Notas del autor:
Bueno aquí estamos con otro capitulo, honestamente no tengo mucho que decir, ando un poco deprimido por la situación de mi pais, pero ese tema no nos concierne ahora. !Disfruten la lectura!
Reviews:
fabianemmanuel15: 1- Pues si, la idea se me ocurrió con la Siegbräu, la cerveza esa que nos regala Siegward en DS3, como no te mete ningún efecto negativo dije "¿Que tal si los no-muertos no se pueden emborrachar?"
2- Si, lo primero que pensé antes de escribir fue como se llevaría el equipo RWBY con Nimrod, solo puede decir que no se pondrán exactamente de acuerdo en que pensar sobre Nimrod.
3- Ja ja, en un principio yo pensé que el estus era algún tipo de bebida alcohólica, pero después de investigar un poco, parece que es fuego embotellado... ¿Qué se fumo Miyazaki para crear eso? Yo también quiero. !Espero que disfrutes este capitulo!
—¡Sí! Estoy camino a Beacon con mi hermana favorita. ¡Este es el mejor día de todos! —Dijo abrazándola fuertemente
—¡Yang! Soy tu única hermana y suéltame, me asfixias.
—Vamos Ruby, estoy muy orgullosa de ti. Te adelantaron dos años. Apuesto a que te llamarán niña genio.
—No quiero sobresalir tanto. Soy más joven que todos aquí y no conozco a nadie.
—¿Qué hay del tipo encapuchado que estaba con el director? Dijiste que no era un cazador, podría ser un estudiante —Yang soltó a su hermana para cruzar los brazos.
—No lo sé, no parecía muy interesado —Ruby se llevó un dedo al mentón, recordando esa noche.
—¿Aplicaste los consejos que te di para hacer amigos? Siempre funcionan a menos que el tipo sea un psicópata.
—No creo que sea un psicópata. Parecía... ¿amable?
—No pareces muy convencida —dijo Yang, alzando una ceja.
Ruby suspiró.
—Apenas habló —dijo Ruby, bajando la mirada.
Yang puso una mano en el hombro de Ruby, ofreciendo una sonrisa tranquilizadora.
—No te preocupes, Rubes. Siempre puedes intentarlo de nuevo.
—No es tan fácil para mí —Ruby cerró los ojos por un momento—. ¡Oh! Ya sé, puedo quedarme contigo todo el tiempo.
La sonrisa de Yang flaqueó por un instante, pero rápidamente recuperó la compostura. Tosió en su mano para ganar tiempo y corregirse.
—Eso estaría bien, pero... —Yang sonrió nuevamente al encontrar una solución—. ¡Sí! Hagamos amigas juntas.
—Eh... —Ruby no se veía muy confiada.
Yang la abrazó por el cuello y empezó a observar los alrededores de la aeronave. La nave estaba llena de estudiantes emocionados, algunos charlando animadamente, otros perdidos en sus pensamientos. Las ventanas grandes ofrecían una vista impresionante del paisaje, aumentando la emoción del viaje.
—Veamos, alguien que parezca sola y aburrida —sus ojos se detuvieron en una chica leyendo un libro, cuyo pelo negro estaba adornado con un moño del mismo color —. Bingo —dijo, comenzando a caminar y arrastrando a Ruby con ella.
—Yang, espera —intentó protestar Ruby, sintiendo un nudo en el estómago.
Yang no se detuvo, su entusiasmo era imparable. Ruby no tuvo más remedio que seguir el paso de su hermana mayor mientras se acercaban a la chica.
—¡Hola! —saludó Yang alegremente cuando llegaron a donde estaba la chica—. Soy Yang y ella es mi hermana Ruby. —La chica levantó la mirada del libro—. ¿Cómo te llamas?
—Soy Blake —dijo volviendo a posar su mirada sobre el libro, desinteresada.
—Es un placer conocerte. ¿No es hermoso el clima de hoy?
—Casi tan hermoso como este libro, que continuaré leyendo tan pronto como te vayas.
Yang parpadeó, sorprendida, y apartó la mirada.
—Eso fue grosero —dijo en un murmullo.
—Oye, ¿qué libro es ese? —Ruby intervino, tratando de salvar la conversación.
Blake no se molestó en apartar la mirada de su libro.
—Cuentos de hadas de Remnant.
Ruby se animó un poco al escuchar eso.
—¡Oh, me encantan esos cuentos! ¿Cuál estás leyendo?
Blake miró a Ruby por un momento antes de suspirar y cerrar el libro parcialmente.
—"El hombre con dos almas". Es sobre un hombre que tiene dos almas, cada una luchando por tomar el control de su cuerpo.
—A mí también me gusta leer libros, historias de héroes y monstruos. Esa es la razón por la que quiero ser cazadora.
—¿Porque todos tienen finales felices? El mundo real no es lo mismo que un cuento.
—Por esa razón estamos aquí, para ayudar a mejorar las cosas —dijo Ruby con una cálida sonrisa.
