"El novio de Katsuki Bakugo era un idiota"

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El novio de Katsuki Bakugo era un idiota.

No había otra forma de llamarle.

Para iniciar, jamás pensó que terminaría saliendo con alguien de su agencia, y peor aún, con alguien doce años más joven que él. Claro, Katsuki no era un adulto en el pináculo de la mediana edad o algo parecido, pero tampoco era un adolescente saliendo de la preparatoria. Estaba en medio, danzando entre esas edades. Ni muy joven, ni muy anciano, sino por esos rumbos.

De igual forma, su novio era, como él, un héroe. Aunque aclarándolo bien era un héroe en formación, para ponerlo de mejor término. Un héroe del cual se le fue asignado de cuidar, mientras su jefe estaba en una misión lejos.

Había de admitir que en un principio estuvo en contra de que se le asignara un héroe de tercer año a su cargo, precisamente ése héroe, porque si hubiera sido otro (como los demás alumnos que hacían sus pasantías en la agencia) lo entrenaría y ayudaría a su formación sin poner objeciones. Pero se trataba de él; el héroe que salvó a la sociedad con apenas dieciséis años. Carajo. ¡Un pinche adolescente salvándoles los traseros a ellos! ¡A los adultos!

Qué pinche vergüenza.

Estaba claro que se llevarían mal. No. Estaba seguro que se llevarían de la chingada. Y Katsuki lo iba a a cumplir. No sería parcial, ni mucho menos compasivo con su nuevo alumno. Había entrenado a otros adolescentes sin problemas (salvo unas lesiones pequeñas colgando en su historial, pero nada grave o intachable), y habían salido con avances memorables en su récord.

Sin embargo, había algo en ese tipo que no le convencía. Y se detonó más cuando lo tuvo de frente. Si bien, ya lo conocía. Lo había visto en la pelea contra Tomura Shigaraki (pelea en la que él casi moría) en los videos y escuchado en rehabilitación la proeza de su heroísmo. Le fastidiaba que un adolescente pudiera más que ellos, que él con toda su experiencia e inteligencia, quedaría en las sombras. Prácticamente hecho a un lado por un pendejo que tenía complejo de héroe.

Escuchaba de él cada tanto y lo que oía no le gustaba: desde que hacía pasantías con Endeavor, hasta que había regresado su particularidad, que previamente perdió.

Chingaderas como esas. A Katsuki poco le importaba lo que ése idiota hacía o no hacía, sólo sabía que tenía cara de ser un nerd y que su técnica y manera de pelear eran peor que la mierda.

Claro, hasta que estuvieron en el mismo cuarto y lo vio. Esa cara con pecas, una cicatriz en el rostro, otra (bastante notoria) en su mano, los rizos verdes, estatura promedio, (aunque con todo eso, el idiota era enorme), y el traje de héroe que lo hacía todo menos atractivo.

—Me presento —Había dicho con entusiasmo y maneras efusivas en sus movimientos—¡Soy Izuku Midoriya, un placer conocerlos!

Todo iba bien, acorde a lo esperado, hasta que le dirigió la mirada y con una enorme sonrisa dijo «¡Estaré bajo su cuidado, señor Dynamight!»

¿Señor?

Qué mierda.

Katsuki quería matarlo. Terminar con su carrera y futuro ahí mismo.

¿Desde cuándo era un señor? Ni siquiera parecía alguien de su edad. Es más se veía más joven, casi como un adolescente.

El idiota había hecho uso de razón de la más pendeja talle.

Y Katsuki no estaba para escucharle decirle «señor» durante toda la pasantía. Primero se mataría él y luego lo mataría al idiota.

Para pudrir más la carga, su nombre de héroe era «Deku». Qué nombre tan miserable y estúpido para alguien que a grandes expensas, era el héroe más fuerte. Deku significaba alguien que no podía hacer nada. Así que no fue de su agrado dicho nombre, pero tampoco lo excluía como una posibilidad de que el adolescente estuviera equitativo con el nombre.

Con honestidad, no le cayó bien. Le pareció que era alguien que no sabía nada y que su inocencia lo llevaría a ser un héroe con trayectoria corta.

Era tan amable que arruinaría todo.

Sin duda, terminaría renunciando a su agencia, de no ser porque Best Jeanist lo obligó a quedarse con el pretexto de que le quitaría el sueldo por un mes si no lo hacía. Y carajo, Katsuki lo necesitaba para pagar sus gastos.

