Disclaimer: Todo lo que puedan reconocer, lamentablemente no es mío (sería rica o pasarían cosas muy diferentes).


Capítulo 6


Con el correr de los días la normalidad poco a poco cubrió a Kotoko y, ante la ausencia del coprotagonista del evento, su mente se conformó pensando en que había pasado de la tercera base en el juego de las relaciones con el sexo opuesto (no era una fan del béisbol o los deportes, pero en lo que consumía del extranjero amaban esas referencias y se sentía cool). Todavía no había compartido esa actualización a sus amigas, ya que no habían agendado una reunión y planeaba confesarlo pasado el alumbramiento de las encintas, teniendo el presentimiento que el asombro las haría ponerse en parto prematuramente —y también sentirse más segura de tocar el tema en voz alta, en público.

No estaba obligada a revelar detalles tan íntimos con sus amistades, mas quería intercambiar impresiones y se sentía cómoda platicando con ellas, pues cuando sus ex compañeras de preparatoria habían madurado la relación había sido estupenda; sin una madre, ellas eran buenas confidentes. A veces tenía cosas que quería sacar.

Por otra parte, otro factor que había servido para quitar el asunto en su lista de prioridades era el desastre que había causado la visita de Noriko-san (cómo había odiado un recuerdo de la preparatoria). Los "oficinistas" eran bastante comunicativos y empleaban sus habilidades para explotar un acontecimiento interesante al máximo; había fotos, vídeos, historias sorprendentes e intentos de entrevista que le recordaban a los vergonzosos momentos de la preparatoria, que afortunadamente no habían escalado a acoso. Sospechaba que la relación con la esposa del dueño era suficiente para contener acciones menos amables y que no cuestionaran sus habilidades ante la confirmación de haber sido recomendada —había aceptado que conocía a la mujer y su familia, y que había intercambiado ideas con esta sobre temas creativos, dando paso a la sugerencia de postularse a la empresa (aunque no lo había pensado antes, revelar la verdad la había relajado).

Estaba agradecida porque desconocieran su intercambio y pasado con Irie-kun, o no vería el final al interés ajeno.

Ahora bien, en contra de lo que había decidido su mente, al encontrarse de nuevo con tal hombre, su cuerpo había dado un respingo, el cual se había apagado con lo incómodo y gracioso de pensar en la rareza que era verlo vestido después de la última imagen que había tenido de él. Si sus fans supieran lo que había debajo, mayor avidez tendrían hacia él.

Carecía de punto de comparación, ni siquiera había visto o leído contenido que sirviera, mas no iba a negar que su cuerpo era atlético y bien proporcionado.

No se habían visto cara a cara, debido a que ella había llegado al trabajo apenas un minuto de su hora de entrada y se había cruzado con él de camino a la sala de juntas; quizás el destino había estado de su parte, pudiendo culpar a la carrera de su reacción. Y si alguien no se convencía con eso, podrían pensar que era afrontarlo después de conocerse la relación entre sus familias.

Cualquiera que fuese la conclusión del breve instante, ella había captado el mensaje de urgencia en los ojos de él y no había sido sorpresa que su teléfono vibrara con una instrucción de reunirse a la salida del trabajo. Era grosero —y no sorprendente— que no preguntara su disponibilidad o aceptación, ni que le contactara después de no escribirle unas palabras en el tiempo separados —y no lo esperaba—, por lo que había decidido postergarle al día siguiente, sin darle una explicación. Él había accedido e indicado el lugar, no extrañándole a ella la lejanía a su trabajo; Irie-kun debía temer que se suscitaran rumores y avergonzarle que los viesen juntos en un restaurante, o en su auto, no ofrecida invitación para trasladarla.

Otra vez las cosas estuvieron de su lado y no tuvo que verlo a solas hasta que acudió al lugar de encuentro.

Mientras la guiaban a la mesa ocupada por él, apreció con alivio que la mayoría de los comensales vestían como empleados de oficina, quitándole peso encima a su autoconfianza.

Al llegar y sentarse frente un serio Irie-kun, contuvo la risa histérica que pugnó por salir de sus labios cuando pensó que era como si estuviesen en una cita y ya habían llegado a un nivel más avanzado en un intercambio entre dos personas solteras.

Qué logro habría sido para su anterior yo. Era la primera vez que cenaban con esa "formalidad" y "pompa", porque evidentemente ya habían compartido una mesa en el pasado, hasta a solas, y conseguir esa intimidad habría puesto en las nubes a la Kotoko idiotizada con él, sin importar que no fuese el lugar más elegante para estar juntos.