Blake no supo cómo responder, sorprendida por la sinceridad de Ruby.
—Oh, bien dicho, Ruby. —Yang interrumpió, abrazándola—. Estoy muy orgullosa de mi hermana.
—¡Yang, ouch! Basta, siempre haces esto —se quejó Ruby, tratando de zafarse del abrazo de su hermana.
La boca de Blake se curvó en una pequeña sonrisa. Miró a las hermanas.
—Bueno Ruby, Yang, ha sido un placer...
En ese momento se tropezó con ellas un chico rubio con la cara verde.
—Oye amigo ¿Estas bien? —Yang, se acercó a ayudar al desconocido.
El chico la miró y trató de advertirle que se alejara, pero sus náuseas fueron más rápidas. Vomitó sobre los zapatos de Yang.
La boca de Yang se torció en una mueca de asco absoluto.
—¡Puaj! — Yang se volvió hacia su hermana, buscando ayuda.
Ruby se cubrió la boca, sorprendida.
—Yang, no te me acerques —pero su hermana no le hizo caso—. ¡Aléjate!
Yang intentó acercarse a Ruby, quien retrocedía rápidamente, casi tropezando con otros pasajeros.
Blake miraba la escena con una mezcla de compasión y asombro.
"Parece que Beacon no será tan aburrido"
Me estoy cansando de esperar. Ha pasado un mes desde que llegué a estas tierras y mi progreso ha sido lamentable. Cada noche, me sumerjo en los manuscritos de hechicería, tratando de arrancarles sus secretos, pero la magia de cristal sigue siendo un enigma inalcanzable. Las palabras de Logan, aunque familiares, se sienten distantes y esquivas.
Me siento en la fría habitación que he convertido en mi refugio. Las paredes están forradas con pergaminos y libros antiguos. La luz del sol colándose por mi ventana me avisa que ya ha amanecido.
Al menos pude volver a aprender los hechizos por los que eran conocidos los asesinos de Vinheim. Apretando los dientes, lanzo un hechizo simple al aire. La energía mágica se forma débilmente en el catalizador que usaban los hechiceros de Oolacile, pero esta se disipa en una chispa.
Frustrado, me dejo caer en la silla, mirando los manuscritos con desdén. El sueño de dominar la magia de cristal parece más lejano que nunca.
Debería parar por el momento. Ozpin me avisó que hoy estarían llegando sus estudiantes, los "Usuarios de Aura".
Me levanto lentamente y me acerco a la ventana. Al abrirla, una brisa fresca entra en la habitación, despejando un poco mi mente. Observo a lo lejos otro de estos "pájaros de metal" acercándose a Beacon, dejando una estela en el cielo despejado.
"¿Qué clase de habilidades tendrán estos estudiantes? ¿Serán todos tan poderosos como Qrow?"
Mientras veo cómo el ave metálica se acerca, tomo una decisión. Salgo de mi habitación en dirección al frente de la academia.
"Una observación más cercana podría darme una idea de sus capacidades."
Camino por los pasillos de Beacon, pronto su silencio sería reemplazado por el bullicio de los aprendices.
No sé cuánta resistencia o fuerza otorga el aura, pero seguro que confiere una velocidad sobrehumana. Qrow se movía tan rápido como los caballeros plateados de Anor Londo. Supongo que, si estos estudiantes tienen un nivel similar, podrían lidiar con demonios menores sin muchos problemas.
Salgo al frente de la academia y me detengo por un momento, observando cómo el "ave" se posa frente a los muelles. Se ve mucho más grande que un dragón, aunque su superficie metálica me recuerda más al golem de hierro. Una puerta se abre, revelando a los aprendices.
"Es la hora de ver qué clase de guerreros son los estudiantes."
Lo primero que veo es a un joven rubio correr desesperadamente hacia un recipiente de metal cerca de los muelles, vomitando dentro de él.
Niego con la cabeza. "Un demonio tauro, en definitiva, lo convertiría en su cena."
Ignoro al rubio y observo a los demás jóvenes. Algunos descienden con pasos firmes, sus miradas llenas de determinación y confianza. Otros parecen nerviosos, mirando a su alrededor con cautela.
Entre la multitud, logro reconocer a la misma niña que Ozpin había admitido en la academia la otra noche. Tiene el mismo vestido negro que uso la otra noche con el añadido de una capa con capucha de un color rojo bastante llamativo, viene acompañada de una chica rubia que viste una suerte de gambesón marrón que solo cubre el pecho y los antebrazos. Ruby parece emocionada, con una sonrisa radiante y los ojos llenos de entusiasmo. La chica rubia, en cambio, se ve ligeramente irritada. Al observarla un poco mejor, noto que sus botas parecen manchadas con barro, como si hubiera caminado por un pantano. La rubia le dice algo a Ruby y se va, dejándola sola.
Ruby camina sin cuidado, mirando todo a su alrededor con los ojos brillando. Parece que las armas de los demás estudiantes le llaman especialmente la atención.
