Hola, paso por aquí dejándoles un nuevo capítulo de esta dramática historia. Tengan paciencia, se desarrollará lentamente pero prometo que valdrá la pena. Dejen sus comentarios y opiniones sobre la historia.

¿Qué les parece el dilema de Emma?

La oscuridad ha desatado deseos perversos en ella. ◉_◉ Mmmm


Capítulo 3

" Mi corazón no puede acostumbrarse al dolor de amarte."

Generalmente, lograba controlar cómo la presencia de Regina trastoca las acciones de mi sistema nervioso. Ser la Oscura me enfrentaba a profundos secretos, deseos perversos que me hacen contener la respiración. Verla dormir a unos cuantos pasos enciende mis instintos más salvajes. "Si la quieres, tómala". Los demonios mueren mi debilidad con sus dientes resplandecientes. Quiero tocarla. La imagen de la extensión de su espalda me golpea las retinas.

—Maldita bruja —me lamento en voz baja—. ¿Qué me estás haciendo?

Tendría que haber arrancado con la daga el pedazo de carne que cuelga entre mis piernas, pero Regina no me ha dado respiro. Nuestra discusión terminó solo cuando ella quiso que así fuera. Luego se fue al pequeño catre y, antes de darme la espalda, lanzó una última amenaza.

Juro que te haré pagar tus estupideces con azotes.

¿Cómo voy a dormir si sus últimas palabras hicieron que mi cuerpo reaccionara de una forma inesperada? Una visión salvaje me golpea. Se me hace agua la boca al imaginarla como una perversa dominatriz cabalgándome mientras se la meto toda en ese coño mojado. Juro por Dios que esta mujer me arrastra hacia el infierno, porque hoy no puedo conformarme solo con mirarla. Sería tan fácil tenderme a su lado, besar la piel de su cuello y frotar mi doloroso deseo contra su trasero redondo. En cambio, me abrazó con fuerza las costillas hasta que la presión me asfixia. Respira hondo y cálmate. No olvides que te odia.

Me esfuerzo por mantener la compostura, aunque las ansias de meterme entre sus piernas y saborearla me superan. Clavó los ojos en la curva de su espalda hasta llegar a su trasero, deseando clavarle algo más que los dientes. Mi piel se calienta mientras mis ojos se pierden en su imagen. La punta de mi lengua se asoma entre mis labios, y sucede algo extraño: es como si la calidez de su piel me rozara la boca. Rápidamente, los músculos de mi rostro se acalambran.

—¡Emma! —el jadeo sale de su boca y mi cuerpo responde a su llamado.

Instintivamente salto de mi catre mordiéndome los labios, porque estoy segura de que he sentido en mi boca el calor de su piel y el sabor de su perfume.

¿Qué demonios ha sido eso?

De repente ella queda sentada y rápidamente dejó caer mi peso sobre el colchón sin ninguna gracia, escondiendo la nueva reacción de mi cuerpo apretada en mis pantalones. La oscuridad, el deseo y la lujuria me hacen inspirar con fuerza.

—Pero ¿qué? —susurra mientras sus mejillas bronceadas se sonrojan.

Me quedo de piedra al ver su mirada oscura sobre mí. Por otro lado, estoy aterrorizada porque lo que experimenté se sintió como si nuestros cuerpos hubieran estado en contacto. La duda de que Regina también lo hubiera sentido me asedia. El corazón me tarde a mil por hora mientras la forma en que me mira envía una terrible sacudida a mi entrepierna.

—Usted trama algo —su voz sale más grave de lo normal.

El agujero que se me hace en la boca del estómago casi no me deja hablar.

—Nunca debiste buscarme —bramo, molesta por las cosas obscenas que irrumpen en mi mente con su cercanía.

—Eso no es algo que usted decidió.

La irritación me atraviesa; Cierro los puños sobre mis muslos. Jamás podrá escapar de la locura que experimento si ella permanece rondándome.

—Tienes que irte.

—Quiero estar aquí.

Me muerdo la lengua para no revelarle que también quiero que esté aquí, pero por diferentes razones, como empotrarla contra la pared y hacerla gemir. Quiero tocar a Regina. Fallarla y comerle todo el cuerpo hasta sacarme el tóxico deseo que tengo por ella.

