[Julio.2023] Ahora sí, después de tantos años, hay capítulo nuevo.
Le prometeré la luna
By Aurum Black
Capítulo 7: Inimaginable
Cuando Harry regresó a su departamento ya comenzaba a amanecer y la luz gris del invierno se alcanzaba a colar por las ventanas. Ginny se había puesto el pants deportivo y la sudadera con el logo del ministerio de magia de Harry que usaba de pijama, pero no había podido conciliar el sueño, preocupada por lo que sea que había pasado en la casa de Harry. En lugar de dormir, se puso a hacer el desayuno y a tratar de no comerse todo a causa de la ansiedad. Cuando Harry regresó le ofreció un plato grande con dos huevos, tocino, salchichas, tomates y pan tostado, junto con una taza humeante de té. Harry se sentó en la mesa del comedor y engulló su plato mientras le iba contando a Ginny los pormenores con mucho pesar.
– Es como si una bomba hubiera caído justo sobre la casa – dijo sacudiendo la cabeza con frustración
– ¿Pero quién?
Harry se encogió de hombros sin entender.
– No hay pistas... y es muy pronto para sacar conclusiones – suspiró abatido para luego tomar un sorbo de té – Abrimos la carpeta de investigación pero – bostezó interrumpiéndose – es un desastre y ahora no tengo donde vivir...
– Sabes que tienes lugares de sobra donde quedarte... incluso, este es tu departamento...
– Lo sé calabaza, pero... quiero decir... que lo último que necesito en estos momentos es más trabajo... y ahora tengo que decidir qué hacer con la casa cuando acabemos las inspecciones... los del equipo de edificación del ministerio me dijeron que tengo que pensar en reconstrucción o remodelación o vender e irme a otro lado – suspiró cansado tallándose los ojos – Son demasiadas decisiones y...
– Lo importante es que tu estás bien
– Es sólo que... siento que perdí un pedacito de Sirius.
El rostro de Harry se encogió de tristeza. Ginny se levantó y lo rodeó con cariño mientras él se dejaba abrazar ahí sentado.
– Harry, Sirius siempre estará contigo... la casa puede ser reconstruida a su estado original... ¡incluso te pueden devolver a su horrenda madre si es que quieres! – Le dio un beso en la cabeza y luego lo soltó para recoger los platos de la mesa – Por ahora debes dormir un poco y luego comenzamos a encargarnos de lo que se necesite ¿sí? – Harry asintió y bostezó de nuevo – Quédate todo el tiempo que necesites en la otra habitación, al menos será divertido ser roomies –Un atisbo de sonrisa pudo asomarse en la cansada y preocupada cara de Harry.
La habitación extra estaba lista para ser habitada, así que Harry entró directo y cerró la puerta tras de sí. Lo escuchó bostezar y gruñir un poco mientras él parecía forcejear con el cinturón de su pantalón, y luego el sonido de haber sido tirado al suelo. Casi de inmediato, hubo un ronquido suave. Fue entonces que Ginny se dio cuenta que Harry tal vez lo había perdido todo, no sólo la casa sino también su contenido: su ropa, sus pertenencias, su espacio. Un nudo se formó en su estómago sintiéndose muy mal por él.
Siguiendo su propio consejo, Ginny se fue a dormir a su habitación. Cuando despertó eran las 2 de la tarde y sentía que apenas había dormido sólo un poco. Se obligó a levantarse al recordar todo lo que había sucedido en la madrugada, pero al buscar a Harry, no había presencia de él. Ginny se imaginó que había regresado a Grimmauld Place o al ministerio, así que aprovechó para darse un baño y prepararse un remedio para la resaca que le quedaba de la fiesta de la noche anterior. Cuando Harry regresó, se encontraba aún más angustiado y frustrado.
– No me van a dejar ser parte de la investigación – resopló hundiéndose en el sofá – ¡del ataque a mi propia casa! Aberdeen es un idiota – dijo referiéndose al jefe del cuartel de aurores, aunque Ginny sabía que era algo que no le diría a la cara puesto que Harry le respetaba mucho.
– Tal vez es lo mejor, calabazo
– Pero-
– Pero nada, déjalos hacer el trabajo y nosotros mientras nos ocupamos de establecerte aquí... Vamos, tenemos que ir de compras.
– ¿De compras? – le preguntó confundido frunciendo el ceño
– Necesitas ropa y artículos personales – al ver su cara Ginny pudo entender que Harry no había caído en la cuenta de todo lo que había perdido y que sólo había estado pensando en llegar al fondo de quién y por qué habían atacado su hogar – No te preocupes, lo tengo todo apuntado – le dijo mostrándole una larga lista de papel – Pero necesito que vengas conmigo a probarte la ropa y escoger varias cosas – él solo suspiró, levantándose derrotado.
