—¡¿Como demonios se mata esa mierda?!—exclamó un desafortunado hombre que no dejaba de detonar su arma de fuego en contra de aquel par de individuos que no paraban de derribar todo a su paso.

Escritorios, papeles de oficina, botes de basura, balas, personas armadas, un perro, impresoras, computadoras, todo se encontraba siendo expulsado por aquel par de máquinas de matar que solamente tenían un objetivo.

Cumplir la misión.

Honestamente en ese momento yo no sabía que hacer, solamente era el chófer de una celebridad Hollywoodense que se había labrado una excelente carrera como actor al ser nominado a los Óscar el año pasado.

Un simple mortal de clase media, cuyas ambiciones no pasaban de conseguir alguna linda chica con la cual casarme y ya no sentirme tan solo, si lo se, un clásico hombre carente de afecto femenino que en vez de atraer mujeres con palabras románticas pasadas de modas solamente las espanta.

No tenía ningún talento más que conducir, era muy bueno en eso, no por nada termine siendo el chófer de alguien famoso, aunque no dejaba de preguntarme como había llegado a este punto de mi vida, ya saben, un día estas trabajando como un ciudadano normal de clase media y al otro estas envuelto en una complicada conspiración que involucra una organización criminal salida de alguna película del gran 007.

¿Que otra cosa podía hacer? Solamente estaba comiendo donas escuchando Saturday Night's mientras contemplaba como mis extravagantes compañeros de viaje producían destrozos para rescatar a mi amigo, aunque no sabría decir en qué punto Terry Bootts, o Albus Potter —como lo llamaba el fornido hombre de lentes— me consideraba su amigo, no era que habláramos mucho, en realidad solo escuchaba sus continuas quejas durante todos los días que le transportaba de los Estudios de Warner Bros a su casa o del Estudio al hotel con un par de modelos o de su habitual lugar de trabajo a algún club nocturno.

Pude ver una explosión ocurrida en el segundo piso de aquella empresa fantasma que lavaba dinero y suspire mientras veía a un puñado de hombres armados caer al suelo de manera estrepitosa frente al precario escarabajo azul que me encontraba conduciendo, dios como extrañaba conducir mi limosina, intente ignorar la sangre salpicada en la puerta del vehículo y me comi mi dona de chocolate disfrutando de la gran interpretación de Elton John.

Me habían pasado tantas cosas raras estos últimos días que prácticamente ya me había acostumbrado a la sangre, no obstante, lo correcto, al menos para el lector que esta leyendo esto, lo mejor sería empezar por el principio.

Habitualmente nos decimos que cosas como los duendes, los vampiros o los magos no existen, sin embargo, son reales, tan reales como la dona que estaba comiendo en este momento, inspirándome a escribir aquella rara historia que me ha ocurrido a mi.

Debo decir que pese a mis dolores de cabeza y mi dudosa estabilidad emocional, estas desventuras que estoy a punto de relatar, han sido para mí una calida bienvenida a la literatura, creo que he encontrado un particular gusto en querer retratar en base a testimonios y anécdotas de las personas que en aquel viaje conocí, lo más fidedigno posible, empezando por aquel evento que tomó parte dos meses antes de que yo interviniera directamente en esta complicada relación disfuncional de padre e hijo.

Como Jefe de las Fuerzas Especiales Magicas Britanicas—coloquialmente conocidas como Aurores— Harry Potter se encontraba sentado en una blanca mesa redonda del Blues Ochird, uno de los restaurantes más caros del mundo mágico, o bueno, de la Gran Bretaña Magica.

Sus acompañantes, a parte de su esposa, obviamente no podían ser otros que Ron Weasley, Hermione Granger, Draco Malfoy y su esposa Astoria, evidentemente el señor Malfoy había pagado la reservación, en cuanto al motivo la razón o circunstancia del por que aquel hombre se había tomado el tiempo para hacer tal cosa era algo que nos será explicado en breve.

—N-N-e-ecesito su a-a-yuda—tartamudeo Draco.

Las enemistades surgen desde lo más lógico a lo más irracional, la enemistad de Draco Malfoy y Harry Potter podría describirse de ambas maneras, uno pensaría que podrían haber sido amigos en otras circunstancias, otro pensaría que eso no tiene sentido y por añadidura los llevaría a tener una acalorada discusión entre la persona que defendería al rubio y la que evidentemente lo detesta o al menos piensa que su melancólica y dura crianza no justifica su altanera personalidad.

En lo que a mi respecta, no puedo emitir un juicio claro ya que no conoci al Señor Malfoy en su faceta más oscura y desagradable.

