Los lunes se me están volviendo martes… en fin… quiero compartirles que me inspiré para este viendo a la Fox… no les digo dónde ni cómo, porque les quemo el cap…
Va de nuevo sin beteo, pero acepto correcciones o comentarios con gran gusto.
Espero les guste, una disculpa por el retraso.
…hold me too tight...
—Nicholas. —Esperó un momento mirando por la rendija libre que dejaba la persiana, a que la luna le contestara si él no lo hacía, puso el doble de atención a los sonidos de la habitación: un viento suave que se filtraba por la ventana apenas abierta, el generador de electricidad por algún sitio del sótano vibrando y la pelotita que su hija había hecho impactarse contra un cajón desde su lejana infancia, y sobre todo como verdadero ambientador de esa noche, una respiración calmada, un ronquido venido de la garganta, de adentro, profundo. —Nicholas. —La respiración pareció dudar, como si fuera algo vivo que se asoma por la nariz, mira afuera y lo piensa antes de salir de una vez para dar un breve paseo y luego volver. —Nicholas, ¿estás despierto? —Tropiezo, la respiración salió pero se encontró un muro y se tropezó cuando regresaba a su casa, chocó con la puerta, derribó el perchero donde están todas las chaquetas de media tarde, azotó contra la silla del recibidor haciéndola que se vuelque e hizo el escándalo del siglo. —¿Nicholas?
—Ya… ya te oí… ya desperté. —Su marido se vuelve pesadamente en la cama, los ojos como rendijas que quieren evitar la débil luz de la luna, ella se vuelve en la cama y le mira, él tiene la nariz arrugada de incomodidad, parece que la mitad de él aún está dormido. —¿Qué hasa? —Bosteza largo, profundo dejando que su mujer mire las señales blancas de sus pulcros dientes.
—¿Recuerdas hace cuánto no viene Ron a cenar? —Aquello hizo que el hombre bostezara de nuevo y más fuerte, que se llevara las manos a la cara y se frotara los ojos dando unos resoplidos ruidosos y huecos.
—Jean… no puedo recordar hace cuántas semanas vino Hermione a cenar… menos recordar las que tiene Ron sin venir. —Estaba tan cansado que aquello lo hizo pensar que su mujer se estaba volviendo loca, mentía al decir que no recordaba cuánto había ido Hermione a cenar, pero en aquel momento no se le antojaba para nada hurgar en sus recuerdos buscando fechas precisas, por muy buen memorista que fuera.
—Las últimas ocho visitas de Hermione han sido sola… no lo ha traído, siempre excusa que está trabajando o que está en misión o cosas así… pero no creo que sea eso. —Sonaba genuinamente preocupada y él se volvió a verla con los ojos muy abiertos, ¿en serio su mujer pretendía que analizaran el noviazgo de su hija mayor de edad y bruja defensora del buen, a las dos de la mañana?
—Jean, si esos dos tienen problemas, lo sabremos pronto. —Le sonrió, era el gesto de alguien que no se preocupa por nada, o que intenta que su mujer no se preocupe tanto por cosas que no están bajo su control. —No te preocupes antes de tiempo… ¿ok?... además, hablamos de dos muchachos que pelearon por su vidas más veces de las que tú y yo hemos tenido muelas del juicio. —Se le estaba espantando el sueño y sabía que a su edad, recuperarlo equivaldría a levantarse, asear la cochera y orar porque fuera extenuante.
—Nicholas… Hermione es tan sensible. —Murmuró apesadumbrada, su marido asintió en la oscuridad porque tenía razón, claro que su nena era sensible y delicada, pero también perfectamente capaz de volar una casa con un chasquido de dedos o de hacer que él y su mujer se olvidaran hasta de sus nombres; la envolvió en sus brazos y le besó la frente con una sonrisa cansada, caída.
—Y justo por eso, Hermione percibe lo que está mal antes incluso de que lo esté. —Aseguró acurrucándose contra ella, removiéndose bajo las mantas intentando que ella entendiera el mensaje de que estaba mucho, muy cansado; Jean asintió ahora en la oscuridad y se le acercó para respirar bajo su cobijo, como si eso la calmara y pronto los dos se quedaron dormidos.
/o/o/o/
Por quinta vez, aquí vamos: entre los mechones revueltos de cabello que le decoran la frente, Hermione "listilla" Granger, tiene una cana, a diferencia del resto de los cabellos de su cabeza, ésta es lacia, erguida como una púa que en su punta finísima se endurece como una aguja, más abajo, siguiendo esa línea de la cana blanca, se encuentra la frente, amplia y tersa, una leve y sutil capa de vello casi traslúcido, ese vello que sirve sólo para resguardar la piel, la adorna como un recubrimiento para darle realidad, ahí un par de líneas de expresión que introducen al área de las cejas habla de cuánto se enoja Hermione, de cuánto frunce el ceño y una peca más grande y oscura que el resto de las que le llenan la cara, danza al centro de la frente, como si fuera única y especial, es como una gota que escurre desde ese pico que forma el nacimiento del cabello entorno a su frente, ¡qué hermosa es su frente!; las cejas son pobladas y al centro parece que se despeinaran como pequeños rayos de sol que abren la vía hacia la nariz, una nariz frágil pero fuerte, que adorna el rostro con una veleidad peligrosa.
Todo en ese rostro es peligroso y Pansy lo sabe.
Esa sombra que da la poca luz de la habitación mientras amanece, profundiza la caída donde se hunden los bordes de la nariz hacia la forma de los ojos, alargados ligeramente, casi hasta rasgados ¿quizá?, aquellas pestañas tan finas y apenas onduladas dan a los ojos cerrados de aquella mujer un tono de imposibilidad y si se atreve a mirar más abajo, se encuentra con las mejillas sonrosadas, una línea curva los transforma en boca y los labios, en los labios no hay veleidad sino cruda intención; los dos picos suaves que decoran el labio superior y se mueven con la respiración como queriendo estirarse hasta rozar la punta de la nariz le dan escalofríos, el tono rosado pálido de esos labios la ponen nerviosa, los pliegues que hacen que se abulten, hundan, extiendan y que parecen ser las aristas de la pieza que encaja justo con su labio inferior que no puede evitar morder, le recuerda aquel beso de horas antes y frunce los suyos deseando besarlos, pero no quiere despertarla, no se atrevería, no podría...
