POV LENA
—Luz verde— Gime, separando ligeramente sus muslos para mí —La tienes— Observo en cámara lenta como el vestido se desliza hasta su cintura y un rayo de sol baña su hermoso y reluciente coño. Reverente extiendo la mano y paso un nudillo por su abertura, llevando su humedad a mi boca y chupándola —Dios, eres una cosita tan delicada— Me las arreglo mientras que una hambre feroz me golpea como una tonelada de ladrillos —Jódeme. Voy a ir al infierno por quitarte la virginidad a lo perrito. Golpeándolo tan condenadamente fuerte—
—Pero...— Se ruboriza —Me gustó, ¿Recuerdas? —
—Sí— La lujuria me agarra por las pelotas —Dudo que alguna vez pueda ser capaz de ser suave con ese coño. Pero esta vez estarás lista para mí—
Asiente con entusiasmo, como una buena princesa, y me deja separar sus muslos —Bien—
Estoy jadeando por una lamida cuando sus piernas están completamente abiertas. Su aroma me llega y la arrastro más cerca por los muslos, el movimiento es involuntario, pero Jesús… ese olor. No soy poeta, pero huele a pétalos de rosa espolvoreados con azúcar... y con espinas. Como un milagro de inocencia y perdón con ese embriagador toque de oscuridad entretejido. Y mi boca gravita hacia ella con avidez, bañando todo su sexo con mi lengua. Una lamida minuciosa abarca toda su pequeña cosa y ella jadea, se humedece más ante mis propios ojos.
Mis pulgares masajean en círculos la parte interna de sus muslos, la punta de mi lengua sube y baja por sus pliegues, burlándose de su entrada, parando justo antes de lamer su clítoris. Y joder, es tan adorable, viendo cómo se retuerce, tratando de mover sus caderas y guiarme hacia su protuberancia pulsátil. Como si no supiera dónde está. Como si mis ojos no estuvieran fijos en él como un lobo babeante. Espero hasta que su miel escurra de mi barbilla y luego rastrillo mi lengua rígida sobre su capullo y ella respira temblorosa, sus caderas sacudiéndose salvajemente —Lena, Lena, por favor. Otra vez.
Cuando dice mi nombre y retuerce su coño contra mi boca, he terminado de molestarnos a las dos. Jodo su clítoris con mis labios, lo beso suavemente, y luego cada vez más fuerte hasta que lo presiono moviendo mis labios al estilo francés. Sus piernas están inquietas, sus talones se hunden en la manta, sus dedos buscando un punto de apoyo en mi cabeza a algo que aferrarse mientras me la como.
—Oh, creo que...— Sus piernas empiezan a temblar —Creo que está sucediendo—
Sin dejar de adorar su caliente manojo de nervios, froto las yemas de mis dedos índice y medio contra su dulce y húmedo agujero, y luego los empujo dentro, girando suavemente y sacándolos. De nuevo dentro, giro lento, luego fuera, y ella se acelera casi violentamente alrededor de mis dedos, su clítoris hinchándose contra mi lengua.
— ¡Lena! — Gime, sus muslos se aprietan alrededor de a mi cabeza, su espalda se arquea del suelo, su cuerpo está atrapado en espasmo continuo y su placer cubre mi lengua.
La observo con asombro mientras se abre paso a través de su orgasmo, su respiración es corta, pequeños estallidos, sus muslos internos se saturan más a cada momento.
Lo mejor para mí será follarte, querida.
Y ese momento definitivamente está sobre nosotras. Mi polla es un monstruo turgente en mis jeans, jadeando por respirar, abriéndose camino, liberándose de mi cremallera antes de que la haya bajado por completo. Subo por su cuerpo con la polla afuera, un animal evaluando a su presa, y una nueva conciencia se enciende en sus ojos. Las espinas de su rosa ya se asoman, saliendo a jugar con las mías.