"¿De dónde saca tanta energía?"
Volteo la mirada, buscando si hay alguien más destacable. Mis ojos se detienen al ver una cabellera blanca como la nieve, y de repente, el mundo a mi alrededor desaparece.
"Pris... ¿Priscilla?"
Mis manos comienzan a temblar y una opresión asfixiante se cuela en mi pecho. Recuerdos que creí enterrados vuelven, atormentándome. Intento respirar, pero el aire parece no alcanzar mis pulmones.
"No, no es posible."
Mi respiración se acelera. Siento que las piernas no me responden y casi tropiezo con un escalón. El suelo bajo mis pies parece inestable. El sonido de mi corazón latiendo con fuerza retumba en mis oídos, ensordeciéndome.
"Yo... yo... perdóname."
Un golpe sordo me saca de mi mente. Jadeo con fuerza, volviendo a ser consciente de mi entorno. Desvío la mirada en dirección al ruido y veo que Ruby ha tropezado con algún tipo de baúl de viaje con el dibujo de un copo de nieve. Agarro mi pecho, intentado calmar mi respiración.
Veo a la chica de cabello blanco caminar hacia Ruby, para mi alivio no es quien creí, la chica es baja, diría que tiene la misma estatura de una claymore, a diferencia de "ella", que era el doble de mi altura. La joven de cabello blanco camina con el ceño fruncido visiblemente molesta.
"Solo es una persona más... No hay razón para alarmarse"
La chica de cabello blanco comienza a gritarle a Ruby por su torpeza.
—¡Ten más cuidado! —le espeta, con una voz llena de irritación.
Ruby se encoge un poco, claramente abrumada por la reprimenda.
—Lo siento, no fue mi intención —responde Ruby, nerviosa.
Ignoro la discusión y me volteo para volver a entrar en Beacon. "Ya hice suficiente reconocimiento por hoy."
Mientras camino de regreso, escucho los ecos de la discusión apagarse detrás de mí. La brisa fresca de la mañana acaricia mi rostro, ayudándome a calmarme completamente. Subo los escalones de la entrada principal y me detengo por un momento, mirando hacia el vasto campus de Beacon.
Escucho unos pasos detrás de mí, que no paran hasta ponerse a mi costado.
—¿todo bien, Nimrod? — Pregunta Ozpin, con voz serena.
Suspiro por un momento antes de responderle.
—No es de tu incumbencia — Respondo con un gruñido — Te repites como un mal hábito, ¿qué quieres?
Ozpin se ríe de mi provocación.
—Un viejo y polvoriento cuervo ya me ha dicho eso antes — Dijo, mientras miraba el campus, parecía nostálgico. — Pareció que necesitabas ayuda hace un rato.
Me volteo hacia el de forma brusca.
—¿Como?
—Tengo ojos más ojos de los que piensas — responde con una sonrisa burlona, apuntando con su bastón un objeto que está en lo alto de un poste.
Al verlo con más cuidado parece una pequeña caja de metal con un cristal que pareció encerrar algo vagamente parecido a un ojo.
Suelto una risa amarga.
—Entonces, ¿me estás diciendo que estos "ojos" me vigilan todo el tiempo?
Ozpin niega, manteniendo su sonrisa.
—No te vigilan todo el tiempo ni están enfocadas únicamente en ti, son una medida de seguridad, para ayudar mantener la paz en el campus.
Frunzo el ceño, aún receloso de sus palabras. Ozpin exhalo con calma, pareciendo resignado. El empezó a observar el campus.
—No puede evitar notar decidiste ver de primera mano a los nuevos estudiantes — Dijo, cambiando de tema — ¿Qué opinas de la nueva generación?
Me tomo un momento para ver a los estudiantes interactuar. La mayoría parece llena de confianza, otros con entusiasmo, algo que apenas puedo recordar sentir.
—Solo veo niños tontos, que piensan que la vida del guerrero está llena de coraje y honor.
Ozpin ahora tenía una expresión estoica.
—El entusiasmo es normal en los jóvenes — dice con serenidad —. Aquí se les enseñara como afrontar las dificultades que vienen al elegir esta senda. Pues ellos heredaron el deseo de proteger a la humanidad.
—Lo que están a punto de heredar es una vida llena de decadencia —respondo con frialdad—. He visto este tipo de lucha antes, es un ciclo de miseria, un destino maldito.
Ozpin se toma un momento para responder.
—Es cierto, llevamos luchando desde nuestra concepción, pero ¿sabes lo que veo en estos jóvenes?
Observo por un momento el campus lleno de neófitos.
—Esperanza —las palabras de Ozpin me sacuden por completo—. Muchos vienen hasta acá con el objetivo de generar un cambio.
Desvió la mirada antes de responder
—La esperanza solo sirve para alargar el sufrimiento.
Ozpin niega con la cabeza
—No lo creo, cada paso hacia adelante por más pequeño que sea es una mejoría.