Se incorpora y los besa, es el beso fugaz que se roba en cualquier otro momento, en un pasillo del colegio atiborrado de gente esperando que nadie mire, en una calle bajo un sol intenso mientras se va camino a una café, en un teatro entre acto y acto justo antes de levantarse para ir a tomar un descanso, es el beso que no espera respuesta, que se da porque se siente y porque se quiere y Pansy se muere porque quiere; Hermione sigue dormida y cuando se aleja le pasea los ojos por la forma de la cara y descubre que se ha desinflamado del todo, que ya no queda papada o piel holgada, lleva sus ojos a la mano que Hermione puso entre las dos y que le sirve de muda muralla, está normal, ha vuelto a ser ella y casi quiere llorar de contento, y se descubre quizá con lágrimas en los ojos, se le humedecen y medio le escocen, pero un bostezo le dice que no es de alegría, es de sueño.
Es que desde que sintió que Hermione se dio vuelta en la cama y le quedó cara a cara, se despertó y no ha podido volver a dormir y está tan cansada, que sólo puede bostezar de nuevo, la ha besado mientras duerme, le ha vuelto a besar y Hermione no lo sabe... y una sonrisa perversa se le viene a la boca. Ahora comprende como nunca que jamás dejará de fascinarle molestarla, contrariarla... ahora tiene otro secreto para mofarse más de ella. Y cada que le mire enojada se acordará del beso robado y volverá a sonreírse con maldad.
Ella le robó un beso y Hermione no lo sabe.
/o/o/o/
—Pansy
Cinco minutos, sólo cinco minutos más y en serio que va a abrir los ojos, está tan cansada que siente un kilo de arena bajo los párpados que le pesan, un kilo bajo los párpados y diez sobre ellos; frunce el ceño y mastica la saliva en su boca, se siente pastosa su lengua contra el paladar y cuando la pasa por sobre sus labios para humectárselos no logra hacerlo, hace un calor delicioso, pero aún así un poquito de frescura le vendría bien, vuelve a acomodar su cabeza en la almohada con cuidado, haciéndola embonar como si fuera una base a molde para ella.
—Pansy. —Insiste, hay un cierto dejo de incomodidad y nerviosismo en aquella voz, pero no le hace caso y estira los dedos de sus pies, moviéndolos un poco a fin de recuperar movilidad y apenas mueve un poco su mano izquierda que está libre y procura con ello despabilarse; pero no quiere despertar, sonríe para sí misma en la comodidad de su posición relajada, se está tan bien ahí, con su cuerpo pegado a… —¡Pansy!, tú me besaste.
Abre los ojos azorada, casi le quema la luz que llena la habitación y que recién nota, no puede creer lo que tiene delante, es el rostro de Hermione Granger, tan cerca que puede contarle las pestañas si quiere y puede perfecto olerle el desasosiego y no, no parece muy contenta por tenerla ahí en su cama; además se ve muy despierta para haber dormido minutos antes como un tronco, tiene por añadidura, una marca que le atraviesa el rostro de lado a lado, una marca de tela doblada y gruesa que denota que durmió tan pesadamente, que aquella costura casi se le incrusta de la barbilla al ojo derecho; traga saliva mirándola, intentando parecer lo más segura que se pueda, pero traga saliva de nuevo y espera paciente a que diga algo más. Los ojos castaños aquellos la fulminan y siente la tensión en la cama de su cuerpo que se va despertando, así como la tensión del de ella, puede ver que está casi sentada, apoyada en su brazo, manteniéndole la distancia.
—¡Me besaste! —Espeta de pronto, con un grito que hace que le duelan los oídos, se ve tentada a levantarse y escapar, pero el gesto de Hermione es de desconcierto, de completo descontrol, de pérdida de lógica; Pansy lo piensa un segundo con detenimiento, mirándola con cuidado y luego con dureza en el rostro oscurecido, la analiza antes de concluir.
—¿Qué?... tú me besaste a mí. —Hermione se sonroja hasta la raíz del cabello, haciendo que la punta de la nariz le quede ligeramente blanca, como si la sangre no alcanzase a llegarle hasta ahí a la velocidad a la que se ha esparcido por el resto del rostro.
—¡Estás loca!, ¿cómo voy a besarte yo a ti? —Se sacude en la cama, sentándose en un movimiento brusco que hace que Pansy tenga que seguirle con la mirada a la par que ella misma se incorpora veloz; podría explicar que es por la poción, podría ponerse con ella a ver la situación desde una postura tranquila, reflexiva y cuidadosa, pero no le da la gana, menos cuando Hermione exclama. —¡Ni loca te besaría!
—¿Perdón?, ¿en serio?... ¡estabas ahí sentada en el sillón de la sala como la maldita Cleopatra, mirándome desde las alturas comer, volteé y me plantaste un beso sin que pudiera al menos saber si te habías pasado la comida que masticabas! —Lo dice así, fuerte, brusco, porque sabe que a Hermione le repatea que le digan las cosas con la seguridad con la que ella reza cada concepto que aprendió en la escuela; Hermione se puso a boquear como si fuera un sapo que intenta averiguar si está en un charco, fuera del charco o en una laguna y Pansy se cruzó de brazos como quien ha ganado la partida. —Yo estaba sentada cómodamente comiendo mi cena, indefensa y tranquila, cuando tú te aprovechaste de eso y te inclinaste sobre mí. —Aquello último lo dijo sentándose con la espalda contra la cabecera de la cama, Hermione estaba sobre sus piernas casi de rodillas frente a ella con tanto rojo en la cara que pensó que se infartaría de un momento a otro; primero se asustó, ¿qué pasaría si le daba un aneurisma o algo?, pero luego le vio una panorámica mucho mejor que la de hacía horas, así que se atrevió a jugársela, la castaña estaba de modo, podía funcionar, así que sonrío y agregó con socarronería. —Eres una abusona, Granger. —Morado, el tono de su piel era morado en menos de un santiamén.
—¿Abusona? —Confusión, el rostro de la confusión nunca había tenido representante mejor que Hermione Granger y Pansy asintió enérgica y tajante, cerrando incluso los ojos y soltando un "uhum" poderoso, demoledor que hizo a la castaña poner ojos como platos.
