Una larga ausencia, mil disculpas por ello, no hay excusa que valga, bueno, quizá sólo comentarles que uno de mis sueños se está realizando, soy docente a nivel licenciatura y todo me está llenando de gozo y me alegra muchísimo... pero me tiene algo amarrada; no obstante, seguiré aquí, prometo que terminaré, en estos días he logrado acomodarme y sacar más tiempo para leer y escribir. Les aseguro que seguiré en pie, gracias, si es que se quedan. Gracias si continúan conmigo.


Traduttore traditore (O de la semana que no debió ser)

PARTE II

I need to know the way to feel to keep me satisfied

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Jueves 12 de noviembre

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Al abrirse la puerta lo primero que sintió fue asfixia, sin más un montón de personas intentaban acercarse a ella y hacerla hablar, hubo empujones y gritos, incluso alguno de los reporteros se acercó tanto que le golpeó el rostro de lleno con la lámpara de su cámara; aquello le hizo ver estrellas y pronto se dio cuenta que le escurría un hilillo de sangre por la frente hasta la ceja que apenas se le estaba recuperando. Estaba berreando, no iba a negarlo porque no tendría caso, había comenzado a gritar y amenazar y cuando los brazos fuertes de su antiguo amante la tomaron por la cintura y procuraron resguardarla, su primera reacción fue alzar la varita e intentar atacarlo porque no lo reconoció.

—Hey, tranquila Pansy, tranquila. —Los ojos grises de Draco parecían serenos y serios, aquello la reconfortó de un modo extraño, tragó saliva asintiendo y en seguida sintió un roce suave sobre su cara, limpiándole la sangre, al volverse se encontró con la nariz definida y fuerte de Theo, que sonrió y asintió sin decir nada; pronto no eran los únicos rostros conocidos, otros miembros de su casa se acercaron y comenzaron a rodearla, a media escalera rumbo a las chimeneas de salida, Millicent se les unió y le murmuró al oído que irían a casa de Blaise para despistar a la gente.

Entre los empujones, suplicas y reclamos de los periodistas por una entrevista, Pansy alcanzó a escuchar a gente que le gritaba asesina, otros más decían cosas más ofensivas aún, le ardía el estómago de furia, pero no podía hacer nada sino soportar aquello, tomar la varita y hacer justicia a su orgullo y dignidad heridos, sólo habría empeorado las cosas; en las chimeneas, el grupo que la resguardaba, entre el que empezó a identificar incluso miembros de su oficina a los que le sorprendió ver y provocaron que se le aguaran los ojos, empezó a llevarla de un lado a otro, comprendió que intentaban confundir a la prensa, para que no fueran capaces de seguirlos y cuando al fin Theo la estrechó contra su cuerpo y se arrojó con ella a las llamas verdes, tuvo que aferrarse con fuerza a él y reprimir el llanto contra su pecho.

—Tienes unos segundos, Pansy. —Le murmuró contra el cabello, sintió como si el cuerpo del hombre que la rodeaba emitiera un calor denso, supo que estaba atrasando el viaje, que lo prolongaba y ella se permitió estrujarlo más fuerte y gritar manchando de brillo labial las solapas de aquel saco oscuro que llevaba puesto, permitió que la saliva se la agolpara en la boca y dejó que por un momento las piernas le flaquearan, luego les golpeó la luz de la estancia donde Blaise les esperaba.

Ahora iban de lleno a otro tipo de acoso.


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No le gustó que la tomaran así y la sacaran por las chimeneas, habría querido ir con ella, hacer lo que vio a Draco hacer, un gusanillo de inquietud le remolineó en el pecho, Draco había venido por Pansy y él se la había llevado sabría Merlín a dónde, no le gustaba eso para nada, absolutamente para nada; Pansy lo había dicho acertadamente: ahora no volverían a verse con tanta facilidad, seguramente su grupo de apoyo trataría de estar con ella todo el tiempo posible y aun cuando ella no lo creyera, iba a estar recibiendo más respaldo del que cualquier persona pensaría.

Ver a un grupo de ex Slytherin rodear a Pansy le revolvió el estómago, cualquiera podría ser un traidor que encontraría la forma de acercarse a ella para llevarla al otro extremo de la balanza; Hermione creía en Pansy y en su resistencia, en el plan de Harry y en todo lo que habían ideado, pero aún así… dudaba.

—Hermione. —Harry se había quedado entretenido con algunos periodistas y procuraba dar declaraciones congruentes en las que se mostraba muy molesto por no poder inculpar de algo a Pansy, al mismo tiempo y por petición suya, hacía hincapié en que Pansy no tenía cargos y que seguiría desempeñando sus labores en el Ministerio con normalidad, por lo que pedía a la sociedad no relegarla por un malentendido y tener en cuenta el coste físico que había tenido para ella tanto esa penosa confusión, como su participación en beneficio de la comunidad mágica durante el ataque; la voz que la llamaba no venía de otra sino Romilda Vane, que en los últimos meses ha venido volviéndose un dolor de cabeza para el Ministerio con su tono ácido de emitir noticias amarillistas en El Profeta y otros medios. —¡Hermione, espera!

—No tengo nada qué decir. —Masculló acelerando el paso lejos de la multitud y huyéndole con evidente molestia a la morena, que sin embargo logró alcanzarla en un pasillo que se dividía.

—Sólo unas palabras, es importante conocer la opinión de la futura Ministra sobre la detención de Pansy y el asunto del ataque… ¿no te interesa ir asentando tu voz en los medios? —Romilda tenía la estúpida idea de que todo funcionario importante debía tener una "voz" en los medios, pero todos sabían que cuando era ella la que retrataba la voz, generalmente esta se distorsionaba como bajo efectos de cualquier gas.

—He dicho que no tengo nada que decir. —Atajó yendo hacia un elevador cercano.

