordaba haber visto por la ventana la nieve cayendo y a su madre preparando té de canela. Y nada más.
Fue mero instinto, pues aunque no se sentía seguro de dar una respuesta cuando la pregunta recién le fue otorgada, la fecha exacta volvió a su mente en un santiamén.
—25 de diciembre —dijo L, pensativo.
—¿De verdad?
—No me lo cuestiones, estoy 99% seguro. ¿Te parece raro?
—¿Y qué pasa con el otro 1%?
—Podría ser que de repente recobre la memoria por completo.
—Mmm…
—Es una broma. Estoy 100% seguro. Nuestro cumpleaños es en Navidad.
La broma no causó el mínimo de gracia en el pobre Beyond Birthday, pero un notable alivio se reflejó en sus facciones. «¿Navidad? No está mal».
Una vez que Roger oyó las vocecitas de los niños supo que era hora de encaminarlos a la primera de sus clases. Al platicarlo con su señor supo el plan que tenía para ellos y sintió alivio, pues si las cosas iban bien, la historia tendría un final feliz. Al menos era fácil de pensar.
La presentación en el aula fue simple pero significativa para todos en el lugar.
«Estos son Elle Lawliet y Beyond Birthday», dijo Roger mientras incitaba a los demás a llevarse bien con ellos. El resto de los niños los vieron desde luego con extrañeza… No solo los mellizos tenían una mirada intensa y apariencia excéntrica, sino que su manera de actuar era usual. Añadiendo un plus, seguro que pocos o ninguno de los presentes habían visto dos personas idénticas.
En ese momento, ambos desearon de manera inconsciente de Alexander estuviera con ellos, aunque el chiquillo se encontraba en un aula con niños de un bloque menor de acorde a su edad.
Por el resto del día los chicos estuvieron juntos sin compartir palabra alguna, únicamente prestando atención a clases y estudiando el comportamiento de los otros. Eran ruidosos, juguetones e insignificantes, según Beyond Birthday. «Como los mocosos de la anterior institución con la imbécil de la señora Olivia», pensó, solo para darse cuenta segundos después que algunas memorias desagradables habían vuelto a él.
Resultaba curioso para ambos el cómo lograron acostumbrarse a un entorno como ese cuando estaban acostumbrados nada más a la soledad. Al profesor de la materia se le veía actuar de una manera extraña después de que Roger presentara a los chicos y luego volvió a su comportamiento regular. No deseaban indagar en ello, pero para los mellizos era evidente: entre el rector de la institución y el resto del personal había algo que debía permanecer oculto a toda costa y de lo que, si no se ponían listos, jamás se enterarían.
Pero los niños seguían cansados, no fue una sorpresa que ambos se quedaran dormidos sobre el pupitre cuando la clase había terminado. Ese día siguieron una materia tras otra, tras otra, otras otra… Cuando el receso llego, los niños se fueron a la biblioteca del orfanato para tratar de encontrar algo que les ayudara a conciliar el sueño más tarde.
—¿También has tenido problemas para dormir, hermano?
—Algo así. Apenas cierro los ojos no puedo apagar las voces de mi mente.
«Así que tú también las escuchas», pensó BB.
Mientras L buscaba en las estanterías, BB lo observaba desde uno de los sofás esperando a que encontrara algo interesante para que le recomendara, ya que él no se encontraba interesado en nada en específico. En el anterior orfanato no tenían libros, ni un comedor decente o siquiera un patio grande para jugar. No tenía idea de qué libros podrían gustarle.
Eran los únicos en la biblioteca, pues quizá eran los únicos interesados en estar allí durante las horas libres. Ellos y Alexander, que llegó corriendo de repente y puso una cara de alivio cuando dio con ellos.
—¡Aquí estaban! —exclamó—. No los encontraba por ninguna parte, han pasado horas desde que el señor Wammy me pidió que los dejara. ¡Creí que podríamos comer juntos! Aunque… parece que no les agrada el comedor. —Se acercó a Lawliet con curiosidad, poniéndose de puntillas para captar su atención—. ¿Qué están haciendo?
—Necesito libros —dijo L sin desviar la mirada de los estantes. Se subió a una escalera y siguió buscando más arriba.
—¿Libros? Si necesitas algo deberías habérselo pedido al señor Roger. Como no tenemos bibliotecario él se encarga de las tareas de este lugar —hizo saber Alexander.
—Por lo que he visto solamente le falta dar clases para haberse encargado de todo en este lugar —opinó BB entre risas.
—¡Eso y aprender a cocinar! Una vez hizo unos panqueques que… ¡Ay! ¡Roger! Hola… —exclamó el pequeño Alexander con terror al ver al hombre ahí de pie detrás de ellos.
—Ya he oído suficiente… —bufó el anciano—. Elle Lawliet, es mejor que no subas a la escalera cuando no hay alguien cuidándote. Podrías marearte, caer y lesionarte. Cuando necesiten algo pídanlo, ¿está bien?
—Sí, señor —dijeron los mellizos al unísono.
—Por cierto —siguió hablando el hombre a la vez que sacaba los libros que le solicitó L—, me dijo su profesor que se quedaron dormidos en medio de la clase. Eso no está bien, podría afectar a su rendimiento.
—Lo siento…
—Es que la clase es tan aburrida… —se quejó Beyond.
Roger suspiró.
—Es tarde, ¿ya comieron algo?
—¡Justo venía a invitarlos al comedor! —exclamó el menor.
—Miren, niños, según tengo entendido, Alexander ya les mostró el orfanato, por lo que pueden ir y venir con confianza. Pero también deben atender a sus tareas con responsabilidad y comer a sus horas. El personal no siempre se encuentra al pendiente de todos, por ello les pido que si está en sus manos, hagan las actividades que les corresponden.
—Roger, yo puedo ayudarles —dijo Alexander y sonrió.
—Y el señor Wammy te lo agradece profundamente, pero eres menor que ellos y también requieres de cuidados. No quiero que cargues demasiado.
Roger entregó los libros a los niños. Personalmente le pareció una exageración que L se llevara una pila enorme de ellos, pero no era como si alguien más los leyera, por lo que se los dio sin dar peros.
—Asegúrense de leer durante el tiempo establecido, la hora de dormir es a las 10:00. Su última clase es a las 6:00, es decir, dentro de 30 minutos. No lleguen tarde por favor y antes vayan a comer algo. —Y contradiciéndose a su última petición, dijo—: Alex, ya que te encuentras libre, ¿podrías llevar estos libros a la habitación de L, por favor? Ten cuidado.
—¡Sí!
L y BB se vieron fijamente. ¿Qué harían? No había manera de escapar de ello… Estaban cansados, aburridos y desorientados.
