Cbt1996: Hola linda. Mirsan es una pareja muy linda pero va a ser una de las más fuertes en la historia, dalo por hecho.
Es que a veces Kag se deja llevar, como ahora los dos jugando como niños con los regalos y después un beso, después otro y por Kami mucho calor jajaja
Pero que Teresa y que niño muerto si tu y Kay me dejan peor, ustedes son las Teresas jajaj
Y ahora la famosa verdad de Inuyasha, al fin tendrán un rostro y un nombre a quien decirle, ¡perra! ¡¿por que lastimaste a Inuyasha de ese modo?! jajaj saludos linda.
Ginger Akasuna: Hola linda. Estas en lo cierto, muy pronto arderá Troya.
Y Aquí esta el pasado de Inuyasha al fin llego el momento saludos linda
Karri taisho: Hola linda. Si, un ojo está gastando Kag en ese depa, pero recordemos que es la mejor abogada de todo Tokio y tiene muy buenos clientes y por eso se puede dar algunos gustos.
La peluca jajaj era algo que en los primeros capítulos Miroku le dijo, que tarde o temprano se iba a enamorar y tendría que usar peluca de payaso y ahora se lo recordó jajaja Miroku siempre poniendo el toque de humor jaja.
No falta casi nada para saber el secreto de esos juguetes jajaja
Y si linda, le atinaste, Inuyasha tiene dos apartamentos, uno en donde lleva a sus amantes y su verdadero departamento y es en el verdadero donde llevo a Kag, eso quiere decir mucho.
Ahora solo te puedo decir que los capítulos, de aquí en adelante, van a ser los más difíciles que voy a escribir, saludos linda.
Kayla Lynnet: Hola linda. A Kag ya le está costando resistirse y ¿Quién no? con tremendo hombre al frente de ella.
Por Kami la suerte de Kag jajajaja, pero a la vez muy mala por que puede perder a Kikis.
Miroku es un personaje que amo en este fic jaja.
A Inuyasha le cuesta mucho admitir que esta enamorado de Kag pero, muy pero muy pronto, se dará cuenta que ya está enamorado como nunca antes jajaja. Una gran prueba de amor de Inu fue llevarla a su verdadero depa jaja
Ame el final del reviews por que si, estás en lo correcto, no solo es la relación de Inuyasha y Kikyo si no la relación de todos. Del mirsan, del inukag, del Naraku-Kikis, la amistad de las chicas, el cariño de Naraku por su prima o el amor de Kikyo. Miroku la lealtad con Inuyasha o su amor por Sango, ¡Dios mío!
¡Por kamiiiiiiiiiiii! ¡¿Que hiceeeeeee?!
Voy a destruir a muchas personas por una venganza, dios soy mala y lloro por eso, pero después recuerdo que ustedes también son teresas y se me pasa jajaja.
Saludos linda
Capítulo 18
La verdad de Inuyasha
Perspectiva de Inuyasha
Solté un suspiro por la confesión que iba a hacerle a Kagome y empecé a relatar:
- Hace seis años yo no era así, Kagome. Yo era un chico trabajador que no salía mucho. Tenía dos amigos incondicionales. - sonreí. - Al menos eso pensaba. Cuando estaba en la universidad, conocí a una chica que me llamó mucho la atención. Era hermosa, la mujer más hermosa que había visto. Ella estudiaba para ser modelo. Al hablar, tuvimos química enseguida. Salimos por unas semanas hasta que le pedí que fuera mi novia y ella me dijo que sí. Terminamos la universidad siendo novios. Un día la invité a cenar y le preparé una bella sorpresa. En la cena estaban toda mi familia y la de ella. Esa noche le pedí matrimonio y ella me dijo que sí. Nos íbamos a casar seis meses después.
Cuando llegó el día, fue el más feliz de mi vida. La iglesia estaba llena de invitados: mi familia, la de ella y mil personas más de la alta sociedad. Las revistas más famosas estaban ahí, así como la prensa y la televisión. Éramos la boda del año, no faltó nadie.
