Disclaimer: Todo lo que puedan reconocer, lamentablemente no es mío (sería rica o pasarían cosas muy diferentes).


Capítulo 2


Al cabo de un mes de entrar a Pandai, Kotoko comprendió más el valor de todo lo que su padre le había proporcionado por años, a costa de trabajar diariamente. No era fácil madrugar para dirigirse a un lugar con exigencias superiores a la escuela y con resultados que impactaban en dinero y en otras personas, además de sus propias necesidades.

Dejar de ser una estudiante y adentrarse a la verdadera vida adulta era un cambio de características notorias, pero un reto que la impulsaba a más. Sentía que sus acciones tenían un valor y que contribuía a algo grande, debía de aportar lo mejor de ella para cometer pocos errores, toda vez que demostrar que merecía un espacio en esa empresa anhelada por muchos… en especial a quien había confiado en ella. Hacer su parte del trabajo serviría para enorgullecer a Shigeki-san e incrementar el renombre que tenía su sueño, del cual algún día sus hijos, especialmente el ilusionado Yuuki, formarían parte.

Para esto, era afortunada en que su nueva familia le hubiese aceptado de buen grado y hablaran el mismo idioma loco que ella al entrar en un mundo de fantasía… hasta los de marketing, aunque ellos se mantenían más centrados y ayudaban a devolverlos a la tierra con sus estudios.

Nunca habría creído llegar a eso, debido a sus múltiples torpezas al crecer, las cuales la hacían pensar en que mendigaría por las calles o trabajaría en el restaurante de su padre, solo por ser familia (sin tener el liderazgo, como se estilaba de la progenie de un propietario).

La única cosa que podría empañar sus ánimos era la presencia del Director de su área, del que aguardaba con ansias ascendiera laboralmente. Sentía que sus ojos estaban en ella, esperando para señalar sus fallos y recordarle lo patética que había sido en el pasado.

Todos tenían una historia de la que no se sentían a gusto de hablar y, aunque no se arrepentía de enamorarse de alguien no indicado, era terrible tener una figura que constantemente le remitiera a ella. Le hacía suponer que no lo había superado, cuando no solo había sostenido una relación de noviazgo y acudido a citas, sino había podido borrarse cualquier ilusión con él o estado meses sin dirigirle un solo pensamiento.

Había más que decir de eso, pero no quería darle más espacio en su mente del que se veía obligada a concederle como supervisor.

Quizás era tiempo de retomar el mundo de las citas y salir con alguien, ya había alcanzado su meta de graduarse y trabajar, podía decirse que comenzaba su estabilidad, esa que le faltara años atrás y probablemente resultara en sus fracasos amorosos. Podría encontrar a un hombre que se sintiera bien con sus aspiraciones de ser mujer trabajadora, esposa y madre, principalmente dentro de la plantilla laboral, para verle entre ratos.

Aun no conocía a todos los empleados del edificio, su futuro podía estar en algún rincón de Pandai.

—Espero que una buena idea se esté formulando por ahí.

Abochornada al saber que la realidad era otra, Kotoko tardó unos segundos en percatarse que desconocía y conocía al dueño de la voz, quien por otro lado parecía familiarizado con lo que ella hacía.

Se giró a la dirección procedente del comentario y quedó momentáneamente asombrada al mirar el rostro de un atractivo sujeto, digno de competir con un modelo de revista… o, debía admitir, con su jefe. Poseía cabellos y ojos color chocolate y era la representación adulta de Li Syaoran o Takishima Kei, con el agradable rasgo de no lucir tan remoto, sobre todo con la media sonrisa simpática en su cara.

Similar a su ex novio, Taketo-kun.

Carraspeó, poniéndose en pie para presentarse al recién llegado, que estaba de pie junto a su escritorio.

Con Irie-kun, al que apenas veía.

Hablando de ver, regresó su mirada al otro hombre, entrecerrando sus ojos descaradamente. No podía ser cierto, la gente era incapaz de cambiar tanto en unos cuantos años. Sería impresionante que un cambio así se obrara en menos de un lustro.

¿O no?

Era Taketo-kun.

¿Qué se había hecho que, si era posible, había mejorado su buena imagen? ¿Había sido tan loca para besar a un espécimen como él, con tan buena personalidad, y no sentir nada? ¿Tenía alguna falla?

—Taketo-kun, ¿qué haces aquí? —saludó anonadada, dándole vueltas al hecho de que estuviera frente a ella, sumado a su inmutabilidad con él cuando habían sido novios.

Él sonrió de lado.

—En el pasado comencé a hacer prácticas aquí y ahora es donde trabajo. Cuanto tiempo, Kotoko-san.

—Sin duda —replicó, casi boquiabierta por su transformación. Decían que las mujeres mejoraban después de una ruptura importante, y ese había sido el caso de él, quien había estado muy enamorado de ella, a diferencia suya.

Y, sin embargo, ese cambio seguía sin producirle más.