Frunzo el ceño, todavía incrédulo ante su optimismo.
—¿Y qué pasa cuando esos pasos hacia adelante llevan a una caída aún más dolorosa?
Ozpin me mira con firmeza, su voz tranquila pero llena de convicción.
—En ese caso, nos levantamos de nuevo. La esperanza no es la ausencia de dificultades, sino la fuerza para seguir adelante a pesar de ellas. Beacon es un lugar donde no solo entrenamos cuerpos, sino también mentes y corazones. Aquí, les enseñamos a levantarse, a aprender de sus caídas y a volverse más fuertes.
Me quedo callado, aun inseguro si puedo compartir su optimismo, Ozpin no pierde la oportunidad de continuar
— En la esperanza también existe la redención
Dejo escapar un suspiro que no sabía que estaba conteniendo. Hay algo en las palabras de Ozpin que me resuena. Tal vez porque, en el fondo, deseo creer que es posible.
—Quizás — digo finalmente, con un tono más neutral.
Ozpin asiente, satisfecho con mi respuesta.
—Eso es todo lo que puedo pedir. — Ozpin se voltea para irse, pero se detiene antes de marchar — Por cierto, en unos minutos tengo que dar un discurso de bienvenida en el anfiteatro, tal vez quieras pasarte por ahí.
Se aleja antes de que pueda responder. Decido darles un último vistazo a los estudiantes en el campus.
Observo cómo los estudiantes se mueven con entusiasmo, charlando y riendo. La brisa fresca acaricia mi rostro, llevándose consigo los últimos vestigios del amargo recuerdo.
"Se ven llenos de optimismo y energía, quizás nuestro error fue dejar que la adversidad nos arrebatara esos factores".
De repente, veo una breve llamarada en el centro del campus. En el centro del caos están la chica de pelo blanco y Ruby, totalmente manchadas de negro por el hollín.
"Tal vez sea demasiada energía".
—¡Increíble! ¿Eres retrasada o qué? —exclamó la chica de cabello blanco, con una voz llena de irritación.
—¡Lo siento! En serio, lo lamento mucho —Ruby se disculpó rápidamente, tratando de calmar la situación.
—Está claro que no. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No eres un poco joven para estar en Beacon?
—Bueno, yo...
—Esta no es una escuela de combate común. No es solo entrenamiento, ¿sabes? Estamos aquí para cazar monstruos. ¡Así que mira por dónde caminas!
Ruby, aun tratando de disculparse, comenzó a sentirse cada vez más abrumada.
—¡Hey! Dije que lo sentía, princesa.
La chica de cabello blanco frunció el ceño, su mirada se volvió aún más gélida.
—¿Tienes alguna idea de con quién estás hablando? —dijo con un tono de superioridad.
—No...
—Estas frente a Weiss Schnee, heredera Schnee Dust Company
Ruby abrió los ojos de par en par, impresionada y un poco intimidada.
—Oh... vaya, no sabía... Lo siento, Weiss.
La heredera exhalo con exasperación, pero fue interrumpida antes de que pueda continuar.
—¿Hay algún problema aquí? —La voz de Glynda Goodwitch tomó por sorpresa a las dos chicas.
Weiss y Ruby se volvieron hacia la profesora, sus rostros reflejando sorpresa y un poco de nerviosismo.
—Nada que no pueda manejar —respondió Weiss, tratando de mantener la compostura, aunque se notaba su frustración en la voz.
Glynda miró a Ruby, quien todavía parecía un poco nerviosa.
—¿Todo bien?
Ruby asintió rápidamente.
—Sí, profesora. Solo fue un pequeño malentendido.
Glynda cerró los ojos y exhaló irritada, lanzándoles una mirada severa a las dos chicas.
—Espero que todas puedan llevarse bien. Este es un lugar para aprender y crecer juntas, no para conflictos innecesarios.
Las dos asintieron, aunque Weiss claramente seguía irritada.
—Entendido, profesora. — Dijeron las chicas al unisonó
Glynda asintió satisfecha.
—Ahora diríjanse al anfiteatro principal, el discurso de bienvenida comienza en unos minutos.
La heredera vio una oportunidad en ese momento.
—Por supuesto, ¿podría indicarme el camino, por favor? —preguntó Weiss, adoptando una actitud de estudiante modelo.
Glynda suspiró pesadamente.
—Bien, sígame por favor.
Ruby vio cómo Weiss se alejaba detrás de Glynda, no sin antes la heredera le dé una última mirada con los ojos entrecerrados. Sintiendo el peso de la interacción, Ruby se dejó caer en el suelo, desanimada.
—Bienvenida a Beacon —se dijo a sí misma en un susurro.
Mientras miraba el cielo, una figura alta se metió en su visión, extendiéndole la mano.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó la figura suavemente.
Ruby tomó su mano lentamente y el chico la ayudó a levantarse.
—Gracias —dijo apartando la mirada, aún avergonzada por el encuentro anterior.