—¡Pero por supuesto!, no sólo haces lo que haces, besar a una pobre mujer que viene a cuidarte de buena fe, sino que además lo niegas y la acusas… ¡a esta pobre mujer con tan elevados valores morales! —Se llevó la mano a la frente en una farsa de espasmo nervioso que a Hermione hizo casi perder el aliento, era obvio que la estaba enloqueciendo el sarcasmo e ironía cínica con la que estaba jugando con el asunto mientras ella estaba que se infartaba por lo ocurrido. —¡Y encima me acusas de besarte cuando tú me besaste a mí!
—¡Que yo no te besé!, ¡cómo diablos iba a besarte! —Tenía un tono tan desesperado, que pensó que de un momento a otro iba a estallar, así que decidió que tenía que suavizar el asunto, jugar mejor sus piezas ahora, irse con tiento o corría el riesgo de que sacara su varita y le plantara en plena cara un ataque formidable; además, no quería arriesgar la partida ahora que la tenía ganada. —¡¿Cómo podría yo besarte?!
—Pues así, como lo oyes, tú me besaste… tú me tocaste con esos labios horribles. —Palidez, era sorprendente, ¡Hermione debía tener una pizca de genes de camaleón!, porque aquello fue tan rápido que le dio un mareo, se puso seria y le sostuvo la mirada, tragó saliva sin poder evitar ver sus labios, le atraían como la luz a una maldita mariposa y sentía que se despeñaría sobre ellos. —Tú me besaste con esos sonrosados, suaves y tersos labios… —no pudo contenerse, hizo tronar su dedo índice con el pulgar muestra de nerviosismo, haciendo que Hermione desviara la mirada a su mano, y se sintió más nerviosa, más estresada con esa cercanía; mantuvo sus ojos en aquella boca incluso cuando la castaña volvió la mirada y creyó distinguir un nuevo sonrojo que le tiñó las mejillas con una sutilidad dulce y tierna: Hermione Camaleón Granger le dirían en adelante.
—Yo no te besé. —Murmuró Hermione, como un ronroneo leve, dejando que sus manos descansaran en su regazo, sonaba a disculpa y a confesión, sin tensión, sin la alerta terrible de segundos antes; aquella boca se movió apenas en un suave soplido luego de hablar y Pansy se irguió acercándose a ella lento, como atraída por algo, quizá porque no se levantara para irse o porque se le hubiera ido el enojo tan de pronto.
—Tú me besaste a mí, con esa detestable boca muggle que tienes… —Recortó la distancia entre las dos, apenas consciente de que lo estaba haciendo en realidad, porque su mente se había quedado perdida en algún otro lugar y ahora sólo miraba, sólo estaba concentrada en lo que tenía delante y el rostro sorprendido y quizá, asustado de Hermione, que tenía aquellas hermosas cejas inclinadas hacia abajo como un arco. —… te inclinaste, y me besaste. —Miraba alternativamente su boca y sus ojos, sí, estaba asustada, sorprendida, tomada por asalto pero no parecía querer huir, ¿desinhibición?, ¿delirio?, no quería saberlo, si era una muestra de aquellos efectos secundarios Merlín la ayudara, porque no tenía freno ahora.
Ya no.
Se acercó lo más lento que pudo y sabía que Hermione tenía los ojos abiertos, incapaz de sobreponerse a lo que estaba ocurriendo, pero tampoco era que le importara, no mientras la dejara hacer, era el todo por el todo y de una sola vez; ante aquel rostro, a una distancia en la que podría haberle contado los poros de haber querido, Pansy se agachó apenas un poco para poder luego elevarse y embonar su boca con el labio inferior de Hermione, un beso suave que le causó un escalofrío, apenas un posarse sobre el labio que le había quitado el aliento instantes antes sólo con contemplarlo y aquel roce le despertó cada fibra del bajo vientre y cada latido dentro de su pecho. Al soltar el labio inferior no lo pensó mucho y fue al otro, pobre desatendido que clamaba atención, dejó que su boca lo abrazara con delicadeza, una caricia voluptuosa que arrancó un estremecimiento en Hermione que ya había cerrado los ojos y esperaba, Pansy hizo el amago de una gentil succión y sintió el aliento contenerse en aquella boca.
Se alejó apenas un poco y se humedeció los labios relamiéndose el sabor de Hermione, lo suficiente para respirar sobre ese rostro que apenas pudo jalar aire estremecido, creyó entender que iba a decir algo, que abría la boca para objetar, pero no la dejó, se acercó de nuevo y volvió a besar aquel labio inferior, dejando que su boca húmeda lo rodeara suave y lento, fresco y caliente; al soltarla sintió a Hermione abrir la boca un poco, buscando respirar y ella hizo lo mismo posándose sobre la suya, la sentía respirar muy lento, pesado y apretó con su boca abierta apenas un poco, suave y seductora y a cada breve presión que daba, Hermione intentaba abrir más, pero no le dejó y se inclinó a penas un poco a un lado haciendo que la cerrara casi imperceptiblemente; Hermione volvió a abrir más y pudo sentir que respiraban boca a boca, compartiendo el mismo aliento, un aire caliente y denso que venía húmedo y concentrado de excitación; quiso deslizar la lengua dentro, pero se contuvo y sintió a Hermione dejar escapar un suave temblor de necesidad. Volvió a rozar su boca abierta con la de Hermione, lento, muy lento y llevó sus manos a aquel rostro, sujetándole por los bordes de sus mejillas y con los dedos rozándole el cuello.
Hermione temblaba y Pansy dejó que su lengua acariciara el labio inferior y la punta que se asomaba de la lengua de la castaña, un roce apenas que hizo que se le retorciera el estómago, Hermione se estremeció y dejó escapar un ronroneo, Pansy tendió su lengua dentro de aquellos labios, lamiéndole con suavidad la comisura derecha en un gesto mojado y sensual que le subió dos grados la temperatura, besar a Hermione era lo más excitante que había hecho nunca, comerse aquella boca con el cuidado de quien opera una columna; dejó a su lengua pasear lento por sobre la de Granger, una caricia húmeda y prolongada que provocó una exhalación en la castaña, cuyas manos buscaban asidero en algún sitio y lo vinieron a encontrar en los hombros de Parkinson.
