[Enero.2024]

Notas de escritura: Como siempre, solo me extiendo y me extiendo más de lo planeado -.-' Peeero, estoy haciendo las pases con eso. Hace la historia más interesante!

Muchas gracias Lluyin337 por el review en el capítulo anterior! La verdad es que me encanta cuando en los fics uno desarrolla empatía por el interés amoroso de Ginny, que en contraste a Harry es, si lo vemos objetivamente, tal vez una mejor opción. Justamente vemos un poco más de eso en este capítulo. Me emociona mucho saber qué opinarás! Me temo que Harry la va a seguir regando todavía un poco más.

Gracias a todes quienes leen! Espero que lo disfruten!


Le prometeré la luna

By Aurum Black

Capítulo 14: Claro que sé perder

Las cosas terminaron mal. Algo que comenzó como una inocente celebración entre amigos, terminó con Harry llevando a una Ginny herida, casi desmayándose, a San Mungo, con una cortada sangrante en la frente que le preocupaba horrores a Harry, aún cuando los sanadores le habían dicho que no era grave. Ciertamente no era el peor de sus problemas. Ginny se encontraba en una cama en una habitación compartida. Aunque sólo había una persona más en el cuarto, que se encontraba igual de dormida que Ginny, Harry había corrido las cortinas encerrándose dentro junto a la cama de la pelirroja. Se sentó junto a ella.

Estaba jodido.

Observó la respiración tranquila de su amiga y la ligera cicatriz que poco a poco iba desvaneciéndose de la piel de su frente. Tanto Ginny como Harry tenían un hilo mágico conectándose a su brazo que les estaba drenando la intoxicación en la sangre. Aún no sabía cómo iba a explicarle todo aquello a los Weasley. Ron iba a cortarle las pelotas.

Los recuerdos llegaban a su mente en pequeños flashbacks. Habían salido de su oficina y del ministerio de magia para dirigirse a un callejón mágico que intersectaba al callejón Knocturn, lleno de pequeñas tabernas que hacía mucho no visitaban. Hicieron el característico tour, tomando un par de tragos en cada lugar, para luego moverse al siguiente. Un par de horas después, entre risas y pláticas interminables acerca de todo y de nada, ambos se encontraban muy relajados y felices. Y ebrios.

No recordaba muy bien el orden de los bares, ni el orden de sus pláticas. Pero recordaba perfectamente haber entrado al último lugar y sentir una vibra diferente. El lugar le había recordado a Cabeza de Puerco en Hogsmeade. Por alguna razón su cerebro le trajo el recuerdo de una Ginny de catorce años viéndolo con ilusión cuando tuvieron la primera reunión del cuartel de Dumbledore lo que se sentía como una vida entera atrás.

Al llegar al pequeño bar, les ofrecieron un par de shots de whiskey de fuego, que ambos absorbieron como si fueran agua. Lo siguiente que supieron fue que estaban sentados en una barra al fondo del lugar, con una botella entera que iba reduciéndose poco a poco.

–¿Shot o reto?–le dijo una Ginny traviesa

–No tenemos quince años Ginny –dijo él rodando los ojos riendo, sabiendo muy bien que a los quince años era un ñoño que apenas había probado un sorbo de alcohol

–¿Shot o verdad?

–Shot

Harry se sirvió un poco de líquido en el pequeño vaso de vidrio y lo tomó de inmediato.

–¿Verdad o verdad? –insistió Ginny

–¿Tengo otra opción?

Ginny negó con la cabeza pero riendo

–¿Qué opinas de Derek?

–Shot...

–Vamos, Harry...

–¿Qué quieres que te diga?

–¿Lo odias?

Harry rió divertido.

–Claro que no.

Ginny bajó la cabeza y se quedó viendo el whiskey en su vaso.

–Hey –le dijo interrumpiéndola y tomándole la mano –Si lo odiara ya estaría mil metros lejos de ti

–¿Disculpa? –dijo Ginny con falsa indignación

–Que no dejaría ni siquiera que te mirara, si creyera que no es digno de ti

Aunque Ginny ya se encontraba muy acalorada por los tragos, pudo notar que se sonrojaba.

–¡Qué cursi, Harry Potter! –soltó con un suspiro

–¡Es en serio! Nunca dejaría que algo malo le pasara a mi persona favorita.