Para Harry Potter; el niño que vivió, el elegido, el cerdo para el matadero según el Profesor Snape, el último horrocrux y la pieza más fundamental para Albus Dumbledore en su ardua cruzada para derrotar al Señor Tenebroso, escuchar aquellas palabras de parte de su ex enemigo/rival de la escuela, fue como si le dijeran que Voldemort hubiera besado con la más cándida ternura a un elfo doméstico.

—Disculpa la molestia pero creo haber oído mal ¿Podrías repetirlo por favor Malfoy?.

—¡Ron!

—Necesito que lo repita Hermione, necesito escucharlo de nuevo.

Hermione rodo los ojos con irritación, Draco por otra parte estaba ligeramente molesto, ya se había tragado bastante su orgullo y no planeaba decirlo una segunda vez, no obstante, esta cuestión era difícil de abordar para el.

—Lo que mi esposo intenta decir es que se encuentra en un...digamos...dilema.

—¿Dilema?—cuestionó Harry arqueando la ceja con ligera curiosidad, si bien esto no era nada nuevo para el, no entendía el motivo del por que Ron y Hermione tambien habían sido invitados a comer, ese fue el primer indicio que tuvo de que algo estaba ocurriendo.

Para aclarar un par de puntos digamos que Harry Potter y Draco Malfoy antes de aquella fatidica reunión se habían visto antes, la razón, un violento incidente ocurrido en Hogwarts durante el periodo escolar en el que sus hijos estuvieron involucrados, el cual terminó con la detención de tres magos oscuros, castigos fuertes para varios estudiantes, un profesor muerto y la expulsión de Albus Severus Potter.

Harry estaba perdido devanandose los sesos en que había hecho mal, en que falló al educar a su hijo, Draco por otra parte no dejaba de pensar en el riesgo que había corrido su pequeño hijo.

Un simple encuentro en las Tres Escobas, ambos solo deseaban un trago para evitar los problemas y pensar en la relación disfuncional con sus hijos, se emborracharon, se insultaron, se pelearon, luego hablaron de sus problemas y se fueron a la casa de los gritos con dos camareras.

Después de aquella libertina noche, ambos dejaron sus diferencias de lado bajo el juramento de que lo que pasa en Hogsmeade, se queda en Hogsmeade, dicho esto, de vez en cuando se mandaban cartas a escondidas contándose sus problemas, el primero por que no quería que Ron se enojase con el, el segundo por que era demasiado orgulloso como para decirle a su esposa que ahora se carteaba con Harry Potter.

Si Draco estaba rompiendo ligeramente ese pacto secreto que tenían era por que algo malo se estaba cocinando a fuego lento y necesitaba ser detenido.

—Como bien sabes Potter—dijo Draco tomando aire antes de continuar—Mi padre...va a salir de prisión.

—Lo se, pero por que de...

—Ay dios estás preocupado por Scorpius y Rose—interrumpió Hermione tremendamente asustada.

Draco asintió confirmando las sospechas de la castaña.

Ron y Harry tardaron mucho en comprender lo que aquel par estaba sospechando desde hace varios días, sin embargo, había algo que ambos desconocían, algo que no habían notado en su aguda perspicacia mental que en algún universo alterno, los hubiera unido como marido y mujer, o al menos eso dicen las fans del Dramione.

—¿A que se refieren?—pregunto Ron algo molesto por quedarse atrás en la conversación, aunque también se debía a la relación entre su hija y el hijo de Malfoy, muy en el fondo aprobaba la relación, sin embargo, prefería suicidarse a admitirlo, por lo que usaba su máscara de padre sobreprotector como un escudo para ocultar su noble corazón griffindor.

Antes de que pudieran decir algo, en medio de aquel restaurante, los duendes que tocaban música en el fondo de aquel escenario montado con grande elegancia dejaron de tocar mientras un apuesto muchacho de lacios cabellos rubios y verdosos ojos esmeralda subía al escenario.

Hermione había recibido preguntas por parte de Scorpius por medio de cartas, Draco había hablado con su hijo días atrás cuando este estaba algo inseguro y necesitaba de un buen consejo paternal.

La cuestión del matrimonio, aunque no había sido precisamente explícita, les hizo sospechar, por lo que ambos simplemente estaban esperando que el anuncio o la propuesta se llevara a cabo en los próximos días, lo que no tuvieron en cuenta, fue que Scorpius elegiría el mismo lugar y el mismo día que Draco para hablar sobre el tema, por lo que grande fue la sorpresa de los adultos de verlo con la sonrisa más encantadora del mundo a punto de entonar una canción.