Se ha ido por un vaso de agua a la mesa; mis ojos la siguen y su postura rígida me dice que algo pasa por su cabeza. No debo mirar así a la madre de Henry. Ni tampoco debe importarme las cosas que le preocupan; permanecer lejos debe ser mi único objetivo.

—Aléjate de mí o no respondo de mis actos —digo con voz ronca por el deseo.

—Escápate y no respondo de los míos.

Debí cree en su amenaza. Hui lejos de la cabaña y de Regina. Nuevamente fui una idiota al pensar que podría escapar de ella. Al parecer, andar tras de mí se ha vuelto su hobby favorito. Un día ha bastado para darme. Y aquí está, irradiando soberbia mientras crece su sonrisa de satisfacción al encontrarme.

" Puedes esconderte de los demás; pero de mí nunca, tu magia jamás te permitirá escapar. Dejas un rastro de estupidez que huuelo a kilómetros."

Fue lo primero que me escupió a la cara. La observé atentamente mientras permanecía de pie en medio de la habitación. El asunto es que la barrera le preocupa, y yo no estoy para pasarme otra media hora tratando de convencerla de que tengo todo bajo control.

—Ellos no pueden entrar —murmuro molesta, dejándome caer sobre el sillón aterciopelado sin importarme mucho la mueca de rabia en sus labios.

—Querida, no he olvidado que mi castillo tiene un hechizo protector; Sin embargo, para el tiempo en que lo hice no pensé que tendría que protegerme del mago más poderoso de todos los reinos.

—¿Teme de él? —reclino el mentón sobre mi puño, mirándola con demasiada atención.

—Temo lo que quiera hacer con usted.

Aprieto la empuñadura de la daga mientras contempla a Regina. Me muero por saber las cosas que pasan por su cabeza; Realmente, lo único que me deja ver es la frialdad en su mirada, un abismo que me absorbe sin poder resistirme a él.

—Ya deje de parecer que le importo, no es necesario —reconozco que estoy siendo brusca, pero un impulso incontrolable por tocarla me vuelve una criatura salvaje. Qué jodida estoy. Sin importarme los deseos que tengo, me urge ser una cabrona; de ese modo puedo quitarme las ansias de sentir sus piernas rodeando mis caderas.

—Emma, ya sabes con eso.

Me costaba entender mi actitud. No podía rendirme ante la parte maligna que desea gozar el placer de tomar a la reina. El deseo perverso por Regina crece día con día y el hormigueo entre mis piernas me lo recuerda; Tenía que resistir. No pienses en su vestido, aleja ese escote de tu cabeza. Me doy cientos de patas internas para distraer mis ideas y que el maldito presente que me dejó esa bruja verde no haga acto de presencia.

—Quiero que algo quede claro: no he solicitado los cuidados de nadie.

Dios, debajo de la piel mi sangre arde. La situación es ridícula y desastrosa. Un atisbo de sonrojo me calienta las mejillas al recordar cómo desperté a medianoche para encontrarme con aquella cosa tiesa entre mis piernas; Pensé que me había liberado de él, pero no, mi suerte no podía ser tanta. Si ser una maldita perra era la única manera de lograr que permaneciera oculta, pues lo haría.

Mi tono despectivo la tomó por sorpresa. Es notable que algo está pasando con ella, incluso por momentos parece más sensible y vulnerable. ¡Joder! ¿A qué juega la maldita bruja?

—Cuando deje de comportarse como una adolescente que continuamente quiere fugarse, podrá creer en sus palabras —cruza los brazos sobre su pecho. Me irrita que haga ese gesto porque la he visto hacerlo con Henry. Ella me ve como una cría, y eso no deja de cabrearme—. Mientras tanto, tenía protección en su refugio y Zelena pudo hacerle daño; Eso, querida, es suficiente razón para preocuparme.

—Solo porque yo lo quise —Regina me observa como si no pudiera creer mis palabras.

—Usted... tú —me señala furiosa.

—Yo ¿qué? Adelante, dilo —me levanto del sofá igual de furiosa que ella—. ¿Piensas que la vi cerca de la cabaña y encontré mi oportunidad para descargarme con ella?