Pasaron el resto de la tarde recorriendo las tiendas de Oxford Street, decoradas con luces y adornos navideños. Había música y mucho movimiento. Harry se dejó llevar y distraer puesto que lo necesitaba bastante aquel día, y hacía demasiado tiempo, si no es que años, desde la última vez que había estado en el lado turístico-comercial de Londres. Diligentemente, Ginny se dedicó a escogerle conjuntos de ropa que él un poco a regañadientes entraba a probarse. Algunas de las prendas que Ginny le pasaba no tenían sentido alguno y le quedaban ridículas, a pesar de la insistencia de ella de explorar nuevos estilos, así que tuvo que negociar bastante algunas de sus compras. Hubiera cancelado aquella salida de no ser porque en realidad necesitaba hacerse de ropa y porque la mayoría de cosas que ella había escogido para él habían sido de su agrado, incluso cuando no había creído que le quedarían bien. Por ejemplo, él nunca se vestía de negro de pies a cabeza, pero como Ginny le pidió que le mandara fotos frente al espejo del probador, al verse todo en conjunto, le gustó mucho. Lo mismo pasó con una chamarra de cuero negra y unas botas Dr. Martens. Se sentía un poco ridículo, pero a la vez se sentía con mucho estilo. Tal vez debería conseguirse una motocicleta, pensó para sus adentros sintiéndose en su papel. Después de varias tiendas de ropa y varias bolsas de compras, Ginny se dirigió con emoción hacia las tiendas de hogar.
– Siempre he querido venir a una de estas – le dijo extasiada al entrar a Zara Home. Harry sólo pudo sonreír viéndola perderse entre los grupos de gente. Durante un par de años Ginny se había dedicado a ser asistente de su papá en la Oficina Contra el Uso Incorrecto de los Artefactos Muggles y había desarrollado esa fascinación que Arthur Weasley tenía por los muggles y sus objetos, sin embargo Ginny era más diestra en entenderlos que incluso en cuanto aprendió a usar un teléfono móvil se volvió su forma preferida de comunicarse.
Harry la vio con entretenimiento recorrer las estanterías y curiosear objeto tras objeto, evaluando si echarlos a su canasta de compras, diciendo "¡Necesitamos uno de estos!" ante cada cacharro inútil y uno que otro que sí parecía interesante. Al final salieron con decoraciones, plantas y espejos para el departamento, al igual que varios objetos personales para Harry. Su favorita había sido una bata de lino que Ginny había elegido para él ya que no quería que estuviera "con el culo de fuera" por el departamento. Aunque el color era rosa salmón, él confió en sus palabras y que hacía buen contraste con su piel. De cualquier modo lo importante es que estuviera cómodo. Sonrió al salir con todas sus nuevas compras, sintiéndose agradecido por tener un lugar donde refugiarse mientras el asunto de su casa se resolvía. Y por tener a Ginny ayudándolo. Lo que no le había gustado era todo lo que habían gastado, está vez si se habían excedido. Aunque se dijo a sí mismo que era una ocasión especial.
Caminaron al callejón más cercano y Ginny metió todas sus compras a un pequeño bolsito que ella llevaba cruzado, el cual le había regalado Hermione y era idéntico al que su amiga había cargado cuando él, Ron y Hermione habían ido en la búsqueda de horrocruxes.
– Tengo hambre – dijo Ginny de pronto mientras terminaba de meter la última bolsa de papel con sus compras dentro de su bolsito.
– ¿Entonces ya terminamos de comprar? – ella asintió
– Tengo ganas de un hotdog – confesó ella con voz tierna. Harry le sonrió. Sabía que a Ginny le encantaban los hot dogs alemanes de los mercaditos navideños – pero no sé donde – aceptó mordiéndose el labio
Harry lo pensó por un segundo y sin decir más, sólo le dio el brazo a Ginny, que ella tomó y entonces desaparecieron.
Aparecieron en la obscuridad de Hyde Park, donde a ciertos metros se encontraba la feria navideña que se colocaba allí cada año. Ginny lo miró con una sonrisa que se fue ensanchando.
– ¿Winter Wonderland? – él sólo se encogió de hombros. Fue lo primero que se le había ocurrido. – ¡Siempre había querido venir! – Lo tomó de la mano y lo jaló con entusiasmo.
Harry no pudo hacer más que enternecerse con ella y emocionarse a su lado. Juntos comieron un hot dog y luego tomaron chocolate caliente. Caminaron entre la gente, las luces y los adornos navideños. De pronto descubrió a Ginny mirar entre embelesada y curiosa uno de los juegos mecánicos más grandes del lugar en el que tres filas de personas eran expulsadas con fuerza hacia el cielo para luego girar de cabeza y dar incontables vueltas. Ginny los veía gritar sin quitar la vista de la gran estructura de metal en movimiento.
– No creo que papá haya visto uno de estos de cerca...
– ¿Quieres subirte? – Ella titubeó y él aprovechó para provocarla – ¿Te da miedo? –Ginny resopló a modo de respuesta – ¿La jugadora estrella de quidditch le tiene miedo a las alturas?
– ¡Claro que no!
– ¿Entonces?
– No lo entiendo... ¿por qué habrían de subirse a esto?
– Recuerda que los muggles no pueden volar y supongo es lo más cercano a ese sentimiento de adrenalina al estar en el aire.
