El reinado de la Shogun Tokugawa Yoshimune estaba siendo uno prospero a pesar de que solo poseía un tiempo de estar en el poder, pero el pueblo estaba agradecido por lo que su mandamás estaba haciendo.
A pesar de eso, había muchos funcionarios que hacían el mal y solo trabajaban para sí mismos, por lo que la Shogun y su fiel sequito de ninjas se encargaban de derrotar a estas personas.
Y su dúo más querido eran sus gatitos que vinieron con ella desde Kishu.
Primero estaba Sukehachi, del clan Yabuta y era un chico de hombre de cabello negro atado, además de que poseía un buen cuerpo debido a su entrenamiento ninja y además de que era uno de los más cercanos a la Shogun junto con su compañera de armas.
Además de él, estaba una shinobi peli roja de hermosos ojos del mismo color y un cuerpo de infarto, también por el entrenamiento ninja llevado a cabo. Su nombre era Osono y era muy habilidosa al igual que Sukehachi.
Ambos shonobis eran además los gatitos mascota de su ama, la Shogun Yoshimune y siempre estaban con ella cuando era necesario un combate.
Ese día, estaban batallando contra el ministro de educación de Nagasaki el cual usó su poder e influencia para hacerse de recursos de gobierno y no solo eso, sino que destinarlos para su propio beneficio.
- Así que Minakoto Yochiro ha estado haciendo por meses – la peli rosa decía al enterarse de parte de sus ninjas – es imperdonable, está poniendo en riesgo la educación de muchas familias que no pueden permitirse mandar a sus hijos a la escuela, esos recursos son valiosos para ellos, no para que se los embolsara… ¡debe ser castigado!
- Él vendrá a Edo para una audiencia con usted, mi Señora.
- Lo más probable es que mentirá con respecto a lo indicado por usted.
- Ya entiendo, con esto y la evidencia que han recolectado, recibirá su castigo por robar el pan del saber de los niños – Yoshimune exclamó.
La pareja de ninjas salió dejando a su ama pensando en su jugada. Estando en el patio trasero, el peli negro se sentó a ver las estrellas, Osono se sentó en sus piernas mirando al cielo también.
- Osono.
- Ese maldito tiene que pagar por lo que hizo, así que espero que nuestra señora le dé su merecido ¿no lo crees Sukehachi?
- Tienes razón, hay que castigar a ese tipo.
Ambos ninjas habían crecido juntos, incluso desde que la Shogun los hizo sus guardianes no los separó y eso demostró los sentimientos que poseían fueran fuertes.
A pesar de eso, mantenían estrictamente su fuerza ninja como lo que eran.
El día del enfrentamiento, como era de esperarse, el ministro de educación de la región de Nagasaki llegó y al final, fue confrontado por la Shogun con las pruebas y luego de ser derrotado usando su poder mágico y el de sus ninjas, fue sometido a juicio.
- El hecho de que hayas defraudado al shogunato es imperdonable, pero lo que más me molesta es que hayas robado valiosos regalos escolares para los niños y has dejado a muchos infantes sin poder ir a la escuela y cumplir sus sueños. Por eso, Minakoto Yochiro, serás condenado a hacerte seppuku.
- ¡M-Mi Señora, no puede…!
- ¡Llévenselo! – los guardias hicieron eso, además de él, los que estuvieron involucrados también se vieron obligados al mismo destino.
Yoshimune fue personalmente, pero como Tokuda Shino para entregar los útiles escolares y los demás recursos que ocupaban.
Por el lado de Sukehachi y Osono, se quedaron en el palacio, esto por orden de la peli rosa ya que ella quería ir personalmente ahí, además de que fue con Nico y varios de sus hombres allá, incluso Joe, que estaba de visita en Edo, fue con ellos para estar con su amada peli rosa.
- No hay nada que como un buen descanso luego de luchar contra corruptos ministros – Sukehachi exclamó acostado en una cama, aunque no era suya.