-¿What? —la vena de su frente hace acto de presencia; es una clara señal de que estoy agotando su paciencia—. Solo estaba por decir que fuiste una idiota si caíste en alguna de sus mentiras —susurra con rabia, mientras camina de un lado a otro en la enorme estancia—. ¿Cuándo dejará de ser tan imbécil?

Por un momento me quedo viéndola con ganas de castigarla, meter mi mano bajo su falda y hacerla pagar por insultarme. Me muerdo ligeramente el labio para alejar la palabra sexo de mi cabeza. Soy como una adolescente cachonda enamorada de su profesora sexy.

—Estás equivocada —el repicar de sus botas se detiene, y me mira directamente.

—¿En cuál de mis puntos? —enarca una ceja de esa manera tan exclusiva de ella.

—Lo que tenía que decir no era ninguna mentira —susurro, mordiéndome suavemente los labios.

— ¿Qué puede ser tan importante como para que se ponga en riesgo? —sus ojos me miran con atención. Estoy segura de que es la manera en la que le gusta tenerme: minimizada con una sola de sus miradas.

Le doy la espalda, caminando hacia el ventanal desde donde puedo admirar un espectacular jardín. Puedo apostar que algún hechizo lo conserva al igual que el resto del castillo; no hay rastros de haber sido abandonado por más de veintiocho años. Después de unos tres minutos de espera, ella vuelve a la carga.

—Estoy esperando una respuesta, Swan —murmura impaciente a mi espalda.

—Quizás no hay nada que contar —contesto, todavía de espaldas a ella.

—¿Así nada más crees que se cierra la conversación? —giro y el encuentro con la mirada exasperada. Yo se la devuelvo fácilmente.

—Ella entró y punto —digo con una ligera sonrisa—. Mi estupidez ha quedado confirmada.

—¿En serio? ¿Tu respuesta más sensata es esa?

—No estoy bromeando.

Permanezco sumergido en un mutismo transitorio. Recordar lo sucedido me pulveriza por dentro y eso Regina no lo sabe; Desconoce que quisiera con toda mi fuerza poder olvidar lo que ocurrió en la cabaña. De alguna manera tengo que superarlo. Recorro con la punta de los dedos la empuñadura de la daga hasta la hoja afilada, apreciando su textura, palpando cada letra.

—Confieso que me cuesta soportar la actitud que tienes —mete las manos en los bolsillos de su chaqueta; Supongo que para no lanzarme una bola de fuego—. Prometiste que estarías a salvo. Solo me doy la vuelta y te escapadas. ¿Hasta cuándo tengo que aguantar tu comportamiento infantil?

—¡Ella iba a matarte! —grito sin ninguna sutileza, volcando mis pupilas en ella. El nudo en mi estómago crece y hace que me siento enferma.

—Siempre ha sido su intención —es todo lo que responde.

Aprieto con rabia la empuñadura de la daga.

¿Por qué siempre tiene que dejarme como una incompetente?

Sacudo mi cabeza y trato de regresar a la calma.

—Dijo que había descubierto la manera de causarte mucho dolor —respondo con firmeza, apartando la mirada para camuflar mi rostro con algo de indiferencia. No lo logro; solo tengo una débil expresión de niña herida—. Pero tienes razón, soy una estúpida. Nada sale como espero, mucho menos cuando se trata de usted.

—Emma —su voz baja unos decibeles y el pecho se me calienta al instante.

—Ya déjalo.

Cierro los ojos. No quiero verla ni escucharla; en estos segundos, en mi mente, solo tengo presentes las imágenes del encuentro con su hermana. Mi cuerpo tiembla al recordar los minutos de constante tensión. Pese a que busco la manera de apartar mis turbulentos pensamientos, la voz de Zelena, al igual que su tacto, me causa náusea. La manera en que fui engañada por esa bruja me revuelve las tripas. Regina tiene razón: mi estupidez fue demasiado grande.

Al abrir los ojos, me encuentro con sus pupilas oscuras a un par de centímetros de mi rostro, haciendo que dé un salto por el susto.

—Siento haberte gritado.