Pansy dejó que su nariz acariciara por su lado aquel rostro, la nariz contraria, apenas el borde de un pómulo y apretó con sus dedos el agarre de esa cara, en un intento por mantenerla con ella, porque no se fuera aunque sabía que no lo haría, estaba ahí y quizá tan cómoda como ella porque no se sentía querer escapar; las manos de Hermione estabas incómodas ahí sobre sus hombros y fueron buscando de nuevo donde alojarse hasta quedar en su cintura, donde acariciaron suave con dedos trémulos, quizá demasiado distraídos en lo que ocurría arriba para saber hacer más y Pansy necesitaba más, porque estaba prodigándole a esa lengua, a esos labios, a esos dientes, caricias que tenían que reflejarse más allá de la boca.
Empujó a Hermione un poco, buscando inclinarla para colocársele encima pero un gemido turbado la detuvo, reconsideró la dirección y llevó su mano derecha por debajo del brazo de la chica para tirar de ella; se inclinó atrás y dejó que Hermione se posara sobre su cuerpo con torpeza, mientras usaba sus dientes para retener ahora el labio superior, que pareció sufrir el movimiento porque sintió a Hermione fruncir el ceño y quejarse un poco, mas no dejó tiempo a que lo pensara, a que huyera, no podía permitirse una fisura ahora y volvió a abarcarle la boca al entero en una búsqueda envolvente por atraparla toda. Los dedos de Hermione se filtraron bajo su blusa, en aquella nueva posición la castaña pareció cómoda y dominante, y empezó a contribuir al beso activamente, Pansy por su lado no pudo contenerse y dedicó media atención a desabotonarle la camisa del pijama y la otra media a que no se le saliera un gemido de placer con aquellos arrebatados ataques torpes de Granger.
Abrió aquella prenda con cuidado y dejó que sus uñas largas y cuidadas se deslizaran desde el borde inferior del sostén de Hermione, siguiéndolo lento hasta su espalda, donde dejó a sus dedos juguetear por la piel usándolas, dejando que sus dientes volvieran a estrujar ahora el labio inferior de Granger que se estremeció con un gemido tembloroso que la hizo erguirse un poco dejando el beso para suspirar casi erguida sobre su cuerpo, con un gesto que hizo que Parkinson sintiera una cálida humedad entre las piernas; se incorporó y llevó su boca a aquel cuello que se le revelaba majestuoso, ahí donde la forma de la arteria principal se insinuaba, Pansy dejó a sus dientes pecar de cuidadosos en suaves y penosas caricias disfrazadas de mordidas, besos húmedos de provocativos embistes y Hermione se arqueó como si fuera a venirse con sólo una caricia.
—D-dios… —Le salió de la garganta, venido de un sitio donde ni siquiera se puede guardar voz y Pansy llevó sus dedos bajo el broche del sostén de Hermione y tiró suave para abrirlo, mientras su nariz prodigaba caricias a aquella línea del rostro perfecta y su boca besaba sin recato aquel cuello que se erizaba delicioso.
—Hermione. —La llamó con una voz ronca, más gemido que otra cosa, logrando que se volviera a ella y cuando bajó aquel rostro volvió a comerle la boca, un beso hambriento, desesperado y la castaña le filtró los dedos entre el cabello oscuro y revuelto, tirando de ella con crudeza cada vez que le mordía, meciéndose ya erguidas ya apretadas contra la cabecera; le estrujaba, le rozaba lengua a lengua y se prodigaban caricias y saliva por igual; las piernas aún le fallaban y se dejó caer, sentada con las piernas aprisionándola, Pansy suspiró al sentir aquella entrepierna clavada sobre su vientre, donde sentía la presión del deseo que no podía contener, logró desabrochar la prenda que le estorbaba y Hermione dio un ronroneo de aprobación suave, sigilosa, Pansy volvió a llevar la punta de su lengua buscando la de Hermione en un arco hacia arriba que le llevó a acariciar la punta de aquellos dientes y luego la pequeña protuberancia del labio superior de Hermione.
Abrió los ojos y la miró, el sonrojo en las mejillas, la respiración acelerada, deseaba con todas sus fuerzas comérsela entera, ¿desinhibición?, ¿delirio?, no, era deseo, puro deseo y un calor que les estaba quemando; Hermione le miró con los ojos oscuros de ansiedad, con un hambre en las pupilas que la hizo sentir como la mujer más hermosa del mundo, más deseada que nadie, única, perfecta. Volvió a besarla ahora llevando sus manos a aquella melena revuelta, prensando aquellos labios dejando que se le escaparan todos los gemidos y sonidos húmedos del mundo, cuando tres golpes estrepitosos cimbraron la puerta.
/o/o/o/
No lo escuchó.
No lo escuchó nada. Dos golpes más y ella seguía mordiendo aquella boca, sintiendo que si no se bebía toda aquella saliva el fuego en su pecho la iba a consumir. Otro golpe suave, casi juraba que por dentro no es que quisiera interrumpir, ¡es que no sabía que interrumpía monstruosamente!, frunció el ceño con disgusto pero continuó en donde estaba y una voz invadió la casa entera haciendo que abriera los ojos:
—¿Hermione?
—¡Harry! —Exclamó apartando los labios de la boca de Pansy como se retira la cinta adhesiva de una superficie suave, con un ruido de succión y molestia de ella, con un movimiento que fue doloroso, fue hiriente como quitarse el tubo de oxígeno a diez metros bajo el agua, y aún así se separó; empujó con su mano el pecho de Pansy, sorprendida al percibir con su palma aquel galopar embravecido de su corazón y tras mirar a la puerta de la habitación abierta, queriendo alcanzar a ver la puerta de la casa y adivinar qué hacía el moreno ahí, en ese preciso momento; volvió los ojos a Pansy relamiéndose la boca y sintiendo una nostalgia dolorosa del beso dejado a medias, Pansy tenía los labios hinchados y rojísimos y se le antojaron para volver a estrujarlos entre los suyos cuando volvieron a golpear la puerta, la miró de nuevo, enrojecida, agitada y ella debía estar igual, porque Pansy no la miraba le veía la boca. —Es Harry. —Dijo a la par que sonaban dos golpes más, lo dijo como excusa, como argumento, como quejido.
