Se dice que nueve generaciones atrás los Weasley y los Malfoy eran como hermanos, familias sangre pura que por azares del destino tomaron caminos diferentes a causa de esa divergencia de opiniones simplistas y complejas.

Bien y mal, blanco y negro, purismo y mestizaje.

El gran debate social causado por nuestros sesgos cognitivos que nos hacen creer verdades a medias y nos conduce irremediablemente a la sangrienta guerra.

¿Que hubiera pasado si en lugar de pelear el Señor Tenebroso y Albus Dumbledore hubieran hecho el amor?

Probablemente muchas muertes se habrían evitado, Harry Potter no hubiera sido huérfano y la historia tal y como se conoce en el mundo mágico jamás hubiese existido.

¿Que podría decir yo, un simple muggle que se ganaba la vida conduciendo autos cuyas habilidades de escritura apenas florecían en un intento de no hacer que todas estas desventuras se pierdan en el olvido?

La respuesta, es tan obvia que nisiquiera vale la pena mencionarla.

La complejidad del ser humano se basa en sus relaciones, relaciones familiares, relaciones románticas, relaciones políticas, relaciones laborales etcétera etcétera.

La relación con Lucius, para Draco siempre había tenido sus más y sus menos, para cualquier niño que se preste de haber crecido en una familia adinerada, el actual patriarca se encontraba entre la espada y la pared al no saber como afrontar un problema que para algunos; sería de lo más elemental por no usar otras palabras menos halagadoras.

Para la nobleza, los matrimonios políticos o de conveniencia eran el pan de cada día, por lo que, para alguien como Lucius, sangre pura radical, inclinado claramente a un lado derechista, la idea de un casamiento solo podía ser posible si dicha persona cumplía con sus estándares sociales.

Al término de la segunda guerra mágica Draco replanteó muchas de sus percepciones y visiones que tenía del mundo y de la vida, gradualmente estas progresistas concepciones pasarían a formar parte de su educación para con su hijo, la arcaica mentalidad de la clerecía supremacista debía desparecer, eso era lo que Malfoy tenía no solo como propósito también como meta en la vida, abriendo en su antigua mansión, un modesto anexo y circulo de terapia para personas desventuradas de autoayuda conocido por la comunidad como "Magos Puristas Anonimos".

La Mansión Malfoy paso de ser una representación de la magia tenebrosa a un modesto estado de comprensión, paz, igualdad, buscando erradicar la discriminación, el racismo y la reproducción de descendencia entre parientes para mantener el linaje familiar.

Todas estas eventualidades anteriormente dichas, no describían para nada al ex convicto de Azkaban que cómodamente había cumplido su sentencia hace treinta minutos y se encontraba esperando en el Ministerio a que su hijo viniera por el.

Los barrotes que lo mantenían todavía cautivo desaparecieron con un simple movimiento de varita, Lucius Malfoy pudo abrir por fin sus ojos grises encontrándose por primera vez con aquella mirada tan familiar, añoranza, jamás creyó que volvería a ver su hijo.

—Draco...

—Papá...

Olvidando el decoro y la educación que había recibido en casa, Draco avanzó hacia su demacrado padre y le abrazó con fuerza mientras Lucius correspondía aquel cariño.

—Te extrañé..

—Yo también hijo...yo...también.

Una leve tos hizo que ambos hombres se apartaran, el auror asignado a custodiar la celda del Patriarca Malfoy parecía algo incómodo de presenciar aquella demostración de amor filial.

Padre e hijo, maestro y alumno, Veterano comandante y soldado raso, ambos hombres caminaron por los pasillos en dirección al ascensor para salir de una vez por todas de aquel lugar que evidentemente sería incómodo para ambos, sobretodo por que aunque ya habían pasado muchos años, los magos, como todo ser humano, jamás olvidaran las cicatrices que la sangiente guerra les infligió, dicho esto, no sería raro que de vez en cuando apareciese alguien que le guardara rencor a los exmortifagos e intentase desquitarse con ellos.

El aspecto de Lucius era extremadamente miserable, sus ropas de convicto prácticamente estaban desgarradas, reducidas a viejos harapos, su aspecto demacrado parecía haberlo envejecido cuarenta años y dios santo; su olor era lo peor, en palabras de Draco Malfoy, ese día su padre olía a excremento de caballo.

—¿Y...c-c-omo e-e-sta Narcissa?

—De maravilla; esta muy emocionada por verte—dijo Draco guiñandole un ojo.

—B-b-ueno es que ha pasado m-m-ucho tiempo.

—Hubieras visto su expresión, ha empezado a cocinar desde temprano.

—¿Cocinar? ¿Que hay de la servidumbre?

—Ya no tenemos.

Lucius Malfoy no pudo evitar su desconcierto ¿Ya no tenían sirvientes? Recordaba tener al menos una docena de elfos domésticos ¿Como era posible?.

Draco noto la confusión en su padre y se llevo la mano derecha hacia su cabello algo dubitativo sobre que decir.

—Bueno...pasaron cosas.

—¿Cosas? ¿Que tipo de cosas Draco?