—Irie-kun —saludó con un escueto asentimiento de cabeza, llamando a la cordura en la situación.

Él entrecerró los ojos y Kotoko sospechó que lo había sorprendido con su conducta, pero el instinto de conservación, la memoria del pasado y el tiempo le estaban dando el arma para no ser una joven patética y temblorosa, aunque por dentro no sintiera toda la seguridad que trataba de proyectar.

¿O perder la virginidad le había dado una madurez y coraza más?

Ella misma estaba asombrada con su entereza, si debía ser completamente honesta.

—Kotoko. Confío fuese fácil encontrar el sitio.

¿Iba a empezar con la condescendencia? Si la creía tonta para no saber utilizar el internet, ¿por qué se había acostado con ella? Tal vez los hombres sí eran tan básicos y dominados por el pene cuando se presentaba el momento.

¿O era su forma de halagarla? Seguramente no. Un genio como él, muy bueno para mostrar una impecable imagen pública, podía hacerlo mucho mejor.

¿Se trataba de la manera banal de comenzar la charla en una velada como esa? Su experiencia era con Kin-chan y Taketo-kun, en entornos más informales que ese.

Decidió no darle demasiadas vueltas lo más que pudiera, un error que tendía a cometer con él numerosas veces.

Un mesero salvó el momento y se concentró en leer el menú otorgado, escogiendo pescado a la plancha cuando él sugirió empanaditas de verdura de entrada.

A la espera de sus alimentos, volvió a reflexionar lo que la noche anterior, sobre el modo de explicarle los hechos que llevaran a acostarse con él. Sabía que no podía repetir las tonterías que había pensado después de la cena con sus amigas, que hasta para ella ahora eran estúpidas. Ya no tomaba en cuenta su opinión para otra cosa que no fuese trabajo, pero tampoco le iba a dar fácilmente una excusa para creerla tonta.

—¿Cómo te fue en Tonan?

Ese elemento repentino la sacó de sus cavilaciones. No creía que quisiera saber más de su vida, menos historia antigua como lo universitario; sin embargo, tampoco le admiraba que no supiera, porque no creía que inquiriera sobre ella a su familia, quienes sí seguían sus triunfos y fracasos.

…pero, para momentáneamente evitar del tema que los moviera allí, transigió.

—Mis años de universidad fueron emocionantes. Estuve en el club de camping, después de no convencerme por el de skiing. Aprendí mucho de actividades del aire libre y primeros auxilios, y de supervivencia, para valerme por mí misma. —Que no solo había servido a entornos peligrosos, sino su crecimiento personal. —Hicimos algunas excursiones fuera de Tokio. Gracias a una amiga, que es de Inglaterra, mejoré mi inglés y aprendí lo básico de cocinar. Conseguí graduarme en el tiempo promedio.

No le confió que a media carrera había sido tentada a explorar la Enfermería, tras aprender sobre cómo reaccionar en emergencias, pero había desertado la idea de cambiarse por no querer abandonar un objetivo y entender que fantaseaba demasiado para poner en riesgo a una persona.

Omitía los detalles más privados, sin dejar de responder su cuestionamiento. Él no se había ganado esa información.

—¿Qué hay de ti?

Fue genuina su curiosidad, recordando su incertidumbre sobre ese grado de estudios y su futuro. Cualquiera querría saber la impresión del genio a lo que había huido, como la comparación con la perspectiva de las personas ordinarias.

Y, si no se equivocaba, él había representado a su universidad en un evento del país, elevando el estatus de su casa de estudios —los profesores habían hablado de ello durante meses.

Él bufó como si tuviera un chiste privado.

—Cedí a la presión de un antiguo rival para unirme al club de tenis y anualmente gané el torneo universitario, como los externos. Conseguí no ser nominado al puesto de Mr. Tonan, que los organizadores habrían triunfado si permanecía más tiempo en el campus, pero acepté contribuir en la planeación de los promocionales y presentaciones de ese y otros eventos culturales. —Trató no quedarse boquiabierta por su locuacidad. —Trabajé durante mis estudios; me convertí en tutor, fui mesero en un restaurante, ayudante en un sitio vacacional y me uní medio tiempo en la empresa para obtener mi propio dinero. Estudié un verano en el extranjero. Publiqué un par de artículos con el número dos de la carrera, dejándole que pusiera su apellido primero, para no herir su ego justificando que la F venía antes.

Reprimió una carcajada por eso. Problemas de inteligentes.