El Harry del presente se maldijo a sí mismo por aquel comentario de su yo borracho de horas atrás. Porque era Derek quien estaba a punto de cortarle las pelotas a él en cuanto entrara a esa habitación en San Mungo. Harry no quiso llamarle a nadie más de los Weasley, y por la situación, creyó que Derek era el más adecuado para cuidar a Ginny y ayudarlo a resolver todo ese lío. Tal vez se sintió más confiado de Derek por la revelación que Ginny le hizo en algún punto de su borrachera.

–Tengo una verdad que confesarte –le había dicho ella con cara de haber cometido un crimen grave.

–¿A quién asesinaste? – le dijo él en broma, pero sabiendo que estaría dispuesto a ayudarla a deshacerse de cualquier cadáver que Ginny tuviera en el clóset.

Ginny jugó con su pequeño vaso de vidrio. Respiró profundo, se recargó en la barra y lo miró a los ojos.

–Aún soy virgen, Harry –le dijo en un susurro. Harry no pudo articular palabra. No tenía sentido. Ginny no podía... La miró muy confundido, esperando que aquello fuera una broma pero ella se veía muy seria. Harry balbuceó intentando preguntarle ¿cómo diablos? pero seguía incapacitado de hablar entre el alcohol y el shock

–Pero... pero tu... me dijiste – balbuceó recordando poco a poco

–Yo... te mentí porque... –se tomó la cabeza y cerró los ojos –ni siquiera recuerdo por qué te mentí...

–¿Pero cómo?– fue lo único que pudo preguntar

–No lo sé, Harry. ¡No es que no lo haya intentado! – soltó con frustración– Créeme que lo he intentado más de una vez, pero... –se encogió de hombros

–¿Pero qué?

–El momento perfecto nunca llega...

–Pero Derek y tu...

Ella negó con la cabeza.

–Derek sabe que soy... que nunca lo he hecho... –comenzó a balbucear con rapidez, claramente azorada –yo no le dije... Marie le dijo...

–¿Marie?

–Sí pero eso no importa –dijo ella haciendo un gesto con la mano –Lo que importa es que Derek me está dando mi espacio, y tiempo y todo eso... hasta que yo quiera... tu sabes, hacerlo...

–Gin, ¿por qué me cuentas esto?

Ella evitaba verlo a los ojos.

–Porque Marie sigue ignorándome y no tengo con quien hablar de esto...

–¿Osea que no quieres hacerlo con él?

–¡Sí quiero! Sólo que no sé... él se reserva demasiado conmigo y no sé cómo... hacer que pase... –Harry se quedó en silencio intentando asimilar todo aquello. Quería enfocarse en lo que su amiga le decía, en la desesperación que escuchaba en su voz, en su angustia, en su necesidad de recibir un consejo sincero. Pero él sólo podía pensar en todas las veces que se había tocado pensando en ella, diciéndose que no había problema ahora que ella tenía una vida sexual activa. Se sintió como la mierda. –Siento que Derek me va a dejar en cualquier momento...

–Si te deja por esa razón, entonces no vale la pena

–No –lo interrumpió de inmediato –no es la falta de sexo, sino que estamos como... estancados. No quiero que piense que no lo quiero enserio. Yo sé que él quiere dar el siguiente paso y yo claro que quiero también, pero no se cómo... si tan sólo Marie-

–Hey hey, no necesitas a Marie y sus consejos idiotas. –Ginny le dedicó una mirada que él ignoró –Mira –Harry suspiró sin poder creer lo que estaba a punto de decir –Sólo habla con él. – Ginny sacudió la cabeza –Dile que estás lista. No necesitas más.

–Pero

–Créeme. Él sólo está esperando una señal tuya.

Ginny le sonrió a modo de agradecimiento, aunque aun podía ver la duda en su mirada.

–¿Por qué me mentiste, Gin? –soltó sin poder contenerse

–¿Eh?

–Me contaste toda esa historia de que te acostaste con alguien hace meses...

Ginny negó con la cabeza, sirviéndose más whiskey.

–Shot –dijo ella a modo de respuesta

–¿Verdad o verdad?

–No puedo decirte –dijo ella con decisión y se tomó el shot de un movimiento.

Ahí viéndola descansar inconsciente en aquella cama en San Mungo, Harry seguía sorprendido por la tenacidad de Ginny al no querer explicarle por qué le había mentido. Harry intentaba comprender, pero lo único que se le ocurría era que seguramente había sido idea de Marie. Recordaba incluso que Marie le había hecho un comentario a Harry de que Derek y Ginny se la pasaban cogiendo. Y que incluso esa vez que Ginny no llegó a dormir y fue a buscarla al departamento de Marie, ella le dijo explícitamente que había pasado la noche con Derek. Con cada pensamiento se convencía más de aquella teoría suya que sólo le hizo despreciar a Marie aún más.