—Hora de follar, princesa— Digo en voz alta, usando mi mano izquierda para arrancar los botones de su vestido de sus agujeros —Hora de pagar—
Sus tetas se levantan de arriba a abajo —¿Pagar por qué? —
Abruptamente, dejo caer mi peso sobre ella, sacando un gemido de su garganta —Es hora de pagar por tener una cara bonita y un coño apretado. Esas cosas por las que los hombres e incluso algunas mujeres te aman y odian. Amar porque no pueden evitarlo. Odiar porque no pueden tenerlo— Le agarro la garganta y la aprieto —Soy la única que cobra su miseria—
Somos como una tormenta perfecta, nuestra respiración es pesada, nuestros ojos cerrados en entendimiento.
Excitación.
—Luz roja— Susurra.
Y que Dios me ayude, mi polla chisporrotea líquido preseminal por todo su vientre.
Sus palabras me dicen una cosa, pero sus muslos abiertos y su expresión de lujuria me dicen otra. Este es nuestro idioma. Uno con el que tropezamos por error, pero que nos ha atrapado y nunca nos soltará. Nunca la dejaré ir.
—¿Luz roja? — Repito, apretando mi agarre en su garganta —¿Quién va a detenerme? —
—Podría intentarlo— Jadea, sacudiendo su cuerpo debajo del mío, empujando mis hombros con pequeños sollozos frustrados. Y todo el tiempo la mantengo inmóvil, dejándole ver mi diversión por sus esfuerzos. Sin embargo, en realidad no me divierte. Porque cada vez que se retuerce debajo de mí, su coño aplasta mi dura polla. ¿A propósito? ¿Sabe que estoy constantemente al límite en lo que respecta a ella? ¿Está tratando de empujarme?
Es un juego al que estamos jugando.
Una manera de devolverle algo del control que tomé anoche. Soy la agresora, pero esta vez ella está involucrada. Es la cómplice. Está siendo voluntariamente agredida.
Pero eventualmente me romperé. Sucumbiré a mi obsesión con ella y la tomaré.
—Te vas a cansar, princesa— Le digo bajando la cabeza para lamer sus tetas y mordisquearlas con los dientes. Manteniendo el contacto visual con ella, cierro mi boca alrededor de su pezón y chupo —Incluso si consiguieras liberarte, no tendrías energía para correr. Tiempo. De. Pagar—
Hace un intento más por liberarse y yo me lanzo, aprisionando sus muñecas por encima de su cabeza, y mi polla se estrella contra la coyuntura empapada de sus muslos. Y no puede ocultar la anticipación en sus ojos, la lengua que humedece sus labios, ansiosa por lo que está por venir. Susurra mi nombre y sus muslos se abren, su cuerpo se flexiona bajo el mío. Preparándose.
Esto es todo. Estoy cayendo por el borde. Cayendo.
Con un gemido entrecortado, la follo, meto mi polla en su cuerpo, atravesándola con cada centímetro depravado. Clavándola al suelo. Mis pelotas se levantan con fuerza, ansiosas de derramarse, gracias a su perfecta y ajustada calidez, el éxtasis en su rostro —Sí, amas mi miseria, ¿No? Te la comes toda enseguida— Digo a entre dientes, empujándola con brusquedad —¿Sientes eso? ¿Sientes el dolor de necesitar tu coño tan desesperadamente? No tengo más remedio que tomarlo. No me has dejado elección. Y no tienes más opción que recibir lo que te corresponde—
Sus labios hinchados se abren en un gemido entrecortado, sus tetas rebotan hacia arriba y hacia abajo en el corpiño abierto de su vestido, sus caderas se elevan para satisfacer mis impulsos.
Oh... Es una niña sucia. Se excita con cosas que pueden estar mal, pero que nos hacen sentir bien. Somos un poco retorcidas, esta chica y yo, pero estamos retorcidas juntas.
Y así se va a quedar.