Pasaron los minutos y ella no llegaba. Me puse nervioso, pero al fin entró por la puerta de la iglesia y yo sonreí como el hombre más feliz del mundo.
Cuando ya estábamos ahí, el cura empezó con la ceremonia. Cuando el sacerdote preguntó si yo aceptaba, yo muy feliz dije que sí. Pero cuando le tocó el turno a ella, se quedó callada.
Yo le pregunté qué pasaba, pero el que me contestó fue otra persona, uno de mis dos mejores amigos.
Flashback...
- Cariño, ¿Qué pasa?
- Yo te diré qué pasa, Inuyasha.
- ¿Eh? - me giré. - Tú, Renkotsu, ¿por qué?
- ¿Por qué? Porque ella es mía y no se casará contigo, Inuyasha.
- ¿Qué? ¿Pero de qué estás hablando?
- Te diré de qué hablo. ¿Crees que ella es la mujer para ti? Jajaja, por favor, solo eres un niño de papá que no tiene ni su propia empresa. ¿Crees que ella es la mujer para un perdedor como tú? Yo tengo mi propia empresa y la cuido como una reina.
- ¡Mientes! - le grité.
- No miento. Siempre la cuidé como una reina, sobre todo cuando pasamos las noches juntos.
Se escuchaban los murmullos de la gente.
- Vamos, Inuyasha, que ella te lo diga.
La miré con la fe en mi corazón de que todo esto era mentira, una broma, un mal chiste. La miré para preguntarle:
- Yura, por favor, dime que es mentira, que Renkotsu está mintiendo. - mi voz ya estaba quebrada.
- Inuyasha, cariño, perdón, pero es cierto.
- ¿Qué? - dije incrédulo de lo que oía.
- Inuyasha, tú no me ibas a dar la vida que quiero. Te dije que quería ser modelo e irme a vivir a París, pero tú te empeñaste en querer quedarte aquí en Japón y que yo espere hasta que seas empresario. Y la verdad no quiero esperar. Renkotsu me da la vida que quiero, lo siento. Pero Renkotsu tiene razón, él es mi amante y me voy con él.
La vi caminar hacia Renkotsu para salir de la iglesia, pero Renkotsu tenía más cosas que decirme:
- Dime, Inuyasha, ¿Qué se siente ser el segundo, ser el perdedor esta vez? Yura es mucha mujer para ti, y yo te la gané. Ella se va conmigo. Inuyasha, eres un perdedor, ni siquiera puedes retener a la mujer que amas a tu lado.
- ¡Renkotsu, eres un maldito! - me lancé encima de él, pero mi padre y mi hermano me sujetaron.
- No, Inuyasha, está toda la prensa aquí. - me respondió mi padre.
- ¡No me importa la prensa!. ¡Esos dos se burlaron de mí! ¡Los voy a matar a los dos!.
- Ya basta, Inuyasha, no valen la pena ninguno de los dos. - me habló mi hermano.
- Adiós, perdedor. - fue lo último que escuché del que se decía mi amigo de años. Se fue con la persona que más amaba y que más daño me hizo.
Cuando ya no los vi, mi padre y mi hermano me soltaron. Quedé ahí en shock por unos segundos hasta que vi unos flashes de cámaras. Entonces fui consciente de la realidad.
Fui humillado en público y hasta puedo apostar que internacionalmente por la prensa y revistas de escándalo. Solo pude agachar la cabeza y salir de ahí mientras mi familia, sobre todo mi madre, gritaba mi nombre.
Me subí a mi auto y arranqué sin rumbo fijo, pero con una sola cosa en mente:
Jamás en mi vida me volveré a enamorar de ninguna mujer. Solo las voy a usar para así vengarme de la maldita de Yura Sakasagami. Lo prometo.
Fin del flashback...
- Y ese es mi pasado. Me convertí en un mujeriego por su culpa, hasta que te conocí y llegaste a cambiar mi vida.
Perspectiva de Kagome
Lo miré incrédula. Inuyasha me estaba relatando la misma mentira que yo inventé para él, pero ¿por qué? De todas las mentiras del mundo, ¿por qué eligió la misma? ¿Acaso era una trampa para que esté con él? Pero ¿por qué sentía la necesidad de creerle?