La cortina se corrió de pronto con brusquedad, dejando ver a un Derek muy preocupado. De inmediato se inclinó hacia Ginny y le acarició la mejilla.

–¿Qué mierda pasó? –le espetó volteando a verlo en voz baja pero con visible furia contenida

Harry suspiró. Se merecía aquel enojo. O peor.

–Fuimos a celebrar que... –recordó que sólo él sabía lo de la audición para entrar a las arpías de Holyhead. No quería hacer enojar más a Derek haciéndolo sentir menos importante – Sólo... fuimos a tomar un par de tragos al callejón Shelby y acabamos en un bar en el que probablemente nos dieron whiskey de fuego adulterado. Apenas están haciendo el análisis de nuestra sangre – dijo señalando los brazos de ambos – Nos empezamos a sentir mal y... – Harry pestañeó intentando recordar aunque en su memoria todo era un poco borroso y distante. Intentaba descifrar la voz de Ginny en sus recuerdos, pero no lograba entender lo que ella le decía – Ginny resbaló y se golpeó en la frente. Sólo en ese momento me di cuenta que aquel lugar tenía algo raro –Derek bufó como impaciente por maldecirlo.

Harry se ahorró los detalles de cómo había entrado en pánico al darse cuenta que el bar no tenía los debidos permisos y regulaciones del ministerio por ningún lado, los cuales comúnmente aparecían visibles en la entrada o alguna pared. Tampoco le dijo cómo la adrenalina lo había empujado a la consciencia, tratando de encontrar una chimenea ya que no podía arriesgarse a desaparecerse con Ginny en el estado en que ambos estaban. Sólo le dijo brevemente que al final, habían llegado a San Mungo y los habían atendido con rapidez.

– Yo... –dijo Harry conteniendo su preocupación –Necesito que hables con los sanadores –miró fijamente a Derek –No estoy seguro si esto va a ser un problema para ella –dijo señalándose el brazo de Ginny con aquel hilo mágico destellando

–Claro que va a serlo –espetó Derek furioso.

–Por favor, sólo ve a la estación de sanadores. Yo no supe qué preguntarles o qué pedirles para que... esto no sea grave...

Derek lo vió como con odio. Y sin decirle más, salió de la habitación. Harry estaba impaciente esperándolo, casi contando los minutos. La mayor preocupación de Harry era que Ginny y todos en su equipo tenían que hacer pruebas toxicológicas cada cierto tiempo para comprobar que no usaban sustancias ilegales para mejorar su rendimiento en el quidditch. Como Ginny no estaba consciente en esos momentos porque la habían sedado, Harry no supo responder las preguntas de los sanadores, ni supo pedir la información necesaria para estar seguro de que Ginny no había ingerido ninguna sustancia prohibida por la asociación de quidditch en aquel whiskey adulterado. Harry se juró a sí mismo que iba hacer que el ministerio cerrara aquel bar.

Intentaba no pensar más, pero los recuerdos volvían.

–¿Reto o reto? –le había preguntado una Ginny que arrastraba las palabras muy risueña.

–Dispara

–Bésame

–Eres un pequeño demonio, Ginny Weasley–murmuró apartando la vista de ella

–¿Eso es un no?

–Sabes que no puedo –Harry cerró los ojos y se tomó la cabeza con una mano. Todo empezaba a darle vueltas.

–Sólo un beso de amigos –insistió ella inclinándose hacia él.

Harry exhaló sintiendo náuseas. Volteó a verla. Sus ojos obscuros brillaban ilusionados. Su piel blanca reflejaba las luces bajas del lugar. Era tan hermosa. Pero no podía decírselo. Ginny no sabría nunca lo perfecta y divina que Harry la encontraba. Y sin embargo, la mano de Harry se movió hacia el rostro de Ginny como si él no tuviera control alguno. Con el pulgar, rozó el labio inferior de Ginny.

–No puedo arriesgarme a perderte –le susurró, sintiendo un dolor punzante en la cabeza, que le hizo apartar la mano de inmediato y cerrar los ojos.

Se tocó la sien que palpitaba como si fuera a explotarle. Su propio rostro estaba ardiendo como en fiebre. Comenzó a escuchar un zumbido que aislaba el sonido de aquel lugar, incluyendo la voz de Ginny. La escuchaba como muy distante, como en un sueño. Ella lo llamaba por su nombre una y otra vez. Harry intentaba respirar, pero sentía que algo le quemaba la garganta y las vías respiratorias.