—Muchas...y bueno...yo...los libere.

—¿Los liberaste?

Draco asintió.

Lucius Malfoy tuvo que contener un grito que amenazó con salir de sus labios, ¿Liberar a sus criados? ¿En qué demonios estaba pensando su hijo? ¿Ahora quién le iba a limar las uñas?

—¿Hice algo malo?—pregunto preocupado Draco al notar la expresión de su padre.

—¿Que? ¡No! Está bien, no hay problema—dijo Lucius sonriendo fingiendo una expresión de alegría—Hiciste lo correcto Draco, estoy muy orgulloso de ti.

"Y una mierda mocoso descerebrado, ¡¿Como carajos se te ocurre liberar a nuestros elfos?! ¡Más te vale no haberles regalado nada de mi ropa!"

En circunstancias normales Lucius Malfoy hubiera regañado a su hijo, no obstante, le habían concedido libertad condicional por buen comportamiento, eso significaba que tenía que reprimir su xenofobia clasista y controlar lo que decía.

Draco por otra parte sonrió de manera sincera.

"¡Si! ¡Estoy consiguiendo la aprobación de mi papá! ¡Es como Granger y Potter decían! ¡Saldre adelante y sobrepasare esta oportunidad que me ha dado la vida" penso Draco con entusiasmo.

"Cuando me levanten la libertad condicional te haré pagar con creces el gran daño que le has hecho a los Malfoy" pensó Lucius pensando si Narcissa tendría un buen sazón.

Dejando de lado un poco a los Malfoy, pasemos a la persona que fue responsable en cierta forma de todos los eventos que ocurrirán más adelante y también de aquellos trágicos acontecimientos ocurridos años antes y que derivaron en su actual ubicación.

Esta persona, bien podría ser el protagonista de toda esta historia y a la vez, un simple personaje secundario.

Mientras Draco reconectaba con su padre, a millones de Kilómetros de distancia, más específicamente al otro lado del mundo, en la ciudad de Los Angeles, un veinteañero actor se encontraba bailando en una ostentosa fiesta organizada por uno de sus millonarios amigos.

El nombre de aquella estrella en ascenso era Terry Boots, sin embargo, este no era su verdadero nombre, su verdadera identidad, era en realidad, Albus Severus Potter, el segundo hijo del afamado Harry Potter, por lo tanto y para no confundir al lector y a mi mismo, me referiré a el por este segundo nombre.

—Estas loca—dijo Albus mirando con deseo carnal a la mujer con la que estaba bailando—Me encanta cuando te pones así—moviendo las caderas con un sugestivo ritmo que solo le hacía repegarse más al cuerpo de su acompañante.

—Acercate a mi, mi amor—dijo la mujer sonriendo de manera coqueta pasando sus delicados brazos por el cuello del joven acercandose más a el—Y bésame aquí en la...

Albus se acercó sin embargo, antes de que sus labios se cruzaran, la joven se apartó riendo haciendo que besara su mejilla.

—No seas así—se quejo Albus intentando besar otra vez a su novia.

—Me encanta cuando me provocas—respondió divertida la chica esta vez dejándose envolver en un apasionado beso que hizo que más de uno que se encontraba en el lugar se les quedara viendo.

—Estás demente—sentencio Albus con una sonrisa seductora pasando a dejar suaves besos en el cuello de su amante.

—Tu me pones así—respondio la mujer suspirando con los ojos cerrados mientras sonreía.

—Preciosa, ¿Cuantos hijos quieres que te haga?—pregunto Albus llevando las manos a los muslos de su pareja.

Sobra decir lo que hicieron poco después, en esos momentos yo solo era un simple chaperon que llevaba ya esperando casi veinte minutos, no obstante, la puerta de mi limusina fue abierta y Albus en compañía de su novia Sheila Rimbaud y otras tres personas, un hombre y dos mujeres, ingresaron al interior, todos con sus copas en mano completamente borrachos, inicié mi marcha camino a la residencia de mi actual patrón, durante todo el transcurso, solo podía escuchar besos, jadeos y palabras salidas de una pelicula pornográfica.

Algo a lo que que ya me había acostumbrado, Albus Severus Potter tenía una polémica reputación, su actuación era de primer calibre, ser nominado al Óscar no era para menos, sin embargo, en las notas de cualquier periodismo de espectáculos, las orgías y los habituales escándalos como llegar con resaca a los rodajes eran bastante habituales.

Era una rutina; monótona y simple, no me molestaba era prácticamente un año mayor que el joven y estaba más preocupado por recibir mi pago por mis servicios que por la ropa interior que pudieran dejar en mi vehículo.

Sin embargo, aquellos fatídicos días estaban por cambiar con la llegada de aquel hombre.

—¡Pon algo de musica Zed!—exclamó Albus empinandose una botella de whisky.

—A sus ordenes señor Boots—respondí poniendo la habitual lista de reproducción del actor.

El vehículo se llenó al ritmo de You Win Again de los Bee Gees mientras el muchacho empezaba a cantar mientras se dejaba besar por sus acompañantes.