—A la mierda Potter. —Pansy le sujetó por el codo y tiró de ella y la trajo hacia sí, volvió a prensarle los labios en un beso tosco que la hizo sentir una sacudida eléctrica por la espalda y casi perder el sentido de lo que recién había ocurrido en la puerta; Pansy buscó estrecharla contra sí de nuevo, pero Hermione la empujó, se deshizo del contacto y cuando volvió a sujetarla por los brazos y tirar de ella, le miró con súplica y negó con la mirada, de pronto todo el deseo anterior se le había ido y sólo le quedaba una fría humedad en la entrepierna y un desencanto que le helaba la columna y el estómago, como echarse a la boca un trozo de agua congelada en lugar de algo de alimento.
—No puede vernos así. —Lo dijo tan vehementemente evitando las manos de Parkinson, que esta frunció el ceño confundida, perdida porque no alcanzaba a entender lo que pasaba y luego haciendo honores a su clandestino nombramiento de bruja más prometedora de la generación, Hermione estiró la mano hacia la puerta y de un movimiento la cerró de golpe, si Harry pasaba la de entrada, le quedaba esta de trinchera todavía. —Va a entrar, puede hacerlo, él puede porque se lo tengo permitido. —Murmuró llevándose las manos a la cabeza para acomodarse el cabello, Pansy pareció comprender lo que insinuaba: el asunto se daba por terminado.
—No dejes que entre. —Pidió la morena mirándola, buscándole los ojos pero se los negó, entonces se movió rápido, sacando sus piernas hábilmente de debajo del cuerpo de la castaña; mientras se salía de la cama luchando por acomodarse la melena y ajustarse la blusa y la falda se le veía el rostro compungido y casi un dolor físico en los ojos; eran inútiles sus intentos por arreglarse, tenía la apariencia de lo que era: un polizonte navegando en cama ajena… y pagando el viaje a vieja usanza. —Hermione, no dejes que entre. —Volvió a susurrar, era una súplica y a Hermione le dolió.
—¡¿Cómo lo detengo?! —Intentó levantarse de la cama sin éxito, las piernas no le respondieron y soltó un quejido de desasosiego y molestia.
—¡Arrójale una snitch o a alguien en peligro de muerte, siempre parecen atraerlo! —Estaba histérica y se le notaba en la voz, pero Hermione hizo caso omiso del comentario.
—Hermione, voy a entrar. —Harry hablaba por algún conjuro, no gritaba y le oían claro aunque no fuerte, Pansy sacó la varita y se dedicó a medio ordenar la cama, tirando de las sábanas aquí y levantando zapatos allá, mientras Hermione se miraba al espejo para ver con frustración que tenía toda la cara de haberse estado comiendo a Pansy.
—Ahora el elegido debería ser llamado además el inoportuno. —Masculló Pansy haciendo con su varita un movimiento que hizo a Hermione ajustarse la ropa y quedar sentada en su lado de la cama con un suave flotar que la castaña tomó de buena gana; siguió con la mirada los movimientos de la ex verde, que se había metido los zapatos con torpeza, desde la cama, desde una postura lejana, era como verla a través de una película extraña, una membrana que la hacía ver distinta, parecía mentira que un segundo antes hubieran estado absortas en besarse, inconscientemente se llevó la mano a la boca y se acarició los labios, le dolían deliciosamente, le dolían de un modo agotado y cerró los ojos para deslizarse la lengua por la boca entera comprendiendo que nunca nadie le había besado así antes. —Hermione.
Alzó la mirada y se encontró con Pansy apoyada en el muro del otro lado de la habitación, escuchó la puerta abrirse y los pasos seguros de Harry que cruzaba la casa hasta el rincón donde estaban, traía algo consigo porque se oía un suave rozar contra la tela de su pantalón; no podía dejar de mirar a Pansy que sonreía con algo que no era sarcasmo, parecía tener los ojos inundados de gozo, emocionada, la boca enrojecida se elevaba en las comisuras, sonreía como una niña feliz, era un gesto nuevo. La vio recargada en la pared, los pies juntos, llevarse las manos a la espalda para esconderlas contra la pared.
—Ahora sí tienes razón. —Debió poner un signo de interrogación en todo el rostro, porque Pansy sonrió más alzando un poco la cara y casi presumiendo aquella boca que tanto se le antojaba. —Ya puedes decir que yo te besé. —El aire se le detuvo en los pulmones, su cerebro entero gritó "¡Aborten, aborten!" a todos los procesos que necesitaran su atención, porque el horizonte entero se cerró entorno a Pansy y el revolotear de... ¿qué serían?, dentro de su estómago.
—Hermione, ¿cómo estás? —Potter entró de dos zancadas a la habitación, enfundado en una espléndida túnica de seda negra con bordados vino, pantalones entallados oscuros y camisa blanca, el cabello largo le caía en mechones irregulares sobre la frente, enmarcándole los ojos esmeralda llenos de una vívida preocupación, aquel negro intenso de sus cabellos le hacía resplandecer los ojos como si fueran dos piedras fulgurantes aún por detrás de las gafas cuadradas que llevaba puestas; venía más guapo que nunca, pero Hermione no lo notó, ni siquiera lo miraba a él realmente, no podía dejar de ver a Pansy detrás de Harry, todavía con la mano sobre la boca, sintiendo un hormigueo en todo el cuerpo, Parkinson le sonreía desde su sitio con las manos ocultas tras la espalda y un dejo detrás de las comisuras alzadas que le hizo fruncir el ceño con pesadumbre, Pansy tenía una rabia en aquel gesto que le encogió las entrañas.
—E-estoy bien. —Masculló volviendo al fin el rostro a Harry, que se acercó hasta la cama y se sentó en la orilla dejando el bolso que traía consigo en el suelo, el hombre aquel llevó su mano a la frente de Hermione y le tocó con cuidado, un aire preocupado que se podía cortar con cuchillo lo envolvía; Pansy apretó la mandíbula tan fuerte que a los dos o tres metros que las separaban se notaba como si la tuviera pegada al cuerpo.