Estaba lista para darle batalla, pero su aliento tocó mis fosas nasales y es todo lo que necesito para que mi creciente deseo despierte. El aroma que desprende activa mis papilas gustativas y rápidamente mi boca se inunda de saliva. El corazón se traslada justo a mi entrepierna; cada palpitación me provoca un exquisito torrente en las partes blandas que no sé dominar.

Espera, espera, ¿Estoy así de mal? ,me muerdo los labios con fiereza como distracción.

No pretendo poner a prueba cuánto puedo controlar esta maldita cosa que tiene vida propia. Con gran esfuerzo vuelvo a alejarme. Necesito distancia.

—No se preocupe, Majestad. He reforzado la barrera; Incluso Merlín pasará mucho trabajo para cruzarla.

—Yo pude pasar.

Ni siquiera contengo una burlona carcajada al escucharla. Frunce el ceño, sorprendida por mi reacción.

—Majestad, mis barreras contra usted no funcionan nunca —en realidad no quise pronunciar las palabras en alto.

Su mirada centella y yo esquivo sus pupilas como si me hubiera atrapado haciendo algo vergonzoso. Otra vez contengo la respiración, preocupada de que, únicamente con una mirada, mis escabrosos deseos sean evidentes.

—Este es su castillo, ¿Por qué iba a prohibirle la entrada?

—¿Por qué? —se le tensa nuevamente la mandíbula. Hay tanta gravedad en su rostro que me asusta.

-¿What? —repito sin lograr entender.

—¿Por qué refugiarse en mi castillo? —la pregunta me toma por sorpresa.

Nuestros ojos se vuelven a encontrar. Regina se acerca al metro restante; al parecer, invadir mi espacio personal se ha vuelto otra de sus nuevas manías. De repente, su mirada se tornó cálida y fue todo lo que mi corazón necesitó para quedar como mantequilla puesta en el horno a 280 grados. A duras penas puedo respirar; Simplemente me afecta demasiado su cercanía, su presencia, su aroma. Es que no entiende que tengo mil demonios y un detalle que controlar.

Dios debería crear una ley que le prohíba mirar de esa manera. Ella, por completo, es como un golpe intenso a mi resistencia. Muy a mi pesar, prefiero nuestras discusiones, donde está furiosa y hace todo lo posible por ridiculizarme; Eso es lo normal, es lo que forma parte de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, esta Regina cálida y amable es algo que me asusta. Contra esta mujer no tengo defensas.

Por una vez desde que la conozco, siento que le importo. Mi valiente plan de ser una cabrona con ella aparentemente se vuelve contra mí.

—No lo sé —musito.

—¿Por qué, Emma?

Su voz suave me envuelve. Lucho por apartar la mirada, pero no puedo; mis ojos están anclados a los suyos. Era consciente de que permanecer en esa habitación se estaba volviendo muy peligroso. No podía continuar allí cuando su manera de mirarme era tan distinta a cualquier otro día.

Realmente no tenía ganas de probar mi resistencia ante su inquietante proximidad. Pero antes de volver a poner distancia, su mano aferra mi muñeca. Exhalo sin poder alejar el revoloteo de mi estómago. Es evidente que ella hace conmigo lo que le plazca.

Si supiera lo que me está haciendo...

Cuando su persuasivo dedo rosa mi barbilla para que la mire directamente, mis pies se aflojan y mi corazón inquieto pide más de su contacto.

—Quizás... —suspiro abatida.

—Quizás? —me incita a continuar en tono delicado.

Puede parecer una tontería, pero poco a poco su delicadeza me atrapa. Bajo la vista a sus labios y tengo la suerte de que se curvan en una tímida sonrisa.

Ampárame, Señor, y dame fortaleza para ser inmune a este precioso monstruo.

—Era el único lugar donde me sentía segura —digo como una niña excusándose.

Concentro mi atención en cada uno de sus gestos. Puedo quedarme mirándola para siempre, pero bajo ninguna circunstancia ella tiene que saberlo. Regina inclina levemente la cabeza; Parece como si quisiera hurgar en mis más oscuros secretos. Me inquieta pensar que pueda leerme tan fácilmente. Ya no hay dudas de que sea capaz de hacer lo que se propone.