Mis pelotas están en una prensa apretada y su coño se aprieta. Lo estoy recibiendo de ambos lados. De todos los lados. Y mi aliento hace eco en mis oídos, sus gritos y los golpes de carne contra carne me animan a seguir adelante. Haciéndome montarla más fuerte. Estoy desesperada por correrme, pero quiero dejar mi semilla dentro de ella lo más profundo posible, así que le suelto las muñecas, me inclino hacia atrás para agarrar sus rodillas con mis manos y las coloco sobre mis hombros. La doblo por la mitad y entro en ella, gimiendo por la creciente tensión de su coño, levantando mis caderas lo más atrás posible sin salir, luego bombeando hacia atrás con avidez, con las rodillas clavándose en el suelo, follándola salvajemente como una maldita animal porque su coño es así de bueno. Caliente. Adictivo.
—Lena— Gime, esos ojos azules girando hacia atrás en su cabeza —Oh. Oh. Justo ahí. Más rápido. Por favor—
—Jesucristo— Gruño, bombeando en ella ahora en un ritmo vertiginoso —¿Vas a venirte con las rodillas cerca de tus malditas orejas, niña? ¿Te excita pelear conmigo y que te perfore? —
—Sí— Susurra.
—Más fuerte. Nadie puede oírte aquí afuera—
—¡Si! —
—Bien. No espero una invitación cuando se trata de este coño— Empujo profundamente y la sostengo, sintiendo como empieza a estremecerse —Es mío. Si quieres caminar por mi casa luciendo como un sabroso pastelito, mostrándome ese culo joven, te arrastraré al bosque y te follaré descuidadamente. Abrir las piernas es el precio que pagas por hacer que me duela la polla. ¿Me oyes, niña? —
— ¡S…sí! — Su orgasmo hace que sus ojos azules se vuelvan ciegos.
Esa boca hinchada forma una O y ella resopla, resopla, grita, sus talones se clavan en mi espalda. Siento cada onda de placer que la recorre, su coño chupándome, ordeñando la semilla de mis pelotas.
Me acerco a ella, gimiendo ruidosamente, mis caderas golpean bruscamente contra las de ella. Mi venida canalizándose hacia ella en olas calientes. Jesús, estoy temblando, el sudor corre por mi columna, mi culo se flexiona para mantenerme en lo profundo de su cielo. Estoy encerrada por el placer, mi vientre se aprieta, mi polla se sacude como una manguera contra incendios desatendida, rociando las paredes de su canal. Su útero. Dios sí, que quede embarazada. Déjala crecer con mi hijo y déjame cuidarlos para siempre.
Me desplomo sobre ella, jadeando, sus piernas flácidas cayendo a ambos lados de mis caderas. Es lo más hermoso que he visto en mi vida, un brillo de rocío en sus tetas, en su cuello. Marcas de dientes en el labio inferior, párpados pesados como sacos de arena.
—¿Hay algo malo con nosotras, Lena? —
—No— La beso ferozmente, queriendo borrar cada preocupación de su cabeza —El mundo entero está equivocado, princesa. Nosotras sólo estamos encontrando nuestro parche de luz en la oscuridad. Nuestra luz resulta ser un tono más tenue que otras. Pero mientras te haga feliz, es adecuada para nosotras. ¿Lo hace? — Trago con fuerza y me preparo —¿Te... hago feliz? —
Ella explora mis ojos, una sonrisa curvando sus labios —Sí—
Dejó escapar una exhalación temblorosa —Gracias a Dios—
Con el corazón dando vueltas en mi pecho, meto su cabeza en mi cuello y la dejo dormir, el sonido del arroyo burbujeando felizmente a nuestro lado. Y pronuncio las palabras Te amo a las copas de los árboles hasta que la bendita inconsciencia me reclama a mí también.
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Awwww so sweet. Me gusto el capítulo porque ellas son felices en su locura, porque están locas de eso no hay duda, pero son felices juntas y no dañan a nadie lo cual es lindo y es lo que realmente importa. Pues, ¿Qué es normal? Así que mientras todo sea consensuado, no lastime y te haga feliz. Bienvenido sea.
Recuerden errores por favor háganmelo saber.
Gracias por leer, comentar y votar.
Estamos en la recta final el siguiente capítulo es el último y de ahí el epílogo.