- Tienes razón, aunque el hecho que estemos en el cuarto de la Shogun, es algo pasado ¿no crees? – Osono decía y es que ambos estaban en el cuarto de Yoshimune, también estaban con sus formas gatunas.
- Pero si siempre lo hacemos cuando ella no está, ¿no recuerdas cuando estuvimos los dos solos cuando ella se fue a pelear por el asunto del aceite?
- Oh sí, estuvimos hasta el amanecer haciendo rechinar esta cama – el peli negro fue hacia ella, oliendo su trasero.
- Oye, no hagas eso.
- Oblígame Osono.
Los dos se pusieron a jugar por el cuarto, evitando causar algún problema y fue cuando volvieron a caer en la cama, solo que esta vez, se transformaron en humanos.
Para sorpresa de nadie, los dos estaban desnudos, con Sukehachi encima de Osono, y es que no se cansaban de presenciar sus cuerpos sin nada de ropa.
El peli negro podía presumir de sus abdominales bien formados gracias a su entrenamiento ninja. Por otro lado, la peli roja tenía un cuerpazo que cualquiera quisiera tener para tenerla con ella. Sus pechos eran por lo menos de talla 84 y caderas muy bonitas.
Sin perder tiempo, Sukehachi estaba por entrar en su amada compañera, pero se detuvo justo cuando su pene rozó su intimidad.
- ¿Qué pasa?
- Pensé que había oído algo ¿no escuchaste?
- ¿El qué? – la peli roja se había un poco alarmada.
- Esto – entró de golpe y Osono soltó un gemido – lo siento.
- ¡Idiota!
Las quejas de Osono murieron ahí ya que las embestidas de su pareja la hicieron callar cualquier reclamo y en su lugar, solo se oían gemidos.
La cama rechinaba un poco y es que el ruido aumentaría a medida que los movimientos pélvicos del peli negro también se hicieran más rápidos.
Osono estaba en el cielo y es que apretaba con fuerza las sabanas a su lado tratando de contener el placer que estaba teniendo, sin importarle que eran la ropa de cama real de su ama.
- S-Sukehachi… ah… q-que rico…
- Osono… v-voy a correrme…
- H-Hazlo… no te contengas – el chico finalmente no pudo evitarlo y con una última estocada, hizo estallar su amor blanquecino en el interior de la peli roja.
Osono se aferró con fuerza a las sabanas dejando que el semen de su amante fluyera dentro de sí hasta que las embestidas del ninja se quedaron en nada.
Sukehachi salió del interior de su amada y un poco de su semen cayó en las sabanas de la cama, pero no les importó y sus labios se unieron en un beso apasionado.
- La Shogun se molestará cuando vea que hemos manchado su sabana.
- No te preocupes por eso, a lo mejor no se dará cuenta, esto se secará pronto.
- Puede que así sea – los dos rieron, pero se quedaron en silencio cuando escucharon algo aproximarse a la habitación lo que los alertó.
Rápidamente se transformaron en sus formas gatunas y se escondieron debajo de la mesa. Unos momentos después, el viejo Kano entró a la habitación de la Shogun.
- Es el viejo Kano – susurró Sukehachi a lo que Osono solo le hizo seña de callarse.
- Puedo jurar que escuché a alguien hacer ruido en la habitación de su Majestad, pero supongo que fue mi imaginación – el asistente decía – después de todo, no se habría salvado de mi golpe de shinaí.
- Como si eso fuera a golpear a alguien – susurró la peli roja, segundos después, el viejo Kano se fue de ahí, cerrando la puerta.
- Por poco – los dos gatos salieron, Sukehachi se transformó en humano de nuevo al igual que su amante y salieron a ver que no había nadie.
- ¿Y ahora qué?
- ¿Y si vamos al baño? – eso sorprendió a la peli roja.
- ¿Al baño real? Pero en sí tendríamos que pasar por el pasillo, debemos tener cuidado – los dos volvieron a su forma gatuna y anduvieron por el techo que estaba cerca hasta que llegaron al cuarto de baño.