—¿Ni siquiera nada sobre tus recientes cenas con Pansy o el proyecto de medi-magia que ambas trabajan juntas? —Aquello la sacudió y apenas atinó a dar una mirada reprobatoria a la muchacha que sonrió inclinando la cabeza como un niño que realiza una pequeña travesura. —No esperarás que nadie lo saque a colación ahora que fue detenida, ¿imaginas las repercusiones que tendrá eso para tu reputación?

—O lo mucho que podrá ello zanjar esta errónea detención. —Murmuró con la nariz enfurruñada mientras entraba al elevador con otro grupo de personas que miraban a las dos como bichos raros y con sumo interés.

—¿Es esa tu declaración oficial, Hermione? —Romilda estaba anotando aquello a mano y Hermione tuvo que reconocerle eso al menos, el no usar una vuelapluma preprogramada para mentir; mientras se cerraba la puerta del elevador se le ocurrió algo de pronto.

—No, no lo es… pero te diré algo, te daré una declaración oficial… ve a mi oficina y agenda una cita, te aseguro que te encantará lo que tengo que decir al respecto. —Sonrió con perversa mueca y a Romilda aquello la chifló, asintió y se alejó seguramente rumbo a otro elevador, Hermione daba vueltas a su reciente idea y pensaba que sería buena si lograba aplicarla a cabalidad; quizá estaba jugando con fuego, pero era ahora precisamente el momento de hacerlo y hacerlo bien.

Por primera vez en mucho tiempo se sentía con ganas de darle de muchas patadas a un avispero.


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—Pensé que te gustaría cambiarte cuando al fin te sintieras segura. —Miró dentro de la maleta de piel negra y sonrió, no importó que estuviera ahí delante suyo, empezó a desnudarse camino a la regadera, la habitación tenía una luz ambarina y la cama enormes doseles de color chocolate, todo olía a lavanda; abrió la regadera ya sin blusa, sin pantalones, y mientras esperaba a que saliera el agua caliente se despojó de lo demás.

—Gracias. —Murmuró, podía ver de reojo a Millicent ahí, a la puerta del baño y no le importó que la viera desnuda, en el fondo de su cabeza, sólo podía pensar en el interrogatorio y en el largo silencio en que había caído cuando le cuestionaron sobre Hermione y su separación al llegar al Ministerio; abrió la cortina y entró bajo el agua, estaba caliente, tanto que de primer momento sintió como una sacudida de dolor.

Se sentía sumamente estúpida, apenas unas horas de interrogatorio, apenas algo de presión y se sentía sofocada, sucia, apesadumbrada y molesta, era como si la hubieran golpeado en el estómago repetidas veces, estaba enojada consigo misma y preocupada a partes iguales; era como estar de nuevo en la escuela, en el maldito Colegio con todo mundo señalándola por cómo hablaba, por con quiénes estaba, aquello la hizo berrear, pero procuró disimularlo sacudiendo la cara contra el chorro de agua que le quemó los párpados y pómulos. Se llevó las manos a la cara, y frotó y frotó y casi estuvo segura de escuchar a Millicent todavía ahí, clavada en la puerta del baño mirándole.

Se frotó toda con jabón como si no hubiera un mañana, se deslizó aquella espuma suave por cada rincón y cuando estaba enjuagándose, le volvió la sensación de estar siendo observada, apretó la mandíbula y se convenció de estarlo imaginando; aplicó generosamente shampoo en su melena corta y oscura y supo que debía cortarse pronto el cabello o estaría demasiado largo, suspiró mientras se enjuagaba, el agua seguía caliente, pocas veces se duchaba con el agua a tan alta temperatura, pero ahora lo quería así, le reconfortaba. Cuando al fin terminó con la ducha y salió de entre la cortina, confirmó sus sospechas, Millicent estaba ahí, esperándola mirando al piso recargada en el marco de la puerta.

—¿Por qué aceptaste hacer esto? —Preguntó sin mirarla, como si se lo dijera a la madera del marco, quizá a ese resquicio que suele dar alojamiento al pasador de la puerta, Pansy siguió secando su cuerpo a conciencia, como si no le hubiera escuchado, porque no quería tocar el tema ahí en casa de alguien más, donde cualquiera podría escuchar; Bulstrode debió entender su miedo, porque alzó la varita y lanzó algo al techo, un hechizo silenciador, le estaba dando espacio y confianza, pero igual se endureció más y no quiso hablar. —¿Es por Hermione?

No quería tratarlo ahora, ya no, se había discutido, se había evaluado y ahora estaba hecho, se metió la ropa interior, se puso crema con cuidado, tuvo la delicadeza de perfumarse, era reconfortante sentirse limpia luego de las horas en una silla dura bajo una lámpara poderosa, luego de los ratos horrendos vigilada y las revisiones de ley, esas donde le desnudaron, la revisaron, evaluaron, discutieron; Millicent dejó su espacio y se volvió a ella, incluso dio un paso para acercarse, aquello la hizo presentir que se iba a poner feo lo que venía.

—Ella no vale que hagas esto, todavía puedes dar un paso atrás y nadie te culpará porque ni siquiera saben que lo haces, Pansy. —Fingió no oírla, se metió los pantalones, ajustó sus mocasines, su blusa y peinó su cabello poco a poco, dejando que se fueran escurriendo las gotas de agua lento por los mechones que iba dejando. —Pansy, tienes que escucharme.

—Lo hago. —Exclamó secamente, sin siquiera volverse a mirarla, Milly dio unos pasos hacia ella, se situó a su espalda y le obligó a mirarla por el reflejo en el espejo.