—Me alegra escuchar eso —dice rompiendo el silencio. Extiende la mano para acariciar mi mejilla. Para mi sorpresa, se sonroja, algo que muy pocas veces la había visto hacer en mi presencia—. Espero que esa seguridad sea suficiente para retenerte aquí.

La calidez con la que me toca no dura demasiado porque se aparta y su expresión vuelve a ser dura. Observa cómo se aleja hacia la puerta con ese caminar tan sensual y refinado que tanto me perturbaba.

—¡Regina! —murmuro justo cuando su mano está sobre el pomo.

Entrecierra los ojos mientras me observa caminar hacia ella.

—Quiero que la tengas.

Da un respingo cuando le ofrezco la daga. La miro ansiosa, esperando que la tome, pero ella retrocede, pegando la espalda a la puerta.

—Desconozco el motivo que tiene Arturo para venir en busca de la daga. Algo dentro de mí dice que no es nada bueno —replica, apartando la vista del objeto para clavarla en mí.

Presiento que se avecina un nuevo problema.

—Con más razón debes tenerla —insisto cortésmente,

—Estoy convencida de que está mejor con su dueña —apartó mi mano y nuevamente me ofrece el arma.

—Su dueña puede perder la cabeza en cualquier momento —aun con todas las excusas que pudiera presentar, no estoy dispuesta a estar frente a las personas que amo sin ningún tipo de control—. Temo el terrible desenlace —suspiro audiblemente.

—Confío en usted, Emma. Sé que luchará con la oscuridad —nunca antes había escuchado su voz tan profunda y nostálgica. La veo apartar un oscuro mechón de su frente, y sus dedos tiemblan. ¡Está nervioso! ¿Pero qué demonios ocurren en su cabeza? Me revientan los sesos por saberlo.

—Sospecho que algo más te preocupa —murmuro de repente.

Esta vez soy yo quien busca el contacto, pero Regina simplemente pasa de mí, escapando por uno de los costados y poniendo distancia.

—Algo tan importante no puede ser tomado a la ligera, Swan —responde, cruzándose de brazos y enfurruñada.

Cuando pensaba que esto no podía ponerse peor, ella nuevamente se cierra dentro de sus murallas. ¿Cómo puedo ser lo suficientemente capaz de hacerle entender que hay algo en mi cuerpo que no me pertenece y que continuamente me está merodeando para empujarme hacia la oscuridad? Soy un peligro andante. No puedo arriesgarme a perder el control; si llegara a ocurrir, ella es la única persona en quien confío para frenarme.

—Por favor, Regina —con lentitud me aproximo, temiendo ponerla a la defensiva. A pesar de su resistencia, tomo con delicadeza su mano. La siento temblar—. Te lo suplico, si te importo aunque sea un poco, tómala —dejo la daga entre sus dedos, disfrutando el contacto de nuestra piel.

— ¿Eres consciente de que me estás dando el arma que puede aniquilarte? —su voz es débil.

Si supiera que ella me aniquila sin saberlo cada día.

—Recuerdo claramente que te ofreciste para ser mi salvadora —por mucho que quiera mantener la fiesta en paz, picarla me sale natural.

—Esto no es una broma, Swan —murmura con un tono de voz peligroso.

—No estoy bromeando —imito su postura—. Solo espero que esta vez sí puedas mantener una promesa —la ferocidad con la que me mira, en otros tiempos me hubiera acobardado.

—Nunca te prometí nada —puedo verme reflejada en su iris oscuro, flameante de rabia.

—Confío que ahora sí lo hagas —me voy hacia una esquina mientras mis brazos cruzados sobre mi pecho actúan como un escudo que aplaca mis inexplicables nervios—. No es por mí que me preocupa; Temo lo que pueda suceder si esa arma cae en manos equivocadas. Por eso quiero… te exijo que me prometes que pase lo que pase, nunca entregarás esa daga. Sabes lo riesgoso que puede ser que alguien más pueda controlarme. Solo tú, Regina Mills, tendrás ese poder sobre mí.

Continuará…


Nos leemos en el próximo capítulo⏳ :) Besos 😘

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Imágenes y música creadas especialmente para el Fic.

Hevy_lara