De pronto sintió un golpe muy intenso en el brazo. El grito salió de su propia boca sin que pudiera controlarlo. Sus oídos se destaparon.

–¿En serio me estás ignorando cuando te estoy confesando mis sentimientos?

Otro golpe de Ginny casi lo hace perder el balance. Apenas volteó hacia ella y sólo pudo encontrar su rostro enfurecido. Lo siguiente pasó en un par de segundos pero su cerebro lo procesó como en cámara lenta. Ginny trató de bajar del banco alto en el que estaba sentada, pero resbaló y su frente se impactó en la barra frente a ella. Apenas se pudo sostener en pie. Harry la vió quejarse de dolor y llevarse un par de dedos a una herida que le atravesaba la frente casi de lado a lado y que comenzó a sangrar de inmediato. Harry se puso de pie como acto reflejo y la miró preocupado.

–Mierda, mierda, mierda... –susurró horrorizado al ver el rostro de Ginny llenarse de sangre.

Sin pensarlo, arrancó un pedazo de tela de su propia playera y lo usó para cubrir la herida de Ginny, presionándola con fuerza con una mano mientras sostenía la parte de atrás de su cabeza con la otra mano.

–Harry, ¿escuchaste lo que te dije?

–¿Eh?

–Hace un momento... ¿me escuchaste?

–Deja de moverte, Ginny –le suplicó intentando contenerla, no pensando en nada más que no fuera llevarla a San Mungo de inmediato.

Harry no dejaba de suspirar mirando a su mejor amiga que yacía inconsciente junto a él, mientras esperaba el regreso de Derek. No podía comprender a Ginny. O tal vez no quería hacerlo... Por un lado le había pedido consejos para acostarse con su novio, y luego le había pedido que la besara. No pudo contenerse de mirar sus labios rosados, intentando recordar cómo se sentían, pero habían pasado más de cinco años desde la última vez que se habían besado. Ni siquiera recordaba cuando había sido su último beso. De cualquier modo no importaba. Eso había sucedido tanto tiempo atrás, cuando eran personas diferentes. Harry le acarició la mano que yacía a su costado. Tocó la pulsera que él mismo le había regalado. Las palabras que él le había dicho años atrás estaban memorizadas en su cerebro como un mantra que se repetía a si mismo una y otra vez: "Significan una promesa de que pase lo que pase nunca más volveremos a separarnos y de que siempre seremos amigos".

Al final, resultó que las sustancias que ambos habían ingerido no ponían en riesgo la carrera de Ginny. Harry no recordaba sentirse así de aliviado en mucho tiempo. Sin embargo, Derek no desaprovechó la ocasión para ponerlo en su lugar, lo cual él mismo sentía merecer. No quiso ni siquiera defenderse de las acusaciones con las que no estaba de acuerdo por completo. Simplemente se quedó allí, en un pasillo vacío, recibiendo insulto tras insulto. Impasible mientras Derek le decía que aunque no podía hacer que Ginny dejara de ser su amiga, no iba a permitir que continuara siendo tan mala influencia para ella. Que tenía una carrera entera por delante, que su salud y condición física eran importantes, que Ginny quería dejar de beber pero que Harry se lo impedía. Que Harry era un alcohólico. Que Harry no apreciaba su propia salud. Que Harry no se preocupaba por Ginny. Que aunque Ginny lo negara, él sabía que Harry tenía sentimientos por ella y que si alguna vez intentaba sobrepasarse con ella, si alguna vez intentaba quitársela, Derek no dudaría en partirle la cara.

Harry casi se encontró deseando que Derek le hubiera pegado en ese momento, en lugar de dejarlo ahí parado ahogado en la culpa, la resaca y los recuerdos.


Lo siguiente que Harry supo fue que los meses se habían esfumado. Su cumpleaños se aproximaba y en lugar de estar emocionado como en años anteriores, sólo podía pensar en el paso del tiempo y en el hecho de que Ginny y Derek llevaban juntos casi cinco meses. Y eso sólo si contaba el tiempo oficial, puesto que habían comenzado a salir y tener historia juntos meses atrás. Se hartó de él más pronto de lo esperado. O tal vez es que no había anticipado que permanecería por tanto tiempo en el mapa de sus vidas.