Era una molestia.

Le caía mal, pero no había de otras más que entrenarlo.

Comenzaron con Katsuki viéndolo regarla en el primer patrullaje, peleando impulsivamente e hiriéndose en el proceso. Katsuki, con enfado, notó el sinfín de fallos en su técnica y el escaso control de sus emociones al momento de tener a un contrincante con una potencia de gran intensidad.

Katsuki sólo quedó atrás a proteger a los ciudadanos, mientras observaba con desaprobación a su nuevo estudiante. Lo único que pensaba tras verlo con una cortada en la cara, partiendo su mejilla derecha por la mitad y el puño morado de haberle asestado un golpe atronador, así terminando con la pelea.

Eso sí, atisbó el poder aplastante de su particularidad (si el viento desplomando los objetos a una distancia considerable era un indicador de que lo era) y para su orgullo, admitía que era una buena particularidad. Desperdiciada por el influjo estúpido de sus emociones y la mala gestión de la energía utilizada en combate.

Obvio, el mocoso perdería una pelea fácilmente de no ser por los golpes de poder que le daban gran ventaja por sobre los demás y se atrevía a comparar, con los otros héroes.

No lo rivalizaba a él. No, por supuesto que no. Nadie podía contra su grandeza e inteligencia y qué decir de su incomparable experiencia.

No igualaba su habilidad para descubrir grupos de villanos por las coladeras y destruirlas todas, hasta el más mínimo rastro de su existencia.

Recordaba que lo había regañado, tras hacer el reporte en la agencia al final del día. Reporte en el que él mismo escribió y le mostró a Izuku cómo chingados hacer uno, porque el muy idiota no sabía hacerlos. Diciendo que Endeavor o Burning eran los que los hacían en sus pasantías.

«Pues tienes que aprender a hacerlos, nerd de mierda» le había dicho. «Cuando seas un profesional, estas mierdas se hacen todo el tiempo, ¿Entendiste?» Omitió el "pendejo" de su vocabulario al final de su pregunta, ya que la secretaria de Best Jeanist se encontraba ahí y ésta le notificaba su trato con los pasantes. Si le llegaba a informar que Katsuki había insultado a un alumno en formación, le reduciría el sueldo.

Katsuki lo conocía bien, puesto que no era la primera vez que le pasaba. Una de ellas había sido porque le había dicho a un alumno con particularidad de viento, que era un pendejo por «dudar al momento de liberar su poder frente a una situación donde requería de su uso». El alumno no aguantó su regaño y amenazó con reportarlo. El muy ofendido se atrevió a amenazarlo.

Jeanist lo reprendió por su comportamiento, mas no lo corrió. Nunca lo hacía, pese a que bien pudo haberlo hecho en las otras veces en que les hablaba de ese modo a alumnos.

Y parecía comprender que Katsuki no lo hacía para ofenderlos, sólo que así era cómo les quería hacer ver que el mundo en el que se movían los héroes no era como se veían en las noticias, o en la prensa, sino que era mucho más obsoleto y peligroso y cruel.

Tenía que formar a las futuras generaciones.

Era su deber, a fin de cuentas.

Sin embargo, las cosas con Izuku no eran del todo a como le habían ocurrido con los otros extras. No, sino que tenían otro giro mucho más estúpido e impredecible. Izuku era, cómo decirlo, un nerd, un idiota y un fanático efusivo con los héroes. Los admiraba demasiado.

Siempre se refería a él como «señor Dynamight» para todo. Lo halagaba en cada cosa que hacía, usando el «asombroso» como su descripción, y haciéndole preguntas acerca de su traje, su particularidad, sus experiencias.

Katsuki no le gustaba hablar de él o dar información suya a personas que no conocía bien. Izuku colmaba su paciencia que no encontraba razones para no acabarlo a cada rato, o tan siquiera arrancarle la boca para así callarlo.

Su voz estaba contagiada de emoción la mayor parte del tiempo y era fastidioso. Tanto que parecía que pintaba el aire de calor, y de amabilidad.

Entretanto, Katsuki optó por cambiar la ruta de sus enseñanzas hacia el mocoso y se fue por el camino de quedarse adentro de la agencia, luego de las heridas del primer patrullaje, supo que debía de entrenarlo de otra forma: primero informarle que tenía que mantenerse sereno, segundo que debía de usar su cabeza desde el inicio del combate y tercero, salir ileso.