—Por favor, Pansy. —Pidió con el rostro más suplicante que le había visto nunca, pero no le ablandaba, para nada, ahora no, ya no; se volvió al frente y le sostuvo la mirada, viéndola a ella y viendo su reflejo, supo que tenía que decirlo a ambas, supo que era una obligación convencerse ahora, a su amiga y a ella misma, porque era muy tarde para dar un paso atrás y acobardarse. Ya ni siquiera era por Hermione, era por ella misma.

—Lo hecho, hecho está. —Atajó secamente, sonrió cuando a Millicent se le oscurecieron los ojos, luego se dio la vuelta y la miró un largo segundo que parecieron días, no añadió nada más, sólo extendió sus brazos y la estrechó contra su pecho. —No tienes que venir conmigo, yo lo entenderé y no te necesito. —Lo último hizo a la mujer entre sus brazos endurecerse, alguien llamó a la puerta más allá, aún tenía sus labios contra aquel oído y añadió antes de soltarla por completo. —Es la última vez que tocamos el tema, no vuelvas a decirme que me arrepienta, no vuelvas a intentar hacerme cambiar de opinión… si quieres seguir siendo mi amiga, apártate. —El rostro de Bulstrode cuando se alejó era horrible, estaba acongojada y herida, pero no importaba, porque seguramente, ahora vendrían cosas más dolorosas que aquella.

Se alejó de ella y fue rumbo a la puerta a la que llamaban, los golpes eran relajados pero insistentes y nada más cruzar la puerta del baño rumbo a la habitación, sintió el cruzar la telaraña que era el conjuro de silencio; al abrir la puerta del cuarto, se encontró con Draco que esperaba silencioso y serio.

—Si estás lista te esperamos abajo. —Murmuró viendo a sus espaldas a Millicent que parecía absorta y triste.

—Dame unos minutos, ahora vamos. —Volvió a cerrar la puerta sin volver a mirarlo, dentro en la oscuridad ambarina del cuarto, sus ojos volvieron a su amiga que parecía pasmada. —¿Millicent?

—No voy a apartarme… te voy a acompañar. —Se miraban, Pansy en el fondo estaba incomoda con esa cercanía que su amiga intentaba aumentar, pero supo que iba a necesitarla así que asintió y fue a sentarse un momento para acabar de secarse el cabello, Millicent fue a la puerta y la abrió con la intención de irse.

—Gracias. —Le dijo sin saber bien a bien porqué, Milly no dijo nada, abrió la puerta igual y se fue.


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—¡Esto es estúpido! —Marcus Flint escupió el mondadientes que había estado mordisqueando desde que habían empezado a la reunión, Theo le miró por sobre el hombro desde su rincón, un pequeño elfo iba de lado a lado sirviendo copas y tazas de té, Millicent estaba comiendo pastel sentada junto a Pansy frente a Blaise, Draco, sentado junto a Astoria le miraba con cansancio. —¿Han visto la forma cómo nos observan?... ¡hemos vuelto a ser apestados!

—No es como si olieras muy bien. —Murmuró Goyle que venía entrando a la habitación cargando charolas de comida seguido por un elfo con recipientes de plástico; Pansy desvió la mirada, empezaba a sentirse exhausta, el cuerpo lo tenía aterido, Daphne fue a sentarse a su lado y Draco, que había procurado estar callado, alzó la mirada hacia Marcus.

—No eres una blanca paloma, todos aquí tenemos cola larga… no volverás a gritarle a Pansy de ese modo, si quieres que cada uno de nosotros cuide tu espalda. —No estaba enojado, sólo lo decía con la autoridad que su espacio natural le daba, Flint se puso de pie con violencia.

—¡Pansy ha vuelto la mirada sobre nosotros, ahora nos miran y espían todo el tiempo!... ¿no es para que nos preocupemos? —El hombretón en que se había vuelto parecía más nervioso que otra cosa, Blaise, sentado en un rincón de la habitación añadió con un tono divertido.

—A ninguno nos preocupa eso… eres el único al que le iría mal ser observado en demasía últimamente, Marcus… sólo contrólate, estamos aquí para apoyar a Pansy, nada más. —Zabini aceptó una taza de té que le tendió el elfo, Draco asintió en silencio, Pansy tuvo que intervenir.

—No tienen que arroparme… estoy bien. —Masculló, pero por primera vez en serio la vieron cansada y fuera de su controlada apariencia de siempre; Theo se inclinó en su asiento para ver aquello con más comodidad.

—Esto va más allá de la simple reunión para apoyarnos… hay algo ocurriendo ahí afuera, lo saben. —Astoria parecía muy centrada, Pansy le miraba con un aire de ofendida reticencia, ojalá no estuviera ahí escuchando que tenía más razón de la que quería reconocer. —Necesitamos hacernos fuertes entre nosotros, lo que sea que está ocurriendo, nos afecta irremediablemente.

—Yo no hice nada malo. —Insistió de pronto Pansy, las miradas de Goyle y Flint se volvieron a ella mientras los demás intentaban desviarla.

—Eso lo sabemos, pero igual, ahora necesitamos replegarnos y mejor apoyarnos entre nosotros a hacerlo solos. —Daphne miraba a Millicent que asintió, Draco hizo lo propio y se puso de pie con un solo movimiento.

—No podemos protegernos si no nos decimos las cosas claras… tenemos que empezar a resguardarnos… Pansy, puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites. —Aquello la hizo sonreír, miró de soslayo a Millicent que entendió el gesto y se puso de pie.

—Gracias, pero prefiero estar en mi casa… les agradezco el rescate, ahora si me permiten, debo ir a alimentar a mi gato. —Zabini se puso de pie para acompañarlas a la puerta, pero Flint se atravesó en su camino.

—Si nos metes en un problema de nuevo, Pansy… —Marcus se le acercó como para amenazarla, intimidarla para prevenir algo a futuro, Blaise se burló con un soplido vibrante que casi se volvió un silbido.