Harry pronto notó que para él, la idea de Derek habría sido, idealmente, algo pasajero. Uno más de los noviazgos fallidos de Ginny, algo que acabaría tan pronto como comenzaba. Pero no podía haber estado más equivocado, era de hecho todo lo contrario. La relación de Ginny y Derek estaba más estable con el paso de los días. Él parecía el hombre perfecto para ella, su carácter relajado y sensato complementaba la efusividad e intensidad de Ginny. Ambos se entendían muy bien, en tantos aspectos, tanto en el quidditch como fuera de. La familia Weasley lo adoraba. Y él... él no podía hacer más que aceptarlo aunque a regañadientes, guardándose el recelo para sí mismo.

Lo único que lo detenía de entrometerse o de intentar buscarle algo malo a su relación, era ver que Derek la cuidaba casi con adoración y sobre todo que la hacía feliz. Que la hacía sonreír como nadie más, tal vez sólo como él mismo podía. Harry podía darse cuenta que en realidad Derek la quería sinceramente, y no tenía el valor para quitarle eso a Ginny.

Después de aquel accidentado día en que habían acabado en San Mungo, habían celebrado todos juntos con los Weasley en la madriguera la noticia de que Ginny había sido invitada a audicionar para las arpías. Aunque había sido Derek quien le había ayudado a entrenar y prepararse para su audición, Harry cargaba como trofeo en su pecho el recuerdo de que Ginny había pensado en él antes que en nadie más cuando recibió su invitación. No habían hablado mucho de todo lo acontecido en aquella borrachera imprevista, y ni siquiera le habían contado a nadie más. Muy apenas ambos recordaban ciertos momentos. Simplemente lo habían dejado pasar.

Inesperadamente para Ginny, pero tal vez no para Harry, Marie le dejó de hablar a Ginny por completo en cuanto supo lo de su audición con las arpías de Holyhead. Una tarde en que Derek y Ginny estaban juntos cenando en el departamento mientras Harry veía la televisión, escuchó a Derek hablar de Marie y contarles lo que se decía en el equipo de las avispas ante las noticias. Derek se enteró que Valerie también había sido invitada a audicionar para las arpías, pero no Marie o nadie más en su equipo. Ginny estaba triste puesto que realmente estimaba a Marie. Derek le dijo que su amiga seguramente estaba celosa y se sentía menospreciada.

A finales de junio, Ginny había audicionado para las arpías. Ella se sentía muy confiada de su desempeño, y aunque no quería ilusionarse mucho, todos a su alrededor tenían buenos presentimientos. Ginny les había dicho que Valerie había audicionado también, eligiendo el puesto de cazadora. A Ginny le atormentaba un poco que fueran a elegir a su compañera de equipo y no a ella, a pesar de que durante la audición habían jugado juntas y echo una muy buena dupla, como en las avispas. La relación entre Ginny y Valerie era casi inexistente ahora que Marie se había alejado. Harry sólo esperaba que eligieran a Ginny y no Valerie. No sabía si existía la probabilidad de que las eligieran a las dos juntas, pero sí sabía que iba a ser un golpe muy fuerte en el ego de su mejor amiga si seleccionaban a Valerie.

Harry intentaba pensar que aunque Ginny no lograra entrar a las arpías en esa ocasión, era sólo cuestión de tiempo, ya que estaba dando una temporada increíble. Las avispas habían estado en los primeros lugares de la liga toda la temporada y estaban por jugar la semifinal; su popularidad había crecido enormemente en ese tiempo. No sólo por su popularidad con Derek como la pareja del momento, pero por su destreza y agilidad como cazadora.

Se alegraba mucho porque las cosas tomaran su cauce para Ginny. Nadie se merecía esa felicidad y tranquilidad más que ella. Incluso si aquello incluía a Derek... Hermione y Ron no dejaban de molestarlo acerca de los celos que él debería estar sintiendo por ver a Ginny con Derek. Y no se iba a mentir a sí mismo, claro que a veces se sentía así. Pero por alguna razón, tal vez negación como le decían sus amigos, o por la revelación que le había hecho Ginny en aquel bar, sentía que esa relación no era tan seria o tan íntima como podría serlo. No quería ser muy entrometido, pero sentía que Derek y Ginny seguían sin tener relaciones. Frente a él y a los demás, eran como novios de colegio. Las caricias y los besos que intercambiaban eran muy aptos para niños. Incluso cuando pasaban la noche en el mismo departamento que Harry, él nunca escuchaba nada. O cogían en completo silencio o simplemente no cogían. A Harry le causaba cierto consuelo pensar en la segunda alternativa. Y aquello lo mantenía con cierta esperanza. Tal vez, sus días juntos estaban contados.