—Me llamo Jaune Arc.
—Ruby Rose... —La chica comenzó a presentarse hasta que reconoció al chico frente a ella—. ¿No eres el tipo que vomitó en los zapatos de mi hermana?
Jaune se sonrojó de inmediato, rascándose la nuca, haciendo una mueca avergonzada.
—Lo siento, era mi primera vez volando, no pensé que sufriría de nauseas.
Ruby no pudo evitar soltar una pequeña risa, relajándose un poco más.
—No te preocupes, aunque deberías disculparte con mi hermana.
Jaune asintió, aliviado por la reacción de Ruby.
—Gracias, lo hare. ¿Vamos al anfiteatro juntos? Escuché que el discurso de bienvenida está por comenzar.
Ruby sonrió, agradecida por la compañía después de su encuentro con Weiss.
—Sí, me encantaría. Vamos.
El par de amigos recién formados comenzó a caminar por el patio, buscando el anfiteatro, aunque Jaune no pudo contener su curiosidad.
—¿Llegaste a Beacon dos años antes, después de detener un atraco? —preguntó, genuinamente sorprendido por la hazaña de su nueva amiga—. ¡Eso es asombroso!
Ruby se ruborizó bajo el halago de su compañero y bajó la mirada, escondiendo su rostro en la capucha.
—N-no es para tanto —dijo, tímidamente.
—¿Bromeas? Con solo quince años frustraste un robo contra cinco hombres armados. A mí me parece una hazaña increíble.
—So-solo uno de ellos tenía aura y ese por cierto escapó —corrigió Ruby, aún nerviosa—. Además, tú también llegaste aquí, y solo los mejores lo hacen.
Jaune de repente se puso rígido, sus pasos vacilaron por un instante.
—En-entre por recomendación de una escuela de combate —dijo rápidamente, casi olvidándose de respirar—. Solo tuve suerte —añadió, rascándose nerviosamente la nuca.
—¿Llamas suerte a vomitar en el primer día? —bromeó Ruby, riendo suavemente.
Jaune se unió a su risa, agradeciendo al destino por el cambio de tema.
—Sí, bueno, supongo que tengo mi propio tipo de suerte. Siempre quise ser un cazador, como mis padres y abuelos. Supongo que siempre sentí que debía seguir sus pasos, aunque me siento un poco... fuera de lugar aquí.
Ruby asintió, comprendiendo perfectamente ese sentimiento.
—Sí, yo también. En un principio, mi papá no quería que fuera cazadora, así que me escabullía al bosque para entrenar. Una noche fui emboscada por un beowolf. Si no hubiera sido por el graznido de un cuervo que me hizo voltear, no habría podido esquivar su primer ataque. Por suerte, justo después apareció mi tío y me salvo. Por un momento pensé que simplemente me llevaría a casa y seria castigada, pero se ofreció a entrenarme.
Jaune la miró con admiración, impresionado por su historia.
—Vaya, eso suena... aterrador. Pero también increíblemente valiente. Me alegra que tu tío estuviera allí para ayudarte.
Ruby sonrió, sintiéndose un poco más cómoda al compartir su historia.
—Sí, mi tío es el mejor, aunque cuando mi papa nos descubrió, se molestó un poco con él, pero al final decidió apoyarme también.
—Es genial que tengas a alguien así. Yo siempre he tenido el apoyo de mi familia, pero nunca tuve a alguien que me entrenara de esa manera. —Dijo esto último bajando la mirada.
Ruby noto esto y decidió desviar el tema.
—Hey ¿Por qué me ayudaste hace rato?
Jaune se encogió de hombros
—Meh, ¿por qué no? Mama siempre dice: "los extraños son amigos que aún no conoces"
Ruby sonrió, hasta que se percató de algo.
—¿Oye sabes dónde queda el anfiteatro?
—Oh, no lo sé, yo solo te seguía. — Jaune hizo una pausa, dándose cuenta de que estaban perdidos. — ¿crees que haya un directorio?
Ruby miró a su alrededor, buscando alguna señal o mapa que les indicara el camino.
—Hmm, no estoy segura. Tal vez deberíamos preguntar a alguien.
En ese momento, notaron a cuatro estudiantes juntos. Ruby y Jaune se acercaron a ellos con la esperanza de obtener alguna orientación, aunque notaron que el grupo solamente se dirigía miradas y sonreía, sin decir una sola palabra.
—Disculpen, ¿saben cómo llegar al anfiteatro? —preguntó Ruby.
Una chica con una boina negra y lentes oscuros se dirigió a ellos, una sonrisa burlona en sus labios.
—Oh, mira nada más, llegó la carne fresca —dijo, ajustando sus lentes—. Escuchen, novatos, espero que estén listos para las pruebas de Beacon. —La chica bajó los lentes, escudriñándolos con la mirada—. No sé si tengan lo necesario.
Ruby y Jaune intercambiaron miradas, sin saber cómo responder.