—Pansy es libre de hacer lo que se le dé la gana… tú dedícate a tus mercadeos oscuros y déjala en paz. —Desde su asiento, Nott dejó salir aquello con autoridad y firmeza, Pansy le agradeció apenas mirándolo y acompañada de Millicent, salió rumbo a su casa; cuando el ¡plop! se escuchó en la chimenea, Draco se volvió a los presentes, en particular a Nott.

—Tampoco puede hacer lo que se le dé la gana. —Masculló con seriedad, Goyle masticaba un camarón de una caja de comida china, Daphne se cruzó de brazos bebiendo de una copa lustrosa.

—Pero no podemos tampoco impedírselo. —Blaise quitó su saco del respaldo de su silla y desapareció por la chimenea también.


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—¿Cómo lo estás llevando? —Preguntó mirándolo fijamente, Harry dio vuelta a su asiento y plantó sus ojos en las patas de la silla donde estaba sentada.

—Tan bien como se puede, estoy abrumado en reclamos por la liberación, abrumado en exigencias de dar una disculpa pública por su detención e interrogatorio… alguien sugirió que debo interponer mi renuncia. —Se sonrió con cansancio, Ginny se removió en su asiento con violencia.

—¡Ay por Merlín!, ¡estamos hablando de Parkinson! —Harry asintió, las cejas muy juntas y los labios apretados hasta que se volvieron blancos de presión, la sangre de los labios se fue deslizando lento hacia sus mejillas, donde se hicieron unos grandes lunares carmesíes de enojo que hacían resaltar sus ojos verdes.

—Súmale a ello que Hermione y Ron no tienen remedio y parecen adolescentes peleando por lo que ocurre en sus entrepiernas. —Ginny se había puesto de pie y dándole la espalda a su prometido, volvió el rostro con violento estupor.

—¿De qué hablas? —Preguntó yendo hasta él y clavando sus ojos en ella.

—Ronald acusó a Hermione de no sé qué cosas… mientras que Hermione saca a colación todo su pasado tormentoso aguantando los desplantes de tu hermano… —La menor de los Weasley abrió la boca con clara intención de discutir aquello.

—¿Desplantes?... ¡Harry, Hermione terminó con él por una tontería! —Harry negó con la cabeza viendo al suelo, las manos juntas con los dedos entrelazados firmemente.

—No fue una tontería y bien lo sabes… Ron no está bien. —Le apuntó con un dedo acusador, las gafas recorridas hasta la punta de la nariz.

Ambos guardaron silencio un largo rato y Ginny estuvo dándole vueltas en su mente a una serie de cosas que quizá antes no tenían sentido: Ronald había tenido una etapa muy compleja en los últimos meses, primero un desinterés absoluto por realizar sus tareas más básicas, desde la irresponsabilidad en el trabajo, hasta la imperiosa necesidad por ausentarse, vagar y por qué no admitirlo, incluso flirtear con otras mujeres; la pequeña hermana Weasley no lo había dicho a nadie, pero tenía conocimiento de aquello, salidas esporádicas y pequeñas aventuras que su hermano buscaba en un afán absurdo de presunción, no era ella la única que las conocía, era de conocimiento de grupos distantes al círculo en que se relacionaban y por ello, había luchado por mucho tiempo para evitar que su cuñada se enterara. Saber por Harry que efectivamente Hermione ya había terminado con él, que la separación era inminente, hizo que se replanteara mucho de lo que sabía y no había dicho ni a su novio; ahora se sentía culpable y avergonzada.

—Pero eso no justifica que lo abandonara. —Ginny tenía un pujido en la cara, en serio estaba desconcertada por sentirse responsable de lo que estaba ocurriendo, Harry por su lado parecía más bien preocupado.

—No lo abandonó… Ron se ganó esa lejanía, hace meses que no estaban bien, tú lo sabes, yo lo sé… y era cuestión de tiempo. —La pelirroja abrió la boca para refutarlo pero lo que había estado recordando le cortó espacio y opciones para hacerlo y se descubrió sin elementos de dónde prendarse para ello.

—Ronald es un buen tipo, Harry… es tu amigo, nuestro hermano. —Murmuró con aflicción, Harry se sonrió porque una lectura de aquellas palabras podría sonar extraño, hermano de ambos, Ginny lo entendió y se rio echando la cara arriba, luego se arrodilló frente a Harry en el suelo y echó medio cuerpo sobre las piernas de su novio, llevó sus manos a su rostro blanco y miró sus ojos verdes. —Ronald está mal, es cierto… pero necesita de ella.

—Ginny. —La chica le miró fijo y él frunció el ceño apretando su mano contra su rostro con fuerza. —¿Qué pensarías si ella ya no lo necesitara a él?... no en ese modo. —La pregunta hizo sus labios fruncirse, hacía muchísimos años que Ginny no necesitaba pensar en los líos amorosos de Ron, en sus combinaciones con alguien más.

Hacía demasiado tiempo que la mente de todo Weasley tenía al menor de ellos enlazado de automático con Hermione, separarlos ya era casi inconcebible, por un rato, la ojiazul permaneció silenciosa, tendida sobre las rodilla de Harry, con la cara contra su pecho, él atinaba solo a peinarle los cabellos, casi había olvidado el tema del que estaban hablando; de pronto Ginny se puso tensa y levantó la cara para volverse a verlo.

—¿Tú crees que Hermione ya no lo quiera? —Harry lo pensó unos instantes, había visto a Hermione cambiar mucho en los últimos años, también crecerse, quizá no había enfocado su atención en ese aspecto en particular de la nueva vida de su amiga, pero en el fondo, tal vez habría indicios entre lo cotidiano, mas prefirió no enfocarse a ello.

—Si así fuera, ¿afecta lo que sientes o piensas de ella? —Ginny negó de inmediato, pero frunció el ceño y añadió antes de que él pudiera decir algo más.