Eran casi las tres de la mañana y otra vez estaba muy borracho. Su cumpleaños era la siguiente semana, pero Harry sólo quería detener el tiempo. Regresarlo. Deshacerlo.

Entre sus dedos sostenía un papel arrugado con un número de teléfono garabateado. No sabía muy bien por qué lo había guardado. Era como si las palabras de aquella mujer hubieran quedado grabadas en el papel: "Cuando quieras hablar de lo que en el fondo sientes por Ginny, y no tengas con quien, llámame"...

No quería llamarle. En verdad no quería. Pero necesitaba desahogarse. Ya no podía aguantarse y contener sus sentimientos. Y no tenía con quién sincerarse. Ron y Hermione se iban a burlar de él en primer lugar, luego decirle que se merecía todo aquello. Y tal vez merecía la burla y las consecuencias, pero en esos momentos sólo necesitaba algo de comprensión sin juicio. No estaba del todo seguro si Marie podría ofrecerle aquello, pero Harry estaba borracho y herido, confundido y desesperado, y eso lo volvía un estúpido. Más que de costumbre.

Le mandó un mensaje corto.

"Estoy en las tres rosas. ¿Podemos hablar?"

Esperaba que fuera lo suficiente casual.

"Soy Harry"

Mientras más escribía, más se arrepentía.

"Harry Potter"

Los minutos pasaron y no tuvo respuesta. Se sintió aliviado. Tal vez era el universo deteniéndolo de cometer estupideces. Tal vez sí acabaría yendo con Ron y sincerándose con él. Tal vez hasta podría ponerlo de su lado. Conspirar contra el maldito de Derek y evitar que se robara a su Ginny...

El corazón le dolió. Los recuerdos le llenaron la cabeza...

Un par de horas atrás se encontraba en su habitación, estudiando un expediente de su siguiente misión para el cuartel de aurores, cuando casi a la media noche se levantó a la cocina por un vaso de agua.

Su caminar silencioso no advirtió de su presencia. La sala del departamento se encontraba a oscuras, aunque la televisión encendida alumbraba un poco el lugar. Derek y Ginny habían estado viendo una película y ahora los créditos rodaban mientras una canción instrumental sonaba de fondo. Harry pensó que se les había olvidado apagar la tele, así que se acercó para apagarla.

Pero apenas al dar un paso hacia la sala, escuchó ruidos y movimientos en el sofá. Un sonido muy familiar de besos y suspiros ahogados. Su primer instinto fue congelarse, el segundo fue esconderse detrás del muro que daba a la cocina. Por un segundo pensó qué hacer, indeciso entre regresar a su habitación o pasar rápido y en silencio a la cocina por su vaso de agua. Cuando iba dando el primer paso de regreso a su recámara, fue que escuchó un susurro..

—No... Derek, espera... no—Harry se puso en alerta de inmediato al escuchar a Ginny. Pero sólo hubo más sonidos de besos a modo de respuesta —Aquí no...

—No dijiste eso la vez pasada que lo hicimos en este mismo sofá

—Ya sé, pero-

—Y en la cocina... y en el baño... y en la mesa del comedor

—¡Porque estábamos solos! –dijo ella con una risa nerviosa y divertida

—No puedo esperar más a que te vayas a vivir conmigo

—Ya te dije que necesito hablar con Harry primero, pero no quiero hacerlo antes de-

—Antes de su cumpleaños, ya sé...

Derek suspiró como resignado.

—Hey, mírame, sabes que estoy muy emocionada por nuestros planes...

—Sólo no quiero que la noticia salga de la nada para tu familia.

—Derek...

—Es que dijimos que en cuanto acabe la temporada y ya sólo quedan dos partidos... siento que sería mejor si les das suficiente tiempo a todos para que lo asimilen. –Hubo un silencio que sólo fue interrumpido por el sonido de besos suaves –No quiero que tu familia me odie...

—¿De qué hablas? ¡Te adoran! Eres lo que todos, no sólo yo, siempre soñamos. —Ginny rió con una ternura que le rompió a Harry el corazón.

Sintió de pronto un vació en su pecho. No supo cómo, pero regreso a su habitación en máximo silencio. Sintió pánico. Terror. Era como si le hubieran dicho que el final del mundo estaba por llegar y necesitaba esconderse bajo tierra. Ni siquiera se molestó en tomar una chaqueta. Sólo se colocó los zapatos como pudo y luego desapareció para irse a su bar de siempre. Sabía que aquella noche necesitaba tomarse todo el whisky del mundo.