Siempre.

No un «no pude» o «no lo vi» o lo peor «me ganó».

Así que, se propuso en enseñarle eso antes de salir nuevamente a la calle.

Izuku se mostró renuente a quedarse encerrado frente a un pizarrón y proyector plagado de imágenes donde le exponían lo que pasaba si no acataba sus instrucciones, pero lo hizo. Quizá porque cada vez mostraba más su admiración por él, o quizá porque sí quería ser un héroe, o quizá porque no tenía alternativa.

Katsuki podía inventar miles de escenarios en torno a porque se mantuvo atento y silencioso durante sus enseñanzas, pero se sentía conforme con saberse escuchado sin ninguna interrupción.

Entonces, pensó que quizás Izuku podía ofrecer algo más que sólo sus puños.

Después vino el resto: las conversaciones. El tiempo que convivían juntos. Las sonrisas de Izuku. El «señor Dynamight» impregnado de alegría. Las sonrisas de Izuku. Los análisis de Izuku en torno a los héroes. Las sonrisas de Izuku. Las discusiones sobre cuál pelea de All Might era la mejor. Las sonrisas. Las sonrisas y siempre las sonrisas de Izuku.

Katsuki se percató de que no había reparo en ellas y no podía evitar que brotaran.

Y que poco a poco se sentía contagiado de la estupidez de Izuku. Casi como algo inevitable.

Érase extraño, ya que nunca le había pasado algo así.

Es decir, una pulsada, pulsión o palpitación fuera de ritmo, una sentimiento o emoción desbocada. No sabía a ciencia cierta qué chingados era, pero algo le ocurría.

Tal vez convivir demasiado con Izuku le estaba afectando. Sus maneras de nerd lo estaban enfermando de alguna manera y necesitaba curarse de ello.

Y las cosas no se hubieran puesto peor, de no ser porque intuía, lo veía, que Izuku sentía por él. Obvio, sentía. No era una señal de extrañeza que Izuku lo mirara con esos ojos de cachorro suplicando por amor a su dueño siempre que estaban juntos.

Katsuki no era idiota para percatarse que el chico albergaba sentimientos por él. De ahí que se sentía enfermo, como contagiado por una pendejada sentimental que no era lo suyo.

Los sentimientos y las mierdas personales eran una perdida de tiempo. Estaba fuera de interrogatorio que si no tenía relación con el trabajo de héroe, no era de su interés.

Pero el tema Izuku permanecía impregnada en su inconsciente y salía a cada tanto a la realidad, como una burbuja explotar si la tocaba. Izuku tenía esa habilidad de tocarlo con sus ojos. Sí, sus pinches ojos de cachorro. Todos brillantes, todos contentos. Ojos que sólo lo observaban a él.

Katsuki estaba seguro que Izuku lo quería. Y, a pesar de tener nula experiencia en el amor, lo sabía. No por nada Izuku lo halagaba demasiado, hasta el punto de ponerlo a él primero ante todo. Era obvio que cuando alguien mostraba un enorme interés por el otro, significaba que sentía amor, ¿No es así?

Sí, Katsuki no era ajeno a los temas del amor, las relaciones. Lo había escuchado de sus amigos. Citas, platicas, besos. Esas cosas. El obvio interés y los sonrojos. Izuku se mostraba sonrojado la mayor parte de sus conversaciones y cuando se miraban, se ponía rojo.

Y al momento de gritar «¡Señor Dynamight!» Con una sonrisa enorme y abrasadora, sabía que era todo lo que tenía que estar bien. Quizás. Desconocía.

No obstante, necesitaba conversar con alguien. Un amigo, tal vez. No tenía muchos, pero los que tenía eran confiables, se podría considerar y el único con el juicio más perspicaz era Kirishima.

Katsuki le urgía averiguar lo que le estaba ocurriendo, si estaba enfermo de pendejez o impregnado de idiotez sentimental.

El mundo parecía complacerlo, puesto que tras acontecer una misión en la que tuvo que rescatar a unos civiles de un fuerte movimiento de un par de villanos que querían destrozar un prolongado número de comercios de una zona prominente, se topó con Kirishima y Kaminari en el momento.