– No me digas que tú si te has subido a algo así... –él asintió y la dejó boquiabierta – ¡Mentiras! ¿Cuándo?
– Un par de veces cuando era niño. Mis... los Dursley traían a Dudley cada año sin faltar y a veces no había quien me cuidara, así que tenían que traerme muy a la fuerza. Me dejaban subir a sólo uno de los juegos, mientras Dudley podía subirse a todo lo que quisiera... así que yo tenía que ser estratégico y aprovechar mi único pase... – Harry suspiró ante ese recuerdo en el que no había pensado en casi toda su vida– así que terminaba cagado de miedo pero bien dispuesto a subirme al juego más intenso de toda la feria.
– Oh, Harry... – él vio que los ojos de Ginny se habían aguado un poco, quien lo abrazó de pronto, apretándolo con fuerza.
Harry rió divertido.
– No pasa nada...
– Siento mucho que hayas tenido que vivir tu infancia con esos trolls
– ¿Quiere decir que te subirás conmigo al juego? – le preguntó travieso – ¿o tu culo de gallina me va a dejar sin curar mi trauma de la infancia?
Ginny lo soltó empujándolo, pero refunfuñando, accedió. Harry le vio la mirada atemorizada pero decidida mientras hacían fila para subir. Cuando les tocó pasar y sentarse, la vio palidecer aún más de lo que su piel normalmente era. De pronto se sintió un idiota por presionarla, pero era demasiado tarde para arrepentirse. Sólo esperaba que no vomitara lo que habían comido. El juego comenzó de golpe y los disparó hacia el cielo. El grito de Ginny fue perforador, pero se perdió en el aire y entre el griterío de la demás gente. Cuando en el siguiente movimiento estuvieron de cabeza, escuchó las risas de Ginny mezclarse entre sus gritos, que continuaron mientras seguían dando vueltas y sacudidas en el aire. Al bajar, el cabello de Ginny estaba alborotado y sus mejillas muy sonrosadas; ella respiraba agitadamente pero le sonreía abiertamente.
– No sabía que fueras así de gritona
Ginny le golpeó en el brazo, pero sin perder la emoción.
– ¡Eso fue increíble! Es como... es un poco como... volar pero... sin tener control... ¡todo es inesperado!– sus ojos brillaban exhilarantes– ¿vamos de nuevo?
– ¿Hablas en serio? – Ella asintió con la cabeza efusivamente, y entonces no pudo hacer más que seguirla hacia la fila de nuevo sin poder contener una gran sonrisa.
La convivencia con Ginny en su primera semana viviendo juntos había sido, sin sorpresa alguna, fácil y como si las piezas de un rompecabezas encajaran a la perfección. Despertar temprano, bañarse y alistarse para ir a sus respectivos trabajos, y desayunar juntos algo ligero y rápido como un cereal, pan tostado, y una bebida caliente. No había fricciones en la rutina, todo simplemente fluía; como la habitación de Ginny tenía baño propio y Harry usaba el baño que daba a la sala, cada quien podía tomarse su tiempo necesario. Después, al final del día los dos regresaban muy agotados, física y mentalmente, por lo que se hundían en el sofá a ver la tele y platicar mientras comían alguna cena que habían ordenado.
En un dos por tres, el viernes volvió a llegar y el partido de cuartos de final del torneo de quidditch llegó, en el que se enfrentaron al Puddlemere United. Esta vez Harry estuvo en primera fila en el estadio, acompañado de Ron y Hermione. Quedó anonadado por el talento y desempeño de Ginny. Se recriminó a sí mismo al darse cuenta de que ese era el primer partido de las avispas al que iba en persona, puesto que sólo los había estado siguiendo por la radio, y eso cuando podía. Harry la vio volar y maniobrar por los aires mientras sostenía la quaffle, para luego entrar en un baile de idas y venidas aventando la pelota a Valerie y recibiéndola de vuelta, como si tuvieran esa coreografía aprendida a la perfección. Ellas dos eran simplemente fuego en el campo y estaban dejando en ridículo a los del otro equipo. Harry se sentía lleno de orgullo, queriendo gritarle al mundo que esa era su Ginny, cuando de pronto una bludger que nadie vio venir se estampó contra la mejilla de su mejor amiga, volteándole la cara y haciéndola perder el equilibrio, tirándola de su escoba. El corazón de Harry se hizo pequeño mientras los tres gritaban maldiciones y pedían al arbitro marcar una falta, que no fue considerada como tal. Ginny logró maniobrar y caer al suelo con gracia y sin lastimarse. Se levantó en seguida y se montó a la escoba de vuelta, sin embargo después de unos escasos diez minutos tuvo que pedir tiempo fuera a su capitán puesto que su ojo se había hinchado de tal manera que le bloqueaba la vista. Un par de auxiliares de su equipo le untaron una pomada y le hicieron un hechizo sanador.