Horas después, y una botella y media de whisky después, se encontraba escribiéndole aquel mensaje de texto a Marie. Sabía que no debería de hacerlo, pero igual lo hizo. Sabía que era como traicionar a Ginny puesto que eran amigas, pero igual lo hizo. Luego pensó que como Marie le había dejado de hablar, igual ya no se podían considerar amigas. De algún modo supo que aquello lo hacía todo peor.

Harry suspiró. De cualquier forma Marie no le contestó su mensaje. Seguramente se encontraba durmiendo a esa hora de la madrugada. Además, no sabía qué iba a decirle. No sabía cuál era el propósito de aquel encuentro. Harry sentía que quería desahogarse con alguien, pero Marie no sabía lo que él sentía por Ginny, aunque pretendiera que sí. Y él no iba a ser vulnerable ante ella y abrirle su corazón. No cuando sentía en el fondo que no podía confiar en ella.

Sabía que en cualquier momento el bar iba a cerrar y le pedirían que se fuera, pero no tenía a dónde ir. No quería regresar al departamento. Sentía que quería irse muy lejos y no volver. Sentía que ya no quería volver a ver a Ginny nunca más, y al mismo tiempo sentía que necesitaba decirle, rogarle, suplicarle que no lo abandonara. Pedirle que le diera una oportunidad más. Que al menos lo dejara besarla, aunque fuera como amigos nada más. En su borrachera, Harry comenzó a reír. Le parecía graciocísimo que todo el mundo le advirtió de aquel momento, del día en que Ginny por fin se hartara de esperarlo y se fuera con alguien más, dejándolo solo. Siempre supo que los demás tenían razón, pero no se imaginó que se iba a sentir como una mierda cuando el día llegara en serio. No se imaginó que iba a sentir que le habían arrancado el corazón y ahora llevaba un vacío en el pecho. La verdad era que desde que Harry terminó con ella para irse a buscar los horrocruxes, siempre tuvo esa imagen en su mente de Ginny casándose con un desconocido. Pero ahora que la imagen se materializaba con el rostro de Derek y que sentía tenía fecha cercana, Harry sintió ganas de morirse. Finalmente, estaba perdiendo a Ginny, y no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo.

—No sabía si tu mensaje había sido una broma —dijo Marie parada de pronto junto a él —¿Estás llorando? —Harry se limpió el rostro avergonzado, arrepentido de haberla contactado. —¿Querías hablar conmigo?

—No quiero hablar —gruñó él

—Okay...

—Están por cerrar el bar de todas formas.

—Conozco un lugar cerca de aquí...

Harry se levantó y sin saber por qué, simplemente la siguió.


Ginny estaba preocupada por Harry. Llevaba dos días desaparecido, sin responder sus mensajes ni sus llamadas. No entendía cómo es que nadie más compartía su preocupación. Todos parecían estar acostumbrados a aquel comportamiento de su mejor amigo, pero no ella. Harry siempre le decía a dónde iba o qué planeaba hacer, pero nunca se desaparecía de esa forma. Le preocupaba muchísimo que Harry hubiera acabado en un bar de mala muerte, como les había pasado a ellos cuando terminaron intoxicados por un whiskey adulterado. Ron le había dicho que seguramente estaba ocupado con trabajo, Hermione había respondido que lo más seguro es que andaba de putas, lo que había hecho respingar a su hermano. Ginny estaría de acuerdo, de no ser por que incluso cuando tenía citas o andaba de calenturiento, Harry le avisaba a Ginny, o al menos lo mencionaba de pasada. Se dio cuenta que tal vez esta vez no pudo mencionarlo porque ahora Ginny se la pasaba con Derek. Se convenció a sí misma de que tal vez Harry no encontró el momento adecuado o el momento a solas con ella para contarle. Ginny tuvo que decirse a sí misma que estaba exagerando. Harry era un adulto y mientras no hubiera malas noticias acerca de él, lo más seguro es que andaba por ahí divirtiéndose, como de costumbre. Por si las dudas, lo había buscado en San Mungo, sin éxito. George le dijo que seguramente a Harry le estaba pegando una crisis de edad, ya que su cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina, y por eso se había ido de fiesta extrema. Ginny trató de convencerse que así era.

