POV KARA

Cuando despertamos en el arroyo, una tormenta se está iniciando y corremos hacia la cabaña, cerrándonos dentro justo antes de que llueva. Y durante dos días después de eso, soy más feliz de lo que he sido en mi vida. Lena trabaja en su libro, escribiendo, sonidos vienen de su oficina. Cuando no está en su oficina, me sigue a todas partes. Observando, tomando notas en su cuaderno.

Pongo música y bailo para ella. Cocino. Tomo una biografía de su estante y la leo en la ventana, revisando las palabras mientras el agua golpea suavemente el panel. Y ella se sienta allí, mirándome de esa manera tan intensa, con su bolígrafo rascando el papel. A veces susurra las notas mientras las toma, pero finjo no escuchar. Parecen privadas.

Se rasca la rodilla.

Murmura al autor.

No puede ponerse cómoda en su asiento.

Treinta y uno respiraciones en un minuto.

Hace una hora que no estoy dentro de su coño.

Dos horas.

Empiezo a pensar que Lena está obsesionada conmigo y me enseña sobre la oscuridad recién descubierta dentro de mí... y me encanta. Me encanta su obsesión. Cuando me mira con locura asechando en sus ojos, mi cuerpo florece como una rosa. Apenas puedo respirar. Tenemos sexo como bestias hambrientas todo el tiempo. Me arroja boca abajo sobre la mesa de la cocina o irrumpe en la ducha, empalándome contra los azulejos y gruñendo entrecortadamente en mi cuello, llevándome en una vorágine de mordiscos, rasguños y palabras sucias.

Hacer el amor es una convulsión tan emocional que cada vez después de corrernos nos quedamos dormidas, con nuestras extremidades entrelazadas, sus definidos brazos rodeándome posesivamente. Perdemos la noción del tiempo. No tiene sentido. No existe el día ni la noche, sólo existe la última vez que estuvo dentro de mí. La próxima vez que estará dentro de mí. Lo que dirá. Qué ruda será. Si dejaremos marcas.

Está escribiendo en su oficina ahora de espaldas a la puerta. Está sin camisa solo en un top deportivo.

Las marcas de mis uñas decoran su espalda con dramáticos cortes rojizos.

Los firmes músculos de sus hombros se endurecen al darse cuenta. Su cabeza gira ligeramente hacia un lado y siento que contiene la respiración. Yo también estoy obsesionada con ella. Lo sé en este momento. La razón por la que sé que ella siempre me sigue, siempre me mira fijamente, es porque yo le hago lo mismo. Memorizándola desde las sombras. Esperando a que salga a jugar. A derribarme como un juguete y vaporizar mi voluntad.

La lluvia cae fuerte ahora sobre el techo, así que casi no escucho lo que dice.

—Te amo— Su voz es áspera, la línea de su mandíbula se flexiona —Como una maldita fanática. Y me clavo aún más profundo con cada respiración que sale de tu boca— Estoy agradecida que se detenga para intentar calmar mi corazón acelerado. Pero entonces —Este libro se ha vuelto sobre ti. Tú eres la esposa. Yo soy la guardabosques. Y lentamente se está volviendo loca con la necesidad de ella. Está obsesionada, como yo lo estoy contigo. Tan obsesionada que podría caer muerta de miseria si ella se va—

Las lágrimas arden en mis ojos. Mi pulso se altera.

Apenas puedo hablar por la emoción que se acumula en mi garganta.

Ella me ama. Yo también la amo. Y eso significa... que tengo que contárselo todo. Ni siquiera sabe mi verdadero nombre o de dónde vengo. Cree que me llamo Sara, por el amor de Dios. De repente, no soporto las mentiras. Están entre nosotras como una trinchera de fuego.

—Lena...—

Se escucha un fuerte golpe en la puerta —¿Hola? — Llama la voz de un hombre.

Seguido de otro golpe.

Me preparo para correr. Es una reacción instantánea. Tengo que huir. Me han encontrado. Escucho la autoridad en la voz del hombre y lo sé. Sé que la verdad ha llegado antes de poder decirla en voz alta. No, esto no puede estar pasando. No cuando ella acaba de decirme que me ama. Ahora sabrá que le he estado mintiendo todo el tiempo. Que está enamorada de una mentira.