El estudiante a su lado suspiró pesadamente y apartó a la chica.
—¡Hey!
El par de amigos quedo intimado al ver al estudiante frente a ellos, parecía un gigante de tez bronceada.
—Por favor ignora a mi líder —Dijo el estudiante con total serenidad —para llegar al anfiteatro solo tienes que seguir recto por el camino y girar a la izquierda.
Ruby y Jaune asintieron, agradecidos.
—Muchas gracias —dijo Ruby, aliviada.
—Sí, gracias —añadió Jaune.
Los dos se alejaron del grupo, continuando su camino hacia el anfiteatro.
—Eso fue... —Empezó a murmurar Jaune
—¿Interesante? — Termino Ruby
—Sí, pero al menos sabemos a dónde ir ahora —respondió Jaune, sonriendo mientras avanzaban juntos.
"Supongo que llegue a tiempo"
El anfiteatro estaba lleno. Pasé la mirada por los jóvenes aprendices mientras recordaba mi conversación con Ozpin. "Esperanza", sería un tonto si dijera que esa palabra no guarda poder. Después de todo, mi viaje comenzó con esa chispa, que llegó a pesar de que me pudría en una celda. No pude evitar recordar las palabras de ese caballero:
"Vos que sois el elegido entre los no-muertos... En vuestro éxodo desde el refugio de los no-muertos, peregrinad hasta la tierra de los antiguos dioses... Y al tocar la campana del despertar conoceréis el destino de los malditos... Ahora los sabes. Mi corazón podrá fallecer esperanzado de que alguien termine con esta maldición... No querría herirte después de morir. Así que márchate y gracias"
Hice una mueca al recordar eso. ¿Cuántos de nosotros fuimos engañados con esa mentira? Mientras observaba las caras de los estudiantes a mi alrededor, vi la mirada llena de ese brillo que se pierde al morir por primera vez. La ausencia de ese brillo que en esta era solo la he visto en los ojos de Ozpin y al ver mi propio reflejo.
Puede que Ozpin y yo seamos los últimos vestigios que existen de la maldición en esta época. "Tal vez la esperanza no nos salve de la condena, pero sí lo hará con los que vienen después." No mejora mucho mi situación.
En ese momento, mi mirada se cruzó con Ozpin al lado del escenario. Él sonrió al verme y me hizo una seña para que me acercara. Mientras me acercaba, noté que su asistente, Glynda, estaba a su lado sosteniendo ese artefacto rectangular.
—Llegas justo a tiempo —dijo Ozpin con una sonrisa tranquila.
Me detuve frente a él, cruzando los brazos.
—¿Qué necesitas ahora?
Ozpin intercambió una mirada con Glynda antes de responder.
—Solo quédate a mi lado mientras doy el discurso. Puede que escuches algo interesante.
Levanté una ceja, escéptico, pero asentí. No tenía nada mejor que hacer.
Subo con Ozpin al escenario, observando cómo los estudiantes hablaban distraídamente entre sí, despreocupados del futuro. Puede que sean la esperanza del mañana, pero todavía les queda un largo camino que recorrer. Uno que no todos sobreviven y muchos menos siguiendo cuerdos.
Ozpin se dirigió al centro del escenario donde había una rara vara de metal, más alta que un bastón y que parecía tener alguna especie de campana en la punta. Ozpin tocó el objeto y un fuerte sonido retumbó por todas las paredes. Todos los estudiantes volcaron su atención en el director.
—Mantendré esto simple —la voz de Ozpin retumbó por todo el anfiteatro—. Han viajado hasta aquí en búsqueda de conocimiento. Para perfeccionar su técnica y adquirir nuevas habilidades. Y cuando terminen, planean dedicar su vida a la protección de las personas. Pero los miro y todo lo que veo es energía desperdiciada, una necesidad de propósito, de dirección. Ustedes asumen que el conocimiento los liberará, pero durante su estancia en esta academia descubrirán que el conocimiento solo los lleva hasta cierto punto. Dependerá de ustedes dar el primer paso.
Los estudiantes se miraban unos a otros, algunos confundidos, otros ofendidos. Incluso me sorprendió, no creí que Ozpin sería tan franco con los recién llegados. Será un optimista, pero al menos no es un iluso.
En ese momento, el director se retiró del artefacto y Glynda tomó su lugar.
—Dormirán en el salón esta noche. Mañana será su iniciación a primera hora. Estén listos, pueden retirarse.
El murmuro de los alumnos llenó el anfiteatro nuevamente. Ciertamente, el discurso de Ozpin era una llamada de atención para los que no estuvieran determinados. Su última oportunidad para retirarse ilesos.
—¿Qué piensas, Nimrod? —preguntó Ozpin, con un ligero brillo de curiosidad en sus ojos.
Lo miré, aún con los brazos cruzados, y asentí ligeramente.
—Nada mal —Mi respuesta, en vez de desanimar al director, logró justo lo contrario, haciendo que soltara una breve y muda risa.