Quedaron de verse en un bar que estaba cerca de la agencia de Jeanist. Odiaba admitirse que se sintió inquieto con lo que hablarían, el cómo les diría. El idiota de Kaminari se reiría, el muy cabrón. Sero, su otro amigo, quien llegaría después, haría un comentario u otro acerca de él, para luego reírse. Kirishima sería el que se mantendría recto en una situación como esa.

Tan pronto como los vio, sus sentimientos (o esos pretextos) parecieron comerle el cerebro. Tomó más cerveza de lo habitual hasta acabar con sueño, la voz atorada, las mejillas rojas, y su mente entumecida, lo soltó todo.

—Es un idiota —Explicó Katsuki; sabiendo que sus amigos lo escuchaban con atención.—Lo odio. Comete pendejadas, se avienta al peligro y su sentido de cuidado es inexistente. Es molesto. Pero lo que más odio es que le gusto. Siempre me mira con esos ojos… me sonríe. No me respeta. Soy mayor que él, mierda. Debería de dejarme en paz.

Tras concluir, por alguna razón, se sentía absurdamente incómodo.

—¿Te gusta? —Fue el interrogatorio de Kirishima.

A Katsuki se le oprimió el corazón.

¿Gustar?

¿Qué carajos significaba «gustar»?

Él no gustaba de Izuku, era Izuku. Todo era su culpa. Él y sus sentimientos.

Estaban sentados en la barra de caoba que se extendía a unos metros por el lugar. La atmósfera seria, pero amena, con las luces tenues acompañaban su estado.

—No —Su voz tembló, la mano agitada por debajo de la mesa y sus piernas se movían enloquecidas.

—Eh… —Se rió Kaminari. —Ni tu te la creíste. Debes ser más honesto, Kacchan.

Katsuki se irritó. Ése apodo lo ponía molesto. No le gustaba cuando lo decía, a pesar de estar acostumbrado.

—Lo has de tener cerca para pensar de esa manera —Manifestó Sero, cruzándose de brazos, adoptando una expresión satisfecha.—Era obvio que algún día conocerías a alguien que te haría cambiar de parecer. ¿Cómo habías dicho? Que nunca te pasaría eso.

Kaminari respingó, acordando con su amigo.

—Te debe de gustar —Presionó Kaminari, codeándose con Sero y luego con Kirishima en signo de complicidad.—Sino, no nos dirías lo que te pasa. Hasta estás tomando de más. No es normal, Kacchan.

Katsuki bufó, pasando una mano por su nuca, y luego por su barbilla, así dejándola descansar.

—Mira —Continuó Kaminari, viendo que sus amigos no decían nada, sólo observaban las burbujas de las cervezas y tomaban bocados del pollo frito. —¿Cuánto dijiste que le faltaba?

—Está en tercero —Expuso Katsuki. —Es su última pasantía antes de graduarse.

—Bien —Kaminari sonó complacido.—Entonces, eso significa que pronto estará trabajando en alguna agencia, y que será un adulto. Que ya no falta poco. Puedes aprovechar y hacer tu movimiento antes de que salga. Hay que demostrarle que eres un hombre, Bakugo.

Katsuki cerró los ojos, moviendo la cabeza hacia cualquier punto del lugar que a ellos. No soportaba esa sensación de saberse visto como alguien con capacidad de sentir. Era algo tan remoto que ni él sabía manejar.

—No —Corrigió Kirishima, con mayor facilidad.—Lo que Bakugo tiene que hacer es ser sincero con lo que siente. Si no está seguro de que le gusta, no hay que hacer nada. Además, el muchacho apenas se va a graduar.

—Es mejor que no se exalte con el chico todo el tiempo —Opinó Sero. —Le dará la idea equivocada, si no es que ya lo ha hecho. ¿Lo regañas demasiado? Eso no te hará quedar bien con él. Deberías de mostrarle tus buenos lados. Tu particularidad es suficiente para atraerlo y asegurarlo como tu prospecto a novio.

¿Novio?

Katsuki no lo había pensado. Sólo pensaba lo molesto que era sentirse congestionado de emociones y de cosquilleos que incineraría su cuerpo en el acto si eso continuara.

No obstante, no fue hasta que Kirishima dijo «Demuéstrale que eres el adulto, que sabes lo que haces, Bakugo. Si muestras eso, puede que tendrás mayor probabilidad de comprender tus sentimientos, y así tener iniciativa de hacer algo» que la verdad se cernió sobre él y sintió el rostro quemarle.