Mi corazón llega a mi garganta y me ahogo, tratando desesperadamente de mantener mis rasgos controlados. Está oscuro en la habitación, la tormenta pintando la casa en oscuridad, y lo uso a mi favor, hundiéndome nuevamente en una sombra.

Lena se gira en su silla con el ceño fruncido. Ninguna de nosotras se mueve durante un largo y tenso momento.

Luego se levanta, sus hombros rígidos, su abdomen despiadadamente tenso —Iré a ver quién es— Se para delante de mí, me levanta la barbilla —Ve a esperar en el cuarto. No quiero que otros hombres te miren, que nadie te mire—

Incluso en mi estado de pánico y desesperación, el deseo me atraviesa.

Ella lo ve. Reconoce su propia creación.

—Cuando se vaya, va a ser extra duro— Me agarra entre las piernas apretando—Tú lo atrajiste aquí con este coño. Sé que lo hiciste— La humedad se precipita hacia la palma de su mano, mi corazón se aprieta con entusiasmo "No" susurro.

Aprieta más fuerte, sus dientes brillan —Sí. Ve a la habitación y cierra la maldita puerta. Quizás tenga que matarlo si intenta pasarme. Quiere lo que es mío—

Gimo, derritiéndome contra la pared. Cada vez que creo que hemos alcanzado a un nuevo nivel de esta obsesión, ella se hunde más profundo y yo también. Dios me ayude —No te vayas. Él se irá. Ven a la habitación conmigo. Lena, por favor—

—¿Crees que voy a darte la espalda cuando haya otro hombre husmeando a tu alrededor? ¿Cuándo alguien más te quiere? — Baja mis bragas de un tirón y mete dos dedos en mi sexo, capturando mis gritos con su boca — Haz lo que te dicen, niña, y prepárate para follar cuando regrese—

Oh Dios, oh Dios, tengo que decírselo todo, pero sus ojos están cegados llenos de celos, de posesividad. Locura. No escuchará una palabra de lo que diga. Es una compañera preparada para degollar a su retador. Así que simplemente asiento —Lo haré—

—Cierra la puerta con seguro y escóndete en el armario—

—Sí. Lo haré—

Ella desliza sus dedos fuera de mí, chupándolos con un gemido cuando se da la vuelta desde la puerta de la oficina. Desliza una de sus camisetas blancas por su cabeza mientras camina a la entrada y voy en la dirección contraria, apresurándome por el pasillo y cerrando la puerta de la habitación, con llave. Pero no voy al armario. Espero, escuchando, con el oído pegado en la rendija.

Es mucho peor de lo que podría haber imaginado.

La puerta principal de la casa cruje y se abre.

—Buenas tardes. ¿Eres Lena Luthor?

Lena no responde, pero me la imagino asintiendo.

La imagino sosteniendo su rifle fuera de la vista.

—Soy el oficial Olsen— Dice el hombre, sonando ligeramente cauteloso con mi mujer. Como debería —Y ella es Sara Lance. La encontramos en el bosque mientras buscábamos a alguien más. Dice que se supone que debe empezar una pasantía para ti, pero tuvo problemas para encontrar el lugar—

—Hola, Srta. Luthor— Sara estornuda, sonando enferma — Supongo que di la vuelta en lugar incorrecto... y no había servicio de celular. Estoy un poco mal después de acampar durante tres días, pero...—

—¿A quién buscabas en el bosque? — Lena pregunta.

El oficial Olsen se ríe —Paciente mental, se fugó de un psiquiátrico. Una joven llamada Kara escapó, saltó la valla de las instalaciones como a doce kilómetros al norte. Tengo una foto aquí...—

Me tapo la boca con los nudillos y un sollozo me sube por la garganta mientras retrocedo hacia la ventana. Tengo que correr. Tengo que correr o el policía me llevará de regreso. Y no puedo ser encerrada de nuevo. No gritaré hasta quedarme ronca diciendo no necesito medicación sólo para ser sujetada y que me la administren de todos modos. Me niego a sentir que mis pensamientos pierden su agudeza y mis extremidades se vuelven letárgicas. Estar apoyada en un rincón mirando al vacío.