—Hermione siempre va a ser mi amiga, pero no voy a negarte que cambiaría mucho la forma en que nos relacionamos… va a ser muy extraño si acaban por separarse. —El moreno sopesó aquellas palabras y acabó por asentir, lo que ella decía tenía mucha razón, luego Ginny añadió como si hablara de cualquier cosa. —Pero si lo vemos desde fuera, desde cómo lo verán el resto de las personas… han sido novios demasiado tiempo, será muy raro si de pronto sólo se separan.

—No te preocupes, eso no perjudicará a Hermione, la gente la conoce y sabe cómo es. —Sonreía para darle énfasis a lo que pensaba, porque era justo en lo que creía a cabalidad.

—Pero ya lo has visto, hoy has tenido un mal día debido a lo que se dice, a lo que se ve de las personas, y eso afecta de forma que no puedes alcanzar a comprender la reputación y credibilidad de alguien. —Algo en el estómago de Harry se revolvió, fuerte, como si una verdad muy desagradable se le removiera dentro.


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—¿Quieres que me quede? —Millicent miró a Pansy que dio vuelta frente a su sillón y se dejó caer en él, tomando el vaso de agua que había dejado temprano sobre la mesilla de centro, para vaciar en él algo de pócima para sentirse mejor, aún tenía resabios de los daños que recibió en aquel ataque.

—Van a volver a escribir, Millicent. —Pansy parecía más seria si se podía, mientras vaciaba la poción poco a poco en el vaso y luego se lo llevaba a los labios, su compañera de casa y amiga cerró la puerta tras ella y se acercó hasta el lugar donde estaba, Roar, que había estado seguramente tirado en la cama de Pansy, salió del cuarto y vino hacia ellas.

—Lo sé… me da horror ir a casa y encontrarme la carta. —Confesó mirando a la cocina, Pansy apretó los labios tras el largo trago, se los secó con el dorso de la mano y se volvió a mirarla.

—Quédate. —Pidió de pronto, sorprendiéndola con la petición, Millicent de momento no supo qué decir. —No quisiera que nos llegara estando separadas, así al menos nos podremos respaldar una a la otra. —Pansy sonreía de forma extraña, la poca luz que entraba por una ventana echada a menas le iluminaba la nuca, el cabello oscuro y lacio que le caía por el nacimiento del cuello, Bulstrode se removió sin atinar a decir nada. —El cuarto de invitados siempre está dispuesto y Roar aunque sea un indiscreto, suele seguirme a mí a la cama. —Cuando Pansy levantó la mirada y se la clavó, Millicent pudo distinguir el aire de inseguridad que la consumía, era más que mera franqueza o nervio, en serio estaba inquieta por la idea de que no tardarían en comunicarse con ellas, finalmente asintió a la petición y atinaron a beber algo de café antes de decidirse a echarse a dormir.

Aquella noche en casa de Pansy, dos personas se echaron a dormir en camas contiguas, en una, Parkinson miraba al techo con Roar acurrucado contra la forma difusa de su pierna bajo la colcha, contemplaba las manchas casi inexistentes en la pintura y pensaba y pensaba en el cómo la contactarían, en lo que debía contestar y cómo habría de reaccionar; en la otra cama, Millicent se dio la vuelta para mirar el muro que las separaba, en las sombras pensaba en aquello que se venía encima y como en los últimos días, intentaba sin éxito descifrar si valía la pena, por su amor no correspondido, arriesgar la vida.

Millicent acabó quedándose dormida con la conclusión de que valía la pena hacerlo, aunque literal, estaba que se moría del miedo; Pansy se quedó dormida y por primera vez, en muchos días, lo último que pensó no tenía absolutamente nada que ver con Hermione Granger.


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Lunes 9 de noviembre

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—¿Qué piensa hacer ahora? —Preguntó moviendo las hojas que tenía en las manos lentamente, estar en jurídico en ese momento cuando podría estar siguiendo el proceso previo a la detención de Pansy y el lloriqueo de todos los Slytherin de su generación, significaba una pérdida de tiempo ofensiva.

—Quiero volver a mi puesto, pero sé que no será sencillo, así que me conformo por ahora con realizar trabajo administrativo… pero quiero volver. —El hombre dejó que las gafas en la punta de su nariz se desplazaran hacia arriba alzando la cara; tenía la apariencia de un suricata que le miraba con suma atención, sosteniendo sus papeles en esas pequeñas dos manitas que le pendían a altura casi del cuello.

—Como sabe hay todo un proceso jurídico, señor Weasley, usted fue destituido por no cumplir con los estándares que su oficina requiere. —Comentó como si el pelirrojo fuera un idiota y no comprendiera nada.

—Lo sé, pero estoy dispuesto a pelear por mi puesto… sé que es posible repetir las pruebas y repetir algunos entrenamientos. —Se había inclinado en dirección al escritorio y tenía la mano derecha apoyada firmemente en él, el hombre inclinó la cabeza a un lado; ya no parecía un suricata, ahora era la viva imagen de un chihuahua.

—¿Es consciente de que repetir los entrenamientos y pruebas es un proceso largo y tedioso? —Ronald asintió, no tenía miedo de eso y sabía con certeza que debía regresar a la oficina, así que carraspeó un poco antes de añadir.

—Necesito volver al trabajo, ubíqueme donde quiera mientras tanto, haré las pruebas mientras hago labores para congraciarme. —Las pecas se le habían remarcado en el gesto adusto que decir aquello le causaba, el hombrecillo rebuscó torpemente entre hojas y empezó a enumerar sin decir ni sí ni no.