Ozpin le dirigió una mirada a Glynda, quien suspiró y asintió pesadamente.
—¿Te importaría vigilar a los estudiantes esta noche?
—¿Por?
—Se podría decir que el salón esta noche se convertirá en un "cuarto mixto" y sería prudente que alguien vigile que no se produzcan cosas inapropiadas.
"Increíble, pase de luchar contras las fuerzas de la naturaleza a una niñera". Exhale pesadamente antes de responder
—Como sea, lo hare, pero no esperes que sea amable si alguien intenta "algo"
—No espero menos de ti — respondió Ozpin, esbozando una leve sonrisa.
—Ese discurso fue...
—¿Desalentador? —Concluyo Jaune
—Si, supongo, no era lo que esperaba del discurso de bienvenida.
—¡Ruby! — La voz de Yang, llamo la atención de los jóvenes — ¿Dónde has estado?
—Oh, lo siento hermana, veras tuve un problema...
—Espera —interrumpió Yang, fijando su mirada en Jaune—. ¿Tú no eres el tipo que vomitó en mis zapatos? —dijo, señalándolo con el dedo.
Jaune se rascó nerviosamente la nuca, claramente incómodo.
—Sí, lo siento mucho por eso. Era mi primera vez volando y no pensé que me afectaría tanto —respondió, avergonzado.
Yang lo miró fijamente, haciendo que Jaune pareciera a punto de sudar. Para su sorpresa, Yang comenzó a reír.
—¡No te preocupes, solo asegúrate de no hacerlo de nuevo! —dijo, dándole una palmada amistosa en la espalda.
—¿En serio no te importa? —preguntó Jaune, aun ligeramente nervioso.
—No, siempre que no te importe que te llame "chico vómito" —respondió Yang con una sonrisa burlona.
Ruby comenzó a reír por la actitud tan despreocupada de su hermana.
—Supongo que me lo merezco —dijo Jaune, antes de unirse a la risa de las hermanas.
—Por cierto, ¿qué te había pasado? —preguntó Yang, limpiándose una lágrima del ojo.
Ruby dejó de reír y miró a Jaune, ligeramente avergonzada.
—Ella explotó —respondió Jaune, mientras Ruby asentía.
Yang parpadeó, incrédula.
—¿Están siendo sarcásticos?
—Ojalá —empezó a decir Ruby—. Me tropecé con las maletas de una gruñona —Ruby no se percató de que dicha chica pasaba cerca y la escuchaba—. Empezó a gritarme, sacudiendo un frasco de Dust frente a mí, entonces estornudé y exploté. Volvió a gritarme, lo que me hizo sentirme muy, pero que muy mal. Solo quería que me dejara de gritar.
—¡Tú! —Weiss gritó detrás de Ruby.
Ruby dio un salto y se escondió rápidamente detrás de su hermana.
—¡Está pasando otra vez! —chilló Ruby.
—Tienes suerte de no haber hecho volar los muelles —espetó Weiss, cruzando los brazos y mirándola con severidad.
—Oh por dios, en serio explotaste —dijo Yang, aun procesando la información.
Weiss bufó, claramente todavía molesta, mientras Ruby asomaba tímidamente la cabeza desde detrás de Yang.
—Fue un accidente...
Weiss puso un panfleto en la cara de Ruby, interrumpiéndola.
—¿En serio lamentas lo sucedido?
—Absolutamente —respondió Ruby, un poco tímida.
—Lee esto y no me vuelvas a hablar jamás.
Ruby tomó el panfleto e hizo una mueca al leer el título: "Dust para tontos y otros individuos inadecuados".
Yang dio un paso adelante, interponiéndose entre Weiss y Ruby.
—Vamos, chica de la nieve, ya fue suficiente. Solo fue un accidente. Nadie resultó herido.
Weiss miró a Yang claramente irritada, pero se resignó.
—Tengan más cuidado la próxima vez. Este lugar es para futuros cazadores, no para niños que juegan con Dust.
Con eso, Weiss se dio la vuelta y se alejó, dejando a Ruby y a Yang.
—Vaya, tiene una actitud muy fría —comentó Jaune, tratando de aliviar la tensión.
Yang sonrió, poniendo su mano en el hombro de Ruby.
—No te preocupes, Rubes. Algunas personas solo necesitan un poco más de tiempo para descongelarse.
Ruby esbozó una pequeña sonrisa, sintiéndose un poco mejor.
—Vamos, hay que encontrar un buen lugar para dormir esta noche. —dijo Yang, señalando la salida del anfiteatro —. Nos toca pasar la noche en el salón, según la profesora.
Ruby y Jaune asintieron, siguiendo a Yang mientras abandonaban el edificio, sus pasos llenos de expectativa y curiosidad por lo que les esperaba en Beacon.
Desde la entrada del salón Nimrod, observaba a los estudiantes entrando con sus sacos de dormir y almohadas.