- Kag, ¿estás bien?
Salí de mis pensamientos para mirarlo y pensar con la cabeza fría.
- Sí, lo siento. - le dije. - Es que me quedé helada con lo que me contaste, Inuyasha. - pronuncié para tomar sus manos. - Júrame que me estás diciendo la verdad.
- Kag, es verdad, no te miento. Pero si quieres que te lo jure, está bien. Te lo juro por mi familia que es verdad.
Quedé en shock. Era verdad, no, no podía ser. Si él me estaba hablando con la verdad... Oh, por Kami, ¿Qué hice? ¿Por qué mentí con algo así? ¿Por qué?
- Kag...
- Inuyasha. - lo interrumpí. - Te creo. - y no dije nada más, solo lo abracé para ganar tiempo y pensar con la mente fría.
- Me alegra haberte conocido, Kag. - me dijo cerca de mi oído.
- Yo igual, Inuyasha. - le respondí. ¿Qué más podía decir en ese momento?
Nos quedamos así por unos minutos hasta que su celular sonó y nos hizo deshacer el abrazo.
- Perdón. - me dijo.
- No te preocupes.
Vi cómo tomó su teléfono y contestó:
- ¿Aló? Sí, mamá, ya los compré. Ahora está bien, voy para allá. - y colgó.
- ¿Pasa algo? - pregunté.
- Kag, perdón, pero mi madre quiere verme.
- Oh, no te preocupes, yo ya me voy a mi departamento, es tarde.
- Te llevo y después voy con mi madre.
- Perfecto. - dije. Lo único que quería era salir de ahí y digerir todo lo que me había dicho.
Bajamos y llegamos a su auto. Nos fuimos. Cuando llegamos a mi departamento, él me abrió la puerta del auto para que yo saliera.
- Listo, señorita, está en su casa sana y salva.
- Gracias, Inuyasha, ya puedes ir a ver a tu mamá.
- ¿No me darás un beso de despedida?
- Claro. - me acerqué para darle un beso, pero como ya era común en él, me envolvió entre sus brazos para besarme con hambre y yo le correspondí sin pensarlo.
Cuando nos separamos, él me sonrió.
- Nos vemos mañana, Kag.
- Claro, nos vemos mañana.
Caminé hacia la puerta del edificio y entré. Me quedé escondida detrás de un pilar.
Cuando vi que Inuyasha se fue, salí corriendo a mi auto. Me subí y arranqué como una loca. Necesitaba hablar de esto y que me ayudaran a pensar. La única que me podía ayudar era Sango.
Perspectiva de Sango
Me senté en mi sofá mientras tomaba mi taza de chocolate y sonreía por el bello recuerdo de esta tarde.
Flash...
- Doctora Taijiya, qué bien que pudimos tratar a la paciente a tiempo.
- Así es, Suki. Gracias a Kami que la mujer no perdió a su bebé por ese choque que tuvo, pero de todas maneras quiero cuidados para ella las 24 horas. ¿Entendido?
- Sí, doctora.
- Bien, yo ya me voy, pero cualquier cosa, por más mínima que sea, me llama, ¿de acuerdo?
- Sí, doctora.
- Bien, nos vemos, Suki.
- Nos vemos, doctora Taijiya.
Tomé mis cosas y salí de mi consultorio para irme. Llegué al primer piso y me despedí de Celeste.
- Adiós, Celeste.
- Adiós, doctora Taijiya.
Me dirigí a la puerta y me fui, pero alguien me esperaba en mi auto, recostado y con un ramo de rosas color rosa.
- Hola, Sanguito.
- Hola, Miroku.
Caminé la poca distancia que había entre mi auto y él. Para saludarlo, nos dimos un beso como hacíamos hace unos días.
- ¿Qué tal tu día? - me dijo.
- Algo difícil, pero todo salió bien.
- Qué bien, me alegro por ti. Ten, son para ti.
Me extendió el ramo.
- Miroku, son hermosas.