Descubrí la vida nuevamente, aquí con Lena. Mucho más rica que la que vivía incluso antes de las instalaciones. Estoy repleta de energía, vida y sentimientos. No puedo dejar que me la quiten. Y Lena me ama, pero... desde el momento en que la conocí supe que ella no era una mujer a la que se le deba mentir. ¿Qué pasa si está tan traicionada que deja que me lleven? No puedo arriesgarme. No puedo.

Temblando, meto mis pies en mis zapatillas y me acerco lo más silenciosamente posible a la ventana, la deslizo hacia arriba y salgo a la lluvia. No llevo nada más que el camisón de seda gris y blanco que me compró Lena, así que vuelvo a meter la mano y agarro una manta. La envuelvo a mi alrededor y corro a toda velocidad hacia el bosque, fuera de la vista del frente de la casa. Me escapé una vez y puedo hacerlo de nuevo, ¿Cierto? Cuanto más lejos llego, más se rebela mi corazón. Gritándome para que vuelva.

Sollozando con fuerza, lo ignoro y sigo corriendo.

Lena, lo siento.

POV LENA

Kara.

Mi obsesión tiene nombre ahora.

Quiero que esta gente se vaya para poder volver a ella. AHORA.

No más esperas para tener que decir la verdad. A estas alturas ella ya debe saber que no hay razón para esconderse de mí. Que incluso si perteneciera a una institución, sería mía. Mente, corazón, cuerpo, alma. Cada parte de ella es apreciada por mí.

El policía sostiene una foto de mi princesa y casi me lanzo sobre su garganta. Simplemente por tener su foto en su bolsillo. Por tener cualquier parte de ella. Pero el imagen me congela en mi lugar, me hela la sangre. Es Kara en la foto, pero le falta vida en sus ojos. Están ojerosos completamente rodeados de negro y apenas puede mantenerlos abiertos. Sus hombros están caídos, su cabello desordenado. ¿Qué te hicieron allí, princesa?

De repente tengo tantas ganas de abrazarla que podría derribar la casa de un rugido.

Ellos pagarán. Quien la haya lastimado, lo pagará.

—Ya no necesito de tus servicios— Le digo a la mujer, pero mis ojos todavía están fijos en la fotografía —Y no he visto a la chica—

Él me mira fijamente, pero se estremece y desvía sus ojos cuando le devuelvo la mirada.

Este hombre estaba fuera buscando a Kara.

Si la encontrara, sé lo que habría pasado.

Codiciaría lo que es mío. Llevándosela. Robándola de mí.

Y sí, podría matarlo por algo que no ha hecho aún. ¿La huele en el dormitorio de atrás? ¿Sabe que tengo un tesoro y lo quiere para él?

La locura hierve en mi cabeza, mis muelas rechinan.

Si él hace un movimiento para pasarme, no dará dos pasos en su dirección.

—¿No necesita mis servicios? — La mujer está berreando —Acabo de pasar tres noches...—

—¿Eso es todo? — La interrumpo, mi voz tranquila. Letal.

—Sí— Dice el oficial sabiamente, guiando a la mujer —Mi coche está aparcado en la carretera principal. Una buena caminata, pero... me aseguraré de que llegue a casa—

—Bien—

Cierro la puerta y me obligo a esperar. Esperar a que se pierdan de vista antes de atravesar la casa, desabrochándome ya los pantalones. Quiero estar dentro de ella cuando me cuente todo. Quiero que sienta mi propiedad, mi amor, la forma en que ardo por ella, para que no quede dudas en su hermosa cabeza de que está a salvo, en el lugar correcto, en casa.

—Abre la puerta— Ladré, probando la manija —Se han ido—

Cuando no hay respuesta, no se escucha el sonido del armario abriéndose, una punzada de terror sube por mis brazos. No espero. Doy un paso atrás y pateo la puerta.

No. No está aquí.

El armario está vacío.

La ventana abierta.

Ella... ¿Se ha ido por la maldita ventana?

—Kara— Grito, corriendo hacia la abertura y lanzándome a través de ella, aterrizando en cuclillas en el suelo, mis ojos escudriñando en todas las direcciones buscando alguna señal de ella. La angustia me apuñala los ojos, me hace agujeros en el pecho y tropiezo con la lluvia, mi aliento entra y sale de mis pulmones Kara, ¿Dónde estás? —

Huellas.

De su talla.

