Capítulo 10. El campo de Quidditch.
Desde tiempos inmemoriales, los Malfoy siempre habían sido amantes del Quidditch, el deporte mágico más popular entre los magos y brujas de todo el mundo. Sin embargo, más allá de las competiciones escolares con los equipos de las casas de Hogwarts, ningún Malfoy había jugado nunca a nivel profesional, y no por falta de talento o destreza, ya que varios de sus miembros se habían distinguido por su gran habilidad sobre la escoba, e incluso a alguno le habían propuesto jugar en equipos profesionales. Pero ellos siempre rechazaron las ofertas con la misma frase: "no es oficio digno para un Malfoy". Eso mismo es lo que le había dicho Lucius a Draco cuando de pequeño este le había hecho saber que quería convertirse en jugador profesional de quidditch después de haber destacado en el equipo de su casa. Pero a pesar de ello, el quidditch era un divertimento muy útil para practicar las habilidades sobre una escoba a la vez que servía de divertimento para los miembros de aquella aristocrática familia y sus amistades.
A Scorpius le encantaba tener una pista de quidditch donde poder entrenar y prepararse para los partidos durante las vacaciones. También le encantaba practicar con su padre, que era un excelente volador y buscador, que lo ponía contra las cuerdas en numerosas ocasiones. El joven Malfoy había entrado en el equipo de Quidditch de Gryffindor gracias a su habilidad cuasi natural como buscador. Era uno de los mejores del equipo, incluso mejor que el cazador y estrella del equipo, James Potter, con el que no se llevaba nada bien debido al acoso que le estuvo haciendo durante su primer curso, y del que se libró injustamente de un severo castigo en varias ocasiones gracias al jefe de su casa, Neville Longbotton. Y, aunque John Wood, capitán durante el año anterior tenía recelos de él, su habilidad sobre la escoba le convenció para incluirlo en el equipo con la esperanza de que fuera su baza ese año para arrebatarle el trofeo a Huffelpuff, que llevaban cinco años ganando la Copa de Quidditch. En efecto, así fue. Gracias a la gran habilidad de Scorpius como buscador, Gryffindor no perdió ningún partido, proclamándose campeón aquel año. Este año afortunadamente habían vuelto a ganar la Copa de Quidditch. Scorpius regresó a su casa orgulloso de haber participado en el triunfo de su casa, y, sobre todo, de haber ganado con una apabullante victoria al equipo de Slytherin.
El mes de julio casi había terminado despidiéndose con una ola de calor asfixiante que se dejaba notar en los pasillos y estancias de la mansión, algo aliviados por los techos altos de la casa. Astoria se encontraba algo nerviosa caminando por los pasillos de la mansión, buscando a su hijo y al amigo de este, Albus, quien había sido invitado a la mansión a pasar unos días antes de que la familia Malfoy se fuera de viaje a Corfú, donde Draco había alquilado una lujosa villa con una playa privada y un velero para disfrutar del mar. Acababa de recibir carta de su suegra advirtiéndole de que adelantaba su llegada, prevista para la semana que viene a este medio día, y que esperaba estar para el almuerzo. Por eso debía buscar a los chicos, para advertirles de que debían estar puntuales y bien arreglados para el almuerzo. Astoria se cruzó con Kelly, una elfina domestica que estaba limpiando las ventanas.
- Kelly, ¿por casualidad no sabrás donde está mi hijo? – preguntó de forma cortés a la elfina.
- Kelly cree que el amo Scorpius se fue al campo de Quidditch con el joven Potter.
- Hace demasiado calor para que estén a fuera jugando al sol, les puede dar un golpe de calor – dijo Astoria con preocupación – además, hoy viene Narcisa de su viaje.
- Kelly se siente mal por no impedirlo – dijo la elfina a punto de llorar – Kelly se mutilaría las orejas si algo malo le pasara al amo Scorpius.
- Gracias Kelly, no te preocupes – agradeció Astoria mientras se abanicaba con un abanico - encárgate de que todo esté listo para la llegada de mi suegra, y que se ponga una mesa formal, ya sabes, como le gusta a Narcisa, y, también, ¿puedes decirle a Pitt que les lleve agua fresca y algo dulce a los chicos? Conociéndolos seguro que no se han llevado ni agua.
- Kelly lo hará de inmediato – y la elfina desapareció del pasillo a la vez que Astoria continuó su búsqueda de los jóvenes.