Antes de hacer cualquier cosa, revisaron bien que no hubiera nadie y entraron. Ni bien ingresaron, se transformaron de nuevo en humanos y reanudaron el encuentro amoroso.
Los dos estaban de pie en la tina, con el peli negro penetrándola tanto como pudiera a su amada ninja peli roja quien ahogaba sus gemidos usando su mano.
Nada ayudaba que el movimiento de caderas de Sukehachi fuera fuerte, así mismo, las manos del hombre fueron a atacar los pechos de Osono, amasándolos y jalando un poco sus pezones, algo que al final la hizo gemir sin poder contenerlo.
Estando así, decidieron cambiar de posición, saliendo de la tina y ahora, Osono estaba pegada a la pared mientras que Sukehachi la embestía con todo. La peli roja tenía su pierna derecha alrededor de la cintura de su amante el cual no dejaba de hacerla suya.
Sukehachi no pudo más y en un momento de clímax total, embestía con más dureza a Osono quien gemía en su hombro y finalmente, este terminó adentro de su amada.
El pene del peli negro estuvo así un rato hasta que se ablandó y dejó salir algo del semen atrapado en el útero de Osono. Ya para relajarse un poco, los dos se pusieron en la tina a tomar un baño.
- Fue arriesgado – Osono decía sentada en las piernas de Sukehachi – pero me gustó.
- Lo mismo, como dije antes, a veces hay que relajarse – el peli negro estaba jugando un poco con los pechos de la chica – aunque no vamos a parar aquí ¿no es así?
- ¿Quién dijo que hasta aquí llegamos?
Saliendo del baño, fueron hacia el cuarto de Yoshimune en donde nada más llegar, se fueron a la cama en donde reanudarían su encuentro pasional. Ahora Osono estaría montando a Sukehachi quien solo se dedicó a presentar el gran espectáculo que tenía delante de él.
Los pechos de Osono rebotaban por lo que Sukehachi jugó con ellos, algo que motivaba a la ninja a seguir moviéndose con más fuerza sobre él, con sus brazos apoyándose en el fuerte pecho del miembro de los Yabuta.
El sexo era lo mejor en ese momento y es que los disfrutaban mucho el momento como el que iba a pasar en solo unos segundos, con las paredes vaginales de la peli roja apretando con algo de fuerza el falo de Sukehachi.
Eso fue suficiente para hacer que el peli negro terminara eyaculando una vez más dentro de Osono quien gimió con fuerza al sentir la esencia blanquecina de nuevo fluir por su interior.
Mientras descansaba sobre el pecho de Sukehachi, el pene de este salió de la vagina de su amada quien lo besó.
- ¿Quieres continuar?
- Descansemos un poco – el chico asintió por lo que se acomodaron en la cama, se arroparon con las sabanas y se durmieron.
Aunque apenas despertando, los dos reanudarían su actividad sexual.
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Mientras tanto en Nagasaki…
- ¿Nicky? – Joe decía mirando a la peli rosa que estaba observando la Luna llena desde el cuarto en el que se encontraban. Los dos se encontraban desnudos por lo que el peli rojo fue hacia su amada abrazándola por la espada.
- Lo siento Joe, es que recordé a mis dos gatitos, pero supongo que deben estar bien, no es la primera vez que me voy sin ellos.
- Ellos estarán bien, Sukehachi y Osono son fuertes, no por algo son tus gatitos guardianes – el peli rojo abrazó más a su amada, pegándose más a ella.
- Creo que tienes razón – Joe la llevó de nuevo a la cama en donde nada más llegar, reanudarían su actividad sexual, aunque la Shogun tenia cuidado de no hacer mucho ruido ya que en donde se estaban quedando, también estaba su madre Nico y sus hombros. Y es que Joe se supone que estaría en un cuarto aparte, pero no iba a estar sin su amada peli rosa y hacerla suya como lo que era, su mujer.
Y así fue como estos ninjas pasaron un gran momento amoroso y eso que su relación no haría más que crecer.