Ron se enojó, buscando con fiera mirada a su hija, Hermione se tensó, Astoria y Ginny se emocionaron, Draco reflejo angustia pura, Harry, bueno Harry no sabía que carajos estaba pasando así que solamente empezó a comer, no sabía que otra cosa hacer.

Scorpius Malfoy y Rose Weasley empezaron su relación en cuarto año, más concretamente una semana después de la expulsión de Albus del Colegio de Magia y Hechiceria.

Ambos excelentes estudiantes con buenos TIMOS, EXTASIS que no tenían nada que envidiarle a sus padres, una graduación que recibieron con honores y una pasión por la música que solamente los unió más, componiendo, haciendo covers de algunas viejas canciones Muggles, interpretando éxitos de algunas bandas mágicas, etc.

Habían pasado solamente tres años después de su graduación y ya habían formado un grupo, hecho contrato con una disquera y lanzado su primer álbum apenas seis meses atrás, esta demás decir que la Abuela Molly Wealey se hizo presidente del Club de Fans.

Ron por otra parte odiaba esas canciones, o almenos fingía odiarlas ya que le gustaba escucharlas, sin embargo; eso sería poco varonil a ojos de sus compañeros de trabajo por lo que solamente las oía cuando creía que estaba solo, aunque su esposa, si que lo sabía, solamente le seguía la corriente para no hacerlo sentir mal y que se avergonzara en el ministerio.

—Damas y caballeros, lamento interrumpir su agradable velada—empezó a decir Scorpius con el micrófono en mano—Pero hoy es un día muy especial y quiero dedicarle esta canción a la persona que más quiero en el mundo.

—Avisenme cuando termine de cantar—dijo Ron poniendo una mueca de asco llevandose las manos a las orejas para evitar escuchar.

Harry miró a Draco en busca de respuestas pero solamente recibió una expresión de completo miedo y desconcierto ya que su hijo estaba aquí, Astoria, Hermione y Ginny solamente emitiendo un simple awww que lindo, ya saben, mujeres.

En una de las mesas, sentada luciendo un hermoso vestido de color rojo, Rose Weasley se encontraba completamente sonrojada al recibir casi toda la atención del lugar.

Es por ti que veo ríos donde solo hay asfalto, Es por ti que hay océanos, donde solo había charcos.

Dando una media vuelta Scorpius extendio su mano derecha en dirección a su novia mientras sonreía absolutamente encantado de verla, invitándola a levantarse de la mesa para que se uniera a él.

Es por ti, que soy un dueende complice del vientooo

—Que se escapa de maadrugada—canto Rose que se levantaba de su asiento para ir al encuentro de su pareja.

Para colarsee...

—Por tu ventana—completo Rose tomando la mano de Scorpius dejando que este la envolviera entre sus brazos mientras empezaban a bailar antes de separarse ligeramente para seguir cantando.

Es por ti que no hay cadenas si sigo el ritmo de tus caderas.

Es por ti que rozó la locura, cuando navego por tu cintura.

Ambos cantaron sacando varios silbidos de los comensales que disfrutaban del espectáculo, algo diferente a la rutina diaria de comer en aquel restaurante no le les venía mal.

Es por ti que soy un duende cómplice del vientoo

Que se escapa de madrugada, que se escapa de madrugada, que se escapa de madrugada...

Cantaron dando ambos dando media vuelta antes de acercarse más.

Por tu ventana.

Finalizaron uniéndo sus labios en un cándido beso de amor que culminó en un mar de aplausos.

Al abrir los ojos, Rose Weasley, sintió algo en su mano, en ese momento, en ese instante; Scorpius Malfoy se puso de rodillas frente a todo el restaurante mientras abría la cajita que había puesto en la mano de su novia.

—Rose Jean Weasley para mí seria un gran honor y la más absoluta de las alegrías compartir mi vida contigo, mi amada toda de primavera ¿Aceptarias...casarte conmigo?

Rose se abalanzó sobre el rubio haciendo que ambos cayeran al suelo mientras le decía que si entre lágrimas de dulce felicidad.

Draco Malfoy se sintió orgulloso de su hijo, Hermione lloró, Ron parecía molesto pero no dijo nada, secretamente estaba satisfecho, Ginny y Astoria quedaron enternecidas, para Harry Potter que prácticamente se alegraba por los más jóvenes ignoraba por completo que su sufrimiento estaba a punto de comenzar