- No tanto como tú, linda.
- Muchas gracias. - le dije para darle un beso en los labios.
- ¡Wow! Si este es mi premio, te traeré rosas todos los días.
- Tonto, y mejor dime qué haces aquí.
- Pues, ¿Qué más? Pasé a verte. Sé que nos vamos a ver mañana, pero quería verte hoy. ¿Hice mal, Sanguito?
Y yo me derretí de ternura por sus palabras y la carita tan tierna que me puso.
- Claro que no, Miroku. Yo igual quería verte.
- ¿De verdad, Sanguito?
- Sí.
- Bien, ¿quieres ir a almorzar? Conozco un restaurante muy bonito que está a veinte minutos de aquí.
- Claro, vamos.
- Perfecto.
- Bien, ¿Cómo le hacemos? ¿Nos vamos en autos separados? - le dije riendo.
- ¡Wow! Claro que no, Sanguito. Nos vamos en el tuyo. Yo llegué aquí en taxi.
- Ah, bien, perfecto. ¿Quieres manejar tú, Miroku, ya que tú sabes la dirección?
- Será todo un placer para mí ser su chofer, señorita Taijiya —me dijo haciendo una reverencia con una sonrisa.
- Tonto. - respondí riéndome de sus cosas.
Le entregué las llaves del auto y él abrió mi puerta para que yo entrara.
- Gracias.
- De nada, bella dama. - me respondió para cerrar la puerta, dar la vuelta y subirse al auto.
- Bien, señorita, abróchese el cinturón.
- Listo, caballero. - le respondí, siguiendo el juego.
- Bien.
Y nos fuimos. Después de unos minutos, llegamos al restaurante Narisawa. Este restaurante combinaba la alta cocina japonesa con un ambiente sofisticado y una decoración cuidada. Además, tenía una estrella Michelin, lo que garantizaba una experiencia culinaria excepcional.
- Listo, llegamos, linda.
- Oh, así que este es el restaurante. Siempre paso por afuera, pero nunca tuve la oportunidad de entrar.
- Bien, pues me alegro de que lo hagas conmigo. - me respondió para salir del auto y abrirme la puerta.
- Gracias.
- De nada.
Cuando entramos al restaurante, nos sentamos en una mesa que tenía una linda vista con muchas decoraciones japonesas.
- Sí que es lindo este lugar, Miroku.
- Sí, aquí vengo mucho con mi tío y con la familia de mi mejor amigo.
- Tienes una linda amistad con tu amigo, ¿verdad?
- Claro, no lo puedo negar. Él es como mi hermano, más que un amigo.
- ¡Wow! Me recuerdas a mi mejor amiga. Ella igual es como mi hermana, pero si vieras la relación que tiene con su mejor amiga de toda la vida, son más que hermanas; darían la vida una por la otra sin pensarlo dos veces.
- ¿De verdad? Vaya amistad. Así es, la que ya no se ve. Mi amigo tenía dos amigos en los que él confiaba. Uno era yo y el otro... El otro no vale la pena hablar de él.
- ¿Por qué? ¿Hizo algo malo?
- Más que malo, Sanguito, él...
- Disculpen, ¿Qué desean ordenar? - fue el mesero quién nos interrumpió.
- Sanguito, ¿Qué quieres pedir?
- No sé, elige tú. Tú eres el que conoce la comida de aquí.
- Bien, tráiganos la comida del día, ¿sí?.
- Ok, señor. Ya vuelvo.
- Gracias. - le dijimos los dos.
- ¿En qué estaba, Sanguito?
- En lo que hizo ese amigo malo a tu amigo.
- Ah, sí, en eso. Bueno, es que ese supuesto amigo de los dos no fue más que un traidor y solo envidiaba a mi amigo por su gran éxito. No soportó eso y pues, lo traicionó, y se fue con la mujer que mi amigo amaba, dejándolo en el altar, siendo la comidilla de todos.
- Qué maldito. ¿Y se dice amigo ese hijo de...?
- Disculpe, aquí tienen su pedido. - dijo el mesero mientras dejaba los platos en la mesa.