La esperanza se apodera de mi pecho y las sigo, acelerando una vez que encuentro su rastro. Sin embargo, la lluvia está convirtiendo la tierra en barro, así que tengo que darme prisa. Corro a través de los árboles, tratando de encontrar su aroma a rosas y azúcar en el aire, graznando su nombre cuando no puedo. No, esto no está pasando. No la he perdido. No puedo perderla. La necesito. La necesito. ¿Fui demasiado? ¿La asusté cuando le expliqué cuán profunda era mi obsesión?

La posibilidad me asfixia, pero sigo adelante, saltando sobre árboles caídos y chapoteando por el arroyo, llamando su nombre hasta quedarme ronca...

Un destello gris adelante.

Ella está ahí.

—¡Kara! — Grito, loca, aliviada, miserable —Por favor. Detente—

¿Es imaginación mía o corre más rápido?

Mi corazón se rompe ante la posibilidad. Lloro roncamente.

Es malo. Una lástima también, porque incluso si ella ya no me quiera, todavía la mantendré. ¿Ella cree que soy opcional? Joder no lo soy. Soy permanente, soy su vida ahora y la traeré a casa.

No me lleva mucho tiempo alcanzarla y rodearla con mis brazos desde atrás. Nuestra velocidad nos hace caer, pero giro mi cuerpo para soportar el peso de la caída. Está tumbada encima de mí, empapada por la lluvia, con lágrimas rodando por sus mejillas.

—Lo siento— Solloza, tratando de salir de mi alcance — Siento haber mentido. Pero por favor, ¡Por favor no dejes que me lleven de vuelta! —

—¡Escúchame! — Agarro un puñado de su cabello, arrastro su rostro hacia el mío y presiono juntando nuestras frentes —¿Crees que dejaría que alguien te alejara de mí? ¿Crees que no mataría a cualquiera que lo intentara? —

—Yo... Yo...—

— Sabía que no eras Sara desde el principio— Gruño —Fingí para poder mantenerte conmigo. No podía soportar la idea de que te fueras, incluso después de que solo hubieras estado en mi casa por un maldito minuto. Las dos mentimos. Pero eso se acabó. Se acabó. No más mentiras entre nosotras. Vas a volver a casa y me dejarás amarte, Kara. Para siempre. Más que para siempre. ¿Está claro?

Con el rostro arrugado, se arroja a mis brazos y llora en el hueco de mi cuello —Ella mintió para que me retuvieran. Les dijo que la ataqué con unas tijeras, que ya lo había hecho antes, pero se lo hizo ella misma. Yo no lo haría. No lo haría—

—Sé que no lo harías, princesa— La acuno de lado a lado, con el corazón apretando mi pecho —No tienes que convencerme. Te conozco—

—Y pensé que cuando cumpliera dieciocho años, tendrían que dejarme ir. Pero no lo hicieron. Luché y Luché, pero no me liberaron. No me dejaron ir— Kara tiembla en mis brazos, así que la abrazo más fuerte, tan fuerte como puedo —Ahí sólo eres parte de un coro de gritos y no pasa nada. Oh Dios, fue horrible. Por favor, no dejes que me encuentren, Lena—

—Nunca. Nos alejaremos más. Nos iremos lo más lejos posible. No tendrás miedo princesa. No sería capaz de soportarlo—

Levanta la cabeza y se seca las lágrimas de los ojos — También te amo— Susurra —Estaba tan preocupada de no poder decírtelo—

Una sensación de plenitud me sacude hasta la médula. Ella me ama.

Ella es mía. Mía para protegerla, complacerla y adorarla.

Nunca jamás la dejaré ir. Nunca más la perderé de vista.

La desesperación me atrapa en su trampa, una feroz necesidad de poseer convierte mi sangre en fuego, giro, arrojando a mi chica al suelo del bosque, mis dedos arrastrando mi cremallera para sacar mi polla de su prisión —¿Te dije o no te dije que estuvieras lista para follar cuando volviera, nena? —

Con un gemido, abre sus muslos.

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El siguiente es el epílogo quiero y no quiero subirlo, ya que no quiero que se acabe. Pero todo llega a su final y eso es genial porque así da paso a nuevos comienzos.

Recuerden errores por favor háganmelo saber.

Gracias por leer, comentar y seguir la historia

Besos y se me cuidan mucho.