—Luces acalorada, ¿tienes fiebre? —Consultó inclinando un poco la cabeza, a Hermione se le subieron los colores hasta la coronilla con el comentario, se le notaba a leguas que tenía calor en exceso, provocado más por la morena a espaldas de Potter que por la debilidad que sufría; la miró, sus ojos se desviaron de aquellos que le contemplaban desde el otro lado de las gafas, hacia los que estaban al otro extremo del cuarto y que tenían una pátina de rabia y Harry notó el cambio, porque se volvió buscando la dirección en que miraba interesado y cuando la vio, frunció el ceño intrigado y casi dijo en un susurro. —¿Pansy?
—Qué tal, Potter. —Saludó alzando la cara mientras inclinaba la cabeza a un lado, aquel gesto era uno divertido, casi natural y mientras alzaba su pierna y apoyaba el pie contra la pared, Hermione volvió a sentir aquella pesadez en el vientre, aquella necesidad de que Harry se fuera y volver a comenzar, pero entonces Pansy la heló si se podía más. —Debo irme, tengo que ir a la oficina. —Se despegó de la pared ondeando su cuerpo en un largo movimiento, lento y tortuoso para Hermione, como si no quisiera en realidad marcharse y la castaña se descubrió levantando la mano para hacerle una invitación a quedarse, hasta que su mano, que no alcanzaba a ver por estar enfocada en Parkinson chocó con el brazo de Harry sentado frente a su cuerpo.
—Hasta luego, Pansy. —Harry se despidió con una seriedad confusa, como si no alcanzara a comprender qué hacía ella ahí y muy en el fondo le incomodara mucho su presencia, Hermione se aclaró la garganta con una tos breve y torpe, queriendo decir algo lo antes posible.
—No tienes que irte, es temprano y… ¡y Millicent está ahí! —Le temblaba la voz y por extraño que pareciera no quería que se fuera, no sabía qué iba a sentir cuando abandonara la habitación dejándola con Harry a solas, veía en los ojos del hombre-que-vivió la certeza de que en cuanto Pansy saliera de ahí, la interrogaría sobre su presencia en casa y no quería enfrentarlo sola.
—No creo que a Potter le agrade mucho mi presencia por aquí… ¿verdad? —Interrogó caminando hacia ellos, con un meneo extraño que hacía que su larga falda se bamboleara sobre la alfombra, y Hermione recordó la cercanía de minutos antes y cayó en cuenta de lo aparatoso que hubiera sido alzar tanta tela con la debilidad que tenía encima.
—Podemos desayunar, prepararé algo rápido. —Se quiso levantar de la cama, pero las piernas seguían entumidas y Harry le apretó la mano por sobre la manta, ganándose un gesto de desagrado, un arrugar de labios en el rostro de Parkinson que había dado unos pasos hasta ellos cuando la vio doblarse víctima de la debilidad; se llevó la mano a la rodilla como para rascarse y sintió unos pequeños bordes, se los miró y descubrió que eran marcas de las costuras de la falda de Pansy, de nuevo sintió un calor abrasador.
—No, no… mejor desayunen ustedes, yo vuelvo después. —Y la sonrisa en su cara estaba llena de frustración ácida, casi le miraba aquel levantamiento del pómulo, junto a la nariz, mientras al fondo de sus ojos, la luz de esperanza fue tan grande al decir "después" que a Hermione se le subieron todos los colores de nuevo al rostro, ante la cara confundida de un Harry Potter que miró a la morena salir del cuarto con un escrutinio profundo y un silencio que retumbaba dentro de su cabeza.
Pansy salió de la casa dejando tras de sí el sisear de sus faldas y a una Hermione que se sintió desamparada al oír la puerta cerrarse, pero también debía reconocer que al irse y cerrar tras ella la puerta, el cuerpo se le relajó como si le hubieran dado órdenes de descansar; cerró los ojos y dio un suspiro largo y profundo a la par que se llevaba la mano derecha al cuello a presionárselo en un intento de relajarse un poco. Harry se volvió a verla y le analizó las facciones con cuidado, no comprendía aquello, pero sospechaba.
—¿Qué hacía aquí?... ¿qué vino a decirte? —Exigió saber con las gafas casi hasta la punta de la nariz, Hermione se encogió, decidió que era mejor cerrarse para que no la fuera a descubrir en su turbación, pero era tarde; Harry leía en Hermione como leía en el diario de Tom tantos años antes, era capaz de deducir si estaba emocionada o no, antes que nadie había leído su distanciamiento con Ron, y no porque el pelirrojo lo dijera o lo viera en él, sino porque le bastaba tenerla delante para comprenderla. —¿Te hizo algo?
—¿Por qué Ron y tú tienden a creer que Pansy podría venir y darme una paliza? —Tenía la mirada fiera cuando dijo aquello, Potter frunció el ceño y se quedó callado un momento, como analizando lo que le escuchó; en los últimos años, Harry había perdido aquella aventurera tendencia a ser radical y acelerado, aprendió a meditar las cosas y con ello se había vuelto un hombre más seguro, más confiable e inmensamente más sabio, Hermione pensaba que aquel rasgo lo había aprendido con los años de sus largas charlas con los cuadros de Snape y Dumbledore. —Ni siquiera en colegio hubiera permitido a Pansy patearme el trasero, Harry… y a estas alturas de mi vida, me gustaría que confiaran un poco más en mis técnicas de autodefensa. —Sonó cansada, hasta cierto nivel triste y Harry ablandó las facciones y se acomodó mejor a la orilla de la cama, puso su mano sobre la pierna de Hermione oculta bajo la manta y le dio un par de palmadas.
—Incluso en colegio ambos pretendíamos ser quienes te protegían… y mira que siempre eras tú la que veía por los dos, tú eras y eres la razón del equipo. —La sonrisa nostálgica que le llenó la cara a Harry le recordó a Hermione que lo amaba profundamente y sin pensárselo se incorporó, se sujetó de aquellos hombros musculosos y firmes y le besó en la mejilla, largo y sonoro; las arruguillas en torno a los ojos del muchacho se acentuaron, una sonrisa reconfortante y sincera. —Te quiero, no me culpes por preocuparme por ti. —Hermione asintió sonriéndole y él le sujetó la mano con fuerza, apretándole los dedos con fuerza, una seriedad muy normal en él y casi tan cotidiana que le pareció apenas notarla le lleno la voz. —Pansy es de las personas que no hacen nada sin un motivo, buscan algo y lo obtienen generalmente, a la buena o a la mala.