—Bueno… hay un puesto en libre en San Mungo como agente de seguridad en el área de afectaciones mentales… un puesto en Saneamiento de áreas mágicas controladas… hay otro en monitoreo de uso indebido de la magia…

—¡Ese! —Golpeó la superficie lisa del escritorio con tanta fuerza que el sujeto dejó caer todos los papeles en sus manos a excepción de aquella hoja con la vacante, que le tendió con los ojos curiosos e inquietos. —Debo estar en esa oficina. —Murmuró Ronald después, como si la energía anterior se le extinguiera y diera paso a una calma seria y melancólica, tenía en el rostro una mueca de incómoda aceptación, y luego de firmar todos los documentos necesarios para su regreso y de comprometerse a repetir cursos y entrenamientos, así como pruebas y más pruebas como si empezara de cero, se fue por el pasillo rumbo a su nuevo empleo: vigilancia del uso indebido de la magia.


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Fue hasta su armario y sacó de él ropa, tenía que arreglarse y salir de ahí, todo le dolía, pero tenía la imperiosa necesidad de tomar aire, arrojó las prendas sobre la cama y volvió a su mesa de noche, de ahí tomó el vaso y bebió largo y profundamente, la poción era densa y sabía a menta, a raíces con el lodo adherido a sus nudos y recovecos, el líquido le cayó al estómago frío y pesado, y sintió de inmediato un mareo; el efecto fue profundo, la visión se le nubló y todo estaba doble, tuvo que apoyar sus manos sobre la cama y respirar lento, separó las piernas como para evitar caerse y dejó que aquella sensación espantosa le agolpara la cabeza largo rato casi sin quejarse. Tras un largo momento de hartazgo y desconcierto, se dio cuenta que empezaba a dolerle menos la espalda, la poción estaba funcionando y lo agradecía mucho; alzó la cara aún a ojos cerrados y apretó los dientes, las sienes estaban como embotadas pero no dolían, hizo muecas con el rostro, mostró los dientes e infló las mejillas con fuerza, ya no sentía la tirantez de la frente ni de la nuca, ahí donde había tenido heridas.

Al fin se concentró en lo suyo, se quitó una a una las prendas de la pijama, sí, todo seguía magullado pero ya era funcional, mientras se ponía unos jeans, blusa negra de mangas largas y cuello justo y se ajustaba un colorido chaleco rojo, daba vueltas a la idea de salir; en la puerta de su casa, tomando las llaves del platito a un costado de la puerta, pensando en lo profundamente muggle que era aquello, decidió que debía ir a ver a su madre, se puso las gafas de sol y una boina negra y echó a andar escaleras abajo. El primer escalón fue dolorosísimo, como si se hubiera roto la rodilla al descender, pero tuvo que armarse de valor y seguir, no se iba a detener por aquello, ya en la puerta del edificio encontró que había mucho sol y las gafas casi le eran apenas una protección, por la calle, caminando lentamente, se dio cuenta que era demasiado llamativa. Aquello le reconfortó.

Mientras se filtraba por pasillos y callejones para dar pequeños saltos de aparición y no acabar inconsciente del esfuerzo, por fin dio con la casa de su madre y en la puerta los elfos le recibieron con profundas reverencias y enormes sonrisas; en el pasillo rumbo a la habitación principal se dio el tiempo de pensar qué le iba a decir, porque aunque en su cabeza ya se iba formulando una trama lo suficientemente buena para hacerla funcional, por dentro, la realidad era que no tenía coartadas ni pretextos. Mucho menos cuando se trataba de su madre.

La encontró sentada frente a una mesa de juegos que solía tener cerca para cuando se le antojara, tenía en la esquina a su izquierda una taza humeante de té, en las manos sostenía una baraja y tenía muy avanzado el solitario para cuando cruzó la puerta; la luz de la ventana caía sobre su rostro y Pansy se preguntó por qué nunca le habían dicho que se le parecía, siempre habían dicho que tenía un aire a alguna tía, una prima, hasta a su abuela, pero nunca a su madre. Muchas veces aquello la irritó, porque le hacía sentir justo como muchas veces le mortificó sentirse: ajena a ella.

—¡Querida! —Alzó los ojos y le miró con una sonrisa dulce y reconfortante, Pansy sintió que le flaquearon un poco las piernas, pero se le aproximó con un paso firme y le besó la mejilla.

—¿Cómo estás madre? —Demetria sonrió cuando la sintió besarle, luego dejó las cartas sobre la mesa para ir a ponerlas en torno a su rostro delgado y aprisionarlo para verlo más de cerca.

—Esas ojeras me dicen que mucho mejor que tú, Little P… ¿por qué te has levantado de la cama?, deberías estar tendida descansando. —Pansy desvió su mirada hacia el extremo de la habitación huyéndole a sus ojos porque temía que pudiera leer en ellos, tragó saliva y fue a sentarse junto a ella sacando un bolsito del bolsillo de su pantalón.

—He dormido mucho, pero descansado poco, mamá… no te preocupes, quería venir a verte. —Aquello debió inquietarla, porque en serio Demetria se turbó con aquel comentario, Pansy siguió en lo suyo, sacó del bolsito de tela una botella del tamaño de su mano, acercó la taza de té y vació una buena cantidad del contenido del frasco en ella y le dio vuelta con la cucharilla. —Me preguntaba, si sabes algo de los muchachos. —Demetria se dio vuelta completa hacia su hija y le miró en silencio, Pansy miraba la taza de té, finalmente se la llevó a los labios y dio un sorbo largo y suave, pasando aquella poción con la lentitud de quien en serio, desea que aquello le mate.

—¿Qué ocurre, Pansy? —Quiso saber ignorando su pregunta, su hija se inclinó atrás terminando cada gota del brebaje, luego se volvió a verla, dejó la taza sobre la mesa y suspiró mirándola.

—Mama… ¿puedes confiar en mí? —Demetria asintió temblorosa e insegura y Pansy le sonrió para tranquilizarla, pero aquello sólo la hizo sentir extrañamente incómoda.