A partir de ese día, le dio demasiada importancia lo que transcurría con Izuku, al punto de que tras enterarse (a través de una llamada) del pronto regreso de Best Jeanist, notificándole que él se encargaría de Izuku, se sintió molesto.

No le gustaba la idea de no pasar tiempo con Izuku.

Entonces, se le ocurrió una idea: entrenar juntos. Lo llevaría a entrenar a un lugar que ambos conocían y vería si Izuku valía lo suficiente para merecerlo. Sí. Le haría ver a Izuku que tenía una oportunidad con él si lo derrotaba en un duelo.

Así que, un día en el que ambos no patrullaban, lo citó en Yuuei, donde él mismo lo llevó a Ground Beta—sitio perfecto para pelear con los poderes de ambos—, no sin antes haberle pedido permiso a uno de sus ex compañeros (Aizawa) permiso de usar las instalaciones de la preparatoria, y lo retó, dejando entrever sus intenciones con un «si me derrotas, saldremos a donde tu quieras y responderé todas tus pinches preguntas» que Izuku, con extrañeza y un poco de duda, dijo «¿A qué se refiere? ¿Está diciendo que vamos a pelear? ¿Aquí? Pero…»

Katsuki rodó los ojos y extendió la mano derecha hacia éste, y sonrió de lado. Toda la adrenalina apilándose en su cuerpo, mientras lo veía firme a los ojos.

Nunca se había expuesto tanto.

«Te estoy diciendo que peleemos, idiota»

«Te estoy dando una oportunidad de tenerme» fue lo que quiso decir.

Al instante en que le sonrió más e hizo acto de presencia su particularidad en su otra mano, Izuku comprendió su cometido, porque enseguida se puso en posición de pelea, alzando ambos puños y llevando una pierna hacia atrás.

Esto sólo hizo que sonriera más.

«Está bien» Accedió Izuku. «Peleemos»

«Si yo gano, saldremos» Advirtió Katsuki. «A donde yo diga»

«Como guste, señor Dynamight»

«Con una mierda, ¡No me digas así»

Entonces, lo que menos pensó aconteció. Ambos peleaban. Se daban sin detenerse, golpeándose, y aventándose. Explosiones y golpes eran lo único que se escuchaba.

Mientras, Katsuki no podía evitar sentir que nadie había tenido tanta sintonía con él en combate que Izuku. Se equiparaban en poder, inteligencia y capacidad. Izuku había aprendido a mantenerse ileso la mayor parte de la pelea.

Y Katsuki, Katsuki estaba complacido, sintiendo el cuerpo temblar de satisfacción ante la idea de que si le hacía frente a lo que le pasaba, algo positivo podía salir de ello.

Izuku ganó.

Sin embargo, no le había pedido ser pareja, o lo había besado, ni nada. Sólo salieron a comer bollos al vapor, entrenar y platicar experiencias en el camino.

Lo que le confundió, porque Izuku lo quería a él, ¿No?

Entonces, ¿Por qué chingados no hacía nada? Ya eran algo, y no ocurría algo.

Kirishima le había dicho que necesitaba mostrarle que él era el adulto. Tal vez Izuku esperaba que el que hiciera algo fuese él.

Así que, luego de haber concluido una pelea contra un villano con una particularidad de fuerza, con la adrenalina a flote y las manos enloquecidas, llevó a Izuku a un estrecho callejón, y empujándolo contra los ladrillos, lo besó.

Izuku estaba tan sorprendido que parecía estar echo roca. Los ojos abiertos. Katsuki podía sentirlo, y sonreía con saber que estaba logrando su cometido.

Al alejarse, lo miró de lado, habiéndose ocultado del rojo de su cara, y diciendo «con esto ya está», así dejándole entrever que ya eran novios.

En resumen, su novio era un idiota.

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NOTA: Esta es una historia de Kacchan héroe adulto e Izuku un alumno.

Quería tomar la ruta de una historia con diferencia de edad.

En esta temática, a Izuku no le gusta Kacchan por ahora, en la siguiente parte veremos un poco más esto.

Espero que les guste el capítulo.

NOTA 2: Pienso darle continuación.

NOTA 3: Aquí comienza la parte que da origen en la forma de llevarse de estos dos.