Y yo me sonrojé.
¿Me habrá escuchado el mesero?
Pensé mientras miraba a Miroku, quién apenas estaba escondiendo una sonrisa pícara. Lo miré con regaño cuando el mesero se fue y lo pateé por debajo de la mesa.
- ¡Achs! Eso duele.
- Te lo mereces, porque no me dijiste que el mesero se estaba acercando a nosotros.
- Perdón.
- Sí, claro. - le dije con enojo fingido.
- Ya, perdón, Sanguito. Mejor comamos y no recordemos a gente que no vale la pena, ¿sí?
- Está bien, tienes razón. Gente como ese hay que dejarlos en el olvido.
- Concuerdo contigo, mi Sanguito.
- Esto se ve delicioso.
- Sí que lo está. Provecho.
- Gracias.
Y nos pusimos a comer mientras hablábamos de cosas del uno y del otro. Cuando terminamos de almorzar, nos fuimos por unos helados a un parque y nos quedamos abrazados mientras veíamos a unos niños jugar fútbol.
Después, él me llevó a mi departamento y nos despedimos con un beso que nos robó el aliento a los dos.
- Nos vemos mañana, ¿verdad, linda?. - me susurró con voz agitada.
Para yo responderle que sí, con la misma voz agitada que la de él, y nos volvimos a besar. Entre risas, cortamos el beso para que se fuera.
- Ya, Miroku, adiós.
- Está bien, linda. Ya me voy, adiós.
Me tiró un beso con la mano y caminó al ascensor para irse. Cuando las puertas se cerraron, yo entré a mi departamento, cerrando la puerta detrás de mí con una sonrisa en mi rostro.
Fin del flash
Volví a tomar mi chocolate, pero unos golpes en la puerta me distrajeron.
- ¿Quién será? - me pregunté.
Seguían golpeando.
- ¡Ya voy! - le grité.- Pero ¿Quién será? - abrí la puerta y una Kagome bien extraña entró a mi departamento. - Kag. - le dije, para cerrar la puerta y seguirla al living.
- ¿Estás sola? - me preguntó.
- Sí, ¿pasa algo, Kag?
- Sí, pasa y mucho. - me respondió.
- Bien, cuéntame. Siéntate, ¿quieres algo de beber?
- No, solo quiero que me escuches.
- Bien, te escucho.
Perspectiva de Kagome
Nos sentamos en el sillón y le conté todo. Absolutamente todo lo que Inuyasha me había confesado. Sango sólo me miraba en silencio.
- ¡Di algo!. - le grité al borde de la histeria.
- Kag, relájate. Vale, deja que digiera la noticia, ¿ok?
- Bien. - le dije mientras jugaba con mis dedos de los nervios.
- A ver, Kag, ¿me estás diciendo que a Inuyasha le pasó lo mismo que a ti, bueno, con lo que le mentiste? ¿Y a él sí le pasó de verdad?
- Sí. - le dije. - A él sí le pasó de verdad, Sango.
- ¿No será una estrategia para, ya sabes, poder llevarte a la cama y jugar con tu mente?
- No. - negué. - En sus ojos vi sinceridad, Sango.
- Pero él es un experto en mentir, Kag, recuerda.
- Sí, pero esta vez no... o no sé, ¡maldición!. - me golpeé la cabeza con mi mano de la desesperación.
- Kag, tranquila, por favor. Hay que pensar con la cabeza fría, ¿vale?
- Sango, ¡¿es que no lo entiendes?!. Este Inuyasha no se parece en nada al que me habló Kikyo. Bueno, al principio sí, pero después no. O sea, lo que quiero decir es que yo no conozco ese departamento de soltero donde él lleva a las chicas; al contrario, conozco su departamento, el de él, donde tiene fotos por todas partes de su familia, de sus padres, hermanos y amigos. En ningún momento me ha tratado mal; al contrario, él es muy lindo y caballero cuando está conmigo. Y... - me callé cuando vi la cara de Sango, la cuál tenía el ceño fruncido.