—Sí, Pansy. —Little P se esfumó de pronto y quedó frente a ella sólo la mujer que trabajaba en el Ministerio, la que había logrado buenas cosas, la que había sufrido daños severos en combate.

—Yo te quiero… a mí modo. —Se sonreía de lado, Demetria leyó en aquello como una intención más de disculparse por pasados conflictos, de zanjar rencillas previas, quizá sobre todo llevada por el haber estado tan cerca de la muerte; Demetria se acercó a su hija y la rodeó con su brazo para tenerla contra su pecho.

—Lo sé, pequeña… no te preocupes, vas a estar bien. —Pansy apoyó su cabeza en la de su madre y cuando le sujetó la mano con fuerza, apretó también con toda la que pudo; algunos minutos después empezaron a reírse de otras cosas, hablaron de cosas de chicas, recuerdos de la infancia, momentos que les habían alegrado. Como hacía mucho tiempo, Pansy volvió a sentirse bien con su madre, y aquello la reconfortó.


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—Alguien más debe saberlo, si ella acepta, alguien más debe saberlo al final, Harry. —Hermione estaba inquieta, tanto que tenía que sincerarse, Harry levantó la taza de té y bebió con cuidado, aprovechando aquello para sopesar lo que iba a contestar, Hermione siguió hablando mientras daba vuelta a la cucharilla con la que había azucarado su café. —No podemos ser los únicos con conocimiento del hecho, es peligroso, sobre todo para cuando esto termine y sea necesario quitarle el peso de la farsa.

—Si esto llega a terminar y los tres salimos bien librados, no habrá problema, nosotros vamos a decir lo que debamos para hacer que nada la afecte, por eso no te preocupes. —Sonrió de lado, mirándola con la cara gacha y por sobre las gafas, con un gesto perverso.

—¿Qué ocurre? —Hermione se sentía sobrecogida, el gesto del rostro de Harry la asustó, mas el muchacho con los ojos fijos en ella masticó la tostada que tenía en la mano y luego carraspeó para decir.

—¿Qué asuntos te traes con Pansy? —Algo le escocía en la garganta al decir aquello, pero procuraba sonreír porque tenía que darle confianza a su amiga, sus sospechas eran cada vez más fuertes, pero quería que ella se sintiera cómoda de decirlo.

—¿Asuntos? —Hermione había dejado por completo de comer, el interés por la comida se esfumó al tiempo que cabía en su cabeza la posibilidad de que Harry tuviera alguna sospecha, tragó saliva y lo miró más fijamente para añadir. —Ella es mi amiga. —Masculló de pronto, se le salió sin saber cómo y Harry se sorprendió de aquella confesión, pero supo que su amiga estaba confesando un pequeño pecado para ocultar algo mayor.

—Cuando esto termine, si es que logramos que las cosas funcionen, sé que me hablarás con mayor sinceridad, Hermione. —La castaña bajó la cabeza hacia su comida y luego atinó a cortar algo de lo que tenía delante, se llevó un bocado y lo aprisionó entre los dientes con fuerza.

—¿Por qué piensas que no me sincero contigo? —Quiso saber con una voz trémula y extrañada, Harry también se concentró en su comida un rato, Hermione entonces se volvió a mirarlo.

—Tengo la sensación de que crees que mejor me convendría no saber. —Masculló suavemente, luego y como para zanjar el asunto, bebió de su té nuevamente, se limpió los labios con la servilleta y añadió más animoso. —Me cercioraré de dejar evidencia de lo que ocurre, de forma documental, haré una carta acorazada y la entregaré a alguien de mi absoluta confianza… te sugiero hacer lo mismo.

—Sería un bucle, Harry… la única persona de mi entera confianza eres tú. —Sonrió pensando que al menos ahora la cosa se ponía menos tensa.

—Créeme, encontrarás a alguien, yo ya tengo alguien en mente. —Hermione alzó las cejas sorprendida y Harry, que sabía lo que estaba pensando añadió rápidamente. —No, no es Ginny, esto tiene que quedar fuera de nuestro círculo cercano para mayor seguridad.

—¿Entonces? —Preguntó interesada, aquello era nuevo y le inquietaba bastante.

—He pensado en Luna, ella sabrá resguardarla y entregarla a la persona correcta cuando sea necesario. —Hermione asintió convencida de que tenía razón y luego se lamentó en voz alta.

—Te me has adelantado, me dejas sin opciones confiables. —Harry le guiñó un ojo.

—Siempre puedes darle la tuya a Ron y no decirle lo que contiene. —La mera idea de hacer aquello la hizo fruncir los labios y a Harry aquello la hizo reír con ganas.


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Martes 10 de noviembre

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Primero tendría que admitirse que sabía más bien poco de lo que querían que hiciera, pero valdría la pena a la larga, un ardor en la boca del estómago decía que así sería, una presión fuerte en las sienes, un inquietante cosquilleo en las manos de ansiedad o de rabia; se sentó en su nuevo escritorio, sosteniendo en su regazo la caja donde llevaba algunos artículos de oficina, acomodó cada cosa en el sitio más o menos adecuado, cajones, repisa al frente, fondo del escritorio, sacó tinta y pergamino y con sumo cuidado el portarretratos desde el que un Harry en sus veintitantos, le sonreía de pie tras de Hermione y él mismo, sujetando la mano de la castaña, miraba a la cámara cada tanto con un bigotillo que acentuaba su sonrisa boba.

Hermione miraba a la cámara con esa mirada caída, con ese aire de dulce espera que solía poner cuando ansiaba que algo ocurriera; viendo la fotografía se arrepintió y le entró terror, ¿qué estaba haciendo exactamente?, la respiración se le agitó y pensó en sus padres, sobre todo en Arthur, recordó aquella vez de la serpiente, recordó el rostro de su madre, congestionado por el llanto y a Fred y a George… tragó saliva y tuvo que apretar los puños y cerrar los ojos rogando porque pasara este titubeo, porque no era sino eso, sólo eso y nada más. No había nada de malo en estar ahí.