Afortunadamente no hubo más incidentes de ese tipo. El resto del equipo de las avispas dio un desempeño espectacular. Cuando Derek Wilson atrapó la snitch dorada el puntaje estaba a su favor por casi 200 puntos. Harry vio a Ginny volar hacia Derek para celebrar, junto con el resto de sus compañeros, con un poco de recelo. No recordaba tener la información de que aquel troll con el que Ginny se había encerrado en el baño que ahora él usaba, fuera buscador.
Cuando Ginny se reunió con Harry, Ron y Hermione afuera de los vestidores, su rostro se encontraba aún bastante rosado y sensible, aunque no había moretones. La imagen de aquella bludger tirándola de la escoba le causaba angustia y por un segundo entendió la preocupación de Molly Weasley ante la idea de que su hija jugara ese deporte que podía tornarse bastante agresivo.
– ¡Mi hermanita es una estrella! – chilló Ron abrazándola y cargándola con emoción, haciéndola reír
– Gracias por venir a verme – Hermione también la abrazó y luego Harry
– ¿Así que tienes un fetiche por los buscadores apuestos, eh?
– ¡Cállate! – le gritó preocupada que alguien más de su equipo o entrenadores lo escucharan, y le dio un golpe con su maleta de quidditch – Además esa no es su posición fija, es guardian.
– ¿Cómo?
– El entrenador estuvo experimentando y movió a varios de posición – contestó encogiéndose de hombros mientras caminaban hacia la salida del estadio – Te dije que Valerie es golpeadora y el golpeador que hizo dupla con Marie era guardián...
Escucharon a Ron gruñir con desagrado.
– ¿Qué? – Inquirió Ginny
– Suena a que tu entrenador sólo estaba experimentando.
– ¿Y eso es malo?
– Esperemos que no...
Desafortunadamente para todos los novatos, en el siguiente entrenamiento, el entrenador de las avispas había decidido que a pesar de que su nueva formación le había dado el pase a cuartos de final y luego semifinal, ninguno de ellos sería convocado al partido de semifinal. Tal como Ron lo había adivinado, ya no quería experimentar. Sin quejarse, pero muy decepcionados, Ginny, Marie, Valerie y Derek se quedaron en la banca. Harry, Ron, y muchos de los aficionados de las avispas estaban furiosos por aquella decisión. Todo se agravó cuando el equipo perdió el partido y espectadores y comentadores no dejaban de repetir que tal vez las cosas hubieran sido diferentes de tener a los novatos en el partido, con la formación del juego anterior.
Ginny, sin embargo, a pesar de la decepción, aún sentía la euforia de aquel partido de cuartos de final. Después de todo ese tan sólo era el inicio de su carrera.
Los días pasaron con extrema rapidez. El día a día viviendo con Harry en el mismo departamento se había vuelto más entretenido ahora que la temporada de quidditch había terminado para su equipo y no reanudaría sino hasta finales de Febrero o inicios de Marzo. La otra semifinal estaba por jugarse y la final se llevaría acabo pasando año nuevo. Por un par de meses, Ginny podía descansar después de tan intensa temporada de entrenamiento. Al menos durante la cena de Navidad, no había escatimado en desquitar todo eso que no había podido comer en las semanas anteriores, aunque el siguiente año tuviera que volver a su dieta y ejercicio continuo. Pasaron la cena de Navidad en la Madriguera, como de costumbre. Y como era la tradición, su mamá les había entregado suéteres nuevos a todos los hijos Weasley, a Harry y a Hermione. Ginny había aprovechado aquella tarde que pasaron en Oxford Street para comprarles regalos muggles, que todos agradecieron sorprendidos, en especial su papá a quien le había regalado un masajeador de pies.
Ginny estaba saliendo de bañar y se preparaba para la fiesta de año nuevo que su amiga Marie había organizado. Una vez más, un club en la zona de Soho había sido rentado y aunque Ginny se decía que tenía que controlar su consumo de alcohol, se decía que aquella era una ocasión especial y ¿a quien le mentía? acabaría borrachísima, no le importaba que Harry intentara persuadirla. Sentía que se merecía aquel festejo con sus amigos del equipo. Un par de días antes, había salido de compras con Marie para buscar sus vestidos para la fiesta. Para su sorpresa y un poco de incomodidad, Valerie también iba. Aunque la mayor parte del tiempo, parecía estar por su cuenta y sólo reunirse con ellas de vez en cuando. Ginny y ella apenas intercambiaron palabras. Sólo cuando Marie le había insistido a Ginny probarse un vestido negro, muy pegado y corto, con tirantes delgaditos, que apenas le cubría un poco los muslos y que ella no se sentía convencida de llevarse, ya que era muchísimo más revelador de lo que ella solía usar, fue que Valerie le recomendó combinarlo con medias negras transparentes y un pequeño sueter a juego. Ginny probó el consejo y le gustó, por lo que le agradeció un poco confundida pero sincera, a lo cual la otra pelirroja apenas le dedicó un gesto con la cabeza. Valerie era un completo misterio para ella.
Ginny se puso su atuendo, se maquilló un poco y se onduló levemente el cabello con la varita. Un par de golpes a la puerta le indicaron que Harry ya estaba listo y se estaba desesperando.