"Parece que va a ser una noche larga," pensó, cruzando los brazos y sintiendo el peso del crepúsculo que caía sobre Beacon.
~X~ Algunas horas después ~X~
La luna y sus fragmentos se alzan en lo alto del cielo, bañando los terrenos de Beacon con una luz plateada. Las estrellas parpadeaban con intensidad, creando una atmósfera casi mágica sobre la academia.
En el salón, la mayoría de los estudiantes habían caído bajo el abrazo del sueño. Sin embargo, uno de ellos intentaba aprovechar la situación, acercando su mano al pecho de una de las estudiantes que dormía sin preocupación. Justo cuando sus dedos estaban a punto de tocarla, un cuchillo se clavó con fuerza en el suelo, justo entre sus dedos.
El estudiante se sobresaltó, el color desapareciendo de su rostro mientras miraba frenéticamente a su alrededor. Sus ojos se detuvieron en una figura encapuchada, con el brazo extendido y un segundo cuchillo en la otra mano, listo para lanzarlo de nuevo si fuera necesario.
Nimrod dio un paso hacia adelante, su mirada fría y amenazante.
—Inténtalo de nuevo y te cortare las manos —dijo con voz baja pero claramente audible.
El estudiante, aterrorizado, asintió rápidamente y se retiró, temblando. Nimrod permaneció en su lugar, asegurándose de que el mensaje hubiera sido entendido. Luego, retiró el cuchillo del suelo y lo guardó con un movimiento fluido.
Observando cómo el salón volvía a la calma, Nimrod dejó escapar un suspiro cansado.
"Espero no encontrarme con otro idiota," pensó mientras sus ojos recorrían el salón una vez más. Su mirada se cruzó con unos ojos ámbar; la dueña de esos ojos apartó la mirada rápidamente, ocultándola detrás de un libro. Esa chica lo vigilaba desde hace un par de horas y lo estaba empezando a incomodar.
Aunque en la mañana dijera que los estudiantes se veían como unos completos novatos, claramente no vio detenidamente a algunos candidatos. Uno de ellos era esa chica de pelo negro adornado con un lazo.
La chica, aunque a simple vista parecía solamente concentrada en leer, Nimrod notó que detrás de su libro, ha estado estudiando el salón y a sus estudiantes. No le había prestado particular atención a ninguno, hasta que su mirada se cruzó con él. Aunque a Nimrod le pareció que frunció el ceño al ver a la chica de pelo blanco.
Decidió acercarse a ella, sus pasos silenciosos resonando ligeramente en el gran salón. Cuando estuvo a una distancia adecuada, habló en un tono bajo.
—¿Por qué me observas? —preguntó Nimrod, sin rodeos.
la chica levantó la vista de su libro, sus ojos ámbar brillando con una mezcla de curiosidad y cautela.
—No es común ver a alguien como tú aquí —respondió ella, su voz calmada pero firme—. Pareces... diferente.
La mano de Nimrod tembló un poco antes de que se calmara él mismo. "La maldición no existe en esta era, no puede saber que eres un no-muerto," se recordó.
—¿Algún problema con eso? — Pregunto fríamente.
la chica mantuvo la mirada, evaluando a Nimrod.
—No, es solo que no pareces un profesor como para tener que vigilar — respondió, su tono tan sereno como antes.
Nimrod entrecerró los ojos, intentando descifrar sus intenciones.
—Tengo mis razones —respondió evasivamente—. ¿Y tú? ¿no deberías estar durmiendo?
Ella bajó la mirada brevemente antes de volver a encontrarse con los ojos de Nimrod.
—Es difícil dormir cuando hay, alguien tirando cuchillos
—¿Preferirías que me quedara sin hacer nada?
El lazo de la chica tembló un poco, para desconcierto de Nimrod.
—No, solo me sorprende ver a alguien actuar tan rápido. La mayoría no se habría molestado en intervenir.
Nimrod soltó un leve gruñido de aprobación.
—Cada acción tiene sus consecuencias y prefería evitar un escándalo.
Blake asintió ligeramente, relajando un poco la postura y cerrando su libro.
—Entiendo. Aun así, es bueno saber que alguien está dispuesto a mantener el orden, incluso cuando los demás no lo hacen.
Nimrod hizo un leve gesto de asentimiento, aceptando su agradecimiento sin más palabras.
—Deberías dormir. Mañana será un día largo para todos —dijo, antes de volverse para continuar con su vigilancia.
Blake lo observó mientras se alejaba, notando su andar firme y decidido. No pudo evitar que una pregunta surgiera en su mente.
"¿Será un fauno?" pensó, recordando la chica que el protegió antes, sin importarle que tuviera la piel escamada. Su curiosidad crecía, pero decidió dejarlo para otro momento.
Finalmente, se acomodó en su lugar, cerrando los ojos y dejándose llevar por el cansancio acumulado.
¡Gracias por leer! Si te gusto no dudes en dejar una reseña, realmente me motivan bastante a escribir, ¡Hasta la próxima!