Mientras tanto, en el campo de quidditch, dos jóvenes magos se divertían jugando a un uno contra uno con una quaffle. Albus se apuraba para intentar maniobrar en el aire para robarle la pelota a su contrincante o impedir que marcara entre los aros, pero Scorpius era más diestro sobre la escoba que él. Llevaban ya bastante tiempo jugando y el sudor les corría por el frente causado por el ejercicio físico y, por supuesto, la ola de calor que estaban pasando. Albus consiguió con una finta desequilibrar a Scorpius de su escoba, haciendo que el balón se le escurriera de los dedos pudiendo Albus hacerse con ella y marcar.
- ¡Qué te parece eso! – celebró Albus, contento por haber marcado ese gol, el primero después de haber estado un buen rato sin poder marcar en los aros de Scorpius.
- ¡Eso es falta, Al! – se quejó Scorpius mientras recuperaba el quaffle para iniciar un nuevo ataque a los aros de Albus.
- ¡No te piques, que encima me vas ganando por 20 puntos! – le respondió Albus.
- ¿Y si bajamos a descansar un poco y después vamos a la piscina? – propuso Scorpius sudando – ¡Me muero de calor!
- ¡Venga! – aceptó Albus contento.
Los jóvenes descendieron de sus escobas, tomaron un poco de agua que habían cogido antes de salir de la mansión y se tumbaron bajo una de las gradas protegiéndose del sol e intentando recuperar el aliento después de tan intenso juego, llenándose su ropa con la tierra y el polvo del campo. Ambos jóvenes se habían vestido de forma parecida: zapatillas deportivas, pantalón corto de deporte y camisetas de equipos de quidditch. Scorpius llevaba la camiseta de la Selección Inglesa mientras que Albus una de las Arpías de Hollyhead, el equipo donde su madre había estado jugando. No se habían puesto las protecciones ya que no iban a liberar las bludgers.
La primera vez que Albus vio el campo de Quidditch de la familia Malfoy se percató de que era muy similar al campo de quidditch de Hogwarts, pero sin las características torres ni la gran altura del graderío. Aun así, se veía imponente sobre todo a ojos de alguien que no estaba acostumbrado a tener un estadio en su propio jardín. Draco les había contado la tarde anterior que los partidos amistosos en las mansiones de los sangre puras eran muy populares y exclusivos hace muchos años, por lo que la mayoría de las familias disfrutaron de tener un campo privado en los jardines de sus casas de campo. Y, aunque en el siglo XIX se perdió esa costumbre y muchos campos privados desaparecieron o estuvieron a punto de desaparecer, como el de los Malfoy, cuyo graderío sufrió un incendio provocado por un accidente con un conjuro mal ejecutado. Sin embargo, a principios del siglo XX, el padre de Abraxas Malfoy, Nicolas III Malfoy, gran aficionado al Quidditch lo reconstruyó tal y como es en la actualidad. Nicolas no solo era un aristócrata más que disfrutaba de las trivialidades del deporte, sino que sabía manejarse bien en el juego de la política y obtener buenos réditos. Como el Quidditch había vuelto a ser muy popular en las clases altas, volvió a organizar partidos entre sus "amistades" (considerado como un gran honor poder ser incluido en ese círculo), donde política y deporte se mezclaban, al invitar tanto a aristócratas sangre puras como a políticos y altos cargos del ministerio, que acababan contando intimidades y secretos de estado con los cuales los Malfoy y otras familias jugaban con el fin de obtener ventajas e influencias en el Ministerio de Magia.
Cuando Draco se hizo cargo de la inmensa casa familiar y sus jardines, hubo de restaurar también el campo de quidditch, afectado por la falta de cuidado durante la era de los mortífagos. Las malas hiervas se retiraron, se volvieron a pintar las líneas y se repararon las porterías y el graderío, pudiéndose recuperar la gloria de tiempos pasados. Y, aunque no se habían vuelto a celebrar aquellos grandes eventos que se celebraron en tiempos pasados, la familia le siguió dando un uso recreativo.
Scorpius estaba tumbado en el suelo con los ojos cerrados, descansando a la sombra. Albus se había incorporado ya, pero seguía sentado al lado de su mejor amigo. por un momento, lo miró y se propuso molestarlo un poco.
- ¿Ya estas soñando con ya sabes quién? – le preguntó Albus con una sonrisa maliciosa.
- Vete a la mierda Al – respondió Scorpius que había abierto los ojos de pronto al escuchar eso – sabes que solo somos buenos amigos y compañeros de estudio.
- Si, eso ya lo sé – dijo Albus – aunque últimamente está mas centrada en su nuevo novio.