– ¡Ya voy! ¡Dos minutos!
Buscó dentro de su alhajero sus nuevos aretes de piedra esmeralda, los cuales habían sido un regalo de Navidad de Harry y se los puso con apuro. Salió corriendo hacia la sala para buscar sus sandalias de tacón en el mueble junto a la puerta de la entrada donde ambos tenían sus pares de zapatos. Vio a Harry mirarla de un lado a otro, sentado en el sofá, leyendo una revista.
– ¡Ya estoy lista! Casi no me tardé...
– Ponte algo con lo que puedas caminar esta vez – Ginny lo miró y él le dedicó una mirada de recelo.
– ¡Oh, no habrá problema esta vez! Marie me enseñó un hechizo para hacer hasta los zapatos más altos, menos incómodos – Apuntó con la varita a sus pies y sintió cómo la incomodidad desparecía.
– Hmm, ya veo... – dijo él aún serio. Ginny rodó los ojos para sí misma, sin entender por qué a Harry le caía mal Marie.
– ¿Seguro que quieres venir a la fiesta señor hipócrita? ¿O prefieres quedarte?
– ¿Y perderme de todas las jugadoras de quidditch que puedo conquistar en una noche? ¿Estás loca?
Ella resopló. Tomó su abrigó y lo apuró con la cabeza. Salieron del edificio y doblaron la esquina hacia un lugar obscuro para desaparecer.
El pequeño club se encontraba en un sótano, bajó un restaurante que a esas horas y en esa fecha estaba cerrado. Naturalmente, el lugar estaba a reventar. Ginny reconoció muchas caras, sorprendida de ver gente de varios equipos de quidditch y se sintió parte de aquel mundo, muy satisfecha. Habían dejado su abrigos en el guardarropa, pero con la cantidad de gente y movimiento en ese reducido espacio, Ginny se acaloró muy pronto. Al quitarse el delgado sueter que llevaba sintió un poco de frescor en los hombros y buena parte de la espalda que iban descubiertos. En seguida Marie llegó y la recibió con un efusivo saludo.
– Te ves espectacular – le dijo y al separarse le guiñó el ojo – ¡Hola, Harry! – y también lo abrazó efusivamente, lo cual Ginny sabía debía haberle molestado, pero él no mostró incomodidad alguna. Sin embargo, en cuanto pudo, Harry escapó de ellas y se perdió entre la gente dejándolas en la barra tras llevarse una cerveza.
Ginny se pidió un mojito, y se dedicó a bailar con sus amigas de las avispas. Valerie igual se encontraba allí, pero como de costumbre el intercambio de palabras era nulo. De todas formas, entre la música y el ruido, no había forma de hacer conversación. Las chicas la estaban tratando de convencer de bailar con Derek, haciéndole miraditas y gestos, pero Ginny sólo renegaba dado que ya había puesto distancia con él tiempo atrás y no quería parecer una indecisa. Y mucho menos, quería arruinar o entorpecer la química del equipo. Pero no podía negar que Derek estaba muy guapo. Tal vez eran los mojitos los que se le estaban subiendo a la cabeza o que últimamente con tanto entrenamiento sentía la necesidad de contacto físico, de algo, lo que fuera... No le ayudaba tampoco llevar aquel vestido que atraía las miradas de los hombres a su alrededor y que la hacían sentir deseada. Sin embargo acababa un poco incómoda e incluso asqueada, porque los chicos que se acercaban a ella, lo hacían de forma desvergonzada, tratando de embarrarse y tocar su cuerpo. A ella no le molestaría tanto, pero como mínimo esperaba que le hicieran la plática o le invitaran un trago primero. Agradecía tener a sus amigas alrededor, porque enseguida entre ellas se protegían y ponían distancia con los tipos más patanes.
A la distancia Ginny pudo ver a Harry en distintas ocasiones con chicas diferentes. Luego, pareció decidirse por una en particular, rubia con un vestido plateado con destellos. Los vio sentados en una de las mesas junto a la pared, intentando platicar por encima del ruido, por lo que tenían que acercar sus cabezas lo suficiente. La siguiente vez que volteó, estaban pegados de la boca y comenzaban a manosearse con disimulo. La voz de Marie la distrajo.
– Tenemos que encontrar pareja de beso para la cuenta regresiva... – gritó mirando su reloj de pulsera
– No lo sé... – admitió insegura
– Vamos, Ginny. Te traeré a Derek... le diré que sólo será un beso de compañeros
– ¡No, Marie! – pero no pudo detenerla
Al voltear a ver a sus demás amigas, todas habían salido en direcciones contrarias para encontrar pareja, excepto a Valerie que la veía divertida.
– ¿Tu no irás por nadie? – le preguntó Ginny envalentonada por los tragos
Ella sólo se sacudió como con hastío.