Ginny estaba muy preocupada en general. Estaba aterrada porque tenía que hablar con Harry y no sabía qué reacción esperar. Las cosas entre Derek y ella se estaban moviendo a velocidades inimaginables, lo cual le daba un poco de miedo, pero a la vez le hacía mucha ilusión. Aún temía que algo malo iba a suceder y arruinaría aquella burbuja. Simplemente no podía creer que las cosas fueran tan bien entre ellos. Contra todo pronóstico que ella tenía, Derek la había enamorado. Ginny había encontrado en él un refugio, una nueva oportunidad. Con Harry las cosas se habían vuelto muy inciertas al inicio, causándole dolor y confusión; luego, todo había parecido volver a la normalidad, siendo amigos y sólo eso. Con Derek había encontrado estabilidad y un puerto seguro. Ginny sabía que su corazón estaba seguro en sus manos. Ella confió en él y se entregó por completo, en todos lo sentidos. Ginny sólo se atrevió a dar el gran paso de tener sexo con Derek, hasta que estuvo convencida de que lo quería en serio. Y él fue muy paciente y comprensivo. Incluso Harry la ayudó a dar ese paso. Tal vez la primera vez no fue particularmente espectacular, pero fue dulce y delicada. Con práctica, Ginny comenzó a disfrutar más y dejarse llevar por el deseo. Con el paso del tiempo se fueron entendiendo más y más. Explorándose, conociéndose. Aparte de en la intimidad, Derek era perfecto. Reían juntos, bailaban juntos, compartían sus hobbies juntos. Simplemente, Derek la hacía muy feliz.

En esos meses juntos, Derek le había curado el corazón roto sin que se hubiera dado cuenta. Sus brazos siempre estaban ahí para ella, sobre todo cuando recién comenzaron a salir y la sombra de Harry aún caía sobre ella. Pero Harry fue muy claro en poner su distancia y a ella no le quedó más que seguir con su vida. Agradecía que Derek había estado ahí para tomarla de la mano a través de aquel duelo que Ginny creía había superado años atrás cuando era una adolescente, pero que la había arrasado por completo nuevamente. Se preguntaba si algún día superaría del todo a Harry Potter, y sabía que lo más seguro era que no. Harry sólo seguiría siendo para ella su amor platónico, inalcanzable e irrealizable. Para siempre imposible. Ahora sabía que imaginar esa imposibilidad de estar con él, de que él la quisiera como pareja, simplemente le traería dolor, por lo que era mejor sólo pensar en él como su mejor amigo. Porque incluso cuando estuvo dispuesta a perder la vergüenza e intentar confesarle sus sentimientos, por una cosa o por otra las cosas nunca fluían, y Harry simplemente dejaba pasar la ocasión, casi evadiéndola. Harry nunca la vería como algo más que su hermanita, su mejor amiga, su persona favorita. Nada más que eso.

Estando con Derek se dio cuenta que tenía que comenzar a desplazar un poco a Harry, si es que quería tener una relación real con alguien. Tenía que darle su lugar a Derek por sobre a Harry, aunque a veces prefiriera la presencia de su amigo. Dejó, por ejemplo, que Derek fuera el único que la ayudó a entrenar para su audición de quidditch con las arpías de Holyhead, y fue Derek quien la acompañó a su sesión de fotos para el calendario de la revista Quidditch Times, aunque había sido Harry quien la había convencido de participar. De algún modo Ginny sabía bien dónde no debía herir el ego de Derek, si es que quería que el no tuviera problemas con su amistad con Harry. Derek le había hecho muchas preguntas al inicio de su relación, especialmente dado que Harry había soltado el primer golpe aquella vez en el cumpleaños de George meses atrás. Ginny fue lo más sincera que pudo, obviamente sin revelar lo que en el fondo sentía por él. Le dijo que Harry era su persona favorita, su mejor amigo, su confidente, su compañero de aventuras, pero también quien le sacaba canas verdes. Y Derek simplemente lo aceptó, como un extraño hermano más y a la vez como un amigo muy cercano. Derek nunca cuestionó su presencia ni la relación entre ellos. Tal vez sabía que no había forma de competir con él. A la vez, sabía que le reconfortaba ver a Harry saliendo con mil mujeres, una tras otra, y no mostrar interés alguno en ella.

Y ahora, de forma casi inesperada, Ginny tenía que decirle a Harry que se iba. Que la relación con Derek era más seria de lo que incluso ella había anticipado. Pero que había tomado esa decisión con mucha ilusión, y era momento de dar el siguiente paso hacia la adultez.