En hacer.

Sacudió la cabeza y sujetó desde el fondo de la caja el pisapapeles con forma de manzana para ponerlo sobre el escritorio, lo miró un rato, dudando de si seguía color plata o se había tornado ligeramente rojo; seguía del mismo color plateado, se estaba sugestionando, porque no había cambiado absolutamente de color. Pero deseaba que lo hiciera.

¿Pero deseaba que lo hiciera?


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Miércoles 11 de noviembre

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What part of no don't you understand?

—¿Puedo entrar? —Volvió a preguntar, mirándola ahí en la puerta, quietas las dos, con los rostros expectantes, Hermione se había quedado más que de un palmo, la presencia de Pansy en su puerta sólo podía significar una cosa, pero no le gustaban las posibilidades de cuál era.

—Claro. —Dijo haciéndose a un lado, era muy temprano, la luz del sol caía gentil por entre las cortinas, Hermione se detuvo tomándose su tiempo para cerrar la puerta y darse la oportunidad de pensar lo que iba a decirle, al volverse, Pansy se había quedado plantada a un par de pasos frente a ella, congelada, su rostro era tan extraño que le sacó un suspiro de asombro.

—Dime… dime, Hermione, ¿por qué estoy haciendo esto? —Preguntó llena de espanto, se le notaba en la voz, se le veía en el rostro atribulado bajo la luz del amanecer, Hermione seguía en pijama y no sabía qué decir sin sonar como se sentía: ignorante de la respuesta a esa pregunta.

—No lo hagas, Pansy… no lo hagas si no quieres. —Estaba flaqueando, ella se había propuesto darle fuerza y sin embargo en ese momento no tenía la entereza para cumplir esa encomienda, por el contrario, sólo tenía dentro de sí misma inseguridad y miedo, igual que ella.

—Pero si no lo hago… ¿qué me espera? —Preguntó llevándose las manos al cabello corto y negro, se lo revolvió con desespero y dejó ver que bajo el abrigo que portaba se asomaba la pequeña blusa de satín negro de su ropa de cama. —Cada sospecha sobre mí, cada mentira que me rodea, sólo hace que más gente piense que soy una traidora, ¡de por vida pensarán que soy eso y no lo soy!... ¿es que necesito ser un héroe para enmendarme?... ¿es que jamás me aceptarán si no pongo todo en riesgo? —Tenía los ojos llenos de lágrimas cuando volvió el rostro a Hermione que estaba estupefacta, mitad asombrada, mitad conmovida.

—Tú eres valiente, tú ya eres una heroína, Pansy. —Murmuró acercándose a ella, poniendo sus manos en aquellos hombros, acercándola a sí y luego levantando su cara con sus manos.

—¿Por qué, Hermione? —Preguntó llorando y mirándola fijamente, mirándola con algo de miedo e impaciencia.

—¿Por que qué, Pansy? —Quiso saber sujetando su cara entre sus manos.

—¿Qué te hace pensar que soy valiente? —Hermione no supo qué decir ante la pregunta, pero atinó a sonreír con algo de nerviosismo.

—Sé que lo eres. —Masculló con algo de vergüenza por decir algo que tal vez no le constaba, pero en lo que creía firmemente, Pansy tragó saliva y tras pasear sus ojos por el rostro de la castaña, llevó sus manos a su cintura y la rodeó con ellas.

—No… creo que no lo soy. —Afirmó sin dejar de mirarla, se acercó más a ella, se miraron un instante largamente, luego sin decir agua va, Pansy la besó; era un beso abrupto e innecesario, pero para Hermione fue el equivalente a dejar escapar el agua contenida por una represa.

Ansiaba hacía tanto esa cercanía que recuperarla la desarmó, el sol de la mañana entraba por la ventana abierta y ella sólo atinaba a presionar el rostro de Pansy más contra ella, a besarla, a jugar con su boca fresca y suave; Pansy por su lado también lo necesitaba, dio un paso y el cuerpo de Hermione se embonó al suyo como dos piezas de un rompecabezas, no había torpeza de pronto, no había fricción, sólo una suave sencillez al acomodarse una en la otra.

—Te quiero. —Dijo de pronto Pansy contra los labios de Hermione, que se estremeció y volvió a besarla, en su mente no quería oírlo, en su mente no lo necesitaba, quería sentirlo, quería palparlo; no dijo más y deslizó sus manos cuerpo abajo, por su espalda y Pansy se quejó medianamente, porque seguía dolorida, pero la caricia no la alejó, era una respuesta y nada más. —Hermione… —Masculló mientras le mordía el labio inferior, la castaña le empujó con suavidad hacia el sillón, el mismo de otras veces, Pansy desvió los pasos, no quería ir al sillón, buscaba otro nido esta vez, luego añadió. —… yo quiero…

—… quieres… —Supo a donde quería ir Pansy y aceleró el paso tras ella, entraron al cuarto y al cruzar la puerta, la oscuridad de la habitación las envolvió, la cama revuelta de donde Hermione se había levantado a abrir les dio la bienvenida. —… ¿qué quieres? —Cuestionó finalmente, Pansy ronroneó cuando la sintió meterle la mano bajo el abrigo y tratar de abrirlo con suavidad.

—A ti. —Suspiró cuando la boca de Hermione dejó la suya y fue a su oído derecho, Hermione habría querido decir algo, pero no quería detenerse.

Ahondar ahora en sentimientos habría sido detenerse.


Comenten por favor, quiero saber cómo van sintiendo la lectura en este formato... gracias por quedarse quienes lo hagan, mil gracias.