Escuchó un carraspeo y automáticamente se sonrojó al recordar la otra parte implicada en esa interrupción. Se había olvidado por completo de su jefe y que no estaba en un sitio cualquiera, sino en su trabajo.

—Lo siento, Irie-san, es que… estaba… sorprendida. —Se excusó en dirección al aludido, al elevar el rostro sintiéndose estremecida por los orbes endurecidos de él, seguramente indignado de pasar desapercibido por un reencuentro entre conocidos, como la falta de profesionalidad en el intercambio.

No debía abusar de ser persona cercana al fundador de la empresa y él no tenía que mostrar preferencia con ella —de hecho, apreciaba la cordialidad con la que le había tratado hasta ahora, igual que a todo el equipo.

—Es aparente que no necesitaré presentarte, Aihara-san. Nakagawa estaba fuera por temas de la empresa, es el abogado que se centra en nuestra área.

No cabía duda de lo inteligente que era su ex novio; tan joven, siendo un año menor a ella, había conseguido tales responsabilidades. Se sintió feliz por él y contenta de tener una aceptable cara conocida por ahí, si bien habían tomado distancia desde su ruptura.

—Entiendo.

—Cuida que tus ideas sean originales —terció Taketo-kun con el tono animado que le caracterizaba. No obstante, con sus ojos le transmitió la seriedad que podía haber detrás del asunto.

Asintió; se estaba tan bien en la cercanía de hombres como él… si tan solo se hubiera podido enamorar.

Era tan perfecto como los protagonistas de ficción, exceptuando por su bolsillo, mas lo último no era tan relevante. ¿Por qué no podía encontrar un interruptor dentro de ella y encenderlo por él?

Casi se golpeó la frente, ni siquiera sabía si estaba soltero y apostaba a que la había superado.

—Eso es todo, tengo unos temas que discutir contigo, Nakagawa. Recuerda dónde estás.

Irie-kun señaló hacia su oficina con un gesto adusto de su cabeza.

—Por supuesto, jefe, aunque no comprendo por qué la actitud, generalmente no se opone a que socialicemos un par de minutos. Alienta al buen clima. ¿Hice algo mal?

Kotoko frunció el ceño al escuchar la familiaridad con la que el abogado se dirigía a su superior, con sus maneras despreocupadas que le recordaban a Kin-chan —en considerable medida.

—Nakagawa-kun no cambia, es muy bueno en su trabajo, pero se toma grandes libertades al hablar con el jefe, como si fueran amigos. —La cercanía de su compañera Mariko la sorprendió. Había aparecido de repente a su lado.

—Irie-san se lo permite, mas sí lucía molesto. —Esa vez habló Daisuke, de quien ya había aprendido tenía una admiración total por su jefe, en forma de enamoramiento, y estaba atento a él, pese a tener una relación. —¿Qué ha sucedido, Kotoko?

Ella se encogió de hombros, indecisa si la pequeña conversación banal era suficiente para enfadarlo.

—Y… ¿de dónde conoces a Nakagawa-kun? —inquirió Mariko, utilizando uno de sus rizos negros para jugar con su dedo.

Kotoko se ruborizó y rápidamente se sentó, cogiendo los auriculares para no tener que hablar del tema.

…de momento, porque sabía que tarde o temprano se conocería la verdad del asunto.

No le extrañaría que sucediera eso; ya había tenido demasiada suerte por un mes.


Naoki no sabía cómo había dejado escapar una cuestión relevante en la vida de Kotoko, en ningún momento se había desatendido mucho de ella para no percatarse que había tenido una pareja el tiempo suficiente para llamarle de una forma más familiar que la otorgada a él, con quien había vivido por meses.

¿De qué más se había perdido?

No tenía derecho a reprocharle, sería hipócrita habiéndole dado una oportunidad a Sahoko-san mientras latentemente pensaba en otra mujer, pero enterarse de un episodio así era desagradable. Cuando con sutiles artimañas había conseguido obtener la información de Nakagawa, sus intestinos se habían oprimido más que al presenciarlos conversar amigablemente y a ella observarlo con ojos ávidos… insinuando que había sentimientos residuales por ahí.

Nunca se había sentido tan tentado de utilizar su poder e influencias para deshacerse de una persona de su equipo.

Era tiempo de poner en marcha una estrategia.

Se había detenido pensando en no darle distracciones mientras formaba su vida adulta, pero ya había existido alguien y su desarrollo no se había afectado.

Su oportunidad estaba cerca.

Mientras tanto encontraría cómo mantener ocupado a Nakagawa, no sería problema.


NA: ¡Toma esa, Irie!

Parece que la soltería no ha sido completa desde ninguna parte ja,ja. De Naoki ni hablar, no sería el primer hombre que está pensando en una y va con otra (aunque ahí no va todo el asunto XD).

Takishima Kei es el protagonista de Special A, pero para que quedara claro el asunto puse a Li, y si no saben quién es el protagonista de CCS, se les ha escapado uno de los más conocidos mangas/animes de la historia :P.

Besos, Karo.