—Quiere ayuda en un proyecto, estamos trabajando el aspecto legal e histórico. —Hermione no quería darle la razón, sólo tener una excusa para que la encontrara a esas horas de la mañana en su casa, a solas; pero cuando lo oyó salir de su boca, le dio la impresión de que acababa de darle forma a lo que Harry pensaba de Pansy y eso le estrujó la garganta haciéndole un nudo extraño, un nudo de culpa.
—Ya veo… pues no está tan perdida, eres la cabeza más lúcida del Ministerio… harás que se vuelva famosa si su proyecto es bueno. —Hermione sonrió asintiendo y Harry se levantó de la cama como guiado por una instrucción venida de no sé dónde, en un movimiento rápido y poderoso. —Bueno, es mejor que nos desayunemos algo, porque yo vengo llegando de Estocolmo y tengo cosas que contarte, me vendría muy bien esa mente inteligente en mis problemas y lejos de los de Pansy. —Harry se inclinó, metió las manos bajo Hermione y la levantó en vilo mientras ella se sonreía y se sujetaba de su cuello, inclinando su cabeza contra aquella que le era tan familiar; tristemente, su mente no estaba ni en los problemas de Harry, ni en los de Pansy. Su mente permanecía en aquellos labios.
Sólo ahí.
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—Pasé por tu departamento hace un rato y me tomé la libertad de darle algo de comer a Roar. —Asintió llevándose un trono más de hot cake a la boca, sentía como si tuviera un agujero negro dentro, llevaba cuatro piezas bañadas en miel de maple y había pedido dos más ante la mirada sorprendida del mesero de todos los días; Millicent estaba agregando azúcar a su café esperando a que le sirvieran su desayuno, a su llegada Pansy estaba comiéndose casi media sandía, bebió un vaso de jugo y ahora estaba en ello. —¿No crees que estás comiendo demasiado?
—Estoy muy hambrienta, no sé qué me pasa, pero estoy como… —dudó sobre qué decir, no tenía el término adecuado, pero sentía un vacío prolongándose dentro, quería azúcar, mucha azúcar porque necesitaba ese sabor en la boca con urgencia. —… como famélica.
—Pues ten cuidado, o podrías acabar redondita redondita como tu nueva conquista. —La fresa que un segundo antes se había echado a la boca y que masticaba para pasarse, se le atragantó sacándole una tos visceral que la hizo sacudirse. —¡Hey, hey, tranquila!
—No es ninguna nueva conquista y no está redondita. —Amenazó con el tenedor alzado, mirando a Millicent lo más seria y enojada que podía, la aludida alzó las manos como para deslindarse, entonces legaron con su plato de huevos fritos con jamón y muchas rebanadas de tocino, al verlo se le iluminaron los ojos a Pansy y miró al mesero. —Tráigame uno igual, por favor, y otro vaso con leche por favor.
—¿Sabes cuándo fue la última vez que te vi comer así, Pansy? —Negó con la cabeza inclinada mientras cortaba los restos del pan sobre su plato y los paseaba por él para empaparlos más en miel y poder llevárselos a la boca; Millicent se inclinó y tomó la pimienta, dejó caer un poco por encima de todo su plato y se sonrió de lado sin decir nada, Pansy siguió masticando, lento y cuidadoso, como si el sonido de su masticar le fuera a impedir oírla.
—¿Y bien?... sorpréndeme con el dato histórico de hoy sobre mi vida. —Pidió tomando una rebanada de tocino del plato de su amiga frente a ella, ésta sonrió de lado más cínicamente y alzó la mirada llevándose un trozo de comida a la boca.
—La mañana luego de que te acostaste con Draco por primera vez. —Pansy dejó de masticar, apretó los labios como si los levantara para que Millicent le diera un beso, se había quedado seria y pálida y cuando se tragó lo que tenía en la boca casi se hizo daño de tan poco que lo había mascado. —Hermione te gusta y creo entender por lo poco que me cuentas que pasaste la noche cuidándola… tienes un hambre monstruosa… ¿hay algo que me quieras decir? —Le clavó sus ojos oscuros, sin sonrisa, sólo expectante, Pansy miró su plato vacío, tomó la servilleta y se limpió los labios antes de empujarlo para que el mesero pudiera llevárselo; pasándose la punta de la lengua por el colmillo derecho y con los ojos clavados en la taza de café de Millicent exclamó.
—Espero que esos huevos estén tan buenos como se ven. —El mesero llegó con su plato, Millicent volvió a comer con una sonrisa leve en los labios y Pansy se tomó su tiempo recargándose un rato en su asiento.
A veces Millicent más que una amiga era una molestia.
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—Puedo insistir, ¿cierto? —Preguntó mientras ella le peinaba el cabello de la frente y le sonreía.
—No serías el Harry que conozco si no lo hicieras. —Estaba sentada en la barra de la cocina, Harry había preparado omelette con vegetales y ella sola se había comido el doble de lo que él había consumido, la conversación había sido entretenida y amena, divertida y emotiva, casi se le había olvidado lo de hacía un rato, pero no se le había olvidado en realidad; sentada como estaba en la barra y con las piernas todavía como de gelatina, no le fue fácil intentar ir a despedir a Harry, él asintió sonriendo.
—Insisto en que en La Madriguera estarías más cómoda y con mucha gente para cuidarte… además, Ron estaría ahí para pasar un buen rato. —La sonrisa pícara que se le pintó en la cara no quedaba para nada con su semblante serio de siempre, Hermione miró a otro lado y tuvo que volver a insinuarlo aunque no quisiera.
—No me apetece darle más molestias a Molly, bastante deben tener con Ginny y los cuidados que necesita por lo que nos ocurrió, como para tener que lidiar también conmigo. —Harry asintió tranquilamente mientras se tocaba el reloj que llevaba en la muñeca con un distraído aire de aceptación. —Y no quiero ver a Ron por ahora, no me interesa.
—¿Cómo van las cosas con él? —Quiso saber Harry, estaba concentrado ahora en acomodarse la túnica que se había quitado y ahora se echaba encima con cuidado.