– No le veo la gracia... – dijo caminando hacia la barra indicándole a Ginny que la siguiera y ella lo hizo – ¿sabes? no tienes que hacerlo si no quieres... podemos sólo brindar desde aquí
Antes de que pudiera contestarle algo, Marie empujaba a un sonrojado Derek hacia donde ella estaba y se llevaba a una Valerie que se veía fastidiada a jalones de brazo.
– ¿Te parece si lo hacemos en plan amistoso? – le dijo él de repente
– ¿Perdón? – soltó sonrojadísima
– ¡El beso! ¡De medianoche! – Aclaró él. Ginny se sintió estúpida aunque él se veía avergonzado, lo que lo hacía ver muy lindo. Ginny se tuvo que morder la lengua para no decírselo en voz alta. ¿Qué pasaría si se dejara llevar? Derek parecía un chico decente y ya habían tenido un inicio entorpecido lo que lo hacía cauteloso. O eso quería creer ella. Los recuerdos de aquella fiesta en su departamento le llegaron de golpe, y se dio cuenta que tal vez Derek era el único chico que la había visto desnuda y que la había besado y acariciado de esa forma. Si tan sólo Harry no hubiera... – ¿Ginny?
– ¿Qué? ¡Ah, sí! Sí... claro el beso...– contestó con torpeza tratando de alejar esos pensamientos de su mente.
Derek la dirigió un poco hacia la masa de gente y comenzaron a bailar. No habían pasado unos escasos cinco minutos, cuando sintió que alguien le tomaba el brazo.
– ¿Ginny Weasley? –Ella volteó y se encontró con una cara familiar que tardó varios segundos en reconocer – Mark... Bagman... – Ginny recordó aquella tarde meses atrás en el callejón diagón intercambiando miradas con aquel desconocido que resultó ser un reclutador de quidditch que trabajaba para ciertos equipos incluidas las arpías de Holyhead.
– ¡Por supuesto, Mark!
Ginny intentó presentar a Derek con Mark, pero el volumen de la música había subido y era tan intenso que no podían entenderse. Ella le hizo a señas a Derek de darle un momento para ir a hablar con Mark a un lugar fuera de la pista de baile. Ginny lo vio asentir decepcionado, pero ella tenía mucha curiosidad de platicar con Mark, sobre todo cuando le sonreía de esa forma. Por Merlín, era una coqueta de lo peor, se recriminó a sí misma. El se inclinó sobre ella acercándose a su oído y le dijo
– Hay un local de kebabs al lado, ¿quieres comer algo?
Ginny lo meditó por un segundo, a la velocidad de la luz. Se sentía decepcionada porque ahora Derek había desaparecido y lo más seguro es que creería que lo había rechazado. Por el otro lado, quería interrogar a Mark y saber qué necesitaba hacer para jugar con las arpías algún día. Fue su estómago dando un rechinido de hambre que la hizo simplemente asentir y seguirlo a la salida. Cuando al subir las escaleras fuera de aquel sótano, Mark le tendió la mano para ayudarla a subir y momentáneamente la tomó de la cintura, fue que Ginny se dio cuenta que no era una coqueta sino que andaba calentona. Tenía urgencias fisiológicas que urgían ser saciadas. Derek, Mark... no importaba mucho quien, cualquier roce con su piel y su cuerpo la hacía sentir quemándose y querer más. Imaginar mucho más.
Mark se ofreció a buscar su abrigo en el guardarropa, mientras ella mandaba dos mensajes de texto, uno para Marie y otro para Harry.
"Comiendo kebab en el local de al lado. Regresaré."
No sabía si a ellos les importaría, pero era más costumbre que otra cosa. Tal vez se temía que Harry fuera a causar otra explosión sólo para seguir defendiendo su virginidad. Se dio cuenta entonces que necesitaba deshacerse de Harry, como si fuera uno más de sus hermanos, para poder desfogar sus necesidades a gusto.
Mark caminó hacia ella cargando su abrigo y se lo colocó sobre los hombros. Ella le dedicó una sonrisa tímida. Mark Bagman no era un jovencillo. El rostro maduro, los destellos de cabello blanco, la voz, y su andar le decían a Ginny que debía tener unos treinta y cinco años masomenos. Pidieron un kebab cada quien y lo comieron mientras Mark le hacía cumplidos por su desempeño en los últimos dos partidos de las avispas y luego le platicaba de los procesos de fichaje de los equipos. Ginny le dijo de su interés en las arpías sin pena o recato. Mark le explicó que necesitaba al menos una temporada como jugadora principal para poder intentar moverse de equipo. Habían estado tan entretenidos platicando que no se dieron cuenta que el reloj había dado la medianoche, hasta que escucharon a la poca gente en el local felicitarse, y a lo lejos, escuchar el sonido de los fuegos artificiales.
– Feliz año nuevo, Ginny. Lo siento si arruiné tu cita...
– No, para nada... Moría de hambre así que esto estuvo bien – Ginny le sonrió con gusto
Se levantaron y al ir saliendo un flujo de personas se movió del club hacia el local de kebabs, una vez que el conteo de medianoche había pasado.
– ¡Ginny!