—Soy co-fundador de una compañía informática con una ex compañera de facultad, de la que ahora soy inversionista. Participé en los concursos de ciencia y tecnología anuales, de los que obtuve primer lugar. Mi proyecto fue el ganador de la convocatoria nacional de energías renovables. Coincidí con el club de anime y, con ciertas modificaciones a sus ideas, lanzamos el juego de las científicas y hechiceras metamórficas que incrementó las ventas en Pandai al sumar a todos los sectores y permitió que accediéramos a la bolsa de valores.

—Tuviste una vida universitaria ocupada y emocionante —apreció, entendiendo que era la necesidad de su cerebro para sobrevivir en el mundo de los mortales. No dudó que habría sido mejor en una institución de renombre como Todai, pero nunca tendrían la respuesta; gracias a él, los graduados de su universidad ya no eran tan mal vistos.

Irie-kun podría haber echado en falta la influencia —y distracción— que ella habría tenido en sus años universitarios, mas habría disfrutado la experiencia menospreciada de un modo alucinante.

Y todavía había tenido tiempo para cultivar relaciones amorosas…

Él se encogió de hombros, restándole importancia a sus proezas. Era natural, acostumbrado a estar en el sitio más alto del podio.

Comprendió de pronto su razón para reír. ¿Qué no había hecho?

Su comida les fue servida, ayudando a apagar la plática, y en silencio la tomaron.

¿Por qué? —Él habló cuando ella disfrutaba de un postre.

Fue afortunado que ya hubiese tragado su fresa.

—Se trató del resultado de una desafortunada decisión impulsiva… Sitio equivocado, fuiste la única persona atestiguando el momento —balbuceó, reprendiéndose por no poder parar, observando la impavidez de él—. No se suponía que me respondieras. Hormonas patidifusas. Pregunta retórica, curiosidad sobre tus palabras. Eh… Todo depende de cómo cada quién percibe algo.

Al repetir la frase que la había acompañado en la recuperación de su corazón roto, calló y su mano voló a su bolso, para pagar su parte.

¿Por qué había pensado que podía hacer eso? Debía retirarse y acabar con ese capítulo en sus vidas.

—Fue una equivocación, no te culpes por tus hormonas. —Estupendo, ahora sonaba paternalista como él—. Creo que coincidimos en que no volveremos a mencionar esto. Lo pasamos bien. No estoy embarazada ni nada por el estilo. Eres mi jefe, yo tu empleada. Conocidos lejanos por nuestras familias, como siempre.

Sacó su cartera para contar billetes.

—Déjalo.

Oyendo su tono de voz acerado, no se atrevió a mirar su rostro. Guardando su cartera le agradeció y deseó buena noche antes de pararse.


Si Kotoko lo hubiera observado, no habría visto furia, sino decepción, autorecriminación e impotencia en la cara de Naoki.

Volvía a probar el sabor del rechazo… con las palabras menos indicadas.

Irónicamente, ese argumento de Kotoko sobre la percepción de las cosas —una respuesta a su desatinada excusa para huir de ella—, había cambiado su vida. Se había vuelto su motivación.

Gracias a ella había probado la diversidad del grado universitario y posteriormente se había animado a entrar medio tiempo a Pandai, para comenzar a ver diferente la empresa de su padre, las responsabilidades y cómo podía contribuir con su habilidad a otros.

Había encontrado un poco de emoción en crear proyectos para la gente, porque siempre había que ser novedoso (atractivo y actual); le gustaba tratar de idear algo de cero y trabajarlo hasta el final. Podía ser un tanto repetitivo después de un tiempo, era casi el mismo proceso administrativo, pero era más emoción de la que había sentido nunca. Así como había sucedido con sus actividades escolares y extracurriculares.

Y siempre se había preguntado cómo lo vería Kotoko o alguien como ella.

Por eso no estaba enojado de sobremanera con la conclusión de esa cena. Se lo merecía después de haberla ilusionado unos momentos y alejado de él, y más adelante seguirla en las sombras, manteniéndola ajena a ello… sabiendo cuánto le habría gustado. Se lo merecía al no enamorarla activamente y aguardar que correspondiera a un fantasma pasado, que nunca había sido valiente en ir por ella al darse cuenta de lo que significaba.

Era lógico que no lo quisiera más.

Era él quien la había convertido en su sueño; quien se había ilusionado con estar juntos. Solo podía culparse a sí mismo por no tenerla sin haber luchado siquiera un poco.

¿Por qué debía ser tan bueno en una inteligencia y fallar en la otra?


NA: Esa Kotoko.

A Naoki no le salió como esperaba, pero pierde su confianza frente a ella. Al menos se sacaron un poquito de encima el verse después de su noche juntos ja,ja.

Besos, Karo.