- Si, ese imbécil de Spencer Warrinton – dijo Scorpius con rabia – no entiendo como le puede gustar "ese" a las chicas, y en especial, a Rose.
Spencer Warrinton era el típico prototipo de "estudiante popular" en Hogwarts. Era dos años mayor que Scorpius y Albus, acababa de terminar su quinto año. El chico era guapo a los ojos de todos, con su melena castaña y su estilo desenfadado. Era jugador del equipo de Huffelpuff, por lo que tenía un buen físico que atraía a las mujeres. Sin embargo, era bastante arrogante y egocéntrico. No es que fuera un gran estudiante, pero llevaba unas notas bastante decentes y era apreciado por muchos alumnos quienes ser su amigo era todo un lujo.
- Mis tíos no están tampoco muy contentos de que tenga por novio a ese tipejo – comentó Albus – conocen su fama de seductor y teme que le hagan daño.
- Ya, pero seguro que tu tío prefiere a ese antes que a mi – dijo Scorpius con sorna.
- James estuvo a punto de partirle la cara, – siguió comentando Albus – menos mal que mi prima Molly lo impidió, si no, creo que estaría expulsado.
- ¿Qué hizo para enfadar a tu hermano? – preguntó interesado Scorpius
- Lo pilló metiéndole mano a mi prima – dijo Albus algo asqueado.
- Rose sabe defenderse, no necesita que nadie la cuide.
- De hecho, Spencer se llevó un tortazo y rompieron – dijo Albus – pero no se por qué han vuelto.
- Seguro que le está haciendo chantaje emocional – dijo Scorpius enfadado – es un cerdo asqueroso.
- La pena es que ya no pasa con nosotros el mismo tiempo que antes – lamentó Albus.
- Por desgracia - comentó Scorpius – Me hubiera gustado que hubiera venido a pasar unos días con nosotros, para volver a disfrutar los tres solos, como antes – suspiró Scorpius recordando sus aventuras por Hogwarts, escondiéndose de Filch y de su gata aquellas noches que se escapaban a las cocinas o a pasear por el bosque prohibido.
- Yo también, pero ya conoces a mi tío Ron- recordó Al con tristeza – no puede permitir que su niñita pise la "casa de los horrores" como así describe actualmente tu casa.
- ¿Crees que algún día aceptará que sea su amigo? – preguntó el joven Malfoy esperanzado
- Estoy seguro de que si te conociera cambiaría la opinión sobre ti.
- Ya, pero tiene que querer hacerlo – suspiró Scorpius.
- Estoy seguro de que con el tiempo te aceptará – dijo Albus – no va a tener otro remedio – dijo mientras se reía.
Scorpius le dio un pequeño golpe en el hombro, pues sabía que se refería a que se convertiría en el futuro yerno de Ronald Weasley. Algo que él veía impensable ya que la joven solo le veía como un amigo, a pesar de que él estaba profundamente enamorado de aquella castaña de ojos azules por la que suspiraba y se le cortaba la respiración cada vez que se veian.
- Así que estáis aquí – sorprendió Astoria a los jóvenes que seguían sentados hablando tranquilamente.
- ¡Madre! – dijo Scorpius sorprendido - ¿Qué haces aquí?
- Eso mismo debería preguntaros yo a vosotros – dijo Astoria algo seria – hace demasiado calor para que estéis al sol tanto tiempo, os podría dar un golpe de calor en cualquier momento
- Madre, tranquila, estamos bien.
- De verdad, señora Malfoy, perdón Astoria – se disculpó ya que Astoria le había repetido en mas de una ocasión que la tuteara – estamos bien.
Pitt se apareció de repente con una bandeja con limonada fresca y algunos bizcochos.
- Pitt trae lo que ama Astoria encargó a Kelly, refrescos para el joven amo y su amigo el joven Potter.
- Gracias Pitt - dijo Albus mientras cogía un vaso de limonada – y a ti Astoria
- No es nada Albus – le quitó importancia la señora Malfoy - ¿A qué habéis estado jugando? – preguntó interesada.
- A un uno contra uno – respondió Scorpius con la boca llena de bizcocho.
- ¡Scorpius Hyperión Malfoy, no se habla con la boca llena! – regañó Astoria
- Perdón madre – dijo el joven rubio algo avergonzado.
- Disculpas aceptadas – dijo Astoria mientras transformaba unas viejas ramas apiladas en una silla y se sentó – Pitt, puedes dejar la bandeja y marcharte a hacer el resto de tus tareas.