—No van. —La respuesta de Hermione fue más de lo que Harry esperaba y tuvo que sostenerle la mirada a pesar de que parecía querer invertir aquel comentario, abrió la boca para añadir algo, pero ella agregó antes. —Ron vino a verme y no le fue nada grato encontrarme en el estado en que me dejó el veneno de esas picaduras… Ron no sabe fingir. —Acabó con amargo tono, el ojiverde inclinó la mirada y escrutó el piso como si fuera muy importante aprenderse las líneas de cada loza o los bordes de la alfombra de la sala que casi llegaba hasta sus pies.
—Debes entender que Ron es un hombre muy apasionado y de poca paciencia. —Murmuró alistándose para salir, Hermione soltó una carcajada mientras le daba el brazo para que la llevara hasta el sillón.
—Es una forma educada de decir que es un bocón inconsciente. —Harry soltó una risilla baja y la dejó en el sillón con suavidad, se acuclilló frente a ella y le miró largamente.
—No miento cuando digo que él te ama, Hermione. —Aquello la molestó mucho, tuvo que ver a otro lado para no sentir que le estaba presionando a amarlo, presionando a seguir con él, presionando a aceptarlo y tolerarle cada berrinche y aspaviento que tenía.
—Amar no es lo que Ron hace, no es fallarme, obligarme a hacer cosas que no quiero o presionarme para que las haga… algo está fallando, Harry y necesito que lo entiendas. —Sujetó aquellas manos, deslizando el pulgar por la cicatriz del no debo decir mentiras en aquel dorso, buscó los ojos de Harry y los notó inseguros y conmovidos. —Necesito que entiendas que si me alejo de él ahora, no es porque no lo ame de algún modo… es sólo porque quizá no somos el uno para el otro como pensábamos.
—Has dicho "quizá", Hermione… eso es bueno. —Harry sonrió apretándole a su vez las manos, se incorporó y la besó en la frente. —Ron puede ser un idiota, nos lo ha demostrado de muchas maneras, pero no quiere decir que no sea una buena persona o que lo haga intencionalmente… piensa que sólo es un armatoste de casi dos metros, torpe y acelerado.
—Pero de tan acelerado, en una de esas me despeña con él. —Harry le hizo un cariño en el rostro, un pellizco suave en la mejilla y le lanzó un último beso sonriendo.
—Siempre habrá paracaídas para esos momentos. —Guiñó un ojo y se despidió con un gesto de la mano, Hermione lo imitó y le vio irse, cerrar la puerta tras él; suspiró mirando al techo con somnolencia, deseaba quedarse dormida un rato, descansar, pero la cabeza se le revolvía y era como una mano llamando a la puerta de sus memorias.
Los labios, aquellos labios tibios y húmedos, nada más recordar se le encogió el bajo vientre, un candor le subió desde ahí hasta el pecho y se le alojó en algún sitio entre las costillas; recordó cómo había Pansy insinuado la entrada de su lengua suave en su boca, cómo había evitado que abriera más o que la cerrara, cómo había jugado a contenerla… ¡la dominaba de modos que le tenían la piel erizada!; se recriminó por no haberse contenido y evitado de algún modo la entrada de Harry, pero al mismo tiempo un terror extraño le invadió al comprender que de haber impedido esa visita, habría tenido que enfrentar aquel encuentro con Pansy y no sabía a dónde hubieran llegado.
Moría por saberlo, pero ya no lo sabría.
Escuchó un plop y abrió los ojos, en la mesa de centro de la sala apareció una caja y sintió un dejo de extrañeza, en la parte superior de ella había un rollo de pergamino, estiró la mano para sujetarlo y la caja se sacudió como si algo dentro luchara por salir, una cinta verde brillante rodeaba el cartón para que no se pudiera escapar aquello; al desenrollar el pergamino, dio con la letra alargada, rápida y tropezada de Pansy.
Padma me atrapó mientras intentaba huir de la oficina, así que no podré ir pronto, no tanto como yo quisiera, al menos; pero ya que quieres hablar conmigo, pero nos quedamos a medias, prometo que tendremos esa conversación al fin. Para que veas que no miento y que la visita es un hecho, te envío algo para comprometerme todavía más.
Te advierto que luego de tu acusación de esta mañana tengo más motivos que nunca para visitarte, y no sé si ahora que tienes fundamentos, sigas queriendo que me quede para hablar; pero entre unas y otras, paso más tarde.
¿Comida Italiana?, si no te gusta, mándame una nota y veré qué me invento, y por el amor de Merlín, a ver si se te afianzan las piernas que eso de que te derritas sólo con verme…
Pd. Dale de comer.
La caja volvió a sacudirse quitándole la sonrisa de los labios, y Hermione se incorporó un poco para sujetarla, descubrió con gusto que ya podía doblar las rodillas y sentarse sin que le diera un temblor espantoso; con la caja en el regazo, quitó el listón que la envolvía y al abrirla casi da un salto: un gato negro, delgado y de pelaje pulcrísimo le miró con dos profundos y arrogantes ojos verdes, llevó su mano a aquella cabeza de orejas avispadas y le acarició, el animal parecía muy contento de recibir aquel gesto y se pegó a ella con embeleso, saltó de la caja y fue a acurrucársele en el costado como si la conociera de toda la vida. Hermione no había tenido otro gato desde la muerte de Crookshanks unos años atrás, así que un nuevo felino en casa era extraño, incluso si era sólo temporal.
—Así que te enviaron a que te dé de comer… ¿acaso tu dueña no puede solo venir a visitarme sin necesitar un pretexto? —Pociones, el proyecto, una maceta, un gato… Pansy parecía más nerviosa intentando entrar a su casa que besándola como si no hubiera un mañana, Hermione tendió la mano hacia el gato de nuevo y entonces le notó un hilillo atado a la cola, con una pequeña etiqueta de pergamino en la punta que rezaba: —Roar.
El gato maulló enérgico como si hubiera estado esperando ese dejo de atención, sonriendo, Hermione hizo un ademán con su varita y un tazón se llenó de leche en la cocina; viendo al gato comerse aquello sobre la alfombra se fue arrullando hasta quedarse profundamente dormida.
Por premura ahora no puedo contestar mensajes, pero prometo hacerlo en el siguiente, aprovecho para comentar que quizá el siguiente lunes (martes o miércoles) se atrase un poco más la actualización, pues operarán a mi mamá el sábado y no sé cómo vayamos a andar para el lunes; prometo no obstante, escribir mucho estos días, para quizá el lunes no fallar...
Gracias eternas por leer.