- Kagome, ¿desde cuándo Inuyasha dejó de ser el maldito Taisho para ser el "hombre ideal"?, ¿he? - me recriminó.
- No, yo no dije eso, Sango. Lo que quiero decir es que...
- ¿Qué, Kag? ¿Qué es lo que de verdad quieres decirme?
- Yo... nada, solo estoy algo confundida con la charla que tuve con él, nada más.
- Kag, él es un hijo de...
- ¡Ya, Sango, para de insultarlo, por favor!
- ¿Qué?
Y yo me mordí la lengua por soltar esas palabras.
- Nada, no dije nada.
- ¡Oh, no! Sí que dijiste, y mucho.
- Sango, lo que necesito es que me ayudes, ¿vale?
- ¿Eso es todo? ¿Así como si nada más vas a cambiar el tema, Kagome?
- Sango, por favor.
- Está bien, ¿Qué necesitas?
- Que me ayudes a buscar en internet noticias de esa boda, si es verdad. En internet tiene que haber algo de ellos.
- ¿Y si no la hay?. - me respondió.
- Eso quiere decir que tú estás en lo cierto.
- ¿Y si hay algo en internet, Ka? ¿Qué harás?
- Yo... - justo en ese momento sonó mi teléfono.
Lo saqué de mi bolsillo y sentí cómo mi sangre se helaba.
- ¿Quién es, Kag?
- Kikyo.
- Pues contesta.
- Sí.
Y contesté la llamada.
- Kikyo.
- Hola, Kag, ¿Cómo estás? Te extraño. Ya llevamos un día entero sin vernos y ya quiero verte.
- Eh... yo también quiero verte, Kikis.
- Bueno, te llamaba porque quería pasar a tu depa, pero me llamó mi jefa a último momento y ya no me dio tiempo de ir a verte.
- ¿Pasa algo, Kikyo? Te escucho algo cansada.
- Sí, Kag, es que voy rumbo al aeropuerto.
- ¿Al aeropuerto? ¿Por qué?
- No te preocupes, Kag, es por trabajo. A la bruja de mi jefa se le ocurrió esto a última hora. Voy a la ciudad de Osaka y regreso en tres días, Kag.
- Ah, bueno, está bien. Cuídate mucho, amiga.
- Claro, tú también. Te quiero mucho, Kag.
- Y yo a ti, Kikyo.
Me despedí de ella y colgué.
- ¿Pasó algo malo? - me preguntó Sango.
- Eh... no. Kikis se fue a Osaka por trabajo. Regresa en tres días.
- Ah, bueno.
- Eh, yo... Sango, ya me voy. Si pillas algo, avísame, no importa la hora, ¿vale?
- ¿Y por qué no te quedas aquí y buscamos juntas?
- No puedo. Quedé con Inuyasha muy temprano y tengo que estar ahí, así que voy a pasar la noche en el departamento que arrendé para que él me pille ahí.
- Ok, entiendo.
- Yo buscaré por mi cuenta también, Sango, ¿vale?
- Vale, nos vemos mañana, ¿sí?
- Sí, nos vemos. Adiós.
- Adiós, Kag, y cuídate, ¿sí?
- Sí, lo haré, no te preocupes.
Nos despedimos con un abrazo y un beso en la mejilla. Caminé hacia la puerta para abrirla, pero la voz de Sango me detuvo.
- Kag.
Me di la vuelta para mirarla.
- ¿Sí?
- Kag, por favor, no caigas con Taisho, por favor.
Le regalé una sonrisa para responderle:
- No te preocupes, Sango. No pasará eso, ¿vale? Tú tranquila, ¿sí?
Y sin decir más, salí de su departamento para meterme en el ascensor y bajar al primer piso. Mientras tanto, me quedé mirando mi rostro en el espejo del ascensor, pensando.
Si Inuyasha me está diciendo mentiras solo para acostarse conmigo, jamás lo voy a perdonar. Pero si está diciéndome la verdad... Oh, por Kami, la que no se va a perdonar jamás seré yo.
Continuará...
Crédito de la ortografía: la bella autora cbt1996. ¡Gracias, linda!.