– ¡Oh, Harry! ¿viste mi mensaje? – el asintió viendo a Mark – Ah, lo siento. Harry, mi amigo. Y Mark, mi... um, él es promotor de quidditch. Trabaja para las arpías y otros equipos. – Ellos se estrecharon la mano cordialmente.
– Debo irme - dijo Mark como sabiéndose fuera de lugar - pero fue un gusto platicar contigo Ginny – ella asintió con una sonrisa tímida
– Muchas gracias por todos los consejos
– No, por nada. De verdad, si das una temporada ejemplar en primavera, seguro hay oportunidad de que el siguiente año en Septiembre puedas estar con las arpías.
– ¡Muchísimas gracias! – le dijo apretando los puños contra su pecho. Mark se despidió y dejó a Ginny brincando emocionada – ¿Escuchaste eso, Harry?
Harry le pasó el brazo sobre los hombros con cariño.
– Feliz año nuevo, Gin.
– ¡Oh, cierto! ¡Feliz año nuevo!
Ginny lo abrazó por el torso y hundió el rostro en su pecho, aspirando su perfume sintiendo el peso de la noche. De pronto al estar envuelta entre los brazos de Harry, Ginny sintió que quería quedarse ahí para siempre, pero él la soltó tras un par de segundos, haciéndola sentir triste de golpe.
-¿te quedaste sin pareja?- preguntó ella cruzándose de brazos para sacudirse el fugaz sentimiento de vacío en el pecho.
– No, sólo vengo a cenar algo.
La gente atiborraba el local y a los demás no les había quedado más que comer de pie en la acera, mientras otros se sentaban en ella. Ginny les imitó mientras Harry ordenaba algo. Luego regresó y se sentó a comer junto a ella, que miraba hacia el horizonte en silencio, mientras se encogía dentro de su abrigo por el frío.
– ¿Qué piensas?
Ella se encogió de hombros, pero igual contestó lo primero que se le vino a la mente.
– Mark dice que por lo general, a mi edad ya debería haber pasado o por varios equipos o al menos tener un año solido de partidos jugados...
– Bueno, pero apenas vas empezando, calabaza
– Justamente, otros empiezan a los 17 o 18... no a los 21
Harry refunfuñó con la boca llena
– ¿Qué sabe ese Mark? Tu eres la mejor sin importar tu edad
Ginny solo rió sin querer contradecirlo. Su teléfono móvil comenzó a sonar. Marie la buscaba. Contestó la llamada.
– No me digas que ya te fuiste Ginny.
– No, aún estoy afuera, en el local cenando
– ¿Vas a quedarte un rato más en la fiesta?
– Um – lo meditó un segundo – sí...creo que estaré un poco más...
– Okay. Valerie quiere fumar, así que vamos para afuera.
– Okay, las espero aquí.
Y entonces colgó.
– Vienen para acá
– Ginny, quería preguntarte...
– ¿Sí?
– ¿Está bien si te dejo? Yo voy a... – señaló con el dedo hacia el club mientras ella asentía casi en automático – Quiero decir... ¿está bien si llevo a alguien al departamento?
– Oh...
– Está bien si te parece raro – se apuró a decir – ¿sabes qué? olvídalo, nos iremos a otro lado
– No, no te preocupes, lleva a a quien quieras
– ¿De verdad? No quiero hacerte sentir incómoda
– ¡Pff, por favor! He visto a mujeres desfilar por tu casa...
Harry rió rodando los ojos.
– Lo sé pero, es diferente... es tu espacio y no quiero invadirlo
– Harry. Te dije que quería que te sintieras como en casa. Ahora es tu espacio también. De verdad, no hay problema de mi parte.
– Okay. Gracias - le dedicó una sonrisa apenada.
Marie llegó a su lado de pronto terminando la conversación entre ellos. Jaló a Ginny de las manos para ayudarla a levantarse de la acera. Ginny se dio cuenta que Marie inclinó de más el escote para que Harry lo viera, pero este hizo lo que pudo para ignorarla.
– ¿Nos vemos después? – le dijo él como con ansia, dedicándole una mirada entre triste y preocupada, como para comprobar que Ginny se encontraba bien.
Ella asintió dedicándole una sonrisa cariñosa. Le revolvió el cabello con una mano y luego le acarició el rostro fugazmente, antes de dejarse llevar por Marie hacia donde Valerie se encontraba fumando, dejando a Harry ahí sentado.
Marie decidió que también quería comer algo así que se fue dejándola con la holandesa. Ginny no tenía ganas de iniciar conversación, así que sólo se recargó contra la pared, envolviéndose en su abrigo y se dedicó a ver a la gente en la acera. Sus ojos inevitablemente se posaron en Harry, quien se encontraba escribiendo algún mensaje en el teléfono móvil. Luego la chica rubia de vestido plateado con la que se había estado besando en el club llegó junto a él, se levantó, caminaron juntos y doblaron la primera esquina a su derecha. Ginny no había apartado la vista de ellos, incluso después de que desaparecieron.