Pitt depositó un mantel en el suelo y dejó la bandeja con la limonada y los bizcochos sobre ella. Los jóvenes se sentaron a la sombra con Astoria a disfrutar de la brisa que aliviaba el calor
- ¿Qué tenéis pensado hacer ahora? – preguntó Astoria
- Pues queríamos ir a la piscina a darnos un baño y quitarnos el sudor del quidditch – explicó Scorpius
- Bien, pero os quiero puntuales para la hora de la comida – avisó Astoria- a las 12:30 en el comedor, y vestidos adecuadamente, tu abuela nos acompañará hoy.
- ¿Creo que me he perdido? – confesó Albus
- Mi abuela es, como explicarlo – hizo una pausa mientras buscaba las palabras adecuadas – muy tradicional en algunos aspectos.
- Le gusta mantener las formalidades y la etiqueta incluso en la intimidad de la familia – dijo Astoria – así que, cuando está debemos mantener un "riguroso" protocolo – dijo haciendo énfasis en lo de riguroso.
- Espero no causar problemas – dijo Albus preocupado – no he traído mucha ropa "formal" que digamos
- No te preocupes por eso, Al – tranquilizó Scorpius - yo tengo ropa de sobra, seguro que encontramos algo que te sirva.
- Gracias Scor
- Te enseñaré todo lo que tienes que saber sobre la mesa – dijo Scorpius animándole.
¡Genial!
Los jóvenes se marcharon con sus escobas rumbo a la mansión y Astoria se levantó y entró dentro de la pista deportiva a observar los aros. Recordó que ver a su marido jugar al quidditch era una de las cosas que más le atraían de él cuando era una niña y estaba en Hogwarts, sobre todo cuando el sol reflejaba en sus mechones la quaffle tirada en el suelo y la cogió. Pesaba mas de lo que aparentaba y mostraba signos de desgaste por el uso continuo. De pronto una voz la sorprendió por detrás.
- ¿No me digas que vas a jugar? – dijo la voz masculina de su marido desde uno de los extremos del campo.
- Ni lo sueñes – dijo Astoria sonriendo – sabes que no me montaría en una escoba ni muerta.
- ¡Qué exagerada eres Tory! – dijo Draco riéndose - ¡no es para tanto!
- ¿Recuerdas una de nuestras primeras citas? - Preguntó Astoria y entonces Draco recordó aquella vez que se le ocurrió dar una vuelta con la escoba y terminó vomitando en su túnica – pues eso.
- Veo que has mandado a los chicos a prepararse para la comida – comentó Draco mientras le cogía el balón a Astoria.
- ¿Por qué ha tenido que volver cuando Albus está aquí? – se quejó Astoria – solo espero que no ponga nervioso a Albus con sus miradas y comentarios.
- Confío en que el muchacho sepa aguantar la presión – dijo Draco – y Scorpius estará ahí para echarle un cable en caso de necesidad.
- ¡Y encima me tendré que poner un vestido largo con este calor! – se volvió a quejar Astoria, pero esta vez en broma.
- Es lo que tiene el haberte casado con este apuesto y rico hombre de familia tradicional – dijo Draco con sorna haciendo reír a su esposa – además, yo tendré que llevar esa túnica beis que me queda fatal y ese lazo verde.
- ¡No te queda mal! - contradijo Astoria – es tu traje veraniego y no estás acostumbrado a vestir unos colores tan claros.
- Solo espero que Pitt haya puesto los hechizos refrigerantes – dijo Draco como suplica.
- Deberíamos ir a prepararnos para recibir a tu madre.
- Tienes razón.
Draco cogió con su mano izquierda la mano de Astoria y con la otra sostuvo el balón y se marcharon caminando a la mansión a preparar la llegada de su madre desde Francia, donde había ido a pasar unos días en compañía de unas amigas. En ese momento, recordando lo mucho que le gustaba jugar al quidditch y sus días de gloria como buscador le preguntó a su esposa.
- ¿Crees que si le propongo a Potter y a los Weasley jugar un partido de quidditch en la mansión aceptarían?
- Creo que sí amor mío – dijo mientras sonreía
- ¿Tú crees? – preguntó de nuevo extrañado por la respuesta de su esposa parándose en seco.
- Sí, sobre todo Ronald Weasley, que no perdería la ocasión para darte una paliza, aunque sea al quidditch.
- Oye, pues yo creo que les vencería sin problemas, con la ayuda de Theo, y quizás …
Continuaron aquella conversación de camino a la mansión, Astoria riéndose por las locas ideas de su esposo sobre confraternizar con aquellos que algún día fueron sus acérrimos enemigos.