– ¿Cuál es su historia? – dijo de pronto Valerie
– ¿Perdón? – volteó a mirarla para encontrarse una mirada de ojos verdes claros fijamente sobre ella
– Tu y Potter...
– Somos am-
– Amigos, ya lo sé – dijo con un gesto de la mano – ¿pero por qué? – Ginny frunció el ceño contrariada por la pregunta y contrariada por la persona que la preguntaba. Ante su silencio, Valerie le ofreció de su cigarro, el cual sin saber bien por qué ella tomó. Fumó de él un par de veces, inevitablemente pensando en que Harry refunfuñaría al verla. Valerie volvió a hablar, sacándola de sus pensamientos – ¿Ha habido algo más entre ustedes?
Ginny la miró con curiosidad. Por alguna razón no se molestó, como solía pasarle cuando la gente hacía esas preguntas.
– Hace muchísimo tiempo...- confesó sin pensarlo - la verdad es que eramos unos niños... – fumó una vez más del cigarro y se lo devolvió – Al final no funcionó.
– Mmm – Se quedaron en silencio un poco, luego Valerie añadió – Es bueno que hayan mantenido la amistad entonces – Ginny asintió – Aunque...
– ¿Qué?
– ¿Alguna vez...? ¿Han pensado intentarlo de nuevo, ahora que son adultos?
Ginny suspiró meditándolo con honestidad.
– La verdad es que... Harry y yo en ese sentido es algo que... no sé como decirlo... como territorio inexistente. Como algo que simplemente no puede ser. No porque no deba ser, sino porque... no sé... es algo inimaginable...
- Hmmm
-Como cuando en el colegio, en las clases de transformación nos enseñaron que había reglas de ciertas cosas que la magia no puede lograr: no se puede aparecer comida de la nada, no se puede crear vida, y ese tipo de cosas... Así es como nos veo. Simplemente no puede ni existir la idea en mi cabeza. No se puede... No sé si me explico.
– Creo que sí. Aunque... mira, no me mates. De seguro todo el mundo te pregunta esto todo el tiempo y debe ser un fastidio. Es sólo que me da curiosidad porque... - Ginny pensó que de seguro quería pedirle permiso de coquetearle a Harry o salir con él. Pero antes de que pudiera pensar en algo para ahuyentarla de su mejor amigo, Valerie prosiguió - Es sólo que... sé lo que se siente estar en ese lugar, esperando y esperando algo que no va a pasar. Si este no es tu caso, me alegro por ti, porque es una mierda. - aspiró de su cigarro por ultima vez y luego tiró la colilla al piso, para luego apagarla con el pie. Entonces la miró fijamente. - Pero no sé si te das cuenta que hablaste de "no deber" y de "no poder", pero... ¿hay también "no querer"?
Ginny la miró con mucha confusión llenándole el cerebro, intentando entender aquella última pregunta.
Deber, poder, querer...
No debo estar con Harry
No puedo estar con Harry
¿No quiero estar con Harry?
Marie interrumpió su tren de pensamiento, aunque un sentimiento de angustia se le quedó en el pecho. Una vez más se dejó arrastrar por ella y bajaron a seguir bailando. Ginny trató de despejar su mente, pero no pudo sacudirse la plática con Valerie. Un par de horas más tarde, estuvo afuera de su edificio y entraba descalza y a hurtadillas a su departamento, esperando no encontrarse a Harry y a la chica. Pero la sala estaba vacía y el silencio reinaba en el departamento.
Ginny entró a su habitación y se desplomó en su cama sin cambiarse. Estaba exhausta, en cuerpo, emociones y sensaciones. Había sido una noche muy larga. La cabeza le daba vueltas por todo el alcohol ingerido. Comenzaba a alucinar dormitando cuando de pronto un golpe rítmico proveniente de la otra habitación se fue intensificando. Antes de que pudiera formular cualquier pensamiento coherente, de algún modo escuchó muy claramente un gemido de Harry. Era como un gruñido ronco de placer. Algo que nunca antes había escuchado en su vida. Se preguntó si se lo estaba imaginando. Luego, respiraciones agitadas y aquel golpeteo incesante. Algo de pronto se encendió dentro de ella. El cerebro de Ginny la hizo imaginarse debajo de Harry, y de pronto se encontró deseando que aquel sonido rítmico fuera producto de su cama contra la pared, mientras él la embestía produciendo ese gruñido sexy que no dejaba de perforarle los oídos. Todo escaló de cero a cien en un segundo. Ginny imaginó los besos de él sobre su cuello y luego sobre sus pechos. Se imaginó esas manos que conocía tan bien acariciando sus piernas y luego metiéndose entre ellas, llegando a lugares donde Harry nunca se había aventurado antes. Sin pensarlo, Ginny se había alzado el vestido, bajado las medias y metido la mano dentro de las pantaletas. Imaginando, imaginando, imaginando. Delirando. Disfrutando.
Un sólo pensamiento cuerdo apenas se logró colar en su conciencia antes de perderse entre el cansancio, la intoxicación, y el placer: que estaba definitivamente jodida.
Fin de la primera parte.
